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instituto de Investigaes Jurídica de la i>AM


por
Universitaria, a de del 2008

COMISIÓN NACIONAL DE LOS DE RECHO S H U MAN OS

SOBRE LOS DERECHOS


FUNDAMENTALES Y SUS
GARANTÍAS
LUIGI FERRAJOLI
Universidad de Roma III, Italia

Traducción de
MIGUEL CARBONELL, ANTONIO DE CABO
Y GERARDO PISARELLO

í
México, 2006
SOBRE LOS DERECHOS
FUNDAMENTALES*

l.'EL CONSTITUCIONALISMO COMO NUEVO PARADIGMA


DEL DERECHO POSITIVO

¿Cuáles son los derechos fundamentales? y ¿qué respuesta puede ofre-


cer el constitucionalismo al doble desafío del mercado global y de los
particularismos ?
Comenzaré por esta segunda pregunta, la que se refiere ai constitu-
cionalismo. Podemos concebir el constitucionalismo como un sistema
de vínculos sustanciales, o sea de prohibiciones y de obligaciones im-
puestas por las cartas constitucionales, y precisamente por los prin-
cipios y los derechos fundamentales en ellas establecidos, a todos Jos
V£*^ poderes públicos, incluso al legislativo. La garantía jurídica de efectivi-
^¿¿¿z^*
dad de este sistema de vínculos reside en la rigidez de ias constitucio-
INVESTIG"-íO«ra
nes, asegurada a su vez en las cartas constitucionales de la segunda pos-
guerra, por un lado por la previsión de procedimientos especiales para
su reforma, y por otro por la creación del control jurisdiccional de cons-
titucionalidad de las leyes. El resultado es un nuevo modelo de dere-
Primera edición: mareo, 2006 cho y de democracia, el Estado constitucional de Derecho, que es frutn
ISBN: 970-644-473-4 de un verdadero cambio de paradigma respecto al modelo paleoposi-
© Comisión Nacional üv\st&dc\ Estado legislativo de Derecho: un cambio, creo, del que la cul-
de los Derechos Humanos tura jurídica y política no ha tornado todavía suficiente conciencia y del
ftriféríco Sur 3469,
que, sobre todo, estamos bien Jejos de haber elaborado y asegurado sus
esquina Luis Cabrera,
Col. San Jerónimo Lídice, técnicas de garantía.
C. E 10200, México, D. F.
Traducción de Miguel Carbonell (UNAM, IIJ).
Diseño de portada:
Flavio López Alcocer
tsj
Impreso en México
COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS SOBRE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES Y SUS GAKANTÍAS

Gracias a la rigidez de las constituciones la legalidad ha cambiado jurisdicción constitucional internacional capaz de censurar los actos de
su naturaleza: no es más sólo condicionante y reguladora, sino que está los Estados y de los organismos de la ONU que violen ¡os derechos
ella misma condicionada y regulada por vínculos jurídicos no solamen- humanos internacionalmente establecidos; falta, sobre todo, una orga-
te formales sino también sustanciales; no es más simplemente un pro- nización permanente (incluso en forma de monopolio) de la tuerza a
ducto del legislador, sino que es también proyección jurídica de la le- cargo de ía ONU.
gislación misma, y por tanto límite y vínculo al legislador y por ello a El constitucionalismo no es por tanto solamente una conquista y un
las mayorías contingentes de las que es expresión. De esta manera, del legado del pasado, quizá el legado más importante del siglo XX. Es tam-
derecho resulta positívizado no solamente su "ser", es decir, su existen- bién, y diría que sobre todo, un programa normativo para el futuro. En
cia o vigor, sino también su "deber ser", es decir, sus condiciones de "va- un doble sentido. En eí sentido de que los derechos fundamentales es-
lidez"; ya no solamente los vínculos formales relativos al "quién" y al tablecidos por las constituciones estatales y por las cartas internuao
"cómo" de las decisiones, sino también los vínculos de contenido re- nales deben ser garantizados y concretamente satisfechos: el garan-
lativos al "qué cosa" de las decisiones mismas y que no son más que tismo, en este aspecto, es la oTa cara del constitucionalismo, en tamo le
los principios y los derechos fundamentales: los derechos de libertad, corresponde la elaboración y la implementación de las técnicas do ga-
que no pueden ser lesionados, y los derechos sociales cuyo cumpli- rantía idóneas para asegurar el máximo grado de efectividad a los
miento es obligatorio. Bajo este aspecto el constitucionalismo represen- derechos constitucionaímente reconocidos. Y en el sentido de que el
ta el complemento del Estado de Derecho, como una extensión que paradigma de la democracia constitucional es todavía un paradigma
comporta 1a sujeción a la ley de todos los poderes, incluidos los de la embrionario, que puede y debe ser extendido en una triple dirección:
mayoría, y por tanto la disolución de la soberanía estatal interna: en el antes que nada hacia la garantía de todos ios derechos, no solamente
Estado constitucional de derecho no existen poderes soberanos, ya que de los derechos de libertad sino también de los derechos sociales; en .se-
todos están sujetos a la ley ordinaria y/o constitucional.1 gundo lugar frente a todos los poderes, no solo irentc a los poderes pú-
Este cambio de paradigma se ha extendido, por otro lado, al menos blicos sino también frente a ios poderes privados; en tercer lugar a to-
en el plano jurídico y normativo, también al derecho internacional. dos los niveles, no solo en el derecho estatal sino también en el derecho
Gracias a ese embrión de constitución del mundo que está formado por internacional.
la Carta de la ONU y por las declaraciones, convenciones y pactos in- Frente a los desafíos de la globalizacíón no tenemos alternativas a
ternacionales sobre derechos humanos, también la soberanía estatal un futuro de guerras y de violencia, fuera del desarrollo, en esta-i ues
externa ha sido jurídicamente limitada, por la sujeción de los Estados direcciones, del paradigma constitucional heredado de la tradición.
al imperativo de la paz y a la garantía de los derechos humanos esta- Este paradigma, como sabemos, nació en tutela solamente de ¡o.-, de-
blecidos en esas cartas internacionales. Desgraciadamente, como ha de- rechos de libertad, y ha sido conjugado sólo como sistema de límites
mostrado trágicamente la guerra de Kosovo, este segundo cambio ha frente a los poderes públicos y no frente a los poderes económicos y pri-
sucedido solamente en el papel, ya que permanece sin ningún tipo de vados que el pensamiento liberal ha confundido con los derechos ¡Je
garantía de efectividad. Falta todavía una jurisdicción penal interna- libertad, y ha permanecido anclado solamente a los confines del lista-
cional capaz de sancionar los crímenes contra la humanidad; falta una do-nación. El futuro del constitucionalismo jurídico, y con él el de la
democracia, está por el contrario confiado a esta triple articulación y
1
He ilustrado este cambio de paradigma en Derechos y garantías. La ley del más dé- evolución: hacia un constitucionalismo soda!, junto al liberal; hacia
bil, 4a. ed,, Madrid, Trotta, 2004, en Razones jurídicas del pacifismo, Madrid, Trotta, un constitucionalismo de derecho privado, junto al de derecho públi-
2004, y en La cultura giuridica deü'Italia dclNovccento. Roma-Barí, Laterza, 1999. co; hacia un constitucionalismo internacional, junto al estatal.
¥

SOBRE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES Y SUS GARANTÍAS

Una expansión similar se encuentra por lo demás en la lógica mis- La segunda respuesta es la que ofrece el derecho positivo, es decir,
ma del constitucionalismo. La historia del constitucionalismo es la la dogmática constitucional o internacional. Son derechos fundamen-
historia de una progresiva extensión de la esfera de los derechos: de tales, en el ordenamiento italiano o alemán, los derechos universales
los derechos de libertad en las primeras Declaraciones y constituciones e indisponibles establecidos por el derecho positivo italiano o alemán.
del siglo XVIII, al derecho de huelga y a los derechos sociales en las Son derechos fundamentales, en el ordenamiento internacional, los
constituciones del siglo XX, hasta los nuevos derechos a la paz, al am- derechos universales e indisponibles establecidos en la Declaración
biente, a la información y similares hoy en día reivindicados y todavía Universal de Derechos Humanos de 1948, en los Pactos internaciona-
no todos constitucionalizados. Una historia no teórica, sino social y po- les de 1966 y en las demás convenciones internacionales sobre los de-
lítica, dado que ninguna de las díversas.generaciones de derechos ha rechos humanos.
caído del cielo, sino que todas han sido conquistadas por otras tantas La tercera respuesta, que intentaré formular en las páginas que si-
generaciones de movimientos de lucha y de revuelta: primero libera- guen, es la que ofrece la filosofía política, y se refiere a ia pregunt;i de
les, luego socialistas, feministas, ecologistas y pacifistas. "cuáles derechos deben ser garantizados como fundamentales". Se [rata
de una respuesta de tipo no asertivo sino normativo. Por esto debemos
2. ¿CUÁLES SON LOS DERECHOS FUNDAMENTALES? formular, para fundarla racionalmente, los criterios metaéticos y nic-
tapolíticos idóneos para identificarlos. Sumariamente, me parece, pue-
Pero, ¿cuáles son estos "derechos fundamentales" f Para contestar esta den ser indicados tres criterios axiológicos, sugeridos por la experiencia
otra pregunta se pueden aportar tres respuestas distintas. histórica del constitucionalismo, tanto estatal como internacional.
La primera respuesta es la que ofrece la teoría del derecho. En el El primero de estos criterios es el del nexo entre derechos humanos
plano teórico-jurídico la definición más fecunda de los "derechos fun- y paz instituido en el preámbulo de la Declaración Universal de 19-18.
damentales" es desde mi punto de vista la que los identifica con los Deben estar garantizados como derechos fundamentales todos los dere-
derechos que están adscritos umversalmente a todos en cuanto perso- chos vitales cuya garantía es condición necesaria para la paz: el derecho
nas, o en cuanto ciudadanos o personas con capacidad de obrar, y que a la vida y a la integridad personal, los derechos civiles y políticos, lo^
son por tanto indisponibles e inalienables. Esta respuesta no nos dice derechos de libertad, pero también, en un mundo en el que sobrevivir
"cuáles son", sino solamente "qué son" los derechos fundamentales. Es es siempre menos un hecho natural y cada vez más un hecho artificial,
de hecho la definición de un concepto teórico que, en cuanto tal, no los derechos sociales para la supervivencia.
puede decirnos nada sobre los contenidos de tales derechos, es decir, El segundo criterio, particularmente relevante para el terna de los
sobre las necesidades y sobre las inmunidades que son o deberían es- derechos de las minorías, es el del nexo entre derechos e igualdad. La
tar establecidas como fundamentales, sino que puede identificar la for- igualdad es en primer lugar igualdad en los derechos de libertad, que
ma o estructura lógica de esos derechos que convenimos en llamar garantizan el igual valor de todas las diferencias personales —de na-
"fundamentales". Nos dice, lo cual no es poco, que si queremc: garan- cionalidad, de sexo, de lengua, de religión, de opiniones políticas, de
tizar un derecho como "fundamental" Bebemos sustraerlo tanto a la condiciones personales y sociales, como dice el artículo 3, párrafo pri-
disponibilidad de la política como a la del mercado formulándolo en mero, de la Constitución italiana— que hacen de cada persona un in-
forma de regía general y por tanto confiriéndolo igualmente a "todos".2 dividuo diferente a todos los demás y de cada individuo una persona

1
Remito, para esta noción de "derechos fundamentales" y sobre las implicaciones tales en la teoría del derecho", ambos incluidos en Los fundamentos de los derechos fun-
teóricas que de ellas derivani a "Derechos fundamentales" y "Los derechos fundamen- damentales. Madrid, Trotta, 2001.
COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS SOERE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES Y SUS GARANTÍAS 17

