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Traducción de
MIGUEL CARBONELL, ANTONIO DE CABO
Y GERARDO PISARELLO
í
México, 2006
SOBRE LOS DERECHOS
FUNDAMENTALES*
Gracias a la rigidez de las constituciones la legalidad ha cambiado jurisdicción constitucional internacional capaz de censurar los actos de
su naturaleza: no es más sólo condicionante y reguladora, sino que está los Estados y de los organismos de la ONU que violen ¡os derechos
ella misma condicionada y regulada por vínculos jurídicos no solamen- humanos internacionalmente establecidos; falta, sobre todo, una orga-
te formales sino también sustanciales; no es más simplemente un pro- nización permanente (incluso en forma de monopolio) de la tuerza a
ducto del legislador, sino que es también proyección jurídica de la le- cargo de ía ONU.
gislación misma, y por tanto límite y vínculo al legislador y por ello a El constitucionalismo no es por tanto solamente una conquista y un
las mayorías contingentes de las que es expresión. De esta manera, del legado del pasado, quizá el legado más importante del siglo XX. Es tam-
derecho resulta positívizado no solamente su "ser", es decir, su existen- bién, y diría que sobre todo, un programa normativo para el futuro. En
cia o vigor, sino también su "deber ser", es decir, sus condiciones de "va- un doble sentido. En eí sentido de que los derechos fundamentales es-
lidez"; ya no solamente los vínculos formales relativos al "quién" y al tablecidos por las constituciones estatales y por las cartas internuao
"cómo" de las decisiones, sino también los vínculos de contenido re- nales deben ser garantizados y concretamente satisfechos: el garan-
lativos al "qué cosa" de las decisiones mismas y que no son más que tismo, en este aspecto, es la oTa cara del constitucionalismo, en tamo le
los principios y los derechos fundamentales: los derechos de libertad, corresponde la elaboración y la implementación de las técnicas do ga-
que no pueden ser lesionados, y los derechos sociales cuyo cumpli- rantía idóneas para asegurar el máximo grado de efectividad a los
miento es obligatorio. Bajo este aspecto el constitucionalismo represen- derechos constitucionaímente reconocidos. Y en el sentido de que el
ta el complemento del Estado de Derecho, como una extensión que paradigma de la democracia constitucional es todavía un paradigma
comporta 1a sujeción a la ley de todos los poderes, incluidos los de la embrionario, que puede y debe ser extendido en una triple dirección:
mayoría, y por tanto la disolución de la soberanía estatal interna: en el antes que nada hacia la garantía de todos ios derechos, no solamente
Estado constitucional de derecho no existen poderes soberanos, ya que de los derechos de libertad sino también de los derechos sociales; en .se-
todos están sujetos a la ley ordinaria y/o constitucional.1 gundo lugar frente a todos los poderes, no solo irentc a los poderes pú-
Este cambio de paradigma se ha extendido, por otro lado, al menos blicos sino también frente a ios poderes privados; en tercer lugar a to-
en el plano jurídico y normativo, también al derecho internacional. dos los niveles, no solo en el derecho estatal sino también en el derecho
Gracias a ese embrión de constitución del mundo que está formado por internacional.
la Carta de la ONU y por las declaraciones, convenciones y pactos in- Frente a los desafíos de la globalizacíón no tenemos alternativas a
ternacionales sobre derechos humanos, también la soberanía estatal un futuro de guerras y de violencia, fuera del desarrollo, en esta-i ues
externa ha sido jurídicamente limitada, por la sujeción de los Estados direcciones, del paradigma constitucional heredado de la tradición.
al imperativo de la paz y a la garantía de los derechos humanos esta- Este paradigma, como sabemos, nació en tutela solamente de ¡o.-, de-
blecidos en esas cartas internacionales. Desgraciadamente, como ha de- rechos de libertad, y ha sido conjugado sólo como sistema de límites
mostrado trágicamente la guerra de Kosovo, este segundo cambio ha frente a los poderes públicos y no frente a los poderes económicos y pri-
sucedido solamente en el papel, ya que permanece sin ningún tipo de vados que el pensamiento liberal ha confundido con los derechos ¡Je
garantía de efectividad. Falta todavía una jurisdicción penal interna- libertad, y ha permanecido anclado solamente a los confines del lista-
cional capaz de sancionar los crímenes contra la humanidad; falta una do-nación. El futuro del constitucionalismo jurídico, y con él el de la
democracia, está por el contrario confiado a esta triple articulación y
1
He ilustrado este cambio de paradigma en Derechos y garantías. La ley del más dé- evolución: hacia un constitucionalismo soda!, junto al liberal; hacia
bil, 4a. ed,, Madrid, Trotta, 2004, en Razones jurídicas del pacifismo, Madrid, Trotta, un constitucionalismo de derecho privado, junto al de derecho públi-
2004, y en La cultura giuridica deü'Italia dclNovccento. Roma-Barí, Laterza, 1999. co; hacia un constitucionalismo internacional, junto al estatal.
¥
Una expansión similar se encuentra por lo demás en la lógica mis- La segunda respuesta es la que ofrece el derecho positivo, es decir,
ma del constitucionalismo. La historia del constitucionalismo es la la dogmática constitucional o internacional. Son derechos fundamen-
historia de una progresiva extensión de la esfera de los derechos: de tales, en el ordenamiento italiano o alemán, los derechos universales
los derechos de libertad en las primeras Declaraciones y constituciones e indisponibles establecidos por el derecho positivo italiano o alemán.
del siglo XVIII, al derecho de huelga y a los derechos sociales en las Son derechos fundamentales, en el ordenamiento internacional, los
constituciones del siglo XX, hasta los nuevos derechos a la paz, al am- derechos universales e indisponibles establecidos en la Declaración
biente, a la información y similares hoy en día reivindicados y todavía Universal de Derechos Humanos de 1948, en los Pactos internaciona-
no todos constitucionalizados. Una historia no teórica, sino social y po- les de 1966 y en las demás convenciones internacionales sobre los de-
lítica, dado que ninguna de las díversas.generaciones de derechos ha rechos humanos.
caído del cielo, sino que todas han sido conquistadas por otras tantas La tercera respuesta, que intentaré formular en las páginas que si-
generaciones de movimientos de lucha y de revuelta: primero libera- guen, es la que ofrece la filosofía política, y se refiere a ia pregunt;i de
les, luego socialistas, feministas, ecologistas y pacifistas. "cuáles derechos deben ser garantizados como fundamentales". Se [rata
de una respuesta de tipo no asertivo sino normativo. Por esto debemos
2. ¿CUÁLES SON LOS DERECHOS FUNDAMENTALES? formular, para fundarla racionalmente, los criterios metaéticos y nic-
tapolíticos idóneos para identificarlos. Sumariamente, me parece, pue-
Pero, ¿cuáles son estos "derechos fundamentales" f Para contestar esta den ser indicados tres criterios axiológicos, sugeridos por la experiencia
otra pregunta se pueden aportar tres respuestas distintas. histórica del constitucionalismo, tanto estatal como internacional.
