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Anne Schneider y Helen Ingram (Policy Design for Democracy -1997), propusieron
un conjunto de categorías o dimensiones para describir el contenido de las
políticas públicas (en www.estudiospoliticos.org/index.php). Entre los elementos
destacados que deben tener las políticas públicas son los siguientes:
Bajo esta perspectiva, el Estado tiene la obligación de proveer una serie de bienes
y servicios públicos, no con el sello del asistencialismo característico del Estado
de bienestar, sino desde la perspectiva de un nuevo enfoque de gobernabilidad
donde la participación de la sociedad civil y la iniciativa privada son primordiales
para el cumplimiento de los fines esenciales del Estado.
De acuerdo con el modelo neoliberal los servicios del Estado deben limitarse a la
educación, a la salud, a la seguridad, control policial y a la justicia. Sin embargo,
aunque el Estado asegura la protección social, en la caso colombiano se ha
entregado a la empresa privada la provisión de servicios públicos esenciales tales
como la sanidad, la vivienda, la educación, los servicios sociales, las pensiones de
jubilación, construcción y mantenimiento de vías y la prestación de servicios
públicos domiciliarios, entre otros, bajo el precepto neoliberal de que las
organizaciones públicas son ineficaces e ineficientes y de que la empresa privada
puede garantizar de mejor manera la provisión de estos bienes y servicios.
En este orden de ideas, en Colombia hay una gran cantidad de bienes y servicios
que podrían ser ofrecidos por la iniciativa privada en razón a la naturaleza misma
del Estado, que no debe ser productor de bienes industriales, ya que la empresa
privada posee la infraestructura, la tecnología, los sistemas y el conocimiento
adecuado y suficiente para producirlos en condiciones de eficiencia (técnica y
económica), tal es el caso de bienes como los servicios públicos domiciliarios,
alimentos, bienes intermedios, industriales, industria petroquímica y otros. Es
necesario tener en cuenta que muchos servicios públicos deben seguir en manos
del Estado como la justicia, la seguridad, la educación, la salud, entre otros.
Igualmente, debemos considerar que la ineficiencia estatal existe, no por el hecho
de ser estatal, sino por falta de voluntad política y de actitud ética de parte de
algunos gerentes públicos. Esta es una realidad que no podemos desconocer.
Por su parte, los aseguradores son entidades públicas o privadas que aseguran a
la población, actúan como intermediarias y administradoras de los recursos que
provee el estado y los prestadores de los servicios de salud. Son las empresas
promotoras de salud (EPS) las administradoras de fondos de pensiones (AFP) y
las aseguradoras de riesgos profesionales (ARP).
Y, finalmente, los prestadores son las instituciones que prestan el servicio de salud
(IPS), y son los hospitales, clínicas, laboratorios, etc. que suministran todos los
recursos necesarios para la recuperación de la salud y la prevención de la
enfermedad.
El crecimiento de estos costos está relacionado, en gran parte, con los fallos de
tutela que interponen los pacientes ante los jueces. Si bien muchas demandas son
indispensables y justificadas, otras se exceden. Ese es el caso, según Acemi, de
la hormona de crecimiento que muchos médicos recetan a sus pacientes y que al
año cuesta alrededor de $80.000 millones, cuando en el país hay tanto por
resolver, como el hecho de que Colombia tiene déficit de médicos, enfermeras y
camas hospitalarias. El ministro de Protección Social reconoce que los recobros
por no POS son muy elevados, pues con estos mismos recursos —$2,5 billones—
se podrían atender a $350.000 personas o afiliar a otros 8 millones de
colombianos en el régimen subsidiado.
Con relación al estudio de los temas del módulo de economía pública, debo decir
que como profesional en ciencias económicas y administrativas, el conocimiento
sobre los diferentes modelos que orientan las políticas económicas y sociales en
cualquier país del mundo, y de manera especial en el nuestro, nos facilitan la
comprensión de los procesos que se han vivido en Colombia en estos aspectos.
Desde el punto de vista laboral, dado mi rol como auditor de la Contraloría General
de la República, este conocimiento me capacita y fortalece en mis competencias
para desarrollar apropiadamente las actividades de evaluación de estos
importantes sectores. Desde la perspectiva social he obtenido una gran
sensibilización sobre la problemática pública colombiana en diferentes temas
relacionados con bienes y servicios públicos.