2.2. Derechosfundamentales e igualdad. a los cuales referir el sentido efectivo de la paz y de la seguridad inter-
Las diferencias culturales ¿té nacional".8
A estas tesis escépticas opondré dos consideraciones, una de hecho
Llego así al nexo entre derechos fundamentales e igualdad —en el do- y otra de carácter teórico. No creo que en la Inglaterra del siglo XVIII
ble sentido de tutela de las diferencias personales y de reducción de las o en la Italia del siglo XIX (e incluso en la de hoy) existieran vínculos
desigualdades materiales— indicado por eí segundo criterio de iden- pre-políticos e identidades colectivas —de lengua, de cultura, de leal-
tificación axiológica de los derechos fundamentales. tades políticas comunes— idóneas para unir a campos y ciudades, cam-
Justamente sobre el tema de la relación entre constitución y diferen- pesinos y burgueses, masas analfabetas emigradas desde los campos y
cias culturales han sido manifestadas por muchos reservas, no digamos gentílhombres de las empresas capitalistas; que, en suma, existiera, a
respecto a la perspectiva de un constitucionalismo mundial, sino in- nivel social, una homogeneidad social mayor de la hoy existente entre
cluso respecto a la idea de una Constitución europea. Una de las ob- los diversos países europeos o incluso entre los distintos continentes del
jeciones que se han formulado a ese proyecto —por ejemplo por Díeter mundo. Las naciones europeas y sus tradiciones, como sabernos, han
Grimm5 y, en Italia, por Massimo Luciani6—• es que no existen los pre- sido una invención del siglo XIX, como la de sus Estados nacionales y
supuestos sociales: que no existe todavía un pueblo europeo, o por lo sus instituciones jurídicas. Y no se entiende por qué la construcción de
menos una unidad y una homogeneidad cultural de los diversos paí- un sentido común de pertenencia al género humano, o por lo menos
ses europeos, y que esta homogeneidad es una precondición de la uni- a un área unida por una tradición milenaria como es Europa, sea hoy
ficación política y todavía más de la estipulación de una constitución. más difícil e improbable, en presencia entre otras cosas de modelos de
Dantlo Zolo, a su vez, en referencia al debate abierto en Alemania por democracia y de estructuras constitucionales ya largamente experi-
Jürgen Habermas y retomando una tesis de Samuel Huntington, ha mentadas y al menos en parte realizadas, y no deba más bien exigir la
observado que el proyecto de "una democracia más allá de los confi- responsabilidad civil y política de la cultura jurídica y política,
nes de un Estado nacional" no es realista por causa de la falta de "co- Existe por otro lado una interacción, experimentada también du-
hesión", de "vínculos pre-políticos" y de una "identidad colectiva".7 In- rante la formación histórica del Estado moderno, entre sentido común
cluso ía misma perspectiva ya diseñada por la Carta de la ONU de "un de pertenencia e instituciones jurídicas, entre unificación política y
ordenamiento internacional superior, dirigido a asegurar de modo per- afirmación jurídica del principio de igualdad. Si es verdad que "cohe-
manente e institucional la paz y la seguridad entre las naciones" le pa- sión", "vínculos pre-políticos" e "identidades colectivas" de la comu-
rece a Antonio Baldassarre "un ejercicio de filosofía abstracta", faltan- nidad internacional conforman los presupuestos de hecho del proyecto
do la "adhesión por parte de todos los pueblos a los valores supremos de una democracia internacional, es todavía más cierto lo contrarío; es
sobre la igualdad en derechos humanos, como garantía de todas ¡as di-
ferencias de identidad personal, que se funda la percepción de los otros
' D. Grimm, "Una Costituzione per l'Europa", en G, Zagrebelsky, E E Portinaro como iguales y como asociados; y es sabré ía garantía de los propios de-
y J. Luther, eds., IIfuturo delta Costituzione. Turín, Einaudi, 1996, pp. 339-367. rechos fundamentales como derechos iguales lo que hace madurar el
6
M. Luciani, "La costruzioncgiuridica delía citadinanza europea", en G. M. Ca- sentido de pertenencia y la identidad colectiva de una comunidad po-
zzaniga, ed., Metamorfosi delta sovranitd, Tra stato nazionale e ordinamenti giuridici
mortdiali. Pisa, Ediciones ETS, 1999, pp. 87-í lítica. Es más: igualdad y garantía de los derechos no son solamente
1
D. Zolo, "Libertad, propiedad c igualdad en 3a teoría de los derechos ftmdamcn-
tales. A propósito de un ensayo de Luígi Fcrrajoli", en Losfundamentos de los derechos . s A. Baidassarre, "La sovranitá dal cielo alia térra", en G. M. Cazzaniga, ed., I4e-
fundamentales> cit., p. 103. tamorfosi delta sovranitá. Tra stato nazionale e ordinamenfigiuridici mondiali, cit,, p- 80.
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COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS SOBRE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES Y SUS GARANTÍAS 19

condiciones necesarias, sino lo único que se requiere para la formación tad de conciencia, dirigida a garantizar la convivencia de culturas y re-
de las identidades colectivas que se quieran fundar sobre el valor de ía ligiones diversas. Por lo que hace a los derechos sociales —a la substs
tolerancia, en vez de sobre recíprocas exclusiones de las diferencias tencía, a la salud y a la educación—, equivalen a otros tantos derechas
étnicas, nacionales, religiosas o lingüísticas. a niveles mínimos de igualdad sustancial, también necesarios para la
Hay además una consideración de carácter más propiamente teó- convivencia civil.
rico que quiero oponer al escepticismo sobre un constitucionalismo
mundial y sobre todo a una constitución europea. La tesis sustancial 2.3. Los derechos fundamentales corno leyes del más debí!.
comunitaria que está detrás del escepticismo de quien asocia consti- Cinco falacias del relativismo cultural
tución y homogeneidad social es desde mi punto de vista equivocada:
las constituciones son pactos de convivencia tanto más necesarios y jus- El tercer criterio metaético idóneo para señalar el carácter "fundamen-
tificados cuanto más heterogéneas y conflictuales son las subjetivida- tal" de necesidades y expectativas vitales es desde mi punto de vista el
des políticas, culturales y sociales que están llamadas a garantizar. Al que los identifica como otras tontas ley es del más débil. Se puede de he-
mismo tiempo debemos abandonar, cuando pensamos en entidades cho afirmar que, históricamente, todos los derechos fundamentóles
supranacionales como ésa, el viejo paradigma de la democracia diri- han sido establecidos, en las distintas cartas constitucionales, como re-
gido a la primacía o peor aún a la omnipotencia de la mayoría. Cuan- sultado de luchas o revoluciones que en cada ocasión han roto el \clo
to más extendida está la unidad política y mayores son sus diferencia- de normalidad y naturalidad que ocultaba una precedente nprcMÓn o
ciones internas de orden histórico y cultural, tanto más secundaria es discriminación: de los derechos de libertad a los derechos de los traba-
la representatividad de los órganos de gobierno, y tanto más importante jadores, de los derechos de las mujeres a los derechos sociales. Siem-
deviene la garantía de la paz y de los derechos fundamentales a través pre estos derechos han sido conquistados como limitaciones d<_ c.orre-
de la estipulación de límites negativos y de vínculos positivos impues- lativos poderes y en defensa de sujetos más débiles contra la ley del nías
tos a la esfera de la política; tanto más restringida, en otras palabras, fuerte—iglesias, soberanos, mayorías, aparatos policiacos o judiciales,
debe ser la que he llamado "esfera de lo decidióle" propia de la políti- empleadores, potestades paternas o maritales—que regía en su ausen-
ca y tanto más amplia debe ser la de lo que es "indecidible (que sí o que cia. Y han correspondido, cada vez, a un "nunca más" estipulado contra
no)", es decir, los vínculos de la paz y del conjunto de los derechos, de la violencia o la prevaricación generadas por la ausencia, en relación
libertad y sociales, que deben ser garantizados para todos los hombres a una y otra, de límites y reglas. Naturalmente, esta coincidencia en-
y mujeres del mundo. Esto equivale a'decir que tanto más reducida tre fundamento axiológico y fundamento histórico de los derechos fun-
debe ser la esfera de las decisiones que competen a la democracia po- damentales es del todo contingente en el plano lógico y teórico, Pero no
lítica o formal, o sea a los órganos representativos, y tanto más articu- io es de hecho en el plano histórico y político. No ha sido casualidad
lado y desarrollado debe ser el paradigma del Estado de Derecho, o sea que los derechos humanos, y con ellos cada progreso de la igualdad, ha-
la dimensión de la democracia que, referida al "qué cosa" es legítimo yan siempre nacido al desvelarse una violación de la persona que se ha
decidir o no decidir, puede ser llamada "sustancial". vuelto intolerable.
Constitucionalismo y universalismo de los derechos, en vez de opo- Creo que este criterio axiológico de identificación de los derechos
, nerse al multiculturalismo, son su principal garantía. Los clásicos de- fundamentales como leyes del más débil permite resolver dos aporías
rechos de libertad equivalen a otros tantos derechos a la propia iden- lamentables en la teoría de los derechos humanos como lo son las teo-
tidad y a las propias diferencias también culturales. No olvidemos que rías antropológicas del relativismo cultural y las sociológicas y vaga-
el primer derecho de libertad que se afirmó históricamente fue la liber- mente comunitarias déla ciudadanía: la idea de que el paradigma uní-
m m m

20 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS SOBRE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES Y SUS GARANTÍAS 21

versalista de los derechos fundamentales, producido indudablemen- ca la justificación o la tolerancia del nazismo, es idéntico a! del indi-
te por la cultura occidental, estaría viciado por la paradoja de su contra- ferentismo moral: por un lado la aceptación de las culturas crimina-
dicción con el respeto debido a pueblos y sujetos de otra cultura al que les, como las nazistas o las mañosas, por otro !a separación-segregación
queremos imponérselo; y la idea de que, por el contrario, la validez de de las demás culturas.
los derechos fundamentales supondría un cierto grado de consenso Hay un segundo orden de falacias, de üpojurídico o mejor dicho me-
social, que solamente puede revelarse a través del sentido de pertenen- tajurídico, que vicia la crítica del universalismo de los derechos en
cia expresado por la ciudadanía en nuestros ordenamientos occiden- cuanto que no son umversalmente compartidos. El universalismo del
tales y no también en culturas distintas de la nuestra. principio de igualdad y de los derechos fundamentales es dos cosas a
Estas dos ¡deas corresponden, me parece, a otras tantas falacias. La la vez: una doctrina ética y una convención jurídica. Como doctrina
primera falacia, de tipo lógico y metaético es la que contiene la crítica ética es una doctrina formal que puede ser expresada por medio de! im-
realizada al universalismo de los derechos por el relativismo cultural. perativo kantiano "actúa como si la máxima de tu actuación tuviera el
Esta crítica es desde luego contradictoria dado que se realiza en nom- valor de una máxima universal", o bien con la regla de oro de Haré so-
bre del"mismo universalismo que pretende contestar: su significado bre la universabilidad de los juicios morales. Como convención jurí-
normativo, de hecho, es el igual valor no sólo de las personas y de sus dica es una norma que es creada para tutela de los individuos cnníra
identidades culturales sino también de sus éticas y de sus culturas; no la ley del más fuerte y que por esto he llamado la ley del más débil. Pues
sólo de su ser sino también de su hacer. Paradójicamente el relativismo bien, la falacia en la que incurren el relativismo c u l t u r a l y las d o c t r i -
cultural está viciado de un exceso extremista de universalismo: cual- nas que justifican el anclaje de los derechos humanos a las c i u d a d a -
quier cultura, cualquier ética, cualquier acción éticamente motivada nías de los ordenamientos en los cuales están radicados cuhuralmente
debería respetarse en cuanto dotada de igual valor. consiste en la confusión entre universalismo de ios derechos como leo-
Pero es precisamente este extremismo Universalista que señala la gra- ría y convención jurídica y el mismo universalismo como doctrina mo-
ve falacia metaética del relativismo cultural: ta presentación de la tesis ral, o sea en la suposición que el primero implique y/o deba implicar
metaética y asertiva de la pluralidad y diversidad de las culturas como la aceptación del segundo. Desde luego la teoría y la convención jurí-
una tesis ética y normativa sobre su igual valor, que se resuelve en la dica de la universalidad de los derechos fundamentales son un p r o d u c -
negación o disolución de todas las éticas y de su correlativas culturas. to histórico de la correspondiente doctrina moral. Pero no implican su
El relativismo cultural traslada a un nivel metalingüístico el formalis- aceptación: no la suponen de hecho, y ni siquiera imponen que se com-
mo jurídico y el universalismo ético de los derechos humanos, cuya partan los valores morales que sostienen a los derechos y al principio
base es necesariamente individualista refiriéndose, según el paradigma de igualdad.
kantiano, únicamente a las personas individuales. Lo traslada, preci- Que las normas sobre los derechos fundamentales supongan de
samente, ai nivel de la valoración de las culturas, o si se quiere de las éti- hecho su condivisión moral es una tesis empíricamente falsa nú sola-
cas relativas. Se entiende que en este sentido el relativismo cultural es mente respecto a los pueblos y a los sujetos de otras culturas, sino tam-
el equivalente antropológico del relativismo moral, es decir, de una doc- bién respecto a quienes pertenecen a nuestra cultura. Como ya lo he
trina éúca inconsistente lógicamente antes incluso que éticamente, equi- recordado, el primer derecho de libertad conquistado por el liberalis-
valente a la indiferencia y a 3a aceptación de cualquier moral inclui- mo fue la libertad religiosa o de conciencia, que nace como respeto a
das las morales fundadas sobre la desigualdad y la opresión—- y por las demás culturas, o sea a las Herejías y a las religiones diversas :> }:¡ iU>
minant-s- Pero oto no =ra d= Hecho compartido por la cultura vulgar,
que era justamente católica, que más bien se opone con f u e r x a . Ei.1 íi-
sado eficazmente por las tesis de LéVi-Strauss según las cuales impli-
9999999

