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ANA VILLALOBOS

TRASTORNO DE ESTRÉS

En contraposición a los enfoques fisiológicos y desde el pleno centro del


movimiento psicosomático, Engel (1962), confirmó la primera definición
de estrés en términos psicológicos:

“Estrés psicológico es todo aquel proceso causado tanto en el ambiente


exterior como en el interior de la persona, que impone un apremio o
exigencia sobre el organismo, cuya resolución o manejo requiere el
esfuerzo o la actividad del aparato mental, antes de que participe o sea
activado ningún otro sistema”.

Esta definición incluye como fuente de estrés procesos internos, con lo


que explicita un aspecto importante ya señalado por Cannon y Mason: lo
que determina la reacción de estrés es la consideración de las
circunstancias externas como nocivas. Elaboraciones mentales
patológicas, tales como amargarse la vida con opiniones negativas,
atemorizarse con anticipaciones destructivas o atormentarse
malinterpretando situaciones inofensivas son estresantes en sí mismas,
independientemente de su correspondencia en el mundo exterior.

Richard Lazarus, 1966, destacó la importancia de la conducta como


factor atenuador del estrés psicológico. Describió así estrategias de
afrontamiento, actividades dirigidas hacia la fuente del estrés, con valor
potencial para controlarlo o eliminarlo. La experiencia de dominio de la
situación a través de una conducta activa reduce los efectos
psicológicos del estrés, aunque no siempre influye en los efectos
endocrinos. Lazarus, fluctuó entre considerar el estrés como un estímulo
o como una respuesta, hasta que acabó por definirlo en términos de la
relación entre ambos:

“Estrés psicológico es una relación personal entre una persona y su


ambiente, que es evaluada por la persona como una imposición o
exigencia o como algo que excede sus recursos, poniendo en peligro su
bienestar”.

Resumiendo, el estrés se origina por la conjunción de tres grandes


grupos de variables: las propias del medio, o factores externos de
estrés; las propias de la persona o factores internos de estrés; y los
factores moduladores, que no están directamente relacionados ni con la
inducción ni con la respuesta de estrés, pero que condicionan o
modifican la interacción entre factores internos y externos.

TRASTORNO DE ESTRÉS AGUDO

El trastorno por estrés agudo consiste en una reacción disfuncional,


desagradable e intensa que comienza poco después de un acontecimiento
traumático o abrumador y que se prolonga durante menos de un mes. Si
los síntomas persisten durante más de un mes, se diagnostica un trastorno
de estrés postraumático .

(Véase también Introducción a los trastornos relacionados con traumas y


factores de estrés.)
Las personas con trastorno por estrés agudo desarrollan reacciones de estrés
agudo que aparecen dentro de un mes de su exposición a un evento traumático.
Estas reacciones al estrés consisten en aumentar la ansiedad, volver a
experimentar mentalmente el acontecimiento traumático, evitar recordatorios del
trauma, mostrar un estado de ánimo negativo, desarrollar síntomas
disociativos (incluidas la desrealización y la amnesia) y mostrar un aumento de la
excitación.
Las personas con este trastorno pueden presentar síntomas disociativos. Por
ejemplo, pueden sentirse emocionalmente insensibles o desconectadas de sí
mismas. Pueden tener incluso la sensación de que no son reales.
El grado de angustia después de un evento traumático en personas con trastorno
por estrés agudo tiende a ser mayor que el experimentado en personas con un
trastorno de adaptación.

Se desconoce el número de personas con trastorno por estrés agudo. La


probabilidad de desarrollar un trastorno por estrés agudo es tanto mayor cuanto
más grave o recurrente es el suceso traumático.

