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Serie Cade Creek

Happy para siempre 1

Stormy Glenn
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Sinopsis
Happy O'Brian pasó la mayor parte de su vida aislado del resto del mundo. Le
decían que era malvado y lo golpeaban todos los días. Vivió así, creyendo que
sus abuelos ultra-religiosos conservadores estaban en lo cierto hasta el día en
que su madre fue atacada. Buscando ayuda Happy cambio sus vidas de formas
que nunca había podido imaginar y le mostraron un mundo que no sabía que
existía.
Contestando una llamada por disturbios, el diputado Marc Walker conoce a un
hombre que lo sorprende con su dulzura. Cuando descubre la verdadera
naturaleza de Happy, Marc quiere saber todo sobre el hombre y mostrarle el
mundo.
Cuando el pasado asoma su cabeza, y sus vidas son puestas en peligro Happy
trata de hacer lo correcto y distanciarse de su diputado guapo. Pero Marc tiene
otros planes para su gentil gigante y no va a dejar que una pequeña cosa como
recibir un disparo o unos presos escapando y disparándoles interfieran con
esos planes.
Happy tendrá su felices para siempre.

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Capítulo Uno

―¿Te vieron? ―Le susurró con miedo.

Happy negó ―No, mamá.

―¿Estás seguro, Happy?

―Sí, mamá, estoy seguro. Esperé hasta que se fueron a la cama.

―Buen chico.

Happy O'Brian sonrió cuando se subió a la cama y se acurruco en los brazos


que su madre le ofrecía. Por un momento, se sumergió en la sensación de sus
suaves brazos envueltos alrededor de él, sabiendo que sólo tendría un poco de
tiempo con ella antes de tener que dejarla.

―¿Qué te gustaría escuchar esta noche?

―La Bella Durmiente. ―Su favorito, porque llegaba el príncipe y salvaba a la


Bella Durmiente con un beso. Soñaba con un príncipe que viniera a rescatarlos
a él y a su mamá. Había tenido este sueño desde que supo lo que era un sueño.

El príncipe nunca llegó.

―Oh, esa es una buena opción. ―Mamá lo abrazó, plantándole un beso en la


cabeza―. Érase una vez, en una tierra muy, muy lejana, vivía una apuesta
princesa llamada La Bella durmiente...

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La mente de Happy vagaba mientras escuchaba a su madre decirle la misma
historia que le había contado cientos de veces antes. No importaba cuantas
veces la oyera, nunca se cansaba.

Tal vez era porque su madre estaba contando la historia o tal vez era porque
estos momentos con ella eran pocos y distantes entre sí. Si sus abuelos
supieran que aprendió a colarse en su habitación para estar con ella, tendría
mucho que pagar. Pero valdría la pena sufrir el castigo, por estar con la única
persona en el mundo que lo amaba, aunque fuera sólo por unos minutos.

Happy volvió la cabeza y apretó la nariz contra el cuello de su madre,


inhalando su dulce aroma. Nadie olía como su Mama sol y rosas. Happy
imaginó que el cielo olería así.

―Te amo, mamá.

―Oh... ―Los labios de Anna O'Brian presionaron contra la parte superior de


la cabeza de Happy de nuevo―. Te amo, también, Happy.

Happy sonrió hacia ella. ―Es por eso que me llamaste Happy.

―Sí. ―La calidez en la voz de Anna fue rota por la suavidad de su susurro―.
Te nombré Happy porque estaba muy feliz de que tú fueras mío.

Happy estuvo en brazos de su madre, escuchando el resto del cuento de hadas.


Se entristeció cuando llegó a su fin. Significaba que su tiempo con su madre
también estaba llegando a su fin. Ellos no se atrevían a pasar más que un poco
de tiempo juntos.

―Es hora de irte, Happy.

Happy asintió mientras se sentaba. Discutir no le haría ningún bien a ninguno


de los dos. Acabaría haciendo llorar a su madre, y Happy odiaba ver llorar a
su madre. Lloraba con demasiada frecuencia.
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La mano de Anna se curvó alrededor de la cara del pequeño Happy. ―Pórtate
bien, mi hermoso bebé.

―Lo haré, mamá ―Happy prometió. Él siempre trataba de ser bueno, incluso
cuando sus abuelos decían que era malo.

―Dame un beso y luego a la cama. ―Happy se inclinó y besó a su madre en


la mejilla, sabiendo que no sería capaz de verla durante unos días. No era
seguro para él visitarla dos días seguidos. Había demasiadas posibilidades de
que los atraparan.

―Te amo, Happy ―Anna susurró con voz temblorosa―. Nunca lo olvides.

―Yo también te amo, mamá. ―La tristeza fue un gran peso en el corazón de
cinco años de edad de Happy cuando se bajó de la cama y se dirigió a la
puerta. Agarró el pomo de la puerta y luego miró por encima del hombro,
sonriendo a su madre―. Adiós, mamá.

―Adiós, cariño.

Happy se asomó en la puerta, una vez que vio que no había nadie, él se deslizó
de la habitación, corriendo por el pasillo hacia la puerta que conducía abajo a
su habitación del sótano. La mayoría del tiempo, sus abuelos olvidaban que él
estaba allí, siempre y cuando no hiciera demasiado ruido.

Algo muy dentro de Happy le dijo que no era justo que tuviera que colarse en
torno a su propia casa. No debería tener que ir a hurtadillas, y sin embargo, él
era un maestro en ello a la edad de cinco. Sabía dónde se encontraban cada
tabla que crujía y cada grieta en el suelo. Sabía por qué lado del pasillo podía
caminar para no hacer ningún ruido y que puertas se abrirían sin hacer un
chillido.

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Y lo más importante, Happy sabía cómo abrir la cerradura de la puerta de la
habitación de su madre para poder entrar a visitarla después que sus abuelos
fueran a la cama.

Bajó con cuidado por las escaleras hasta la sala pequeña en el sótano que era
su habitación, no era mucho, pero era suya, y sus abuelos muy raramente
venían hasta el sótano.

Cerró la puerta, conteniendo la respiración hasta que se cerró completamente


sin hacer ningún ruido. Cruzó la habitación y se metió en su cama, tirando del
raído cubrecama hasta el cuello.

Había una pequeña ventana rectangular en su habitación. Estaba a medio pie


del suelo en el exterior de la casa, pero lo suficientemente alto en el interior y
no podía llegar a ella, incluso cuando se ponía de puntillas. En ciertas noches
como esta permitía que la luz de la luna brillara en su habitación. Por más que
a Happy le gustaba ver a los rayos de la luna, odiaba cuánto iluminaban la
desesperación de su habitación.

Happy metió la mano bajo la almohada y agarró el pequeño cuadrado de


retazos cosidos que su madre había hecho para él de ropa vieja.

Lo apretó contra su pecho mientras miraba los rayos de luna en la ventana,


deseando que un príncipe viniera por él y su mamá para cuidarlos.

Pero felices para siempre sólo ocurría en los cuentos de hadas.

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Happy apretó los puños antes de abrirlos sobre sus muslos desnudos. Él
endureció su mandíbula, apretando los dientes para no gritar cuando el
cinturón de cuero de su abuelo bajó en su espalda una y otra vez.

Había aprendido muy pronto que sus abuelos recibían algún tipo de disfrute
perverso al oírle gritar. Su abuela dijo que era la única manera de saber que
estaban sacando el mal de él. Su abuelo disfrutaba de infligirle dolor.

No tenía idea de cuántas veces se había arrodillado en el suelo en el año,


inmóvil mientras su abuelo intentaba batir el mal de él mientras que su abuela
estaba cerca citando las escrituras de su biblia.

Si Happy supiera lo que había tan mal, no volvería a hacerlo. Pero él no lo


sabía.

Sus transgresiones parecían cambiar según los caprichos de sus abuelos.

Un día él podría ser el mal porque no caminaba por la habitación


correctamente. Al día siguiente era el engendro del diablo porque su madre era
una madre soltera y él era una prueba de su pecado. Él nació con ojos azules.
Era un niño. Él nació. La lista parecía no terminar hasta que todo lo que
Happy entendía era que era el mal encarnado.

―Sí, aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno...

Happy miró a la mujer que se arrodillaba en el suelo frente a él, su biblia


desgastada abrazada con fuerza en las manos viejas mientras le recitaba la
oración. Sus palabras, algo que había escuchado cientos de veces en sus diez
años no significaban nada para él. Happy dudaba de que este dios mítico que
sus abuelos veneraban realmente existiera. Nadie que amaba como la Biblia
decía que Dios hacia podía tolerar el odio que sus abuelos vomitaban con cada
respiración.

Los ojos de Happy se trasladaron a la pequeña mujer de pelo castaño que


yacía acurrucada en la esquina, con el cuerpo magullado y roto. Sus ojos 7
marrones, caídos y con angustia, eran inquebrantables acechándole en
silencio, rogándole que sea fuerte. Las manos de Happy se apretaron de nuevo
ante el conocimiento de que una vez más había sido incapaz de salvar a su
madre de la ira de sus abuelos.

Muchas veces se había interpuesto entre él y el cinturón de su abuelo con el


que le gustaba golpearlos. Y muchas veces, Happy tuvo que colarse en su
habitación en el medio de la noche para tratar sus heridas cuando ella estaba
demasiado malherida para cuidar de sí misma.

Happy sabía que esta noche sería una de esas noches.

A medida que la correa de cuero duro del cinturón descendió sobre su desnuda
espalda sangrienta una vez más, Happy cerró los ojos y rezó a cuantas
facultades había, ya sean dioses o los cuentos de hadas o el hombre en la luna,
deseaba ser lo suficientemente fuerte para salvar a su madre. No le importaba
si su alma estaba condenada al infierno como sus abuelos dijeron que lo
estaba. Con gusto aceptaría lo que el destino pusiera en su camino si podía
salvar a su mamá.

Happy inhalo lentamente cuando los azotes se detuvieron. El mismo aire hacía
arder los verdugones que cruzaban su adolorida espalda, pero él se negó a
mostrar siquiera una mueca de dolor. Se negó a dar a sus abuelos esa
satisfacción. No había llorado delante de sus abuelos desde que tenía cinco
años de edad y lo atraparon cuando regresaba de visitar a escondidas a su
madre en su habitación. Él no iba a empezar ahora.

―Limpia este desastre.

Los dientes de Happy se apretaron cuando su abuelo le dio una patada.

Esperó a que su abuela se pusiera de pie, sabiendo que a la mujer mayor no le


gustaba que él la mirara. Ella decía que tenía el diablo en los ojos y ella no
quería estar infectada con el mal en su alma.

Lo que sea. 8
Una vez Amelia O'Brian se levantó y salió de la habitación, para ir a rezar a su
dormitorio, Happy se puso de pie. Mantuvo los ojos bajos, viendo a su abuelo
con cautela por el rabillo del ojo.

Por mucho que odiaba escuchar a su abuela seguir y seguir sobre los males de
la carne y llamándolo engendro de Satanás, odiaba cuando ella salía de la
habitación aún más. Herne O'Brian mantenía la correa cuando su esposa
estaba en la habitación. Él usaba sus puños cuando ella no estaba alrededor.

―Date prisa, muchacho. Tú todavía tienes que traer la leña desde fuera.

Happy no se atrevió a esquivar la mano que le dio un golpe al lado de su


cabeza. Tratar de escapar de los puños de su abuelo era peor que ser golpeado.
Si él se resistía, su abuelo se volvía loco, agarrando cualquier cosa y todo para
golpearlo con ello. Si su abuela trataba de interferir, algo que no sucedía a
menudo, decía que Happy había empezado a hablar en la lengua de Satanás o
alguna tontería.

Él decía lo que tenía que decir para justificar su ira.

―¿Me estás escuchando, muchacho?

―Sí, señor.

―Entonces ve a buscar la leña. Tu abuela está esperando por ella para


comenzar a hacer mi cena.

Eso le decía a Happy que no iba a tener cena.

Happy comenzó a agacharse para recoger a su madre cuando sintió algo


pesado caer sobre la cabeza. Por primera vez en cinco años, él gritó cuando el
dolor explotó a través de la parte posterior de su cráneo. Sintió algo cálido y
húmedo gotear por la parte posterior de su cuello mientras se derrumbaba en
el suelo al lado de su madre.

―¿Me estás escuchando, muchacho? ―Herne gritó.


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Sintió la mano de su madre acariciarle el lado de la cara. La miró a los ojos y
vio cómo las lágrimas goteaban por sus mejillas pálidas, su abuelo se volvió
loco, le dio patadas y golpes hasta que un golpe en la herida con hemorragia
en la parte posterior de la cabeza le hizo desmayarse.

Happy recogió la pila de leña que había cortado y la llevó hacia la casa. Había
cortado más que suficiente para llenar la caja de madera en la casa y la pila en
la leñera para mantener el fuego durante por lo menos un par de días.

Llevo adentro la madera y la apilo ordenadamente en la caja para madera al


lado de la estufa de leña. Se aseguró de limpiar cualquier pequeña pieza de
madera o corteza que pudiera haber caído en el suelo.

La abuela había sido realmente particular acerca de sus suelos cuando estaba
viva. No le gustaba que los desordenaran. Incluso dos años después de que
falleciera, Happy todavía esperaba que comenzara a gritarle que mantuviera
los pisos limpios.

Una vez que hubo terminado, Happy salió otra vez y comenzó a apilar la leña
cortada en la leñera. Si lograba hacerlo lo suficientemente rápido, podría tener
tiempo para ir a la huerta en el otro lado del campo y recoger algunas
manzanas para un pastel. Su mamá no se había sentido bien en los últimos
tiempos, y Happy quería hacer algo para animarla.

Un ruido extraño desde la dirección de la casa llamó la atención de Happy.


Miro para ese lado, pero no vio nada fuera de lo común, nada que pudiera
haber creado un ruido extraño.
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Happy volvió a trabajar apilando madera.
Se detuvo con un trozo de madera en la mano cuando oyó el ruido de nuevo,
esta vez un poco más fuerte. Sonaba casi como un gemido.

Sabiendo que su madre no se encontraba bien, y preocupado de que pudiera


estar peor, Happy dejó la madera en el suelo y entró en la casa.

Tuvo que detenerse una vez que llegó a la sala principal, y escuchar. EL
sonido venía de la habitación de su madre. Aceleró sus pasos hasta que estaba
casi corriendo mientras se apresuraba por el pasillo hacia su cuarto, abriendo
la puerta sin llamar.

Había pasado la mayor parte de su vida aprendiendo a mantener su rabia


contenida y enterrada bajo la superficie para no hacer las cosas peor para él ni
su madre, pero la visión de su abuelo intentando abrir las piernas de su madre
era más de lo que podía manejar.

Con un rugido de rabia que sacudió las ventanas, Happy se lanzó contra su
abuelo. Arrancó al hombre lejos de su madre y lo arrojó contra la pared más
cercana. Su abuelo apenas golpeó el piso antes de que Happy se diera la vuelta
y se dirigió a su madre. Rápidamente cogió una manta y cubrió su cuerpo
desnudo.

Inclinándose sobre ella, le limpió suavemente las lágrimas de sus mejillas.


―Está bien, mamá ―dijo en voz baja―. Él no te hará daño nunca más.

Happy se tensó cuando oyó un chasquido extraño. Se dio la vuelta, sus ojos
abriéndose mucho cuando vio el arma que su abuelo tenía en la mano. Él ni
siquiera sabía que el anciano era propietario de una pistola.

―Ha sido muy malo ―Happy dijo cuándo se puso entre su abuelo y su
madre―. Ha intentado hacerle daño a mamá.

―¡Fuera de mi camino, muchacho! ―Herne gruñó―. Ella es mi hija. La


biblia dice que ella tiene que ocupar el lugar de su madre si su madre muere.
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Happy ladeó la cabeza. Su madre le había leído la Biblia de un extremo al
otro. En ninguna parte decía eso. ―Usted está mintiendo. ―Y era malo
mentir.

―¡Es mi derecho a tenerla!

―No. ―Happy nunca se había enfrentado a su abuelo, pero él no podía dejar


que el hombre hiriera a su madre. Ya no lo dejaría, y sin duda no así. Por
mucho que sabía que su madre lo amaba, también sabía que él fue el producto
de alguien obligándola a tener relaciones sexuales, cuando ella era muy joven.
No iba a permitir que suceda de nuevo.

Happy se quedó mirando a su abuelo hacia abajo, ni siquiera pestañeo cuando


el cañón del arma se elevó y le apuntó. Por primera vez desde que podía
recordar, no tenía miedo.

Él se enfureció.

―Aléjate. ―Herne hizo un gesto con la pistola para que Happy diera un paso
atrás.

―No.

Era tan simple como eso.

Happy dio un paso hacia su abuelo. Oyó la pistola cargarse cuando el hombre
más viejo apretó el gatillo. Sintió el golpe de la bala en su hombro. Él siguió
su camino. Sintió otro golpe de bala en el brazo pero siguió avanzando. El
arma se disparó una y otra vez, los tiros eran salvajes cuanto más se acercaba.

Happy arrancó el arma de la mano de Herne y lo arrojó sobre el piso. Algo


cambió en su interior mientras agarraba a su abuelo alrededor de la garganta y
levantó al hombre hasta que él estaba al nivel de sus ojos. Herne O'Brian le
había parecido siempre más grande que la vida. Fue desalentador darse cuenta
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que era varias pulgadas más alto que el hombre, y, probablemente, lo había
sido por un tiempo.

Happy golpeó a su abuelo contra la pared. ―¡Usted no va a lastimar a mamá


de nuevo!

―Happy. ―El dulce sonido de la voz de su madre fue probablemente lo único


que podría haber llegado a través de la rabia ciega de Happy.

―Happy, no puedes hacerle daño.

―Mamá ―Happy protestó. Él quería terminar con el reinado de terror de su


abuelo. Había durado demasiado tiempo.

―No, Happy.

Happy frunció el ceño mientras su agarre se aflojó lentamente. Esa no era la


respuesta que él quería, pero la palabra de mamá era más importante que
respirar.

―Que se vaya, Happy.

Happy oyó un ruido distinto cuando lanzó a su abuelo y el hombre cayó al


suelo. Despidió a su abuelo casi inmediatamente y se volvió hacia su madre.

―Happy, necesitamos ayuda.

¿Ayuda? ¿Quién iba a ayudarles?

―¿Mamá?

―Hay que ir a la ciudad y conseguir ayuda. ―Anna retiro el borde de la


manta. Happy gritó y corrió a la cama cuando vio la sangre por todo el pecho
de su madre.

―¿Qué debo hacer?


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―Ve a ver al sheriff.
Happy se puso rígido. ―¡No! ―Él nunca había ido en contra de su madre
antes, pero él no quería ir con el sheriff. El hombre era un monstruo.

―¡Happy O'Brian!

Happy dejó caer la cabeza, dándose cuenta de que había faltado el respeto a su
madre cuando le levantó la voz a ella. ―Lo siento, mamá.

―Bebe. ―Happy se apoyó en la mano de su madre que se curvaba alrededor


del lado de la cara―. Bebe, tienes que ir en busca de ayuda o me voy a morir.

―No. ―El miedo se apoderó de Happy y se envolvió a su alrededor hasta que


se filtro en su misma alma. Su mamá era la única cosa buena que tenía en su
vida.

Él no estaba dispuesto a dejarla morir.

―Necesitamos algo para detener el sangrado, Happy.

Happy frunció el ceño mientras trataba de pensar en algo. Se dio la vuelta y


salió corriendo de la habitación, corriendo a la cocina. Happy revolvió
alrededor de algunos de los cajones hasta que encontró todo lo que necesitaba
y luego corrió al dormitorio. Dejó caer sus suministros en la cama al lado de
su madre.

―Esto podría hacer daño.

―Sí, supongo que sí.

Happy se puso a llorar cuando su madre gimió cuando él la levantó en una


posición sentada. Él nunca haría daño a su madre, no en un millón de años.
―Lo siento.

―Está bien, Happy. Date prisa y acaba.

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Happy limpió gran parte de la sangre, presionó un repasador limpio sobre la
herida y lo cubrió con cinta adhesiva, envolviendo la cinta alrededor del pecho
de su madre para mantenerlo en su lugar.

Una vez que estaba todo hecho, ayudó a su madre a ponerse un camisón
limpio y luego envolvió la manta alrededor de ella como un burrito. Le
disparó a su abuelo una mirada rápida para asegurarse de que no se había
movido luego recogió a su madre en sus brazos y la llevó hasta la puerta.

―Happy, ponme de nuevo en la cama.

―Dijiste que necesitábamos ayuda.

―Happy, la ciudad está a más de diez kilómetros de distancia y no tenemos


coche. No me puedes llevar allí.

―Sí, puedo. ―Él iba a llevar a su madre a la luna si necesitaba hacerlo―.


Descansa, Mama. Yo me ocuparé de ti.

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Capítulo Dos

―Diputado Walker, tenemos un informe de un disturbio en alimentos y


semillas. Gus dice que hay unos matones acosando a uno de sus empleados
fuera en frente de la tienda.

El diputado Marc Walker rodó los ojos mientras activó su micrófono en el


hombro. ―Estoy en ello, Agnes. ―Puso su camioneta en marcha y salió a la
calle, en dirección hacia la tienda local de alimentos y semillas. Era más que
probable que fuera una pareja de adolescentes gritando a las niñas o algo.

Teniendo en cuenta el pequeño tamaño de la población de Cade Creek, no le


tomo a Marc más de unos pocos minutos llegar al otro lado de la ciudad.
Cuando estaciono en frente de Alimentos y semillas de Fletcher descubrió que
la perturbación era un poco más grande que sólo un par de adolescentes
alrededor.

Marc estacionó su camioneta en el parque y saltó, corriendo hasta la lucha


sucediendo en la calle en frente de la tienda. ―¡Eso es suficiente! ―gritó
mientras tiraba a Jeff Murkily y su hermano Brad fuera de otro hombre. Él se
colocó entre los tres hombres, apartándolos―. ¡Suficiente!

―¡Él empezó! ―Jeff dijo de inmediato, señalando al otro hombre.

La boca de Marc cayó mientras miraba al otro hombre, y se dio cuenta que
estaba mirando el pecho del hombre. Tuvo que levantar los ojos varias
pulgadas para ver su rostro.

Maldita Sea. 16
―¿Qué pasó aquí?

―Estábamos ocupándonos de nuestros propios asuntos cuando este idiota se


acercó y comenzó a gritarnos ―dijo Jeff―. Cuando le dijimos que nos deje en
paz, comenzó a lanzar golpes.

―Estábamos defendiéndonos ―Brad insistió.

Marc volvió a mirar hacia atrás al maldito hombre más grande que jamás
había visto fuera de un evento de lucha libre. ―¿Qué tienes que decir?

Los labios del hombre se estiraron cuando él los presionó juntos, esa fue su
única respuesta. Marc siquiera estaba seguro si parpadeó.

―¿Ves? ―Dijo Jeff―. Él sabe que estuvo mal.

―¿Es eso cierto, señor? ―Preguntó Marc―. ¿Comenzó la lucha? ―Marc


quería rechinar los dientes cuando el hombre se quedó pasivo―. Señor, tiene
que responderme.

Jeff se rió sarcásticamente. ―Tal vez él no le oye, diputado. Puede ser él uno
de esos-

Marc señaló con el dedo a Jeff. ―Dilo y voy a encerrarte hasta el mes que
viene. ―Odiaba a los intolerantes.

―¡No puedes hacer eso! dijo Jeff con los ojos ardiendo. ―Yo no hice nada.

Marc miró a Jeff. Conocía al hombre desde la escuela y no era más que un
matón, una de las razones por las que Marc no le creyó automáticamente
cuando llegó a la escena. Jeff había sido un matón en la escuela secundaria y
todavía era un matón.

―Pruébame.

―Sólo tiene que esperar hasta que el sheriff se entere de esto. ―La cara de
Jeff se sonrojó cuando su voz se elevó―. Apuesto a que estaría
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verdaderamente interesado en escuchar a su nuevo diputado amenazando con
encerrar a personas por defenderse.

―Lo escuché ―dijo una voz profunda detrás de Marc―. Y estoy de acuerdo.

Jeff sonrió como si hubiera ganado ese argumento.

―Di una palabra fuera de lugar y voy a encerrarte durante un mes.

La mandíbula de Jeff cayó. ―No puede hacer eso.

La sonrisa del Sheriff John Riley era incluso más grande que la de Jeff había
sido.

El hombre cruzó los brazos sobre el pecho y miró a Jeff. ―Pruébame.

Jeff farfulló por un momento y luego se quedó en silencio.

―¿Cuál es el problema aquí? ―Preguntó John mientras le daba su atención a


Marc.

―Todavía estoy tratando de averiguarlo, sheriff ―Marc respondió―. Jeff y


Brad dicen que este hombre les atacó y que no estaban nada más que
defendiéndose.

―¿Es eso cierto, Happy?

―No, señor ―fue la respuesta tranquila.

Las cejas de Marc se dispararon. No estaba seguro de si fue por oír al hombre
hablar o escuchar su nombre. O el hecho de que los ojos que finalmente se
levantaron lo suficiente para que pudiera verlos eran los más impresionantes
ojos azules que había visto en su vida. Era como mirar en el alma de alguien.

―Dime lo que pasó, Happy ―John dijo.

―Yo estaba barriendo la acera como el Sr. Gus me dijo y entonces estos dos
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vinieron y empezaron a patear la suciedad para arriba. ―Una arruga en el
ceño se abrió camino a través de la frente del gran hombre―. Yo no le pegué
a nadie, Sheriff.

―No lo hizo, sheriff.

Marc levantó la vista para ver a Gus Fletcher de pie en la puerta de su tienda
con un par de clientes.

―Jeff y Brad empezaron todo el lío. Cuando Happy los ignoro, se enojaron y
comenzaron a gritarle. Ahí fue aproximadamente cuando llamé a la estación.
Happy sólo mantuvo sus brazos delante de su cara.

―Mamá se enoja cuando me golpeó en la cara.

Marc sintió un gruñido quemado profundo en la boca del estómago. ―¿Esto


te pasó antes?

Happy se encogió de hombros.

―Como estoy seguro que puedes entender, Happy tuvo algunos problemas
debido a su tamaño ―dijo John―. La gente tiende a dejarse intimidar por él.
―John hizo un gesto con la mano hacia Jeff y Brad―. O se creen que tiene
que pelear con él para demostrar su valía.

Marc podía ver donde eso podría ser un problema. Puesto de pie él medía un
metro ochenta y nueve de alto, no era un hombre de baja estatura. Happy de
pie al menos tenía la mitad de un pie más alto que él, y un centenar de libras
más pesado. El hombre era simplemente masivo.

―¿Quieres encerrarlos?

―No, no van a causar más problemas, ¿verdad chicos?

John inclinó la ceja a los dos hombres. ―Porque si lo hacen, no sólo voy a
tener una charla con su pa, voy a encerrarlos por un buen rato.

―Ahora, mire aquí, sheriff ―Jeff comenzó.


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―¿Tenemos que llevar esto a la estación, Jeff?

―¡No puede hacer esto!

Marc como que estaba esperando que el hombre cometiera un error.

―Cállate, Jeff ―Brad dijo cuando comenzó a empujar a su hermano hacia el


otro lado de la calle―. ¿Tú quieres que él llame a Pa?

―¡Muy bien! ―Jeff gritó―. Pero esto no terminó.

―Más vale que si ―John dijo― o usted y yo vamos a tener una seria
discrepancia.

Marc se puso de pie con su jefe y observó a Jeff y Brad subir a su camioneta y
luego girar sus neumáticos, yendo por la calle.

―¿Quiere que lo siga y le dé una multa por exceso de velocidad en la ciudad?

―No. ―John se rió entre dientes mientras se volvía hacia el almacén de


alimentos y semillas de nuevo―. Voy a hacer a su padre una llamada más
tarde y le hare saber que los dos nuevamente están dando problemas.

Marc asintió mientras sus ojos se desviaron de nuevo a Happy. Estaba


intrigado por la forma inusual en el que el hombre le estaba mirando.

Era casi tímido como si quisiera mirar, pero tenía miedo de quedar atrapado.
No era algo que podía haber esperado de un hombre tan grande e intimidante.

―Happy, ¿cómo está tu madre? ―Preguntó John.

Marc inhaló bruscamente cuando la sonrisa más dulce que jamás había visto
apareció en la cara de Happy. Cambiando toda la conducta del hombre.

Marc se dio cuenta de que estaba tratando con un gigante amable. Él dudaba
de que Happy tuviera un hueso malo en todo su cuerpo.
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―Ella tiene un poco de resfriado en este momento, pero el doctor dice que
estará bien si tiene mucho descanso.

―¿Necesitas algo?

―No, señor. ―Happy hizo un gesto con la mano hacia el almacén―. El Sr.
Gus me dio bastante trabajo para el próximo par de días. Puedo comprar lo
que necesitamos con eso.

―Bien, bueno, ya sabes dónde está la estación. Si necesitas algo, puedes ir allí
y hablar conmigo o con el diputado Marc aquí. ―Marc dio un paso adelante
cuando John hizo un gesto hacia él―. Este es el diputado Marc Walker. Él es
un tipo muy agradable. Si no me encuentras, busca al diputado Marc.

Los ojos azules y cristalinos de Happy perforaron a Marc. ―Sí, señor.

―¿Necesitas que te lleven a casa después de que termines?

Marc no creía que fuera posible, pero la sonrisa de Happy se hizo más amplia.

―No, señor. Monté mi bicicleta a la ciudad hoy. Puse en ella esa cesta que me
dio y es lo suficientemente grande como para llevar víveres y todo.

―Está bien. ―John sonrió y palmeó el hombro de Happy―. Probablemente


tienes que volver al trabajo o Gus va a pensar que no deseas más el trabajo.

―Oh, no, señor. ―Los ojos preocupados de Happy se dispararon a la parte


delantera de la tienda―. Necesito este trabajo.

―Entonces ve a trabajar.

Marc sonrió cuando los ojos de Happy se posaron en él. Tocó el ala de su
sombrero, asintiendo al hombre. ―Ten un buen día, Happy.

―Usted, también, diputado Marc.

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Marc esperó hasta que Happy entró al interior del edificio antes de girarse
hacia el sheriff. ―¿Cuál es su historia?

―Ese es Happy O'Brian.

―¿De dónde es? ―Marc recordaría haber visto a un hombre así de grande
antes.

―Él es realmente de Cade Creek.

Marc lo miró por un momento y luego se echó a reír. ―Correcto.

―No, en serio ―dijo John―. Happy nació en una granja a diez kilómetros
fuera de la ciudad. Vivió aquí toda su vida. Dudo que haya estado a más de
veinte kilómetros de su casa desde su primer aliento.

―Yo me crié en esta ciudad, John. Creo que recordaría haber visto a un
hombre tan grande.

John se rió entre dientes. ―¿Tienes tiempo para una taza de café?

―¿Tú lo compras?

―Sí, claro.

La mente de Marc vagó al hombre enorme mientras caminaba por la vereda


con John a la cafetería local. Él no nació en Cade Creek, pero su familia vivía
aquí desde que era un bebé. Excepto un breve paso por el servicio y cuando se
fue a la academia de policía, había estado aquí toda su vida. Creía conocer a
todo el mundo. Aparentemente podría haberse perdido unas pocas personas.

Entraron en el Kapheri Koffee Korner y se dirigieron a una mesa junto a la


ventana. John levantó dos dedos cuando se sentaron. Poco después, alguien
llegó con dos tazas de café.

―Hola, sheriff, diputado.


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Marc asintió. ―Hey, Brennan.

―¿Puedo ofrecerte algo más?

―No, el café está muy bien, gracias. ―Marc esperó hasta que Brennan se
alejó y él había manipulado su café antes de volver su atención al sheriff―.
Por lo tanto, cuéntame.

John tomó un sorbo de su café y luego dejó la taza sobre la mesa. ―Yo no
nací en Cade Creek, así que no sé todo sobre todo el mundo. Me tomó un
tiempo conocer a la gente.

Eso tenía sentido.

―Yo había sido el sheriff por cerca de cuatro años. Fue justo después que
Yancy y yo nos mudamos a nuestra nueva casa con Seamus. La mayor parte
de esto pasó mientras estabas en la academia de policía.

Eso explicaba por qué nunca había oído hablar de este incidente. Marc hizo un
cálculo rápido en su mente y pensó que eso habría sido hacía unos tres años.

―Tomé un turno de noche para que Yancy pudiera ir a ver a unos amigos a
casa. Yo estaba sentado en la estación cuando las puertas se abrieron de golpe
y el hombre más grande que jamás había visto en mi vida entro
tambaleándose. Tenía sangre por todo el cuerpo y una mujer envuelta como un
burrito en una manta en sus brazos. Le habían disparado.

Marc contuvo el aliento. ―¿Quién era ella?

―Su mamá. ―La expresión de John se agrió, sus labios hicieron una mueca
en las esquinas―. La cargó a la ciudad durante diez kilómetros porque ella le
dijo que necesitaba ayuda.

Las cejas de Marc se dispararon. ¿La llevó diez kilómetros?

23
Las manos de John se envolvieron alrededor de su taza de café. ―Ellos no
tenían un coche.

―Jesús. ―Marc se sentó, pasándose la mano por el pelo.

―No fue hasta más tarde que descubrimos que a Happy le habían disparado
también. Tenía dos impactos de bala en él mientras cargó a su mamá hasta la
ciudad.

Marc sintió que su café trataba de volver a subir. Tragó saliva.

―¿Quién les disparo?

―Herne O'Brian, el abuelo de Happy.

―¿Por qué?

―Anna O'Brian tenía quince años cuando dio a luz a Happy.

Los labios de Marc se curvaron con disgusto. Un niño dando a luz a un niño.

―Sus padres eran muy muy religiosos. Vieron su embarazo como un pecado
y vieron a Happy como el engendro del diablo. Hicieron que Anna abandonara
la escuela y la escondieron. Ella dio a luz en casa. Después de eso, no se le
permitió salir al mundo, porque era una mujer en desgracia y tenían miedo que
la gente se enterara.

―¿Quién es el imbécil que la dejó embarazada? ―Preguntó Marc, con ganas


de ir rastrear al hombre o al menos arrestarlo―. ¿Dónde estuvo todo este
tiempo?

Los labios de John se estiraron. ―El Sheriff Miller.

La mano de Marc se apretó en un puño. No había manera de castigar al


hombre por lo que había hecho a Happy o a su madre. El ex alguacil ya estaba
muerto, asesinado por otro hijo que había salido de la parte más profunda.
24
―¿Por qué Herne disparo a su propia hija y nieto? ¿Estaban tratando de
escapar o algo así?