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SOBRE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES Y SUS GARANTÍAS
COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
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de decir que la convención jurídica no solamente no requiere, sino que
beralismo, comenzando por la libertad de conciencia, estuvo en el ín- excluye su confusión con la correspondiente doctrina moral, es decir,
dice de la iglesia católica incluso hasta el siglo XX. Más en general, es el deber de una adhesión moral a los valores expresados en los derechos
del todo ilusoria la idea de que los derechos humanos expresen una éti- fundamentales. Ahora bien, es claro que una adhesión de este tipo re-
ca compartida, dentro de nuestra cultura^ no digamos por todos sino in- presenta una condición pragmática indispensable para la efectividad de
cluso por la mayoría. Si en los tiempos de Beccaria su De los delitos y tales derechos. El derecho es un universo simbólico, o sea un inun-
de las penas hubiera sido objeto de votación, o si en 1789 se hubiera con- do de signos y significados, cuya efectividad y cuyo funcionamiento de-
vocado un referéndum sobre la Declaración de los Derechos del Hom- penden de la formación en torno suyo de un "sentido común", es decir,
bre y el Ciudadano, pienso que la adhesión no hubiera superado el uno de lo que llamamos "sentido cívico". Esto vale para todo el derecho. Es
por mil. Y todavía hoy, creo, sería de temer un referéndum sobre gran más, vale para cualquier sistema normativo; cuando veo una fila de-
parte de las garantías penales y procesales. lante de una ventanilla hago la cola porque entiendo y comparto su sen-
Por otro lado, la idea de que todos o al menos la mayoría deban com- tido normativo. Y vale todavía más para los derechos fundamentales,
partir los valores contenidos en los derechos fundamentales es una tesis y en general para la democracia, que es una construcción social euyu
axiológica que apunta, me parece, una incomprensión de la doctrina alcance depende, más allá de las garantías jurídicas, de un cierto gra-
liberal del Estado de Derecho. Esta incomprensión quiere decir tres do de consenso en torno a los valores que le dan soporte. Sin embargo,
cosas, que corresponden a otras tantas falacias metajurídicas: que tal la formación de este sentido común cívico y morales jusunienic un he-
condivisión sea debida por razones morales; que sea debida porque de cho, que interesa a la sociología pero que no puede ser pretendido por
ella depende la capacidad efectiva del Estado de Derecho; que sea de- las convenciones constitucionales: las cuales, justamente por su t u n -
bida porque de su carácter mayoritario depende la legitimidad misma damento liberal que requiere el respeto de todas las identidades, nú
de los derechos fundamentales. imponen ningún credo ideológico, ni siquiera liberal. El p a r a d i g m a
La primera falacia consiste en la confusión ya señalada entre la con- del Estado de Derecho liberal no puede imponerlas condiciones prag-
vención jurídica y la doctrina ética de los derechos fundamentales, y por máticas de su propia efectividad.
tanto entre derecho y moral, entre punto de vista normativo interno al La tercera falacia metajurídica que distingue a las tesis que, umio
derecho positivo y punto de vista axiológico y externo al mismo. Por el con- las del relativismo cultural, suponen que la consagración jurídica de
trario, la teoría garantista del Estado constitucional de derecho —jus- los derechos fundamentales requiere como condición de legitimidad
tamente porque está basada en la separación laica entre derecho y mo- que todos o cuando menos la mayoría deban compartir los valores por
ral— no sólo no supone sino que ni siquiera requiere, ni debe requerir, ella expresados consiste en una tercera confusión: la que existe entre el
la adhesión a los valores ético-políticos que incorpora jurídicamente. paradigma del Estado de Derecho y el de la democracia política, según
No solamente no la impone, sino que impone no imponerla. Hasta el la cual una norma es legítima solamente si es querida por la mayoría.
punto de que, en mi opinión, la principal razón de la adhesión a la ética De forma distinta a las cuestiones pertenecientes a la que he llamado
que subyace al Estado constitucional de derecho, incluyendo el valor "esfera de lo decidible", los derechos fundamentales están de hecho
de los derechos fundamentales, reside en el hecho de que no requiere sustraídos a la esfera de la decisión política y pertenecen a la que he lla-
ninguna adhesión. mado la "esfera de lo no decidible (que sí o que no)". Esta es por Lau-
La segunda falacia consiste en la confusión entre la convención ju- to su característica específica: tales derechos son establecidos en las
rídica y sus condiciones de efectividad, o sea entre ct punto de vista jurí- constituciones como límites y vínculos a la mayoría justamente porque
dico interno, referido a la normativa del derecho, y el punto de vista so- están siempre —de los derechos de libertad a los derechos sociales—
ciológico externo que se refiere por el contrario a su efectividad. Acabo
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COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
SOBRE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES Y SUS GARANTÍAS 25

contra las contingentes mayorías. Es más- ésta es la forma lógica que


asegura su garantía. Siempre que se quiere tutelar un derecho como las distintas culturas. Los derechos fundamentales son siempre leyes
fundamental se lo sustrae a la política, es decir, a los poderes de la ma- del más débil contra la ley del más fuerte. Y esto vale también al inte
yoría, y por otro lado al mercado, como derecho inviolable, indispo- rior de cualquier cultura, incluida la nuestra. Son derechos de los in-
nible e inalienable. Ninguna mayoría, ní siquiera por unanimidad, dividuos que sirven para protegerlos también —y diría que sobre
puede decidir su abolición o reducción. todo—contra sus culturas e incluso contra sus familias: que protegen
Éste es un punto esencial, que a menudo se suele confundir. Solemos a la mujer contra el padre o el marido, al menor contra los padres, en ge-
confundir, a causa de una larga tradición poíitológica, la democracia con neral a los oprimidos contra sus culturas opresivas. Tómese ul ejem-
la voluntad de la mayoría. A la mayoría, o si se quiere al pueblo sobera- plo de la clíteridectomía o de las prácticas de segregación impuestas por
no, todo le estaría permitido. Existiría una suerte de presunción apriorís- los talibanes. Es claro que en estos casos se producen lesiones graves
tica de legitimidad de la voluntad popular. A este equívoco ha concu- en perjuicio de las mujeres que ningún respeto hacia otra cultura pue-
rrido también la concepción del proceso constituyente inducida, directa de justificar; por la misma, idéntica razón por la cual no es justifica-
o indirectamente, por las doctrinas contractualistas. Se supone que el ble el código de honor mañoso, o el homicidio "por causa de honor"
contrato social, o sea el pacto constituyente, es un contrato suscrito por la o el duelo.
mayoría, o cuando menos que expresa su voluntad profunda y autén- Pero más allá de este límite vale el principio de tolerancia, o sea la
tica, interpretada por los padres constituyentes. Y se advierten sus lími- tutela de las libertades y con ella el respeto de las diferencias cultura-
tes —piénsese en algunas tesis del pensamiento feminista—9 siempre les que gracias a ellas se expresan. Ya he recordado cómo la primera li-
que de los contrayentes, o si se quiere de la mayoría que ha estipula- bertad garantizada en los orígenes del Estado de Derecho fue la liber-
do el contrato, hayan quedado o hayan sido excluidos sectores relevan- tad de conciencia, que equivale a la libertad y al respeto de todas las
tes de la sociedad. diferencias de identidad —religiosa, política, ideológica, étnica y por
Por el contrario, el fundamento axiolÓgico del pacto constitucional tanto cultural. Y he caracterizado la igualdad jurídica como el derecho
está no en el hecho de que ninguno quede excluido de su estipulación a la diferencia, o sea como el principio del igual respeto y valorización
—lo que sería imposible y generaría constituciones minimalistas e in- de todas las diferencias que hacen de cada persona un individuo dis-
cluso tal vez regresivas— sino en que se pacte la no exclusión. La no tinto de los demás y de cada individuo una persona como las otras.
exclusión, en suma, no se refiere a la esfera de los contrayentes, inevita- Se confirma así la tesis avanzada con anterioridad de que el consti-
blemente limitados a una asamblea o peor aún a un número restringi- tucionalismo y el universalismo de los derechos fundamentales, pri-
do de constituyentes más o menos iluminados, sino que se refiere a las meros entre todos los de libertad, son la única garantía del m u k i c u l -
cláusulas del pacto. No se refiere a la forma del contrato, sino a su con- turaíismo, dado que solamente ellos garantizan el igual respeto a tocias
tenido o a su significado. las diferentes identidades culturales. Y se aclara de esta forma cómo la
Se revela, sobre estas bases, la fecundidad de nuestro tercer criterio, convivencia entre culturas diversas postula el recíproco conocimien-
no solamente para identificar cuáles son los derechos fundamentales to; y cómo es un signo de nuestro inveterado imperialismo culiural h¡
y cuál es su papel, sino también para resolver los conflictos entre de- idea de que solo los "otros" —los inmigrantes, y por otro lado los p u e -
rechos fundamentales y multiculturalisrrio y para trazar las fronteras blos no occidentales— deban integrarse y aprender nuestra cultura.

entre el derecho de la democracia constitucional y el respeto debido a También nosotros, más allá de la defensa del principio de igualdad y de
los derechos fundamentales puestos en defensa del multicuíturalismo,
9
Ver, por ejemplo, Carol Pateman, El contrato semal. Barcelona, Anthopos, 1995. debemos aprender a conocer las culturas distintas y superar nuestros
prejuicios y nuestro presuntuoso analfabetismo cultural.
11

26
COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS SOBRE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES Y SUS GARANTÍAS 27