SÍNTOMAS

 Evaluación médica, basada en los criterios estándar de diagnóstico


psiquiátrico

El trastorno de estrés agudo se diagnostica cuando la persona afectada ha


estado

 Expuesta directa o indirectamente a un evento traumático

Además, también debe haber presentado al menos 9 de los síntomas siguientes


durante un periodo comprendido entre 3 días y 1 mes:

 Recuerdos angustiantes recurrentes, incontrolables e intrusivos del


acontecimiento al que ha estado expuesta

 Sueños angustiosos recurrentes del acontecimiento

 Sensación de revivir el acontecimiento traumático, por ejemplo en forma de


flashbacks
 Angustia psicológica o física intensa cuando recuerda el acontecimiento
(por ejemplo, al entrar en un lugar similar o al escuchar sonidos similares a
los que oyó durante el acontecimiento)

 Incapacidad persistente para experimentar emociones positivas (como


felicidad, satisfacción o amor)

 Alteración del sentido de la realidad (por ejemplo, sensación de


aturdimiento o de que el tiempo se ha hecho más lento)

 Incapacidad para recordar una parte importante del acontecimiento


traumático

 Esfuerzos para evitar recuerdos, pensamientos o sentimientos angustiantes


asociados con el evento

 Esfuerzos para evitar recordatorios externos (personas, lugares,


conversaciones, actividades, objetos y situaciones) asociados con el evento

 Alteraciones del sueño

 Irritabilidad o estallidos de ira

 Excesiva atención a la posibilidad de peligro (hipervigilancia)

 Dificultad para concentrarse

 Respuesta exagerada a los ruidos fuertes, los movimientos bruscos, u otros


estímulos (respuesta de sobresalto)

Además, los síntomas deben causar un grado significativo de angustia o


deteriorar notablemente el funcionamiento de la persona afectada.

Los médicos también deben comprobar que los síntomas no sean consecuencia
del uso de un fármaco o de otro trastorno.
Trastorno de estrés postraumático

Es un tipo de trastorno de ansiedad. Puede ocurrir después de que uno ha


experimentado un trauma emocional que implica una amenaza de lesión o de
muerte.
Causas
Los proveedores de atención médica no saben por qué los hechos traumáticos
pueden causar trastorno de estrés postraumático en algunas personas, pero no en
otras. Los genes, las emociones y el ambiente familiar también pueden jugar un
papel. Los traumas emocionales del pasado pueden incrementar el riesgo de este
trastorno después de un acontecimiento traumático reciente.

El trastorno de estrés postraumático (TEPT) es el cambio de la respuesta del


cuerpo a una circunstancia estresante. Normalmente, después del evento el
cuerpo se recupera. Las hormonas y los químicos del estrés que el cuerpo secreta
debido a dicho estrés regresan a los niveles normales. Por alguna razón, en una
persona con trastorno de estrés postraumático, el cuerpo sigue secretando las
hormonas y los químicos del estrés.

El trastorno de estrés postraumático puede ocurrir a cualquier edad y aparecer


luego de hechos como:

 Una agresión

 Accidentes automovilísticos

 Violencia doméstica

 Desastres naturales

 Encarcelamiento

 Agresión sexual
 Terrorismo

 Guerra

Síntomas
Hay 4 tipos de síntomas del trastorno de estrés postraumático:

1. Reviviscencia del hecho, lo cual perturba las actividades diarias

 Episodios de reviviscencias, en donde el incidente parece estar sucediendo de


nuevo una y otra vez

 Recuerdos reiterativos y angustiantes del hecho

 Pesadillas repetitivas del hecho

 Reacciones fuertes y molestas a situaciones que le recuerdan el hecho

2. Evasión

 Insensibilidad emocional o sentirse como si no le importara nada

 Sentimientos de indiferencia

 No poder recordar aspectos importantes del hecho

 Falta de interés en las actividades normales

 Mostrar menos expresión de estados de ánimo

 Evitar personas, lugares o pensamientos que le hagan recordar el hecho

 Sensación de tener un futuro incierto


3. Hiperexcitación

 Examinar siempre los alrededores en busca de signos de peligro (hipervigilancia)