La primera respuesta es la que ofrece la teoría del derecho. En el El primero de estos criterios es el del nexo entre derechos humanos
plano teórico-jurídico la definición más fecunda de los "derechos fun- y paz instituido en el preámbulo de la Declaración Universal de 19-18.
damentales" es desde mi punto de vista la que los identifica con los Deben estar garantizados como derechos fundamentales todos los dere-
derechos que están adscritos umversalmente a todos en cuanto perso- chos vitales cuya garantía es condición necesaria para la paz: el derecho
nas, o en cuanto ciudadanos o personas con capacidad de obrar, y que a la vida y a la integridad personal, los derechos civiles y políticos, lo^
son por tanto indisponibles e inalienables. Esta respuesta no nos dice derechos de libertad, pero también, en un mundo en el que sobrevivir
"cuáles son", sino solamente "qué son" los derechos fundamentales. Es es siempre menos un hecho natural y cada vez más un hecho artificial,
de hecho la definición de un concepto teórico que, en cuanto tal, no los derechos sociales para la supervivencia.
puede decirnos nada sobre los contenidos de tales derechos, es decir, El segundo criterio, particularmente relevante para el terna de los
sobre las necesidades y sobre las inmunidades que son o deberían es- derechos de las minorías, es el del nexo entre derechos e igualdad. La
tar establecidas como fundamentales, sino que puede identificar la for- igualdad es en primer lugar igualdad en los derechos de libertad, que
ma o estructura lógica de esos derechos que convenimos en llamar garantizan el igual valor de todas las diferencias personales —de na-
"fundamentales". Nos dice, lo cual no es poco, que si queremc: garan- cionalidad, de sexo, de lengua, de religión, de opiniones políticas, de
tizar un derecho como "fundamental" Bebemos sustraerlo tanto a la condiciones personales y sociales, como dice el artículo 3, párrafo pri-
disponibilidad de la política como a la del mercado formulándolo en mero, de la Constitución italiana— que hacen de cada persona un in-
forma de regía general y por tanto confiriéndolo igualmente a "todos".2 dividuo diferente a todos los demás y de cada individuo una persona
1
Remito, para esta noción de "derechos fundamentales" y sobre las implicaciones tales en la teoría del derecho", ambos incluidos en Los fundamentos de los derechos fun-
teóricas que de ellas derivani a "Derechos fundamentales" y "Los derechos fundamen- damentales. Madrid, Trotta, 2001.
COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS SOERE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES Y SUS GARANTÍAS 17
2.2. Derechosfundamentales e igualdad. a los cuales referir el sentido efectivo de la paz y de la seguridad inter-
Las diferencias culturales ¿té nacional".8
A estas tesis escépticas opondré dos consideraciones, una de hecho
Llego así al nexo entre derechos fundamentales e igualdad —en el do- y otra de carácter teórico. No creo que en la Inglaterra del siglo XVIII
ble sentido de tutela de las diferencias personales y de reducción de las o en la Italia del siglo XIX (e incluso en la de hoy) existieran vínculos
desigualdades materiales— indicado por eí segundo criterio de iden- pre-políticos e identidades colectivas —de lengua, de cultura, de leal-
tificación axiológica de los derechos fundamentales. tades políticas comunes— idóneas para unir a campos y ciudades, cam-
Justamente sobre el tema de la relación entre constitución y diferen- pesinos y burgueses, masas analfabetas emigradas desde los campos y
cias culturales han sido manifestadas por muchos reservas, no digamos gentílhombres de las empresas capitalistas; que, en suma, existiera, a
respecto a la perspectiva de un constitucionalismo mundial, sino in- nivel social, una homogeneidad social mayor de la hoy existente entre
cluso respecto a la idea de una Constitución europea. Una de las ob- los diversos países europeos o incluso entre los distintos continentes del
jeciones que se han formulado a ese proyecto —por ejemplo por Díeter mundo. Las naciones europeas y sus tradiciones, como sabernos, han
Grimm5 y, en Italia, por Massimo Luciani6—• es que no existen los pre- sido una invención del siglo XIX, como la de sus Estados nacionales y
supuestos sociales: que no existe todavía un pueblo europeo, o por lo sus instituciones jurídicas. Y no se entiende por qué la construcción de
menos una unidad y una homogeneidad cultural de los diversos paí- un sentido común de pertenencia al género humano, o por lo menos
ses europeos, y que esta homogeneidad es una precondición de la uni- a un área unida por una tradición milenaria como es Europa, sea hoy
ficación política y todavía más de la estipulación de una constitución. más difícil e improbable, en presencia entre otras cosas de modelos de
Dantlo Zolo, a su vez, en referencia al debate abierto en Alemania por democracia y de estructuras constitucionales ya largamente experi-
Jürgen Habermas y retomando una tesis de Samuel Huntington, ha mentadas y al menos en parte realizadas, y no deba más bien exigir la
observado que el proyecto de "una democracia más allá de los confi- responsabilidad civil y política de la cultura jurídica y política,
nes de un Estado nacional" no es realista por causa de la falta de "co- Existe por otro lado una interacción, experimentada también du-
hesión", de "vínculos pre-políticos" y de una "identidad colectiva".7 In- rante la formación histórica del Estado moderno, entre sentido común
cluso ía misma perspectiva ya diseñada por la Carta de la ONU de "un de pertenencia e instituciones jurídicas, entre unificación política y
ordenamiento internacional superior, dirigido a asegurar de modo per- afirmación jurídica del principio de igualdad. Si es verdad que "cohe-
manente e institucional la paz y la seguridad entre las naciones" le pa- sión", "vínculos pre-políticos" e "identidades colectivas" de la comu-
rece a Antonio Baldassarre "un ejercicio de filosofía abstracta", faltan- nidad internacional conforman los presupuestos de hecho del proyecto
do la "adhesión por parte de todos los pueblos a los valores supremos de una democracia internacional, es todavía más cierto lo contrarío; es
sobre la igualdad en derechos humanos, como garantía de todas ¡as di-
ferencias de identidad personal, que se funda la percepción de los otros
' D. Grimm, "Una Costituzione per l'Europa", en G, Zagrebelsky, E E Portinaro como iguales y como asociados; y es sabré ía garantía de los propios de-
y J. Luther, eds., IIfuturo delta Costituzione. Turín, Einaudi, 1996, pp. 339-367. rechos fundamentales como derechos iguales lo que hace madurar el
6
M. Luciani, "La costruzioncgiuridica delía citadinanza europea", en G. M. Ca- sentido de pertenencia y la identidad colectiva de una comunidad po-
zzaniga, ed., Metamorfosi delta sovranitd, Tra stato nazionale e ordinamenti giuridici
mortdiali. Pisa, Ediciones ETS, 1999, pp. 87-í lítica. Es más: igualdad y garantía de los derechos no son solamente
1
D. Zolo, "Libertad, propiedad c igualdad en 3a teoría de los derechos ftmdamcn-
tales. A propósito de un ensayo de Luígi Fcrrajoli", en Losfundamentos de los derechos . s A. Baidassarre, "La sovranitá dal cielo alia térra", en G. M. Cazzaniga, ed., I4e-
fundamentales> cit., p. 103. tamorfosi delta sovranitá. Tra stato nazionale e ordinamenfigiuridici mondiali, cit,, p- 80.