3. DERECHOS FUNDAMENTALES Y GLOBALÍZACIÓN a través de la legislación sobre el trabajo, las garantías de los derechos
de los trabajadores y las reglas de tutela de la concurrencia y de la trans-
Los tres crtafMH ^U? tlC ppMQ -jai, ÍJJllldtó ? e ms pareu.cn délos fte^odos.Y Iva disminuyelo el absolutismo del poder
débil— para identificar en el plano axipiógico cuáles deben ser los de- doméstico, a través de las reformas del derecho de familia y de la afir-
rechos fundamentales merecedores de tutela no están entre ellos en con- mación de la igualdad entre hombres y mujeres. En todos estos casos
flicto, como lo ha sugerido Elisabetta Galeotti,10 sino que son conver- ios derechos fundamentales se han configurado al mismo tiempo como
gentes y complementarios. La paz no solamente se funda, como dice leyes del más débil y como contrapoderes, límites y vínculos a poderes
el Preámbulo de la Declaración Universal de 1948, en el máximo grado de otro modo absolutos.
de efectividad de la igualdad en los derechos fundamentales, sino que Hoy en día el desafío del futuro es el generado por un lado por el
también está amenazada por el crecimiento de las asimetrías, que co- viejo absolutismo de la soberanía externa de los Estados, y por el otro
rresponde a otras tantas desigualdades, entre sujetos niertes y sujetos por el nuevo absolutismo de los grandes poderes económicos y finan-
débiles. Por otro lado, los tres criterios axiológicos expuestos sirven para cieros transnacionales. El primero de estos absolutismos se manifies-
demostrar cómo el fundamento de los derechos humanos reside no ya ta en las guerras, en las violaciones masivas de los derechos humanos
en una cierta ontología o en una abstracta racionalidad, sino más bien, a cargo de los Estados y en su impunidad. Y es el resultado de la total
por una convergencia contingente en el plano lógico y teórico pero no ausencia de garantías, que hace de las Cartas de la ONU y de las di-
ciertamente sobre el político, en los procesos históricos, marcados por versas declaraciones y convenciones sobre los derechos humanos cons-
luchas y revoluciones, en el curso de los cuales han sido afirmados co- tituciones de papel, privadas de cualquier efectividad. El segundo ab -
mo otras tantas conquistas. solutismo es un neoabsolutismo regresivo que se manifiesta, al interior
La historia del Estado de Derecho, del constitucionalismo demo- de nuestras democracias, en la crisis del Welfarc y de las garantías tan-
crático y de los derechos humanos puede ser leída como la historia de to de los derechos sociales como de las relativas al derecho del trabajo y,
una larga lucha contra el absolutismo del poder, es decir, de esa "liber- en el plano tanto interno como internacional, en la ausencia de reglas
tad salvaje" —fuente de guerras internas y externas, de desigualdades y que ha sido asumida, por el actual anarcocapitalismo globalizado,
de omnipotencia de la ley del más fuerte-— de la que habla Kant como como la propia regla fundamental, una suerte de nueva grundnarm de
propia del estado de naturaleza. En este proceso de limitación y regu- las relaciones económicas e industriales.
lación de los poderes ha sido derrotado en primer lugar el absolutis- La globalízación de la economía en ausencia de regías ha produci-
mo de los poderes públicos: de los poderes políticos, a través de la di- do de esta manera un crecimiento exponencial de las desigualdades: de
visión de poderes, la representación, la responsabilidad política y el la concentración de la riqueza y a la vez de la expansión de la pobre-
principio de legalidad, primero ordinaria^ luego constitucional; del po- za, del hambre y de la explotación. Menos de 300 multimillonarios po-
der judicial, a través de su sujeción a la ley y por el desarrollo de las ga- seen tanta riqueza como la mitad de la población mundial, es decir,
rantías penales y procesales; de los poderes administrativos y policia- 3,000 millones de personas. Esta desigualdad ba sido legitimada pm
cos, a través de la afirmación del principio de legalidad y del control las ideologías neoliberales, que han conseguido acreditar la idea de que
jurisdiccional que opera sobre ellos. Se ha ido luego progresivamente la autonomía empresarial np es un poder, en cuanto tal sujeto de re-
reduciendo el absolutismo de los poderes económicos y empresariales, gulación jurídica, sino una libertad, y que el mercado no solamente no
tiene necesidad de reglas sino que tiene necesidad, para producir rique-
10 A, E. CJalcotii, -I «Jifirti cxrtl=rtivi~r en E.. Vítala, cemp., Z3/»Y«/ amaaf e di,-ítr¿ dcti* za y empico, .de no encontrar ninKün límite- Son i<3c;is COMU-ÍII-ÍIIN ¡, \-.i
ruinoransf. TUrfn, Rosemberg and Scllier, 2000, pp. 3O-46. lógica del Estado de Derecho y del constitucionalismo, <que no atiini-
28
COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS
HUMANOS

ten poderes legibussoluti, y a Ja vez infundadas en el plano económi-


co, ya que ningún mercado puede sobrevivir sin reglas y sin interven- GARANTÍAS*
ciones públicas reguladoras. Todavía hoy, por lo demás, estas inter-
venciones abundan; sólo que suceden sistematicamence a favor de los
países más ricos y de las grandes empresas. Basta pensar en las políti-
cas del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional en ma-
teria de deuda externa, responsables del hambre, de la miseria y de en-
fermedades de las que son víctimas en todo el mundo millones de seres
humanos.
Contra esta regresión de la economía y de las relaciones de trabajo al
modelo paleocapitalista y, por otro lado, contra la rehabilitación de la
1 , GARANTÍAS Y GARANTISMO
guerra como medio de solución de las controversias internacionales, no
existen otras alternativas más que ei derecho y la garantía de los dere- "Garantía" es una expresión del léxico jurídico con la que se designa
chos así como, obviamente, una política que se los tome en serio. Cierta- cualquier técnica normativa de tutela de un derecho subjetivo. El sen-
tido originario del término es, sin embargo, más restringido. "Pwgtiran-
mente estamos hoy en día ^asistiendo a una crisis del constituciona-
lismo y más en general de la legalidad y de los derechos humanos, tanto tla se entiende, en el lenguaje de los civilistas, un tipo de instituto, de-
al interior de nuestros ordenamientos como en las relaciones interna- rivado del derecho romano, 11 dirigido a asegurar el cumplimiento de
cionales. Y sin embargo, justamente Ja globalización y el crecimiento las obligaciones y la tutela de los correspondientes derechos patrimo-
de la interdependencia y cíe las comunicaciones hacen posible —inclu- niales.12 Justamente en relación con estos derechos, se distinguen dos
so inevitable, si queremos impedir un futuro de guerras, de violencias,
de devastaciones humanas y ambientales, de fundamentalismos y de * Publicado en Parolechiave,núm. 19,1999. Traducción del italiano de Anión i o de
conflictos ínter-étnicos— la perspectiva de un constitucionalismo mun- Cabo y Gerardo Pisarello.
" Aunque el concepto general de "garantía" resulte extraño al pensamiento y al
dial para el que suministran el cuadro y las coordenadas, ya que exclu- léxico jurídico romanista, el derecho romano conocía casi todas las principales rumia:,
yen por ilusoria la idea de la democracia en un solo país, aunque sea negocíales destinadas a asegurar el curnplimienco de las obligaciones: tanto las garan-
ampliada a todo el Occidente capitalista, y nos obligan a plantearnos el tías reales áepignus y de la kypotheca, como las personales de \asponsio, \zfideipromissio
derecho y la política a la altura de los problemas. Y aunque nada nos au- y \z.ftdeius$iQ. El término, por su parte, tiene origen germánico, proviene del ale-mán
antiguo waren o waeren, del que se deriva la expresión alemana warentare y, de ésta, la
toriza para ser optimistas, es cierto que de esta perspectiva depende no
italiana "guarentire"y'"guareniígia" ["garantizar" y "garantía", N. de losT], La ela-
sólo la legitimación sino también Ja supervivencia de nuestras ricas pero boración de la categoría dogmática de las garantías, a su vez, es fruto de la pandectístira
frágiles democracias. alemana del siglo pasado. Para todos estos asuntos, véase M. Fragali, "Garanzia.
Premessa", en Enciclopedia del dirítto, XVIII. Milán, Giuffré, 1969, pp. 446-447,
12
Las obligaciones civiles que son objeto de garantía son de lo más heterogéneas:
desde la garantía porevicción o por vicios ocultos de la cosa vendida en h compraventa
{art. 1483 y H90del Código Civil) a la de la validez <lcl contrato o l;i de l;i c x i M r i H u
de¡ crédito en la cesión de uno u otro (art. 1410 y 1266 del Código Civil), hasta las ga-
rantías de la solvencia del deudor (1267 del Código Civil) o las del cumplí mié ntu con-
tractual (art. 1410 del Código Civil).

[29]
3O COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
SOBRE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES Y SUS GARANTÍAS 31

clases de garantías: las garantías reales, como son la prenda o la hipo-


los derechos sociales, a los que corresponden obligaciones de prestación
teca, mediante las cuales el deudor pone a disposición del acreedor un
por parte de los poderes públicos.
bien —mueble, en eJ primer caso, inmueble, en el segundo— con el
Esta ampliación del significado de "garantías" se ha producido en el
que resarcirse en caso de incumplimiento, y las garantías personales,
terreno del derecho penal. Más concretamente, la expresión "garantis-
como la fianza y el aval, a través de las cuales, un tercero se obliga, en
mo", en su sentido estricto de "garantismo penal", surgió, en la cultura
caso de incumplimiento de la obligación, a satisfacerla en el lugar del
deudor. jurídica italiana de izquierda en la segunda mitad de los años seten-
tas, como respuesta teórica a la legislación y a la jurisdicción de emer-
La ampliación del significado del término "garantías" y la introduc- gencia que, por aquel entonces, redujeron de diferentes formas el ya de
ción del neologismo "garantismo" para referirse a las técnicas de tutela
por sí débil sistema de garantías procesales. En este sentido, el garan-
de los derechos fundamentales13 son, en cambio, relativamente recien-
tismo aparece asociado a la tradición clásica del pensamiento penal libe-
tes, Entiendo por "derechos fundamentales" —en oposición a los "de- ral. Y se relaciona con la exigencia, típica de la ilustración jurídica, de
rechos patrimoniales", como la propiedad y el crédito, que son dere- la tutela del derecho a la vida, a la integridad y a la libertad persona-
chos singulares, que adquiere cada individuo con exclusión de los
les, frente a ese "terrible poder" que es le poder punitivo, en expresión
demás— aquellos derechos universales y, por ello, indispensables e
de Montesquieu.15
inalienables, que resultan atribuidos directamente por las normas ju-
Por otro lado, a mi juicio, una concepción de este tipo del garan-
rídicas a todos en cuanto personas, ciudadanos o capaces de obrar:H ya tismo resulta extensible, corno paradigma de la teoría general del de-
se trate de derechos negativos, como losderechos de libertad a los que recho, a todo el campo de los derechos subjetivos, ya sean éstos patri-
corresponden prohibiciones de lesionar, o de derechos positivos, como moniales o fundamentales, y a todo el conjunto de poderes, públicos
o privados, estatales o internacionales. En efecto, todas las garantías tie-
13 nen en común el dato de haber sido previstas a sabiendas de que su fal-
Se habla, en este sentido, de "garantías constitucionales" para referirse a la tu-
tela reforzada de los derechos resultante de su estipulación en una constitución rígi- ta daría lugar a la violación del derecho que, en cada caso, constituye
da. Debe, sin embargo, señalarse que con "garantía constitucional" se entienden, tam- su objeto. Es decir, una suerte de desconfianza en la satisfacción o el
bién, como consecuencia del empleo de esta expresión en la rúbrica del título VI de la respeto espontáneo de los derechos, y, en particular, por lo que se re-
Constitución Italiana, las garantías de las que dispone la propia constitución como con- fiere a los derechos fundamentales, en el ejercicio espontáneamente
secuencia de su rigidez, que se expresan en la previsión de un procedimiento especial legítimo del poder. En este sentido, "garantismo'' se opone a cualquier
para su reforma, garantizada, a su vez, mediante el control de constitucionalidad.
M
Remito, para esta noción de "derechos fundamentales"y para las diferencias es-
concepción tanto de las relaciones económicas como de las políticas,
tructurales entre estos derechos y los derechos patrimoniales, a "Diritti fondamentali", tanto de las de derecho privado, como de las de derecho público, íun-
en Teoría Política, 1998,2, pp. 9-14 [ed. cast., en Derechos y garantías, trad. de E Andrés dada en la ilusión de un "poder bueno" o, en todo caso, de una obser-
Ibáñez y A. Greppi. Madrid, Trotta, 1999], y a "I diritti fondamentali nella teoría del vancia espontánea del derecho y los derechos. Hablaré así de diversos
diritto", en Teoría Política, 1991, 1, pp, 59-67 [ed. cast, en Losfundamentos de los dere- tipos de garantismo, según el tipo de derechos para cuya protección se
chos fundamentales. Madrid, Trotta, 2001, pp. 139-196], Sobre este mismo tema, véanse
predispongan o prevean las garantías como técnicas idóneas para ase-
también mis trabajos Diritto e ragione. Teoría delgarantismopénale. Roma-Bari. Later-
za, 1989,1998, pp, 950-963 [cá.ca&t., Derecho y rasó». Teoría ¿elgarantistnopenal, 6a. ed., gurar su efectiva tutela o satisfacción. "De. garantismo patrimonial, para
trad. de E Andrés Ibáfiez, A. Ruiz Miguel, J, C. Bayón Mohíno, J. Terradillos Basoco
y R, Cantarero Bandrés, Madrid, Trotta, 2004], y "Note critiche e autocritiche intorno 15
Ch. Montesquieu, De l'esprit des lois (1748), en Oeuvres completes. París, Ga-
alia discussione su 'Diritto e Ragione", en L. Gianfbrmaggio, ed,, Le ragioni del garan-
llimard, 1951, vol. II, XI, 6, p. 398 [ed. cast. Del espíritu de las leyes, trad. de M. Blázquez
tismo. Disculendo con LtfigiFerrajoli. Giappichelli, Torino, 1993, pp. 508-412.
y E de Vega. Madrid, Tecnos, 1972].
32 33
COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS SOBRE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES Y SUS GARANTÍAS