Introducción
En el presente trabajo se examinan dos concepciones sobre el Estado colombiano a partir de las
percepciones que se detectan en ciertos sectores políticos y de opinión sobre la transformación en
Colombia del Estado social de derecho –que nunca se ha concretado- en un Estado corporativo,
alrededor de la figura del anterior presidente de la república, Álvaro Uribe Vélez; y se plantea la
discusión sobre cómo este modelo corporativo, concentrado en la figura presidencial, impacta la
gestión pública en Colombia. Se examina, igualmente, el papel que juegan las corporaciones
privadas en la constitución de un modelo de gobernabilidad, como es de esperarse en el escenario
de una democracia legítima.
En este contexto se plantean los siguientes interrogantes: ¿el apoyo ofrecido por los gremios
empresariales del país al presidente Uribe para una segunda reelección, implicaría un pacto entre
agentes privados y el gobierno para defender los intereses de aquellos mediante el dominio
político? Y al contrario de la pregunta anterior: ¿puede articularse en Colombia un modelo de
gobernabilidad con la participación de diversos actores del gobierno y de la sociedad civil que
otorgue una mayor capacidad al Estado para responder más efectivamente a la atención de las
necesidades sociales?
Las respuestas completas y definitivas no se hallarán en este trabajo, pues su propósito es incitar
las discusiones pertinentes, en el entendido de que las mismas nos ayudarán a comprender de
manera más completa las complejidades de la gestión pública en el marco de una democracia
participativa.
En sus fundamentos, naturaleza y esencia el Estado social de derecho disiente del Estado de
derecho liberal en cuanto a sus fines: el Estado social de derecho no se restringe solamente a
asegurar la vida, la propiedad y la libertad mediante la protección contra el robo, el incumplimiento
de contratos o los daños ocasionados por terceros, funciones propias del Estado gendarme, sino
que sus propósitos tienen mayor alcance, tal como lo establece el artículo segundo de la C.P. de
Colombia:
Son fines esenciales del Estado: servir a la comunidad, promover la prosperidad general y
garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución;
facilitar la participación de todos en las decisiones que los afectan y en la vida económica, política,
administrativa y cultural de la Nación; defender la independencia nacional, mantener la integridad
territorial y asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo.
Las autoridades de la República están instituidas para proteger a todas las personas residentes en
Colombia, en su vida, honra, bienes, creencias, y demás derechos y libertades, y para asegurar el
cumplimiento de los deberes sociales del Estado y de los particulares.
Sin embargo, cosas distintas son, esta visión de Estado, que nunca llegamos a conquistar -según
nos muestra la evidencia empírica- y la realidad de lo que hemos logrado a partir de ese norte que
nos trazó la Constitución Política desde su promulgación en 1991.
Por otro lado, con ocasión de la posibilidad que existió en Colombia de un tercer mandato
presidencial consecutivo de Álvaro Uribe Vélez, se afirmó por parte de algunos sectores de que en
Colombia íbamos rumbo a un Estado corporativo, en este caso, con centro gravitatorio del poder
en el figura de este presidente[1].
Visto de esta manera, es necesario aclarar los significados y alcances de los términos
«corporativismo» y «Estado corporativo», ya que en ambos casos existen diferentes acepciones,
las cuales podrían llevarnos a interpretaciones distintas de las que pretendemos en estas líneas.
De acuerdo con definiciones usuales de la ciencia política, el término «corporativismo» describe el
proceso por parte de un Estado de dar licencia y reglamentar para incorporar organizaciones
sociales, religiosas, económicas o populares en un solo cuerpo colectivo. De esta manera, se
puede hablar de corporativismo cuando los Estados cooptan el liderazgo empresarial o
circunscriben la capacidad de desafiar la autoridad estatal mediante el establecimiento de
organizaciones como la fuente de su legitimidad o gobernando el Estado a través de las
corporaciones (Wolfgang y Kenworthy, 2005, 441).
Como doctrina política el corporativismo es asociado frecuentemente con regímenes totalitarios,
entre los que se destaca el fascismo. Según Mussolinni, citado por Galvis (2005, 338), las
corporaciones eran una manera de superar el capitalismo y el liberalismo, considerando que se
necesitaban tres condiciones para realizar el corporativismo: el partido único, en virtud del cual,
junto a la disciplina económica, se ponga en acción también la disciplina política y haya, por
encima de los intereses contratantes, un vínculo que a todos los una, la fe común; un estado
totalitario; y vivir en un período de elevadísima tensión ideal.
