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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN SUPERIOR


UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LAS ARTES
MARACAY - ESTADO ARAGUA

LA LITERATURA VENEZOLANA Y LATINOAMERICANA


DEL SIGLO IXX Y XX: JOSE RAFAEL POCATERRA

DOCENTE: AUTORA:
Rommel Ramírez Marilyn Berrios
26.153.248
Danza Tradicional Venezolana

Maracay, Septiembre de 2023


INDICE

pp
INTRODUCCIÓN…………………………………………………………….. iii
LA LITERATURA VENEZOLANA Y LATINOAMERICANA
DEL SIGLO IXX Y XX: JOSE RAFAEL POCATERRA…………………… 4
JOSÉ RAFAEL POCATERRA………………………………………………. 4
LOS CUENTOS GROTESCOS: UNA PROPUESTA ESTÉTICA………….. 5
EL CONTENIDO SOCIAL DE CUENTOS GROTESCOS…………………. 7
RETAZOS DE UNA AMARGA REALIDAD……………………………….. 9
LA OBRA DE POCATERRA: PRODUCTO DE UNA ÉPOCA……………. 11
CONCLUSIONES…………………………………………………………….. 15
ANEXOS……………………………………………………………………… 16
REFERENCIAS………………………………………………………………. 19
INTRODUCCIÓN

Los cambios sociales, políticos y económicos del sigo XIX y XX, como la
Revolución de Mayo de 1810, la Independencia de América Latina, y el
surgimiento de la clase media; influyeron en la literatura de la época. Es así, como
se origina un movimiento modernista, que se caracterizó por la búsqueda de una
nueva forma de expresión artística, la innovación del lenguaje y el empleo de
técnicas como el simbolismo y la imaginería. Entre grandes autores de este
movimiento, se encuentra José Rafael Pocaterra, conocido por sus cuentos
grotescos, en los que mezcla la realidad con el surrealismo y el humor. Sus cuento
reflejan la sociedad venezolana del sigo XX y la vida moderna, con todo su caos y
humor negro.
En esta oportunidad, no solo se profundizara acerca de la biografía de este
personaje, sino también de su vida y obras más famosas. Este trabajo escrito,
recopila información de fuentes con artículos académicos acerca de Pocaterra y se
acompaña finalmente de conclusiones, anexos y referencias.
LA LITERATURA VENEZOLANA Y LATINOAMERICANA
DEL SIGLO IXX Y XX: JOSE RAFAEL POCATERRA

(Valencia, 1888 - Montreal, 1955) Escritor venezolano. Al igual que


Rómulo Gallegos y Teresa de la Parra, destacó como uno de los mejores
novelistas venezolanos de las primeras décadas del siglo XX, periodo
literariamente dominado por la narrativa realista y naturalista. También cronista y
poeta, José Rafael Pocaterra es considerado, además, un gran maestro del relato
breve.

JOSÉ RAFAEL POCATERRA

En 1907 fue encarcelado por su colaboración en el periódico opositor


Caín; a su salida de la cárcel aceptó varios cargos públicos. Admirador de Zola,
Gorki, Guy de Maupassant y Eça de Queirós, entre otros autores, por esos años
comenzó a publicar sus primeras obras: las novelas El doctor Bebé (1910), en la
que satirizó la figura de Samuel Eugenio Niño, un personaje muy vinculado al
gobierno de Cipriano Castro, y Vidas oscuras (1912). Trasladado a Maracaibo en
1914, llegó a ejercer la Presidencia de la Cámara de Diputados de la Asamblea
Legislativa del Estado Zulia, fundó la revista Caracteres y publicó su tercera
novela, Tierra del sol amada (1917).
De regreso a Caracas e involucrado en una conspiración contra Juan
Vicente Gómez, fue encarcelado en la temible cárcel La Rotunda de 1919 a 1922.
Allí escribió una de sus dos obras fundamentales: Memorias de un venezolano de
la decadencia (1927), la mejor crónica escrita en su país sobre los sucesos trágicos
del caudillismo de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez. También en la cárcel
escribió la novela La casa de los Ábila (1946), y varios de los relatos que integran
su otra obra maestra: los Cuentos grotescos. Algunos de éstos han logrado la
condición de emblemáticos de aspectos y circunstancias de la vida de los
venezolanos. Así, "Panchito Mandefuá" resume los rasgos del niño de la calle.
Exiliado voluntariamente a su salida de la cárcel, colaboró desde Nueva
York con El Heraldo de Cuba. Un año después se instaló en Montreal, como
empleado de una compañía de seguros. Participó en la fallida expedición
revolucionaria del Falke, dirigida por el general Román Delgado Chalbaud en
1929. Regresó a Venezuela en 1938, y asumió los cargos de ministro de Trabajo y
Comunicaciones, ministro plenipotenciario en Gran Bretaña y embajador en
Moscú, siendo él quien inauguró las relaciones diplomáticas entre Venezuela y la
Unión Soviética.
Todavía fue embajador de Venezuela en Brasil y en Washington, pero
renunció a éste y a cualquier otro cargo público venezolano tras el asesinato de
Carlos Delgado Chalbaud, en 1950. Retirado en Canadá, ocupó hasta su muerte la
cátedra de literatura hispanoamericana en la Universidad de Montreal.