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COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS SOBRE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES Y SUS GARANTÍAS 19
condiciones necesarias, sino lo único que se requiere para la formación tad de conciencia, dirigida a garantizar la convivencia de culturas y re-
de las identidades colectivas que se quieran fundar sobre el valor de ía ligiones diversas. Por lo que hace a los derechos sociales —a la substs
tolerancia, en vez de sobre recíprocas exclusiones de las diferencias tencía, a la salud y a la educación—, equivalen a otros tantos derechas
étnicas, nacionales, religiosas o lingüísticas. a niveles mínimos de igualdad sustancial, también necesarios para la
Hay además una consideración de carácter más propiamente teó- convivencia civil.
rico que quiero oponer al escepticismo sobre un constitucionalismo
mundial y sobre todo a una constitución europea. La tesis sustancial 2.3. Los derechos fundamentales corno leyes del más debí!.
comunitaria que está detrás del escepticismo de quien asocia consti- Cinco falacias del relativismo cultural
tución y homogeneidad social es desde mi punto de vista equivocada:
las constituciones son pactos de convivencia tanto más necesarios y jus- El tercer criterio metaético idóneo para señalar el carácter "fundamen-
tificados cuanto más heterogéneas y conflictuales son las subjetivida- tal" de necesidades y expectativas vitales es desde mi punto de vista el
des políticas, culturales y sociales que están llamadas a garantizar. Al que los identifica como otras tontas ley es del más débil. Se puede de he-
mismo tiempo debemos abandonar, cuando pensamos en entidades cho afirmar que, históricamente, todos los derechos fundamentóles
supranacionales como ésa, el viejo paradigma de la democracia diri- han sido establecidos, en las distintas cartas constitucionales, como re-
gido a la primacía o peor aún a la omnipotencia de la mayoría. Cuan- sultado de luchas o revoluciones que en cada ocasión han roto el \clo
to más extendida está la unidad política y mayores son sus diferencia- de normalidad y naturalidad que ocultaba una precedente nprcMÓn o
ciones internas de orden histórico y cultural, tanto más secundaria es discriminación: de los derechos de libertad a los derechos de los traba-
la representatividad de los órganos de gobierno, y tanto más importante jadores, de los derechos de las mujeres a los derechos sociales. Siem-
deviene la garantía de la paz y de los derechos fundamentales a través pre estos derechos han sido conquistados como limitaciones d<_ c.orre-
de la estipulación de límites negativos y de vínculos positivos impues- lativos poderes y en defensa de sujetos más débiles contra la ley del nías
tos a la esfera de la política; tanto más restringida, en otras palabras, fuerte—iglesias, soberanos, mayorías, aparatos policiacos o judiciales,
debe ser la que he llamado "esfera de lo decidióle" propia de la políti- empleadores, potestades paternas o maritales—que regía en su ausen-
ca y tanto más amplia debe ser la de lo que es "indecidible (que sí o que cia. Y han correspondido, cada vez, a un "nunca más" estipulado contra
no)", es decir, los vínculos de la paz y del conjunto de los derechos, de la violencia o la prevaricación generadas por la ausencia, en relación
libertad y sociales, que deben ser garantizados para todos los hombres a una y otra, de límites y reglas. Naturalmente, esta coincidencia en-
y mujeres del mundo. Esto equivale a'decir que tanto más reducida tre fundamento axiológico y fundamento histórico de los derechos fun-
debe ser la esfera de las decisiones que competen a la democracia po- damentales es del todo contingente en el plano lógico y teórico, Pero no
lítica o formal, o sea a los órganos representativos, y tanto más articu- io es de hecho en el plano histórico y político. No ha sido casualidad
lado y desarrollado debe ser el paradigma del Estado de Derecho, o sea que los derechos humanos, y con ellos cada progreso de la igualdad, ha-
la dimensión de la democracia que, referida al "qué cosa" es legítimo yan siempre nacido al desvelarse una violación de la persona que se ha
decidir o no decidir, puede ser llamada "sustancial". vuelto intolerable.
Constitucionalismo y universalismo de los derechos, en vez de opo- Creo que este criterio axiológico de identificación de los derechos
, nerse al multiculturalismo, son su principal garantía. Los clásicos de- fundamentales como leyes del más débil permite resolver dos aporías
rechos de libertad equivalen a otros tantos derechos a la propia iden- lamentables en la teoría de los derechos humanos como lo son las teo-
tidad y a las propias diferencias también culturales. No olvidemos que rías antropológicas del relativismo cultural y las sociológicas y vaga-
el primer derecho de libertad que se afirmó históricamente fue la liber- mente comunitarias déla ciudadanía: la idea de que el paradigma uní-
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versalista de los derechos fundamentales, producido indudablemen- ca la justificación o la tolerancia del nazismo, es idéntico a! del indi-
te por la cultura occidental, estaría viciado por la paradoja de su contra- ferentismo moral: por un lado la aceptación de las culturas crimina-
dicción con el respeto debido a pueblos y sujetos de otra cultura al que les, como las nazistas o las mañosas, por otro !a separación-segregación
queremos imponérselo; y la idea de que, por el contrario, la validez de de las demás culturas.
los derechos fundamentales supondría un cierto grado de consenso Hay un segundo orden de falacias, de üpojurídico o mejor dicho me-
social, que solamente puede revelarse a través del sentido de pertenen- tajurídico, que vicia la crítica del universalismo de los derechos en
cia expresado por la ciudadanía en nuestros ordenamientos occiden- cuanto que no son umversalmente compartidos. El universalismo del
tales y no también en culturas distintas de la nuestra. principio de igualdad y de los derechos fundamentales es dos cosas a
Estas dos ¡deas corresponden, me parece, a otras tantas falacias. La la vez: una doctrina ética y una convención jurídica. Como doctrina
primera falacia, de tipo lógico y metaético es la que contiene la crítica ética es una doctrina formal que puede ser expresada por medio de! im-
realizada al universalismo de los derechos por el relativismo cultural. perativo kantiano "actúa como si la máxima de tu actuación tuviera el
Esta crítica es desde luego contradictoria dado que se realiza en nom- valor de una máxima universal", o bien con la regla de oro de Haré so-
bre del"mismo universalismo que pretende contestar: su significado bre la universabilidad de los juicios morales. Como convención jurí-
normativo, de hecho, es el igual valor no sólo de las personas y de sus dica es una norma que es creada para tutela de los individuos cnníra
identidades culturales sino también de sus éticas y de sus culturas; no la ley del más fuerte y que por esto he llamado la ley del más débil. Pues
sólo de su ser sino también de su hacer. Paradójicamente el relativismo bien, la falacia en la que incurren el relativismo c u l t u r a l y las d o c t r i -
cultural está viciado de un exceso extremista de universalismo: cual- nas que justifican el anclaje de los derechos humanos a las c i u d a d a -
quier cultura, cualquier ética, cualquier acción éticamente motivada nías de los ordenamientos en los cuales están radicados cuhuralmente
debería respetarse en cuanto dotada de igual valor. consiste en la confusión entre universalismo de ios derechos como leo-
Pero es precisamente este extremismo Universalista que señala la gra- ría y convención jurídica y el mismo universalismo como doctrina mo-
ve falacia metaética del relativismo cultural: ta presentación de la tesis ral, o sea en la suposición que el primero implique y/o deba implicar
metaética y asertiva de la pluralidad y diversidad de las culturas como la aceptación del segundo. Desde luego la teoría y la convención jurí-
una tesis ética y normativa sobre su igual valor, que se resuelve en la dica de la universalidad de los derechos fundamentales son un p r o d u c -
negación o disolución de todas las éticas y de su correlativas culturas. to histórico de la correspondiente doctrina moral. Pero no implican su
El relativismo cultural traslada a un nivel metalingüístico el formalis- aceptación: no la suponen de hecho, y ni siquiera imponen que se com-
mo jurídico y el universalismo ético de los derechos humanos, cuya partan los valores morales que sostienen a los derechos y al principio
base es necesariamente individualista refiriéndose, según el paradigma de igualdad.
