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desarrollándose dentro del útero. Otros expertos apuntan a la ingesta de ciertos fármacos en el
embarazo, como Accutane, talidomida o ácido retinoico. Otra opción son injerencias medioambientales
o sustancias tóxicas con las que la madre entre en contacto en la gestación.
La mayoría de las veces, no se sabe qué es lo que causa la formación anormal de la oreja. Las únicas
causas que se pueden atribuir a la microtia son casos en los que la madre haya padecido la rubeóla, la
gripe o haya tomado talidomina, isotretinoína (Accutane), citrato de clomifeno (Clomid), ácido retinóico
o misoprostol durante el primer trimestre de gestación. La hipoxia (falta de oxígeno) es una causa
potencial, que puede provenir de vivir a gran altitud o bien en el caso de gemelos, en el que una de las
placentas es más grande y roba nutrientes y oxígeno al gemelo de la placenta pequeña
Parece ser que la microtia puede ser en producida en parte por una coincidencia de factores
ambientales y rasgos hereditarios y no por una alteración cromosómica. Un estudio realizado por
Takahashi demuestra que si se tiene un miembro de la familia directa con microtia (padres, hermanos,
abuelos, tíos) la probabilidad de tener microtia es del 5,7%. Si se incluyen parientes lejanos, ese
porcentaje llega a 10,5%. En efecto, si una familia ya ha tenido un hijo con microtia, hay una
probabilidad de 1 en 20 de que su segundo hijo también se vea afectado. Esto indica que en algunos
casos, la microtia puede ser hereditaria, pero todavía no se ha identificado un gen específico.
Negación. Consiste en refutar la realidad o determinado hecho porque este es demasiado doloroso, de
manera que la persona actúa como si no hubiese ocurrido o no existiese. Se considera uno de los
mecanismos de defensa más primitivos ya que es característico de la infancia. Sin embargo, también es
uno de los más comunes y lo usamos bastante en la vida cotidiana, por ejemplo, cuando no queremos
aceptar una adicción, la pérdida de una persona querida o determinado trauma y actuamos como si el
problema no existiese.
2. Represión. En este caso, nuestra mente simplemente elimina de la conciencia aquellos pensamientos,
impulsos y sentimientos que le resultan perturbadores, que generan culpa o deseos que no se
corresponden con nuestro sistema de valores. Al negar su existencia, logramos mantener un equilibrio
emocional y nuestro "yo" no se ve obligado a luchar contra ideas o emociones que, en teoría, no
deberían existir porque contradicen su forma de ser. El ejemplo clásico es la represión de determinados
impulsos sexuales porque no calzan con los valores que supuestamente profesamos.
5. Proyección. Le atribuimos a otra persona sentimientos, deseos o motivos que son nuestros pero no
reconocemos como propios ya que no queremos aceptarlos pues desequilibrarían la imagen que
tenemos de nosotros mismos. Al proyectarlos sobre otra persona, nos sentimos aliviados y podemos
mantener una relación sin tensiones con nuestro “yo”. Por ejemplo, una persona puede enojarse con su
pareja y reprocharle que no le escucha cuando, en realidad, es él/ella quien no escucha pero no quiere
aceptarlo.
8. Formación reactiva. En este caso la persona se suele comportar de manera diferente a como piensa y
siente en determinadas circunstancias. Lo que hace es exacerbar los aspectos positivos vinculados a la
situación de manera que estos escondan los negativos (que son los que generan ansiedad y angustia).
Por ejemplo, una persona que está molesta con su jefe, actúa de manera excesivamente amistosa con
él. Lo que sucede realmente es que la persona no se siente capaz de expresar su insatisfacción e intenta
ocultarlo (incluso a sí misma), actuando como si en realidad se sintiese muy satisfecha.
9. Deshacer lo hecho. En determinados momentos, perdemos el control y hacemos cosas de las cuales
nos arrepentimos, cuando no logramos aceptar que nos hemos comportado de determinada manera,
ponemos en práctica este mecanismo de defensa. Básicamente, intentamos volver atrás para deshacer
un comportamiento o pensamiento que consideramos inaceptable o dañino. Por ejemplo, después de
darnos cuenta de que hemos insultado a nuestra pareja, pasamos la hora siguiente exaltando sus
virtudes en vez de, simplemente, pedir disculpas. Al hacer esto creemos que desharemos la acción
anterior y que la persona no tendrá en cuenta los comentarios que hemos hecho.