De acuerdo con lo expuesto, el modelo de Estado corporativo consiste en la existencia de
relaciones privilegiadas o exclusivas entre un número relativamente pequeño de gremios o grupos
e implicaría un sistema político, económico y social fundado en la reglamentación jurídica del
trabajo, en la creación de organismos encargados de aplicar esta reglamentación y en la
organización de grupos profesionales únicos y obligatorios, tales como gremios y sindicatos.
Bajo otra perspectiva, el Estado corporativo se ha entendido, además, como un Estado en el que la
figura del presidente está investida de poderes supremos, donde hay un gran poder gubernamental
y una tendencia a que las instituciones políticas giren en torno al poder y al prestigio del presidente
(Higuita, 1).
De hecho, el corporativismo en su forma contemporánea se caracteriza por la rígida intervención
del Estado, conformado por los representantes de los gremios en las relaciones productivas. En
esta concepción se ve claramente el correlato entre economía y política, pues los representantes
de los gremios son quienes asumen la actividad política en la sociedad y crean las leyes
específicas que corresponden a cada sector. Además su aplicación supone un gran desembolso de
dinero por parte de un estado represivo.
Esta corriente se ha renovado a partir de los aportes de Schmitter, quien definió el
neocorporativismo como un sistema de representación de intereses en el cual las unidades
constitutivas se organizan en un número limitado de categorías únicas, obligatorias, no
competitivas, organizadas de manera jerárquica y diferenciadas a efectos funcionales, reconocidas
o autorizadas (si no creadas) por el Estado, que les concede deliberadamente el monopolio de la
representación dentro de sus categorías respectivas (Schmitter, 1974 en Meny, Thoenig, 1992, 66).
De esta manera, las políticas públicas no se conciben como el resultado de la competencia entre
grupos, como se postula en el modelo pluralista, o entre clases o fracciones de clases como en los
modelos marxistas, sino como el fruto de negociaciones entre el Estado y los representantes de
los grupos sectoriales involucrados (Roth, 2002, 33).
Por lo expuesto hasta aquí, es claro que el modelo corporativo de Estado tiene varias acepciones:
la que corresponde al Estado fascista como paradigma, la relacionada con el pacto entre las
corporaciones privadas para determinar la política pública y la que concierne a la alianza entre el
Estado y las corporaciones privadas.
¿Estado Corporativo en Colombia?
La cruzada en contra del Estado corporativo en Colombia fue iniciada en el país por los detractores
del ex - presidente Álvaro Uribe Vélez y de su política de «seguridad democrática». Sin embargo,
según Higuita (Ibid, 1) «resulta incipiente analizar el problema político colombiano desde la
dicotomía del Estado social de derecho y el Estado corporativo».
Tal como se dijo antes, en un Estado corporativo el presidente está investido de poderes
especiales y las instituciones giran en torno a él. En el caso colombiano es evidente, según se
desprende de lo que sucedió en los últimos ocho años, hubo un fortalecimiento del
«presidencialismo» y el «mesianismo» representados en el jefe del Estado, lo que va en detrimento
de la democracia, la ciudadanía y de la libertad propia de los objetivos de Estado moderno.
Así mismo, los presupuestos del Estado corporativo, vistos desde esta perspectiva, se privilegian
frente a los principios y fines del Estado de derecho, pues al «rendir culto» a la figura del
presidente se está dando un giro hacia la concentración del poder en manos de unos pocos, lo que
al fin de cuentas se puede convertir en un régimen político autoritario o, en el peor de los casos,
totalitario.
Sin embargo, se aclara que lo sucedido en Colombia no corresponde a los mismos procesos
corporativistas que llevaron a cabo Hitler o Mussolini, como tampoco, los que en algún momento se
dieron en el cono sur con los regímenes autoritarios de los años setentas. En el caso colombiano
se destacan criterios como el prestigio, la credibilidad, la popularidad y el poder presidencial de
Álvaro Uribe, que aunque puedan parecer exagerados, eran legítimos en el marco de la
democracia.
En el caso colombiano es evidente que con base en el prestigio y la alta popularidad del presidente
de entonces, Álvaro Uribe, se concentraron funciones y decisiones en la figura presidencial, a tal
punto de que en ciertos momentos era de comentario público el hecho de que los ministros no
ejercían como tales a plenitud de sus facultades, sino que en la práctica era el mismo presidente
de la república quien gestionaba cada cartera. Se recuerdan casos ilustrativos de esta situación en
los ministerios de relaciones exteriores, del interior y de justicia y de hacienda pública, entre otros.