kantiano, únicamente a las personas individuales. Lo traslada, preci- Que las normas sobre los derechos fundamentales supongan de
samente, ai nivel de la valoración de las culturas, o si se quiere de las éti- hecho su condivisión moral es una tesis empíricamente falsa nú sola-
cas relativas. Se entiende que en este sentido el relativismo cultural es mente respecto a los pueblos y a los sujetos de otras culturas, sino tam-
el equivalente antropológico del relativismo moral, es decir, de una doc- bién respecto a quienes pertenecen a nuestra cultura. Como ya lo he
trina éúca inconsistente lógicamente antes incluso que éticamente, equi- recordado, el primer derecho de libertad conquistado por el liberalis-
valente a la indiferencia y a 3a aceptación de cualquier moral inclui- mo fue la libertad religiosa o de conciencia, que nace como respeto a
das las morales fundadas sobre la desigualdad y la opresión—- y por las demás culturas, o sea a las Herejías y a las religiones diversas :> }:¡ iU>
minant-s- Pero oto no =ra d= Hecho compartido por la cultura vulgar,
que era justamente católica, que más bien se opone con f u e r x a . Ei.1 íi-
sado eficazmente por las tesis de LéVi-Strauss según las cuales impli-
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SOBRE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES Y SUS GARANTÍAS
COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
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de decir que la convención jurídica no solamente no requiere, sino que
beralismo, comenzando por la libertad de conciencia, estuvo en el ín- excluye su confusión con la correspondiente doctrina moral, es decir,
dice de la iglesia católica incluso hasta el siglo XX. Más en general, es el deber de una adhesión moral a los valores expresados en los derechos
del todo ilusoria la idea de que los derechos humanos expresen una éti- fundamentales. Ahora bien, es claro que una adhesión de este tipo re-
ca compartida, dentro de nuestra cultura^ no digamos por todos sino in- presenta una condición pragmática indispensable para la efectividad de
cluso por la mayoría. Si en los tiempos de Beccaria su De los delitos y tales derechos. El derecho es un universo simbólico, o sea un inun-
de las penas hubiera sido objeto de votación, o si en 1789 se hubiera con- do de signos y significados, cuya efectividad y cuyo funcionamiento de-
vocado un referéndum sobre la Declaración de los Derechos del Hom- penden de la formación en torno suyo de un "sentido común", es decir,
bre y el Ciudadano, pienso que la adhesión no hubiera superado el uno de lo que llamamos "sentido cívico". Esto vale para todo el derecho. Es
por mil. Y todavía hoy, creo, sería de temer un referéndum sobre gran más, vale para cualquier sistema normativo; cuando veo una fila de-
parte de las garantías penales y procesales. lante de una ventanilla hago la cola porque entiendo y comparto su sen-
Por otro lado, la idea de que todos o al menos la mayoría deban com- tido normativo. Y vale todavía más para los derechos fundamentales,
partir los valores contenidos en los derechos fundamentales es una tesis y en general para la democracia, que es una construcción social euyu
axiológica que apunta, me parece, una incomprensión de la doctrina alcance depende, más allá de las garantías jurídicas, de un cierto gra-
liberal del Estado de Derecho. Esta incomprensión quiere decir tres do de consenso en torno a los valores que le dan soporte. Sin embargo,
cosas, que corresponden a otras tantas falacias metajurídicas: que tal la formación de este sentido común cívico y morales jusunienic un he-
condivisión sea debida por razones morales; que sea debida porque de cho, que interesa a la sociología pero que no puede ser pretendido por
ella depende la capacidad efectiva del Estado de Derecho; que sea de- las convenciones constitucionales: las cuales, justamente por su t u n -
bida porque de su carácter mayoritario depende la legitimidad misma damento liberal que requiere el respeto de todas las identidades, nú
de los derechos fundamentales. imponen ningún credo ideológico, ni siquiera liberal. El p a r a d i g m a
La primera falacia consiste en la confusión ya señalada entre la con- del Estado de Derecho liberal no puede imponerlas condiciones prag-
vención jurídica y la doctrina ética de los derechos fundamentales, y por máticas de su propia efectividad.
tanto entre derecho y moral, entre punto de vista normativo interno al La tercera falacia metajurídica que distingue a las tesis que, umio
derecho positivo y punto de vista axiológico y externo al mismo. Por el con- las del relativismo cultural, suponen que la consagración jurídica de
trario, la teoría garantista del Estado constitucional de derecho —jus- los derechos fundamentales requiere como condición de legitimidad
tamente porque está basada en la separación laica entre derecho y mo- que todos o cuando menos la mayoría deban compartir los valores por
ral— no sólo no supone sino que ni siquiera requiere, ni debe requerir, ella expresados consiste en una tercera confusión: la que existe entre el
la adhesión a los valores ético-políticos que incorpora jurídicamente. paradigma del Estado de Derecho y el de la democracia política, según
No solamente no la impone, sino que impone no imponerla. Hasta el la cual una norma es legítima solamente si es querida por la mayoría.
punto de que, en mi opinión, la principal razón de la adhesión a la ética De forma distinta a las cuestiones pertenecientes a la que he llamado
que subyace al Estado constitucional de derecho, incluyendo el valor "esfera de lo decidible", los derechos fundamentales están de hecho
de los derechos fundamentales, reside en el hecho de que no requiere sustraídos a la esfera de la decisión política y pertenecen a la que he lla-
ninguna adhesión. mado la "esfera de lo no decidible (que sí o que no)". Esta es por Lau-
La segunda falacia consiste en la confusión entre la convención ju- to su característica específica: tales derechos son establecidos en las
rídica y sus condiciones de efectividad, o sea entre ct punto de vista jurí- constituciones como límites y vínculos a la mayoría justamente porque
dico interno, referido a la normativa del derecho, y el punto de vista so- están siempre —de los derechos de libertad a los derechos sociales—
ciológico externo que se refiere por el contrario a su efectividad. Acabo
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COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
SOBRE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES Y SUS GARANTÍAS 25
entre el derecho de la democracia constitucional y el respeto debido a También nosotros, más allá de la defensa del principio de igualdad y de
los derechos fundamentales puestos en defensa del multicuíturalismo,
9
Ver, por ejemplo, Carol Pateman, El contrato semal. Barcelona, Anthopos, 1995. debemos aprender a conocer las culturas distintas y superar nuestros
prejuicios y nuestro presuntuoso analfabetismo cultural.
