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Continuación “El Sujeto Penitente”

Vimos la Contrición - Acto Interno…

Actos Externos
CONFESIÓN
No es un sacramento solo para expresar la culpa. Ante todo, es el Sacramento del
Perdón. La humillación que hace la persona en ese momento es un momento delicado,
no se puede convertir en masoquismo. El sacerdote debe dejar que el penitente se
exprese.
No estamos solamente ante una cuestión de normas eclesiásticas. El Derecho canónico
busca guardar la dignidad del sacramento. Pero aquí estamos hablando en el plano de la
fe, no solo es una disciplina eclesiástica, sino que es parte de la voluntad de Cristo
manifestada en la acción de la Iglesia
Este sacramento es de DERECHO DIVINO. Por tanto, no es posible que la Iglesia lo
modifique a su parecer o conveniencia, tampoco el sacerdote. Tampoco el penitente
puede modificarlo según le parezca más conveniente.
Hay una necesidad de parte del penitente de confesarse, que nace de la contrición, a sea
perfecta o imperfecta. Hay una necesidad. También una vergüenza.
La Iglesia, por tanto, al dedicarse a la cura de almas, tiene también la necesidad de
administrar este sacramento. Este sacramento es una necesidad para la Iglesia, la
necesidad de atender esa necesidad del penitente. Es parte de su misión.
c. 989 regula el ejercicio del sacramento. “una vez al año”. Esto es lo básico.

Integridad del Sacramento


Precisa el examen de conciencia. No como una recriminación, sino como una
introspección serena.
Hay que enseñarle a la gente a hacer su examen de conciencia. Hay muchos modelos
(busca el de Cantalamessa de las bienaventuranzas).
Además, hay que tener presente que el examen de conciencia debe adecuarse al tipo de
conciencia que tiene el penitente. Por ejemplo, sería un error darle un examen un tanto
legalista, a alguien que tiene una conciencia escrupulosa
CEC n.998
Para la Integridad (material), además del examen de conciencia se requiere:
- confesar
- especie
- número
A quien no tiene hábito de confesarse no se le puede exigir la integridad material, sino
que basta lo mínimo, es decir la integridad formal (confesar los pecados graves que
recuerde).
Exime la integridad material:
- Idioma
- Falta de tiempo (por circunstancias como peligro de muerte o accidentes. No se refiere
a las premuras de la vida pastoral)
- Peligro de escándalo moral del penitente
- una extrema escrupulosidad
- una conciencia muy débil, tanto que hablar las cosas le provoque un daño.
- peligro rave de contagio.

Hay que tener en cuenta no solo los aspectos objetivos (normas, lo canónico), sino
también los aspectos subjetivos de la persona. “Nadie vive las cosas en abstracto, todo
lo objetivo se subjetiviza”. Es importante considerar la parte objetiva y subjetiva de la
moral.
No hay obligación la confesión de los pecados dudosos, aunque es recomendable.
Si hay olvido de pecados graves y se advierte, hay que confesarlo en la siguiente
confesión.
No ha de omitirse ningún pecado por vergüenza o temor. No hay vergüenza, eso es
sacrilegio.

Pecados veniales
¿hasta dónde se puede llegar sin incurrir en pecado grave?
Eso es tener una vida cristiana mediocre. No deberíamos ni siquiera pensar en andar
sobre el límite. El pecado no debería ser nunca una opción, ni grave ni venial. El amor
no admite límites.
La confesión de pecados veniales robustece la vida divina del cristiano, que no se pierde
por pecados veniales. Por eso la Iglesia recomienda la confesión de pecados graves.
Los pecados veniales se pueden perdonar en el acto penitencial de la misa, con actos de
reparación, obras de caridad…
Sin embargo, es siempre necesario confesar los pecados veniales (Reconciliatio et
penitentia n. 32).
En cuestiones de conciencia el sacerdote no puede restringir que es lo que puede
confesar y que no.
Confesión frecuente
Corolario de la dinámica del sacramento: una vez cada vez
No es que con una vez al año baste.
Los frutos de cada celebración de este sacramento dependerán de la conversión y de la
caridad del penitente.
Respecto a la frecuencia, dependerá del penitente. Es un aspecto discrecional. Depende
de su estilo de vida cristiana. No hay un estándar. Pero en cualquier tipo de vocación
sería un tanto escandaloso dejar más de un mes sin confesarse.
Con los ritmos, la frecuencia establecida, se tiene la ventaja de que se crean hábitos y es
más lo que se gana que lo que se pierde. Es bueno establecer ritmos-periodos, siempre
unidos al examen de conciencia, y cuidando que, si entre ese periodo de tiempo
marcado por el ritmo sucede que se cae en pecado mortal, hay que acudir a la confesión.
Luego se retoma el ritmo.
Por su propia naturaleza el sacramento no es solo para pasar a comulgar. La confesión
nace de una necesidad de reconciliación con Dios.
Ante todo ¡Cuidado con invadir la conciencia del penitente!