―Herne y Amelia O'Brian trataron de vencer el mal de Happy casi a diario.


Cuando Anna trataba de proteger a su hijo, la golpeaban. Cuando Amelia
falleció, Herne tomó la escritura de la biblia y lo convirtió en su propia idea
enferma y retorcida de cómo el mundo debía ser, y en ese mundo, Anna
tomaba el lugar de su madre en su cama. Sintió que era su derecho.

Marc se tambaleó con lo que John le estaba diciendo. No podía creer que
Happy y su madre habían sido tan terriblemente abusados por muchas
diferentes personas. No era de extrañar que a Happy no le gustara hablar con
extraños.

―Cuando Happy intentó detener que Herne violara a su madre, Herne le


disparó. Uno de los disparos se desvió y golpeó en Anna.

―¿Dónde está ahora? ―Marc rogó que estuviera muerto.

―Está en el penal cincuenta y ocho del estado. No había duda de su culpa.


Todas las pruebas lo apuntaban, y después de que lo arrestaron, las cosas que
encontramos en esa casa habrían influido a cualquier jurado contra él. Hizo el
movimiento más inteligente de toda su vida cuando arregló un trato. Si el
jurado hubiera visto el caso, nunca habría visto la luz del día.

John se quedó en silencio por un momento, mirando hacia abajo a su taza de


café.

Parecía un hombre que tenía el peso del mundo en sus hombros.

―Vi un montón de cosas en mi vida, Marc. Pero la vida que Anna y Happy se
vieron obligados a vivir durante diecisiete años me conmocionó. Happy vivía
en un cuarto de cinco por cinco en el sótano con una sola ventana. Anna me
dijo que Happy tenía que colarse en su habitación en medio de la noche sólo
para que pudieran verse entre sí. 25
Había una cosa que lo confundió. ―¿Por qué el nombre de Happy si lo
odiaban tanto?

John rió tan de repente que la boca de Marc cayó. ―Esa fue Anna. Ella lo
nombró Happy porque ella estaba feliz de tenerlo y quiso que nunca olvide
que alguien en su vida lo quería.

―¿Y ella está viva? ―Tenía que estar seguro.

John asintió. ―Happy ato su herida para que no se desangre mientras la


llevaba a la ciudad. A pesar de que había recibido un disparo en el pecho, fue
bastante alto por lo que no había órganos vitales afectados. Ella estuvo fuera
del hospital en una semana. Happy pasó casi un mes en el hospital por las
heridas que sufrió.

Marc podría decir por la expresión sombría en el rostro de John que no iba a
gustarle lo demás que el sheriff tenía que decirle. ―¿Qué?

―Happy es un poco lento. Quizás lo notaste.

Marc asintió. Lo había atribuido a la situación y a la timidez del hombre.


¿Podría haber estado equivocado?

―Su abuelo lo golpeo en la cabeza con un ladrillo cuando tenía unos diez
años de edad. Estaba tratando de proteger a su madre y Herne se enojó porque
no le escuchaba. Herne quería su cena. Anna dijo que Herne golpeó a Happy
una y otra vez hasta que se desmayó.

John respiró temblorosamente lento. ―El doctor dijo que probablemente


siempre sería un poco lento.

―Vas a decirme que nunca le dieron tratamiento médico. ¿Estoy en lo cierto?

―Lo estas. Hasta que Happy entró en la estación del sheriff cargando a su
madre, nunca había estado en la ciudad. No se le permitió.
26
―Porque entonces la gente vería su vergüenza.

John asintió. ―Exactamente.

Marc dejó de hablar cuando Brennan regresó para servirles otra taza de café.
Dudaba que necesitara la cafeína. Ya estaba estimulado por la historia de
terror que John le estaba contando. Pero tener algo en sus manos le impediría
golpear una pared.

―No me contaste lo que pasó con la abuela.

―Ella se enfermó y falleció un año antes de que Herne fuera por Anna.

―Es una lástima. ―Ella se liberó fácil.

―Mira, normalmente hubiera mantenido esto más o menos para mí mismo.


Yancy y yo decidimos que queríamos mantener la mayor cantidad de esta
historia en lo posible en secreto para proteger a Anna y Happy, para que
pudieran tener la oportunidad de una vida normal, pero Jeff y Brad son
matones y yo dudo de que hayamos visto lo último de ellos.

―Entiendo.

Happy necesitaba ser protegido.

27
Capítulo Tres

Happy levantó la mirada de la madera que estaba cortando cuando oyó un


vehículo que venía por el camino. Era algo tan inusual que sólo pudo estar allí
y mirar cuando llegó el gran vehículo blanco de la policía y paró en frente de
la casa.

Giró su hacha y la clavó en un tronco, luego se sacó sus guantes de trabajo y


los puso en el bolsillo trasero.

Happy no podía pensar en una sola razón por la que las autoridades vendrían a
la casa a menos que hubiera un problema.

Cuando el diputado que había visto hacía un par de días salió del vehículo,
Happy casi deseó que el sheriff hubiera llegado en su lugar. El diputado le
hacía sentirse divertido, como mariposas volando dentro de su estómago.
Hacía que otras partes de su cuerpo reaccionaran también, pero no quería
pensar en eso.

―Hey, Happy.

Happy se relajo cuando el saludo del hombre estuvo acompañado de una


sonrisa amistosa.

―Diputado Marc. ―Happy asintió―. ¿Pasó algo malo?

―No, no. ―El diputado Marc se inclinó dentro de su camión. Happy se


mordió el labio inferior mientras observaba el denim desteñido de los
pantalones vaqueros del hombre extenderse sobre su culo mientras se estiraba 28
para tomar algo―. Hice un poco de sopa de pollo con fideos para tu mamá.
―Oh. ―Happy no podía recordar que alguna vez alguien les trajera algo,
excepto tal vez los Blaecleahs. Habían sido muy agradables con él y su mamá
después de que su abuelo se fue por ser malo.

―¿Por qué?

―¿Por qué? ―Preguntó el diputado Marc mientras caminaba con una olla
roja entre sus manos.

―¿Por qué haces para mi mamá sopa de fideos de pollo? ―Happy estaba
bastante seguro de que el diputado no conocía a su mamá. En su experiencia,
muy pocos extraños hacían algo por otros extraños sin una razón.

―Bueno, recuerdo que dijiste que tu mamá estaba un poco resfriada y pensé
que podría disfrutar de sopa de fideos con pollo hechos en casa. Se supone que
es buena para ti cuando estás sintiéndote mal.

―Oh. ―Happy se rascó un lado de su cabeza mientras miraba a la roja olla.


¿Que se suponía que tenía a hacer con ella?

―¿Por qué no vamos dentro y conseguimos un tazón para tu mamá y vemos si


ella quiere un poco? ―preguntó el diputado Marc―. Te aseguro que me
gustaría conocerla.

―Está bien. ―Eso parecía bastante razonable. Happy todavía se preguntaba


acerca de los motivos del diputado mientras conducía al hombre en la casa.
Dio al interior una mirada superficial rápida, asegurándose de que todo
estuviera impecable―. No recibimos muchos visitantes aquí.

―Me lo imaginaba ―el diputado Marc respondió―. Tú debes llevar a tu


mamá a la ciudad al mercado del agricultor el fin de semana. Es muy
divertido.

La frente de Happy se arrugó mientras pensaba. ―¿Por qué haría eso?


29
Happy trago y movió sus pies cuando el diputado Marc sólo lo miró fijamente.
Estaba acostumbrado a que la gente lo mirara, pero eso no significaba que le
gustara.

―Qué tal si vengo el próximo fin de semana y te llevo al mercado. Vamos a


caminar y mirar en las cabinas, almorzar. Ya verás lo que quiero decir acerca
de que es divertido.

Happy pensó por un momento y luego asintió. ¿Mama también?

―Por supuesto. ―El diputado Marc sonrió―. Tu mamá es siempre


bienvenida.

Tal vez eso no sería tan malo, y sería bueno para mamá salir por un rato.
Pasaba demasiado tiempo encerrada en la casa.

Happy llevó al diputado a la cocina. ―¿Eso tiene que ser recalentado? ―El
fuego en la estufa estaba apagado, pero las brasas aún estaban calientes. No
tardaría más de unos pocos minutos para calentarse otra vez.

―¿Dónde hay un enchufe? ―Preguntó el diputado―. Este es un Crock-Pot.


Sólo necesito conectarlo.

―¿Un Crock-Pot? ―Happy se quedó mirando el bote de color rojo.

El diputado Marc hizo una pausa por un momento, mirándolo fijamente.


―Aquí, déjame mostrarte. ―Él miró a su alrededor―. ¿Tienes una toma de
corriente?

―Oh, sí. ―Happy llevó al hombre a la clavija blanca en la pared sobre el


contador en el refrigerador. ―Algunos hombres vinieron hace un par de años,
pusieron estos y ahora tenemos electricidad.

―Bien. ―El diputado estableció el bote de color rojo en el mostrador y lo


enchufó en el tomacorriente―. Esto es un Crock-Pot. ―El diputado Marc
apoyó la mano en la parte superior de la tapa―. Tú la conectas y mantiene las
30
cosas calientes o los cocina dependiendo de la configuración. ―Señaló un
botón en la parte delantera de la olla―. Tiene cuatro ajustes. Alto, bajo,
caliente y apagado.

―¿Y mantiene la comida caliente?

El hombre asintió con la cabeza.

―Oh, tengo que conseguir uno de estos. Sería muy bueno para hacer una gran
olla de algo temprano en la mañana y tenerlo caliente todo el día en caso de
que Mama tenga hambre.

―Voy a decirte una cosa ―dijo el diputado―. Puedes pedirme prestado el


mío cada vez que desees.

―¿Puedo?

―Claro. ―El diputado sonrió―. Pero tienes que invitarme a cenar la próxima
vez que hagas algo.

―Yo puedo hacer eso. ―Happy empezó a pensar en diferentes recetas que
podría hacer en el bote de color rojo, preguntándose cuál al bonito diputado le
gustaría más.

―Bueno, entonces está arreglado. ―Marc miró hacia la puerta―. ¿Quieres


presentarme a tu mamá primero o conseguirle un plato de sopa?

Happy mordió la uña del pulgar por un momento mientras miraba hacia el
pasillo. ―Mamá podría estar durmiendo. Tal vez deberíamos ver si está
despierta primero.

―Buena idea.

Las mariposas revoloteaban en el estómago de Happy por la sonrisa del


diputado.
31
¿Había visto alguna vez a alguien parecer tan agradable cuando sonreía?
Bueno, además de Mamá, pero el diputado Marc no hacía a Happy sentir lo
mismo que él sentía cuando su mamá le sonreía.

Happy no estaba seguro de por qué era eso.

Caminó por el pasillo hacia la habitación de su madre, en silencio hasta la


puerta antes de girar la manija y empujar la puerta abriéndola sólo lo
suficiente como para mirar dentro. Ojos de color verde pálido lo miraban
fijamente desde la pila de mantas de la cama.

―Oye, mamá. ―Happy se apresuró, inclinándose para rozar un beso sobre la


mejilla de su madre―. El diputado Marc vino a visitarte.

―¿Diputado? ―La cara de Anna palideció.

―Buenos días, señora ―el diputado dijo mientras entraba en la habitación,


sacándose el sombrero de la cabeza―. Vi a Happy en la ciudad hace un par de
días y dijo que estaba un poco resfriada. Sólo quería asegurarme de que lo
estaba haciendo bien.

―Mi hijo cuida muy bien de mí. ―Anna palmeó la mano de Happy.

―Estoy seguro de que sí. Parece un muy buen hijo. ―El diputado sonrió―.
Pero estoy seguro de que es debido a su mamá.

Happy estaba un poco confundido por lo bien que el diputado estaba tratando
a su madre. El sheriff Riley era agradable, y los Blaecleahs estaban muy bien,
pero el diputado Marc estaba siendo... como... extraordinariamente agradable.

―Él te trajo un poco de sopa casera de pollo con fideos, mamá. ¿Te sientes
como comer algo? Hice un par de barras de pan esta mañana. Podría
conseguirte un plato de sopa y pan.

―¿Hiciste pan casero? ―Preguntó el diputado.


32
Happy asintió.

Una sonrisa se extendió sobre los labios del hombre. ―Me encantaría probar
una pieza. Han pasado años desde que comí pan hecho en casa.

―Está bien. ―Le daría al diputado, todas las piezas que quisiera con tal de
que siguiera sonriendo de esa manera.

―Voy a tomar algo, Happy, pero sólo un poco.

―Sí, mamá.

Happy estaba emocionado de que su madre quisiera algo de comer. Ella había
estado comiendo como un pájaro en el último par de semanas. El médico dijo
que sólo tenía un resfriado y el descanso era lo mejor para ella, pero él seguía
preocupado. No sabía lo que iba a hacer en este mundo sin ella en él.

Se apresuró a regresar a la cocina y bajó tres tazones.

Cuando levantó la tapa de la olla eléctrica, sus entrañas gruñeron con hambre
por el aroma. ―Esto huele muy bien.

―Gracias ―el diputado Marc respondió―. Mi mamá me enseñó la receta.

―¿Sí? ―Happy sonrió al diputado cuando coló sopa en cada tazón―. Mi


mamá me enseñó a hacer pan casero.

El diputado se veía como en casa mientras cruzaba sus brazos y se apoyó en el


mostrador. ―No puedo esperar a probar una rebanada. Me encanta el pan
casero, sobre todo cuando está caliente, y con un poco de mantequilla.

―Oh, sí. ―Happy gimió―. Es muy bueno caliente.

El estómago de Happy aleteó de nuevo cuando el diputado le guiñó un ojo.

Rápidamente se dio la vuelta, temeroso que el hombre viera la tienda de


campaña súbita en la parte delantera de sus pantalones vaqueros. Recordó 33
cada mala palabra que sus abuelos siempre vomitaban en su cara, diciéndole
que el pecado flotaba en su cerebro, recordándole que la lujuria y el deseo
eran malas. Lo que sentía era equivocado.

Excepto que no podía dejar de sentirlo.

Solo observar al bonito diputado hacia a Happy... bueno... feliz. Él quería


mirar más. Quería tocarlo. Había todo tipo de lugares que quería tocar. Sólo
que no creía que ninguno de ellos estuvieran permitidos.

Quizás Mamá sabría.

Happy abrió un cajón y cogió tres cucharas y un cuchillo de mantequilla. El


pan no estaba caliente fuera del horno, pero aún así le daría el buen gusto con
un poco de mantequilla. Sacó el pan del horno y corto varias rodajas,
colocándolas en un plato. A continuación, colocó la sopa, el pan, y la
mantequilla en una bandeja para llevar a la habitación de su madre.

―¿Quieres algo de beber, diputado Marc?

Estoy bien, pero sería genial si sólo me llamaras Marc. Ser diputado es lo que
hago, no lo que soy.

―¿En serio? ―Happy no podía dejar de mirar al hombre―. ¿Estaría bien que
te llame Marc?

―Yo preferiría que lo hicieras.

―Está bien. ―Happy empezó a sonreír―. Marc.

―Gracias, Happy.

Happy apenas mantuvo la sonrisa en su rostro mientras contenía la


respiración. La sonrisa de Marc fue devastadora. ―De nada.

Happy recogió la bandeja de comida y empezó a salir de la cocina. Era un


poco extraño tener a alguien allí además de mamá. Excepto cuando el Sheriff
Riley había llegado y llevado a su abuelo lejos, y cuando los Blaecleahs
34
habían venido a ayudar, Happy no podía recordar tener a nadie más en la casa,
además de él, mamá, y sus abuelos.

―¿Puedes decirle a mamá sobre el mercado del agricultor? ―Happy preguntó


cuándo abrió la puerta de la habitación con el hombro. Necesitaba dejar de
pensar en el diputado guapo y distraerse con cualquier otra cosa.

Además, él no estaba muy seguro de lo que era un mercado de agricultores.

―Me encantaría ―dijo Marc mientras agarraba una silla de la pared al lado
de la puerta y tiró de ella hacia el lado de la cama.

Happy dejó la bandeja en el pequeño puesto al lado de la cama y luego cogió


uno de los cuencos y se lo tendió al diputado. Mamá siempre decía que se
atendía a las visitas en primer lugar.

Una vez que Marc había tomado un tazón, Happy estiró y apilo algunas
almohadas detrás de la espalda de su madre. Agarró una bandeja de desayuno
del lado de la cama y lo puso sobre su regazo y luego colocó su cuenco sobre
la bandeja de madera.

Happy se sentó en el borde de la cama y empezó a untar con mantequilla el


pan mientras escuchaba a Marc explicar sobre el Mercado de Cade Creek
Farmer.

Sonrió cuando Marc mencionó los tomates de Billy Blaecleah. Había tenido
unos pocos. Ellos eran bastante buenos.

Sonrió a su madre mientras le entregaba un trozo de pan con mantequilla.


Agarró otra pieza y comenzó a ponerle mantequilla para Marc.

―¿Quieres ir la próxima semana, si te sientes mejor? Marc dijo que nos


llevaría.

―¿Eso es algo que te gustaría hacer, Happy? ―Preguntó Anna.


35
Happy se encogió de hombros, porque realmente no estaba seguro de cómo
responder a eso. ―Nunca estuve en un mercado de granjeros antes. Podría ser
divertido.

Anna le palmeó el brazo a Happy. ―Entonces vamos a ir. ―Sus ojos se


dispararon a Marc―. Si al diputado no le importa llevarnos.

―Creo que es una idea maravillosa ―Marc respondió―. Me encantaría llevar


a ambos.

Happy entregó el pan a Marc y luego tomó su sopa, tomando un sorbo. Él


gimió cuando el sabor hogareño estalló sobre su lengua. ―Esta sopa es
maravillosa.

Una risa cálida llenó la habitación. Happy contuvo el aliento cuando miró
hacia arriba y encontró Marc mirándolo con una extraña luz en sus ojos
azules. ―Es realmente bueno.

―Me alegro de que pienses así.

Happy sentía como mariposas y burbujas flotando alrededor en su estómago


mientras estaba sentado allí comiendo su almuerzo con Marc y mamá. No
podía recordar si lo había pasado tan bien alguna vez. Marc era divertido, le
hizo reír en varias ocasiones. Incluso hizo reír a mamá.

En el momento en que los párpados de mamá empezaron a revolotear y


decaer, Happy se sentía como mareado. Sabía que tenía una gran sonrisa en su
rostro que no desaparecería, pero no podía evitarlo. Le gustaba estar cerca de
Marc. El hombre era atento, lo escuchó incluso cuando le tomó un momento
poner sus pensamientos en orden. No se enojó. Se quedó sentado allí y espero.

Happy apiló todo de nuevo en la bandeja que había traído y lo llevó de vuelta
a la cocina. Empezó a lavar los platos, mirando cuando Marc se unió a él.
―¿Dejo el Crock-Pot enchufado o lo pongo en el refrigerador?
36
―La olla debe ser apagada cuando no la estés utilizando y no la dejes toda la
noche afuera, mira. ―Marc se acercó y levantó una parte de la olla sacándolo
de la carcasa exterior de color rojo―. Esta parte, una vez que se enfría, se
pueden poner en la nevera hasta el día siguiente cuando se calienta de vuelta.

―Esto es increíble. ―Happy nunca había visto nada igual.

―La tecnología moderna recorrió un largo camino, Happy.

Happy frunció el ceño al oír el tono triste en la voz de Marc. Se detuvo en el


lavado de los platos sucios y se volvió para mirar al diputado. ―¿Hay algo
malo, Marc?

―El sheriff John me contó un poco acerca de tu situación con tus abuelos.

―Oh. ―Happy dejó caer la cabeza, al igual que su corazón. No sabía muy
bien cómo se sentía acerca de que Marc conociera algunas de las cosas que le
pasaron a través de los años, pero estaba bastante seguro de que no le gustaba.
Quería poner esa parte de su pasado atrás y seguir adelante con su vida.

―Hey. ―La mano de Marc tocó su brazo―. Yo no te dije que sabía lo que
pasó para que te molestaras. Sólo quería que supieras que entendiendo por qué
algo de esto es nuevo para ti. Si tienes alguna pregunta sobre cualquier cosa,
yo estaría encantado de explicártelo.

La cabeza de Happy se ladeo. ―¿Por qué harías eso?

Los labios de Marc se curvaron hacia arriba. ―Porque me gustas.

El aliento de Happy se enganchó. ―¿En serio?

―De verdad. ―Marc asintió―. Creo que podríamos ser grandes amigos.

―Yo nunca tuve un amigo antes.

―Bueno, lo tienes ahora.


37
―Gracias. ―Happy nunca había tenido un amigo antes, además de su mamá,
y no creía que eso fuera lo mismo―. ¿Qué hacen los amigos?

Marc parpadeó por un momento, como si no hubiera estado esperando la


pregunta. ―Uh, bueno, teníamos planeado ir al mercado del agricultor juntos
el próximo fin de semana. Podemos empezar con eso. Y tendré que enseñarte
sobre el fútbol. No hay nada mejor que sentarse un domingo por la tarde
después de la iglesia y ver un partido de fútbol con unos amigos.

La sonrisa de Happy creció con cada palabra. Sabía un poco sobre fútbol de
ver la televisión en la tienda de alimentos y semillas en su hora del almuerzo.
Pero verlo con un grupo de amigos sonaba mucho mejor.

Sólo había un problema. ―Nunca estuve en la iglesia ―admitió. Por mucho


que la Biblia había sido empujada sobre él, no se le había permitido dejar la
casa―. Después de que el abuelo se fue, los Blaecleahs nos invitaron a ir,
pero mamá y yo... ―Happy meneó la cabeza―. No estoy seguro de cómo me
siento acerca de todas esas cosas.

―Y eso es comprensible, dadas las circunstancias ―Marc respondió―. Pero


puedo decir por experiencia personal que la Iglesia de Cade Creek no tiene
nada que ver con las cosas que tus abuelos creían. Brody no lo permitiría.

―¿Brody?

―Benjamín Brody, es el ministro de allí. Tú también puedes estar interesados


en saber que él está casado con Neason Blaecleah, y que ha realizado la
ceremonia de matrimonio para algunos de los hermanos Blaecleah.

Happy frunció el ceño. Él recordaba claramente un momento en que su abuelo


empezó a despotricar acerca de dos hombres que se casaban abajo en la iglesia
local. No se había dado cuenta de que eran los Blaecleahs.

―¿Eso es un problema para ti?


38
Happy miró a Marc. ―¿Es un problema para mí?

―Dos hombres que se casan

Happy lo pensó por un momento, tratando de dar a la cuestión una respuesta


honesta. ¿Era un problema para él que dos hombres se casaran el uno con el
otro?

―Mamá dice que las personas que se aman deben estar casadas, y la Biblia
dice lo mismo, pero mis abuelos estuvieron casados durante más de cuarenta
años y eran miserables juntos. Nunca les oí decirse una palabra amable uno al
otro. ―Happy negó con la cabeza―. Si eso es lo que es el matrimonio, yo no
quiero ser parte de ello.

―Realmente creo que el matrimonio de tus abuelos era una anomalía. Creo
que la mayoría de la gente que se casa vive feliz. ―Marc se rió entre dientes,
lo que sorprendió a Happy. Su discusión parecía bastante seria―. Tienes que
pasar algún tiempo con los Blaecleahs. Cada uno de ellos es malditamente
feliz.

Happy escondió sus labios, mirando a su alrededor con rapidez antes de


inclinarse susurrando ―Tu no debes jurar. Es malo.

Las cejas de Marc se dispararon antes de que él se echara a reír. ―Oh, Alani
Blaecleah va a amarte.

Happy asintió mientras sonreía de nuevo. ―Ella es muy agradable.

―¿La conoces?

―Mamá se quedó con ellos mientras yo estaba en el hospital. Yo no quería


que estuviera aquí sola.

―Eres un buen hijo.

39
Happy lo esperaba. Su mamá era la mejor, y se merecía sólo lo mejor. ―Trato
de serlo.

―Así que. ―Los ojos de Marc cayeron al reloj en la muñeca y luego se


desviaron a la puerta principal―. Me tengo que ir.

Los hombros de Happy se desplomaron. ―Entiendo. ―No podía esperar que


Marc pasara todo su tiempo con él. El hombre era un diputado después todo,
un diputado muy guapo. Probablemente tenía cosas mucho mejores que hacer.

―Tengo el turno de noche, así que necesito volver a casa y dormir un poco
antes del trabajo.

―Oh. ―Eso era un poco diferente, pero sólo un poco. Happy intentó no
parecer demasiado triste cuando lo acompañó hasta la puerta principal―.
Supongo que te veré el próximo fin de semana, entonces.

―Falta mucho para este fin de semana, Happy. ―Marc mostró una expresión
de satisfacción en sus ojos―. Yo tenía la esperanza de poder pasar antes de
esa fecha.

El corazón de Happy cantaba de alegría. ―Sí ―dijo―. En cualquier


momento.

―Bien.

Happy siguió a Marc fuera de la casa. Se puso de pie en el porche y lo observo


subir a su camioneta y luego salir.

Observó hasta que la camioneta desapareció de la vista antes de girar y


caminar hacia el interior.

Tal vez tener un amigo no sería tan malo después de todo.

40
Capítulo Cuatro

Happy se asomó por entre las cortinas de nuevo antes de mirar al reloj en la
pared. Pasaban diez minutos de las diez. Marc llegaba tarde. Él comenzó a
masticarse la uña del pulgar mientras se paseaba.

Tal vez el hombre había decidido no venir.

Happy podía pensar en un millón de razones por las que Marc podría no venir.

Es decir, él no era el bulbo más inteligente en la caja, gracias a la lesión en la


cabeza que sufrió cuando tenía diez años. Combina eso con su falta de
conocimiento sobre el mundo real, y él probablemente parecía un chico
provinciano.

Podía pensar en muy pocas razones que inducirían al hombre de hecho a


aparecer. Ser amigos no era tanto. Marc probablemente tenía una vida y estaba
muy ocupado. Desde el primer día, Marc lo había visitado dos veces más.
Happy estaba seguro de que tenía cosas mejores que hacer.

Miró el reloj de nuevo. Cinco minutos más habían pasado. Salió al porche y se
sentó en la mecedora que había hecho para su madre el pasado verano. Se
empujó con los pies, y se balanceo, moviéndose suavemente hacia atrás y
adelante.

―¿Estás bien, hijo?

Happy levanto la mirada para ver a su madre de pie en la puerta.

―Estoy bien. 41
―Él dijo que iba a venir. Él vendrá.

Su madre lo conocía demasiado bien. ―Supongo.

―El diputado Marc no parece ser el tipo de hombre que no aparece cuando
dice que va a venir. Sólo dale un poco de tiempo.

Happy sabía que su madre tenía razón. ―Nunca tuve un amigo antes. ―No
estaba seguro de cómo exactamente se suponía que debía actuar o qué se
suponía que debía hacer.

―Te gusta, ¿no?

La cara de Happy se sonrojó. Rápidamente bajó la vista a su regazo.

―Está bien.

Happy se acercó cuando su madre se sentó en el lugar junto a él. Había hecho
el balancín grande para que pudieran sentarse al mismo tiempo, pero le
gustaba sentarse cerca. A él le gustaba ella, también.

―Está bien que te guste Marc.

―¿Sí? ―Eso no era lo que le habían dicho la mayor parte de su vida. Y


aunque su madre dijo que sus abuelos mintieron, a veces era difícil recordar
que no era el engendro de Satanás.

Anna asintió.

―¿Qué pasaría si... ―Happy tragó saliva cuando admitió su más profundo
secreto―. Él hace que mi estómago se sienta divertido.

―¿Cómo si tuvieras el estómago lleno de mariposas?.

―Sí ―Happy respiro, contento de que su madre entendiera. Ella por lo


general lo hacia―. Mi estómago se hace todo divertido cuando él está cerca.
42
Anna le acarició la mano. ―No hay nada malo con te guste Marc, pero tienes
que recordar que él quiere ser tu amigo. Podría ocurrir, que eso sea todo lo que
quiere ser.

El corazón de Happy se apretó tan fuerte que las lágrimas brotaron de sus
ojos. ―¿Significa que él no podría tener mariposas? ―susurró, sin querer
decir las palabras que odiaba a más volumen que eso.

―Sí, bebé. ―Anna suspiró, sus dedos acariciando la mano de Happy. Había
tristeza en su voz cuando habló―. A veces nos gusta la gente que sólo quiere
ser amigos de nosotros. Ello no quiere decir que no le gustemos, sólo que le
gustamos de otra manera.

―Pero quiero que me quiera.

―Lo sé, Happy, pero no siempre conseguimos lo que queremos.

No quería escuchar eso. Hizo que las mariposas en su estómago empezaran a


estrellarse y arder. ―¿Cómo sé si él quiere sólo ser mi amigo?

―Creo que tal vez sólo tengas que esperar y llegar a conocerlo mejor. ―Anna
sonrió―. Quién sabe. Puedes descubrir después de que se familiaricen, que en
realidad no te gustaba después de todo.

―No es probable. ―Happy rió―. Es hermoso.

―Bueno, supongo que no puedo discutir con eso. ―Anna le dio una
palmadita en la mano de Happy de nuevo―. Ten cuidado, hijo. Marc parece
muy bueno, pero la gente puede ocultar su verdadera naturaleza hasta que
consiguen lo que quieren.

Happy inhalo lentamente. ―Lo sé, mamá.

―Está bien, voy a entrar y terminar de prepararme. Llámame cuando Marc


llegue.
43
―Gracias, mamá. ―Happy se inclinó y le dio un beso a su madre en la
mejilla―. Te amo.

―Te amo, también, bebé.

Después de que la puerta mosquitera se cerró detrás de su madre, Happy


regresó a mirar el camino en busca de signos de Marc. Tal vez el hombre
realmente había decidido no venir. Oh, espera, ya había tenido ese
pensamiento.

Happy suspiró mientras miraba hacia abajo a sus manos.

La cabeza de Happy se levantó cuando escuchó el sonido de un vehículo


viniendo por el camino. Se puso de pie y caminó hasta el borde del porche,
conteniendo la respiración hasta que el carro blanco de Marc apareció a la
vista.

Él había venido.

Happy trató de no parecer demasiado ansioso cuando saltó por las escaleras y
caminó hacia la camioneta de Marc. Pero cada pensamiento que tenía acerca
de enfriarse fue a la derecha por la ventana cuando Marc salió de la camioneta
y Happy lo vio.

El diputado Marc Walker se veía bastante guapo en su uniforme sin arrugas y


sombrero, funda de pistola y su placa incluida. Pero el sencillo Marc Walker,
de civil, en vaqueros desteñidos y una camisa de franela roja sobre una
sencilla camiseta de algodón blanco era algo de fantasías. Happy no podía
hacer nada más que estar allí y mirar.

―Siento llegar tarde ―dijo Marc mientras caminaba hacia Happy―. Tuve un
pinchazo.

44
―Está bien. ―Era su imaginación o Marc disfruto de la larga mirada que le
dio, parecía que estaba posando. Se quedó allí con las manos en los bolsillos
como si estuviera dejando que Happy obtenga un buen vistazo.

Y Dios, podría mirarlo por horas sin cansarse.

―¿Está tu mamá lista para irnos?

―Sí. ―Happy frunció el ceño cuando se vio obligado a mirar por encima del
hombro hacia la casa―. Por lo menos, creo que ella lo está. Probablemente
debería verificarlo.

―O podríamos simplemente esperar aquí por ella.

Giró nuevamente la cabeza conteniendo la respiración.

La sonrisa que Marc le estaba dando era tan cálida que le hizo sentir como si
sus dedos de los pies se derritiesen. Él quería que Marc siempre lo mirara así.

Incluso si no podía respirar.

―¿Estás emocionado por ir al mercado del agricultor?

―Lo estoy. ―Happy sonrió, sintiéndose optimista y feliz. Si Marc seguía


sonriéndole así, estaba bastante seguro de que podría flotar sobre la tierra―.
El Sr. Gus me dejó trabajar un turno extra.

Happy puso la mano en su bolsillo y sacó los cincuenta dólares que había
ganado. ―Mamá me dijo que podía gastarlo hoy.

―Habrá una gran cantidad de puestos ahí abajo así que no gastes todo en un
solo lugar.

La cabeza de Happy se inclinó hacia un lado. ―¿Puestos de Feria?

―Hay todo tipo de puestos, de frutas y hortalizas hasta joyería y conos de


nieve. Billy Blaecleah vende colchas cosidas a mano con las damas. Y Alani 45
vende sus tomates. Incluso uno de los amigos de Yancy viene a la ciudad los
fines de semana y vende suero batido.

Happy trató de pensar cómo sería. Él simplemente no pudo. ―¿Qué es


exactamente eso?

―¿Suero batido?

Happy asintió.

Marc se rió antes de responder. ―Es un batido pero se hace con cosas como
suero de leche y leche de soja en lugar de helado.

―¿Es bueno?

―No tengo ni idea. Nunca lo probé, pero Yancy jura que sí.

―Tal vez voy a probar uno. ―O no. Happy no estaba seguro de querer probar
una cosa llamada suero sin saber lo que era. Pero él estaba seguro que le
gustaría probar un batido.

Le gustaba el chocolate.

―¿Te gusta el chocolate?

―Fresa ―Marc respondió―. Sé que la mayoría de la gente está con el


chocolate o la vainilla, pero siempre he sido un hombre de fresas.

―Nunca tomé un batido de fresa.

La sonrisa de Marc creció. ―Podemos parar en el café esta tarde y obtener


uno para compartir.

―¿Sí? ―Happy iba a despegar derecho a la luna. Él sólo lo sabía. Marc


quería compartir un batido con él.

46
Happy se volvió cuando oyó la puerta de la pantalla abrirse. Mamá estaba
saliendo. Happy saludó cuando lo hizo, viendo como ella dio un paso dentro y
luego salió un momento después con su bolso y un suéter sobre su brazo.

―Buenos días, Marc.

Marc asintió respetuosamente. ―Buen día, Anna.

Le gustaba el hecho de que Marc y su madre parecían llevarse tan bien. Su


madre era la persona más importante en su vida. Marc se estaba moviendo
rápidamente para compartir ese lugar con ella.

―¿Estamos listos?

Happy asintió al igual que su madre. Marc se volvió y abrió el camino de


nuevo a su camioneta. Happy caminó hacia el lado del pasajero con Anna.
Abrió la puerta y echó hacia atrás el asiento para que Anna pudiera subir en el
asiento trasero.

―Oh, esta es una camioneta bonita ―dijo cuando se subió y cerró la puerta.
No había estado en muchos vehículos, pero parecía muy agradable, limpia y
bien cuidada.