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COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS SOBRE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES Y SUS GARANTÍAS 27
3. DERECHOS FUNDAMENTALES Y GLOBALÍZACIÓN a través de la legislación sobre el trabajo, las garantías de los derechos
de los trabajadores y las reglas de tutela de la concurrencia y de la trans-
Los tres crtafMH ^U? tlC ppMQ -jai, ÍJJllldtó ? e ms pareu.cn délos fte^odos.Y Iva disminuyelo el absolutismo del poder
débil— para identificar en el plano axipiógico cuáles deben ser los de- doméstico, a través de las reformas del derecho de familia y de la afir-
rechos fundamentales merecedores de tutela no están entre ellos en con- mación de la igualdad entre hombres y mujeres. En todos estos casos
flicto, como lo ha sugerido Elisabetta Galeotti,10 sino que son conver- ios derechos fundamentales se han configurado al mismo tiempo como
gentes y complementarios. La paz no solamente se funda, como dice leyes del más débil y como contrapoderes, límites y vínculos a poderes
el Preámbulo de la Declaración Universal de 1948, en el máximo grado de otro modo absolutos.
de efectividad de la igualdad en los derechos fundamentales, sino que Hoy en día el desafío del futuro es el generado por un lado por el
también está amenazada por el crecimiento de las asimetrías, que co- viejo absolutismo de la soberanía externa de los Estados, y por el otro
rresponde a otras tantas desigualdades, entre sujetos niertes y sujetos por el nuevo absolutismo de los grandes poderes económicos y finan-
débiles. Por otro lado, los tres criterios axiológicos expuestos sirven para cieros transnacionales. El primero de estos absolutismos se manifies-
demostrar cómo el fundamento de los derechos humanos reside no ya ta en las guerras, en las violaciones masivas de los derechos humanos
en una cierta ontología o en una abstracta racionalidad, sino más bien, a cargo de los Estados y en su impunidad. Y es el resultado de la total
por una convergencia contingente en el plano lógico y teórico pero no ausencia de garantías, que hace de las Cartas de la ONU y de las di-
ciertamente sobre el político, en los procesos históricos, marcados por versas declaraciones y convenciones sobre los derechos humanos cons-
luchas y revoluciones, en el curso de los cuales han sido afirmados co- tituciones de papel, privadas de cualquier efectividad. El segundo ab -
mo otras tantas conquistas. solutismo es un neoabsolutismo regresivo que se manifiesta, al interior
La historia del Estado de Derecho, del constitucionalismo demo- de nuestras democracias, en la crisis del Welfarc y de las garantías tan-
crático y de los derechos humanos puede ser leída como la historia de to de los derechos sociales como de las relativas al derecho del trabajo y,
una larga lucha contra el absolutismo del poder, es decir, de esa "liber- en el plano tanto interno como internacional, en la ausencia de reglas
tad salvaje" —fuente de guerras internas y externas, de desigualdades y que ha sido asumida, por el actual anarcocapitalismo globalizado,
de omnipotencia de la ley del más fuerte-— de la que habla Kant como como la propia regla fundamental, una suerte de nueva grundnarm de
propia del estado de naturaleza. En este proceso de limitación y regu- las relaciones económicas e industriales.
lación de los poderes ha sido derrotado en primer lugar el absolutis- La globalízación de la economía en ausencia de regías ha produci-
mo de los poderes públicos: de los poderes políticos, a través de la di- do de esta manera un crecimiento exponencial de las desigualdades: de
visión de poderes, la representación, la responsabilidad política y el la concentración de la riqueza y a la vez de la expansión de la pobre-
principio de legalidad, primero ordinaria^ luego constitucional; del po- za, del hambre y de la explotación. Menos de 300 multimillonarios po-
der judicial, a través de su sujeción a la ley y por el desarrollo de las ga- seen tanta riqueza como la mitad de la población mundial, es decir,
rantías penales y procesales; de los poderes administrativos y policia- 3,000 millones de personas. Esta desigualdad ba sido legitimada pm
cos, a través de la afirmación del principio de legalidad y del control las ideologías neoliberales, que han conseguido acreditar la idea de que
jurisdiccional que opera sobre ellos. Se ha ido luego progresivamente la autonomía empresarial np es un poder, en cuanto tal sujeto de re-
reduciendo el absolutismo de los poderes económicos y empresariales, gulación jurídica, sino una libertad, y que el mercado no solamente no
tiene necesidad de reglas sino que tiene necesidad, para producir rique-
10 A, E. CJalcotii, -I «Jifirti cxrtl=rtivi~r en E.. Vítala, cemp., Z3/»Y«/ amaaf e di,-ítr¿ dcti* za y empico, .de no encontrar ninKün límite- Son i<3c;is COMU-ÍII-ÍIIN ¡, \-.i
ruinoransf. TUrfn, Rosemberg and Scllier, 2000, pp. 3O-46. lógica del Estado de Derecho y del constitucionalismo, <que no atiini-
28
COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS
HUMANOS
[29]
3O COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
SOBRE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES Y SUS GARANTÍAS 31
designar al sistema de garantías desuñado a tutelar la propiedad y los 2. GARANTÍAS PRIMARIAS Y GARANTÍAS SECUNDARIAS .
demás derechos patrimoniales; degarantistno liberal y, específicamente, GARANTISMO Y CONSTITUCIONALISMO
penal, para designar las técnicas de defensa de los derechos de libertad
y, entre ellos, en primer lugar, el de la libertad personal, frente a las in- Propongo llamar garantía a toda obligación correspondiente a un de-
tervenciones arbitrarias de tipo policial o judicial; degarantisrno social, recho subjetivo, entendiendo por "derecho subjetivo" toda expectativa
para designar el conjunto de garantías, en buena medida aún ausentes jurídica positiva (de prestaciones) o negativa (de no lesiones}. 16 Dis-
o imperfectas, dirigidas a la satisfacción de los derechos sociales, como tinguiré, por tanto, entre garantías positivas y garantías negativas, se-
el derecho a la salud, a la educación, al trabajo y otros semejantes, y de gún que resulte positiva o negativa la expectativa garantizada. Las ga-
garantisrno internacional, para designar a las garantía adecuadas para tu- rantías positivas consistirán en la obligación de la comisión, \ttgaruntias
telar los derechos humanos establecidos en las declaraciones y conven- negativas ta la obligación déla omisión—es decir, en la prohibición—
ciones internacionales, por el momento casi inexistentes. En general, se del comportamiento que es contenido de la expectativa.
hablará de garantismo para designar el conjunto de límites y vínculos Son, por tanto, garantías, respectivamente, positivas y negativas, las
impuestos a todos los poderes —públicos y privados, políticos (o de ma- obligaciones de prestación y las prohibiciones de lesión correspondien-
yoría) y económicos (o de mercado), en el plano estatal y en el interna- tes a esas particulares expectativas que son los derechos subjetivos, sean
cional— mediante ios que se tutelan, a través de su sometimiento a la patrimoniales o fundamentales. Pero también son garantías las obli-
ley y, en concreto, a los derechos fundamentales en ella establecidos, gaciones correspondientes a las particulares expectativas de reparación,
tanto las esferas privadas frente a los poderes públicos, como las esfe- mediante sanción (para los actos ilícitos) o anulación (para los aaos no
ras públicas frente a los poderes privados. válidos), que se generan con la violación de los derechos subjetivos. De
Hay que añadir que, actualmente en Italia, la opción entre usos res- esta forma, entra en juego una segunda y muy importante distinción.
tringidos y un uso ampliado de "garantismo" no es, en absoluto, polí- Llamaré garantías primarias o sustanciales a las garantías consisaerues
ticamente neutral. En efecto, la apelación al garantismo como sistema en las obligaciones o prohibiciones que corresponden a Sos derechos
de límites impuestos exclusivamente a la jurisdicción penal se combi- subjetivos garantizados. Llamaré garantías secundarias o jurisdicciona-
na, en sectores relevantes de la actual cultura política liberista, con la les a las obligaciones, por parte de los órganos judiciales, de aplicar la
intolerancia frente a cualquier tipo de límites jurídicos y, especialmen- sanción o de declarar la nulidad cuando se constaten, en el primer caso,
te, judiciales, al poder político y, más aún, al económico. Significa, por actos ilícitos y, en el segundo, actos no válidos que violen los derechos
tanto, lo opuesto a "garantismo" como paradigma teórico general, que subjetivos y, con ellos, sus correspondientes garantías primarias.