designar al sistema de garantías desuñado a tutelar la propiedad y los 2. GARANTÍAS PRIMARIAS Y GARANTÍAS SECUNDARIAS .
demás derechos patrimoniales; degarantistno liberal y, específicamente, GARANTISMO Y CONSTITUCIONALISMO
penal, para designar las técnicas de defensa de los derechos de libertad
y, entre ellos, en primer lugar, el de la libertad personal, frente a las in- Propongo llamar garantía a toda obligación correspondiente a un de-
tervenciones arbitrarias de tipo policial o judicial; degarantisrno social, recho subjetivo, entendiendo por "derecho subjetivo" toda expectativa
para designar el conjunto de garantías, en buena medida aún ausentes jurídica positiva (de prestaciones) o negativa (de no lesiones}. 16 Dis-
o imperfectas, dirigidas a la satisfacción de los derechos sociales, como tinguiré, por tanto, entre garantías positivas y garantías negativas, se-
el derecho a la salud, a la educación, al trabajo y otros semejantes, y de gún que resulte positiva o negativa la expectativa garantizada. Las ga-
garantisrno internacional, para designar a las garantía adecuadas para tu- rantías positivas consistirán en la obligación de la comisión, \ttgaruntias
telar los derechos humanos establecidos en las declaraciones y conven- negativas ta la obligación déla omisión—es decir, en la prohibición—
ciones internacionales, por el momento casi inexistentes. En general, se del comportamiento que es contenido de la expectativa.
hablará de garantismo para designar el conjunto de límites y vínculos Son, por tanto, garantías, respectivamente, positivas y negativas, las
impuestos a todos los poderes —públicos y privados, políticos (o de ma- obligaciones de prestación y las prohibiciones de lesión correspondien-
yoría) y económicos (o de mercado), en el plano estatal y en el interna- tes a esas particulares expectativas que son los derechos subjetivos, sean
cional— mediante ios que se tutelan, a través de su sometimiento a la patrimoniales o fundamentales. Pero también son garantías las obli-
ley y, en concreto, a los derechos fundamentales en ella establecidos, gaciones correspondientes a las particulares expectativas de reparación,
tanto las esferas privadas frente a los poderes públicos, como las esfe- mediante sanción (para los actos ilícitos) o anulación (para los aaos no
ras públicas frente a los poderes privados. válidos), que se generan con la violación de los derechos subjetivos. De
Hay que añadir que, actualmente en Italia, la opción entre usos res- esta forma, entra en juego una segunda y muy importante distinción.
tringidos y un uso ampliado de "garantismo" no es, en absoluto, polí- Llamaré garantías primarias o sustanciales a las garantías consisaerues
ticamente neutral. En efecto, la apelación al garantismo como sistema en las obligaciones o prohibiciones que corresponden a Sos derechos
de límites impuestos exclusivamente a la jurisdicción penal se combi- subjetivos garantizados. Llamaré garantías secundarias o jurisdicciona-
na, en sectores relevantes de la actual cultura política liberista, con la les a las obligaciones, por parte de los órganos judiciales, de aplicar la
intolerancia frente a cualquier tipo de límites jurídicos y, especialmen- sanción o de declarar la nulidad cuando se constaten, en el primer caso,
te, judiciales, al poder político y, más aún, al económico. Significa, por actos ilícitos y, en el segundo, actos no válidos que violen los derechos
tanto, lo opuesto a "garantismo" como paradigma teórico general, que subjetivos y, con ellos, sus correspondientes garantías primarias.
implica, en cambio, sujeción al derecho de todos los poderes y garan- Correlativamente, se pude llamar normas primarias a las que dispo-
tía de los derechos de todos, mediante vínculos legales y controles ju- nen obligaciones y prohibiciones, incluidas por tanto a las garantías
risdiccionales capaces de impedir la formación de poderes absolutos,
públicos o privados. Éste es el paradigma que pretendo ilustrar aquí 16
Para una expresión más analítica de estas nociones de "derecho subjetivo" ) il<_
sucintamente y que, como trataré de demostrar, es uno y el mismo que "garantía", así como de lasque más adelante se utilizan de garantías (y normas) "pri-
el del actual estado constitucional de derecho. Con tal finalidad, resul- marias" y "secundarias", remito a "Dirítti fondamentali", cit, pp. 8 y 23-24: "I chrim
fondamentali nella teoría deldiritto", pp. 76-87; "Aspettative e garande, Pnir.c t t b i di
tará útil redefinir preliminarmente el concepto de "garantía" como ca-
una teoría assiomatizzata del diritto", en Legos dell'essere,logos della nonna, cd. de L.
tegoría general de la teoría del derecho. Lombardi Vallaurí. Barí, Adriatica Editrice, 1999, pp. 920-926 y 945-949 [ed. cast." F.x-
pectativas y garantías. Primeras tesis de una teoría axiomatizada del derecho", traci. de
A. Rodenas y J. Ruiz Mañero, x:ri Doxa, 20, Alicante, 1997].
SOBRE ¿OS DERECHOS FUNDAMENTALES Y SUS GARANTÍAS 35
34 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

un sistema de obligaciones y prohibiciones, no es menos evidente que


primarias, y normas secundarias a las que predisponen las garantías se- su capacidad de vincular a los poderes supremos, comenzando por el
cundarias de U anulación o de la sanción, en el caso de que hayan re- poder legislativo, depende de su rígido Fundamento positivo en normas
sultado violadas las normas y garantías primarias. Por ejemplo, la ga- superiores a éstos, como son, justamente, las normas constitucionales.
rantía primaria del derecho de propiedad es la prohibición del hurto En z\ Estado legislativo de Derecho, carente de constitución o dotado de
establecida por la norma primaria que crea el delito de hurto; la garan- constituciones flexibles,l7 la garantía de los derechos fundamentales,
tía secundaria es la obligación de aplicar la sanción prevista por las nor- incluidos los de libertad, quedaba confiada únicamente a la política
mas secundarias que castigan el hurto y que disciplinan las formas de legislativa, que podía reducirla o suprimirla legítimamente. Existían,
su persecución. La garantía primaria de los derechos de libertad es la claro es, ordenamientos garantistas y ordenamientos anügarantistas.
prohibición de leyes o medidas restrictivas de tales derechos implica- Pero la legitimidad de los primeros y la ilegitimidad de los segundos
da por la norma primaria en la que se establecen; su garantía secunda- sólo podía valorarse en el piano ético-político de la justicia, y no en el
ria es la obligación de anular tales leyes, prevista en las normas secun- plano jurídico de la legalidad. No obstante su solemnidad, las consti-
darias que establecen el control de constítucionalidad. tuciones eran siempre consideradas, al menos en los ordenamientos de
Es evidente que mientras que la observancia de las garantías (y de la Europa continental, como leyes formalmente iguales a las demás, al
las normas) primarias equivale a la satisfacción de manera primaria y ser inconcebibles la idea de una limitación del poder de la ley por par-
sustancial de íos derechos garantizados por ellas, la de las garantías
te de otra ley.
(y de las normas) secundarias opera, sólq.eventualmente, como reme- Esta omnipotencia de la legislación, y a través de ella de la mayo-
dio previsto para la reparación de la inobservancia de las primeras re- ría política, cesa en el estado constitucional de derecho, fundado sobre
presentada por los actos ilícitos o los actos inválidos. Por ello, habla- esa verdadera invención de nuestro siglo que es la rigidez constitucio-
ré, además, de efectividad e inefectividadprimaria, de primer grado o nal, en virtud de la cual, las leyes ordinarias, al aparecer situadas en un
sustancial a propósito de la observancia o inobservancia de las normas nivel subordinado respecto a las normas constitucionales, no pueden
(y garantías) primarias, y de efectividad e infectividadsecundaria o de derogarlas so pena de su invalidación como consecuencia del corres-
segundo grado o jurisdiccional a propósito de la observancia o inobser- pondiente juicio de inconstitucionalidad. Las constituciones y los prin-
vancia de las secundarias. Tangeníopolt, por ejemplo, constituye un cipios y derechos fundamentales establecidos en las mismas pasan así
ejemplo clamoroso de inefectividad de las normas primarias en el tema _ _ -_ .
•9*
-iU
17
de la corrupción. Mientras que las causas de Maní Pulite han supuesto Naturalmente, puede compartirse la tesis teórica de la "rigidez natural" de las
un notable ejemplo de efectividad secundaria de las correspondientes constituciones escritas, sostenida por A. Pace, La causa della rígidiíá co.<titi:zionale,
normas secundarias. Los crímenes contra la humanidad cometidos im- Padova, Cedam, 1996 [ed. cast. en Joaquín Várela Suanzesy Alessand^o Pace, La ri-
gidez de las constituciones escritas. Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1995],
punemente en todo el mundo, con mucha frecuencia por los Estados
según el cual, incluso el Estatuto Albertino del Reino de Italia sería, en realidad, una
y sus gobernantes, constituyen una indicación de la inefectividad, tanto constitución rígida, más aún, rigidísima en cuanto inmodificabic, y que sólo por "res-
primaria como secundaria, de los derechos humanos consagrados en ponsabilidad de los políticos y de la doctrina" se transformó, aunque subrepuciamt ntc,
la Declaración Universal de 1948 y en otras cartas y convenciones pos- en una constitución flexible. En todo caso, la defensa de esta tesis se produce solamente
teriores. ahora, y no en los años veintes, cuando el Estatuto fue aniquilado por Mussolini, sin
que ningún jurista protestase contra el golpe de Estado; de forrm que bien puede afir-
Se evidencia, de esta forma, que el garantismo de los derechos fun-
marse que las constituciones no fueron rígidaí hasta que no se les dio tal considera-
damentales no es más que la otra cara, por decir así, del constitucio- ción, gracias, por otra parte, a la introducción de un procedimiento especial de refor-
nalismo, a cuya historia, teórica y práctica, aparece estrechamente vin- ma constitucional y de control jurisdiccional de constitucionalidad de las leyes.
culado su desarrollo. Aunque es cierto:^j«e las garantías consisten en
SOBRE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES Y SUS GARANTÍAS 37
36 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

