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LAS DIMENSIONES BÁSICAS DEL DESARROLLO HUMANO

La comunicación perfecta que tienen las neuronas y la velocidad con que viajan los
impulsos nerviosos, desde que el niño está en el vientre materno hasta por lo
menos veinte años de vida, permitirá alcanzar la funcionalidad óptima de las
diferentes estructuras del cerebro, entre ellas los lóbulos frontales, responsables de
muchas habilidades y funciones ejecutivas. La maduración que se va alcanzando
durante el proceso de neurodesarrollo permitirá nuevas habilidades que conforman
las seis dimensiones básicas del desarrollo humano que son: sensorial, emocional,
motora, social, moral y cognitiva.
En la primera infancia es donde presenciamos el despertar de las seis dimensiones
del desarrollo humano, y cada una de estas dimensiones tienen sus propias
habilidades y capacidades, pero necesitan relacionarse para formar nuevas
conductas, competencias o habilidades más complejas como por ejemplo
habilidades sensoriomotoras, que viene hacer la relación de la dimensión sensorial
con la motora.
DIMENSIÓN SENSORIAL

Los niños y niñas empiezan a descubrir el mundo y adquieren sus conocimientos a


través de los sentidos (oído, vista, gusto, tacto y olfato). Pues es a través de estos
sentidos son capaces de reconocer a su madre ya sea por la voz o por la suavidad de
sus manos.

Desde la dimensión sensorial van construyendo información importante que


ayudarán a desarrollar a las demás dimensiones, principalmente a la cognitiva. Por
esta razón es vital que los niños en la primera infancia realicen diversas actividades
como los juegos y manipulación de objetos que ayudarán a ir potenciando sus
conocimientos y desarrollando sus sentidos.

Ya lo decía Aristoteles: “no hay nada en nuestra mente que no haya entrado
por los sentidos”. Por ello se recomienda organizar los recursos y planificar las
actividades sensoperceptivas en los programas de desarrollo infantil temprano.

DIMENSIÓN EMOCIONAL

Es una de las dimensiones más importantes para el ser humano, y está compuesta
por los sentimientos, emociones y las habilidades para identificarlas, regularlas y
expresarlas. Esta dimensión influye en algunas otras dimensiones como es el de la
cognición y el comportamiento social. Un niño al nacer trae consigo una forma de
reaccionar y responder al mundo, esto se conoce como temperamento, que se va ir
moldeando de acuerdo al ambiente en donde viven, si el lugar o el ambiente donde
el niño va ir creciendo es positivo y contribuye al desarrollo, esto ayudará a que el
niño o niña aprende a autorregular sus emociones y a mejorar su conducta.

Por ello es importante que el niño o niña aprenda a reconocer sus sentimientos y
emociones y el saber porque se presentan, y la importancia que debe darle a cada
una de ellas. Como ya lo dijimos anteriormente es esencial cuidar el lugar o
ambiente en donde los niños crecen (hogar, escuela u otros sitios), que estos
lugares sean ejemplos y contribuyan al comportamiento y cuidado emocional.

DIMENSIÓN MOTORA

El movimiento es parte de la vida humana desde el nacimiento, empieza desde los


primeros movimientos, que son los reflejos hasta los movimientos más precisos,
como por ejemplo el pellizco.

A medida que el niño o niña vaya creciendo, estos movimientos cada vez son más
precisos y más finos provocando la madurez en los diferentes niveles del control
motor que conforman la dimensión motora en nuestros niños.

Es por tanto de vital importancia que el movimiento sea parte de la vida de


nuestros niños, puesto que con las actividades que van realizando, irán
fortaleciendo la dimensión motriz.

Finalmente, podemos mencionar que es muy importante que los niños crezcan y
se desarrollen en ambientes que le ofrezcan diversas actividades que permitirán
fortalecer la capacidad física.

DIMENSIÓN SOCIAL

La dimensión social permite la expresión del pensamiento, del conocimiento, de las


emociones y sentimientos desde distintas formas de comportamiento. Aunque en
la primera infancia, recién se despiertan habilidades sociales como la empatía, la
cognición social se va desarrollando gracias a la presencia de los demás. Con el
avanzar del proceso de neurodesarrollo, diferentes circuitos prefrontales comienzan
a asumir el rol de inhibir las respuestas de los circuitos subcorticales, facilitando así
la autorregulación social y prosocial, indispensables para vivir en sociedad

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