Situaciones que sin duda afectan negativamente la eficacia en la gestión pública colombiana[2].
Estas situaciones, unidas a una campaña agresiva de los medios de comunicación y al apoyo de la
empresa privada, fueron las que llevaron a plantear un tercer mandato de Uribe en el gobierno, lo
que no solo empezó a ser «mal visto» por los sectores políticos de oposición, sino también por
algunas facciones uribistas y sobre todo por importantes sectores de opinión internacional, como
influyentes medios de comunicación de otros países y por el mismo gobierno de Barack Obama, en
los Estados Unidos.
De acuerdo con nuestro punto de vista, aunque el Presidente Uribe concentró en sus manos gran
cantidad de decisiones, la mayoría sustentadas en su prestigio personal, no se dan los
presupuestos de un Estado corporativo, con ninguno de los significados escrutados en el presente
trabajo. Es más, el modelo de Estado planteado en los planes de desarrollo de su gobierno
exponen las características del Estado en sus roles de promotor y subsidiario en la línea de
fortalecer el Estado social de derecho. Según se expone en dichos instrumentos «el Estado
promotor no es el Estado empresario, absorbente, que marchita la iniciativa privada. La función de
promover implica llenar vacíos, acometer una labor subsidiaria y, por lo general, temporal. El
Estado Comunitario es un árbitro, no un invasor de la actividad privada. Es un complemento, no un
sustituto de ella. Muchas de las inversiones públicas contenidas en este Plan han sido diseñadas
con ese criterio de complementariedad en mente». (Plan de Desarrollo: Estado comunitario:
desarrollo para todos, p. 8).
Ahora bien…
Independientemente del contenido ideológico que pueda tener el documental, queda claro que es
socialmente peligroso que la iniciativa privada se dedique solamente a obtener y maximizar sus
beneficios, así como que para alcanzar esto se involucre en temas sociales y políticos.
En este mismo sentido, Laubadere, citado por Younes (2007, 23), señala que: «un segundo
fenómeno dominante de la vida administrativa moderna ha sido el desarrollo cada vez más
señalado de la colaboración de los particulares en las tareas de interés general. Porque a medida
que el Estado desarrollaba su control sobre tareas nuevas ocurría que no podía asumirlas todas
directamente a través de sus órganos habituales, por lo cual tenía que apelar a la cooperación de
los mismos administrados».
De acuerdo con Jiménez y Ramírez, (2008, 122) la acción pública se desarrolla en un ambiente
bastante complejo y el gobierno depende de recursos de origen privado que escapan de su control,
por lo que se requiere de la cooperación y de la asociación con agentes privados más que del
control jerárquico ejercido por el gobierno. Entonces, la gobernabilidad no depende exclusivamente
del gobierno, sino también de la participación de los particulares para la formulación de políticas
públicas, o sea «que la eficacia del gobierno depende de su capacidad para involucrar a otros
actores en la construcción de políticas públicas».
Para lo anterior, más que reformas a la Constitución y a la ley, se requiere un nuevo liderazgo en el
gobierno que facilite la inclusión en la toma de decisiones de amplios sectores sociales y
económicos, a través de la concertación y el ejercicio cabal de una ciudadanía participativa. De
igual manera, se requiere una especie de «revolución mental» en el empresariado colombiano para
comprender que se debe controlar el impulso desmedido hacia el lucro, que su papel como
agentes de la economía no se circunscribe a invertir bajo la expectativa de una tasa de retorno de
la inversión y que hay que plantear nuevos contenidos y propuestas en lo relativo a
responsabilidades sociales.
Conclusiones
Para algunos actores políticos, especialmente de los sectores de oposición, el inconcluso Estado
social de derecho en Colombia, empezó a hacer tránsito hacia un Estado corporativo, de corte
neofascista en la figura del entonces Presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez, quien
concentró, con base en su prestigio y respaldo popular, un gran poder, en detrimento de la
democracia colombiana.
Estas afirmaciones fueron examinadas a la luz de la realidad del proceso de toma de decisiones en
el gobierno y del papel que juegan las corporaciones privadas en la economía nacional y en la
conformación y estabilidad de los gobiernos concluyendo que, pese a la concentración de poder de
la figura presidencial y la sujeción de casi toda la institucionalidad alrededor de ésta, no se han
dado en Colombia los presupuestos básicos de un Estado corporativo en ninguna de las
acepciones examinadas.