LOS CUENTOS GROTESCOS: UNA PROPUESTA ESTÉTICA

Consciente de interpretar en primer lugar lo venezolano, José Rafael


Pocaterra hizo acopio, en cuentos grotescos, de un enfoque donde el trasfondo
social y lo histórico estuvo enmarcado, en cuanto a los valores formales, en un
estilo que sería una de las manifestaciones de la tendencia realista en la literatura
venezolana, reaccionando de esta forma contra el preciosismo modernista. Su
estilo logra independencia y autonomía, imprimiéndole un acento inconfundible.
Con esa capacidad de eliminar el recargo metafórico, en busca de un lenguaje
directo, pero no por eso menos poético.
Como observador acucioso de la realidad cotidiana, la coloca en su sitio,
logrando así una técnica espontánea y original. Utiliza los recursos propios de la
escuela realista como el detallismo, que se puede observar en el ejemplo siguiente,
donde la descripción de un ambiente muestra una atmósfera especial, en el cuento
“La i latina”:
“Al otro extremo del corredor, cerca de donde me pusieron
la silla enviada de casa desde el día antes, estaba el
tinajero pintado de verde con una vasija rajada; allí un
agua cristalina en gotas musicales largas y pausadas, iba
cantando la marcha de las horas”.
Pocaterra describe el momento y, al recrearlo, detalla de una manera
estética cada elemento del ambiente: “la silla”, el sitio donde estaba colocada, “el
tinajero” y hasta la rajadura de la vasija. Pero va más allá, y convierte la
descripción de ese ambiente en algo poético cuando presenta en tono melancólico
el correr del tiempo, simbolizado por las gotas de agua del tinajero. Es así como
su estilo se caracteriza por una descripción con calidad estética, donde predomina
la brevedad, la exactitud y la precisión.
También utiliza recursos como la acumulación de frases, en muchos casos
sin verbos; que le permiten darle agilidad a la expresión:
“Abrazos, besos, pañolitos sacudidos, dos agudos silbatos y la noche
de un túnel. Otra vez el sol, el aire y la noción de partir. Bajo las
brumas, a la falda de un cerro que apenas se ve, va quedando... la
Caracas de ensueño...”.

Este ejemplo, tomado del cuento “El ideal de Flor”, muestra un lenguaje
basado en superposición de frases, acercándose con este recurso al impresionismo.
En este fragmento se encuentra nuevamente la presencia del tiempo, aunque no
como potencia máxima, sino como una manifestación de la realidad para
interpretar el desencanto del personaje al regresar a su pueblo: “otra vez el sol... la
noción de partir... va quedando”.
Otro de los rasgos realistas de Pocaterra es el uso del adjetivo:
“¡Qué triste me pareció la orilla del río, ya oscuro
corriendo hacia barrancos lejanos cubiertos de una
vegetación profusa!; ¡qué desolada la calle de la entrada,
la calle real, limitada por casuchas... más triste todavía la
plaza, el hemiciclo cuyos grandes árboles sombreaban la
yerba alta, pelada a trechos...”.

