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La calidad total es un tipo de gestión orientada a la búsqueda de calidad en los diferentes procesos
de una organización, con el objetivo final de alcanzar la mayor satisfacción del cliente.
Podemos definirla como una estrategia de mejora continua que alcanza a todas las áreas, personal
y clientes de una empresa.
En los inicios, el enfoque apuntaba directa, y casi exclusivamente, a la calidad del producto. Poco a
poco, se fue dirigiendo hacia los clientes, hasta llegar a la actualidad, en la que cada vez han
tomado mayor protagonismo los grupos de interés para la organización: clientes, accionistas,
profesionales de la plantilla, proveedores y sociedad en general.
El esquema PDCA representa lo que todos realizamos en nuestro quehacer diario a nivel individual
y a nivel de organización, planificamos lo que queremos conseguir y cómo lo vamos a llevar a
cabo, lo ponemos en práctica, vamos viendo si estamos logrando nuestros objetivos (en la
organización a través de indicadores).
Finalmente, en el caso de no lograrlo nuestras metas, cambiamos nuestra planificación para ser
más efectivos en el futuro, y así sucesivamente.
Liderazgo alineado con los objetivos de la organización. Se refiere a que los objetivos de
la empresa deben estar alineados con la filosofía de la mejora continua.
Importancia de los empleados externos. Se refiere a que los clientes, los proveedores y
demás personal externo a la empresa son de igual importancia como sus empleados
internos.
Fomentar la mejora continua en la relación con cada parte resulta primordial para alcanzar
un nivel de calidad total.
Bajo este principio podemos identificar de manera resumida los 8 principios de la Calidad Total:
Una de las herramientas de la calidad total propuestas por Kaoru Ishikawa fue el diagrama
de causa y efecto, también conocido como diagrama de espina de pescado. Consiste en un
esquema que permite analizar las causas de un problema teniendo en cuenta diversos
factores que intervienen durante todo el proceso, no solo la consecuencia en sí misma.
El diagrama permite visualizar todos los factores que pueden haber causado el problema,
para analizar y corroborar cuál fue el factor puntual que actuó como desencadenante. La
solución estará en eliminar la causa, para solucionar el problema.
La maquinaria:
El equipo puede estar dañado o con falta de mantenimiento.
Los métodos:
La falta de control de calidad o la necesidad de optimizar los tiempos de
producción.
La materia prima:
La calidad es inferior o el material vino defectuoso.
Identificadas las posibles causas, se puede corroborar qué fue lo que ocasionó el problema, en
este caso, un producto defectuoso.
Además del diagrama de causa y efecto elaborado por Ishikawa existen otras herramientas más
actuales que se emplean en la gestión de calidad total. Entre las principales herramientas se
destacan:
Instrumentos de evaluación del personal. Permiten identificar diversas causas, tanto personales
como del entorno empresarial, que interfieran en el desempeño del empleado.
En segundo lugar, sirven como instrumento de autoevaluación para el personal interno de las
organizaciones.
Por otra parte, los organismos que gestionan dichos modelos los difunden a través de la entrega
anual de premios que se otorgan como resultado de las evaluaciones externas llevadas a cabo por
personal ajeno a la organización.
Dentro de las diversas corrientes existentes, los 2 modelos más representativos son: el modelo
EFQM y el modelo Malcom Baldrige.
Modelo EFQM. Son las siglas de una entidad fundada en 1988 por 14 grandes empresas europeas
conocida como European Foundation for Quality Management. Es un modelo muy utilizado en
Latinoamérica y España y su principal objetivo no es conseguir la certificación externa, sino la
excelencia empresarial, por lo que es un sistema que no sólo posibilita lograr los máximos objetivos
de calidad en el trabajo ejecutado, sino que también permite optimizar los recursos empresariales
para lograr la excelencia en la gestión.
Finalmente, los listados de buenas prácticas. Permiten reforzar la filosofía empresarial en base a
la mejora continua. Las buenas prácticas pueden estar asentadas por escrito en un documento, ser
enviadas a modo de recordatorio por correos electrónicos o formar parte de la cartelería en
diversas áreas de la empresa.
De igual forma las Certificaciones externas. Permiten contar con el aval de nivel de calidad de la
empresa, a través de certificaciones emitidas por entidades de auditoría externa o por
organizaciones especializadas en controlar las normas de calidad de la empresa