―Gracias. ―Marc la puso en marcha y luego comenzó a bajar por la


calzada―. Yo sólo soy afortunado, el Sheriff Riley me permitió usar mi
vehículo personal mientras trabajo. Odio conducir vehículos de otras personas,
incluso los emitidos por la policía.

―Uno se acostumbra a conducir el mismo coche. Ya sabes cómo funciona y


lo que puede hacer.

―Sí. ―Marc frunció el ceño mientras miraba―. ¿Cómo supiste eso?

―Es lo mismo con mi bicicleta. Justo después de que la compré, le cortaron


los neumáticos. El Sheriff John me prestó otra por un par de días hasta que yo
pude conseguir nuevos neumáticos. ―Había estado tan molesto. Todavía se
47
molestaba sólo de pensar en ello. No entendía por qué alguien podría cortarle
sus neumáticos―. Simplemente no era lo mismo que montar mi bicicleta.

Las cejas de Happy se dispararon cuando las manos de Marc se apretaron


alrededor del volante hasta que crujió.

―¿Sabes quién recortó tus llantas, Happy?

―No. Y Happy quería que siga siendo así. No quería pensar que pudiera
conocer a alguien que lo hiciera―. El Sheriff John dijo que él se ocuparía de
ello.

―Está bien. ―Marc asintió, sus labios en línea.

Happy sabía con sólo un vistazo lo que el hombre estaba pensando.

―Por favor, deja que él lo maneje, Marc. ―Algo dentro de Happy se reveló
ante la idea de Marc siendo expuesto a ese tipo de maldad. Sabía que Marc a
menudo se encontraba con gente mala, debido a su trabajo, pero Happy no
quería que fuera a causa de él.

―¿Eso es lo que quieres? ―Preguntó Marc.

―Por favor.

Marc contuvo el aliento. Happy no sabía cuánto tiempo el hombre la sostuvo


antes de soplar, pero pareció una eternidad. ―Está bien, Happy. Lo dejaré ir
esta vez. Pero si sucede otra vez...

Sabía que era su único pase libre. Si alguien cortaba sus neumáticos de nuevo,
Marc no iba a dejar de investigar hasta que encontrara al culpable. Sólo
tendría que asegurarse de que sus neumáticos no fueran estropeados de nuevo.

Tal vez era hora de empezar a caminar a la ciudad de nuevo.

―Aquí estamos.
48
Happy miró hacia arriba. La aprehensión comenzó a correr a través de él
cuando se dio cuenta de que habían llegado a los límites de la ciudad. No
había estado en la ciudad los fines de semana por lo que no se dio cuenta hasta
ahora de lo lleno que estaba. La gente estaba en todas partes, en los coches, en
las aceras, en movimiento dentro y fuera de los comercios.

―Marc ¿Siempre está tan lleno?

―Sólo durante el fin de semana cuando el mercado del agricultor está abierto
o hay una especie de fiesta.

Happy se sentó cuando Marc estacionó la camioneta en un lugar junto a la


acera. No estaba seguro de que realmente quisiera salir. ―Hay tanta gente
―dijo casi para sí mismo.

―Hey.

Happy se apartó de la ventana del pasajero y miró hacia Marc cuando sintió
que el hombre le agarraba la mano y la apretaba.

―No voy a dejar que nada te suceda a ti ni a tu madre. ―Una de las esquinas
de la boca de Marc se curvaron hacia arriba mientras apretaba la mano de
Happy de nuevo―. Estás a salvo conmigo. Me aseguraré de ello.

La promesa en los ojos de Marc estableció un pulso en espiral en Happy.


―Bien.

La sonrisa de Marc aumentó. ―Buen hombre.

Happy sabía que tenía que entrar en el mundo real en algún momento. Él no
podía quedarse encerrado en su pequeño rincón por siempre, incluso si era
sólo para que pudiera llevar a su madre a la ciudad para el almuerzo.

Pero aun así era desalentador. Había tanta gente cerca. Incluso trabajando en
trabajos alrededor de la ciudad, Happy no había conocido mucha gente.
Tendía a simplemente hacer su trabajo y luego ir a casa.
49
Esto era... Happy respiró profundo. Esto daba miedo, pero él podría hacerlo.
Él podía hacer cualquier cosa por mamá, incluso desafiar las multitudes que se
reunían en el mercado del agricultor.

Él se pegaría junta a Marc.

―¿Listo?

En realidad no. Happy pego una sonrisa en el rostro de todos modos. ―Claro.

Abrió la puerta y salió, giró para tirar del asiento hacia adelante para que su
madre pudiera salir. Le tomó la mano mientras subían a la acera y luego dio
un paso atrás y cerró la puerta. Su corazón latió un poco más rápido hasta que
Marc caminó alrededor de la parte frontal de la camioneta y se unió a ellos.

Marc hizo un gesto con la cabeza. ―Vamos, el mercado del agricultor esta
abajo en el parque.

―¿En el parque? ―Happy preguntó mientras tomaba la mano de su mamá y


después se puso a caminar junto a Marc―. ¿No es malo para la hierba?

―Supongo que técnicamente es la calle al lado del parque. Cierran la calle


principal de la ciudad frente al parque en todas las direcciones. Él sonrió
mientras se inclinaba hacia Happy―. La hierba está segura.

A Happy le gustó eso. Recordó que se sentaba en la hierba mientras comía su


almuerzo cuando estaba en la ciudad. El parque era un lugar bonito. Un gran
gazebo blanco se asentaba en el centro con senderos procedentes de los cuatro
lados. Más allá del parque estaban los edificios de dos y tres pisos de altura,
pero nunca más que eso. Tenían grandes ventanas, de ladrillo y revestimiento
de madera.

Le gustaba sentarse y observar a la gente, que iba y venía, cerca de los


negocios. El Cade Creek Café en la calle principal parecía ser muy popular.
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No se había atrevido a entrar ahí, todavía no. Él no estaba dispuesto a comer
en un lugar muy concurrido.

La biblioteca, que ocupaba casi todo un lado frente al parque, era un lugar con
el que Happy estaba bastante familiarizado, un lugar al que le encantaba ir.

La bibliotecaria le estaba enseñando a leer mejor. Iba allí por una hora todos
los días después del trabajo. También sacaba libros y se los llevaba a casa para
que mamá le leyera.

―¿Podríamos pasar por la biblioteca antes de ir a casa? ―Preguntó Happy


cuando vio el gran edificio de arenisca salir a la luz―. La Sra. Betty dijo que
iba a recibir algunos libros nuevos para mí.

―Claro ―Marc respondió sin vacilar sonriéndole. Marc sonaba como que
estaba interesado―. ¿Qué te gusta leer?

―Mamá y yo estuvimos leyendo los cuentos de hadas de los hermanos


Grimm.

Happy no entendió la mirada que Marc le disparó a su madre, pero se olvidó


de preocuparse cuando doblaron la esquina y el parque quedó a la vista.

―Oh. ―Happy patinó hasta detenerse cuando su corazón saltó en su


garganta―. Hay tanta gente.

―Happy, está bien. Su vista fue repentinamente bloqueada por Marc―.


Mírame.

Happy dudo, desgarrado por las emociones en conflicto. Quería mirar a Marc.
Le gustaba mirar a Marc. También quería dar la vuelta y subir de nuevo a la
camioneta, tal vez incluso regresar a la granja.

No le gustaban las multitudes.

51
―Happy, está bien ―dijo Marc―. Te prometí mantenerte a salvo,
¿recuerdas?

―Pero hay tanta gente. ―Happy sintió como un nudo en su estómago.

―Hay un montón de gente. ―Happy miró a los ojos de Marc cuando el


hombre acuno su mejilla―. ¿Y sabes qué? La mayoría de ellos son amigos y
familiares.

―¿Sí?

Marc giró y señaló a una cabina colorida con bastidores de edredones


colgando detrás de un mostrador, donde un hombre de pelo oscuro cosía algo.
―¿Recuerdas que te dije acerca de Billy y sus colchas?

―¿Ese es Billy?

―Sip.

Happy no estaba muy seguro de lo que el hombre estaba haciendo con la


costura, pero si las hermosas colchas que colgaban de los bastidores a su
alrededor eran una indicación, quería aprender cómo hacerlas. Sabía cómo
coser así que sabía lo básico. ―¿Crees que me enseñaría cómo hacer eso?

Marc parpadeó. ―Uh, probablemente. ¿Por qué no vamos a preguntarle?

―¡Oh, no! ―Happy agarró la mano de Marc, tirando de él hasta detenerse―.


Él parece ocupado. No quiero ser una molestia.

Happy se hundió en el brazo de Marc envuelto alrededor de su hombro,


incluso si fue sólo por un momento cuando el hombre le dio un breve abrazo.
Excepto por los abrazos de su mamá, nunca había sentido algo tan
maravilloso.

―Tu nunca podrías ser una molestia, Happy.


52
Capítulo Cinco

Marc vio la maravilla en la cara de Happy mientras caminaban desde una


cabina a otra. Era como un niño en una tienda de dulces. Sus vibrante ojos
azules bailaban de artículo a artículo, nunca quedándose en una cosa más de
unos segundos como si tuviera miedo de que si lo hacía, se perdería de algo.
Happy no era el único bailando con entusiasmo. Anna se movía junto a su hijo
con la misma rapidez.

Eso le dio a Marc algo en que pensar. Había estado tan envuelto asegurándose
de que Happy viera todo que se le olvidó que Anna no había visto el mundo
desde que era una joven adolescente. A Ella no se le había permitido ir al
hospital para dar a luz a Happy.

Ella lo había tenido en su casa sin personal médico presente.

Fue desalentador pensar con la facilidad con que el mundo podría haberse
perdido de tener en él a Happy O'Brian, eso habría sido triste.

―¿Marc?

―Sí, Happy.

Los ojos de Happy se lanzaron a su madre. ―¿Podrías mantener mamá


ocupada por un momento?

―Sí, claro. ―Marc frunció el ceño con confusión y sólo un poco de


aprensión―. ¿Algo está mal?

―No, no. ―Happy se inclinó cerca como si tuviera un secreto―. Mamá 53


estuvo mirando bastante un pequeño bolso en el último puesto. Quiero ir a
conseguirlo para ella. ―Happy sacó su pequeño fajo de billetes de su
bolsillo―. Tengo suficiente dinero para ello.

El tono de Happy era el de alguien pidiendo permiso, y enfureció a Marc que


pensara que tenía que tener permiso para comprarle a su madre un regalo.

―Creo que es una idea fantástica. ―Marc buscó en su bolsillo y sacó un


billete de diez dólares. Se lo entregó a Happy―. ¿Podrías hacerme un favor al
mismo tiempo?

―Claro.

Marc señaló una cabina a un par de metros hacia atrás. ―Ve a buscar uno de
esos ramos de flores para tu madre.

Happy vaciló, parpadeando con desconcierto. ―¿Tu quieres comprarle flores


a mi mamá?

―Quiero darle las gracias por tener un hijo tan maravilloso. ―Fue la cosa
más adorable que jamás había visto cuando las mejillas de Happy
enrojecieron―. Creo que fue mi día de suerte cuando te conocí, Happy.

Marc se frotó los ojos mientras entraba en el Cade Creek Café pidiendo el
desayuno una semana después. Hizo su pedido y luego tocó con el pie
mientras esperaba a que prepararan su comida.

Miró su reloj. Eran sólo las diez de la mañana, pero para él, se sentían como
las diez de la noche. Trabajar el turno de noche apestaba. Sabía que debería ir
a casa a la cama, pero no podía dormir pensando en Happy.
54
Le era difícil admitirse lo mucho que había disfrutado de un almuerzo con
Happy y su mamá. Y aún más difícil admitir a sí mismo que le intrigaba, la
misteriosa chispa que vio, más que casi todo lo que había experimentado en su
vida.

Y él no sabía por qué.

Le gustaba Happy. Después de pasar un poco de tiempo con él, sabía que el
hombre necesitaba a alguien que lo cuidara. Eso no explicaba por qué sentía la
imperiosa necesidad de verlo todos los días. Después de visitar el mercado de
agricultores y un par de almuerzos en los días siguientes, había tomado la
decisión de mantenerse alejado durante tres días enteros y esto lo estaba
conduciendo a la locura.

Quería ver la sonrisa de Happy.

Marc se acercó al mostrador cuando dijeron su número, para entregarle los


bocadillos que había encargado. Realmente necesitaba saber qué tipo de
alimentos le gustaban a Happy y Anna porque no estaba más que adivinando
aquí.

En su camino hacia su camioneta, sonó su teléfono móvil. Puso su bolsa sobre


el capó de su camioneta y pescó su teléfono celular fuera de su bolsillo.

―Walker

―Hey, Marc, soy John Riley. Sé que acabas de terminar tu turno, pero
necesito que vuelvas a la estación. Hubo un accidente en la antigua carretera
treinta y los necesitamos a todos.

―Maldita sea. ―Marc dijo adiós a su picnic en el patio con Happy y Anna.
Agarró la bolsa blanca con los sándwiches y los tiró en la cabina de su
camioneta―. Está bien, estoy en mi camioneta.

55
El accidente tenía que ser bastante malo si el sheriff estaba llamándolos a
todos. John Riley no lo haría sólo para joder a sus Diputados.

En menos de cinco minutos llegó a la estación y estacionó en el frente. Agarró


la bolsa blanca y salió de su camioneta, cerrando la puerta y corriendo a la
estación.

―Hey, Agnes, ¿podrías poner esto en la nevera por mí? ―Le preguntó
mientras dejaba la bolsa blanca sobre el escritorio de la operadora. Si tenía
suerte, él podría ser capaz de ver a Happy para la cena.

Agnes silbo mientras miraba dentro de la bolsa. ―¿Cita caliente?

―Sí, algo así. ―Podría haber sido si no hubiera sido llamado para trabajar―.
¿Dónde está el jefe?

―Sala de conferencias.

―Gracias. ―Marc le dio a la mujer mayor un guiño y luego se dirigió hacia la


sala de conferencias en la parte trasera de la estación. Se utilizaba a veces
como una sala de planificación cuando algo grande ocurría. Podía ver a la
gente en el interior antes de entrar.

Cuando abrió la puerta, el nivel de ruido se detuvo por un breve momento


cuando todo el mundo se volvió para mirarlo. Con la misma rapidez, se
reanudado cuando la gente volvió a hablar.

Empezó a tener la sensación de que había algo más en juego de lo que había
pensado en un principio. ―¿Sheriff?

El sheriff le hizo señas. Estaba de pie al lado de su marido, Yancy Butler,


quien también era diputado. Los dos hombres parecían revisar un mapa
pinchado a un panel de corcho.

56
―Pensé que habías dicho que hubo un accidente en la carretera ―Marc
dijo―. ¿Qué tan grande es? ―Su estómago se cerró con el pensamiento de
que muchas personas estuvieran heridas o muertas.

―Fue un simple accidente hasta que descubrí qué tipo de vehículo era.

―¿Y?

―Era el transporte de los internos del norte del estado.

Las tripas de Marc se anudaron.

―¿Y?

El Sheriff John lo miró directamente a los ojos. ―Eran transportados Herne


O'Brian y otros tres a un centro médico de la ciudad. ―John miró el
portapapeles en su mano―. El médico, conductor, y uno de los reclusos
murieron en el accidente. Los dos guardias sobrevivieron pero tienen lesiones
graves.

Marc se iba a enfermar. ―¿Y O'Brian?

―O'Brian y los otros dos presos se fugaron y desaparecieron. La última vez


que los vieron, venían hacia Cade Creek.

¡Mierda!

―Él va a por Happy y Anna.

John hizo una mueca. ―Eso es lo que creo.

Marc se giró y se dirigió a la puerta, su único propósito en ese momento era


llegar al hombre guapo y su madre, y luego llevarlos a un lugar seguro.

Cuando llegó a la sala principal de la estación, estaba corriendo. Corrió hacia


la puerta y bajo las escaleras hacia su camioneta. Cuándo saltó dentro y
encendió el motor, la puerta del pasajero se abrió y Yancy subió. 57
El hombre alto se encogió de hombros. ―John pensó que podrías utilizar un
poco de ayuda.

Tenía sentido.

Marc salió de su lugar de estacionamiento y se puso en camino. Sabía que


estaba rompiendo más de unas pocas leyes de exceso de velocidad. No le
importaba. Él necesitaba llegar a Happy y su madre antes de que Herne
O'Brian lo hiciera.

Además, él conducía un vehículo de la policía.

Los diez kilómetros hasta la casa de Happy parecieron una eternidad. En el


momento en que vio la casa, las tripas de Marc estaban tan retorcidas dentro
de él que apenas podía respirar.

Frenó en el parque cerca de la casa y apago el motor. Vio el comienzo de la


puerta frontal abrirse mientras saltaba de la camioneta.

―¿Marc? ―Happy dijo mientras salía―. ¿Qué pasa?

―Happy, necesito que vuelvas dentro de la casa ―dijo Marc cuando él se


apresuró a subir los escalones. Tomó a Happy por el brazo y lo condujo de
nuevo en el interior. Cuando Yancy entró y cerró la puerta tras de sí, Marc
sintió los músculos de Happy tensarse bajo su mano. Giró la cara de Happy
hacia él, tocando la mejilla de Happy y llamando la atención del hombre hacia
él.

―Está bien, Happy. Yancy es un amigo. Está casado con el Sheriff Riley.

―¿Por qué está aquí? ―Preguntó Happy, con los ojos todavía amplios en su
rostro mientras estaba a pocos momentos de enloquecer.

―Necesito hablar con tu madre por un momento. ¿Puede Yancy obtener algo
de beber?
58
―Sí, por supuesto. ―Cuando Happy fue a la cocina, Yancy asintió y lo
siguió.

Marc corrió por el pasillo, llamando a la puerta de Anna.

―¿Anna? Soy Marc. ¿Puedo entrar?

―Sí.

Marc empujó la puerta y entró en la habitación. Era un placer ver a la mujer


sentada en una silla en lugar de acostada en su cama. El color de su rostro
estaba mejor, también.

Marc se acercó y se sentó en una silla frente a ella. ―Yo quería un momento
para hablar contigo antes de Happy entrara. ―Dios, se sintió como un
monstruo cuando la cara de Anna comenzó a palidecer.

Marc pudo ver el miedo en sus ojos mientras asentía a su tácita cuestión. ―Un
transporte que llevaba a tu padre y un par de otros internos al hospital se
estrelló en la autopista 30. Tu padre y dos reclusos escaparon y fueron vistos
dirigiéndose hacia Cade Creek.

―Él viene aquí. Yo sé que él lo hace. ―Las manos de Anna comenzaron a


torcerse nerviosamente en su regazo―. Él juró que volvería y terminaría lo
que empezó.

―No va a terminar nada, no mientras yo esté cerca.

―¿Por qué es importante para ti?

Marc no tenía intención de decirle a Anna de su interés en su hijo.

La pareja había pasado por demasiadas cosas y apenas los conocía. Él podía
ser que desee tomar las cosas con calma y llegar a conocer a Happy, pero
derramar sus tripas a la madre del hombre absolutamente todavía no estaba en
su agenda. 59
―Es por Happy, ¿no? ―Dijo Anna como una afirmación, no una pregunta.

Maldita Sea.

―Te gusta.

―Quiero ser su amigo. ―Eso no sonaba tan mal, ¿verdad? Él ciertamente no


podría decir a Anna lo que realmente quería de su hijo.

Anna resopló mientras puso sus ojos en blanco. ―Una vez un hombre me dijo
que quería ser mi amigo. Así fue como terminé con Happy.

Marc se rió entre dientes, porque no pudo evitarlo. ―Me gusta Happy. Me
gusta estar cerca de él. No estoy buscándolo para embarazarlo.

Los labios de Anna temblaron en las esquinas. ―Entonces ¿para qué lo que
buscas?

Mierda.

―Por ahora, quiero ser su amigo. ―Marc juntó las manos y miro hacia abajo
en ellas― Quiero llegar a conocerlo mejor. Quiero mostrarle todo el mundo.
Hay tantas cosas que se perdió y yo quiero estar allí cuando las descubra. Si
las cosas progresan a partir de ahí, luego cruzaremos ese puente cuando
lleguemos a él.

Anna era sólo unos diez años mayor que él, pero todavía Marc sentía el
escrutinio mientras lo miraba. Si Anna decía que no a su relación con Happy,
Marc no tenía ninguna duda de que él sería pateado por Happy a la acera.

El hombre escuchaba a su mamá. También sabía que Happy y Anna llegaban


como un paquete. Si quería a Happy en su vida luego tendría que aceptar que
Anna estaría allí también. Madre e hijo eran muy cercanos.

―No le hagas daño, Marc ―Anna finalmente susurró―. Él fue herido


durante demasiado tiempo. 60
Marc quiso sonreír, pero se sentía casi mal hacerlo. Esta era una conversación
solemne. Necesitaba mostrar a Anna que sus intenciones hacia su hijo no eran
malas. ―Lo único que quiero es que Happy sea feliz, incluso si no es
conmigo.

Marc se acercó y agarró las manos de Anna en la suya. ―Pero ahora,


realmente necesitamos que tu y Happy estén en algún lugar seguro. ¿Cómo te
sientes acerca de que ustedes dos vengan a quedarse en mi casa por un par de
días? Tengo un montón de espacio.

Anna miró alrededor de su habitación, sus ojos cayendo en diversos artículos.


―Supongo que eso estaría bien.

―Anna, ¿cómo va a tomar esto Happy? ―Eso lo preocupaba. Happy era


probablemente el más grande y fuerte hombre que conocía, pero poseía una
vulnerabilidad que sacaba todos los instintos protectores de Marc.

Una pequeña sonrisa se extendió por los labios de Anna. ―Happy entiende
mucho más de lo que la gente piensa que hace. Él podría no saber cómo
manejar un coche o usar un microondas, pero aprendió a leer el temperamento
de alguien para el momento en que podía arrastrarse.

―No quiero asustarlo si puedo evitarlo. ―Marc se encogió de hombros


cuando Anna lo miró con una ceja levantada―. Creo que ya pasó suficiente
miedo.

―Sólo habla con él y trátalo como a un adulto. Dile lo que está pasando. Él va
a entender.

―¿Qué está pasando?

Los ojos de Marc se cerraron cuando oyó la voz de Happy en el umbral. Él


respiró profundamente y luego abrió los ojos, volviéndose para mirar al
hombre alto.
61
Los ojos de Happy se abrieron preocupados, y miró a su madre. ―¿Que está
mal?

―Vamos a ir a quedarnos con Marc durante unos días ―dijo Anna.

Las cejas de Happy se juntaron. ―¿Por qué?

Marc sintió el peso de la mirada de Anna sin mirarla siquiera.

―Es tu abuelo, Happy. Él era trasladado a un hospital cuando hubo un


accidente. Se escapó y creemos que está viniendo aquí.

El ceño fruncido de Happy se profundizó, pero Marc no veía ningún temor en


él. ―¿Por qué iba al hospital?

―Yo... eh... ya sabes, me olvidé de preguntar. ―Pero él no se sorprendió de


que Happy preguntara―. Estaba más preocupado por conseguir llegar aquí y
asegúreme de que tú y tu madre estuvieran bien.

―Estamos bien.

Marc sonrió. ―Sólo tenía que estar seguro.

―Porque eres mi amigo.

―Sí ―contestó Marc.

―Empaca una bolsa, Happy ―dijo Anna―. Vamos a ir a quedarnos con


Marc por unos días.

Happy asintió. ―No voy a tardar mucho tiempo ―dijo antes de girar y
alejarse.

Marc se preguntó si Happy entendía completamente lo que estaba sucediendo.

Esperaba que no esté asustado. Anna lo estaba. En cambio, Happy actuaba


como si se estuviera preparando para una fiesta de pijamas con un amigo.
62
Marc estaba aterrorizado de no ser capaz de mantener a Happy y Anna
seguros.

―Traje a otro diputado conmigo, Anna. Mientras voy hablar con él, ¿Por qué
no haces las maletas?

―¿Sólo por unos días? ―Preguntó Anna mientras se levantaba.

―No debería ser más de unos pocos días, pero si tienes cualquier cosa aquí
que es realmente importante para ti, es posible que desees agarrarla. Le
preguntaré al sheriff de asignar a alguien que cuide la casa, pero si tu padre
entra, no puedo prometer que no va a destruir todo lo que encuentre.

―Él lo haría ―Anna acordó―. Él destruiría todo lo que para él no fuera


necesaria o no cayera en su loca idea de cómo el mundo debe ser.

Marc se puso rígido. ―¿Es por eso que odia a Happy tanto?

Anna se encogió de hombros mientras ella comenzó a sacar la ropa de su


armario. ―Yo tenía quince años cuando el sheriff Miller puso sus manos
sobre mí. Mis padres eran ya bastante religiosos por ese punto. Creo que mi
padre tenía planes para mi incluso en aquel entonces, y cuando me entregué al
alguacil, yo me deshonre a los ojos de mi padre. Yo ya no era limpia. Había
pecado.

―Y Happy era una prueba del pecado. ―No era una pregunta.

―Sí.

Era así de sencillo.

―Así que, si regresa, ¿crees que va a ir por ti o Happy?

―Ambos, en realidad. ―Anna se acercó a la cama y coloco una pila de ropa


en el colchón―. Él va a ir tras de Happy por venganza.
63
Los hombros de Anna se movieron mientras ella se encogió de hombros con
una tristeza resignada.

―Y ambos sabemos qué vendrá después por mí.

Marc asintió porque tenía una idea bastante buena. Herne O'Brian se había
obsesionado con Anna. No iba a dejar de ir tras ella hasta que alguien lo
detuviera.

―Yo no lo voy a dejar, Anna. Lo prometo.

―No puedes prometer eso.

―No estamos solos en esto, Anna. ―La confianza de Marc crecía mientras
pensaba en cómo mantener a Anna y Happy seguros―. Nosotros tenemos un
montón de gente que nos ayude.

64
Capítulo Seis

Happy mantenía su cuadrado de retazos cosidos en sus manos, sotenía la tela


desgastada contra su pecho mientras escuchaba a todo el mundo hablar a su
alrededor. Comprendió la urgencia y el peligro. Su abuelo era un fanático.
También estaba loco. Happy no estaba seguro de que la gente entendiera eso.
Él lo hacía. Su madre lo hacía. Él no sabía lo que iban a hacer al respecto.

―Hey, mi nombre es Billy.

Happy asintió. ―Tu haces las colchas.

―Sí. ―El hombre bajito de pelo oscuro se sentó en el sofá junto a Happy―.
Empecé a hacerlas hace unos años después de conocer a algunas de las
mujeres en la iglesia.

―Debe ser muy bueno tener algo tan hermoso en tus manos y saber que lo
hiciste. ―Sentía envidia. Él podía cortar leña como el mejor de ellos, pero
todos podían hacer eso. No había nada especial sobre balancear un hacha o
barrer la acera.

―Yo podría enseñarte a hacer edredones si te interesa. Siempre es bueno


tener a alguien nuevo que sepa acolchar.

Happy sonrió, sintiéndose mareado y emocionado. ―Eso sería genial. Yo sé


cómo coser. Mamá me enseñó. Ella me hizo esto. ―Happy levantó su
preciado cuadrado de retazos para que Billy pudiera verlo―. Yo no sé cómo
hacer una colcha.
65
―Es fácil, no muy diferente a la costura. ―Billy hizo un gesto con la mano a
Happy como si no fuera gran cosa―. Estoy seguro de que lo aprenderás
rápido.

Happy miró hacia donde Marc estaba hablando con el sheriff y algunos otros
hombres. Algunos los había visto por la ciudad. Algunos nunca antes los había
visto.

No le gustaban los extraños.

―Me gustaría hacer algo para Marc.

―¿Para Marc? ―Billy se volvió y miró al diputado por un momento.

Él tenía una amplia sonrisa en su rostro cuando se dio la vuelta. ―¿Tu tienes
una cosa por nuestro diputado?

Happy frunció el ceño. ―¿Una cosa?

―¿A ti te gusta?

―Oh, sí, me gusta Marc. Él es mi amigo.

―Siempre es bueno tener amigos.

―¿Quieres ser mi amigo? ―a Happy le gustaba Billy. Sólo que no de la


misma forma que le gustaba Marc―. Pero sólo un amigo regular. Tu no haces
revolotear las mariposas en mi estómago.

Billy tuvo una expresión peculiar en su rostro. ―No, yo entiendo


perfectamente. Rourke hace revolotear mariposas en mi estómago.

―¿Tu marido? ―Happy recordó conocer al hombre cuando su mamá se


alojaba en el rancho Blaecleah.

La sonrisa de Billy fue casi cegadora. ―Sí.


66
―Voy a tener un marido algún día. ―Los ojos de Happy buscaron a Marc de
nuevo mientras se preguntaba si alguna vez Marc habría pensado en casarse.

―¿Tienes a alguien en mente?

―Uh... en realidad no. ―La cara de Happy se calentó cuando él apartó la


vista del diputado guapo. Tenía que recordar que Marc podría sólo querer ser
su amigo. Las mariposas podrían no revolotear por él, como lo hacía para
Happy.

―¿Estás seguro? ―Preguntó Billy.

Happy se encogió de hombros en lugar de responder. No estaba seguro que


admitir lo mucho que le gusta Marc era la mejor cosa por hacer. Estaba
bastante seguro que Billy entendería considerando que estaba casado, pero
podría estar equivocado.

―Por lo tanto, dijo Rourke que tu abuelo podría estar viniendo para aquí y él
era muy malo.

―Sí. ―Happy asintió―. Él no me quiere.

―Mi padre era de la misma manera. ―La frente de Billy se arrugó con un
pequeño ceño fruncido―. Bueno, supongo que se podría decir que era mi
padrastro. Yo nunca conocí a mi padre real. Yo ni siquiera sé quien es-

El corazón de Happy latía dolorosamente. ―El Sheriff Miller era mi padre.


Murió antes de que pudiera conocerlo.

Cuando Billy se quedó quieto, Happy comenzó a incomodarse. Metió sus


labios dentro, no estando seguro si debía decir nada más. ¿Acaso Billy lo
odiaba al igual que sus abuelos porque nació del pecado?

―¡Rourke! ―Billy gritó sin apartar la mirada.

67
El hombre apareció al lado de Billy en cuestión de segundos. ―¿Qué pasa,
bebé?

―¿Sabía que el padre de Happy era el sheriff Miller?

―Tu no lo dijiste ―respondió Rourke.

Happy no tuvo que mirar para saber que los ojos de Rourke estaban sobre él.

Podía sentirlos. Happy se llevó las manos al pecho congestionado, mirando


por debajo del pelo, buscando a su madre. No le gustaba que la gente lo mire.
Por lo general, empezaban a burlarse de él después de eso.

―El Sheriff Miller era mi padre también ―dijo Billy.

Happy alzó la vista, demasiado sorprendido para no hacerlo. ―¿El Sheriff


Miller fue tu padre?

Había un brillo en los ojos azules de Billy mientras asentía. ―Y si dos


personas tienen el mismo padre, ¿sabes lo que eso significa?

Happy sabía lo que eso significaba, él no estaba seguro si se aplicaba a él y


Billy. ―¿Incluso si tienen madres diferentes?

Mamá le habría dicho si hubiera tenido otro niño.

―Sí. ―Billy asintió―. Si tenemos el mismo padre y diferentes madres, nos


hace medios hermanos, pero aún hermanos.

Happy pensó por un momento. ―Nunca he tenido un hermano antes. ―Y él


no estaba seguro de lo que sentía por ello. Se preguntó acerca de la tristeza
que llenó de repente los ojos de Billy. ¿Tal vez Billy no quería un hermano?

De repente, con miedo, Happy se puso de pie y comenzó a alejarse de los dos
hombres, una pequeña sonrisa adornando sus labios. ―Tengo que ir a
encontrar a Mama.
68
―Hey, no quise molestarte. ―Los ojos de Billy miraron a Rourke por un
momento. Había preocupación en ellos cuando volvieron a Happy―. Yo
solo... yo tenía otro hermano, un medio hermano que se llama Webber, él era
realmente malo. El sheriff Miller también era su padre, pero Webber mató al
Sheriff Miller y ahora está en la cárcel.

Happy levantó la mano. ―Nunca maté a nadie. Lo juro.

Billy se echó a reír. ―No, yo no creo que lo hayas hecho. Yo sólo no esperaba
tener un hermano con el que yo pudiera pasar tiempo con él fuera de una
prisión.

Happy realmente quería un hermano, pero él no quería ir a la cárcel para tener


uno. ―¿Tal vez podamos ir al mercado del agricultor en su lugar?

El rostro de Billy se iluminó. ―Me gustaría mucho.

Happy sonrió con sinceridad. Le gustaba la idea de tener un hermano, alguien


con quien hablar y pasar el tiempo. Sólo que no estaba seguro de cómo
hacerlo.

Hizo un gesto por encima del hombro con el pulgar. ―Voy a ir a decirle a
mamá.

Billy asintió mientras se recostaba contra Rourke. ―Estaré aquí.

Happy se llevó las manos al pecho manteniendo la tela, iba a decirle a su


mamá que tenía un hermano. Se detuvo en la mesa donde Marc estaba
hablando con el sheriff y un par de otros hombres.

Cuando la mano de Marc acarició su espalda, Happy no sabía qué hacer. Se


quedó allí, congelado en su lugar. Si se movía, Marc podría obtener la idea de
que él no quería sentir la mano de Marc en la espalda. Si él se quedaba donde
estaba, su rostro iba a arder en llamas por la extraña mirada que estaba
recibiendo de los demás. 69
Todavía no le gustan los extraños.

―El sheriff nos estaba diciendo que no ha habido ninguna señal de tu abuelo,
Happy ―dijo Marc. Su mano seguía frotando pequeños círculos en el medio
de la espalda de Happy―. Vamos a mantenernos patrullando, pero parece que
tu mamá y tu van a quedarse aquí conmigo por un rato.

Happy no podía pensar en cualquier lugar en el que preferiría estar, pero...


―Yo tengo un hermano. ―Quería dar Marc una opción por si acaso. No le
gustaba la idea de que él pudiera ser un inconveniente para el diputado.

Happy señaló de nuevo hacia el sofá. ―Billy y yo somos hermanos.

Su boca se detuvo en una sonrisa de labios finos cuando todo el mundo lo


miró. ―Su padre es el sheriff Miller y mi padre es el sheriff Miller y eso nos
hace hermanos a pesar de que tenemos diferentes madres. Billy dijo eso.

―Uh, sí, Happy ―dijo Marc― eso les hace hermanos.

―Bien. ―Si Marc dijo que era cierto, entonces debe ser cierto―. Porque él
dijo que me iba a enseñar cómo hacer edredones.