SATISFACCIÓN
En la reconciliación del penitente con Dios, queda abolida la pena eterna, pero a veces
queda la culpa o la pena temporal.
El pecado queda una deuda con Dios (saldada por Cristo en la cruz) y un apego
desordenado a las criaturas. Este desorden-penas temporales, debe subsanarse.
La penitencia impuesta por el confesor, debe ser aceptada por el penitente, con la
obligación de cumplirla. De preferencia:
- Oración
- Limosna
- Ayuno
Otras:
- Orar-meditar con la palabra de Dios
- hacer obras de caridad
- Prescindir de lujos o de caprichos
El ministro del sacramento y sus actos
El Ministro principal de todos los sacramentos es Jesucristo, que obra a través de la
Iglesia.
La autoridad del ministro de la Iglesia, que actúa como vicario de cristo en la
celebración del sacramento, no es la “autoritas”, moral o eclesiástica. Se trata más bien
de la “exousía” (Mt 28, 18) es decir una participación de la autoridad de Cristo. Es una
autoridad delegada, otorgada por Cristo.
Distinto de la autoridad-exousía que es también llamada “potestad de orden” es la
facultad. El ministro debe tener FACULTAD para confesar.
c. 966
No es lo mismo la facultad del Obispo que a del presbítero. La del Obispo es por su
propia naturaleza LG n.21. mientras que la del presbítero recibe esta potestad
directamente de Cristo en su ordenación, pero la ejerce por delegación y bajo la
autoridad del Obispo (LG n.28), es decir, por jurisdicción.
La jurisdicción no da el “poder” para confesar, sino que legitima el ejercicio del
sacramento. Lo que se busca es resguardar la dignidad del sacramento. La jurisdicción
se obtiene por un examen u otro medio, que da garantía de que el presbítero es apto y al
cual se atiene el Obispo.

Actos del Ministro


ABSOLUCIÓN
Según el C. de Trento, es “la concesión de un beneficio ajeno”. Es decir, que no
proviene del confesor. El confesor viene a ser las veces de juez, según el modelo
antiguo que no solo daba sentencia, sino que concedía indultos y beneficios.
No es que el mero confesar los pecados restituya la gracia de Dios que se ha perdido.
Sino que, después de la confesión, a través del presbítero Dios CONCEDE la gracia.
Es importante decir la formula competa, larga. somos servidores de la liturgia, no e
nuestra, no está a discreción nuestra.

Tipos:
- Absolución Impartida
- Absolución denegada
- Absolución Diferida
- Absolución Sub Conditione
Impartida: a todo penitente bien dispuesto, que no tenga un óbice penal.
Denegada: medida extrema y odiosa, solo para casos GRAVES y CIERTOS. Además, a
los INCAPACES (no bautizados, fallecidos, etc.) e INADECUADOS (no
arrepentimiento, quien se niega a la restitución, etc.). Es cuando el penitente no está en
las disposiciones, no puede.
Diferida: si el penitente no está bien dispuesto, es mejor diferir.
Nunca se confiere la absolución, condicionada.
Sub Conditione: en casos muy particulares. Por ejemplo, en peligro de muerte a un no
bautizado. En caso de duda sobre si está vivo.

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