En este ejemplo, tomado del cuento “Soledad”, Pocaterra presenta con un


lenguaje cargado de adjetivos el fluir de la conciencia del personaje, logrando la
total desaparición del narrador y sólo queda el personaje conversando consigo
mismo. Plasmando así, a través del uso del adjetivo, una descripción subjetiva.
Entre otros rasgos realistas en la obra de José Rafael Pocaterra, se
encuentra uno de singular importancia en su propuesta estética, se trata de su
concepto de la imagen; que elabora en su mayoría basado en la crudeza,
presentada de una manera concreta e hiriente. Esto se puede apreciar en el
siguiente ejemplo tomado del cuento “Matasantos”:
“...era su hija, sí, su Carmita, aquel fragmento de telas
blancas, salpicado de sangre, aquellas grandes manchas
oscuras sobre los guarataros, aquel mechón de cabellos
rubios pegado con un jirón de piel al hierro de los rieles;
toda aquella horrura que iban los vecinos examinando
piadosamente y metiendo en un saco”.

En este ejemplo Pocaterra presenta de una manera áspera y descarnada una


visión diferente dentro de la narrativa para darle vigencia a las particularidades del
realismo. Se vale de la crudeza para mostrar un cuadro de dolor y muerte,
destacando la impresión del padre ante la certeza de que su hijita era sólo un
puñado de restos y jirones. Con la finalidad de conmover al lector describe con
detalle el horror de la muerte violenta de una pobre niña ciega: “...aquel fragmento
de telas blancas, salpicado de sangre...”.
Todas estas características le permiten a Pocaterra llevar a cabo su
proyecto narrativo. A ellas se agregan la ironía y la burla, recurso del cual se vale
el autor para degradar el lenguaje recargado de los modernistas. Pocaterra expresa
su rechazo al modernismo con una propuesta estética diferente, y con un realismo
de una calidad excepcional expresa su crítica deformando en sátira y caricatura los
rasgos estilísticos principales.

EL CONTENIDO SOCIAL DE CUENTOS GROTESCOS

José Rafael Pocaterra, al tomar conciencia del problema que su tiempo le


planteaba, en cada uno de sus cuentos presenta un aspecto del medio social. De
esta forma enlaza su creación literaria con la posición política que ocupaba, con
sus ideales y con la realidad del país.
Surge entonces una interrogante que es necesario responder antes de
incursionar en el contenido social de Cuentos grotescos: ¿cuál era la realidad de
Venezuela? En primer lugar es necesario reconocer que el país vivía una etapa
donde era evidente el predominio de la tiranía sobre la libertad; en segundo lugar,
un ambiente de decadencia moral, de estas dos realidades se desprendía una
tercera: el imperio del terror y la violencia.
Enmarcado en estos aspectos el autor va dejando en cada cuento su visión
de la realidad social del país. En el cuento “La casa de la bruja” destaca la
agresividad de la autoridad, por demás ignorante, que arremete contra una
indefensa mujer, cuya única culpa era cargar con un hijo enfermo:
“El consabido andino y Jefe Civil oyó gravemente la
denuncia... el funcionario apoyó la demanda. ¿Acaso él no
sabía a qué atenerse con las gentes ociosas y mal
entretenidas..? rodeó la casa misteriosa. Y con el Jefe Civil
a la cabeza se deslizaron ocho hombres por debajo de la
palizada... la infeliz protestaba enérgicamente de aquel
atropello... Ultimadamente con la autoridad no se discute”.