Unas horas más tarde, Happy cerró la puerta de la habitación de invitados que
Marc le había dado a mamá y luego caminó por el pasillo hasta la cocina.
Marc estaba terminando de cargar el lavavajillas.

Happy se cruzó de brazos y se apoyó en el mostrador, viendo a Marc enjuagar


los platos y colocarlos en el lavavajillas. Era un proceso interesante, pero no lo
entendía realmente.

70
―Si estás lavándolos de todos modos, ¿por qué ponerlos en el lavavajillas?
―Happy preguntó porque realmente no lo entendía―. ¿No sería más fácil
lavarlos de una vez y luego secarlos y guardarlos?

La sonrisa de Marc se profundizó en carcajadas. ―Se podría pensar que es


así, ¿verdad?

Happy se encogió de hombros.

―Normalmente, probablemente sería cierto, pero el agua dentro del


lavavajillas se pone muy caliente. Esteriliza los platos, y mata los gérmenes.

Happy jadeó. ―¿Gérmenes?

―Nada por lo que debas preocuparte. ―Marc asintió al bastidor mientras


colocaba el último plato en el mismo. Agarró una botella azul grande de
debajo del fregadero y vertió un poco de gel en una caja pequeña en el interior
de la puerta―. Una vez que esto termine, estarán libres de gérmenes.

―¿Qué es un germen? ―Happy no estaba muy seguro.

Marc se rió entre dientes mientras cerraba la puerta de la lavavajillas y empujo


un botón. Un momento después, Happy oyó el comienzo del lavavajillas.
Marc saltó sobre el mostrador al lado de la lavadora de platos, con las piernas
oscilando.

―Son pequeñas partículas microscópicas que no se puede ver. Algunos son


malos para ti y te hacen enfermar. ―Marc hizo un gesto con la mano hacia el
lavavajillas―. Es por eso que nosotros lavamos los platos con agua caliente y
nos lavamos las manos y esas cosas.

―¿Pero hay buenas gérmenes?

―Los hay, pero yo no podía decirte lo que son.

La mandíbula de Happy cayó. ¿No lo sabes? 71


¿Cómo no iba a saberlo?

Era diputado.

Marc bajó la cabeza cuando se ruborizó. ―Nunca fui bueno en ciencias. Yo


apenas logré aprobar química en la escuela.

―Nunca fui a la escuela secundaria. En realidad nunca fui al periodo escolar.


Mis abuelos dijeron que no necesitaba ningún aprendizaje porque sería
desperdiciado en mí.

―Pero tú sabes leer. He visto que lo haces.

―Mamá me enseñó. Leyó todos los cuentos de hadas para mí y después me


hizo aprender a leer. Y ella me enseñó los números, y la señora de la
biblioteca dijo que iba a buscarme algunas tarjetas para aprender a multiplicar
y dividir.

―¿Sí? ―Una sonrisa fácil jugó en la esquina de los labios de Marc―. Estaría
encantado de ayudarte. Voy a recoger algunas tarjetas mañana después del
trabajo y podemos usarlas después de la cena. ¿Qué te parece?

Happy quería asentir, pero algo lo detuvo. ―¿Tu no crees que soy estúpido?
―Había oído esa palabra odiosa mucho durante sus primeros años e incluso
de algunas de las personas de la ciudad. Él estaría devastado si la escuchara de
Marc.

―Oye, escúchame. ―Happy se tambaleó hacia delante cuando Marc le agarró


la camisa y lo tiró hacia adelante de pie entre sus piernas.

―Tu no eres estúpido, Happy. Tienes falta de conocimientos por no haber


sido expuesto al mundo. No tengo ninguna duda de que una vez que tengas
acceso al aprendizaje, lo recogerás en muy poco tiempo.

Happy se humedeció nerviosamente los labios secos. ―¿Crees que puedo


aprender?
72
―No tengo ninguna duda de que puedes.

Las cejas de Happy se juntaron mientras agonizaba por decirle a Marc la


verdad. Quería que el hombre guapo tuviera una buena opinión de él, y si
decía la verdad a Marc entonces el hombre no podría mirarlo con esa chispa
especial en sus ojos.

Pero mentir por omisión todavía era mentir.

―Mi abuelo me golpeó en la cabeza con un ladrillo cuando era más joven.
Mamá dice que es cuando las cosas comenzaron a tomar un poco más de
tiempo y sentido para mí.

―Lo sé, pero eso no te hace estúpido. Yo sería lento, demasiado, si me


mostraras las tablas periódicas y me dijeras que encontrara el zinc.

Happy se quedó mirándolo.

―Cosas científicas, Happy. ―Marc se rió entre dientes―. Yo nunca podría


encontrar la cabeza ni cola de ello.

Happy dijo en un susurro. ―¿Realmente crees que podría aprender estas


cosas?

La esquina de la boca de Marc se curvó. ―Lo hago. ―Le respondió con


confianza.

Él inclinó la cabeza hacia abajo y presionó su frente contra la de Marc.


―Gracias.

El otro lado de la boca de Marc se curvo hacia arriba, sonriendo. ―En


cualquier momento Happy.

Happy comenzó a moverse hacia atrás cuando se dio cuenta que estaba entre
las piernas de Marc, su ingle presionada contra Marc, y el chico estaba duro.

Happy lamió los labios secos de repente cuando sus ojos cayeron.
73
Oh hombre.

Cuando sus ojos se movieron de nuevo hasta Marc, el hombre estaba


mirándolo con los ojos entornados. Algo quemando en sus azules oscuras
profundidades. Happy no estaba familiarizado con ello, pero seguro que
quería saber lo que significaba.

―Voy a besarte ahora, Happy. ―La mano de Marc se curvo alrededor de la


parte posterior del cuello de Happy, acercándolo más―. Si no me quieres, di
algo ahora.

Happy apretó los labios, negándose a decir nada. Él quería besarlo. Soñaba
con ser besado. Pero sólo por Marc.

En realidad no quería que nadie más lo besara. Bueno, tal vez su mamá pero
no como él quería que Marc le bese porque eso sería repulsivo.

Marc comenzó a inclinarse más cerca, se detuvo y dejó escapar una pequeña
risa, y luego cerro el resto de la distancia entre ellos. Happy no estaba seguro
de qué esperar cuando los labios de Marc lo rozaron. Había sido besado antes,
pero sólo por su madre, y sólo en la frente o la mejilla.

Esto no se parecía a eso.

Esto hizo que los dedos de los pies de Happy se rizaran y su cuerpo
comenzara a cantar. Él gimió, deseando lo que sea que Marc le ofreciera. Sus
ojos quemaban con lujuria y dejaron sin habla a Happy.

La mano de Marc se envolvió alrededor de la parte posterior de su cuello


apretando y tirándolo más cerca cuando deslizó la lengua sobre sus labios.

El cuerpo de Happy se tensó con necesidad cuando sintió la otra mano de


Marc agarrarle la cadera y luego deslizarse alrededor de la parte baja de su
espalda.
74
Los pulmones de Happy quemaban por oxígeno, pero se negó a alejarse. Abrió
la boca cuando la lengua de Marc presionó contra la costura de entre los
labios, la lengua se sumergió dentro, barriendo y explorando.

Happy se agarró de las caderas de Marc cuando su cabeza empezó a dar


vueltas. Comenzó a moverse, empujando su dolorida polla contra el ápice de
los muslos de Marc. Marc lo acercó, moliéndose contra él cuando sus lenguas
se batieron a duelo. Suavemente mordió el labio inferior de Happy. Happy se
quedó sin aliento antes de morderlo también con mucho cuidado.

Marc lo consumía con un beso que parecía no terminar nunca.

Happy no quería que se detuviera. La lengua de Marc parpadeaba sobre sus


labios, con burlas tentadoras. Murmuró el nombre de Happy, enviándolo a una
locura salvaje.

Empezó a empujarse contra Marc en serio, sintiendo su polla dura deslizarse


contra la de Marc una y otra vez, la única cosa entre ellos era la delgadez de
sus pantalones. Los músculos de sus muslos temblaron y sus piernas
amenazaron con ceder cuando sus bolas se apretaron contra su cuerpo.

Happy gritó cuando su espalda se arqueó y chorros calientes de semilla


llenaron sus vaqueros. Luces blancas explotaron detrás de sus párpados,
robándole el aliento. Se quedó sin aliento, sin saber qué fue exactamente lo
que acaba de suceder. Miró a Marc por respuestas.

Los grandes ojos azules de Marc dominaron su rostro mientras miraba a


Happy.

―¿Acabas de venirte?

75
Capitulo Siete

Marc supo que esas fueron las palabras equivocadas tan pronto como salieron
de sus labios. La cara de Happy palideció y el hombre se alejó, un sollozo
suave salió de él cuando se dio la vuelta y salió corriendo de la habitación.

Marc saltó del mostrador y corrió tras él. Sabía que no debería haberlo besado,
pero no había sido capaz de resistirse.

El hombre era tan sexy que hacia doler los dientes de Marc. Simplemente
mirar a Happy daba a Marc material de masturbación seria, y no importaba si
el chico estaba desnudo o no.

Pero tal vez debería haber llevado las cosas un poco más lento.

El corazón de Marc se instaló en algún lugar de la región de la boca de su


estómago cuando llegó al comedor y encontró al hombre que había besado
acurrucado en una bola bajo la gran mesa de comedor de madera. Tenía su
cara tapada apretada en sus manos y él se balanceaba hacia atrás y adelante,
murmurando para sí mismo.

No fue hasta que se arrodilló en el suelo y empezó a deslizarse debajo de la


mesa que Marc se dio cuenta exactamente lo que estaba diciendo Happy, y
luego su corazón se rompió.

―Bebe, no eres malo. ―Marc iba a estrangular a Herne O'Brian cuando él


pusiera sus manos en el hombre―. Happy, cariño, no está mal.

Marc tuvo que agachar la cabeza para sentarse debajo de la mesa. No podía 76
imaginar lo que Happy estaba pasando. El hombre estaba prácticamente en
una posición de pretzel, las piernas en el pecho y la cara enterrada en las
rodillas.

―Happy, mírame.

Nada.

Marc alargó la mano y agarró la barbilla de Happy con sus dedos,


levantándola hasta que la cara llena de lágrimas de Happy apareció a la vista.
―Oh, Happy.

―Yo no quiero ser malo ―Happy admitió en un susurro roto.

―Bebe, no eres malo. ―La ira de Marc fue creciendo sin límites. Era casi
imposible pararla, pero sabía que tenía que hacerlo. Happy no necesitaba
pensar que estaba enojado con él.

―Pero... pero... ―los ojo de Happy rebosaban lágrimas―. Abuela dijo-

Marc podía casi imaginar lo que dijo la abuela de Happy.

―Happy, nada de lo que acaba de suceder entre nosotros es malo. ―Marc se


llevó una mano al pecho, justo sobre su corazón―. Te lo juro.

Los ojos azules llenos de lágrimas se estrecharon y comenzaron a endurecerse.


―¿Ella me mintió?

Marc sabía que esto podría ir de dos maneras. Happy podría odiarlo por
decirle que su abuela era una mentirosa, o podía ser que Happy se emocionara.

―¿Qué te dijo exactamente, Happy? ―Tal vez necesitaba conocer los hechos
antes de comenzar a hacer suposiciones y contar a Happy que el fundamento
de su vida fue construido en mentiras.

―Cada vez que me ponía duro como recién, decía que era el diablo tratando
de salir.
77
La mandíbula de Marc cayó cuando un choque rodó a través de él, seguido
rápidamente por la ira. Había pensado que la mayor parte de su odio se
orientaba a Herne O'Brian por el abuso físico que había acumulado sobre
Happy y Anna. Él realmente no había pensado mucho en lo que podría
haberles hecho Amelia O'Brian, pero tal vez debería hacerlo.

―Yo no tengo que tocarme allí a menos que esté lavándome y sólo por un
momento ―Happy continuó como si no acabara de sacudir el mundo de
Marc―. Si se pone duro, tengo que tirar la piel con mis dedos hasta que
desaparezca.

―¿Tirar la piel? ―Marc gruñó con los dientes apretados―. ¿Ella te dijo que
te tiraras a ti mismo si la tienes dura?

Happy asintió. ―Duele.

―No tengo ninguna duda. ―Marc dejó escapar un profundo aliento para
tratar de calmarse. Happy podría estar un poco más jodido de lo que
originalmente pensó.

―¡Ay! ―Marc levantó la mano y se frotó la parte superior de la cabeza


después de golpearse en la parte inferior de la mesa de madera. Eso escocía―.
Salgamos de aquí abajo, Happy.

―Bueno.

Marc creyó detectar un indicio de risa en los ojos de Happy cuando él volvió a
arrastrarse para salir de abajo de la mesa, pero al menos el hombre había
dejado de llorar.

Marc se puso de pie y luego retrocedió tanto de Happy como podía soportar.
Happy hizo una mueca y miró hacia abajo a sus pantalones manchados de
semen. ―Tengo que ir limpiarme antes de que Mama vea esto.

78
Los ojos de Marc se estrecharon. ―¿Crees que tu mamá va a estar enojada
contigo? ―Él realmente no quería tener que luchar con Anna en esto y, sobre
todo por lo mucho que Happy amaba a su madre.

―No, pero mi abuela dijo que esto era mi vergüenza y yo no podía decirle a
mamá o mamá conseguiría verdaderamente trastornarse, y la única vez que
trate de hablar con ella, ella lloraba. ―Los labios de Happy temblaron
mientras tenía la expresión más triste que Marc había visto―. No me gusta
cuando mamá llora.

―Está bien, podemos limpiarte antes de que tu mamá te vea. ―La actitud de
Marc estaba en calma cuando él respondió, su voz firme. No mostró la
ardiente ira profunda que sentía―. Tengo un pijama que puedes usar una vez
que te limpies, y luego nosotros podemos sentarnos en mi habitación y hablar.

―Está bien. ―La sonrisa que cruzó la cara de Happy dreno algo de la ira de
Marc, dándole algo más para concentrarse.

Marc agarró la mano de Happy y lo condujo por el pasillo hacia su dormitorio.


Su pequeña casa de tres dormitorios no era muy grande, pero era suya. Había
ahorrado su dinero cuando estaba en el servicio y luego usó sus ahorros para el
pago inicial de la casa. Ayudó que comprara la casa de sus abuelos. Ellos le
dieron una buena oferta.

Marc abrió la puerta de su dormitorio y tiro a Happy a su interior con él,


cerrando la puerta tras ellos. Señaló el cuarto privado de baño. ―¿Por qué no
vas allí y te limpias? Buscaré un pijama para que uses.

En el momento en que la puerta del baño se cerró detrás de Happy, Marc se


recostó contra la pared, mirando hacia el techo. Estaba tan increíblemente
jodido.

Cuando Marc oyó el agua en el baño, se apresuró a través de la habitación y


abrió el cajón del medio en su tocador. Sacó dos conjuntos de pijamas, uno 79
para él y otro para Happy. Marc lanzó una rápida mirada hacia el baño para
asegurarse de que la puerta estuviera todavía cerrada luego se quitó la ropa.
Justo cuando terminó de subir los pantalones del pijama sobre su trasero la
puerta del baño se abrió.

―¿Um, Marc?

―¿Sí, Happy?

―Terminé

Marc sonrió mientras llevaba el pijama a Happy. El hombre tenía una toalla
blanca alrededor de sus caderas, pero ocultaba la mayor parte de su cuerpo
detrás de la puerta del baño. Agarró el pantalón doblado y se lanzó de nuevo
en el cuarto de baño, cerrando la puerta.

Marc recorrió la casa y comprobó todas las cerraduras. Sabía que había un
vehículo policial camuflado aparcado al otro lado de la carretera, pero no por
eso iba a dejar su casa abierta. Tenía dos almas muy preciosas que proteger.

En su camino de vuelta al dormitorio, Marc giró por la cocina y cogió dos


botellas de agua. Happy estaba sentado en el borde de la cama cuando regresó,
sosteniendo la toalla que había usado para secarse en sus manos. Cuando Marc
entró en la habitación, Happy saltó a sus pies.

―Yo no sabía dónde te fuiste.

Marc sonrió mientras sostenía el agua para Happy, moviéndola hacia adelante
en su mano. ―Estaba cerrando y consiguiéndonos algo para beber.

―Gracias.

Marc hizo un gesto con la mano hacia la cama, se alegró de que se tratara de
un sonmier extra grande, algo lo suficientemente grande como para sostenerlo
y a Happy al mismo tiempo. ―Ponte cómodo.

80
Happy se lanzó de un salto a la cama y se sentó, con las piernas cruzadas.
Mantuvo una mano envuelta alrededor de su botella y la otra descansado en la
toalla en su regazo.

No le pasó desapercibido que Happy todavía llevaba su camisa.

―Happy, ¿Te molesta que yo no tengo una camiseta? ―Él no quería hacer
que el hombre se molestara o incomodara.

―N-no. ―El tono tembloroso y la forma en que Happy evitó mirar por debajo
de su cuello, dijo lo contrario.

―Happy.

La cara de Happy se sonrojó mientras levantaba la toalla. Marc tragó saliva


cuando vio el problema de Happy, y era una muy impresionante problema.

―¿Te sentirías más cómodo si me pongo una camiseta?

―Probablemente, pero ―los labios de Happy se presionaron juntos por un


momento cuando sus ojos finalmente vagaron por el pecho desnudo de Marc.
Comenzó a sudar cuando Happy se humedeció los labios. ¿Algo alguna vez
había sido tan erótico?

―¿Tienes que hacerlo?

―Uhh... ―Marc parpadeó, con una sensación de mareo―. No, creo que no.

Happy sonrió, eso fue suficientemente para Marc. Subió sobre la cama y
volvió a apoyarse contra la cabecera, apoyando unas cuantas almohadas detrás
de la espalda.

―Así que, por eso... ―Marc asintió hacia la tienda del pijama de Happy―.
Tu abuela estaba equivocada, Happy. Además del hecho de que es
perfectamente natural que tu cuerpo reaccione físicamente a cierta
estimulación, tu abuela te mintió acerca de casi todo lo que salió de su boca. 81
―¿Ella mintió?

Habían pasado por esto antes y probablemente iban a hacerlo de nuevo hasta
que Happy entienda que sus abuelos le mintieron acerca de muchas cosas.

―Sí ―contestó Marc.

―Entonces ¿Cuál es la verdad?

Uff.

―Cuando te sientes atraído por alguien, tu cuerpo reacciona. Cierta


estimulación física como besos o el roce también puede hacer que tu cuerpo
reaccione. Es muy normal.

Oh dios, él estaba explicando los pájaros y las abejas a un hombre en plena


madurez, uno en el que estaba interesado. Probablemente, iba a ir al infierno
por esto. Tal vez debería encontrar a alguien más para que le explicara esto a
Happy? Pero, ¿quién?

―¿Por qué ella me dijo que era el diablo tratando de salir?

No era la pregunta del millón, uno nunca podría encontrar la respuesta a lo


que la mujer muerta pensaba.

―Sospecho que ella no quería que supieras nunca sobre el sexo. Y si tuviera
que adivinar, diría que es por lo que pasó entre tu madre y el sheriff Miller. Tu
madre era muy joven cuando ella te tuvo, más joven de lo que debería haber
sido. Lo que el sheriff le hizo estuvo mal.

Las cejas de Happy se fruncieron. ―¿Porque ella era tan joven o porque era
sexo?

―Ambos en realidad. ―Maldita sea, era una buena pregunta con una muy
complicada respuesta―. Hay leyes que dicen que a las personas no se les
permite tener relaciones sexuales hasta que tengan edad suficiente para 82
entender las consecuencias de esas acciones. Cualquiera que trate de conseguir
a alguien más joven, por las leyes de Estados Unidos, no sólo está rompiendo
esa ley, abusa de un niño.

―¿El sheriff violó la ley?

―Sí, Happy, lo hizo. ―Y Marc deseaba poder hacer que el hombre pagara
por lo que había hecho a Anna, y por extensión a Happy. Puede ser que morir
por la mano de uno de sus hijos fue lo mejor que le podría haber ocurrido al
hijo de puta.

―¿Soy lo suficientemente grande yo, Marc?

El cuerpo de Marc se tensó. ―¿Cuántos años tienes?

―Veinte ―Happy respondió―. Voy a tener veintiuno en enero.

―Sí, tienes la edad suficiente. Por lo general, el límite de edad es de


dieciocho años. ―Marc sonrió por la esperanza en el rostro de Happy―. Y yo
no te habría besado si hubieras sido demasiado joven.

―¿Debido a que no quieres romper la ley?

―Porque yo nunca te haría daño de esa manera. ―Marc pensó en las palabras
que había dicho cuando Happy palideció―. ¿Qué, Happy?

―¿Duele? ―Se quedó sin aliento.

―No lo hace ―Marc palmeó su rostro antes de dejar caer su mano en su


regazo. Esto era más difícil de lo que pensaba―. No, Happy. No duele, si
sabes lo que haces. Podría dolerte y hacerte daño. Pero si te preocupas por
alguien, haces todo lo que está en tu poder para no hacerle daño.

La cabeza de Happy se ladeó, un afán brillante en sus ojos. ―¿Te preocupas


por mí?

―Lo hago, Happy ―Marc no tenía problemas en admitírselo―. Yo me


preocupo por ti mucho.
83
El suspiro de Happy le hizo sonreír. ―Me preocupo por ti, también.

Ahora fue el turno de Marc de suspirar. ―Me alegro, Happy. Me gusta que te
preocupes por mí.

―Me gustaría que me beses de nuevo.

Marc estaba de acuerdo con eso. Se sentó y cruzó las piernas, arrastrándose
rápidamente hacia adelante hasta que sus rodillas rozaron contra Happy. Le
gustó tener que estirarse hasta cepillar sus labios contra los de Happy. El
hombre tenía unos quince centímetros más que él, y más de cien libras. Estaba
construido como un camión, y Marc adoraba cada centímetro de él.

Un estremecimiento de conciencia fue a través de Marc mientras cubría la


boca de Happy con avidez. El toque de los labios de Happy en los suyos
propios eran una sensación deliciosa. Marc movió su boca sobre Happy
devorándolo con suavidad.

Las manos de Marc se deslizaron hasta los brazos de Happy, acercándolo más.

El aliento salió de su pecho cuando Happy estrechó su cuerpo y lo atrajo más


cerca. Lo levantó, estableciendo a Marc en su regazo. Su aliento era cálido y
húmedo contra la cara de Marc.

―Marc ―murmuró con tanta necesidad que Marc se estremeció en sus


brazos.

―Te tengo, bebe ―Marc susurró contra el cuello de Happy―. Yo cuidaré de


ti.

La cara de Happy se sonrojó mientras él tragó saliva, asintiendo. ―Confío en


ti.

Las palabras de Happy resonaron dentro de Marc. Cerró los ojos por un
momento, saboreando la confianza que era colocada en él por hombre más
hermoso en el mundo. Cuando abrió los ojos, Marc juró en ese momento, que
84
él nunca haría nada que dañara a Happy. Iba a ser su objetivo en la vida
asegurarse de que Happy fuera feliz.

―Yo quiero que hagas algo por mí, Happy, pero sólo si estás cómodo.

―Cualquier cosa.

Marc sonrió. ―Si hay algo que te hace sentir incómodo, es necesario que lo
digas. Y si tienes alguna pregunta, no importa qué tan vergonzosa pueda ser,
quiero que me lo digas. ―Marc acarició el costado de la cara de Happy,
mirando profundamente a los ojos azules del hombre―. ¿Puedes hacer eso por
mí?

Happy estaba nervioso, pero asintió con coraje. ―Yo puedo hacer eso.

―Está bien, entonces quiero que te quites tu pijama y luego te estires en la


cama.

―¿P-Puedo dejar mi camisa?

Esa pregunta dolía en Marc porque sabía que Happy no estaba preguntando
porque era tímido. Había captado sólo una pequeña muestra de la piel cuando
él se apresuró a regresar al cuarto de baño después de la ducha y había visto
las cicatrices que tenía cruzándole la espalda. Eso no era algo con lo que
luchar en este momento. Debía darle el tiempo necesario.

―Puedes hacer lo que quieras hacer, Happy. Pero quiero que sepas que no
tienes ninguna razón para avergonzarte de las cicatrices en tu espalda. Ellas
son un testimonio de tu valentía y coraje.

La cara de Happy se sonrojó mientras dejaba caer sus ojos. ―Yo no quiero,
que creas que soy feo.

―Eso nunca va a suceder. ―Marc levantó la barbilla de Happy hasta que el


hombre lo miró―. Creo que eres el hombre más hermoso que vi en mi vida,
con cicatrices y todo.
85
―¿Sí?

Marc sonrió y agarró la mano de Happy, presionándola contra su adolorida


erección. ―Sí. Mira lo que me haces.

La respiración de Happy se enganchó. Sus ojos se agrandaron al bajar la


mirada, cuando su palma se presionó más en la erección de Marc.

―¿Recuerdas cuando te dije que la gente puede excitarse cuando están cerca
de alguien que encuentran atractivo?

―Sí.

―Me siento atraído por ti.

―¿Hago que mariposas revoloteen alrededor de tu estómago?

A Marc le encantaba la forma en que Happy describía los sentimientos. ―Sí,


Happy, tú haces que mariposas revoloteen alrededor de mi estómago.

Happy se humedeció los labios. Sus ojos se dirigieron a los de Marc y luego
hacia abajo.

Se lamió los labios de nuevo como si quisiera evitar que se sequen.


―¿Puedo... puedo ver?

Marc trató de negar el nudo pulsante que se formó en su estómago con la


solicitud del Happy, pero no pudo. Happy O'Brian tropezaba con cada maldito
gatillo que tenía, y el hombre no tenía ni idea.

Él se inclinó sobre sus rodillas y luego empujó la cintura de su pijama hasta


los muslos. Cuando él se recostó hacia abajo, un escalofrío lo recorrió cuando
su piel se reunió con la de Happy.

―Oh. Oh ―Happy se quedó sin aliento―. Eso se siente bien.

86
El toque de Happy era extrañamente suave y acariciante, mientras sus manos
se movían sobre las caderas de Marc y el borde de sus nalgas.

―Tú me puedes tocar, Happy ―dijo Marc cuando notó el tacto de Happy
vacilante. Marc se mordió el labio para ahogar su grito de alegría cuando las
manos de Happy lo tocaron con más seguridad. Marc inhalo el aroma del
almizcle de Happy mientras se inclinaba más cerca―. Puedes tocar cualquier
parte de mí que tú quieras.

―Tú me puedes tocar, también.

Oh, tan dulces palabras.

Marc se inclinó y capturó los labios de nuevo. Su corazón martilló en su pecho


cuando Happy fácilmente se abrió a él, su lengua saliendo para enredarse con
la suya.

Agarró una de las manos de Happy y se la llevó a su polla adolorida. El toque


fue una vez más indeciso pero suave cuando sus dedos se envolvieron
alrededor de la gruesa longitud de Marc.

Un dolor caliente creció dentro de él. Necesitaba tocar a Happy de la misma


forma que lo estaba tocando a él. ―Quítate la pijama, Happy, y extiéndete.

Marc se dejó caer sobre el colchón y pateó las piernas libres de su pijama. Él
sonrió mientras veía cómo rápidamente Happy se puso junto a la cama y luego
empujó el pantalón del pijama a sus pies. Empezó a subir de nuevo a la cama
pero se detuvo, Marc lo miró a los ojos, dejándole ver el deseo ardiente en sus
ojos.

Happy debió de llegar a algún tipo de decisión. Él asintió y se sacó la camisa,


la arrojó en el suelo con los pantalones del pijama. Se subió al lado de la cama
y luego se tendió junto a Marc. Su pecho subía y bajaba como si tuviera
problemas para respirar.
87
Marc le agarró la mano y se la llevó a la boca, presionando un beso contra la
palma de su mano. ―Podemos tomar esto tan lento como lo necesites, Happy.
No hay presión.

―Um, yo... Me gusta tocarte y que me toques, pero no estoy seguro... ya


sabes. ―La cara de Happy se llenó del más adorable sonrojo―. Las otras
cosas.

Marc sabía, y él estaba de acuerdo con los límites que Happy estaba poniendo
sobre sus actividades. Sólo se habían conocido durante un par de semanas.
Mientras que un poco de alivio físico entre los dos les ayudarían a llegar a
conocerse mejor, probablemente no estaban preparados para las cosas más
grandes. Marc quería más que una sola noche. Quería construir un futuro con
Happy, y eso significaba tomar las cosas con calma.

―Entonces, ¿qué tal una mamada?

88
Capítulo Ocho

Eso despertó el interés de Happy ―¿Una mamada?. ―La cercanía de Marc lo


consolaba, pero también le hacía doler. Su corazón parecía correr con cada
punto que Marc tocaba―. Creo que jamás tuve una de esas.

Marc se rió entre dientes. ―Seguro que no

―¿Qué es?

La sonrisa de Marc era contagiosa. ―Sólo échate hacia atrás y te mostraré.

Happy haría cualquier cosa que Marc le pidiera, no importaba cuán


confundido estaba. Sólo que no estaba preparado cuando Marc se acercó y se
estableció entre sus piernas. Cuando Marc se dejó caer hacia abajo, estaba
tocándolo desde la ingle hasta el pecho. Happy sintió correr su sangre por todo
su cuerpo.

―Marc.

―Estoy aquí, bebe, aquí mismo. ―Cada vez que Marc lo miraba, el corazón
de Happy saltaba en su pecho. Cuando Marc estableció la mano contra el lado
de su cara, Happy se apoyó en la suave caricia―. Yo no voy a ninguna parte.

Algo en la actitud de Marc tranquilizó a Happy y calmó sus nervios. ―Yo no


voy a ninguna parte.

La sonrisa de Marc era amplia con la aprobación. ―Entonces creo que


seremos tu y yo entonces.
89
La mirada de Marc cayó de los ojos de Happy a sus hombros y a su pecho. Sus
dedos siguieron, acariciándole la piel hasta que él gimió.

―Oh, Happy, es un sonido tan hermoso.

―No puedo evitarlo ―Happy jadeó―. Se siente bien.

―Eso es lo que quiero escuchar, bebé.

Happy era impotente para resistir las sensaciones en espiral a través de su


cuerpo cuando los labios de Marc reemplazaron los dedos sobre su piel. El
hombre lo besó dejando un rastro sobre el pecho, su pezón, y luego apretó los
labios alrededor de la dura protuberancia.

―¡Marc! ―Happy gritó cuando un sentimiento que nunca había sentido en su


vida quemo a través de él. Se arqueó, presionando su pecho contra la boca de
Marc, con ganas de más. Quería todo―. Por favor, Marc.

―¿Qué necesitas, bebe?

―Más. ―Dios, él quería más. Quería sentir ese dolor de nuevo, por cada
centímetro de su cuerpo.

La sonrisa de Marc era traviesa y Happy adoraba verla.

Cuando Marc besó su camino hacia el otro pezón, moviendo su dedo sobre la
pequeña protuberancia tensa, Happy pensó que iba a perder la cabeza.

Cada movimiento del dedo de Marc, cada tirón, parecía enviar sensaciones
explotando a través de su cuerpo.

A Happy le dolía.

Él necesitaba.

Él... oh joder.
90
Happy se estremeció cuando Marc se inclinó y acarició su lengua a través de
su pezón sensible. El hombre parecía disfrutar de alternar entre sus pezones,
lamiendo uno y luego yendo a tirar del otro. Su polla se endureció tanto que
casi dolía.

Happy parecía no poder recuperar el aliento.

Cuando Marc se trasladó por el pecho hacia su abdomen, Happy sintió como
que él iba a arder en llamas. Cuando la lengua de Marc lamió la cabeza de su
polla, el mundo de Happy se estremeció por las sensaciones. Lloró cuando su
cuerpo estaba envuelto en un placer tan intenso que rayaba en dolor.

―Quiero hacerte el amor, Happy ―susurró Marc.

―Sí.

―Voy a cuidarte bien, Happy. ―Marc sonrió justo antes de reclamar los
labios con un magnífico beso lleno de pasión y de deseo, amor y reverencia.
Happy lo sintió todo el camino hasta los dedos de los pies.

También sintió las manos que se movían sobre su cuerpo suavemente


acariciándolo, despertándolo. Marc parecía tener una pequeña obsesión con
los pezones. Los besó, tiró de ellos, y luego bromeó con los dedos.

Se inclinó y cubrió la boca de Happy, su lengua exigiendo entrar contra los


labios. Era una demanda que no pudo negar cuando Marc agarró sus caderas y
lo atrajo hacia sí. Él permitió que su lengua fuera acariciada, degustada, y sin
embargo Happy quería más.

―Tócame, amor.

Con mano temblorosa, Happy extendió la mano y la deslizó sobre los bíceps
de Marc, su abdomen y a lo largo de sus anchos hombros. Marc se presionó
contra Happy de nuevo, su muslo insinuándose entre los de Happy. La presión
91
del muslo de Marc hizo que el cuerpo entero de Happy se sienta como con un
nervio expuesto, sensible y receptivo al toque de Marc.

Cuando levantó la cabeza, miró a Happy con calor abrazador en sus ojos. Era
una mirada que puso a temblar todo el cuerpo de Happy. ―¿Estás listo, bebe?

Happy asintió, aunque no estaba seguro para lo que se suponía que estaba
listo. Respiró hondo cuando Marc se agachó entre sus muslos y empujó un
dedo lubricado en su culo. Él no lo había esperado y la quemadura fue intensa.
Happy comenzó a jadear cuando el dedo de Marc se movió lentamente dentro
y fuera de él. Apenas tuvo tiempo para adaptarse a un dedo en su culo antes
que un segundo fuera añadido, a continuación, un tercero.

No podía detener los temblores que sacudían su cuerpo. Yacía allí con sus
labios entreabiertos y los ojos medio cerrados. Ni siquiera estaba seguro de lo
que eran las emociones que corrían a través de él. Sólo sabía que no quería
que ese momento terminara.

―Te tengo, amor ―la voz de Marc era como un ronroneo en su garganta,
rasposa y erótica, un timbre suave que calmó las preocupaciones de Happy.

El cuerpo de Marc se movió sobre el de Happy, adorando su piel con los


labios. Se retorció bajo el hombre, queriendo a Marc más cerca. Él gimió al
sentir los músculos duros bloqueándolo en su lugar, impidiéndole sacudirse.

¿Cómo podía no haber sabido que algo como esto existía? Happy había oído
hablar de sexo, pero nunca había sido descripto como esto… el placer lo
consumía. Quería experimentar más de lo mismo, todo.

―¡Marc! ―Abrió las piernas aún más cuando Marc se empujó hacia él,
extendiéndolo a su lado mientras sacaba sus dedos del culo de Happy.