Por último, se concluye que bajo el concepto de «gobernabilidad» es posible construir un modelo
de Estado que privilegie la participación de distintos actores como protagonistas en la creación,
ejecución y evaluación de las políticas públicas, situación que fortalecería la capacidad del Estado
de responder más oportuna y efectivamente a la atención de las necesidades sociales, propias del
Estado social de derecho.
Bibliografía
COLOMBO, Paolo; traducción de Cardoso, Herber (2003). Gobierno, Léxico de político-1; pág. 131.
Buenos Aires, ed. Nueva visión
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YOUNES M., Diego. Curso de Derecho Administrativo. 8ª Edición actualizada. Temis. Bogotá.
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441. En WIKIPEDIA. Fecha de consulta: 5-05-2009.
[1] Según Oto Higuita: Está candente el debate político en Colombia. En el trasfondo, luchan dos
concepciones del mundo radicalmente diferentes. La una, la que el presidente Álvaro Uribe y sus
seguidores y altos mandos del Estado defienden, procura el establecimiento de un Estado
corporativo que tiene como pilar la seguridad llamada democrática para el beneficio de una minoría
en el país. Seguridad que no se fundamenta ya en las instituciones históricamente creadas para
ello (instituciones políticas como el Congreso, educación, salud, seguridad social, ejército, policía,
etc.) sino que involucra activamente sus ciudadanos sin importar sus intereses de clase, para que
se comprometan activamente (cooperantes del Estado corporativo) en la preservación de la
seguridad de la propiedad privada y el usufructo de la riqueza por parte exclusiva de la minoría
dominante colombiana y sus aliados: grandes terratenientes, industriales, financistas, poderosos
grupos económicos; y las transnacionales que usufructúan los recursos naturales estratégicos
como el petróleo, y se apropian las empresas públicas más rentables de la nación como
telecomunicaciones, petrolera estatal, cadenas de almacenes, empresas cerveceras, sistema de
salud, educación, etc.
[2] Estos efectos deben examinarse con más profundidad de acuerdo con el comportamiento de los
diferentes indicadores de gestión del gobierno, lo cual transciende el alcance de este trabajo.
[3] 'La Corporación' (2003) se trata de tres documentales dirigidos por Mark Achbar y Jennifer
Abbott que tratan sobre el origen, implantación e influencia de las grandes corporaciones en la
Sociedad.
Tal como expresa la mayoría de los autores, es evidente que ambos conceptos
son polisémicos, a lo cual se agrava el hecho de que en política se escuchan usos
de la palabra gobernabilidad para expresar muchas circunstancias y
problemáticas que aunque relacionadas son distintas entre sí.
Otros aspectos interesantes para tener en cuenta son los siguientes (Ibid):
Liberalismo
El liberalismo económico se consolidó con Adam Smith (1723 – 1790) y su obra Una investigación
sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (1776). El planteamiento central de esta
obra es que el Estado no debe intervenir en la economía, sino dejar a la actividad económica
actuar libremente, pues existen ciertas leyes que determinaban el progreso económico.
Por su parte, Malthus en su aporte al pensamiento liberal puso de relieve la discordancia entre el
crecimiento descontrolado de la población –que crece en progresión geométrica-, y el crecimiento
de los medios de subsistencia que lo hacen en progresión aritmética.
En síntesis, las ideas de Malthus estaban en contra de las ideas socialistas, al plantear que la
miseria no era causada por las estructuras económicas y sociales sino por el exceso de población,
oponiéndose a las reformas sociales y a la política asistencialista por parte el Estado, pues, éstas
además de fomentar la pereza, agravarían los problemas, al aumentar el número de pobres, lo
cual generaba las guerras, los vicios y otros males sociales.
A su vez, el aporte de David Ricardo se centra en el desarrollo de la teoría del valor trabajo, la
renta del suelo y la teoría del comercio exterior. Esta última es hoy uno de los fundamentos del
neoliberalismo, así como de una vertiente económica opuesta: el socialismo.
El modelo Keynesiano es una reformulación del modelo clásico a partir de una revisión de los
supuestos sobre los cuales descansaba dicho modelo y que no permitía explicar la realidad
económica del siglo XX.