implica, en cambio, sujeción al derecho de todos los poderes y garan- Correlativamente, se pude llamar normas primarias a las que dispo-
tía de los derechos de todos, mediante vínculos legales y controles ju- nen obligaciones y prohibiciones, incluidas por tanto a las garantías
risdiccionales capaces de impedir la formación de poderes absolutos,
públicos o privados. Éste es el paradigma que pretendo ilustrar aquí 16
Para una expresión más analítica de estas nociones de "derecho subjetivo" ) il<_
sucintamente y que, como trataré de demostrar, es uno y el mismo que "garantía", así como de lasque más adelante se utilizan de garantías (y normas) "pri-
el del actual estado constitucional de derecho. Con tal finalidad, resul- marias" y "secundarias", remito a "Dirítti fondamentali", cit, pp. 8 y 23-24: "I chrim
fondamentali nella teoría deldiritto", pp. 76-87; "Aspettative e garande, Pnir.c t t b i di
tará útil redefinir preliminarmente el concepto de "garantía" como ca-
una teoría assiomatizzata del diritto", en Legos dell'essere,logos della nonna, cd. de L.
tegoría general de la teoría del derecho. Lombardi Vallaurí. Barí, Adriatica Editrice, 1999, pp. 920-926 y 945-949 [ed. cast." F.x-
pectativas y garantías. Primeras tesis de una teoría axiomatizada del derecho", traci. de
A. Rodenas y J. Ruiz Mañero, x:ri Doxa, 20, Alicante, 1997].
SOBRE ¿OS DERECHOS FUNDAMENTALES Y SUS GARANTÍAS 35
34 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
cómo de las decisiones—, sino también por las reglas que condicionan
a configurarse como pactos sociales en forma escrita que circunscriben
su sustancia —es decir, el qué es lícito u obligacorio decir, por cu alquier
la esfera de lo indecidible, esto es, aquello que ninguna mayoría puede
mayoría— y que son, justamente, las garantías impuestas a sus con-
decidir o no decidir: de un lado, ios límites y prohibiciones, en garan-
tenidos por la constitucionalieación de los derechos fundamentales: las
tía de los derechos de libertad; de otro, los vínculos y obligaciones, en
garantías primarias negativas en forma de límites o prohibiciones im-
garantía de los derechos sociales. puestas por los derechos de libertad; las garantías primarias positivas
Se trata de una profunda transformación del paradigma original del en formas de vínculos u obligaciones impuestas por los derechos so-
positivismo jurídico, con el que alcanza su culminación el principio, ciales; las garantías secundarias del control de constitucionalidad de
característico del Estado de Derecho, de la sujeción a la ley de todo po- las leyes y de la accionabilidad en juicio de todos los derechos s u b j e t i -
der, incluido, por tanto, al propio poder legislativo.18 Gracias a esta trans- vos, comenzando, obviamente, por los derechos fundamentales.
formación cambia la naturaleza de la validez de las leyes, que deja de Así resulta, en el plano normativo, un modelo de democracia — la de-
coincidir con su mera existencia determinada por el simple respeto a mocracia constitucional— caracterizado por un complejo sistema de lí-
las formas y procedimientos establecidos por las normas formales so- mites y vínculos legales, de las separaciones y equilibrios de poderes, de
bre su producción, y que exige, además, la coherencia de sus signifi- jerarquías normativas y controles jurisdiccionales, y, en consecuencia,
cados con los principios constitucionales.JEn segundo lugar, cambia la diametralmente opuesto a la imagen de la democraeia plebi.scilan.i um
naturaleza de la jurisdicción y de la ciencia jurídica, a las que ya no frecuentemente evocada, e.n el debate político actual, por los defensores
corresponde únicamente la aplicación y el conocimiento de unas nor- más acérrimos del principio mayoritario. La "democracia", según esui
mas legales cualesquiera, sino que asumen, además, un papel crítico imagen, no sería otra cosa que la omnipotencia de la mayoría legitimada
de su invalidez siempre posible. por el voto popular, que permitiría abusos de poder, conflictos de inte-
Cambia, sobre todo, con la transformación de las condiciones de reses e impunidad; así'como, simétricamente, el "liberalismo" consisti-
validez de las leyes, la propia naturaleza de la democracia y la políti- ría, a su vez, en la ausencia de reglas y de límites a la libertad de empre-
ca. En efecto, el garantismo constitucional introduce, en la democra- sa. La expresión "liberal-democracia", que en léxico clásico designaba
cia, una dimensión sustancial, ajena al viejo paradigma del estado le- un sistema político basado en la tutela de las libertades individuales, 1a
gislativo de derecho y generada, precisamente, por las prohibiciones y división de poderes y los principios del Estado de Derecho -—exacta-
obligaciones impuestas a las opciones políticas, tanto legislativas como mente lo contrario, portante, déla palabra "absolutismo"—habría ter-
de gobierno, por parte de las garantías primarias de los derechos fun- minado así por designar, en esta perspectiva, dos formas convergentes de
damentales sancionados en las constituciones. De ese modo, en el Es- absolutismo, ambas contrarias al sistema de vínculos y contrapesos en
tado constitucional de Derecho, la legitimidad tanto política como ju- que consiste el garantismo: el absolutismo de la mayoría y el absolu-
rídica del ejercicio del poder ya no está sólo condicionada por las reglas tismo del mercado, de los poderes políticos y de los económicos, espe-
que disciplinan las formas mayoritarias de su ejercicio—el quién y el cialmente amenazadores por su marcada tendencia a confundirse.
IS
He ilustrado esta transformación del paradigma en "II diritto come sistema di
garanzie", en Ragion Praticatl, 1,1993, pp. 143-T61; La sovranh&ndmondo moderno. 3. EL GARANTISMO CLÁSICO LIBERAL. LAS GARANTÍAS
Nascita e crin dello Stato nazionale, II cd. Roma-Bari, Laterza, 1997, pp. 33 y 39 y ss. PENALES Y PROCESALES
[cd. cast. en Derechos y garantías. La ley del más débil, cit.]; "La democrazia costitu-
zionalc", en F Vulpiani, cd., Uacceso negato. Diritti, sviluppo, diversiiá, Roma, Armando El paradigma garantista y constitucional que aparece aquí sucinta-
Editare, 1998, pp, 53-66; La cultura giuridica nell'Italia del Novecenio. Roma-Baril,
mente esbozado es un paradigma teórico y normativo, ciertamente no
Laterza, 1999, pp. 53-56 y 105-113.