Ese era el gobierno de Gómez, representado por el Jefe Civil, que


atropellaba a una “infeliz”, símbolo del pueblo pobre y desamparado. Como en
toda tiranía no se respetaba el derecho del ciudadano ni siquiera dentro de su casa
y, lo que es peor, la autoridad generalmente estaba en manos de ignorantes. En
este ejemplo, el autor representa a su personaje “la bruja”, atrapada por las fuerzas
sociales y víctima de ellas, como fiel reflejo de la realidad.
Con ese mismo propósito crítico se desarrollan las acciones del cuento “La
mista”, donde se presenta la figura del humilde y honrado maestro de escuela;
revelándose el poco respeto que se tenía en el país por la educación y sus
maestros, que sin oportunidades para acercarse a las inaccesibles autoridades no
tenían otra opción que sucumbir en el olvido. En este cuento aparecen reflexiones
como la del personaje “el pulpero” que al hablar con “el maestro”, le dice:
“¿Y qué hace usted con todo lo que sabe? ¡Pa morirse de hambre no es
menester saber eso!”.
Y más adelante:
“En este país, pa pedir argo y que le atiendan a uno, tiene que ser
General”.1
Pero “el maestro”, que anhela mejores tiempos y no pierde la fe en sus
gobernantes, insiste en busca de oportunidades y llega hasta la súplica
desesperada:
“—Oiga jefe; oiga... es que yo estoy citado... mire, vea la tarjeta...”.
Todo para oír la fatídica respuesta:
“—Mire, viejito... usté tiene tres días perdiendo su tiempo... tarjetas como
la suya tiene todo el mundo. Esas se la mandan a la gente para quitárselos de
encima... Mejor despeje”.
Pocaterra muestra a través del pobre maestro de escuela una trascripción
de la verdadera situación del país, con la intención de resaltar la injusticia, el
abandono y el olvido en que se encontraba la educación, pilar fundamental del
progreso del país.
Pocaterra utiliza la deformación grotesca en su creación literaria para
resaltar las desigualdades sociales con el objetivo de contribuir en la búsqueda de
un cambio en la sociedad en la cual vivía. Con este fin se vale de la exageración
de algunos rasgos físicos, que lo llevan a la caricatura; también utiliza la sátira
para resaltar algún aspecto que merezca una crítica, acentuando situaciones
desagradables, ridículas o negativas.
Con el propósito de destacar las desigualdades sociales, muestra una
realidad que le permite proyectar partiendo del venezolano común la visión del
momento histórico que se vivía. El autor destaca estos aspectos en busca de
producir un estímulo en el lector y a la vez convertirse en un instrumento para
comunicar la desvalorización de la sociedad en la cual se desenvolvía. Sintiéndose
en el deber de intervenir con sus obras en una función pedagógica, plegándose a
un esquema previo moralizante.

RETAZOS DE UNA AMARGA REALIDAD

Para comprender la creación artística de José Rafael Pocaterra es necesario


encontrar en ella el sentido de lo grotesco, rasgo que el autor manejó con soltura,
y utilizó como una constante en sus obras al referirse a las situaciones humanas;
tanto de los hombres entre sí, como las de los hombres con el medio. Estas
situaciones con las cuales muestra diferentes facetas de la realidad recreada por él,
no son situaciones trascendentales, sino realidades cotidianas que se le presentan a
cualquier persona corriente; en efecto, los Cuentos grotescos van mostrando una
sucesión de cuadros, situaciones y personajes que hallamos a diario, a la vuelta de
la esquina, arrancados del diario discurrir; pero con un sabor áspero y amargo que
deja a través de su concepción grotesca de la realidad, que logra con el uso de
elementos como la exageración, la deformación, comparaciones y contrastes de
los hechos y los personajes.
En el cuento “El aerolito”, presenta el caso de la mujer abandonada con su
hijo, situación muy común en la sociedad venezolana.
“María tomó su costura...
”Terminado aquello, los catorce reales estaban comprometidos ya...
¿Podría disponer de tres bolívares, siquiera, para regalarle al niño la caja de
soldados de plomo que lo desvelaba hacía un mes?”.
Esa era la existencia de “María”, quien lo poco que ganaba apenas le
alcanzaba para subsistir con su pequeño hijo. En este cuento el autor da a conocer,
a través de las primeras escenas, momentos del pasado feliz de los personajes;
luego orienta su crítica con la presentación de la escena de donde se ha tomado el
ejemplo, y en la cual se pone en evidencia, con el tono amargo de las palabras de
“María” en su diálogo consigo misma, el efecto grotesco, al producirse un
contraste que revela lo negativo de la situación que vive en ese momento:
“Y él; el ingrato, estaría con la otra... como con ella ahora
cinco años... es que ella nomás, en la alegría universal, era
la única que lloraba sobre su labor de catorce horas, con
los ojos cansados, con el alma plena de amargura, con
aquel hijo que era el último refugio de su corazón”.

Así continúan discurriendo los pensamientos de “María”, para mostrar el


desenlace cruel de la realidad cotidiana de las mujeres engañadas. Esa es la
cuentística de José Rafael Pocaterra, un punto del que saltan con mano firme
retazos de una amarga realidad.
La actitud de Pocaterra con el uso de un lenguaje descarnado estaba en
franca oposición a otros escritores venezolanos de su época, que más bien
buscaban la belleza de la forma; esto provocaba un contraste que le permitía
mostrar su visión grotesca de la vida. Pocaterra tenía la aspiración de reformar la
sociedad influyendo sobre ella a través de la literatura, que era para él expresión
de la verdad. En esa búsqueda de la fidelidad en sus narraciones el autor no
descuida el paso del tiempo.