Partiendo de la redefinición del los principios fundamentales del modelo clásico, Keynes redefinió
los supuestos de los mercados laboral, del producto, de dinero y financiero del modelo y planteó la
necesidad la intervención del Estado en el modelo, así como la interdependencia de los mercados
con lo cual se podía comprender y tomar decisiones en el sistema económico capitalista.
En realidad, los modelos clásico y keynesiano pueden entenderse como dos enfoques
complementarios para comprender el funcionamiento de una economía capitalista y para analizar
los efectos de políticas económicas alternativas.
El modelo keynesiano se basa en el análisis de las causas y consecuencias de las variaciones de
la demanda agregada y sus relaciones con el nivel de empleo y de ingresos. Este enfoque permite
a los gobiernos e instituciones nacionales o internacionales controlar la economía en las épocas de
recesión o crisis, apoyados en algunos instrumentos como el gasto presupuestario del Estado, «la
justificación económica para actuar de esta manera, parte sobre todo, del efecto multiplicador que
se produce ante un incremento en la demanda agregada[1]».
Keynes contradecía la teoría clásica de acuerdo a la cual la economía, regulada por sí sola, tiende
automáticamente al pleno uso de los factores productivos o medios de producción (incluyendo el
capital y trabajo). Keynes expuso que el equilibrio al que tiende el libre mercado, depende de otros
factores y no conlleva necesariamente al pleno empleo de los medios de producción, es decir, que
los postulados básicos de Smith (tal como fueron formalizados por Say) dependen de una premisa
que no es necesariamente correcta o "general".
Así pues, dado que la relación “ahorro igual a la inversión” no se establece solo o automáticamente
a través de la acción del mercado y esa falla tiende a resultar en crisis, parecería conveniente
encontrar alguna manera de armonizar esas variables. Keynes postula que la única fuerza capaz
de hacer eso es el Estado.
Neoliberalismo
Tres fenómenos condicionan la necesidad de revisar las políticas estatales sobre el gasto público
para restablecer el equilibrio de las finanzas públicas: i) el creciente déficit fiscal, ii) los altos niveles
de endeudamiento público y iii) la terminación de la guerra fría entre este y oeste.
En este modelo la premisa básica es que el Estado reconoce al mercado como el instrumento ideal
para asignar precios y cantidades, y que aquel interviene cuando se presentan fallas del mercado.
Así, la población con necesidades básicas insatisfechas es atendida mediante políticas públicas
que se fundamentan en el subsidio a la demanda y ya no a la oferta, para contribuir a resolver las
necesidades por medio de los mecanismos del mercado.
Entre las características básicas del modelo se cuentan: políticas monetarias y fiscales restrictivas,
liberalización del comercio, privatización y desregulación y otros.
El modelo neoliberal enfatiza el uso de ciertos instrumentos fiscales para reducir el déficit fiscal, por
el lado de los ingresos:
a) incremento de las rentas por medio de exenciones y descuentos,
b) aumento de la base impositiva,
c) la lucha contra la evasión tributaria y el mantenimiento o reducción de las tarifas de los impuestos;
d) adicionalmente se cuenta con los ingresos provenientes de las privatizaciones.
Política fiscal
restrictiva: cuando el
objetivo es frenar la
demanda agregada, por
ejemplo cuando la
economía está en un
período de excesiva
expansión y tiene necesidad
de frenarse por la excesiva
inflación que está creando.
Como resultado se tiende
al superávit.
Aumenta la demanda: se le
pone un impuesto a los
consumidores para que esta
baje
Políticas fiscales
restrictivas: Aumentar los
impuestos sobre
el consumo y reducir los
impuestos sobre
la producción y la renta;
eliminar regímenes
especiales; disminuir el
gasto público.
C. Roles del Estado y del Mercado en cada uno de los modelos económicos señalados en el
literal B.
La libertad, el individualismo y la
competencia son tres ingredientes
fundamentales, junto al sistema de
precios, de la economía de mercado
necesarios para promover y procurar
el bienestar de la colectividad, así
como también han permitido el éxito
económico de los países más ricos e
industrializados del mundo de hoy.
Se acabó el modelo proteccionista de la economía para darle paso a otro modelo que en el
gobierno anterior había hecho sus primeros pinitos: la internacionalización de la Economía.
Se continuó el proceso de reducción y eliminación de aranceles con la oposición de muchos
empresarios que por largo tiempo habían gozado del proteccionismo.
