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Desde el momento en que un niño o niña llega a una familia comenzamos a oír términos como
tonicidad o lateralidad, entre otros. Son conceptos que poco a poco vamos conociendo y que están
vinculados con el desarrollo de nuestros niños. Pero una de las palabras que escuchamos con mayor
frecuencia es psicomotricidad. ¿Qué es? El concepto de psicomotricidad parte de considerar a la
persona como una entidad global. Así, es una función humana que sintetiza psiquismo y motricidad, y
que hace posible adaptarse al medio de manera flexible y armoniosa. Se manifiesta a través de
indicadores:
La coordinación: movimiento voluntario.
La tonicidad: la postura y el equilibrio.
El control emocional: el ámbito de los sentimientos.
La lateralidad: derecha e izquierda.
La orientación espacial y temporal: el espacio y el tiempo.
El esquema corporal: organización mental del cuerpo, representación que cada persona alcanza
del propio cuerpo, de sus segmentos, de sus posibilidades de acción y sus límites.
La organización rítmica: la armonía entre los segmentos del cuerpo.
El comportamiento: los hábitos.
La grafomotricidad: la expresión gráfica. Su desarrollo está estrechamente relacionado con otros
aspectos, siempre bajo la perspectiva global de la persona, donde lo cognitivo, la motricidad y la
afectividad van de la mano. La grafomotricidad se refiere a la educación de una serie de condiciones
absolutamente necesarias para la realización del gesto gráfico, incluso antes de que este se convierta
en algo con significado. Cuando estas condiciones están ausentes se producen más adelante
alteraciones en el aprendizaje como9 la dislexia y la disgrafía.
Todos los indicadores señalados antes nos dan una idea de los múltiples aspectos a los que
debemos prestar atención y que se resumen en el término psicomotricidad, que integra las
interacciones cognitivas, emocionales, simbólicas sensoriales y motrices en la capacidad de ser y de
expresarse. La psicomotricidad así definida desempeña un papel fundamental en el desarrollo de la
personalidad. Es importante porque en su proceso de maduración, las personas deben adquirir, en un
nivel adulto, la capacidad de análisis, de síntesis y de manipulación mental del mundo externo, de los
objetos, de los acontecimientos y de sus relaciones. Para llegar a esto es necesario que cada etapa
de la pirámide de desarrollo humano se haya realizado en forma correcta, desde el nacimiento y a
través de la propia actividad corporal.
Es conveniente saber que el tiempo del que disponemos como padres y madres para aportar
los estímulos precisos para favorecer un buen desarrollo integral de nuestros niños y niñas se extiende
hasta los 7 años de edad, éste es un tiempo óptimo para la adquisición ilimitada de conocimientos
nuevos y el sistema nervioso central sigue creciendo, al igual que el cerebro mantiene la plasticidad
durante toda la vida. De ahí la importancia y necesidad de realizar un buen nivel inicial, y si las
funciones y capacidades del niño o niña no se han desarrollado a plenitud, la recomendación más
saludable y responsable es darle tiempo al niño y respetar sus ritmos de aprendizaje y desarrollo
permitiéndole permanecer en el nivel inicial para que termine de alcanzar las potencialidades
necesarias para iniciarse en la Educación Primaria.
El desarrollo de la psicomotricidad busca los siguientes logros:
La conciencia del propio cuerpo en todo momento y ocasión.
El dominio del equilibrio.
La eficacia de las coordinaciones globales.
La eficacia de las coordinaciones segmentarias.
El control de la inhibición voluntaria de la respiración.
La organización adecuada del esquema corporal.
La orientación en el espacio.
La correcta estructuración espacio-temporal.
Las mejores posibilidades de adaptación al entorno.
La libre expresión de la imaginación.
La libre comunicación.
La psicomotricidad también abarca la capacidad de inhibición motriz (esta incluye la inhibición
voluntaria de la respiración). Se sabe que, en el desarrollo del ser humano, los procesos de excitación
actúan en edades tempranas. No hay más que ver la cantidad de movimientos, la rapidez de las
acciones, la unión entre el estímulo y la respuesta de los niños pequeños. Los procesos de inhibición
necesitan mucho más tiempo para desarrollarse; actúan en edades más tardías La capacidad de
inhibición motriz se encuentra en relación directa con la atención selectiva, con la capacidad de
mantener un estímulo concreto, un foco de atención, prescindiendo de todos los elementos accesorios.
