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Rev. Febrero 2022

Autor: Natalia Encalada Castillo, MSc.

Nuevo liberalismo: las preferencias societales y


estatales impactan en el sistema internacional

Introducción

El liberalismo, como teoría clásica, ha recibido varias críticas. En el final de la


Guerra Fría, también se reclamaba a los autores liberales el no haber podido
predecir dicho resultado. Andrew Moravcsik busca reconstruir el liberalismo
dentro de las relaciones internacionales, dándole un carácter más científico y
adaptabilidad al contexto globalizado. En este sentido, plantea una
diferenciación del institucionalismo neoliberal, alejándose de la teoría de
regímenes y enfocando su análisis en la conformación de preferencias
societales, que se transforman en preferencias estatales; las cuales a su vez
tienen influencia en la política internacional. Así, se genera un argumento más
cercano a los conceptos ideacionales del constructivismo que dan importancia
a los actores sociales.

La reconstrucción del liberalismo

El liberalismo ha sido criticado por sus limitaciones, como su carácter idealista


centrado en los valores positivos de la naturaleza humana; o por sus extremos,
tales como la complacencia frente a potencias autoritarias con el objetivo de
mantener la paz o la agresividad imprudente al querer imponer los valores
liberales y democráticos (Doyle, 2014). Alejándose del utopismo y la tendencia
ideológica, a finales de los años 1990, Andrew Moravcsik propone una
reconstrucción de la teorización liberal hacia una mayor rigurosidad científica.
Similar objetivo tenían autores como Keohane y Nye, creadores del
neoliberalismo y el institucionalismo neoliberal. Moravcsik señala que se tiene
que diferenciar el liberalismo del institucionalismo, vinculando únicamente este
último a la teoría de regímenes (Grasa, 2015).
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En efecto, Moravcsik (2008) se enfoca en analizar la relación Estado-sociedad,


entendiendo que esta última genera presiones locales y transnacionales hacia el
Estado y su política exterior; siendo esto mucho más compatible con el contexto
de un mundo globalizado. Así, plantea la inclusión de la importancia de los
actores sociales en la configuración de las preferencias de los Estados y, por lo
tanto, en la política internacional. De este modo se busca retomar la
diferenciación entre el liberalismo y el realismo: mientras que el primero
considera que el interés nacional está centrado en la paz y el progreso, entendidos
como preferencias de toda sociedad que deberían ser garantizadas por el Estado;
la política realista define al interés nacional en términos de poder o de seguridad
(Grasa, 2015).

Tres niveles de análisis desde una nueva perspectiva liberal

Moravcsik (2008) se centra en tres pilares para proponer esta nueva visión del
sistema internacional desde el liberalismo. En primer lugar, profundiza en la
importancia de los actores sociales y sus preferencias, en un contexto de
globalización. Esto lo hace asumiendo que el liberalismo basa sus argumentos
considerando que existe una influencia de abajo hacia arriba (bottom-up), desde
lo que pide la sociedad a sus Gobiernos de acuerdo con sus necesidades. Afirma
que, en el mundo actual, las sociedades prefieren ciertas decisiones en cuanto a
lo económico, político, social y cultural, tal es el caso de favorecer acuerdos
comerciales o normativas de inversión extranjera que faciliten la producción
transnacional, o políticas migratorias específicas.

En un nivel estatal, afirma que los Gobiernos nacionales representan a los


intereses de la sociedad, conformada tanto por individuos como por grupos de
interés. Por lo cual, la estrategia del Estado es responder a dichas demandas de
forma instrumental para obtener la mejor posición dentro del contexto
globalizado. La representación política se considera como no neutral, sino
promotora de los intereses de dichas demandas, en lo cual hay que analizar el rol
del lobbying e influencia de ciertos grupos, así como la ausencia de otros
(Moravcsik, 2008).
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Finalmente, se analiza al sistema internacional considerando la


interdependencia asimétrica, pues a pesar de que se tuvieran todos los recursos
para colocarlos en un conflicto externo, por ejemplo, esto no se entrega en su
totalidad, por lo que se argumenta que dichas decisiones no dependen tanto de
la capacidad de recursos, sino de las preferencias estatales, que a su vez
responderán a los intereses de dicha sociedad (Moravcsik, 2008). Así, se
considera que los comportamientos de conflictividad o cooperación responden a
las preferencias del Estado basadas en lo que busca la sociedad (Grasa, 2015).