―Sólo relájate, bebé.

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―Marc, por favor ―declaró Happy cuando él inclinó sus caderas hacia Marc.
Apretó los dientes cuando simplemente se rió de él.

Quería torturarlo. Quería conducirlo a la locura.

Y estaba precisamente consiguiendo eso. Casi podía sentir el mismo aire a su


alrededor moviéndose sobre su piel sensible.

Casi gritó en protesta cuando Marc quitó los dedos.

No quería sentirse vacío. Marc le mostró una parte de la vida de la que Happy
no sabía nada, pero ahora codiciaba más.

Sus ojos se cerraron cuando Marc alineó su pene y lentamente se hundió en él.
El momento se congeló en el tiempo. Happy abrió sus ojos para ver a Marc
por encima de él, su cuerpo inmóvil. Se quedó mirando a Happy, mirándolo
aturdido por lo que pareció una eternidad, y entonces él sacó sus caderas hacia
atrás.

Happy se sintió como si fuera a estallar cuando Marc comenzó a moverse.


Tocó algo dentro de él, y el cuerpo de Happy reaccionó por su propia
voluntad. Él comenzó a retorcerse, con ganas de sentir esa sensación una y
otra vez.

Su cuerpo había vuelto a la vida, y era todo lo que podía hacer para no llorar
por el placer. Los golpes de Marc se hicieron más duros, su polla lo llenó
hasta que sintió que se iba a romper. Su cuerpo tembló por las sensaciones que
se disparaban a través de él

―¡Marc! ―Exclamó Happy cuando lo empaló con su polla con toda la fuerza
de su cuerpo. Happy estiró sus manos detrás de su cabeza y las sostuvo en la
cabecera para impedir ser arrastrado. Miró a Marc con asombro. Siempre
había sido tan amable con él. No es que Marc le lastimara porque él no lo
hacía. Estaba sorprendido de que Marc utilizara semejante fuerza.
93
Él nunca lo había hecho antes.

Happy podía ver un pequeño tic en la mandíbula apretada de Marc. El férreo


control que tenía en las caderas de Happy junto con la intensa expresión de su
cara le dijo que Marc finalmente había perdido su rígido control. Lo que
emocionó a Happy.

Fue bueno verlo tomar lo que quería, por una vez.

Happy envolvió una mano en el pelo de Marc y tiró su cabeza hacia abajo por
un beso mientras con la otra mano le recorría la espalda. Oyó a Marc gemir
cuando clavó las uñas y las arrastró por su espalda.

Los empujes de Marc se hicieron más urgentes y su cuerpo comenzó a


temblar. Cuanto más duro Marc empujaba, más se excitaba. Justo cuando
pensó que no podía aguantar más, Happy sintió el engrosamiento repentino de
la polla de Marc cuando se hundió y derramó su semilla en su culo. Happy se
arqueo, lanzando su cabeza hacia atrás mientras gritó y llenó el espacio entre
sus cuerpos momentos antes que Marc se derrumbara hacia abajo sobre él.

Happy tiró de Marc a su pecho y luego los hizo rodar de manera que se
enfrentaron el uno al otro. No le importaba que ellos estuvieran cubiertos de
semen y sudor.

Tenía a Marc en sus brazos. Marc, que lo veía como un hombre. Quién lo vio
como alguien que podría ser capaz de construir una vida con él. Marc, que
quería estar en sus brazos.

Marc, que no pensaba que era malo.

Happy apretó sus brazos alrededor del hombre. ―Gracias, Marc.

Marc levantó la cabeza y miró a los ojos de Happy. Happy intentó tragarse el
nudo que se le atoró en la garganta por la intensidad de la mirada del hombre.
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Marc se quedó mirando a Happy, con la mirada llena de reverencia y acaricio
el lado de su cara. Happy sonrió y se apoyó en el tacto suave. ―Yo debería
agradecerte, Happy. Tú me diste algo muy valioso.

Happy frunció el ceño tratando de recordar que le había dado a Marc. Él se


quedó completamente en blanco. Habían compartido un par de comidas
juntos, una sacudida, y ahora esta experiencia increíble, en la cual Happy
estaba bastante seguro sus almas se habían fusionado, pero no recordó darle
nada a Marc.

―Marc, yo ―El resto de las palabras fueron amortiguadas por el dedo que
Marc presionó sobre sus labios.

―Me diste tu confianza, Happy.

Happy pensó por un momento, pero aún estaba confundido.

―¿Y eso es importante? ―No podía pensar en una sola razón por la que no
debería haberle dado su confianza. Marc era un buen hombre.

Marc sonrió, arrastró el dedo por la curva de la mejilla de Happy. ―Es muy
importante.

―Bueno.

El calor en la sonrisa de Marc se hizo eco en su voz cuando habló. ―Tenemos


que limpiarnos y dormir un poco. ¿Te quedarás toda la noche conmigo,
Happy?

Por un breve momento, algo doloroso estalló en el pecho de Happy. ―Yo


pensé que iba a quedarme a dormir en tu casa.

―En mi cama Happy, ¿Va a dormir conmigo en mi cama?

95
―¿Una Pijamada? ―Había oído hablar de esas, aunque pensaba que en ellas
estaban las bolsas en el piso de la sala y un montón de aperitivos nocturnos y
películas de terror.

La risa suave de Marc recorrió el aire. ―Sí, es algo así como una fiesta de
pijamas, pero sólo para nosotros dos.

―Y mamá ―Happy señaló―. Está durmiendo justo en el pasillo, así que ella
está durmiendo también, pero no creo que ella deba dormir aquí con nosotros.
Tal vez sólo nosotros dos aquí, ¿de acuerdo?

Un flash de humor ánimo el rostro de Marc. ―Está bien, Happy.

Happy no pudo contener la sonrisa pegada al rápido beso en la cara contra los
labios de Marc, rodó hacia un lado y luego salió de la cama. Dio un paso hacia
la camisa del pijama y se la puso como al principio y caminó hacia el baño.

Sólo había mojado un paño cuando Marc se unió a él, gloriosamente desnudo.
Happy sintió como si su mandíbula se hubiera desquiciado y se quedó
mirando el reflejo de Marc en el espejo del baño.

―Eres más hermoso que un campo de flores silvestres a primera hora por la
mañana, justo cuando el rocío está todavía salpicando la hierba y la niebla está
empezando a despejarse.

Las cejas de Marc se levantaron una fracción cuando él encontró la mirada de


Happy en el espejo. ―Gracias, Happy.

Happy bajó los ojos y se encogió de hombros. Rápidamente se limpió,


demasiado nervioso para mirar a Marc. ―Es cierto. Paso mucho tiempo en el
campo detrás de mi casa, especialmente al principio de la mañana cuando
estoy recogiendo los huevos para el desayuno de mamá. El campo es muy
tranquilo temprano por la mañana.

96
―Me imagino que sí ―Marc dijo mientras tomaba el trapo que le tendió
Happy y se limpió.

―A veces me siento allí y veo salir el sol, veo el calor derritiendo el rocío. Y
es tan hermoso, Marc. Es tan limpio y tranquilo y lleno de vida. ―Happy se
humedeció nerviosamente sus labios y se encontró con la mirada de Marc de
nuevo―. Como tu.

―Oh, Happy. ―Marc se puso serio. Su dedos bajaron por su rostro a lo largo
de la línea del cabello, metiéndole un rizo detrás de la oreja―. Tu madre sabía
lo que estaba haciendo cuando te nombró porque soy muy feliz cuando estoy
cerca de ti.

―¿Sí?

El rostro de Marc se dividió en una amplia sonrisa. ―Sí.

Happy se sentía como si estuviera flotando él siguió a Marc de nuevo al


dormitorio y se metió en la cama al lado del hombre. Cuando Marc levanto los
brazos, Happy con entusiasmo se acurrucó entro en ellos, envolviendo sus
brazos alrededor de él. El ritmo suave del corazón de Marc latía debajo de su
oreja, arrullándolo para que se duerma.

Era el sonido más maravilloso del mundo.

97
Capítulo Nueve

Marc se quedó quieto, abrió los ojos. Algo lo había despertado, pero él no
sabía lo que era. No estaba acostumbrado a que los hombres durmieran en su
cama, pero no creía que despertar con Happy presionado a su lado fuera lo que
le había molestado. Era otra cosa, algo hizo que los pelos de la nuca se le
levantaran.

Movió el brazo de Happy hasta que las pestañas del hombre comenzaron a
aletear. Marc pulso rápidamente un dedo sobre los labios de Happy. Los ojos
del hombre se abrieron de golpe y luego se redondearon.

Marc, puso el otro dedo en contra de sus propios labios. ―Sshhh.

Happy asintió.

Marc rodó a un lado de la cama, se deslizó hasta el suelo y agarró los


pantalones del pijama que había descartado más temprano, tirando de ellos de
vuelta a sus piernas. Abrió el cajón de la mesita de noche y sacó el revólver de
servicio, comprobó la recamara de munición y entonces tranquilamente la
empujo de nuevo en su lugar. Hizo una mueca, rezando por no haber hecho
demasiado ruido.

Marc se inclinó sobre el borde de la cama y apretó su boca contra la oreja de


Happy. ―Vístete y enciérrate en el cuarto de baño. Voy a buscar a tu madre.

Happy asintió y rodó hacia el otro lado de la cama. Marc observó a Happy
deslizarse fuera del colchón e inclinarse para agarrar su ropa antes de ir de
98
puntillas al cuarto de baño. Esperó a que Happy cerrara la puerta antes de
trasladarse hacia la puerta de su dormitorio.

Él podría estar preocupado por nada, pero siempre había confiado en sus
instintos y sus instintos le gritaban que las dos personas que había jurado
proteger estaban en peligro.

Marc se deslizó fuera de su habitación y por el pasillo hacia la habitación de


invitados. Había una luz encendida en la estufa, pero sólo lanzó una débil luz
en el pasillo. Era algo que Marc utilizaba para poder ver bien si se movía con
cautela por el pasillo.

Deseó poder tocar y anunciarse antes de entrar en la habitación de Anna, pero


sabía que no podía. Si había alguien en la casa, no quería alertarlos de que él
estaba despierto, o donde estaba.

Marc giró el pomo de la puerta y la empujó suavemente abriéndola, entró


rápidamente y cerró la puerta. Un rápido vistazo alrededor de la sala envió el
corazón de Marc a su garganta.

―Anna ―susurró. No la veía por ninguna parte. Reconoció que el bulto en el


medio de la cama no era ella, sino más bien una pila de almohadas. Había
hecho exactamente lo mismo demasiadas veces cuando era adolescente para
poder escaparse y tener un poco de diversión.

Marc se acercó y levantó la manta, comprobando en el marco de la cama. La


única cosa que había abajo era un par de calcetines y algunas viciosas motas
de polvo.

―¿Anna? ―Marc susurró de nuevo, un poco más fuerte esta vez. Happy
estaría devastado si algo le sucedía a su madre. Él también. Happy y Anna
dependían de él para mantenerlos protegidos.

¡Maldita Sea!
99
¿Dónde estaba?

Los ojos de Marc cayeron en la puerta del armario. Él comenzó a moverse en


esa dirección Cuando un pequeño gemido desde el gabinete del televisor llegó
a sus oídos.

Marc ladeó la cabeza y escuchó. Cuando escuchó el sonido nuevamente, se


movió hacia el gabinete de madera.

―¿Anna? Soy Marc ―dijo antes de que abrir la puerta. Había estado
esperando que Anna estuviera en el armario cuando oyó el gemido, pero
realmente ver su cara asustada llena de lágrimas le aturdió. Realmente no
había esperado eso.

Marc se llevó el dedo a los labios y después tendió una mano hacia ella.

Cuando Anna le agarró la mano, Marc la ayudó a salir del gabinete. Estaba un
poco sorprendido que pudiera caber dentro, teniendo en cuenta que ni siquiera
había quitado los DVDs del interior.

Una vez que Anna estaba de pie, Marc se llevó el dedo a la boca de nuevo.
Cuando Anna asintió y apretó los labios, Marc la llevó a la puerta del
dormitorio. La abrió lo suficiente como para ver, cuando no vio a nadie, Marc
salió y Anna lo siguió manteniéndose cerca a su lado.

Marc se apresuró a volver por el pasillo hacia su habitación, abrió la puerta,


dio un rápido vistazo y entonces entró junto con Anna, cerrando la puerta
detrás de ellos.

Caminando hacia la puerta del baño, él llamó suavemente. ―Happy, soy


Marc. ―Cuando la puerta se abrió y apareció la cara de Happy, su expresión
estaba tan asustada como la de Anna―. Tengo a tu madre aquí conmigo.

Happy se iluminó y miró más allá de Marc. ―Mamá ―susurró, manteniendo


sus brazos arriba. Anna se movió rápidamente hacia ellos, abrazando a su hijo. 100
―Necesito que se queden aquí mientras echó un vistazo al resto de la casa
―Marc les dijo―. No salgan por ninguna razón, no hasta que yo venga por
ustedes. ¿Entienden?

Happy asintió.

Marc dudó en dejarle a Happy una pistola, pero en realidad no había tenido la
oportunidad de saber si Happy sabía cómo manejar una y no quería correr
ningún riesgo. En su lugar, se acercó a su armario y sacó su bate de béisbol,
llevándoselo a Happy.

―Si te metes en problemas, usa esto.

Happy miró al bate como si fuera una serpiente. ―No quiero hacer daño a
nadie, Marc.

Happy era un alma gentil y, probablemente, no lastimaría ni a un bicho, pero


Marc apostaría a que protegería a su madre. ―No vayas detrás de nadie, pero
si vienen por ti o tu madre, defiéndete.

Los hombros de Happy se desplomaron. ―Supongo.

―Vuelvo pronto, bebe. ―Marc le dio un beso en los labios a Happy y dio un
paso atrás, señalando la puerta―. Cierra esto después de mí y no salgas hasta
que yo venga por ti.

Marc esperó hasta que la puerta se cerró de nuevo y oyó la cerradura trabarse
antes de girar y salir de la habitación. Iba a cazar al que había invadido la
seguridad de su casa y puso una mirada asustada en la cara de Happy. No iba a
descansar hasta que Happy y Anna estuvieran a salvo de nuevo.

Marc se trasladó a través de la casa en silencio, poniendo un pie delante del


otro poco a poco por cada habitación. Cuando llegó a la cocina, estaba
empezando a pensar que quizás él lo había imaginado todo.
101
Y entonces oyó un ruido por la puerta de atrás. Había una arcada en la cocina
que llevaba a la sala de lavandería. En el otro extremo de la sala de lavandería
había una puerta que daba a la pequeña pasarela entre la casa y el garaje.

Marc se acercó y apretó contra la pared cerca de la entrada a la sala de


lavandería. Levantó la pistola, sujetándola con ambas manos, luego giró la
esquina en el cuarto de lavado.

Maldita Sea.

Estaba vacío.

Marc se trasladó a la puerta de salida. La luna estaba todavía bastante alta en


el cielo de la noche, proyectando la suficiente luz sobre la tierra para que Marc
pudiera ver la pasarela entre los edificios y el patio. Pero quedaban un montón
de sombras, más que suficientes para que alguien se escondiera.

Marc se acercó a la puerta de atrás y miró a través del cristal en la mitad


superior de la puerta. Contempló la oscuridad por varios momentos antes de
abrir la puerta con cautela y después de abrirla salió al aire fresco de la noche.

Se dirigió hacia la parte delantera del garaje. Su camioneta se encontraba


estacionada en la calzada, y quería asegurarse de que nadie se había metido
con ella. El vandalismo era bastante inexistente en Cade Creek, pero sucedía
de vez en cuando sin un grupo de adolescentes perdía el tiempo.

Pero era su camioneta de trabajo y la necesitaba funcionando correctamente si


planeaba ir a trabajar por la mañana. Aunque tomarse un par de días de
descanso para pasarlos con Happy era una buena idea.

Marc aún estaba conmocionado por lo que había ocurrido entre él y Happy
hacía un par de horas atrás. Había sido uno de los más mágicos momentos de
su vida. Happy era el hombre más generoso que jamás había conocido.

Incluso confuso e incierto, Happy trato de complacerlo. Ese tipo de cuidado 102
no podía enseñarse. Venía del alma, de la bondad nacida en alguien. Y Happy
-un hombre construido como si pudiera manejar el mundo el sólo- tenía el
alma de un gigante amable.

La vida de Marc no había sido mala. Tuvo muy buenos padres, un maravilloso
hermano mayor, la carrera que amaba, y amigos que sabía lo respaldaban en
todo momento. Pero mientras pasaba tiempo con Happy, se fue dando cuenta
que todo eso no significaba nada sin alguien en su vida que lo amara por
encima de todo.

Marc quería a alguien como Happy O'Brian.

Se movió alrededor del camión, revisando el interior y cerrándolo.

Nada parecía estar fuera de lugar. La puerta seguía cerrada y todo estaba
donde se suponía que debía estar.

El garaje estaba bien. La puerta seguía cerrada y nada en el interior parecía


haber sido perturbado.

Marc bajó el arma y miró alrededor. Nada parecía fuera de lugar. Tal vez lo
estaba imaginando todo. Tal vez la perturbadora sensación que tenía era por
tener a alguien en la cama con él

Pero teniendo en cuenta lo mucho que deseaba a Happy en su cama, Marc


seriamente lo dudaba.

Sin saber que más hacer, regresó hacia la casa. Se aseguraría de cerrar la casa
a cal y canto, llevar a Anna de regreso a su habitación, y luego volver a la
cama y acurrucarse con su gigante amable.

Justo cuando empezó a llegar por la manija de la puerta para volver a entrar,
una fuerte explosión destrozó el aire de la noche y se estrelló contra su brazo,
haciéndolo girar. Golpeó la pared, parpadeando rápidamente, se quedó
mirando la sangre que goteaba en su brazo.

El estómago de Marc se enrollo cuando se deslizó por la pared del garaje.


103
―Maldita Sea. Eso va a dejar una marca.

104
Capítulo Diez

Happy se sacudió por la fuerte explosión a través de la oscuridad exterior del


cuarto de baño. No podía decir exactamente de donde vino el sonido excepto
que no venía desde el baño.

Apretó la oreja en la puerta, con la esperanza de escuchar algo. Cualquier


cosa. Marc estaba allí solo, sin nadie para ver su espalda. Las imágenes
horribles que flotaban a través de su mente le hicieron un nudo en su
estómago. Él moriría si algo le sucedía a Marc. El hombre significaba todo
para él.

¿Cuándo había sucedido?

Sabía que se sentía bien cuando él estaba cerca de Marc. Mariposas


revoloteaban en su estómago cada vez que Marc le sonreía, y Marc parecía
sonreír mucho a su alrededor.

Todavía estaba tratando de comprender lo que había pasado más temprano


entre ellos. Nadie lo había tocado nunca tan suavemente, con tanto cuidado.
Marc le hizo sentir como si fuera especial. No pensó que Marc tocara a
cualquier otra persona de la manera que le tocó a él, pero podría estar
equivocado.

Las manos de Happy se apretaron por un sentimiento desconocido que hizo


que las mariposas en su estómago se quemen. ¿Marc estaría tocando a otra
persona? Lo amaría en la forma en que amaba a Happy?
105
―¿Mamá? ―Susurró, no queriendo levantar la voz―. Necesito ir a buscar a
Marc.

―No, Happy ―Anna se apresuró a decir.

―Tengo que hacerlo, mamá. ―Happy trató de ocultar el miedo que sintió al
volverse a mirar a su madre―. Tengo que asegurarme de que está bien. ―Y él
necesitaba asegurarse de que él era el único amante de Marc.

―Marc nos dijo que nos quedáramos aquí, Happy.

Happy no podía discutir eso. Marc había dicho que se queden en el baño hasta
que el fuera por ellos. ¿Pero que si Marc no podía ir por ellos?

―Tengo que encontrarlo, mamá.

Anna suspiró, con expresión resignada. ―Yo comprendo, Happy. Sólo ten
cuidado.

Su corazón dio un pequeño salto de alegría en su pecho. Se inclinó y rozó sus


labios sobre la frente de su madre. ―Gracias por comprender, mamá.

―Happy, respóndeme una cosa. ¿Lo amas?

―No sé. ―Happy no estaba seguro de lo que verdaderamente se entendía por


amar. Sus abuelos se suponían que lo amaban, pero había sufrido por sus
manos más de lo que pensaba que era humanamente posible. Había conocido
nada más que el odio y la tortura de esas dos personas que deberían haberlo
protegido del mundo.

La única persona que lo había amado incondicionalmente era su madre, y ella


sufrió mucho por lo que hizo. Su punto de vista sobre el amor podía estar
retorcido. No tenía una base sólida para decir si amaba a alguien o no.

―Él me hace sentir bien, y él es muy amable conmigo, pero- ―Happy se


encogió de hombros―. No estoy seguro de lo que siento. 106
La sonrisa de Anna era triste. ―Muy bien, Happy. Pero no hagas nada para lo
que no estés listo.

―No, Marc nunca haría eso. ―Happy sacudió la cabeza rápidamente―.


Hemos hablado de ello, y dijo que podíamos tomar las cosas tan lentas como
necesitemos tomarlas. No quería hacer nada que me hiciera sentir incómodo.

―Eso es bueno, bebe. ―Anna palmeó el brazo de Happy, ampliándose su


sonrisa―. A mí me parece que Marc se preocupa por ti tanto como tú te
preocupas por él.

―Sí. ―Happy comenzó a sonreír con las mariposas flotando nuevamente en


su estómago―. Lo hace.

―Está bien, bebe. Ve a buscar a tu hombre.

Happy adoraba a su mama. Ella lo entendía cuando muchos otros no lo


hacían. Apretó otro beso en la frente y entonces se volvió y abrió la puerta del
baño, se asomó, cuando vio que el dormitorio estaba vacío, Happy salió
cerrando la puerta detrás de él. Oyó el bloqueo cuando se dirigió a la puerta
del dormitorio.

Los nervios de Happy comenzaron a vibrar cuando abrió la puerta de la


habitación y miró hacia el pasillo. Esta probablemente era una mala idea, pero
no saber si Marc estaba herido era aún peor.

Happy hizo lentamente su camino por el pasillo, permaneciendo lo más cerca


del muro que pudo. Hubiera sido mucho más fácil si no fuera tan grande, pero
no había mucho que pudiera hacer al respecto. Había nacido de esta manera.
No podía hacerse un blanco pequeño aunque lo intentara.

El pasillo estaba vacío fue a la sala de estar y cocina.

Happy estaba empezando a preguntarse en qué otro lugar debería mirar


cuando oyó lo que sonaba como murmuraciones. 107
Sólo que no sabía de dónde venían.

Ladeó la cabeza, metiendo sus rizos detrás de la oreja, y escuchó. Cuando no


oyó nada, se volvió hacia la otra dirección. Todavía no oyó nada.

Estaba empezando a preguntarse si lo había imaginado cuando algo raspó


contra la puerta de la cocina. El corazón de Happy saltó a la garganta, por lo
que le era difícil de respirar. Se arrastró hacia la puerta, deseando haberse
acordado de traer el bate de béisbol de Marc con él.

Justo cuando empezó a llegar al picaporte, la puerta se abrió y Marc cayó en el


interior, cayendo al suelo.

Recordando que podría haber alguien por ahí buscándolos, Happy mantuvo
los labios apretados cuando realmente quería gritar.

Se precipitó hacia delante y se dejó caer de rodillas, agarrando a Marc y


tirando de él en sus brazos. La sangre que cubría el brazo de Marc y parte
superior del cuerpo le hizo revolver su estómago. Se quitó la camisa y la
presiono contra la herida en el brazo de Marc, tratando de contener el flujo de
sangre.

―Marc ―susurró en caso de que alguien estuviera escuchando―. ¿Qué pasó?

―Happy, necesitamos ayuda.

El miedo y la ira inundaron el interior de Happy. Había oído aquellas palabras


antes. Sabía lo que tenía que hacer. Happy levantó a Marc en sus brazos y lo
llevó de vuelta por el pasillo hacia el dormitorio, abriendo la puerta con el pie.
Acostó a Marc en la cama.

―Mamá ―dijo en voz baja, pero lo suficientemente alto como para que Anna
escuchara a través de la puerta―. Te necesito.

La puerta del baño se abrió de inmediato, y Anna salió. ―¿Qué pasa, Happy?
108
―Marc está herido. Él dice que necesitamos ayuda.

Anna se estremeció, y Happy sabía que ella estaba reviviendo los recuerdos de
cuando le había dicho la misma cosa a él.

―Mamá.

―Correcto. Humm. ―La mano de Anna se sacudió mientras la empujó a


través de su largo cabello castaño claro―. Necesitamos al sheriff.

Happy sabía cómo hacerlo. El Sheriff Riley le había enseñado. Fue a la mesita
de noche y agarró el teléfono celular de Marc. Golpeó el número de teléfono
que había memorizado y luego puso el teléfono en la oreja y esperó.

―¿Qué pasa, Marc? ―El Sheriff Riley dijo que cuando estuvo en la línea un
momento después.

―Soy Happy. Necesitamos ayuda.

―¿Dónde estás, Happy? ―Preguntó John con voz firme.

―Estamos en la habitación de Marc.

―Bueno, yo estoy en mi camino. ―Happy oyó ruidos y supo que el hombre


estaba diciendo la verdad―. ¿Puedes decirme qué pasó?

―No sé. ―Happy corrió al baño y agarró una toall de mano limpia.
Recordaba haber visto la pila allí cuando estuvo en el baño antes. Se apresuró
a regresar a la habitación y se sentó en al lado de la cama al lado de Marc,
pulsando la toalla contra su brazo.

―Marc me despertó y me dijo que me escondiera en el cuarto de baño. Se fue


y trajo a mamá y le dijo que se ocultara conmigo, y entonces salió del
dormitorio. Oí el ruido, el ruido fuerte.

―¿Qué clase de ruido?


109
―Al igual que una gran explosión.

―Está bien, sigue adelante. ―Happy oyó al sheriff decir algo a alguien, otra
cosa, pero no pudo distinguir las palabras. Se imaginó que el hombre estaba
hablando con uno de sus maridos. No entendía cómo un hombre podía tener
dos maridos, pero los tres hombres estaban contentos por lo que en realidad no
importaba cuán confuso le pareciera. Ellos estaban felices y era todo lo que
realmente importaba.

―Empecé a preocuparme sobre Marc así que deje a mamá en el cuarto de


baño y fui a buscarlo. Cayó por la puerta de la cocina justo cuando iba a abrir
la puerta. Está mal herido, sheriff. Hay tanta sangre.

―¡Maldita sea! ―El sheriff gritó―. Ejerce presión sobre la herida, Happy.

―Lo estoy haciendo.

―Bien ―el sheriff respondido―. ¿Está despierto?

Happy levantó sus ojos para mirar la cara de Marc. Los ojos del hombre
estaban cerrados, pero sus labios estaban apretados en una fina línea, con la
mandíbula apretada. ―Yo creo que sí, pero siente en un montón de dolor,
sheriff.

―Hay una ambulancia en camino, Happy. Los paramédicos lo van a curar y


lo van a dejar como nuevo.

Happy no estaba seguro de querer extraños tocando a Marc. ―Yo no sé,


sheriff. Y si-

―Está bien, Happy ―dijo el sheriff―. Los paramédicos saben lo que están
haciendo. Lo prometo.

Happy no estaba tan seguro de eso. Recordó la agradable gente del pueblo
cuando Happy llevo a su madre al hospital pero alguien obviamente había
110
herido Marc y no sabía quién fue. No le gustaba la idea de dejar que nadie se
acerque a Marc.

―Sheriff, tal vez ―las palabras de Happy murieron Cuando Marc lo alcanzo
y agarró su muñeca. Cuando levantó la vista, los ojos de Marc estaban abiertos
y lo estaba observando―. Marc.

―Dame el teléfono, Happy.

Happy parpadeó sorprendido, pero le tendió el teléfono.

―John, soy Marc. Me dispararon, en el brazo. ―Happy observo las cejas de


Marc dibujándose juntas en un ceño profundo―. No, no vi a nadie y nada fue
perturbado. Hizo una mueca cuando él sacudió la cabeza, gruñendo presionó
su cabeza contra la almohada―. Es necesario que comprueben al diputado que
está enfrente. Él debió haber venido cuando me dispararon.

Fue sólo entonces que Happy recordó que se suponía que debía estar el
diputado sentado en un coche observando la calle. ―¿Quieres que vaya a
buscarlo, Marc?

―No, Happy ―dijo Marc―. Quiero que tú y tu mamá se queden aquí


conmigo hasta que el Sheriff Riley llegue.

Happy dejó escapar el aliento que había estado sosteniendo. Él iría a buscar al
diputado si era lo que Marc quería, pero prefería quedarse aquí con Marc.

Happy oyó sirenas. Tocó el brazo de Marc. ―Creo que la ambulancia está
aquí.

―Está bien, Happy. Ve, déjalos entrar, pero asegúrate de que sean los
paramédicos antes de abrir la puerta.

Happy asintió. Se levantó y dio un paso luego se volvió cuando su madre


tomo su lugar, presionando la toalla en la herida de Marc. A Happy realmente
no le gustaba la palidez de Marc. Se estaba poniendo bastante pálido.
111
―Me daré prisa.

Marc le dio una leve sonrisa.

Era algo.

Happy se apresuró a salir de la habitación y al pasillo a la puerta principal.


Antes de que pudiera llegar a él, oyó un golpe atrás en la puerta. Happy
cambió de dirección y se dirigió a la cocina.

Se detuvo y miró cuando vio la pistola tirada en un charco de sangre en el


medio de la piso de la cocina. Sabía que no debería estar ahí. Alguien podría
venir y recogerlo. No estaba encantado sobre recogerla él mismo dado que no
conocía como eran las armas, que eran peligrosas era todo lo que sabía de
ellas. Pero dejarla ahí sería pedir problemas.

Happy se agachó y recogió el arma por la empuñadura, asegurándose de no


poner su dedo en el gatillo ni apuntarse a sí mismo. Sosteniendo el arma a su
lado, Happy caminó hacia la puerta. Podía ver a varios hombres por los
cristales en la parte superior de la puerta. Dos de los hombres estaban con
uniformes de policía, dos de ellos estaban con uniformes de paramédicos
llevando bolsos en sus manos.

Happy se sintió aliviado al verlos a todos. Abrió la puerta y dio un paso atrás,
señalando hacia el pasillo. ―Él está ahí abajo en el dormitorio. Dense prisa,
por favor.

―Señor. ―Uno de los oficiales entró, una mano fue a la pistola en la cadera,
la otra mano levantándola en el aire―. Baje el arma, señor.

―¿Qué? ―Happy no creyó que el tono cauteloso que el oficial estaba


utilizándolo con él fuera una buena cosa. El tipo parecía casi asustado―. Baje
el arma, señor.

Happy frunció el ceño. ¿Estaba este hombre loco? 112


Happy estaba bastante seguro de que lo estaba cuando el hombre sacó su arma
y lo apuntó. ―Usted no debe apuntar a la gente con su arma.

El otro oficial entró a la cocina, su arma apuntándolo también.

Se acercó por la isla de la cocina, flanqueándolo por el otro lado.

―Señor, usted realmente necesita bajar el arma ―dijo el oficial―. Nosotros


no queremos que nadie salga herido aquí.

―Marc ya está herido. ―Happy no podía entender por qué no estaban


ayudando a Marc―. Él necesita ayuda. ―Y si ellos no iban a ayudar a Marc,
él lo haría. Happy comenzó a volver a la habitación cuando un peso pesado
cayó sobre su espalda, llevándolo hasta el suelo. La pistola en la mano de
Happy se deslizó lejos, volando bajo la mesa pequeña de desayuno.

Happy luchaba por escapar, los recuerdos de su abuelo venciéndolo nublaron


su mente hasta todo lo que sentía era a Herne O'Brian golpeándolo, por mucho
que intentara escapar. Aterrorizado, Happy hizo la única cosa que nunca hizo
al ser castigados por su abuelo.

Gritó.

113
Capítulo Once

Los ojos de Marc se abrieron de golpe cuando el grito lleno de dolor traspasó
la niebla en su cabeza. Su aliento quedó atrapado en su garganta, y su corazón
golpeó tan fuerte que podía sentirlo en sus oídos.

Happy estaba gritando.

Marc empujó las manos de Anna y se puso de pie, balanceándose un poco.


Con pasos inestables tropezó hacia la puerta de la habitación y salió al pasillo.

El dolor que irradiaba hacia fuera del agujero de la bala en el brazo no era
nada en comparación con la angustia que le llenó al oír gritar a Happy de
nuevo.

―¡Happy! ―Marc exclamó sorprendido por lo crudo y agitado que sonó.


Tropezó con la pared, haciendo una mueca cuando dejó una larga mancha de
sangre en la pared blanca. Eso no iba a limpiarse muy fácilmente. Tampoco lo
haría la sangre que goteaba desde el brazo al suelo bajo sus pies.

Justo al llegar al final del pasillo, un paramédico que Marc no reconoció


apareció llevando un bolso rojo. Al instante dejó su bolsa en el suelo y
comenzó a llegar por Marc.

Marc se echó hacia atrás. ―¿Dónde está Happy?

Las cejas del hombre se alzaron. ―Señor, ¿sabe dónde está?

¿Eh?
114
El hombre lo miró con preocupación intentando llegar por Marc de nuevo.

―Señor, usted ha recibido un disparo. Necesita sentarse.

―Necesito a Happy.

El paramédico lo miró con cuidado. ―¿Me puede decir cómo se llama, señor?

―¿Mi nombre? ―Marc miró al hombre, sus cejas tirando hacia abajo sobre
los ojos tan fuerte que le dolía la cabeza. Este hombre debía ser nuevo. ¿Por
qué no podían haber conseguido un paramédico conocido? No era como que
Cade Creek fuera malditamente grande.

―Usted recibió un disparado, señor. ―El paramédico volvió la cabeza―.


Necesito ayuda por aquí ―llamo en voz baja y luego con un tono más
tranquilizador habló con Marc―. Señor, señor, tiene que sentarse.

―Necesito a Happy.

―Si se sienta, todos podemos ser felices.

Marc ladeó la cabeza y miró al hombre. ―Eres un idiota.

Marc oyó ruido en la cocina. Él se apartó de la pared y comenzó a ir por el


pasillo. Tal vez estaba Happy en la cocina.

―¡Happy! ―Gritó Marc tratando de empujar más allá del paramédico.

―¡Marc! ―Hubo pánico puro en la respuesta de Happy.

Marc gruñó, clavó sus ojos en el médico estrechándolos.