Prestar atención resulta fundamental ya que los cambios duraderos ocurren sólo cuando las personas
prestan atención.
Siguiendo este orden de ideas, las madres y los padres tenemos un compromiso con la
formación de nuestros niños y niñas, pues nuestra intervención tiene en ellos una resonancia más
contundente que la que pueda alcanzar cualquier institución. Aunque esto pueda parecer una
responsabilidad superior a nuestras fuerzas, si consideramos los compromisos adicionales a la familia
que la vida hoy en día nos exige, no se trata de horas y horas de trabajo, sino un breve tiempo
compartido con constancia y, sobre todo, con amor. Así los padres y madres cumplen un papel
fundamental en el desarrollo de la psicomotricidad de niños y niñas y no pueden ni deben desvincularse
de este aspecto.
No tenemos por qué asustarnos cuando nos hablan de que nosotros como padres debemos
participar en la educación psicomotriz de nuestros hijos, aunque el esquema corporal es lo que
generalmente está vinculado a la práctica o educación psicomotriz. Sin embargo, la educación
psicomotriz tiene como objetivo el desarrollo de las posibilidades motrices, expresivas y creativas, por
lo tanto, se centra en el movimiento y en el acto. Lo que quiere decir es que el cuerpo y el movimiento
son el vehículo para el desarrollo armónico integral del ser humano. Mediante el juego y el movimiento,
las niñas y los niños logran organizar su pensamiento progresivamente hasta conseguir la madurez
necesaria para el aprendizaje formal. Así, como padres, podemos organizar una jornada (respetando
la edad de los niños) que inicia con actividades de acción que permiten ir de experiencias sensorio-
motrices (saltar, rodar, empujar, correr, trepar, construir) para luego pasar a un espacio más
distanciado del movimiento como es un lugar para la expresividad plástica, donde los niños dibujan,
moldean y verbalizan sus emociones, inquietudes y deseos. Este proceso que va del placer de hacer
(en la acción del movimiento) al placer de imaginar y proyectar (en la acción del pensamiento) permite
a las niñas y niños alcanzar un desarrollo armonioso donde el cuerpo y la mente conforman la unidad
de su ser.
Existen una serie de patologías que determinan un marcado retraso en el desarrollo psicomotor
de nuestros niños y niñas. Puede tratarse, por ejemplo, de hipertonía, que es un exceso de rigidez
muscular, de hipotonía, que es, por el contrario, carencia de la rigidez muscular suficiente para alcanzar
el dominio sobre el movimiento, entre otras. En esos casos, ya no se requerirá únicamente su
participación en una práctica psicomotriz, sino que los padres deberán recibir las orientaciones de un
terapeuta quien luego de una evaluación dará las indicaciones de los ejercicios adecuados a realizar.
Debemos tener en cuenta que si los problemas son detectados en una edad temprana, cuanto más
rápido se empiece la terapia, los resultados se darán con mayor rapidez y habrá más probabilidades
de éxito.
Debemos tener en cuenta cuatro aspectos:
- La psicomotricidad gruesa: se refiere al movimiento de los segmentos gruesos, como los brazos y
las piernas.
- La psicomotricidad fina: se refiere al movimiento de los segmentos finos, como los dedos.
- La sociabilidad: se refiere a la capacidad de relacionarse positivamente con los pares.
- El Lenguaje: se refiere a la capacidad de expresar verbalmente deseos, necesidades, afectos.
Instintivamente, los padres y madres entendemos cuáles son las necesidades de nuestros
niños y niñas. Sin embargo, no está de más nombrar los campos fundamentales, como son:
+ Una alimentación adecuada.
+ El contacto físico continuo y positivo.
+ El contacto visual permanente.
+ La comunicación verbal constante.
+ El estímulo de la afectividad.
+ El estímulo de la sociabilidad.
Repetimos que es sustancial respetar las etapas de desarrollo de niños y niñas, evitando
exigirles lo que aún no son capaces de realizar.