De igual forma, el autor clasifica al paradigma liberal de las relaciones


internacionales en tres ramas. En el liberalismo ideacional, los valores y la
identidad determinan las preferencias estatales. En el liberalismo comercial, las
mismas responden a los incentivos del mercado. En el liberalismo republicano,
las instituciones se encargan de consolidar políticas públicas basadas en las
preferencias societales (Grasa, 2015).

Se considera que esta reedición del liberalismo se encuentra más cercana al


constructivismo, al enfocarse en la agencia de actores locales más allá del Estado
nacional y por considerar conceptos como el de la construcción de significados
compartidos a nivel social; los cuales darían origen a la formación de las
preferencias societales y, consecuentemente, a las preferencias estatales. Esto
finalmente tiene un impacto en el sistema internacional, mostrando la capacidad
de agencia de actores individuales frente a la estructura.

Si se toman como caso de estudio las políticas de cooperación en la lucha contra el


cambio climático, se puede evidenciar que los países, a pesar de que comparten
ciertos objetivos comunes y frente a la evidencia científica de la urgencia para dar
respuesta a esta problemática, en muchos casos, no se han comprometido
totalmente. Este es el caso de potencias como Estados Unidos o China, que son las
que más contaminan debido a la cantidad de producción que albergan. Esto refleja
que los Estados, dentro del sistema globalizado, a nivel de la política exterior, no
se rigen únicamente por valores o coaliciones, sino que responden a los intereses
de grupos empresariales y financieros, los cuales generan estrategias de lobbying,
que presionan al poder estatal para que actúe de cierta forma a nivel internacional.
Si bien en este caso se observa que los argumentos del nuevo liberalismo pueden
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explicar en gran medida la motivación y limitaciones de la toma de decisiones; es


aún necesario que se diferencie dentro del concepto de sociedad a los distintos
grupos, ya que, por ejemplo, en el caso de Estados Unidos también hay incidencia
política de los grupos ambientalistas; no obstante, no cuentan con la cantidad de
recursos ni influencia que tienen las grandes multinacionales.

Conclusiones

El nuevo liberalismo enfoca el análisis internacional en los actores sociales que se


encuentran dentro de los Estados y de aquellos actores transnacionales que
tienen influencia en la política nacional. Se observa un análisis que incluye los
niveles de la sociedad, el Estado y el sistema internacional, argumentando que
las decisiones de política exterior están claramente influenciadas por las
preferencias societales que, posteriormente, se convierten en intereses nacionales.
Todo esto determina la posición de los distintos Estados hacia la cooperación o
la conflictividad. Con estas ideas, que incluyen conceptos ideacionales, se busca
robustecer la teorización liberal y hacerla más aplicable a las dinámicas del
mundo globalizado.

Referencias

• Doyle, M. (2014). Liberalism and Foreign Policy. United Kingdom: Oxford


University Press.
• Grasa, R. (2015). Neoliberalismo e institucionalismo: La
reconstrucción del liberalismo como teoría sistémica internacional. In
C. Del Arenal, & J. Sanahuja, Teorías de las relaciones internacionales (pp.
97-126). Madrid: Tecnos.
• Moravcsik, A. (2008). The New Liberalism. In C. Reus-Smit, & D. Snidal,
The Oxford Handbook of International Relations (pp. 234-254). Oxford: Oxford
University Press.

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