―¡Marc! ―Happy volvió a gritar desde la cocina.

Cuando el paramédico fue a llegar a él de nuevo, Marc le gruñó. ―Tócame y


te arresto por asalto.

El paramédico retrocedió, levantando sus manos en el aire. 115


Marc tropezó el resto del camino por el pasillo y alrededor de la esquina de la
cocina. La ira minó el resto de su fuerza cuando encontró a Happy acostado
en el piso de la cocina, con las manos esposadas detrás de la espalda. Happy
estaba luchando, tratando de levantarse, pero el diputado le había clavado en
su lugar.

―Suéltalo inmediatamente, Hale.

Marc tropezó los dos últimos pasos al lado de Happy y se deslizó hacia abajo
por el suelo. Se agachó y curvó sus manos en el pelo de Happy.

―Estoy aquí, Happy.

―No me gusta esto, Marc. ―Las palabras de Happy eran temblorosas, el


cuerpo tembloroso de Happy, se sentía como si estuviera a punto de colapsar.

―Lo sé, bebé. ―Un músculo tiró con rabia en la mandíbula de Marc él se
volvió y sostuvo su mano para el diputado―. Llave.

―Marc, no puedo darte la llave. Está bajo arresto. Es sospechoso. Lo hemos


encontrado así.

―Dame la llave de mierda antes de que yo te arrancaré la cabeza y la tome de


todos modos.

―Tu no debes jurar, Marc― Happy susurro―. Probablemente no debes


gritarle.

―Lo siento, Happy. ―Marc quería reírse de la atónita mirada de la cara del
diputado Nick Hale, pero quería la llave más―. Dame la llave, Hale.

―Él tenía un arma, Marc.

Bien, eso sorprendió a Marc. Se volvió para mirar a Happy.

―¿Tenías una pistola, Happy?


116
―Se te cayó cuando entraste a la casa. La recogí porque no debes dejar las
armas por ahí. Alguien podría herirse. Happy seguía clavado en el suelo por lo
que sólo podía girar un poco la cabeza, pero sus ojos suplicaban a Marc para
que entendiera. ―¿Estuve mal?

―No, Happy, tu hiciste bien. ―Se dio la vuelta para mirar a Hale de nuevo―.
Y el diputado Hale lo sabe. Probablemente estaba preocupado porque había
oído que me dispararon, y luego llegó aquí y tú tenías una pistola en la mano.
Estoy seguro de que entiende que sólo intentabas ponerla en algún lugar
seguro.

―Está debajo de la mesa, Marc. ―Los ojos de Happy bajaron y miraron más
allá de Marc―. Todavía no es seguro.

Marc palmeó el hombro de Happy con una mano y tomó las llaves de las
esposas de un sonrojado diputado con la otra. ―El diputado Hale va a
agarrarla y guardarla por nosotros, ¿de acuerdo?

―Bueno.

Marc sintió el primer cosquilleo de una sonrisa en sus labios mientras abría las
esposa que restringían a Happy. Le entregó las esposas y la llave a Hale luego
se volvió hacia Happy, viendo como el hombre se sentó y se llevó sus brazos
alrededor de la parte delantera de su cuerpo, frotándose las muñecas.

La cara de Happy estaba pálido, con los ojos un poco salvajes, cuando se
dispararon al diputado. Se inclinó para susurrarle al oído de Marc. ―¿Él está
enojado conmigo?

―¿El diputado Hale?

Happy asintió.

―Yo no lo creo. ―Marc miró al diputado de nuevo―. ¿Está usted enojado


con Happy, diputado Hale? 117
Hale dejó escapar un suspiro. ―No, yo no estoy enojado contigo, Happy. Yo
sólo estaba tratando de averiguar cómo se lastimó Marc.

―Le dispararon ―dijo Happy en un tono de voz que dijo que pensaba que el
diputado era uno de los crayones cortos de una caja llena. Señaló la herida en
el brazo de Marc―. ¿Ve?

Cuando lo último de su energía se desvaneció. Sintió los brazos de Happy


abrazándolo, lentamente bajándolo al suelo.

Los paramédicos se apresuraron hacia adelante y comenzaron a trabajar en él.

La cara preocupada de Happy se cernía sobre la suya. ―¿Marc?

―Estoy bien, Happy. Los médicos me arreglarán―. Él oró que los médicos
no lo desmintieran. ―Quiero que esperes aquí con el diputado Hale hasta que
el sheriff llegue y entonces tú y tu mamá se quedaran con el sheriff. ¿Puedes
hacer eso por mí?

Happy le agarró la mano. ―Quiero ir contigo.

―No creo que te permitan viajar en la ambulancia conmigo, Happy.

―Pero... ―Los ojos de Happy se llenaron de lágrimas mientras miraba hacia


abajo en la lesión el paramédico estaba trabajando―. ¿Qué pasa si alguien
intenta hacerte daño de nuevo?

―Voy a estar bien.

Happy preocupado mordió su labio inferior por un momento, mirando hacia


arriba. ―Tal vez el diputado deba ir contigo y mantenerte a salvo.

―Cariño, va…

―Hey, Happy ―dijo el diputado Hale, sorprendiendo a Marc con la forma


suave de su tono― ¿qué tal si el diputado Fletcher va con Marc al hospital
118
para mantenerlo a salvo y yo me quedo aquí contigo y tu mamá para
mantenerlos a salvo?

Happy se quedó mirándolo como si estuviera tratando de averiguar si el


diputado estaba diciendo la verdad o no, pero después de un momento, él
asintió con la cabeza. ―Está bien, pero él tiene que estar atento a Marc. Si mi
abuelo le disparó, él no se detendrá hasta que Marc este muerto.

Las cejas del diputado Hale se dispararon. ―¿Tu abuelo?

Happy asintió. ―Es el que le disparó a Marc.

―Happy, no sabemos eso. Nunca vi quien me disparó.

―Pero no hay nadie más detrás de mí y mama. Tiene que ser él.

Marc no estaba de humor para explicarle la vida de un oficial de policía a


Happy en este momento. Le dolía la cabeza demasiado, y se le estaba
haciendo difícil mantener los ojos abiertos.

―Hasta que no sepamos exactamente quien me disparó, no podemos suponer


que fuera él, Happy. Probablemente lo es, pero tenemos que investigar todas
las posibilidades.

Happy le acarició la mano. ―Si tú lo dices, Marc.

Marc se rió y luego hizo una mueca cuando sacudió su brazo herido.

Estaba siendo aplacado y él lo sabía. Eso era en realidad un poco maravilloso


bajo las circunstancias.

―Es hora de irnos, diputado ―uno de los paramédicos dijo―. Vamos a


conseguir la camilla y luego cargarlo.

―Yo lo puedo llevar ―Happy se ofreció mientras se levantaba, en cuclillas al


lado de Marc. Antes de que nadie pudiera detenerlo, Happy recogió a Marc en
sus brazos―. ¿Dónde lo quieres?
119
―Uh. ―El paramédico parpadeó rápidamente―. Fuera, en la ambulancia.
Por Favor.

Marc sonrió mientras inclinaba su cabeza contra el pecho de Happy cuando el


hombre lo llevó fuera de la casa a la ambulancia en la calzada. Se tensó
cuando oyó el chirrido al frenar una camioneta en la calle hasta que el
vozarrón del Sheriff Riley lleno el aire cuando el hombre gritó órdenes y
exigió un informe.

El paramédico estaba esperando con las puertas abiertas en la parte posterior


de la ambulancia cuando llego a él. Happy se metió adentro, pero no importo
con la suavidad que lo acostó, Marc todavía sentía llamaradas de dolor a
través de su brazo y bajando a través de su hombro y el pecho.

―Lo siento ―murmuró Happy.

―Me dispararon, bebé. Todo me va a doler en este momento.

Happy sollozó. ―No quería que te lastimes.

―Yo sé que no querías, Happy. ―Un pensamiento golpeó en Marc cuando


Happy dejó caer su cabeza―. Hey, hey, tu no hiciste esto, Happy. No fue tu
culpa.

―Si mi abuelo no fuera en pos de mí ―Happy murmuró― Tu nunca habrías


sido…

―Happy, mírame. ―Mac odiaba usar una voz severa con Happy, pero el
hombre necesitaba saber lo serio que era. Cuando Happy levantó la cabeza,
Marc extendió la mano y tocó el lado de la cara―. Tú no lo hiciste. El que me
disparó hizo esto.

―Pero…

―Happy, ¿confías en mí? ―Marc sabía la respuesta de Happy antes de que


incluso hiciera la pregunta, pero él quiso recordárselo a Happy.
120
Las cejas de Happy se juntaron. ―Sí.

―Entonces créeme cuando digo que esto no es tu culpa. Soy un diputado,


¿recuerdas? Podría haber sido cualquiera. Además, tu abuelo ni siquiera sabe
dónde vivo. Sé que nunca se lo dije.

―Yo tampoco se lo dije.

―Bueno, ves. ―Marc palmeó la mano de Happy―. Entonces, es probable


que no fuera él.

En todo caso, el ceño fruncido de Happy se profundizó. ―¿Hay otras personas


que quieren matarte?

―Ese es el peligro de ser diputado, Happy.

―Entonces, ¿por qué hacerlo?

―Debido a que algunas personas, como tú y tu madre cuando vivían con tus
abuelos, no pueden protegerse a sí mismos. Necesitan gente como yo y el
Sheriff Riley, e incluso el diputado Hale, para protegerlos hasta que puedan
protegerse a sí mismos.

Marc pudo ver que Happy trabajaba esa idea en su cerebro. Cuándo asintió,
reafirmó la creencia en Marc de que Happy no era lento, sólo incomprendido.
Dada la oportunidad, podría llegar a las mismas conclusiones acerca de las
cosas como el resto del mundo. Sólo necesitaba toda la información.

Marc miró hacia las puertas de la ambulancia cuando alguien discretamente se


limpió su garganta. ―Es hora de que me vaya al hospital, Happy.

Happy miró por encima del hombro. ―¿Dónde está el diputado?

―Estoy aquí ―El diputado Eddie Fletcher dijo mientras caminaba hasta la
parte de atrás de la ambulancia.

―Está bien. ―Happy miró a Marc―. Um...


121
Marc se rió cuando la cara de Happy se sonrojó. ―Dame un beso, Happy y
luego ve a esperar con el diputado Hale.

Happy sonrió y se inclinó para rozar un beso a través de los labios de Marc.
Tragó saliva como si estuviera tratando de contener sus emociones.

―Por favor, cuídate.

―Voy a estar bien, Happy.

Happy salió de la ambulancia, su lugar fue ocupado por el diputado casi


inmediatamente. Marc levantó la cabeza y vio como Happy caminó hacia la
casa. Él no se dejó caer de nuevo a la camilla hasta que el diputado Hale le dio
un gesto de reconocimiento y siguió a Happy a la casa.

El paramédico subió a la parte trasera de la ambulancia y cerró la puerta. Un


momento después, se pusieron en marcha. Marc suspiró y se acomodó cuando
el vehículo se tambaleó hacia atrás y adelante, ya que conducía por la
carretera.

―Entonces, ¿quién es el bombón? ―Preguntó Eddie.

―Su nombre es Happy. ―Marc sonrió―. Y él es mío.

122
Capítulo Doce

Happy se limpió las manos en sus muslos revestidos por el jean antes de
juntarlas y dejarlas que cuelguen entre las rodillas. Había contestado preguntas
hasta que le dolía la mandíbula, se habían duchado y vestido, y después le
habían dicho que se sentara y alguien vendría a buscarlo para llevarlo al
hospital.

Él seguía esperando.

El sol había salido hacía un par de horas. Más personas llegaron a la casa y
fueron a través de ella, Happy no estaba realmente cómodo. Y pensó que Marc
no agradecería que ellos anduvieran por su casa tampoco. Ahora, la mayoría
de ellos se habían ido, pero algunos todavía estaban en pie alrededor tomando
un café como si fuera una reunión.

Happy sólo quería que todos ellos desaparecieran. Tenía que ir a ver Marc. Él
sabía que el hombre estaba bien porque Marc llamó y habló con el sheriff y
luego habló con él. A pesar de que sólo hubiera sido por un momento, era
suficiente para aliviar su preocupación.

Algo así.

Es probable que no se sentiría como si todo estuviera realmente bien hasta que
viera con sus ojos a Marc de nuevo, y él no podía hacer eso si nadie lo llevaba
al hospital. Por el momento, se sintió como si alguien estuviera tratando de
chupar su alma a través de sus entrañas.

La casa era un derroche de actividad, la gente yendo y viniendo. 123


Alguien había entrado y limpiado el desorden. Alguien más vino y tomo el
arma de Marc. El café fue hecho, Mama hizo una bandeja de sándwiches y los
coloco en el mostrador para que coman. El sheriff los entrevistó a los dos,
haciendo muchas preguntas.

Todos estaban ocupados.

La cabeza de Happy comenzó a palpitar. Alzó la mano y se frotó la sien,


tratando de hacer que el dolor desaparezca. Él quería que todos se fueran lejos.
No le gustaba estar rodeado de tanta gente, y especialmente no le gustaba la
forma en que todos parecían estar ignorándolo. Nadie incluso hablaba con él.
No desde que le había dicho que se sentara y espere.

―¿Happy?

―¿Sí? ―Happy suspiró y levantó la cabeza para enfrentar a quien estuviera


hablando. Su respiración se detuvo, y su corazón saltó dolorosamente en su
pecho.

―Marc.

―Oye, bebe.

Happy rápidamente miró a Marc de la cabeza a los pies, observando cada


centímetro que él podía ver. Un gran vendaje blanco cubría su brazo donde le
habían disparado, pero su brazo estaba en un cabestrillo feo de color gris.
―Necesitas un cabestrillo azul para que coincida con tus bonitos ojos azules.

El comienzo de una sonrisa se asomó en la esquina de los ojos de Marc.


―Voy a llamar al médico mañana y ver lo que puede llegar a hacer.

―¿Esta tu brazo bien?

Marc miró su brazo mientras lo levantaba un poco. ―Me tomará un par de


semanas recuperarme, pero el doctor dijo que voy a estar bien. ―Marc
124
extendió la mano y acarició con un dedo la línea de la mandíbula de Happy―.
¿Y tú, Happy. ¿Vas a estar bien?

―Yo lo estoy ahora. ―Happy agarró la mano de Marc y la sostuvo entre las
suyas―. Te extrañé.

―Te extrañé, también.

La sonrisa de Marc se amplió mientras permanecía de pie, tirando a Happy


con él.

―Tengo que hablar con el sheriff.

―Oh. ―El corazón de Happy se hundió cuando empezó a sentarse de


nuevo―. Bueno.

―Me gustaría que vengas conmigo.

―Oh. ―Happy se levantó―. Está bien.

Happy entrelazó sus dedos con los de Marc y luego caminó hasta la encimera
de la cocina, donde el sheriff Riley estaba hablando con el diputado Hale y
otro hombre.

―Sheriff. Marc hizo una seña al hombre mientras se acercaban. ―¿Encontró


algo?

―¿Qué estás haciendo aquí, Marc? ―Preguntó el sheriff mientras sus ojos
cayeron sobre el brazo herido de Marc―. ¿No deberías estar todavía en el
hospital o algo así?

―El médico me soltó. ―Happy sonrió cuando Marc lo miró―. Me


necesitaban aquí.

El Sheriff Riley se echó a reír. ―Entiendo por completo.

125
―Bien. ―Marc se acercó, se inclinó hacia el lado de Happy y pasó un brazo
alrededor de él―. Dime lo que sabes.

―No mucho, en realidad. ―El sheriff dejó de sonreír―. No hay señales del
tirador, sólo algunas huellas que dejó al huir de la casa. Parece por el disparó
estaba escondido por el costado de la casa.

―¿Crees que fuera O'Brian?

Happy tragó saliva cuando los ojos del sheriff cayeron sobre él. ―Está bien,
sheriff. Sé que mi abuelo es un hombre malo. Usted no tiene que tratar de
ocultarlo de mí. He sabido que él era un hombre malo desde que era un bebé.

Sheriff Riley suspiró. ―Sí, supongo que lo que haces, Happy. ―Sacó un
pequeño bloc de notas de su bolsillo y lo abrió―. Las huellas en la tierra no
eran huellas de botas emitidas por la prisión, lo que significa que Herne robó
algo de ropa o no era él.

Happy agarró a Marc. Oyó el gruñido del hombre cuando él lo envolvió de


una forma absolutamente protectora. ―¿Alguien más está detrás de Marc?

―Eh... Happy- ―los ojos del Sheriff Riley estaban enormes en su rostro―.
No creo que Marc pueda respirar.

Happy aflojó su agarre, pero sólo una fracción. Todavía se sentía mejor
manteniendo al hombre envuelto en sus brazos. ―¿Quién está tratando de
lastimar a mi Marc?

La ceja del alguacil se arqueo, pero no hizo comentarios sobre la reclamación


de Happy. No le habría importado si lo hacía. Todo lo que le importaba era la
manera en que Marc se recostó contra él como si fuera justo donde él quería
estar.

―¿Recuerdas? ―Preguntó Marc―. Hablamos de esto. A veces ser un agente


de policía significa que la gente se enfada conmigo cuando los llevo a la cárcel 126
por violar la ley. Ellos piensan que es mi culpa porque fueron atrapados y
quieren vengarse de mí por eso.

Happy frunció el ceño. ―Si ellos no quieren ir a la cárcel, entonces no debería


haber violado la ley. No sé por qué es tan difícil entender. No es como si la ley
dijera que tienen que estar de pie en sus cabezas o algo así.

Un choque de risa brotó de los labios del sheriff. ―No, Happy, no hay una ley
que diga que tienen que estar de pie en sus cabezas.

―Entonces, no veo cuál es el problema.

No hacía falta ser un genio para entender que una persona sólo necesitaba
seguir las leyes con el fin de permanecer fuera de la cárcel. Si rompes las
leyes, mereces estar allí.

―No todo el mundo está de acuerdo contigo, Happy. ― Marc palmeó el


brazo de Happy que había envuelto alrededor de la parte superior de su
pecho―. Algunas personas creen estar por encima de la ley o que puedan
violar la ley porque no están de acuerdo con ella.

―Bueno, eso es estúpido.

Marc se rió entre dientes. ―Sí, más o menos.

―Entonces, ¿crees que es una de esas personas la que te disparó?

―Podría ser ―Marc respondió―. Hay que ser conscientes de ello, Happy.
Mientras que la vida aquí en Cade Creek es bastante tranquila, siempre hay
personas por ahí que son peligrosas. Al ser un diputado, podrían considerarme
responsable si se meten en problemas y podrían venir en pos de mí por ello.
―Marc se volvió. Había un mundo de preocupación en sus ojos azules cuando
miró a Happy―. O por ti.

―¿Por mí? ―Happy estaba confundido.


127
―Si saben que me preocupo por ti, entonces te pone en peligro.

Bueno, eso podría ser una preocupación, y Happy sabía que tenía que darle la
debida consideración. ¿Pero el peligro podría ser peor de lo que había vivido
en toda su vida? ¿Era peor que el dolor que sentiría en su corazón si él dejara a
Marc?

La respuesta fue un no inmediato y rotundo.

―Tú me enseñarás lo que necesito saber. ―No era una pregunta.

Marc se rió entre dientes, pero pareció más aliviado que divertido. ―Sí, lo
haré.

―Y vamos a encontrar a el que está tratando de hacerte daño. ―Eso tampoco


era una pregunta. No era aceptable que Marc este en peligro, al menos no más
de lo que estaría en cualquier día normal en el trabajo.

―Lo encontraremos, Happy ―dijo el alguacil Riley.

Otra cosa vino a la parte delantera de la mente de Happy, un pensamiento que


había tenido mientras esperaba para ir al hospital. ―¿Qué pasó con el
diputado que estaba sentado al otro lado de la carretera? ¿No escucho el
disparo? Él seguro que lo hizo. Sus oídos todavía se sentían como si
estuvieran sonando.

Los labios de Sheriff John se apretaron en una línea. ―Él dice que no escuchó
nada. Él no supo que estaba pasando algo hasta que escuchó las sirenas y vio
la ambulancia llegar.

―Hay que decirle que no es agradable mentir.

―Sí. ―La mirada del sheriff estaba desconcertada, como si él se hubiera


sorprendido por las palabras de Happy―. Voy a hacer eso.

Happy comenzó a alejar a Marc. ―Marc necesita descansar. 128


Una sonrisa creció en los rostros de los espectadores mientras se llevaba a
Marc. Él esperaba que fuera una buena cosa.

―Voy a dejar al diputado Hale aquí para cuidarlos ―dijo el sheriff―. Si


tienes algún problema... si incluso oyes algo, llámame.

Happy asintió. Estaba bastante seguro que una vez que Marc golpeara el
colchón iba a estar fuera de combate. El hombre ya estaba inclinado en gran
medida en su contra. En cuanto doblaron la esquina del pasillo y dio un paso
fuera de la vista de los demás, Happy balanceó a Marc arriba en sus brazos.
Lo llevó por el pasillo hacia el dormitorio, pateando la puerta con el pie.

Happy se detuvo en la puerta cuando oyó una puerta por el pasillo abrirse.
Sonrió. ―Oye, mamá. ―Después de que el sheriff la interrogó, ella se había
ido a su habitación. A su madre no le gustaban las multitudes más que a él.

―¿Cómo está? ―Anna asintió hacia Marc.

―Está cansado, y probablemente con dolor.

Anna miró por un momento como si estuviera pensando algo, luego le dio una
sonrisa trémula. ―Asegúrate de que descanse, Happy. Eso es lo mejor para él
en este momento.

―Lo haré, mamá.

―Está bien, entonces te veré en la mañana.

Happy sabía que su madre era consciente del hecho de que había dormido en
la cama de Marc, y ella probablemente era consciente del hecho de que algo
había ocurrido entre ellos dos. No estaba seguro de si ella estaba dando su
bendición o simplemente le permitió hacer sus propias decisiones ya que era
un adulto. De cualquier manera, ella no estaba discutiendo o gritándole que
era malo.

―Te amo, mamá.


129
Los labios de Anna se curvaron y sus ojos se suavizaron. ―Te amo, también,
Happy ―dijo antes de entrar en su habitación.

Happy vio cerrarse la puerta y luego llevó a Marc al dormitorio, poniéndolo


suavemente sobre la cama. Los ojos azules de Marc siguieron sus
movimientos mientras lo desnudaba lentamente a partir de sus pies. Una vez
que Marc estaba desnudo, Happy lo levantó y lo colocó debajo de las sábanas.

―¿El médico te dio algo para que no te duela?

―Lo hizo, pero yo preferiría sólo tomar un ibuprofeno. No me gustan los


medicamentos que me hacen sentir lento.

―¿Porque siempre tienes que estar consciente del mundo que te rodea en caso
de que haya una emergencia?

Marc parpadeó. ―Sí.

―¿Tienes el ibuprofeno?

―En el armario en el baño.

Happy se levantó y fue al baño. Él encontró la botella con bastante facilidad,


la abrió y sacó dos pastillas.

Cogió un vaso de agua y llevó todo de nuevo al dormitorio. Sentado en el


borde de la cama, le tendió las pastillas y el agua.

Marc metió las pastillas en la boca y luego se las tragó con el agua antes de
dejar el vaso sobre la mesita de noche. ―Happy, ¿cómo supiste por qué no me
gusta tomar medicamentos?

Happy se encogió de hombros. ―Eres un diputado. Me gustaría pensar que


necesitas ser capaz de ayudar a proteger a las personas en todo momento. Las
emergencias no suceden solamente cuando estás en el trabajo.
130
Happy no supo qué pensar de la sonrisa que cruzó por la cara de Marc.
―¿Sabes lo maravilloso que eres, Happy?

La cara de Happy se calentó, y sabía que probablemente se sonrojo.

Marc dobló el dedo. ―Ven aquí, Happy. Quiero un beso.

Happy estaba muy feliz de cumplir. Se inclinó hacia delante y apretó sus
labios contra los de Marc, un gemido suave salió de él cuando el brazo sano
del hombre se envolvió alrededor de él y lo atrajo hacia sí.

Le encantaba besar a Marc.

Le encantaba todo lo relacionado con Marc.

El corazón de Happy se tambaleó con ese conocimiento repentino. El miedo


se mezclaba con la sensación burbujeante edificándose en su estómago. Era
como que las mariposas estaban en marcha.

Se echó hacia atrás, mirando a los ojos profundamente azules de Marc. Marc
era tan guapo, precioso por dentro y por fuera. Happy sabía que el hombre
estaba atraído por él, porque Marc se lo había dicho. Incluso sabía que le
gustaba a Marc. Pero este sentimiento era mucho más profundo. Happy no
creía que fuera capaz de soportarlo si Marc rechazaba sus sentimientos.

Mejor no decirle.

Happy agarró los bordes de la manta y las acomodó, metiéndolos alrededor


Marc. Cuando las cejas de Marc se juntaron, Happy supo que el hombre
estaba confundido por su repentina retirada, pero no podía soportar la idea de
compartir sus sentimientos cuando sabía que Marc se merecía a alguien
mucho mejor que él.

Happy no creía que él fuera el imbécil que otros le llaman, pero sabía que era
socialmente torpe. No le gustaban las multitudes. No le gustaban los extraños.
131
Y no le gustaba ser puesto en situaciones en las que alguien podría llamarlo
con sobrenombres o pensar que era estúpido.

Marc era un hombre dulce, sociable que disfrutaba estando con otros
alrededor. Era especial y Happy era... Happy.

―Tú descansa un poco ―dijo Happy sin mirarlo a los ojos―. Voy a ir a ver
que la casa este cerrada. Voy a estar al final del pasillo, si me necesitas.

Happy empezó a levantarse, pero una mano en su muñeca se lo impidió.

―Happy, ¿qué está mal?

―Nada ―Happy pego una sonrisa en su rostro y se encontró con los ojos de
Marc―. Sólo necesitas un poco de descanso.

―Entonces cierra y luego viene aquí conmigo.

Dios, él no quería nada más. Simplemente no podía. Si se quedaba por la


noche en la cama de Marc, nunca podría salir. ―Estás lesionado.
Probablemente sea mejor que yo duerma en el sofá. ―Era una mala excusa,
pero fue la única que se le ocurrió―. Yo no quiero hacerte daño
accidentalmente mientras estamos durmiendo.

―Happy.

Tenía que salir de allí antes de que él cediera a su necesidad de permanecer al


lado de Marc.

―Descansa. ―Happy se levantó como si sus pantalones se estuvieran


incendiando y se dirigió a la puerta. Apretó la mandíbula mientras daba un
paso fuera de la habitación, negándose a permitirse mirar hacia atrás. Salió
dejando la puerta abierta en caso de que Marc lo llamara.

Sus hombros se hundieron mientras miraba por el pasillo, sintió una pesadez
sobre ellos como si llevara el peso del mundo. 132
Recordó que el diputado Hale se alojaba en la casa cuando doblo la esquina de
la cocina. Lo que le evitó asustarse cuando lo vio sentado en la mesa,
bebiendo una taza de café. Todo el mundo se había ido, dejando sólo al
diputado allí.

Levantó la vista cuando Happy entró. ―¿Cómo está Marc?

―Logré arroparlo y le di algunos ibuprofenos. Estaba esperando que se


duerma, pero él es muy terco. ―Happy se encogió de hombros―.
Probablemente lo conoces mejor que yo.

Mucha gente conocía a Marc mejor que él. Conocía al diputado guapo desde
hacía menos de dos semanas. Eso no lo hacían una amistad de por vida,
incluso en un buen día.

El diputado Hale rió ligeramente mientras volvía la mirada hacia abajo en su


taza de café. ―Sí, él es bastante terco, pero ese es un buen rasgo.

Happy gruñó por lo bajo. La familiaridad con la que Hale hablo de Marc no le
cayó bien. Sentía celos y no sabía cómo manejar esa emoción. No era algo con
lo que estuviera familiarizado.

―¿Lo conoces bien?

Hale miró hacia arriba. ―Él estaba un par de años por delante de mí en la
escuela, así que no pasábamos el rato con la misma gente, pero hemos
trabajado juntos durante los dos últimos años.

Happy se acercó al fregadero y comenzó a lavar las tazas de café que habían
sido utilizadas para darse a sí mismo algo que hacer con las manos además de
envolverlas alrededor del cuello de Hale. Nunca había sido una persona
particularmente violenta, pero eso podría cambiar.

―Parece que le gustas.

―¿A Quién? ―Pregunto Happy


133
―A Marc.

Happy se alegró de que estuviera de espaldas al diputado cuando las lágrimas


erizaron sus ojos. ―Nosotros somos amigos. ―Decirlo hizo que le doliera el
pecho pero sabía que era todo lo que alguna vez serian.

―Parece un poco más que eso para mí.

―No. ―Happy podría desear que fuera más, pero no lo era. Nunca podría
serlo. Marc se merecía algo mejor. No era que Happy pensara que era una
mala captura. Sólo que no era el más adecuado para Marc. Marc no merecía
más que lo mejor―. Sólo somos amigos.

―¡Una mierda!

134
Capítulo Trece

La mirada de asombro en la cara de Happy cuando él se dio la vuelta era


gratificante para Marc, especialmente después de escuchar al hombre seguir y
seguir diciendo que ellos sólo eran amigos.

―No somos sólo amigos, Happy ―gruñó―. Deja de mentir.

La cara de Happy se sonrojó. ―Marc…

―No mientas, Happy.

Marc no sabía lo que había pasado entre el beso que habían compartido y
ahora, o incluso lo que había enviado a Happy a correr, pero era claro por la
mirada asustada en la cara de Happy que el hombre tenía miedo de algo.

―No voy a mentir ―dijo Happy en un susurro―. Yo solo... ―Él se encogió


de hombros mientras bajó los ojos para mirar hacia el suelo.

Marc empezó a avanzar, agitando la mano hacia Hale. El hombre entendió el


mensaje, levantándose y saliendo de la habitación con su café. Marc caminó
hasta que se paró frente a Happy, lo suficientemente cerca como para sentir el
calor natural del hombre.

―¿Sólo que, Happy?

Los ojos de Happy eran brumosos y melancólicos cuando los levantó. ―Yo
no trato de mentir, Marc. Somos amigos, y... ―Happy respiró
profundamente― y creo que lo mejor es que sigamos siendo amigos, sólo
amigos. 135
Ningún poder en la tierra podría haberle quitado el dolor que apuñalo su pecho
como un cuchillo. Marc se tambaleó hacia atrás, hasta que golpeó contra la
isla del centro, presionando su mano buena contra su pecho, donde el dolor
parecía centralizarse.

Marc abrió la boca para responder, para suplicar que Happy tomara sus
palabras de vuelta. Y entonces vio las lágrimas que Happy estaba tratando de
ocultar de él, manteniendo la mirada baja.

De repente se sintió muy cansado, y con el corazón roto... y... y cansado. Él


estaba muy cansado. Parecía que había estado luchando por algo las últimas
dos semanas sólo para descubrir que por lo que había estado luchando estaba
todo en su propia cabeza. Y ahora solo era más una pelea en él. Si Happy no
lo quería para nada más que un amigo, él aceptaría eso.

―Muy bien, Happy. ―Apenas pudo susurrar―. Si eso es lo que quieres, yo


respetaré tus deseos. ―Marc se volvió y salió fuera de la cocina, primero
utilizando la isla para sostenerse y luego la pared cuando llegó a ella. Estaba
bastante seguro de que si no se aferraba a algo, él simplemente caería al suelo
y nunca se levantaría.

―Voy a ir a la cama. Hay mantas y sábanas en el armario al final del pasillo.

Cuando llegó a la entrada del pasillo, se detuvo y tomó un tembloroso suspiro.


Inclino la cabeza lo suficiente para ver la parte inferior de los pantalones de
Happy y susurró, ―Buenas noches, Happy.

Pero él sabía que era el adiós. No era lo suficientemente fuerte como para
mantener a Happy cuando él quería ser libre.

Marc se sentía como si estuviera caminando a través de lodo mientras se


tambaleaba hacia atrás a su habitación. Cerró la puerta del dormitorio detrás
de él y después se acercó y se sentó a un lado de su cama.

Una especie de niebla adormecedora se había apoderado de él. Sus 136


movimientos eran extrañamente firmes cuando él cogió su móvil y marcó a la
persona que sabía que mantendría a Happy y Anna seguros cuando él no
podía.

―John ―dijo cuándo el sheriff contestó― soy Marc. Necesito que vengas por
Happy y Anna y los lleves a la casa de mis padres. Creo que van a estar más
seguros allí. Con mi brazo herido, no soy un gran elemento de disuasión para
cualquier persona haciendo fuego sobre ellos.

Necesitaba que Happy se fuera por una razón completamente diferente, pero él
no quería que John supiera eso. Lo que pasó entre él y Happy o lo que no
sucedió, era sólo entre ellos dos.

Nadie más necesitaba saber sobre ello.

―Si crees que es lo mejor, Marc―John respondió―. Yancy y yo iremos a


buscarlos.

―Gracias ―Las lágrimas empezaron a deslizarse por la cara de Marc


mientras cerraba su teléfono. Le temblaba la mano mientras colocaba el
teléfono celular de nuevo en su mesita de noche. Se levantó y se acercó a la
ventana, empujando la cortina a un lado para poder mirar la luz de la mañana.
Las lágrimas seguían cayendo por sus mejillas más rápido de lo que podía
limpiarlas.

Su corazón estaba roto. Hacía dos semanas no conocía a Happy, pero ahora
podía vivir durante doscientos años y sabía que no lo olvidaría. El hombre
estaba impregnado en su alma.

Marc no sabía cuánto tiempo se sentó allí cuando escuchó un suave llamado a
su puerta. Él lo ignoró. Realmente no quería hablar con nadie en este
momento. Infiernos, él no quería hablar con nadie más tarde tampoco.

Planeaba quedarse encerrado en su habitación hasta que su casa estuviera


vacía, y entonces simplemente sentarse en la oscuridad hasta que se curara el
brazo y fuera hora de ir a trabajar. 137
―Marc.

Marc suspiró, reconociendo la voz que lo llamaba a través de la puerta. No iba


a salirse con la suya haciendo caso omiso de John. El hombre acabaría por
patear la puerta. Sabiendo que no había manera de salir de ello, Marc se
limpió las lágrimas y luego le dijo a John que podía entrar.

El hombre se mostró reacio al entrar en la habitación, cerrando la puerta detrás


de él. Se quedó allí, agarró su sombrero en sus manos mientras miraba a Marc
de arriba abajo, en busca de quién sabe qué. ―¿Está todo bien, Marc?

Marc trató de reírse de ello. ―¿Quieres decir además de tener un agujero de


bala en mi brazo?