LA OBRA DE POCATERRA: PRODUCTO DE UNA ÉPOCA

José Rafael Pocaterra surge en el ámbito de la narrativa venezolana con


una visión diferente de la propuesta por otros autores de su época, destacándose
dentro de la corriente realista como conocedor del hombre venezolano; él manejó
su creación literaria dentro de la perspectiva del momento que vivía el país y de
esa vivencia histórica se nutre para conformar su obra dentro de una praxis social
donde no descuida lo religioso, lo político, la condición familiar y educativa; así
como la naturaleza misma, parte fundamental del ambiente de su obra.
Esto da como resultado el uso de un lenguaje a través del cual estableció
una diferencia bien marcada con respecto al utilizado por los modernistas, a
quienes criticaba abiertamente tomando aquellos rasgos estilísticos que
destacaban para exagerarlos, en su afán de criticar sus actitudes falsas y
rebuscadas.
En el cuento “El ideal de Flor” también se hace alusión a uno de estos
poetas, a quien Pocaterra ridiculiza estableciendo un contraste entre la imagen que
la protagonista se había formado del poeta y la realidad. Él se muestra sarcástico
con respecto a la realidad para que el lector penetre en ese nuevo lenguaje. Pero, a
la vez, es un lenguaje sencillo, cotidiano, donde va presentando sus personajes;
como ya se dijo, con un lenguaje sencillo, pero en ningún momento descuidado.
En ocasiones también aparece la opinión del autor, tal vez por eso de que
ninguna obra es depurada totalmente o despojada de la carga ideológica, y en el
caso de Pocaterra para subrayar su intención moralizante o crítica. Un ejemplo
aparece en el cuento “La casa de la bruja”, donde interviene al final del cuento, ya
fuera del argumento:
“Cuando encuentres, al paso, en las calles desiertas de tu
ciudad natal, una de esas ancianas que parecen huir,
encorvadas y tímidas, amparándose a la sombra irrisoria
de los aleros o refugiadas de la lluvia en el quicio de algún
portón, no les quites la acera ni vuelvas el rostro con
disgusto. Tú no sabes, ¡oh transeúnte!, qué prodigio de
heroísmo, abnegación y de amor ocultan a veces esos
mantos raídos de pobres viejecitas brujas”.

A través de la lectura de sus obras, se observa que el lector escribe tal cual
ve el mundo y sus calamidades, su obra es producto de la época, es el reflejo de
los males que aquejaban al país; donde deja entrever una patria llena de
enfermedades, de ignorancia y de barbarie; él mismo dice en el prólogo de
Cuentos grotescos: “Esos trozos de ambiente son el ambiente de mi literatura. Ni
rectifico, ni sacrifico: narro”.
Así se puede ver cómo la posición estética de Pocaterra no sólo fue de
enfrentamiento al modernismo, sino que también la utiliza para colocar al hombre
en primer plano con el paisaje como complemento; como en sus novelas Tierra
del sol amada y Vidas oscuras, donde los personajes y los hechos, además de ser
criollos, son de la vida real. Otro aspecto que no se puede obviar es la posición
política del autor, de lucha contra los gobiernos de la época, y para esto utilizó sus
obras como arma de combate.
En Memorias de un venezolano de la decadencia, se expresa de la
siguiente manera:
“Los ministros, los políticos de Caracas y del interior, los
cortesanos, los adherentes, los trepadores, los crustáceos:
¡la fauna de estos últimos tiempos! Y hasta la flora porque
notábase allá y acá algún infeliz chayota”.

