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COLEGIO DE BACHILLERATO PCEI

“AMERICANO”
Ibarra, Dir.: Simón Bolívar 2-25 y Eusebio Borrero
Telf.: 2 643 711 / 0987 420 250

TAREA 001 - FILOSOFÍA


NOMBRE: Ruano Yarpaz Danny Mauricio

CELULAR: 0996511308

E.MAIL: danny.mau.rua1234@gmail.com

1° Consulte en varias direcciones de internet o libros de su preferencia ¿Quién fue


SOCRATES?
- Trate de ser muy explícito en sus respuestas, no se limite a la primera página que
encuentre, contraste y compare toda la información que pueda sobre el tema.
SOCRATES
Nació 469 A.C y falleció el15 de febrero de 399
A.C, su causa de muerte fue por envenenamiento
Sócrates se distinguió por ser un filósofo cuyo
objetivo primordial en la vida fue la búsqueda de
la sabiduría y del bien; es por eso por lo que
continuamente exhortaba, examinándose a la par
a sí mismo, a llevar una vida centrada en la
virtud; y se encontraba asentado con tal firmeza
en sus convicciones, que sus decisiones siempre
se resolvieron en pos de lo correcto y no de lo
más conveniente, incluso aun a costa de su
propia vida. En el filósofo griego se pueden
identificar ciertas vivencias morales, que lo configuran como un modelo paradigmático
del quehacer filosófico, como un hombre en búsqueda constante de la justicia y de un
ideal de vida buena.
Dos puntos de contradicción surgen sobre la figura de Sócrates y que dan origen a lo que
dentro de la academia se denomina “el problema socrático”. Tenemos por un lado que sus
discípulos establecieron por escrito una serie de doctrinas que se le atribuyen, elevándolo
hasta la exaltación, como es el caso de Platón en sus Diálogos. Jenofonte ve en Sócrates
nada más que al ciudadano honorable y justo, en cambio, otros como Arisatófanes, lo
caricaturizan. Lo cierto es que Sócrates ha ejercido a lo largo de la historia del
pensamiento una influencia extraordinaria y ha sido elevado al nivel de símbolo para las
generaciones venideras.
Por otro lado, frente a la pregunta ¿Quién fue Sócrates? no existen datos objetivos sobre
su persona por cuanto no hay manuscritos del maestro. Sobre su doctrina no se puede
afirmar con certeza nada. Su enseñanza se limitó a la exposición oral y por lo tanto se
carece de elementos objetivos que garanticen la autenticidad histórica de su pensamiento.
Los diálogos socráticos de Platón nos dejan en la inexactitud de saber cuáles de las
doctrinas que pone Platón en la boca de Sócrates son propias y cuáles las de su maestro.
Por su parte Jenofonte, que es otra fuente, no le atribuye ninguna doctrina y Arsitófanes
lo ubica como un sofista y le atribuye algunas doctrinas de los presocráticos.
Si Sócrates fue o no un personaje “real”, o fue acaso una creación mítico-literaria de
Platón, no es un asunto de fácil solución. El punto es que, sobre Sócrates, no hay
“documentos” sino “interpretaciones” y la cuestión de su precisión histórica será siempre
un tema abierto. Sin embargo, los estudiosos hoy día han establecido un criterio conocido
como “perspectiva del antes y después de Sócrates” y que viene de alguna manera a
remediar las investigaciones socráticas en crisis. De acuerdo con esta perspectiva, resulta
de mayor probabilidad referir a Sócrates las doctrinas que la cultura griega recibe cuando
Sócrates ejerce su enseñanza en Atenas, antes que la elección de las diversas fuentes que
existen. Desde este punto de vista, la filosofía socrática adquiere un nuevo vigor y un
notable influjo en el desarrollo del pensamiento griego.
En la segunda mitad del S. V a.C, la reflexión filosófica sufre un desplazamiento desde
la cuestión por el arché, por el principio y causa primera de la naturaleza, hacia la pregunta
por el hombre, que pasó a ser el centro de la reflexión intelectual: qué es, cómo ha de
vivir, o cómo ha de relacionarse. Esto se conoce como el giro antropológico. En medio
de este giro aparece, como abanderado, la figura de Sócrates que, desde el foro de la poli
griega, pregunta a otros y a sí mismo por las verdades últimas del hombre necesarias para
que éste viva moralmente bien y, por tanto, feliz, poniendo en una encrucijada a los
sofistas.
Todo esto se entiende dentro de un contexto más amplio: el del cuidado del alma, tal
como lo llama Sócrates, y al que dedica toda su labor como filósofo. El cuidado del alma
que para él es inmortal, aunque no aduzca pruebas irrefutables de ello, consiste en “el
cultivo del pensamiento racional y de la conducta asimismo racional. El deber de un
hombre consistirá en ser capaz de “dar cuenta”, de tener una justificación racional de lo
que cree y de lo que hace”. De hecho, su “personal cruzado” de mostrar a los atenienses
su ignorancia era el primer paso para ese cultivo del alma. “Hacer el alma tan buena como
sea posible” sería llegar al conocimiento de la realidad y la existencia tal como son para,
de acuerdo con la dimensión moral de tal conocimiento, aplicarlo a la propia conducta.
Así considerado, el conocimiento de la verdad es una de las máximas aspiraciones de
quien pretende cuidar su alma.

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