―Has pasado por cosas peores estando en servicio. Me sorprende incluso que
lleves un cabestrillo.

Marc lo estaba, también.

Sólo que no había pensado en quitárselo todavía.

Él lo haría.

―Estoy bien, John. ―El hombre no le creyó. Marc podía verlo en sus ojos―.
Si alguien está detrás de mí, este es el último lugar en que Happy y Anna tiene
que estar.

―No sabemos quién es, Marc.

―No, pero no debemos correr riesgos. Happy y Anna tienen que ser
protegidos.

―¿Y tú no crees que dos de mis mejores hombres pueden protegerlos?

Marc pudo ver el brillo calculador de los ojos de John, y supo lo que el
hombre estaba haciendo. Por mucho que lo admiraba en este momento
deseaba que no se entrometa.
138
―No lo hagas, John.

John arqueó una ceja.

Marc suspiró y rodo los ojos, volvió a mirar por la ventana de nuevo. ―Es
necesario que lleves a Happy y Anna a casa de mis padres. Mi hermano está
allí con Russ y los dos no dejaran que nadie los lastime.

―¿Por qué? ―Preguntó John―. Dime la verdad y lo haré.

―Happy. ―Era tan simple y tan complicado como eso.

―¿Qué pasa con él?

Dios, John iba a arrancar hasta la última palabra de él.

―Happy y yo estuvimos ―Marc se detuvo, buscando las palabra correctas―.


Involucrados, brevemente. Decidió que no quería estar... involucrado. Fin de
la historia.

―Entonces, ¿qué? ―Preguntó Jhon―. ¿Tú no lo protegerás porque no puedes


fallártelo?

Marc estaba al otro lado de la habitación con John clavado en la pared en un


abrir y cerrar de ojos. ―No vuelvas a hablar de Happy de esa manera otra vez
―gruñó―. No eres suficientemente bueno para respirar el mismo aire que él.

Las fosas nasales de John se encendieron, pero el hombre no trató de escapar.


―¿Y tú lo eres?

―No. ―Marc sonrió con cada onza de amargura saliendo a la superficie―.


Dudo que haya una persona viva lo suficientemente buena.

―¿Es por eso que quieres que se vaya?

Marc cerró los ojos mientras su angustia se renovaba y robo su aliento. ―No
quiero que se vaya, pero sé que es lo mejor para él. 139
―¿Por qué, Marc?

Marc abrió los ojos y miró a John directo a sus ojos. ―Porque yo lo amo y él
no quiere que lo ame. Sólo quiere que seamos amigos.

John hizo una mueca. ―Ouch.

―Sí, más o menos. ―Marc soltó a su jefe y caminó de regreso a la ventana,


una vez más mirando hacia fuera a la luz de la madrugada―. Él me dijo que
piensa que es mejor que simplemente seamos amigos.

―¿Sabe que tú lo amas?

―No, no tuve las agallas para decirle todavía. Las cosas estaban moviéndose
tan condenadamente rápido. Demonios, apenas nos conocimos hace dos
semanas. Pensé que darnos un poco más de tiempo para llegar a conocernos
mejor antes de decir cualquier cosa.

John rió mientras se acercaba a sentarse en la silla en la esquina.

―Sabía de Yancy a los cuatro días.

La mandíbula de Marc cayó mientras se volvía. ―¿Cuatro días? Yo pensé que


lo conocías hacía mucho tiempo.

―Bueno, técnicamente, conocí a Matthew Blaecleah antes de que la madre


psicótica atacara la casa, pero fue la única vez que hablé con él antes de que
nos involucráramos.

―¿Cuatro días?

John se encogió de hombros. ―Yo estaba listo para irme a vivir con él y
Seamus en menos de un mes. Una gran cantidad de los Blaecleahs son así. Asa
llevó a Lachlan a casa la primera noche y el hombre nunca se fue. Quaid se
propuso a Matthew la noche que se conocieron. Sucede así a veces.
140
―Supongo. ―Marc giró hacia la ventana―. No veo que esto ocurra para
nosotros. Es difícil declararte a un hombre cuando él no te quiere.

―¿Planeabas proponérselo?

―Sí, tal vez. ―Marc frunció las cejas mientras se apartaba de la ventana―.
Esto no era algo para una o dos veces para mí. Yo hablaba en serio cuando
dije que me encantaba Happy. Yo quería pasar mi vida con él.

―Yo no soy lo suficientemente bueno para ti.

Una ráfaga de aire salió disparada de la boca de Marc cuando se giró hacia la
puerta y vio a Happy de pie allí. Su primer pensamiento fue preguntar cuánto
tiempo había estado allí y qué escucho

Bueno, excepto por lo obvio.

―¿Qué te hace pensar que no eres lo suficientemente bueno para Marc,


Happy? ―Preguntó John.

Marc no podía apartar los ojos de Happy para mirar al sheriff.

Happy se encogió de hombros.

―John ―dijo Marc cuando él apartó la vista de su propio cielo personal sobre
la tierra―. Sólo déjalo ir. Estoy seguro de que Happy tiene sus razones.

El silencio era ensordecedor.

―Bien ―John finalmente dijo mientras se levantaba―. Vamos, Happy. Es


hora irnos.

―¿Irnos? ―Happy se hizo eco―. ¿Ir a dónde?

―Te voy a llevar a la casa de los padres de Marc. Ustedes van a permanecer
allí hasta que consigamos arreglar este lío.
141
―¿Estás haciendo que me vaya? ―A Marc le dolió el corazón cuando la voz
de Happy se rompió―. Yo no quiero irme.

Y Marc sabía que no podía quedarse.

―Es mejor así, Happy ―dijo Marc―. Te gustará la granja. Tienen caballos,
vacas y todo.

Happy resopló. ―Marc.

―Sólo tienes que ir, Happy. ―El estómago de Marc se apretó sólo por decir
las palabras que sabía que alejarían a Happy de él.

―¿Me odias? ―Happy preguntó en un susurro roto.

―No, be… ―Marc nunca iba a ser capaz de tragar más allá del nudo en la
garganta―. No, Happy ―dijo, dándose cuenta de que no tenía el derecho de
llamarlo bebé―. Yo no te odio.

Los ojos azules de Happy, se llenaron lentamente de lágrimas hasta que


estaban ahogándose en ellas. ―Sí, lo haces. Me odias ahora.

―Happy, Yo no te odio.

―Entonces, ¿por qué dejaste de llamarme bebé?

―Debido a que le dijiste a Marc que no quieres que él te llame bebé nunca
más. ―Hasta que él habló, Marc había olvidado que John estaba en la
habitación. Se giró y miró al hombre, deseando que jodidamente se callara.

―Yo nunca dije eso ―Happy insistió.

―Le dijiste que sólo querías ser su amigos ―dijo John―. ¿No es así?

―Sí. ―La voz de Happy era espesa e inestable.

―Entonces él no tiene más el derecho de llamarte bebé ―John explico―. Él


142
sólo está respetando tus deseos, Happy.
John palmeó el hombro de Happy. Fue un gesto tranquilizador, pero Marc aún
apretó los dientes para no decirle al hombre que sacara sus manos fuera de
Happy. Aunque no tenía el derecho.

―Es por eso que me llamó y me pidió que los llevara a ustedes y a la granja
de sus padres ―John continuó.

―Pero yo no pedí eso.

John sonrió. Era una pequeña sonrisa, pero decía que el hombre acababa de
descubrir la respuesta a la vida, el universo, y todo. Hizo que Marc quisiera
darle un puñetazo.

―Escuchaste a Marc diciendo que él se preocupa por ti, que quería pasar su
vida contigo.

―Sí. ―Happy asintió.

―Y sabiendo que solo deseas ser su amigo, que no quieres cuidar de él de la


misma manera ¿cómo crees que Marc se siente?

―John, no lo hagas ―susurró Marc. Sabía dónde John iba con su línea de
preguntas, y preferiría si no lo hacía―. Por Favor, John.

―Happy necesita saber, Marc.

―No. ―Sería hacer que Happy se sienta mal, y eso era inaceptable.

―¿Saber qué? ―Preguntó Happy―. ¿De qué estás hablando?

Marc apretó los puños y se apartó. Pasó la mano a través de su pelo corto,
mientras caminaba de vuelta a la ventana. ―Eso no importa, Happy.

―¿Crees que Happy es demasiado lento para entender lo que está pasando
aquí, Marc?

143
Marc gruñó cuando se dio la vuelta. La ira estallando a través él. Apretó la
mandíbula, entrecerrando los ojos. ―Siempre te he respetado, John, pero estás
patinando sobre hielo delgado.

La cabeza de John se inclinó hacia un lado. ―¿No te gusta admitir que Happy
es lento?

―Happy no es lento. Está mal informado ―Marc gritó―. Una vez que él
tiene toda la información, puede llegar a las mismas conclusiones que
cualquier otra persona.

―Entonces dame toda la información ―dijo Happy con una voz que era tan
fuerte como la de Marc.

―Bien. Quiere toda la información, te lo daré ―Marc se rompió, cansado de


intentar tan duro guardarse todo―. Te amo. Yo iba a proponerte y pedirte que
te casara conmigo y pasaras tu vida conmigo, pero no me quieres. Lo que
deseas es que seamos amigos. Y estar a tu alrededor ahora me duele
malditamente demasiado, así que llamé a John y le pedí que te lleve a ti y a tu
madre a un lugar donde sabía que estarían a salvo. Ahora ya lo sabes. ¿Te
sientes mejor?

Estaba siendo un culo, y lo sabía. Simplemente no le importaba. Su brazo


estaba palpitante. Su cabeza parecía que estaba a punto de estallar.

Y su corazón le dolía muchísimo, se sorprendió de que todavía estuviera


entero. Sólo quería ir a la cama y dormir hasta que ya no le doliera.

―Sé que esto es todo confuso para ti, Happy, y tal vez algún día puede
explicártelo, pero por ahora, creo que es mejor que te vayas con John.

―No me quiero ir ―dijo Happy con voz apagada―. Quiero quedarme aquí
contigo.

144
―No siempre conseguimos lo que queremos, Happy. ―Marc no tenía nada
más que decir, y si se quedaba en la sala un segundo más, iba a caer de
rodillas y suplicarle a Happy que se quede.

Apartó los ojos llenos de lágrimas de Happy y entró en el cuarto de baño,


cerrando la puerta silenciosamente detrás de él antes de deslizarse hacia el
suelo y permitir salir su llanto. Empujó su puño en su boca haciendo poco para
sofocar sus sollozos, pero esperaba que fuera suficiente para que nadie pudiera
oírle.

Estaría devastado si Happy lo escuchaba.

145
Capítulo Catorce

Happy observó como la puerta se cerró detrás de Marc con un sentido de


confusión que se reafirmó lentamente en determinación. Después de ser
testigo de lo que su abuelo era cuando estaba enojado, Happy trato muy duro
de no dejar que su genio saliera. Esta era la única vez que no creía que fuera a
funcionar. Estaba tan enojado que veía manchas delante de sus ojos.

―¿Él sólo va a enviarme lejos?

―Dijiste que sólo querías ser amigo de él, Happy ―John dijo―. El hombre
está sufriendo.

―Él necesita a alguien a su lado del que puede estar orgulloso. ―Happy miró
hacia abajo a sus manos, torciéndolas juntas hasta que los nudillos se
volvieron blancos―. No soy estúpido, pero yo todavía no soy una buena
apuesta. Estoy bastante jodido. Marc necesita a alguien que pueda estar a su
altura, no alguien que necesita constantemente que las cosas le sean
explicadas.

―Happy, ¿alguna vez conociste a mi hermano Neason?

Happy miró al sheriff. ―No, no lo creo.

―Hace un tiempo, Neason estuvo en un accidente. Chocó su camioneta contra


un árbol y se lastimo mucho. Por un tiempo, nosotros ni siquiera sabíamos si
iba a sobrevivir.

―Oh ¿él está bien ahora? 146


―Algo así. Sus heridas eran muy graves, Happy. Estaba ciego hasta que tuvo
una cirugía, pero incluso ahora no puede ver sin gafas muy gruesas. Él no
puede conducir o pastorear el ganado, como lo hicimos toda nuestra vida.
Tuvo que volver a la escuela y aprender a hacer algunas cosas de nuevo.

―Marc me dijo que podía ir a la escuela y terminar mi aprendizaje.

―Eso es probablemente una buena idea. ―La esquina de la boca de John


apunto hacia arriba―. Te digo lo de mi hermano porque tenía algunas locas
ideas acerca de lo que era fastidiar. Eso casi le cuesta la vida, su vista, y su
marido.

―¿Él está casado? ―Eso despertó el interés de Happy.

―Lo está. ―La sonrisa de John se amplió―. Su marido es el ministro en el


Iglesia de Cade Creek los fines de semana y un mecánico de motocicletas
durante la semana.

La mandíbula de Happy cayó. ―¿Tu hermano está casado con un ministro?

―Lo está. De hecho, Brody fue quien llevo a cabo mi propia ceremonia de
boda cuando me casé con Yancy y Seamus. Realizó la ceremonia de boda para
todos los hermanos Blaecleah.

Happy se humedeció nerviosamente los labios antes de hablar. ―¿Crees que


si le preguntamos podría realizar la ceremonia de boda para mí y Marc?

John arqueó una ceja interrogante. ―Pensé que tú sólo querías ser su amigo.

―Él hace que las mariposas vuelen alrededor en mi estómago.

John se rió entre dientes. ―Esa es una buena señal.

―Yo sé lo que siento, aunque no entiendo todo lo que siento, pero eso no
cambia el hecho de que no tengo nada que ofrecer a Marc. ―Happy hizo un
147
gesto con la mano a su pecho―. Quiero decir, mírame. Apenas puedo escribir
mi propio nombre.

―¿De verdad crees que le importa a Marc?

―No me gustan las multitudes.

―¿A quién le gustan? ―John resopló.

―Hay tantas cosas que no sé. ―Happy se quedó mirando a sus manos de
nuevo―. Como dice Marc, yo no soy tonto. Sólo que no sé mucho porque
nunca oí hablar de ello antes.

―Pero esas cosas se pueden aprender, Happy. ―John apretó su mano contra
el pecho de Happy, justo sobre su corazón―. Lo que se sientes aquí, es el tipo
de hombre que eres. Eso no se puede aprender. Esa parte de lo que eres es lo
que Marc necesita.

Happy sabía instintivamente que había algo más detrás de las palabras de John
de lo que estaba diciendo. ―¿Por qué?

―Marc pasa casi cada día protegiendo a la gente de Cade Creek. Y mientras
que él tiene algunos amigos y familia, cuando él viene a casa por la noche,
vuelve a una casa vacía. No hay nadie aquí que le importe como le fue en su
día.

―¡A mí me importa!

―Y eso es lo que hace que seas el hombre perfecto para Marc.

¿Eh?
―Pero…

John rodo los ojos. ―¿Happy, amas a, Marc? Me refiero a realmente amarlo
en lo más profundo de tu alma
148
―Sí. ―Era tan simple y tan complicado como eso―. Moriría por él.

John se rió entre dientes mientras palmeaba en el hombro de Happy de nuevo.

―Vas a estar bien, Happy. Sólo tienes que ir allí y decirle a Marc lo que me
dijiste. Te puedo decir que es un hecho que está esperando oír esas tres
pequeñas palabras. Voy a llevar a tu madre conmigo a la granja de la familia
de Marc y ustedes pueden ir mañana.

―¿Estás seguro? ―Happy preguntó porque él no lo estaba. Seguía pensando


que Marc merecía a alguien mejor que él―. Creo que lo lastimé mucho. Él no
va a perdonarme.

John se detuvo en la puerta y miró por encima del hombro. ―Solo dile que lo
amas, Happy. Eso es todo lo que necesita oír.

John salió al pasillo y luego cerró la puerta detrás de él, dejando a Happy a
solas con sus pensamientos, nervios y ansiedad.

Tratando de reunir todo su valor y recordar que Marc dijo que lo amaba,
Happy se acercó a la puerta del baño y presionó su frente contra la madera
dura.

―¿Marc? ―Golpeó suavemente la puerta―. Soy yo, Happy.

Nada.

Ni siquiera un indicio de que Marc estaba en el otro lado de la gruesa puerta


de madera.

―No soy bueno con las palabras, porque no estoy seguro de lo que significan
todas y qué palabras van con qué cosas. Pero sí sé que siento que tengo el
estómago lleno de mariposas cuando estoy cerca de ti. Me gusta estar cerca de
ti. No me hablas como si fuera tonto.

149
Dios, no sabía si Marc escuchaba sus palabras. Por lo que sabía, el hombre
podría tener los dedos tapando sus oídos.

Pero tenía que intentarlo, por si acaso John tenía razón.

Los labios de Happy se torcieron por un momento mientras arrastraba su dedo


hacia abajo por la puerta. ―Me gusta lo que hacemos cuando estamos juntos.
―Probablemente no lo estaba describiendo suficientemente bien.

―John me dijo que debería decirte lo que le dije, pero tengo miedo, Marc. No
quise hacerte daño. Sólo pensé que deberías estar con alguien... alguien del
que puedas estar orgulloso. Y sé que habrías dicho que estarías orgulloso de
mí, pero tener que explicarme todo te cansará después de un tiempo. Tus
amigos comenzarán a burlarse y te enojarás y... y creo que te merece a alguien
mejor que eso.

Happy sollozó cuando su nariz empezó a correr. No tenía nada que hacer con
las lágrimas en los ojos.

Realmente.

Nada en absoluto.

―Mi pecho me duele cuando no estás cerca y me siento como si mi corazón


sólo comenzará a latir de nuevo cuando entras en una habitación. Me siento
tan emocionado cuando aprendo algo nuevo y tú eres la primera persona con
la que pienso en compartirlo. Quiero compartir todo contigo. Y quiero que
estés seguro y feliz, seguro y... ―La garganta de Happy se engroso, por las
lágrimas obstruyéndola―. Y Te amo, Marc. Me gustaría quedarme contigo,
pero si realmente quieres que me vaya, lo haré.

Happy apenas podía respirar mientras apretaba sus dedos contra la puerta.
―Sólo dime lo que quieres que haga, Marc, y lo voy a hacer.

No importaba lo mucho que le doliera. 150


El corazón de Happy saltó a la garganta cuando la puerta del baño empezado a
abrirse. Cayó derecho a sus pies cuando vio la hinchazón roja alrededor de los
ojos de Marc.

―¿Me amas? ―La voz de Marc sonaba cansada.

Happy asintió tan vigorosamente que su flequillo cayo contra su frente.

―Dilo.

―Te amo.

La reacción de Marc a sus palabras sorprendió a Happy, pero no se iba a negar


a tenerlo en sus brazos o sus labios presionando contra los suyos. Happy
ansiosamente abrió y tomó todo lo que Marc tenía para darle.

―Marc ―susurró con voz ronca antes de abrir la boca para la lengua
inquisitiva de Marc. Cuando el hombre se adentró en su interior, todo el
cuerpo de Happy se puso rígido, su polla se endureció tan rápido que su
cabeza comenzó a nadar por falta de sangre.

Todo su cuerpo pareció cobrar vida cuando Marc se abrió para él, chupando la
lengua de Happy como si estuviera muriendo. La punta rosa de la lengua de
Happy salió, deslizándose en el labio inferior de Marc. La abrió, permitiendo
que Happy invadiera su boca. Happy se sumergió, barriendo y dejando sus
sentidos tambaleándose.

De repente nada era suficiente. Sus manos se movieron sobre los hombros y el
pecho de Marc, tocando, acariciando y apretando.

Las manos de Marc respondieron igual, deslizándose a lo largo de la piel de la


espalda de Happy y los lados.

Happy recogió a Marc en sus brazos y lo empujó hacia la puerta del baño.
Marc gimió y comenzó a moler su polla en el abdomen de Happy.
151
Tenía que poner sus manos en la piel de Marc. Agarró un puñado de los
pantalones del pijama que Marc todavía llevaba y tiró.

El sonido de la tela desgarrándose atravesó el aire.

Happy se quedó atónito al ver a Marc tirar la cabeza atrás y gritar el nombre
de Happy, su cuerpo temblando cuando su cabeza cayó sobre el hombro de
Happy. Happy sintió algo cálido y húmedo remojando su camisa.

Esa fue la cosa más caliente que jamás había visto.

Y quería volver a verla.

Apoyó la mano sobre el pecho ligeramente peludo de Marc, Happy sonrió al


diputado guapo. ―Eres hermoso.

Marc se sonrojó, sólo hizo que la polla de Happy palpitara aún más.

Marc llegó por él, tirando a Happy para darle un beso. Aunque acarició sus
labios más que besarlos lo que envió una onda de placer por la columna de
Happy.

Marc era perfecto, en todas las formas posibles. Él no estaba seguro de cómo
había llegado a ser tan afortunado de que este hombre lo desee, pero estaría
siempre agradecido.

Happy pasó los dedos por el semen que saturaba su camisa, después llego
abajo entre las nalgas de Marc, rodeando el apretado musculo, hundió un dedo
dentro como Marc había hecho con él, y casi se vino. El agujero estaba muy
apretado alrededor de su dedo... dios.

Iba a perder su mente con este hombre.

Deslizando otro dedo dentro de Marc, Happy hizo tijera, vio como la cabeza
del hombre se echó hacia atrás y hacia adelante, casi mordiéndose el labio
inferior. Marc parecía magnífico mientras se retorcía debajo Happy. 152
―Date prisa, Happy. Necesito sentir tu polla dentro de mí.

Happy sonrió. Le encantaba el hecho de que Marc estuviera desesperado por


él. Le frotó el ego y lo hizo sentirse de tres metros de altura. Después de
añadir un tercer dedo y asegurarse de que Marc estuviera bien estirado, sacó
sus dedos.

Marc le había explicado que él no podía poner su polla dentro sin lubricante.
Sólo que no se acordaba donde guardaba el lubricante.

―Lubricante, Marc. Necesitamos lubricante.

―Mesa de Noche ―Marc gruñó.

Correcto.

Happy mantuvo a Marc envuelto en sus brazos mientras se acercó a la mesita


de noche. Abrió uno de los cajones, hurgando hasta que sus dedos se cerraron
sobre el tubo de lubricante que Marc había utilizado antes.

Se giró de nuevo y empujó a Marc de espalda contra la puerta para mantenerlo


en su lugar. Abrió el tapón del tubo y roció un poco sobre sus dedos.
Queriendo asegurarse de que Marc estaba listo para él, empujó sus dedos de
nuevo en el hombre.

Un gemido embriagador de Marc hizo que las piernas de Happy se sacudieran.


Él extendió rápidamente un poco más de lubricante sobre su eje adolorido y
alineó la cabeza en el estrecho agujero de Marc. Empujó hacia adelante,
presionándose en el ceñido cuerpo de Marc. Marc inhaló profundamente y
luego empujó el culo hacia abajo en la polla rodando sus ojos. Los gemido de
de satisfacción llenaron el lugar cuando el cuerpo de Marc lo tomo todo hasta
la raíz.

153
―Lo siento, Marc. Tal vez debería haberte estirado un poco más. ―Porque
maldito si el hombre no era estrecho como el infierno, por un momento pensó
que no iba a poder entrar.

―So… solo dame un minuto ―dijo Marc. Happy trabajó su polla dentro
centímetro a centímetro, finalmente sintiendo el cuerpo de Marc relajarse y
aflojarse―. Mucho mejor.

Marc atrajo a Happy para otro beso abrasador. Marc levantó las piernas,
envolviéndolas alrededor de las caderas cuando empujó su culo en la polla de
Happy.

―Eso es, bebe ―Marc gimió―. Jódeme.

Marc echó sus brazos alrededor de los hombros de Happy y empezó a joderse
en serio. Lo único que podía hacer Happy era orar para no venirse demasiado
rápido.

Montó la polla de Happy con entusiasmo, haciendo que los malditos dedos se
doblen. Golpeó a Marc tan duro y tan rápido como pudo.

Sus cuerpos se encontraron en cada empuje. Los apretados músculos del


hombre agarraron la polla de Happy hasta que pensó que su cuerpo podría
explotar.

―Oh, dios, Happy. ―Marc echó la cabeza hacia atrás y gritó, pintando con su
simiente el estómago y pecho de Happy, mientras sus movimientos vacilaban
perdiendo el ritmo.

Happy se hizo cargo, al empujar a Marc contra la puerta cuando él comenzó a


conducir su polla en su culo con una fuerza poderosa. No estaba demasiado
lejos detrás de Marc cuando la electricidad se construyó, trabajando su camino
hasta su columna vertebral y rompiendo a Happy en mil pedazos. Gritó el
nombre de Marc mientras su cuerpo se convulsionó y su semilla se derramó en
el culo del hombre. 154
Happy apoyó su frente contra la de Marc, respirando con dificultad y tratando
de que su frecuencia cardiaca se desacelere. Maldita Sea. Tenía a Marc en sus
brazos, y allí era donde tenía previsto mantenerlo.

Aún conectado a Marc, Happy se giró y se acercó a la cama.

Se instaló en el colchón, rodando a su lado, tomando a Marc con él. Envolvió


sus brazos alrededor de su espalda y tiró el cuerpo del hombre contra el suyo.
Un pequeño estremecimiento sacudió el cuerpo de Marc cuando Happy le dio
un beso en sus labios.

―Ahora eres mío, Marc ―Happy susurró contra la piel caliente de Marc―.
Te amo y voy a quedarme contigo.

155
Capítulo Quince

Marc mantuvo sus dedos entrelazados con los de Happy mientras conducía
por las calles hasta la granja de su familia. No se atrevía a romper la conexión.
La necesitaba, probablemente tanto como necesitaba respirar.

―¿Cómo te sientes? ―Se habían hecho el amor el uno al otro varias veces
durante el día, tomando pequeñas siestas para reponerse.

Ellos se habían unido tantas veces que Marc olvidó dónde terminaba él y
comenzaba Happy.

La sonrisa de Happy era alegre, contagiosa, y sólo un poco tímida. ―Estoy


bien.

Marc trajo la mano de Happy hasta su boca y le dio un beso contra los
nudillos. Sus ojos se posaron en el anillo que había colocado en el dedo de
Happy en las primeras horas de la mañana. Sólo era su anillo de graduación de
la escuela, pero era un símbolo de todo lo que Happy significaba para él.

Irían juntos y escogerían los anillos que ambos les gustaran. Hasta entonces,
su anillo de la escuela se quedaría en el dedo de Happy, dejando que todo el
mundo sepa que el hombre había sido reclamado.

―¿Te gusta mi casa?

Happy asintió. ―Es una bonita casa. Me gusta especialmente el porche


delantero. Tendría que haber un par de sillas para que pueda sentarme ahí y
ver la puesta de sol en las tardes. 156
―Tal vez podrías ayudarme a escogerlas

La sonrisa de Happy se amplió. ―Me gustaría eso.

―Tal vez, al mismo tiempo, podrías ayudarme a cambiar algunas cosas en el


resto de la casa―. Marc estaba tan nervioso que el estómago le rondaba.

―Yo estaría encantado de ayudarte con cualquier cosa que necesites.

―Bueno, yo estaba pensando que tú, tu mamá y yo podríamos vivir en mi


casa. Hay un apartamento de un dormitorio en el garaje con su propia entrada
y todo para que tu mamá pueda quedarse con nosotros, pero que no se sienta
como que la estamos desplazando.

Happy se quedó sin aliento. ―¿Quieres que nos mudemos contigo?

―Tu vendrás a vivir conmigo cuando nos casemos, así que pensé ¿por qué
esperar? ―La sorpresa en el rostro de Happy le dijo que no había considerado
eso―. ¿Preferirías que vivamos en tu casa?

―¡No! ―Happy parpadeó como si incluso él se hubiera sorprendido por la


vehemencia de su voz―. No, yo prefiero vivir contigo en tu casa. Tu casa
tiene buenos recuerdos.

―¿Entonces por qué estás tan sorprendido?

Happy se encogió de hombros. ―No esperaba que aceptes a Mama, también.

―Happy, amas a tu mamá y yo te amo. Si tener a tu mamá cerca te hace feliz,


eso es lo que haremos. No quiero a tu mamá viviendo en la misma habitación
que nosotros, pero no tengo ningún problema con ella en la misma casa.

Sabía desde el principio que Happy y Anna llegaban como un paquete. Lo


aceptó antes de que incluso comenzara a perseguir a Happy.

157
―Realmente creo que a Anna le gustará el apartamento por encima del garaje.
Ella estará literalmente al lado nuestro por lo que todavía podemos cenar
juntos cada noche y todo, pero también tendrá su espacio propio.

Marc se preguntó si realmente Happy entendía algunos de los cambios que se


estaban produciendo, si incluso los había considerado. ―Tu mamá es todavía
relativamente joven, Happy. Y se ha pasado casi toda su vida en esa casa
contigo. Ahora, yo no estoy diciendo que eso está mal. A ella le encantas tú.
Pero tal vez es hora de dejar que tu mamá tenga la vida que debió haber tenido
si tus abuelos no los hubieran mantenido a los dos tan aislados.

La frente de Happy se frunció. ―¿Te refieres a las citas?

―Eso es parte de ello. Tu madre nunca tuvo la oportunidad de encontrar a


alguien y enamorarse como lo hicimos nosotros. Creo que se merece esa
oportunidad. ¿Y tú?

Happy volvió a meditar mientras miraba hacia fuera de la ventana de pasajero.


―Había un chico en la escuela... se conocieron en segundo grado y a ella
siempre le gustó, pero luego el sheriff Miller llegó y a ella no se le permitió
salir de la casa. Ella tenía una foto de él que ella me mostró una vez. Era vieja
y desgastada y...

La cara de Happy estaba teñida de tristeza cuando se volvió para mirar a


Marc. ―A veces pienso que mirar esa imagen era lo único que guardaba a
Mama de perderse.

¿Alguna vez te dijo quién era? ―Marc había vivido en Cade Creek toda su
vida. Tal vez podría ayudar a Anna a conectar con el chico de vuelta.

―Ella sólo dijo que se llamaba Angus. No hablaba mucho de él. ―Happy se
encogió de hombros―. Creo que tal vez ella necesitaba mantener el recuerdo
para sí misma.
158
Marc se devanaba los sesos. No recordaba ningún Angus. ―Podemos hablar
con mi papá cuando lleguemos a la granja. Ha vivido aquí su vida entera. Si
alguien sabe quién es este tipo Angus es él.

El ceño fruncido de Happy no se detuvo. En todo caso, se profundizó. ―¿Que


es lo que piensas tan duro, bebe?

―¿Crees que mamá va a estar feliz por nosotros?

Esa fue una pregunta capciosa.

―Espero que lo este.

Marc no sabía lo que iba a hacer si la mamá de Happy no quería que estén
juntos. Anna era probablemente su mejor amiga y confidente. Happy tenía que
tener a la mujer en su vida. La miraba por orientación y aceptación y todo por
lo que se suponía que un niño miraba a sus padres.

―A ella le gustas, ya sabes ―dijo Happy―. Ella dijo que estaba bien que me
gustes más que como amigo.

Eso tenía que ser una buena cosa.

¿Correcto?

―Me gusta tu mamá también. Creo que es bastante maravillosa, de hecho.


Ella vivió en el infierno, pero todavía encontró una manera de mostrarte lo
mucho que te ama. Eso es muy especial.

Happy sonrió, la tensión en los hombros relajándose. ―Mamá es especial.

Y separarlos antes de que estuvieran listos sería destruirlos a ambos. Marc no


iba a hacer eso. ―¿Qué tal si damos a tu madre la opción de elegir una
habitación o el apartamento en el garaje? Podemos dejar en manos de ella cual
quiere.
159
―Me gusta la idea. ―Happy prácticamente rebotó en su asiento―. Quiero
que sea feliz. Ella ha tenido demasiada tristeza en su vida.

Marc podría decir lo mismo sobre Happy. Decidió en ese momento que su
nueva misión en la vida sería asegurarse de que Happy y Anna disfrutaran de
todo lo que la vida tenía que darles.

―¿Quieres ir a tomar un batido más tarde?

Los ojos azules de Happy se iluminaron. ―¿Fresa?

Sorprendió a Marc que algo tan simple como compartir un batido de fresa
pudiera llenar a Happy con tanta alegría. Tal vez el resto del mundo podría
aprender de su ejemplo. Él no estaba envuelto en tratar de ganar cada centavo
que podía tener en sus manos. Él no estaba tratando de empujar sus creencias
en otra persona o de odiar a los que pensaban diferente a él. Él no estaba
quitando y robando.

Él sólo quería compartir un batido de fresa.

Marc gruñó y agarró el volante con las dos manos cuando la camioneta de
repente se sacudió. Un rápido vistazo en el espejo retrovisor le mostró cuál era
el problema... e iba a volver a embestirlos de nuevo.

―Sostente, Happy ―Marc gritó justo antes de que la camioneta se estrellara


nuevamente contra la parte trasera de su camioneta. La fuerza del golpe le
hizo virar y cruzar la calle. Marc apenas pudo mantener la camioneta de tres
cuartos de tonelada en la carretera.

―¿Por qué hace eso? ―Happy gritó mientras miraba de la ventana del frente
a la ventana de atrás, y luego de nuevo a la parte frontal de la ventana. Sus
ojos iban y venían, con pánico―. No sé, Happy. Sólo espera.

160
Marc mantenía una estrecha vigilancia sobre el vehículo tras ellos mientras
presionaba el pie en el acelerador. La camioneta salió disparada hacia
adelante, poniendo una poca distancia entre ellos y sus perseguidores.

―Happy, ¿puedes alcanzar mi teléfono celular? ―Está en mi bolsillo.

Marc estaba un poco nervioso por lo mucho que disfruto cuando Happy metió
la mano en el bolsillo y buscó alrededor por el teléfono, especialmente
teniendo en cuenta lo peligroso de su situación. Pero cualquier toque de la
mano de Happy en él era bienvenido, así que a Marc decidió no preocuparse
demasiado.

―¿Te acuerdas de cómo utilizar el teléfono celular, Happy? ―Le preguntó


cuándo Happy se recostó en su asiento y se quedó mirando el teléfono en la
mano.

―No... yo… ―Happy estaba, obviamente, temblando por el peligro en el que


estaban.

―Está bien, Happy. Voy a decirte como. ―y le hizo a Happy un gesto


tranquilizador―. Hay un botón del teléfono de aspecto verde. ¿Lo ves?

―Sí.

―Tócalo con el dedo. ―Marc miró y vio como el dedo de Happy tocó el
icono verde―. Está bien, otra ventana debe subir. Pulsa el botón del teléfono
de nuevo.