Estas comparaciones con animales le permiten producir el efecto grotesco


para empequeñecer a los funcionarios del gobierno. Y esa misma intención de
rechazo y degradación la aplica en otro fragmento de la obra citada anteriormente:
“Cazurronamente acecha, como los caimanes con la jeta abierta que permiten a los
cucaracheros limpiarle los colmillos”.
En este caso se está refiriendo al general Gómez, quien esperaba como un
“caimán” para arrebatarle el poder a Castro. Haciendo referencia nuevamente al
lenguaje utilizado en sus obras, se observa cómo establece ese contraste que existe
entre las expresiones del hombre de la ciudad y el del campo. Pocaterra utilizó
aquellas voces y giros del lenguaje que reflejaban el habla del venezolano de la
época:
“— ¡Cristiano! ¡Que por poco jace botá el café!”.
Esta expresión se encuentra en el cuento “Rosa sabanera”. Y en el cuento
“Las frutas muy altas”, se lee:
“—Contrimás grande sea el peje, más cabulla se le afloja... asina... asina...”.
En estos casos el autor no perseguía de ninguna manera un fin criollista,
sino una forma de destacar la condición marginal de la lengua de los campesinos,
además de resaltar la cualidad iletrada de los personajes. Cuando pone a hablar a
los habitantes de la ciudad, destaca la influencia extranjera con el uso de vocablos
ingleses y franceses, poniendo así de manifiesto lo artificial de los modales. En el
cuento “Las hijas de Inés” aparece un ejemplo al respecto: “E Inés, con su francés
de San José de Tarbes, y del viajecito a Europa, condescendiente, suspirando:
“—¡L’amour ne peut rien refuser a l’amour!”.
Y en el mismo cuento:
“Veíasele frecuentemente de golfista en el campo con su grupo de
americanos: y todo era okey y buenas conexiones”.
En la búsqueda de penetración en los problemas éticos, se vale del
elemento religioso, haciendo alusión a la pérdida del respeto como una de las
causas de la degradación moral. En la novela Vidas oscuras se plantea este caso:
“Sintióse sonreír; se persignó, asustada de la impiedad, queriendo arrojar lejos una
multitud de sombras conocidas que trataban de hacerse presentes en el limbo de
su imaginación... y era el bigote en punta de él que hacía cosquillas... la primera
vez...
”Dios mío... perdóname Señor...”.
Aquí “Elisa” muestra poco respeto en el templo con su actitud adúltera. La
deformación grotesca se logra al desencadenarse una pasión amorosa entre la
esposa de un ministro y una persona insignificante, como se ve por la descripción
de sus rasgos que hace Pocaterra; además al desvirtuar esa pasión demuestra
también la fragilidad del matrimonio, y la conducta que podría ser común en otras
damas de la sociedad.
Todos estos elementos utilizados van más allá de la presentación de la
realidad, ya que detrás está plasmada la intención del autor para acentuar la
situación del país. Pocaterra asume entonces la responsabilidad de enfrentarse a la
situación, objetivo que se propone no sólo incursionando en la política, sino
también a través de su obra, que en ningún momento estuvo divorciada de su
posición política ni de sus ideales, más bien fue un testimonio de su tiempo,
dejando en sus obras una visión de la realidad venezolana.
Hay que ubicarse en la época en que vivió José Rafael Pocaterra para
comprenderlo con más exactitud y precisión; la Guerra Federal, una vez
finalizada, había dejado sembrada la idea de libertad e igualdad social, abriéndose
a su vez procesos de inestabilidad política y caos; de allí surgen las figuras de
Castro y Gómez quienes, a través de largos años de dictaduras, se imponen en el
país; pero como es natural traen consigo decadencia moral, injusticia, violencia,
terror y muerte.
CONCLUSIONES

El escritor venezolano, también cronista y poeta, José Rafael Pocaterra es


considerado, además, un gran maestro del relato breve. Sus obras reflejan el
mundo moderno en el que vivía, con una mezcla de realismo y surrealismo, y un
tono sarcástico y humorístico. Sus cuentos ofrecen una mirada crítica y divertida
a la sociedad venezolana y latinoamericana del siglo XX. Las obras de Pocaterra
han influido en la literatura venezolana y latinoamericana.
Es importante resaltar, el hecho de tener una crítica a la sociedad y el
mundo como lo hace Pocaterra en sus cuentos. A pesar de los años que han
pasado desde la publicación de sus cuentos, siguen siendo relevantes en el
contexto actual. Pocaterra, es un escritor que debería ser leído por cualquier
persona interesada en la literatura venezolana y latinoamericana. Aquí radica la
importancia de conocer a nuestros ilustres venezolanos sobre todo, e ir más allá
que solo estudiar o tomar en cuenta a Rómulo Gallegos como referente literario.
ANEXOS
José Rafael Pocaterra (1894-1959)

Cuentos Grotescos
Vidas Oscuras

Memorias de un venezolano de la decadencia


REFERENCIAS

Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «Biografía de José Rafael Pocaterra». En


Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona,
España, 2004. Disponible en
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/p/pocaterra.htm [fecha de acceso: 12
de septiembre de 2023].

Mireles, Elva Marina. «Letralia ».Ensayo 01. Editorial Letraria [Internet].


Cagua, Venezuela, 2005. Disponible en https://letralia.com/130/ensayo01.htm
[fecha de acceso: 12 de septiembre de 2023].

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