cómo de las decisiones—, sino también por las reglas que condicionan
a configurarse como pactos sociales en forma escrita que circunscriben
su sustancia —es decir, el qué es lícito u obligacorio decir, por cu alquier
la esfera de lo indecidible, esto es, aquello que ninguna mayoría puede
mayoría— y que son, justamente, las garantías impuestas a sus con-
decidir o no decidir: de un lado, ios límites y prohibiciones, en garan-
tenidos por la constitucionalieación de los derechos fundamentales: las
tía de los derechos de libertad; de otro, los vínculos y obligaciones, en
garantías primarias negativas en forma de límites o prohibiciones im-
garantía de los derechos sociales. puestas por los derechos de libertad; las garantías primarias positivas
Se trata de una profunda transformación del paradigma original del en formas de vínculos u obligaciones impuestas por los derechos so-
positivismo jurídico, con el que alcanza su culminación el principio, ciales; las garantías secundarias del control de constitucionalidad de
característico del Estado de Derecho, de la sujeción a la ley de todo po- las leyes y de la accionabilidad en juicio de todos los derechos s u b j e t i -
der, incluido, por tanto, al propio poder legislativo.18 Gracias a esta trans- vos, comenzando, obviamente, por los derechos fundamentales.
formación cambia la naturaleza de la validez de las leyes, que deja de Así resulta, en el plano normativo, un modelo de democracia — la de-
coincidir con su mera existencia determinada por el simple respeto a mocracia constitucional— caracterizado por un complejo sistema de lí-
las formas y procedimientos establecidos por las normas formales so- mites y vínculos legales, de las separaciones y equilibrios de poderes, de
bre su producción, y que exige, además, la coherencia de sus signifi- jerarquías normativas y controles jurisdiccionales, y, en consecuencia,
cados con los principios constitucionales.JEn segundo lugar, cambia la diametralmente opuesto a la imagen de la democraeia plebi.scilan.i um
naturaleza de la jurisdicción y de la ciencia jurídica, a las que ya no frecuentemente evocada, e.n el debate político actual, por los defensores
corresponde únicamente la aplicación y el conocimiento de unas nor- más acérrimos del principio mayoritario. La "democracia", según esui
mas legales cualesquiera, sino que asumen, además, un papel crítico imagen, no sería otra cosa que la omnipotencia de la mayoría legitimada
de su invalidez siempre posible. por el voto popular, que permitiría abusos de poder, conflictos de inte-
Cambia, sobre todo, con la transformación de las condiciones de reses e impunidad; así'como, simétricamente, el "liberalismo" consisti-
validez de las leyes, la propia naturaleza de la democracia y la políti- ría, a su vez, en la ausencia de reglas y de límites a la libertad de empre-
ca. En efecto, el garantismo constitucional introduce, en la democra- sa. La expresión "liberal-democracia", que en léxico clásico designaba
cia, una dimensión sustancial, ajena al viejo paradigma del estado le- un sistema político basado en la tutela de las libertades individuales, 1a
gislativo de derecho y generada, precisamente, por las prohibiciones y división de poderes y los principios del Estado de Derecho -—exacta-
obligaciones impuestas a las opciones políticas, tanto legislativas como mente lo contrario, portante, déla palabra "absolutismo"—habría ter-
de gobierno, por parte de las garantías primarias de los derechos fun- minado así por designar, en esta perspectiva, dos formas convergentes de
damentales sancionados en las constituciones. De ese modo, en el Es- absolutismo, ambas contrarias al sistema de vínculos y contrapesos en
tado constitucional de Derecho, la legitimidad tanto política como ju- que consiste el garantismo: el absolutismo de la mayoría y el absolu-
rídica del ejercicio del poder ya no está sólo condicionada por las reglas tismo del mercado, de los poderes políticos y de los económicos, espe-
que disciplinan las formas mayoritarias de su ejercicio—el quién y el cialmente amenazadores por su marcada tendencia a confundirse.

IS
He ilustrado esta transformación del paradigma en "II diritto come sistema di
garanzie", en Ragion Praticatl, 1,1993, pp. 143-T61; La sovranh&ndmondo moderno. 3. EL GARANTISMO CLÁSICO LIBERAL. LAS GARANTÍAS
Nascita e crin dello Stato nazionale, II cd. Roma-Bari, Laterza, 1997, pp. 33 y 39 y ss. PENALES Y PROCESALES
[cd. cast. en Derechos y garantías. La ley del más débil, cit.]; "La democrazia costitu-
zionalc", en F Vulpiani, cd., Uacceso negato. Diritti, sviluppo, diversiiá, Roma, Armando El paradigma garantista y constitucional que aparece aquí sucinta-
Editare, 1998, pp, 53-66; La cultura giuridica nell'Italia del Novecenio. Roma-Baril,
mente esbozado es un paradigma teórico y normativo, ciertamente no
Laterza, 1999, pp. 53-56 y 105-113.
1 •1••••••

38
COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
SOBRE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES Y SUS GARANTÍAS 39

realizado y, acaso, como sucede con tollos los paradigmas normativos


nunca realizable de manera perfecta. lias garantías, como se ha dicho, Estas mismas garantías, por otra parte, sirven para limitar y mini-
tanto primarias como secundarías, son normas primarias y secunda- mizar el poder punitivo, en ía medida en que todas ellas pueden confi-
rias, respectivamente. Aunque implicadas por los derechos fundamen- gurarse como técnicas normativas destinadas a vincularlo ai papel de ave-
tales constitucionalmente establecidos, en la realidad pueden faltar riguación de la verdad procesal. Por ello, cabe caracterizar las garantías
cuando no hayan sido, a su vez, expresamente establecidas. Incluso, de penales, empezando por la formulación clara y precisa de las figuras
hecho, aunque se hayan establecido, pueden ser violadas por sus des- penales impuesta por el principio de estricta legalidad (por ejemplo,
tinatarios que, como se ha visto, son los poderes públicos. Ello expli- "Ticio ha causado voluntariamente la muerte a un hombre"), como aque-
ca por qué el paradigma garantista sea siempre un paradigma en gran llas que, en el plano legal, aseguran en grado máximo la averiguación
medida carente de desarrollo, aunque venga impuesto por las cartas de la verdad jurídica, es decir, la verificabilidad y reftttabilidad, en abs-
constitucionales, quedando vacío de contenido por defecto de actua- tracto, de las hipótesis de la acusación, dado que no podría verificarse
ción, tanto por la ausencia corno por la inefectividad, ya de las normas ni refutarse una acusación vaga e indeterminada (por ejemplo "Ticio
primarias de garantías o de las secundarias. es enemigo del pueblo" o "es un sujeto peligroso"). En cambio, es po-
Se puede hablar de carencia o inefectividad de las garantías, ante sible caracterizar las garantías procesales, de la carga de la prueba al
todo, en relación con el garantismo penal¿ que, en efecto, ha supuesto, principio de contradicción o al derecho a la defensa, como las que ase-
desde la ilustración, el terreno sobre el que se ha edificado el mode- guran en grado máximo, en el plano jurisdiccional, la averiguación de
lo del Estado liberal de Derecho. Las garantías penales y procesales, la verdadfáctica, es decir, que exigen, en concreto, la verificación por las
como se ha señalado, son esencialmente garantías negativas, dirigidas hipótesis acusatorias de la acusación y permiten su refutación por parte
a limitar el poder punitivo en defensa de las libertades individuales. de la defensa.
Esta misma idea se ha identificado, con frecuencia, con el proyecto de Es ésta fundación sobre la verdad —aunque sea en un sentido ine-
un "derecho penal mínimo", es decir, con un sistema penal capaz de so- vitablemente relativo, por el carácter opinable de la interpretación j u -
meter la intervención punitiva —tanto en la previsión legal de ios de- dicial y, por tanto, de la verdad jurídica, y, en cualquier caso, por el ca-
litos, como en su constatación judicial— a rígidos límites impuestos rácter probabilista de la inducción probatoria de la verdad fácticu-- la
en defensa de los derechos de la persona. En lo que se refiere al delito, fuente de legitimación específica de la jurisdicción, que justifica su in-
estos límites no son otros que \^ garantías penales sustanciales: del prin- dependencia en un Estado de Derecho. A diferencia de cualquier otra
cipio de estricta legalidad o taxatividad de los comportamientos pu- actividad jurídica, la actividad jurisdiccional en el Estado de Derecho es
nibles a los de lesivtdad, materialidad y culpabilidad. En lo relativo al una actividad cognoscitiva además de práctica o prescriptiva; o, mejor,
proceso, se corresponden con las garantías procesales y orgánicas: el prin- es una actividad prescriptiva que tiene como necesaria justificación una
cipio de contradicción, la paridad entre acusación y defensa, la sepa- motivación en todo o en parte cognoscitiva. Las leyes, los reglamentos,
ración rígida de juez y acusación, la presunción de inocencia, la carga
los actos administrativos y los negocios privados son actos exclusivamen-
de la prueba para el que acusa, la oralidad y la publicidad del juicio,
te preceptivos, ni verdaderos ni falsos, cuya validez jurídica depende del
la independencia interna y externa de la magistratura y el principio de
juez natural.59 respeto a las normas de producción y cuya legitimidad política depende
su oportunidad, de su fidelidad a los intereses representados, de la re-
presentatividad o de la autonomía de sus autores, y no de ciertas pre-
19
Sobre el modelo normativo de "derecho penal nlínímo" y sobre el sistema de ga- misas, de hecho o de derecho, argumentadas como "verdaderas". Las
rantías penales y procesales como garantías de verdad, además de como inmunidad
contra la arbitrariedad, cír. Dirítto e ragione, cit. |¡ sentencias, por el contrario, exigen una motivación fundada en argu-
mentos cognoscitivos sobre los hechos y recognoscitivos sobre el dcre-
*U COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
SOBRE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES Y SUS GARANTÍAS 41