1 •1••••••
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COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
SOBRE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES Y SUS GARANTÍAS 39
acción penal y debilitando la naturaleza cognoscitiva de los juicios y, 4. EL FUTURO DEL GARANTISMO
con ella, la fuente de a legitimidad misma del poder judicial y de su
independencia. Todavía más débiles y faltas de actuación que las garantías penales y
Una crisis de la justicia penal de esta magnitud reclama la respon- procesales de los derechos de libertad, se encuentran las garantías del
sabilidad tanto de la legislación como de la jurisdicción, unidas desde resto de los derechos fundamentales, a pesar de haber sido sanciona-
hace veinte años —más allá de polémicas entre políticos y magistra- dos por las constituciones estatales y las declaraciones internacionales de
dos— en una insensibilidad general al valor de las garantías y en la co- derechos humanos. El paradigma garantista de la democracia constitu-
rrespondiente sumisión a las razones de la excepción y la emergencia: cional es, pues, un paradigma embrionario, que puede y debe extender-
primero, terrorista, después, mañosa o camorrista. Esta insensibilidad se, como he señalado al comienzo, en una triple dirección: 1 ) en primer
constituye, sobre todo, un síntoma de miopía y de falta de previsión. lugar, para garantizar todos los derechos, no sólo los de libertad, sino
Los magistrados, en primer lugar, deberían reivindicar el refuerzo y.cl también los derechos sociales; 2) en segundo lugar, frente a todos los
respeto de las garantías penales y procesales, de las que depende exclu- poderes, no sólo los públicos sino también los privados, y 3) en tercer
sivamente la jurisdicción penal y su independencia. Por otro lado, sólo lugar, a todos los planos, tanto el del derecho estatal, como el del de-
una política no coyuntural de la justicia, que asuma como primer y recho internacional.
urgente objetivo la refundación garantista de la legalidad penal, podrá Se trata de tres expansiones del paradigma garantista que nos legara
rehabilitar, hoy, el primado de la función legislativa y limitar el poder la tradición liberal, todas ellas igualmente prometidas por el diseño nor-
de los jueces, andándolo a la sujeción a la ley y a su función congnos- mativo recogido en el conjunto de las diferentes constituciones. Este
citiva. Para ello, no basta con las numerosas leyes de despenalización paradigma, como se sabe, nació para la tutela de los derechos de liber-
proyectadas o aprobadas durante años, ni siquiera con una reforma del tad, se redujo a ser un sistema de límites a los poderes públicos pero no
viejo código penal fascista. Sería necesaria una reforma de toda la le- a los poderes económicos y privados, y ha quedado anclado dentro de
gislación penal fundamentada en una mejora del lenguaje de las leyes los confines del Estado-nación. El futuro del constitucionalismo y, con
informada en los principios garantistas de taxatividad y lesivídad y, él el de la democracia, depende, por el contrario, de esta triple articu-
además, en el refuerzo del tradicional principio de legalidad penal. No lación y evolución: hacia un garantismo social, además de liberal; hacia
basta la simple reserva de ley, hace falta una reserva de código, es decir, un garantismo frente a los poderes económicos privados, además de
el principio de que ninguna norma penahp procesal pueda dictarse si frente a los poderes públicos; hacia un garantismo internacional, ade-
no es mediante una modificación o una integración de los códigos, más de estatal.
aprobada, quizá, con procedimientos agravados. Sólo una reforma de Una expansión de este tipo está presente en la propia IÓ^IL-;I del
este tipo podría poner fin al caos normativo, restablecer los límites entre constitucionalismo. La historia del constitucionalismo es la historia de
jurisdicción y legislación, entre justicia y política, y restituir la credi- una progresiva expansión de la esfera pública de los derechos;" de Ins
bilidad tanto a una como a otra.21 derechos de libertad de las primeras declaraciones y consmucioncs dr-
!l
He defendido, últimamente, el principio de reserva de código penal y procesal 22
Sobre los procesos de multiplicación, extensión y fortalecimiento de los derechos
penal en "La giustizia pénale nella crisi del sistema político", en Caverna deigituüci.
fundamentales, cfr. N.Bobbio, ¿Wá dcidmtt. Tormo, EiiKuidi, 199(1 )cd, ca*i>l''itici>ifH>
La magistititttra tm diritto e política, ed. de E, Bruti Líberati, A. Ccreiti y A. Gisanti,
de los derechos, erad, de Rafael ASÍS Roig. Madrid, Sistema, 1991); G. Pecus Barba, Cur-
Milán, Feltrinclli, 1996, pp. 81-82; "La pena in una societa democrática", en Qttestione
so de derechos fundamentales. Teoría general. Madrid, Eudema, 1991, erad. ic. de L.
giustizia, de 1996, 3-4, pp. 537-538; "Giurisdizione e democrazia", en Democrazia e
dirítto, 1997,1, pp. 302-303. Mancíni, Teoría deidmttifondamcntali. Milán, GiufTre, 1993.
44 SOBRE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES Y SUS GARANTÍAS 45
COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
cimonónicas, al derecho de huelga y los derechos sociales de las cons- caso de violación, un derecho no garantizado no sería, en realidad, un
tituciones de nuestro siglo, o los nuevos derechos a la paz, a la conser- derecho sino unflalus vocis del legislador.23
Este planteamiento confunde indebidamente ios derechos con sus
vación del ambiente, a la información y similares, hoy reivindicados y
aún no todos constitucionalizados; de la constitucionalización rígida garantías; las cuales, sean primarias o secundarias, cuando se refieren
a derechos fundamentales, requieren, siempre, para su existencia, ser
de estos derechos, a su internacionalización en la Declaración Univer-
sal y en los sucesivos pactos y convenciones,internacionales de la se- introducidas mediante normas distintas de las que sancionan los de-
rechos que garantizan:" las normas penales sustanciales, garantía pri-
gunda posgurerra. Una historia no teórica, sino social y política, dado
maria de los derechos a la vida, la libertad y la propiedad y del resto de
que ninguno de estos derechos ha caído del cielo, sino que todos fue-
los derechos violados por los delitos; las normas procesales penales
ron conquistados por movimientos revolucionarios contra antiguos
como garantía secundaria de los mismos derechos y como garantía pri-
regímenes más o menos absolutistas: las grandes revoluciones libera-
maria de la inmunidad del imputado frente a la arbitrariedad policial
les americana y francesa, después los movimientos del siglo XIX a fa-
o judicial; las normas sobre asistencia sanitaria o instrucción obliga-
vor de los estatutos, las luchas obreras, feministas y ecologistas del si-
toria, o sobre los límites de los poderes del empleador o similares, como
glo pasado y del actual, finalmente, la ruptura histórica del anden
régime internacional basado en la soberanía absoluta de los Estados
que supuso, tras la catástrofe de la Segunda Guerra Mundial y la de- "Un derecho formalmente reconocido pero no justiciable -—y, por tamo, no .¡pli
rrota del nazifascismo, la aprobación de la Carta de las Naciones Uni- cado o no aplicable por los órganos judiciales con procedimientos definidos—- es toui
das de 1945 y la Declaración Universal de Derechos Humanos de court", afirma, por ejemplo, Danilo Zolo "un derecho inexistente" (D. Zolo, "Ln
1948. Los derechos fundamentales —del derecho a la vida a los dere- strategia della cittadinanza", en La Cinadinanza, cit., p. 33). Una tesis semejante ios-
chos de libertad, a los derechos sociales a la salud, al trabajo, a la edu- tiene R. Guastini en "Dintti", en Analisi e diritto, ¡994, Ricerche di giitrisprudenza
analítica. Tbrín, Giapichelli, 1994, pp. 168 y 173 [ed. cast., en Distinguiendo. Estudios
cación, a la subsistencia— se han afirmado siempre al hacerse paten-
de teoría y metateoría delDerecho, trad. de J. Ferrer i Beltran. Barcelona, Gedisa, 1999];
te una opresión o una discriminación que, en un cierto momento, se id., "Tre problemi per Luigi Ferrajoli", en Teoría Política, 1998, 2, pp. 35-37 [rd. cus!.