Se aplicó el Modelo de la Apertura bajo el esquema gradual y se fijo un plazo de cuatro años para
la abolición de todas las barreras al comercio internacional.
Los instrumentos comúnmente empleados en los diferentes países para restringir la entrada de
importaciones que pudieran competir con la industria naciente eran de tipo arancelario y carácter
cuantitativo, como la adopción de licencias previas y cuotas de importación. En general, el criterio
para permitir la entrada de importaciones correspondía a la necesidad de complementar la
producción nacional y de proporcionar maquinaria y equipo necesarios para desarrollar el aparato
productivo doméstico.
Por otra parte, Rosseau introduce una visión en la que lo público es lo estatal,
pero va más allá en el sentido de considerar la voluntad general como
correspondencia entre soberanía popular y opinión pública, espacio que involucra
lo social y donde escapa de la influencia de la política.
Marx asegura que la opinión pública es la ideología del Estado político burgués,
considerando que la clase dominante, la burguesía, tiene la capacidad política
para orientar esta opinión pública hacia los intereses de clase. De esta manera,
Marx considera que lo público es la sociedad civil sin Estado, por lo tanto, lo
público solo existiría con la desaparición del Estado como instrumento de
opresión.
Nuestras explicaciones acerca de las precondiciones y circunstancias de la toma de decisiones nos ofrecen una
base sobre la cual examinar tres modelos de toma de decisiones: el racional, el de racionalidad limitada y el
político. Estos modelos fueron creados por teóricos de la administración para describir diversos procesos de
toma de decisiones. Las metas son importantes en los tres.
Modelo racional
El modelo racional prescribe una serie de pasos que deben seguir los individuos o equipos para incrementar la
probabilidad de que sus decisiones sean lógicas y estén bien fundamentadas. Una decisión racional permite el
logro máximo de metas dentro de las limitaciones de la situación. Esta definición se refiere a la racionalidad
de los medios (cómo alcanzar mejor una meta), no de los fines (es decir, las metas). Por ejemplo, la meta de
muchas compañías prestadoras de servicios públicos es generar electricidad al menor costo posible. Uno de
los medios para la consecución de esta meta es reducir al mínimo el costo del combustible utilizado para
alimentar los generadores. Así, algunas plantas de energía han sido diseñadas para permitir el fácil cambio de
un tipo de combustible a otro. El gerente de una planta de este tipo puede optar entre gas natural, petróleo o
carbón, dependiendo de sus costos relativos en cualquier momento en particular. Si el costo del gas natural se
dispara en relación con el del petróleo y el carbón, la decisión racional sería optar por petróleo o carbón.
Seguir usando gas natural en esas circunstancias sería una decisión irracional.
En la siguiente figura se muestra el modelo racional de toma de decisiones, el cual consiste en un proceso de
siete pasos. Este proceso comienza con la definición y diagnóstico del problema y recorre los pasos sucesivos
hasta el seguimiento y el control. Cuando se toman decisiones rutinarias, los individuos pueden seguir estos
pasos fácilmente. Además, existen más probabilidades de que se utilice este proceso en situaciones que
implican condiciones cercanas a la certidumbre o de bajo riesgo, en las que es posible asignar probabilidades
objetivas a los resultados. Las decisiones rutinarias en condiciones próximas a la certidumbre no requieren
obviamente del seguimiento de la totalidad de los pasos de este modelo. Por ejemplo, si un problema en
particular tiende a ser recurrente, quizá las decisiones (soluciones) deban consignarse por escrito en calidad de
procedimientos o reglas operativos estándar. Adicionalmente, los individuos o equipos raramente siguen estos
siete pasos secuencialmente al tomar decisiones adaptativas o innovadoras.
Consideremos dos ejemplos de la necesidad de una acertada definición y diagnóstico de problemas. Tomar
una aspirina para controlar un dolor de cabeza puede resultar útil a corto plazo, pero por lo general los dolores
de cabeza son un síntoma, no el problema. El problema detrás del síntoma podría ser de carácter fisiológico
(fatiga visual, por ejemplo) o psicológico (tensión, por ejemplo). Asimismo, los problemas en ocasiones se
definen incorrectamente en términos de soluciones propuestas. Por ejemplo, los miembros de un
departamento de comercialización pueden asegurar que “el problema es que nuestro departamento cuenta con
personal insuficiente”. De proceder con base en esta definición del problema, los miembros del departamento
se concentrarían en la meta obvia de obtener fondos para la apertura de nuevas plazas. Sin embargo, bien
podría ocurrir que el problema básico fuera que las estrategias de venta de la empresa se han vuelto ineficaces
como resultado de las acciones de los competidores.