cho, de cuya aceptación "verdaderos" depende tanto la validez o legi-


en la prisión preventiva—puede ofrecer un fundamento robusto \ creí-
timación jurídica interna o formal, como [ajusticia o legitimación po-
lítica, externa o sustancial de las mismas. ble a la independencia del poder judicial y a su papel de control de la
ilegalidad de los poderes. Defensa social y garantismo, tutela de los bie-
A esto se debe que, a diferencia de cualquier otro poder público, el
nes primarios y garantía de los derechos de los encausados, seguridad
poder judicial no admite una legitimación de tipo representativo o con-
sensual, sino sólo una legitimación de tipo racional y legal. Vertías, non frente a los delitos y frente a las penas arbitrarias se configuran, así, co-
mo las dos vertientes, no sólo esenciales sino relacionadas entre sí, que
auctoñtasfactijudiáuní) podríamos decir a propósito del fundamento
legitiman la potestad punitiva. El derecho penal mínimo se caracteri-
de la jurisdicción, invirtiendo, así, el principio hobbesiano auctoritas,
za, de este modo, como la ley del más débil que, en el momento de! de-
non ventasfacit legem que, en cambio, es válido para la legislación.2"
lito, es el agraviado, en el del proceso el imputado y en el de la pena el
No se puede castigar a un ciudadano sólo porque ello corresponda a
condenado.
la voluntad o a los intereses de la mayoría. Ninguna mayoría, por muy
Desafortunadamente, hay que reconocer que el modelo de jurisdic-
aplastante que sea, puede legitimar la condena de un inocente o la ab-
ción como actividad cognoscitiva de aplicación de la ley que a q u í se
solución.de un culpable. Y ningún consenso político —del parlamen-
ilustra es un modelo teórico (y normativo), desmentido (y violado), de
to, de la prensa, de los partidos o de la opinión pública— puede susti-
hecho, por los amplios espacios de discrecionalidad generado;, por el
tuir o eliminar las pruebas de una hipótesis acusatoria. En un sistema
déficit de garantías de nuestro sistema judicial: por la ausencia dz ga-
penal garantiste, el consenso mayoritario o la investidura representati-
rantías penales, como consecuencia de la inflación legislativa y de !a in-
va del juez no añaden nada a la legitimidad de la jurisdicción, dado que
determinación semántica de los tipos delictivos, que han abierto espa-
ní la voluntad ni el consenso o el interés general, ni ningún otro prin-
cios incontrolables de discrccionaiidad a la intervención penal, en
cipio de autoridad, pueden convertir en verdadero lo que es falso, o vi-
ceversa. contradicción con el principio de estricta legalidad; por la debilidad de
las garantías procesales, como consecuencia de la quiebra .de nuc.stro
Existe, por tanto, un nexo no sólo entre derecho penal mínimo y
proceso acusatorio tras las reformas de emergencia 1992, que desequi-
garantismo, sino entre derecho penal mínimo, efectividad y legitima-
libraron el proceso, reforzando enormemente el papel de la acusación
ción del sistema penal. Sólo un derecho penal concebido únicamente
en perjuicio de la defensa, y el de la instrucción frente ul juicio. De n h í
en función de la tutela de los bienes primarios y de los derechos fun-
se derivan injerencias y conflictos entre poderes que, desde hace años,
damentales puede asegurar, junto a la certeza y al resto de garantías
dividen en nuestro país a ia opinión pública siguiendo lógicas faccio-
penales, también la eficacia de la jurisdicción frente a las formas, cada
sas, que envenenan el debate sobre la justicia, impiden la confronta-
vez más poderosas y amenazadoras, de la criminalidad organizada. Y
ción racional y corren el riesgo de provocar un descrédito general de
sólo un derecho procesal depurado del legado de la emergencia —de
nuestras instituciones.
la disparidad entre acusación y defensa a la excesiva discrecionaiidad
i Esta quiebra de la legalidad, por tanto, se resuelve, principalmen-
211 te, en una descalificación de todo el sistema penal —de su ccru'/a. su
"Doctrinae quídam verae essc possunt; sed authoritas, non ventas facit legem"
(T. Hobbes, Leviathan [1651], trad. latina [1670], en Opera philosophica quae latine cognoscibilidad y su eñcacia— constatada oficialmente por la decla-
scñpñt omnia, cd. de W Molesworth [1839-1845], reimpresión, Aalen, Scicntia Verlag, ración de bancarrota que supuso, hace 10 años, ia sentencia de la Corte
1965, vol. III, cap. XXVI, p. 202) [ed. cast., Lcviatán, tftd. y pro!, de C. Mellizo. Ma- Constitucional n. 364 de 1988, que archivó, por poco realista, el clar-
ílrkf, Alianza Editorial, 1989], Sobre la oposición entre las dos máximas que expresan eo principio penal de la no excusabilidad por desconocimiento de la lev-
las fuentes de legitimación, respectivamente, de la jurisdicción y de la legislación, cfr. penal. Al mismo tiempo, ello repercute sobre la jurisdicción ampliando
Dirítto e rctgione, cit., pp. 35 y ss.
sus espacios de arbitrariedad, comprometiendo la obligatoriedad de la
42 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS SOBRE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES Y SUS GARANTÍAS

acción penal y debilitando la naturaleza cognoscitiva de los juicios y, 4. EL FUTURO DEL GARANTISMO
con ella, la fuente de a legitimidad misma del poder judicial y de su
independencia. Todavía más débiles y faltas de actuación que las garantías penales y
Una crisis de la justicia penal de esta magnitud reclama la respon- procesales de los derechos de libertad, se encuentran las garantías del
sabilidad tanto de la legislación como de la jurisdicción, unidas desde resto de los derechos fundamentales, a pesar de haber sido sanciona-
hace veinte años —más allá de polémicas entre políticos y magistra- dos por las constituciones estatales y las declaraciones internacionales de
dos— en una insensibilidad general al valor de las garantías y en la co- derechos humanos. El paradigma garantista de la democracia constitu-
rrespondiente sumisión a las razones de la excepción y la emergencia: cional es, pues, un paradigma embrionario, que puede y debe extender-
primero, terrorista, después, mañosa o camorrista. Esta insensibilidad se, como he señalado al comienzo, en una triple dirección: 1 ) en primer
constituye, sobre todo, un síntoma de miopía y de falta de previsión. lugar, para garantizar todos los derechos, no sólo los de libertad, sino
Los magistrados, en primer lugar, deberían reivindicar el refuerzo y.cl también los derechos sociales; 2) en segundo lugar, frente a todos los
respeto de las garantías penales y procesales, de las que depende exclu- poderes, no sólo los públicos sino también los privados, y 3) en tercer
sivamente la jurisdicción penal y su independencia. Por otro lado, sólo lugar, a todos los planos, tanto el del derecho estatal, como el del de-
una política no coyuntural de la justicia, que asuma como primer y recho internacional.
urgente objetivo la refundación garantista de la legalidad penal, podrá Se trata de tres expansiones del paradigma garantista que nos legara
rehabilitar, hoy, el primado de la función legislativa y limitar el poder la tradición liberal, todas ellas igualmente prometidas por el diseño nor-
de los jueces, andándolo a la sujeción a la ley y a su función congnos- mativo recogido en el conjunto de las diferentes constituciones. Este
citiva. Para ello, no basta con las numerosas leyes de despenalización paradigma, como se sabe, nació para la tutela de los derechos de liber-
proyectadas o aprobadas durante años, ni siquiera con una reforma del tad, se redujo a ser un sistema de límites a los poderes públicos pero no
viejo código penal fascista. Sería necesaria una reforma de toda la le- a los poderes económicos y privados, y ha quedado anclado dentro de
gislación penal fundamentada en una mejora del lenguaje de las leyes los confines del Estado-nación. El futuro del constitucionalismo y, con
informada en los principios garantistas de taxatividad y lesivídad y, él el de la democracia, depende, por el contrario, de esta triple articu-
además, en el refuerzo del tradicional principio de legalidad penal. No lación y evolución: hacia un garantismo social, además de liberal; hacia
basta la simple reserva de ley, hace falta una reserva de código, es decir, un garantismo frente a los poderes económicos privados, además de
el principio de que ninguna norma penahp procesal pueda dictarse si frente a los poderes públicos; hacia un garantismo internacional, ade-
no es mediante una modificación o una integración de los códigos, más de estatal.
aprobada, quizá, con procedimientos agravados. Sólo una reforma de Una expansión de este tipo está presente en la propia IÓ^IL-;I del
este tipo podría poner fin al caos normativo, restablecer los límites entre constitucionalismo. La historia del constitucionalismo es la historia de
jurisdicción y legislación, entre justicia y política, y restituir la credi- una progresiva expansión de la esfera pública de los derechos;" de Ins
bilidad tanto a una como a otra.21 derechos de libertad de las primeras declaraciones y consmucioncs dr-

!l
He defendido, últimamente, el principio de reserva de código penal y procesal 22
Sobre los procesos de multiplicación, extensión y fortalecimiento de los derechos
penal en "La giustizia pénale nella crisi del sistema político", en Caverna deigituüci.
fundamentales, cfr. N.Bobbio, ¿Wá dcidmtt. Tormo, EiiKuidi, 199(1 )cd, ca*i>l''itici>ifH>
La magistititttra tm diritto e política, ed. de E, Bruti Líberati, A. Ccreiti y A. Gisanti,
de los derechos, erad, de Rafael ASÍS Roig. Madrid, Sistema, 1991); G. Pecus Barba, Cur-
Milán, Feltrinclli, 1996, pp. 81-82; "La pena in una societa democrática", en Qttestione
so de derechos fundamentales. Teoría general. Madrid, Eudema, 1991, erad. ic. de L.
giustizia, de 1996, 3-4, pp. 537-538; "Giurisdizione e democrazia", en Democrazia e
dirítto, 1997,1, pp. 302-303. Mancíni, Teoría deidmttifondamcntali. Milán, GiufTre, 1993.
44 SOBRE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES Y SUS GARANTÍAS 45
COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

cimonónicas, al derecho de huelga y los derechos sociales de las cons- caso de violación, un derecho no garantizado no sería, en realidad, un
tituciones de nuestro siglo, o los nuevos derechos a la paz, a la conser- derecho sino unflalus vocis del legislador.23
Este planteamiento confunde indebidamente ios derechos con sus
vación del ambiente, a la información y similares, hoy reivindicados y
aún no todos constitucionalizados; de la constitucionalización rígida garantías; las cuales, sean primarias o secundarias, cuando se refieren
a derechos fundamentales, requieren, siempre, para su existencia, ser
de estos derechos, a su internacionalización en la Declaración Univer-
sal y en los sucesivos pactos y convenciones,internacionales de la se- introducidas mediante normas distintas de las que sancionan los de-
rechos que garantizan:" las normas penales sustanciales, garantía pri-
gunda posgurerra. Una historia no teórica, sino social y política, dado
maria de los derechos a la vida, la libertad y la propiedad y del resto de
que ninguno de estos derechos ha caído del cielo, sino que todos fue-
los derechos violados por los delitos; las normas procesales penales
ron conquistados por movimientos revolucionarios contra antiguos
como garantía secundaria de los mismos derechos y como garantía pri-
regímenes más o menos absolutistas: las grandes revoluciones libera-
maria de la inmunidad del imputado frente a la arbitrariedad policial
les americana y francesa, después los movimientos del siglo XIX a fa-
o judicial; las normas sobre asistencia sanitaria o instrucción obliga-
vor de los estatutos, las luchas obreras, feministas y ecologistas del si-
toria, o sobre los límites de los poderes del empleador o similares, como
glo pasado y del actual, finalmente, la ruptura histórica del anden
régime internacional basado en la soberanía absoluta de los Estados
que supuso, tras la catástrofe de la Segunda Guerra Mundial y la de- "Un derecho formalmente reconocido pero no justiciable -—y, por tamo, no .¡pli
rrota del nazifascismo, la aprobación de la Carta de las Naciones Uni- cado o no aplicable por los órganos judiciales con procedimientos definidos—- es toui
das de 1945 y la Declaración Universal de Derechos Humanos de court", afirma, por ejemplo, Danilo Zolo "un derecho inexistente" (D. Zolo, "Ln
1948. Los derechos fundamentales —del derecho a la vida a los dere- strategia della cittadinanza", en La Cinadinanza, cit., p. 33). Una tesis semejante ios-
chos de libertad, a los derechos sociales a la salud, al trabajo, a la edu- tiene R. Guastini en "Dintti", en Analisi e diritto, ¡994, Ricerche di giitrisprudenza
analítica. Tbrín, Giapichelli, 1994, pp. 168 y 173 [ed. cast., en Distinguiendo. Estudios
cación, a la subsistencia— se han afirmado siempre al hacerse paten-
de teoría y metateoría delDerecho, trad. de J. Ferrer i Beltran. Barcelona, Gedisa, 1999];
te una opresión o una discriminación que, en un cierto momento, se id., "Tre problemi per Luigi Ferrajoli", en Teoría Política, 1998, 2, pp. 35-37 [rd. cus!.
volvió intolerable. Y lo han hecho como ley del más débil, como alter- en Los fundamentos de los derechos fundamentales, cit., pp. 57-62]. Esta tesis reprodu-
nativa a la ley del más fuerte que regía y regiría en su ausencia. Del ce la sostenida por Hans Kelsen, según el cual, el derecho subjetivo "es simplemente
más fuerte físicamente, como en el estado de naturaleza hobbesíano; U obligación del otro o de los otros", o "el reflejo de un deber jurídico" y, por otra par-
te, "la capacidad jurídica de participar" en la imposición de una "sanción", ya que, cr>
del más fuerte políticamente, como en los regímenes absolutistas,
último término, "consiste en (su) protección jurídica" (H, Kelsen, Reine Rechtsífhre
clericales o policiales; del más fuerte económicamente, como en el (1960) [ed. cast. Teoría pura del derecho, trad, de R. ]. Vernengo. México, UNAM, ! 9861;
mercado capitalista; del más fuerte militarmente, como en la comu- id., General TheoryofLawand State (1945) [ed. cast. "¡coría genital fifi derecku y tiel /•„'.<-
nidad internacional. todo, trad. de E. García Maníes. México, UNAM, 1979)). Para una profuiuliiación cu
Un argumento teórico con el que suele refutarse la tesis del carác- la crítica de estas teorías, remito a mi "I diritti fondamentaii nella tuona del diritto",
ter jurídicamente vinculante de los derechos sociales y, por oto lado, de cit., pp. 76-87.
21
El equívoco se debe, probablemente, al hecho de que Kelsen asume como II¡;I.¡Í.L¿
los derechos humanos establecidos en las cartas internacionales es que paradigmáticas del derecho subjetivo, sólo a los derechos patrimoniales (Tcurín, cit., pp.
rales derechos no son propiamente "derechos", ya que (o en l.i mcdin en H2): los cuales —al contrario que los derechos fundamenta les, ilirtriiimcnic p n i i t n
que) carecen de garantías. SÍ es cierto —se objeta— que los derechos cidos por las normas— resultan de sus correspondientes actos singulares de adquisi-
fundamentales, según la propia definición aquí defendida, consisten ción, junto con los deberes que les corresponden; de forma que, no sólo de hecho, sino
en expectativas o pretensiones, a las que corresponden obligaciones o también de derecho, tales derechos no existen sin sus obligaciones correspondientes,
cuyas violaciones resultan siempre, por su pane, justificables.
prohibiciones por parte de otros sujetos y sanciones o reparaciones en
«su.