volvió intolerable. Y lo han hecho como ley del más débil, como alter- en Los fundamentos de los derechos fundamentales, cit., pp. 57-62]. Esta tesis reprodu-
nativa a la ley del más fuerte que regía y regiría en su ausencia. Del ce la sostenida por Hans Kelsen, según el cual, el derecho subjetivo "es simplemente
más fuerte físicamente, como en el estado de naturaleza hobbesíano; U obligación del otro o de los otros", o "el reflejo de un deber jurídico" y, por otra par-
te, "la capacidad jurídica de participar" en la imposición de una "sanción", ya que, cr>
del más fuerte políticamente, como en los regímenes absolutistas,
último término, "consiste en (su) protección jurídica" (H, Kelsen, Reine Rechtsífhre
clericales o policiales; del más fuerte económicamente, como en el (1960) [ed. cast. Teoría pura del derecho, trad, de R. ]. Vernengo. México, UNAM, ! 9861;
mercado capitalista; del más fuerte militarmente, como en la comu- id., General TheoryofLawand State (1945) [ed. cast. "¡coría genital fifi derecku y tiel /•„'.<-
nidad internacional. todo, trad. de E. García Maníes. México, UNAM, 1979)). Para una profuiuliiación cu
Un argumento teórico con el que suele refutarse la tesis del carác- la crítica de estas teorías, remito a mi "I diritti fondamentaii nella tuona del diritto",
ter jurídicamente vinculante de los derechos sociales y, por oto lado, de cit., pp. 76-87.
21
El equívoco se debe, probablemente, al hecho de que Kelsen asume como II¡;I.¡Í.L¿
los derechos humanos establecidos en las cartas internacionales es que paradigmáticas del derecho subjetivo, sólo a los derechos patrimoniales (Tcurín, cit., pp.
rales derechos no son propiamente "derechos", ya que (o en l.i mcdin en H2): los cuales —al contrario que los derechos fundamenta les, ilirtriiimcnic p n i i t n
que) carecen de garantías. SÍ es cierto —se objeta— que los derechos cidos por las normas— resultan de sus correspondientes actos singulares de adquisi-
fundamentales, según la propia definición aquí defendida, consisten ción, junto con los deberes que les corresponden; de forma que, no sólo de hecho, sino
en expectativas o pretensiones, a las que corresponden obligaciones o también de derecho, tales derechos no existen sin sus obligaciones correspondientes,
cuyas violaciones resultan siempre, por su pane, justificables.
prohibiciones por parte de otros sujetos y sanciones o reparaciones en
«su.
garantía primaría de los derechos sociales y los derechos del trabaja- de emanarlas— que constituye una indebida laguna. Concretamente,
dor, así como las relativas a la justicia administrativa y al proceso la- una laguna primaria„ cuando falte la estipulación de la obligación y de
boral como garantía secundaria de estos mismos derechos; finalmen- las prohibiciones que constituyen las, garantías primarias del derecho
te, las normas —todavía carentes de vigencia por falta de ratificación subjetivo, y una laguna secundaria cuando no se hayan instituido los
por parte de un número suficiente de Estados, pero sí sancionadas, re- órganos obligados a sancionar o a invalidar sus violaciones, es decir, a
lativas al estatuto de la Corte Penal Internacional aprobado en Roma aplicar \z$ garantías secundarias. En estos casos, en resumen, no cabe
en julio de 1998— que prevén una larga serie de crímenes contra la negar la existencia del derecho subjetivo estipulado por la norma j u -
humanidad como garantía primaria de los derechos humanos estable- rídica: se podrá, tan sólo, lamentar la laguna que lo vuelve un "dere-
cidos en las convenciones internacionales y, con garantía secundaria, cho de papel"" y afirmar, con ello, la obligación de colmarla por parte
su justiciabilidad ante la futura Corte, en caso de inercia de las juris- del legislador.
Las consecuencias de esta distinción entre derechos y garantías,
dicciones nacionales.
Ahora bien, una confusión de ese tipo entre derechos y garantías, impuesta por la naturaleza positiva del derecho moderno, resulta de
enorme importancia no sólo en el piano teórico, sino también en el
además de anular una buena parte de las más importantes conquistas
metateórico. En el plano teórico comporta que el nexo entre derechos
del constitucionalismo del siglo XX, contradice, a mi juicio, la tesis de
y garantías no es un nexo empírico sino un nexo normativo, que pue-
la naturalezapositiva —o nomodinámica, en el léxico kelseniano— del
de ser (no ya contradicho, sino) violado por la existencia de las primeras
derecho moderno. Al contrario de los sistemas que Hans Kelsen llama
y por la inexistencia, es decir, por una laguna, de las segundas, al igual
nomoestáticos, como la moral y el derecho natural, en los sistemas no-
que sucede, por lo demás, con el principio de no contradicción, que
modinámicos o positivos la existencia o inexistencia de las normas que
igualmente puede ser (no ya contradicho, sino) violado por la existen-
disponen obligaciones, prohibiciones o derechos subjetivos no se de-
cia de antinomias, es decir, de normas entre sí contradictorias. En t:l
ducen de la existencia o inexistencia de otras normas, sino que son
plano metateórico supone un papel no puramente descriptivo, sino
"puestas" o producidas o, si se prefiere, introducidas por los correspon-
crítico y normativo de la ciencia jurídica en relación con su objeto: cri-
dientes actos de sus producción. Resulta, por tanto, perfectamente posi-
tico frente a sus lagunas y antinomias que debe poner de relieve, y nor-
ble que, dado un derecho subjetivo como consecuencia de una norma
mativo en relación con la legislación y k jurisdicción a las que impo-
que lo prevé, no existan hasta tanto no se produzcan —aunque debie-
ran existir y, por tanto, ser producidas— ni las normas primarias que ne el deber de colmarlas o repararlas.
Cuestión totalmente diferente es la de la viabilidad concreta (Je l;^
establecen la obligación o la prohibición correspondientes (por ejem-
garantías en las tres direcciones antes indicadas. Ciertamente, el desa-
plo, los órganos encargados de la satisfacción de los derechos sociales
rrollo del Welfare State en el presente siglo se ha producido, en h u c i u
o los códigos penales internacionales sobre crímenes contra la huma-
medida, mediante el crecimiento de ios aparatos a d m i n i s t r a t i v o s y í.t
nidad), ni las normas secundarias que disciplinan la persecución de las
violaciones de uno y otros (por ejemplo, la accionabilidad en juicio de
los derechos sociales o la competencia de una corte penal internacio- 25
Esta expresión de Guastini aparece en "Diritti",cit., pp. lf>8, 171) y 17 '., í ¡ u . i s i i n i ,
nnl). Esta ausencia de garantías no autoriza a sostener 1a tesis, bien igualmente, denomina a los derechos no garantizados "ilcrcclms t i t i i m i s " . ni U¡IOM-
poco íuspositivista, de que los derechos no garantizados no existen aun- ción a los "verdaderos derechos", los "susceptibles de tutchi nirisitn'cnni.i! > i c i v n n l i -
que existan las normas que los establecen, mientras que, en cambio, / cables "frente aun sujeto determinado", al que, a su vez, corresponde un.i "i>M ilición
impone reconocer en la ausencia de las correspondientes normas ga- de conducta" (en otras palabras, un derecho asistido de loque h c i l c i i o m i n . u l í i "^.ir.iu-
rantistas un indebido incumplimiento —la violación de la obligación tfas secundarias" y "garantías primarias").
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