Marc volvió a mirar a la carretera. ―Mantenlo en tu oído. Ve si escuchas algo

―Sí, está haciendo…

―¿Hola?

―Oh, hola, Sheriff John. Soy Happy.


161
―Diles que estamos en Lower River Road rumbo a la granja, a unos cinco
kilómetros fuera de la ciudad. Hay una camioneta Chevy plata que nos sigue,
tratando de sacarnos de la carretera.

Happy asintió, y luego volvió a asentir. Marc sabía que estaba escuchando lo
que John decía. Se concentró en conducir y mantenerse suficientemente por
delante del otro vehículo para que no lo golpeara. Pero él no dejaba de mirar a
Happy.

Happy finalmente sacó el teléfono de su oreja. ―El Sheriff John dice que te
dirijas hacia el sur hacia el rancho Blaecleah. Él y sus hermanos nos
encontraran a mitad de camino.

Marc asintió, y cuando llegaron a la siguiente división en el camino, giró al


sur, lejos de la granja de su familia. Recordó a John diciéndole una vez acerca
del rescate de la camioneta de los hermanos Blaecleah. Había sucedido más de
una vez. Sólo esperaba que funcionara esta vez también como lo había hecho
la última vez que lo habían hecho.

―Está bien, Happy, tenemos una curva cerrada por venir. Asegúrate de que tu
cinturón de seguridad está bien y apretado. ―Si algo le sucedía a Happy
debido a los pendejos detrás de ellos, la cabeza de alguien iba a rodar.

―¿Qué es un curva cerrada?

―Una muy mala esquina en el camino ―Marc respondió mientras sus manos
se apretaron en el volante. Odiaba las curvas cerradas―. Si no tenemos mucho
cuidado podríamos volcar y chocar.

―Oh.

Marc miró al oír el tono asustado en la voz de Happy. ―Vamos a lograrlo,


Happy. Me niego a aceptar cualquier otra cosa. Tenemos una boda que planear
y un batido de fresa para compartir. ¿Recuerdas? ―Marc respiró tembloroso
162
cuando tuvo la curva a la vista. Odiaba esa maldita curva. Salió fuera del
asfalto debido a que la curva era cerrada―. Aguanta, bebé.

A medida que se acercaban a la curva y Marc desaceleró un poco, ya que no


estaba loco para tomarla a toda velocidad, la ventana trasera se destrozó.

Happy gritó cuando la camioneta se desvió y raspo contra el guardarail. Marc


ni siquiera tuvo tiempo de asustarse mientras trataba de mantenerse en la
carretera. Justo cuando empezaba a hacerse con el control del vehículo de
nuevo, Marc escuchó una fuerte explosión y luego un estallido. La camioneta
se desvió fuera de control.

Ellos iban a estrellarse. Simplemente no había manera de evitarlo.

A pesar de que él sacó su pie del acelerador, el impulso de la camioneta estaba


impulsándolos hacia la barandilla. lo único que los salvaría seria que no se
dirigieran a un acantilado, sino a una zanja o algunos árboles.

Pero eso también podía ser peligroso.

La camioneta pasó por la barandilla y golpeó la cuneta de ladrillo y tomo


vuelo. El grito de miedo de Happy fue lo último que Marc escuchó cuando la
camioneta voló por el aire antes de chocar contra un gran árbol.

Y luego todo quedó en silencio.

Marc respiró hondo y miró a su alrededor. El mundo se sintió algodonoso


mientras examinaba su entorno, como si estuviera en una burbuja donde nada
le tocaba, sonaba, oliera, o incluso se sintiera. Estaba clavado en su asiento
por el volante, que fue empujado hacia él por el tablero roto.

Tenía cristales rotos por todas partes en su pelo, su ropa, en el asiento de al


lado. Había algunas manchas en su piel que le dolía tanto que estaba bastante
seguro que los fragmentos de vidrio lo habían cortado. Pero él había
163
sobrevivido. Además de un poco de dolor por el cinturón de seguridad en el
pecho y el hombro, él no parecía tener ninguna lesión importante.

No podía decir lo mismo de Happy. El hombre estaba inclinado hacia


adelante, mantenido en su lugar sólo por el cinturón de seguridad. Salía un
pequeño hilo de sangre de una herida en la frente. No parecía demasiado
profundo, y Marc sabía que las heridas en la cabeza sangraban mucho, pero su
necesidad de perforar al que lastimo a Happy crecía a cada segundo.

―Happy, ¿bebe? ―Marc se acercó y sacudió el hombro de Happy.

Nada.

―¿Happy? ―Habló más fuerte, su voz casi un chillido con el miedo


empezando a envolverse a su alrededor. ¿Qué pasaba si Happy estaba más
herido de lo que había pensado?

―Happy. Abre los ojos, Happy.

Todavía nada.

―Bebe, por favor. ―Él oyó su voz, sofocada y antinatural, atada por el miedo
y la desesperación―. Abre los ojos.

Marc toco el botón para liberarse del cinturón de seguridad. Él gruñó con
frustración cuando no se soltó. Estaba trabado. Abandonó el cinturón de
seguridad y volvió a tratar de despertar a Happy, sacudiendo su hombro y
acariciando los rizos de su rostro ceniciento.

―Happy, bebé, abre los ojos para mí. Venga. Déjame ver esos hermosos
azules bebe.

Por favor, bebé, rezó.

¿Fue un destello de un pestañeo?


164
―¿Happy? ―El corazón de Marc empezó a latir a un ritmo más rápido
cuando las pestañas de Happy revolotearon. Él gimió mientras se enderezaba,
con la cabeza volviendo a caer sobre sus hombros―. Happy, mírame, bebé.

―¿Qu-qué pasó? ―Happy preguntó con voz temblorosa cuando se sentó y


miró a su alrededor―. ¿Qué... ―Happy se lamió los labios y miró a Marc―.
¿Qué pasó?

―Nosotros no logramos pasar la curva cerrada. Marc Miró hacia la parte


delantera de la camioneta. La ventana estaba rota, los pedazos colgaban en el
salpicadero. La parte delantera de la camioneta estaba aplastada y envuelta
alrededor de un árbol muy grande, el vapor se elevaba desde el radiador.
Tuvieron suerte de que no hubiera fuego.

Su camioneta era una perdida completa.

―¿Estás bien? ―Preguntó Happy.

Marc sonrió cuando volvió su atención a Happy. ―Estoy bien, bebé. Me


lastimé las costillas cuando me golpeó el volante, pero nada que un remojo en
la bañera y un par de días de descanso no pueda curar.

―¿Cómo está tu brazo?

Sorprendentemente, Marc se había olvidado de la herida de bala en su brazo.


Bajó la mirada, sabiendo que iba a ver sangre en las vendas. Tenía razón, pero
era una pequeña cantidad de sangre. Marc estaba más preocupado por la
herida que Happy tenía en la cabeza.

―Está bien, Happy.

―Pero hay sangre ―Happy se quejó.

―Probablemente se salieron un punto o dos. El médico me va a arreglar, pero


primero tenemos que llegar a él. ―Marc hizo un gesto con la mano hacia el
cinturón de su asiento―. Está atascado.
165
Los ojos de Marc casi se le salen de su cabeza cuando Happy simplemente
llegó y tiró del cinturón de seguridad y lo rompió, soltándolo. ―Uh, gracias.

―¿Podemos irnos ahora? ―Preguntó Happy―. Quiero ver a mamá.

Por mucho que Marc deseaba que Happy lo buscara a él cuando tuviera
miedo, comprendió que Happy había confiado en Anna su vida entera para
decirle que todo estaba bien. Eso no iba a irse o desaparecer pronto.

―Está bien, Happy, podemos ir. Sólo ten cuidado. Hay una gran cantidad de
vidrio.

―Bueno.

Marc se volvió y abrió la puerta, empujando contra ella cuando no se abrió por
sí sola. El metal gimió y se resistió, pero finalmente abrió lo suficiente para
que Marc saliera. Su cabeza le daba vueltas un poco mientras se levantaba.
Sabía que era la enorme cantidad de adrenalina corriendo sin parar a través de
su sistema. Se sostuvo del borde de la caja de la camioneta mientras se dirigió
hacia la parte trasera.

―¡Marc!

El grito asustado de Happy heló a Marc hasta en su alma. Él empezó a correr


alrededor del extremo de la camioneta sólo para ser detenido por un hombre
de pelo corto y oscuro que le apuntaba con un arma. Marc al instante levantó
las manos en el aire y dio un paso atrás.

―No queremos ningún problema.

166
Capítulo Dieciséis

El corazón de Marc tronó como un motor a reacción, cuando el hombre del


arma se burló como si la declaración de Marc fuera la cosa más divertida que
alguna vez oyó. ―Sólo quédate atrás ―dijo el hombre mientras hizo un gesto
con la pistola para que Marc retrocediera un paso.

Marc lanzó una mirada hacia el lado del pasajero de la camioneta. Happy
todavía estaba dentro, pero había otro hombre allí tratando de sacarlo. Happy
parecía estar resistiéndose, luchando contra el hombre empujándolo lejos.

Cuando el hombre se echó hacia atrás y luego lanzó un puñetazo, Marc gruñó
mientras veía la cabeza de Happy retroceder bruscamente. Volvió a mirar al
hombre sosteniendo el arma contra él. ―Lastimas a Happy y será lo último
que harás nunca.

―¿Happy? ―El hombre soltó un bufido―. Que jodido nombre estúpido es


ese.

Las manos de Marc se apretaron, su expresión reflejando su ira. ―No importa


cuál es su nombre. Lastímalo y no vivirás para ver otra puesta de sol.

Funcionario de la ley o no, Marc tiraría todo por la borda sin pestañear si
Happy era herido. Estaba bastante seguro de que el hombre que intentaba
sacar a Happy de la camioneta era Herne O'Brian. El que estaba de pie frente a
él era demasiado joven.

167
―El sheriff está en camino ―dijo Marc―. Si te vas ahora, podrías tener una
oportunidad. ―No había muchas posibilidades, pero no obstante era una
oportunidad.

Marc no tenía ninguna duda de que John estaba llamando a las tropas. Cuando
él y Happy no se encontraron con él en el camino, John llamaría a toda la
fuerza del Departamento del Sheriff de Cade Creek, a los Blaecleahs, por no
hablar de la propia familia de Marc.

El hombre de la pistola tenía una mirada salvaje en sus ojos por las palabras
de Marc, o tal vez era la máscara de piedra en el rostro de Marc.
Repentinamente nervioso dio un par de pasos hacia atrás más cerca del otro
hombre.

―Hey, hombre, los policías están llegando ―dijo el chico―. Tenemos que
salir de aquí.

―¡No hasta que me diga donde está mi chica!

―Nunca vas a encontrarla, Herne ―Marc gritó, sabiendo con certeza quien
estaba hablando―. La puse en un lugar donde nunca podrás poner tus manos
en ella de nuevo.

―¡Amelia es mía! ―Gritó el hombre mientras daba un paso hacia Marc―.No


puedes alejarla de mí.

El hombre estaba claramente loco. Y en serio delirante. ―Amelia está muerta,


Herne.

―¡No! ―Herne golpeó con su mano el lado de la camioneta―. Estas


ocultándola de mí.

¡Mierda! Herne tenía un arma, también. También había salvajismo en sus


ojos, una especie de furia hirviente que brillaba dentro y fuera entre los
168
ataques de locura que asustó a Marc. Herne estaba armado y estaba loco, y eso
lo hacía aún más peligroso.

Marc iba a tener que andar con cuidado. ―Herne, tu hija no es tu esposa. No
puedes hacer que Anna reemplace a tu esposa. No funciona de esa manera.

―¡Ella es mía!

―Ella es tu hija, Herne.

La frente de Herne se arrugo por un momento, como si su cordura estuviera


tratando de hacer una reaparición, pero estaba luchando una batalla cuesta
arriba. Sacudió la cabeza antes de golpear con su puño un lado de su sien.

―Dios me dio a Amelia para mí ―dijo Herne―. Él dijo que ella era mía. Yo
la quiero de vuelta.

Marc no sabía si sentir lástima por el hombre o no. Era obvio que la muerte de
Amelia había arrojado a Herne sobre el borde. Pero todavía era un hijo de puta
que aterrorizó a Anna y Happy durante años antes de que Amelia hubiera
muerto. Cuándo exactamente había perdido su mente era algo que nadie
sabría.

―Ella está muerta, abuelo.

Mac hizo una mueca cuando Happy salió de la cabina de la camioneta y se


levantó. El hombre de la pistola de repente cambió apuntando a Happy con el
arma que apuntaba sobre Marc. Probablemente vio a Happy como la amenaza
más grande porque Happy era mucho más grande.

Estaba equivocado.

Pero podría ser la distracción que Marc necesitaba para obtener la ventaja.

Él no podía actuar con el arma apuntándolo a él y no quería actuar con el arma


apuntando a Happy pero no tenía otra opción. 169
―Lo qué le hiciste a mamá estaba mal, abuelo ―Marc gruñó ante las palabras
de Happy, deseando que el hombre mantenga la boca cerrada. No tenía esa
suerte―. Lo qué le hiciste a mamá estaba mal ―continuó Happy―. Ella es tu
hija.

―Hombre, dijiste que ibas a venir aquí para buscar a tu esposa ―dijo el
extraño―. Nunca dijiste nada sobre ninguna hija.

―¡Ella es mía! ―Herne se quebró, sus ojos salvajes de nuevo. Antes de que
Marc pudiera actuar, Herne se volvió y apretó el gatillo.

Happy gritó cuando él cayó al suelo, y por un momento, Marc pensó que su
corazón podría haber dejado de latir. Y entonces vio una mancha de color rojo
aparecer en la camiseta del extraño, poco a poco extendiéndose hasta cubrir
casi la mitad de su pecho.

―¡Hijo de puta! ―Las palabras del hombre eran casi un susurro―. Me


disparaste.

Marc se lanzó hacia el suelo cuando el hombre disparó de nuevo. Las balas
volaron sin tregua. Marc se cubría la cabeza y oró para que Happy no fuera
golpeado.

Marc con cautela se descubrió la cabeza y la levantó, mirando a su alrededor.

Herne estaba en el suelo a pocos metros de él y no se movía.

Marc extendió la mano y agarró el arma de los dedos laxos del hombre antes
de mirar hacia el otro pistolero. Él no se movía tampoco.

―¿Happy? ―Marc llamó cuando se puso de pie y corrió hacia el desconocido


en el suelo. Hubiera preferido ir directamente a Happy, pero necesitaba
asegurar la escena primera.

―¿Marc?
170
El alivio casi hizo caer a Marc al suelo. Cogió la pistola de la mano del
desconocido y se lo metió en la parte trasera de sus pantalones. Era claro por
los ojos vacíos mirando al cielo que el pistolero estaba muerto.

Herne no lo estaba, y Marc podía oír al hombre gimiendo detrás de él.

Él podría desangrarse para todo lo que a Marc le importaba. De hecho, lo


preferiría. Un loco menos en la superficie del planeta significaba una persona
menos de quien tener que proteger a Happy.

―¿Estás herido, Happy?

―No, no lo creo.

Marc giró al oír el sonido más hermoso del mundo justo detrás de él. Sonrió,
estirándose hasta acariciar la mejilla de Happy. ―Yo estaba preocupado.

―Quiero a mamá.

―Lo sé, bebé. ―Marc limpió cuidadosamente las lágrimas de la cara de


Happy, junto con un poco de suciedad―. ¿Puedes encontrar mi teléfono
celular para mí? Necesito decirle al Sheriff John dónde estamos.

Estaba bastante seguro de que John se había dado cuenta de que habían sido
detenidos y probablemente estaba viniendo a toda velocidad. Pero Happy
necesitaba algo para hacer mientras Marc comprobaba a Herne.

Happy tragó saliva y asintió.

―Hey. ―Marc se inclinó y le dio un suave beso en los labios de Happy―.Te


amo.

Marc esperaba que la sonrisa que se extendió por la cara de Happy significaba
que él había dicho lo correcto.

―Te amo, también.


171
―Bueno, ahora ve a buscar mi teléfono celular. No queremos que John se
preocupe.

Happy rodo los ojos mientras comenzaba a ir por el lado del pasajero del
camión. ―Si querías que me fuera lejos, mientras que mirabas a mi abuelo,
sólo tenía que decirlo.

La risa brotó de los labios de Marc. Happy era una delicia constante. Cómo
alguien podía pensar que era lento, nunca lo sabría. El hombre veía mucho
más de lo que la mayoría de las personas hacían. ―Quiero que te alejes
mientras yo reviso a tu abuelo.

―Bien. Llamaré al Sheriff John.

Marc observo a Happy caminar hacia la camioneta. Esperó hasta que Happy
había recuperado el teléfono y marcó antes de volver su atención al abuelo de
Happy. El hombre todavía estaba vivo, pero Marc dudaba de que sería por
mucho tiempo. Él tenía dos agujeros grandes en el pecho.

Marc se acercó y se puso en cuclillas junto a él. Tenía sentimientos mezclados


acerca de prestarle ayuda a Herne. Una parte de él sólo quería que el hombre
se desangre para que nunca moleste a Happy de nuevo. La otra parte trató de
recordar que no importara qué, él todavía era un oficial de la ley y este hombre
era de carne y hueso.

Sabiendo que nunca se perdonaría, Marc se dirigió a la parte trasera de su


cabina y sacó la bolsa de lona roja que guardaba allí. Estaba llena de material
de primeros auxilios.

Como diputado, tenía un botiquín de primeros auxilios en su vehículo, pero


después de servir y ver a los soldados a su alrededor morir por falta de
atención médica, decidió que necesitaba algo más.

El botiquín médico que llevaba era el mismo que los médicos tenían en
combate. 172
Marc volvió al lado de Herne y dejó caer la bolsa en el suelo. La abrió y
empezó a sacar los artículos que necesitaba. Agarrando un puñado de vendas,
comenzó a presionar la herida de Herne cuando el hombre le agarró la muñeca
con una sorprendente cantidad de fuerza.

Marc levanto los ojos hacia Herne.

―Déjame morir ―susurró Herne―. Sólo déjame morir.

―Ojalá pudiera, Herne ―Marc dijo mientras liberó su mano y presionó las
heridas nuevamente―. Creo que te merece ir al infierno por las cosas que has
hecho, pero sigues siendo familia de Happy y eso significa que tengo al menos
que tratar de mantenerte vivo.

―Yo sólo quiero estar con Amelia.

―Bueno, ella debe estar esperándote en el infierno así que estás de suerte.
―Después de todo lo que Herne y Amelia le habían hecho a Happy y Anna,
Marc no tenía ninguna duda de que ambos iban a pasar la eternidad en el
infierno. Sus almas estaban tan mal que eran negras.

―Sólo hi- hicimos ―Herne empezó a toser, goteandole sangre desde la


esquina de su boca. Cuando dejó de toser, jadeó en gran medida como si no
pudiera recuperar el aliento―. Nosotros... nosotros sólo hicimos lo que la bi-
biblia nos dijo que hiciéramos. Estábamos si-siguiendo las leyes que dios fijó
para nosotros.

―¡Pura mierda! ―Marc espetó cuando su ira anuló su necesidad de mantener


la calma. Su profesionalidad voló por la ventana cuando la vida de Happy fue
puesta en peligro―. Tú torturaste a Happy y Ana, los mantuviste aislados del
mundo, y ¿tratas de echarle la culpa a dios? Eres un monstruo enfermo, Herne,
tú y tu esposa ambos.

―D-Dios dijo... dijo-


173
―Tu tomaste la palabra de dios y la convertiste en una excusa para ser un
monstruo con las dos personas que deberías haber protegido más. Te mereces
lo que obtienes

Marc pudo ver la luz empezar desaparecer de los ojos de Herne y supo que el
hombre no tenía mucho tiempo de vida. Por mucho que detestaba la idea, tuvo
que dar a Happy oportunidad en algún tipo de cierre.

―Happy ―gritó en voz bastante alta― tu abuelo no tiene mucho más tiempo.
Si tienes algo que decirle, ahora es el momento.

Marc levantó la vista cuando Happy se acercó a su lado.

Había tristeza en el rostro pálido de Happy pero sorprendentemente no había


ira. Happy simplemente no era el tipo de persona de odiar. Marc sabía que
Happy era una persona mucho mejor que él.

Odiaba a Herne O'Brian y siempre lo haría.

―¿Happy?

―No estoy seguro de que haya algo que decir. Él me ha odiado toda mi vida.
Eso no va a cambiar sólo porque se está muriendo.

Probablemente no. Aun así...

―¿Estás seguro, bebé? ―Esta podría ser tu última oportunidad―. Marc sabía
que no habría ningún final feliz para Happy y su abuelo, pero tampoco quería
que Happy lamentara no decir algo antes de que fuera demasiado tarde.

Los ojos de Happy cayeron a su abuelo. ―Lo único que quiero decirle es que
estaba equivocado. Yo no soy el diablo. Yo no soy el engendro de Satanás. Ni
siquiera soy malo. ―Él respiró tembloroso y luego se reunió con los ojos de
Marc―. Soy Happy.

174
Capítulo Diecisiete

―Despierta, Happy.

Happy bateó las manos sacudiéndolo. Él no quería despertar. Él estaba cálido


en su pequeño capullo de suavidad.

―Happy, bebé, despierta ―dijo una voz persistente―. Quiero mostrarte algo.

Happy parpadeó y trató de abrir los ojos. Sus pestañas revolotearon mientras
rodaba sobre su espalda. Marc estaba sentado en el lado de la cama al lado de
él. ―¿Cuál es tú…? ―Las cejas de Happy se dispararon cuando atrapó un
vistazo de la oscuridad más allá de la ventana del dormitorio―. ¿Qué hora es?

―Sobre las cinco y media.

―¿De la mañana? ¿Estás loco?

Marc se rió entre dientes.

El hermoso bastardo.

―Levántate, amor. Quiero mostrarte algo.

Happy refunfuñó entre dientes mientras pasaba las mantas y se sentó. Se frotó
las manos por la cara, tratando de borrar el sueño en sus ojos.

En el último mes, había llegado a descubrir que el amor de su vida tenía


algunas ideas impulsos -del-momento-locas, y le gustaba sorprender a Happy.
Le habían entregado flores en la casa, dejó una colección de Los misterios de
175
los chicos Hardy en la mesa de café, y llevó a Happy a cada festival de Cade
Creek y el mercado de agricultores que hubo.

Había sido un mes muy ocupado.

Aquí Marc dijo mientras sostenía una pila de ropa―. Vas a necesitar estos.

―¿Estoy yendo a alguna parte?

―Vamos a alguna parte.

Happy inhaló una bocanada de aire y luego la soltó con un profundo suspiro.

―Mejor que haya café en la cuestión.

―Y pasteles.

Bueno, él estaba interesado.

―¿Qué tipo de pasteles? ―Preguntó mientras subía sus pantalones por las
piernas y los abotonaba.

Marc sonrió mientras se inclinó y le dio un beso en los labios.

―Delicioso

Happy frunció el ceño ante el hombre. ―¿No hay algún tipo de ley contra ser
así de molesto tan temprano en la mañana?

―Nop.

Happy gruñó mientras se pasaba la camisa por la cabeza. ―Bueno, debería


haberla.

―Date prisa, bebe ―Marc dijo mientras prácticamente bailó delante de la


puerta del dormitorio―. Tenemos que irnos, así no te lo perderás.

―Perder, ¿qué? 176


―Es una sorpresa.

Happy iba a estrangular a Marc mientras dormía.

Puede Ser.

Después del sexo.

Una gran cantidad de sexo.

Le gustaba el sexo.

―¿No te gustaría quedarte aquí y tener sexo? ―A él le gustaría. Su pene


estaba animándose a medida que hablaba.

―Nop.

La mandíbula de Happy cayó mientras hacía una pausa en atar sus zapatos
para mirar al hombre. ―¿No?

―Happy ―Marc se quejó.

―Bien. ―Happy se levantó y agarró el ligero saco que Marc había puesto
sobre la cama―. ¿Dónde está el café del que estabas hablando? ―Happy
había descubierto que amaba el café. Marc podía más o menos conseguir
cualquier cosa sobornándolo con la deliciosa ambrosía.

―Ven conmigo. ―Marc agarró la mano de Happy y le sacó fuera del


dormitorio por el pasillo.

La curiosidad de Happy comenzó a guerrear con su necesidad de dormir más


cuando Marc le condujo hacia la puerta principal. ―¿Nos vamos?

―Tenemos que hacerlo. ―Marc tenía una sonrisa en su rostro mientras lo


miraba por encima del hombro―. Mi sorpresa está a unos diez kilómetros de
aquí.
177
Los ojos de Happy se estrecharon. ―Ese café mejor que no esté a diez
kilómetros de aquí. ―No solía protestar tanto por la mañana, pero "alguien" lo
había mantenido despierto hasta la madrugada golpeándolo en el colchón.

―Tengo todo un termo de café en la camioneta.

Happy caminó más rápido.

En el momento en que la camioneta estaba por el camino, Happy tenía una


taza llena de café y un gemido satisfecho en su garganta. ―Me encanta el
café.

Marc se rió entre dientes. ―Lo sé, bebé.

―Así que ¿Dónde vamos? ―Preguntó Happy, con la esperanza de que le


diera algún tipo de pista de dónde iban, y por qué.

―Te lo dije, es una sorpresa.

Happy rodo los ojos. Era un gesto que había aprendido de su medio hermano
Billy, uno que le gustaba usar con Marc porque lo ponía loco al igual que
ponía loco a Rourke Blaecleah cuando Billy lo hacía.

―Tengo algo para ti ―Marc dijo mientras le entregaba una bolsa a Happy.

―¿Qué es?

―¿Por qué no lo abres y miras?

Happy sonrió cuando abrió la bolsa y sacó una pila de libros. Sus ojos se
agrandaban mientras miraba un libro tras otro, cada cubierta un poco más
subidas de tono.

―Um... ―Dijo mientras miraba a la cubierta superior de nuevo. Nunca había


visto libros como estos en toda su vida.

178
La cubierta tenía dos chicos sin camisa sujetándose. La imagen creaba todo
tipo de ideas sudorosas calientes en la cabeza de Happy.

El rostro de Marc estaba un poco sonrojado, mientras sonreía. ―Tu tutor me


dijo que ya lees muy bien, pero que todavía necesitas practicar. Yo pensé que
podríamos leer juntos.

Happy se sentía cálido y difuso en su interior, pero a menudo se sentía de esa


manera alrededor de Marc. Parecía como si la meta en la vida de Marc fuera
hacerlo sentir feliz y seguro.

Happy no se quejaba.

Mucho.

Cinco y media de la mañana merecía las protestas. Había crecido en una


granja, era cierto, pero él renunció a levantarse al amanecer cuando su abuelo
se fue. Prefería dormir, especialmente desde que empezó a dormir en la misma
cama con Marc. No había nada mejor que un abrazo por la mañana con un
hombre que le encendía en llamas con el sencillo roce de su mano.

―No quise hablar contigo anoche porque estabas ocupado con tu mamá, pero
el alguacil llamó y me dijo que cerraron oficialmente el caso de tu abuelo.

Happy tragó saliva, su buena mañana viniéndose en picada. ―¿Dijeron lo que


van a hacer con el cuerpo del abuelo? ―Él no lo quería.

―Sí, hicieron los arreglos para que Herne sea enterrado al lado de tu abuela.

En realidad... hizo que Happy se sienta mejor. Herne se había vuelto loco por
la pérdida de su esposa. Parecía lo adecuado que sean enterrados juntos.

―También me dijo que las pruebas de balística que regresaron de la pistola


que Herne tenía coinciden con la bala que me hirió.

―¿Así que, mi abuelo te disparó? 179


―Así parece, Happy. Es probable que no lo lleguemos a saber nunca a ciencia
cierta pero parece que Herne me vio contigo y tu mamá cuando los saqué de tu
granja y los llevé a mi casa. Creemos que nos siguió.

―Lo siento.

Marc se acercó y le agarró la mano, dándole un apretón. ―Tu no me


disparaste, Happy, así que nada de eso fue tu culpa.

―Sí, pero-

―Nada de peros.

Happy sonrió mientras terminó de beber su café. Habían dejado Cade Creek
hacia unos kilómetros atrás y se dirigían fuera de la ciudad hacia el campo,
donde las zonas de granjas y ranchos se encontraban.

―¿Estamos dirigiéndonos a la granja de tu familia? ―Preguntó Happy


cuando comenzó a reconocer algunos de los edificios que pasaban. Le gustaba
la granja en la que Marc creció. Todavía estaba nervioso alrededor de los
padres de Marc, especialmente su padre. El hombre era bastante agradable,
pero todavía Happy se sentía como si no fuera lo suficientemente bueno para
Marc. Probablemente siempre se sentiría de esa manera. Marc era perfecto.

―Podría ser.

Happy tuvo que admitir que estaba un poco emocionado, sobre todo ahora que
la cafeína lo estaba pateando y se sentía como una persona normal en lugar de
lodo de sueño.

Happy comenzó a preguntarse donde realmente Marc iba cuando entro por el
camino que conducía a la casa de sus padres, él no se detuvo delante de la
gran casa de campo ni del granero.

La camioneta redujo la velocidad cuando pasó por el camino de tierra que iba
a lo largo del lado del campo, pero no fue suficiente para impedir que Happy
180
rebotara por el interior de la cabina. En el momento en que el camión se
detuvo ante una línea de árboles, Happy se sentía como si hubiera estado
dentro de una licuadora.

Miró a su alrededor cuando Marc apagó la camioneta y se apeó. Él todavía no


veía lo que fuera que Marc quería mostrarle. Nada parecía fuera de lo normal,
y no había nada por lo que valiera la pena salir de la cama tan temprano por la
mañana.

Happy saltó cuando la puerta se abrió. Estaba tan ocupado mirando alrededor,
que se había perdido totalmente a Marc saliendo de la camioneta y rodeando a
su lado.

―¿Estás listo, bebe?

―Estaría mucho más dispuestos a decir que sí si supiera lo que me estabas


mostrando.

Marc sonrió. ―Cierra los ojos.

―¿Qué?

―Cierra los ojos.

―Estás loco.

La mano de Marc se presionó contra el lado de la cara Happy. ―¿Happy,


confías en mí?

―Por supuesto que confío en ti. ―¿Qué clase de pregunta era esa?

―Entonces cierra los ojos ―dijo Marc―. ¿Por Favor?

Happy cerró los ojos porque no tenía otra opción. Él confiaba en Marc y el
hombre se lo había pedido. Sintió los dedos de Marc cerrarse alrededor de su
mano y cuidadosamente sacarlo del camión, y luego la puerta se cerrarse
detrás de él.
181
―Mantén tus ojos cerrados, Happy, y da pequeños pasos.

Pequeños pasos. Correcto. Como si fuera a ir corriendo a través del bosque


con los ojos cerrados. El campo, tal vez, pero no el bosque. Demasiados
árboles.

―Sigue caminando, bebé. Ya casi estamos allí.

Happy estaba muy tentado a abrir los ojos, pero también quería la sorpresa de
Marc.

―Está bien, para.

Happy se detuvo.

―Quiero que te sientes justo donde estás. Yo te ayudaré.

Happy contuvo la respiración mientras lentamente bajó al suelo, excepto que


no estaba sentado en el suelo. Acarició el tejido debajo de él, dándose cuenta
de que estaba sentado sobre una manta.

Bueno.

―¿Puedo abrir mis ojos?

―Casi, bebé.

Happy separó las piernas y abrió los brazos cuando sintió a Marc empujarlo.
Un momento después, Marc se colocó entre sus piernas. Era una posición en
la que se sentaban con frecuencia, por lo general abrazados en el sofá o en la
cama en las noches de cine o cuando estaban sentados en el porche mientras
que salían al patio trasero. Y a veces, cuando se sentaban en la hierba y
miraban hacia las estrellas.

A Happy le gustaba porque podía sentir todo del cuerpo de Marc apretado
contra él, y podía envolver sus brazos alrededor del hermoso hombre que
había llegado a significar mucho para él.
182
Marc se echó hacia atrás para que su cabeza descansara sobre el hombro de
Happy. ―Está bien, bebé, puede abrir los ojos.

Happy abrió los ojos y se quedó sin aliento. El prado que tenía al frente de él
era casi etéreo. El sol había salido lo suficiente para iluminar las tinieblas, y
una niebla de lento movimiento había rodado en la hierba verde alta. Era como
mirar una imagen fija.

Todo estaba en silencio.

―Mira. ―Marc señaló hacia un bosque. Happy vio las hojas revolotear por el
suelo como si fueran arrastradas por el viento.

Un pájaro solitario despegó de los árboles, extendiendo sus alas y bajando al


campo. Él se quedó de pie en la tierra, a la caza de su desayuno.

―Me dijiste que te sentabas y veías la salida del sol en las mañanas cuando
ibas a buscar los huevos para tu mamá, y que disfrutabas ver el movimiento
del rocío sobre los campos.

Happy asintió, que un nudo en la garganta le impidió hablar.

―Bebe, ya que estás viviendo conmigo y tu mamá está viviendo en el


apartamento sobre el garaje, ella decidió vender la granja de tus abuelos.
―Había una gran cantidad de preocupación en los ojos de Marc mientras
inclinaba su cabeza hacia atrás y miraba hacia arriba―. Quería darte otro
lugar al que pudieras venir para ver tu niebla de la mañana.

Happy inhalo lentamente, las lágrimas reuniéndose en sus ojos casi le


impedían ver. ―Gracias, Marc. ―No había manera de que esas palabras
fueran adecuadas para lo que Marc había hecho por él―. Tú me das tanto.

Marc se inclinó y besó la mandíbula de Happy. ―Es sólo lo justo. Tú me diste


el mundo.
183
A pesar del frío en el aire de la mañana, Happy sintió el calor en su boca
cuando Marc se sonrojó. Happy presionó su frente con la de Marc.
Sospechaba que el nudo en su garganta siempre podría estar allí. ―Sólo te
amo.

―Como dije, me diste el mundo. ―Marc sonrió―. Me diste un feliz para


siempre.

FIN

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Sobre el Autor

Stormy cree que la única cosa más sexy que un hombre en botas de
vaquero es dos o tres hombres en botas de vaquero. Ella también cree en
el amor a primera vista, compañeros del alma, el verdadero amor y los
finales felices.
Generalmente, tu puedes encontrarla acurrucada en la cama con un libro
en la mano y un perrito o su portátil en su regazo, creando al próximo
hombre sexy para una de sus historias. Stormy da la bienvenida a los
comentarios de los lectores.

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Coordinación de Proyectos
Pervy
Traductora
Roxx
Correctora
Dankar
Portada
Clau
Diseño y Formato
Pervy
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