SOBRE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES Y SUS GARANTÍAS 47


46 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

garantía primaría de los derechos sociales y los derechos del trabaja- de emanarlas— que constituye una indebida laguna. Concretamente,
dor, así como las relativas a la justicia administrativa y al proceso la- una laguna primaria„ cuando falte la estipulación de la obligación y de
boral como garantía secundaria de estos mismos derechos; finalmen- las prohibiciones que constituyen las, garantías primarias del derecho
te, las normas —todavía carentes de vigencia por falta de ratificación subjetivo, y una laguna secundaria cuando no se hayan instituido los
por parte de un número suficiente de Estados, pero sí sancionadas, re- órganos obligados a sancionar o a invalidar sus violaciones, es decir, a
lativas al estatuto de la Corte Penal Internacional aprobado en Roma aplicar \z$ garantías secundarias. En estos casos, en resumen, no cabe
en julio de 1998— que prevén una larga serie de crímenes contra la negar la existencia del derecho subjetivo estipulado por la norma j u -
humanidad como garantía primaria de los derechos humanos estable- rídica: se podrá, tan sólo, lamentar la laguna que lo vuelve un "dere-
cidos en las convenciones internacionales y, con garantía secundaria, cho de papel"" y afirmar, con ello, la obligación de colmarla por parte
su justiciabilidad ante la futura Corte, en caso de inercia de las juris- del legislador.
Las consecuencias de esta distinción entre derechos y garantías,
dicciones nacionales.
Ahora bien, una confusión de ese tipo entre derechos y garantías, impuesta por la naturaleza positiva del derecho moderno, resulta de
enorme importancia no sólo en el piano teórico, sino también en el
además de anular una buena parte de las más importantes conquistas
metateórico. En el plano teórico comporta que el nexo entre derechos
del constitucionalismo del siglo XX, contradice, a mi juicio, la tesis de
y garantías no es un nexo empírico sino un nexo normativo, que pue-
la naturalezapositiva —o nomodinámica, en el léxico kelseniano— del
de ser (no ya contradicho, sino) violado por la existencia de las primeras
derecho moderno. Al contrario de los sistemas que Hans Kelsen llama
y por la inexistencia, es decir, por una laguna, de las segundas, al igual
nomoestáticos, como la moral y el derecho natural, en los sistemas no-
que sucede, por lo demás, con el principio de no contradicción, que
modinámicos o positivos la existencia o inexistencia de las normas que
igualmente puede ser (no ya contradicho, sino) violado por la existen-
disponen obligaciones, prohibiciones o derechos subjetivos no se de-
cia de antinomias, es decir, de normas entre sí contradictorias. En t:l
ducen de la existencia o inexistencia de otras normas, sino que son
plano metateórico supone un papel no puramente descriptivo, sino
"puestas" o producidas o, si se prefiere, introducidas por los correspon-
crítico y normativo de la ciencia jurídica en relación con su objeto: cri-
dientes actos de sus producción. Resulta, por tanto, perfectamente posi-
tico frente a sus lagunas y antinomias que debe poner de relieve, y nor-
ble que, dado un derecho subjetivo como consecuencia de una norma
mativo en relación con la legislación y k jurisdicción a las que impo-
que lo prevé, no existan hasta tanto no se produzcan —aunque debie-
ran existir y, por tanto, ser producidas— ni las normas primarias que ne el deber de colmarlas o repararlas.
Cuestión totalmente diferente es la de la viabilidad concreta (Je l;^
establecen la obligación o la prohibición correspondientes (por ejem-
garantías en las tres direcciones antes indicadas. Ciertamente, el desa-
plo, los órganos encargados de la satisfacción de los derechos sociales
rrollo del Welfare State en el presente siglo se ha producido, en h u c i u
o los códigos penales internacionales sobre crímenes contra la huma-
medida, mediante el crecimiento de ios aparatos a d m i n i s t r a t i v o s y í.t
nidad), ni las normas secundarias que disciplinan la persecución de las
violaciones de uno y otros (por ejemplo, la accionabilidad en juicio de
los derechos sociales o la competencia de una corte penal internacio- 25
Esta expresión de Guastini aparece en "Diritti",cit., pp. lf>8, 171) y 17 '., í ¡ u . i s i i n i ,
nnl). Esta ausencia de garantías no autoriza a sostener 1a tesis, bien igualmente, denomina a los derechos no garantizados "ilcrcclms t i t i i m i s " . ni U¡IOM-
poco íuspositivista, de que los derechos no garantizados no existen aun- ción a los "verdaderos derechos", los "susceptibles de tutchi nirisitn'cnni.i! > i c i v n n l i -
que existan las normas que los establecen, mientras que, en cambio, / cables "frente aun sujeto determinado", al que, a su vez, corresponde un.i "i>M ilición
impone reconocer en la ausencia de las correspondientes normas ga- de conducta" (en otras palabras, un derecho asistido de loque h c i l c i i o m i n . u l í i "^.ir.iu-

rantistas un indebido incumplimiento —la violación de la obligación tfas secundarias" y "garantías primarias").
48 i '«COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

mediación burocrática y discrecional, y no a través de la institución de


garantías positivas, es decir, de técnicas de satisfacción y de accíona- mal entre norma y realidad, entre los derechos solemnemente procla-
bilídad de los derechos sociales parangonables a las de las garantías mados en ías diferentes cartas constitucionales y la desoladora ausen-
negativas previstas por la tradición liberal para la tutela de los derechos cia de garantías que los aseguren, resulta contraria al derecho positi-
de libertad y de propiedad. Menos .aún se han desarrollado las garan- vo vigente y se debe, principalmente, no ya a dificultades técnicas sino
tías de los derechos humanos estipulados en las cartas internaciona- a la permanente falta de disposición de los poderes —cualesquiera que
les, los cuales se caracterizan por una casi absoluta inefectividad. En lo sean— a sufrir el coste de los límites, las reglas y los controles.
relativo a las garantías frente al mercado y a los poderes empresariales, Todas las garantías, en efecto, tienen un coste: mínimo en el caso de
asistimos, en realidad, a un proceso involutivo, pues no sólo no se han las garantías liberales y penales negativas, que exigen simplemente lí-
elaborado nuevas técnicas de limitación, y. control de los poderes cada mites negativos, plazos amplios y procedimientos complejos para la
ve/, más invasivos y mundiales de las grandes empresas multinaciona- definición, la averiguación y la sanción de los delitos que violan los
les, sino que, ai contrario, se han reducido, bajo la consigna del actual derechos negativos de libertad y de propiedad; máximo tratándose de
credo lih'erista, muchas de las viejas reglas y garantías en materia de- las garantías sociales positivas, que exigen ía asignación y la r e d i s -
tribución de recursos fuera y contra la lógica del mercado; algo en parte
derecho laboral, de tutela de los consumidores y de protección del en-
torno. ya experimentado en nuestros Estados de Derecho; totalmente nuevo,
en cambio, en el plano internacional, en el que exigiría la renuncia a
Todo esto no quiere decir que tales garantías no resulten técnica-
la lógica de la fuerza y la prepotencia de los Estados y la puesta en cue.s
mente realizables, que los derechos sociales, al menos en sus mínimos
tión de nuestros desenfadados niveles de vida que hacen posible para
vitales, no puedan quedar satisfechos ex lege, mediante prestaciones
Occidente el bienestar y la democracia a expensas del resto del mundo.
gratuitas y obligatorias en materia de salud, de educación y de subsis-
Pero se trata, corno siempre, de los costes del derecho y de la demacra -
tencia, antes que con la mediación burocrática y clientelar, y que no
cia frente a los costes de la ley desregu'ada y salvaje del más fuerte que, en
puedan, por tanto, resultar accionables en juicio, como impone el ar-
perspectiva, resultan, infinitamente superiores. El propio preámbulo
tículo 24 de la Constitución italiana. Que los presupuestos estatales no
de la Declaración Universal de 1948 establece un nexo indisociable cu -
puedan quedar vinculados, incluso constitucionalmente, a cuotas mí-
tre las garantías de los derechos fundamentales de todos los seres huma-
nimas de gasto social y sometidos, así, al control de constitucionalidad.
nos y la paz en el mundo, y, por tanto, nos advierte, con realismo, que
Que el mercado y las relaciones laborales no estén sometidos, por nor-
es de esas garantías de las que depende la convivencia f u t u r a en un
mas estatales y por convenciones internacionales, a los límites y víncu-
mundo no devastado por nuevas guerras, violencias y terrorismos, y la
los exigidos por los derechos fundamentales virtualmente lesionados
propia supervivencia, a Sargo plazo, de nuestras ricas democracias.
por aquellos. Que el Estatuto de la Corte Penal Internacional para Crí-
menes contra la Humanidad no resulte finalmente ratificado por to-
dos los Estados o, al menos, por el número mínimo exigido para su
' entrada en funcionamiento. Que, por último, las instituciones finan-
cieras internacionales, del Fondo Monetario al Banco Mundial, no se
vean obligadas a orientar sus intervenciones a la ayuda en lugar de a
la asfixia de las economías de los países rnás pobres. Se trata, ciertamen-
te, de expectativas a largo plazo, destinadas, probablemente, a no ver-
se nunca satisfechas. Pero es igualmente cierto que la divergencia abis-

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