 Una pregunta plantea y revela lo que hasta entonces no se ha planteado ni revelado.
Al hacerse una amplia variedad de preguntas acerca de quién, cuándo, dónde, cómo y por qué, los individuos
y equipos incrementarán las posibilidades de una eficaz definición y diagnóstico de problemas.
Paso 2: Establecimiento de metas. Una vez que individuos o equipos han definido un problema, pueden
establecer metas específicas para su eliminación. Por ejemplo, supongamos que la alta dirección de una
compañía ha definido como problema el excesivo nivel de los costos de manufactura, lo que en realidad es
sólo un síntoma del problema real. El problema real podría ser que en el proceso de producción se emplean
materiales (insumos) defectuosos, que las habilidades de control de calidad (inspección) de los trabajadores de
producción son inadecuadas o muchas otras posibilidades. Sin embargo, la dirección podría convertir el
problema aparente en una jerarquía de metas para los diversos niveles de la organización, desde el divisional
hasta el integrado por los operadores de los tornos. En estas metas se formularían los resultados deseados: qué
lograr y en qué fecha.
Paso 3: Búsqueda de soluciones alternativas. Los individuos o equipos deben buscar medios alternativos para
el logro de una meta. Este paso podría suponer la búsqueda de información adicional, la reflexión creativa, la
consulta a expertos, la realización de investigaciones u acciones similares. No obstante, cuando
aparentemente no existe una solución factible para el cumplimiento de una meta, quizá sea preciso
modificarla. Por ejemplo, algunas personas se fijan metas imposibles y después se empeñan en alcanzarlas, a
menudo sin éxito. La solución elegida podría ser trabajar más tiempo, literalmente los siete días de la semana.
El resultado podría ser en última instancia altos niveles de tensión e insatisfacción, lo que finalmente obligaría
a esos individuos a reexaminar sus metas y decidir cuáles son realmente importantes.
Paso 4: Comparación y evaluación de soluciones alternativas. Luego de que los individuos o equipos han
identificado las soluciones alternativas, deben compararlas y evaluarlas. En este paso se subrayan los
resultados esperados y la determinación del costo relativo de cada alternativa.
Paso 5: Selección entre soluciones alternativas. La toma de decisiones suele asociarse con la realización de
una elección final. La selección de una solución, sin embargo, es sólo uno más de los pasos del proceso de
toma de decisiones racionales. Muchos administradores se quejan de que cuando empleados recientemente
egresados de instituciones universitarias reciben la asignación de un proyecto, tienden a presentar y exponer
únicamente una solución. En estas condiciones, en lugar de estar en posibilidades de comparar y evaluar
varias alternativas, un administrador sólo puede aceptar o rechazar la opción que se le propone. Aunque la
selección entre soluciones alternativas puede parecer sencilla, en realidad puede resultar sumamente difícil
cuando el problema es complejo y ambiguo e implica altos grados de riesgo o incertidumbre.
Paso 6: Implementación de la solución seleccionada. El hecho de que la selección de una solución se haya
realizado en forma correcta no significa necesariamente que su ejecución vaya a ser exitosa. Una decisión
técnicamente correcta tiene que ser aceptada y apoyada por quienes serán los responsables de ponerla en
práctica si efectivamente se desea que la decisión se eficaz. Si la solución seleccionada no puede ser puesta en
práctica por alguna razón, se debe considerar otra.
El modelo racional podría concebirse como un ideal, como el medio por el cual los individuos o equipos se
aproximan a la racionalidad en la toma de decisiones. En el mejor de los casos, sin embargo, la toma de
decisiones de los seres humanos apenas si se acerca a este ideal. Al enfrentar ciertos tipos de problemas, la
gente ni siquiera se preocupa en seguir los siete pasos del modelo racional. Quizá aplique, en cambio, los
modelos de racionalidad limitada o político, los cuales se basan en observaciones de los procesos de decisión
reales de las organizaciones. Tales observaciones indican que los individuos modifican o hasta ignoran el
modelo racional, especialmente frente a ciertos tipos de decisiones adaptativas e innovadoras.