 No ser capaz de concentrarse

 Sobresaltarse fácilmente

 Sentirse irritable o tener ataques de ira

 Tener dificultades para conciliar el sueño o para permanecer dormido

4. Pensamientos y estados de ánimo o sentimientos negativos

 Culpa constante acerca del hecho, incluso culpa del sobreviviente

 Culpar a otros por lo sucedido

 Incapacidad para recordar partes importantes del hecho

 Pérdida del interés por actividades o por otras personas

También puede tener síntomas de ansiedad, estrés y tensión:


 Agitación o excitabilidad
 Mareo

 Desmayo

 Sensación de latidos del corazón en el pecho

 Dolor de cabez
PERSONALIDAD

Existen muchas definiciones de la personalidad, y una de las más completas es


la de Bermúdez (1996), que la define como una “organización relativamente
estable de características estructurales y funcionales, innatas y adquiridas bajo las
especiales condiciones de su desarrollo, que conforman el equipo peculiar y
definitorio de conducta con que cada individuo afronta las distintas situaciones”.

No debemos confundir esta definición de la personalidad, con las frases hechas


que cotidianamente usamos, como “Fulanita tiene mucha personalidad” o “Fulanito
no tiene personalidad”. Aunque puedan relacionarse ambas ideas, no es
exactamente lo mismo.

Cuando usamos estas frases nos estamos refiriendo (o imaginando) a personas


con un carácter fuerte o con las ideas muy claras; es decir, utilizamos la
personalidad como sinónimo de carácter. Incluso, si matizáramos más aún,
veríamos que el carácter es un constructo más biológico o innato; sería como la
manera en la que una persona reacciona habitualmente frente a una situación.

Por contra, cuando hablamos de alguien “sin personalidad”, pensamos en


personas con las ideas poco claras, con falta de iniciativa, influenciables o incluso
dependientes. Es decir, atribuimos no tener personalidad a la falta de ciertas
características que no siempre tiene que tener una persona para que sigamos
considerando que tiene una personalidad u otra.

Todo esto forma parte del lenguaje común o de las expresiones verbales ; no
podemos considerarlo erróneo propiamente dicho, pero sí que es cierto que no
coincide con el concepto de personalidad que aquí estamos describiendo.

Así, vemos como la personalidad en realidad es mucho más que “tener o no


carácter”, y que además engloba muchas características de la persona: incluye su
forma de pensar, de sentir, de comunicarse, de vivir, de emocionarse, etc.
temperamento

Históricamente, ya Galeno (s. II) propuso la teoría de los 4 temperamentos


(melancólico, flemático, sanguíneo y colérico) basado en los 4 humores o fluidos
básicos. Este concepto fue importante en la psicología premoderna, y fue tratado
desde la filosofía por I. Kant y H. Lotze. Rudolf Steiner (1861–1925) destaca la
importancia del conocimiento del temperamento para la educación, y sus
aportaciones son fundamentales para las escuelas Waldorf. Steiner intuyó que las
dimensiones del temperamento van disminuyendo en importancia a medida que se
va desarrollando la personalidad a partir de la eclosión puberal. Sus aportaciones
siguen siendo válidas: el temperamento de una persona puede modificarse,
pueden combinarse distintos temperamentos en una misma persona, y la persona
puede actuar sobre su propio temperamento.

El temperamento se ha definido, clásicamente, como la predisposición emocional


congénita, la manera básica como un individuo se enfrenta y reacciona ante una
situación determinada. En otras palabras, el temperamento constituye la tendencia
constitucional del individuo a reaccionar de cierto modo ante su ambiente. Se trata
de diferencias innatas y reconocibles desde el momento del nacimiento 1. Es decir,
el temperamento es el estilo conductual o la reactividad emocional que manifiesta
un niño cuando interactúa con su ambiente.

Carácter

El temperamento y el carácter forman parte del mismo proceso de aprendizaje. El


carácter es el fruto de la experiencia y representa el modo como el individuo
interpreta las respuestas a los estímulos intrapsíquicos o a los provenientes del
medio que lo rodea. Por lo tanto, el carácter es escasamente heredado y está
influido por el aprendizaje sociocultural. Pero el carácter tiene capacidad para
modificar el temperamento, permitiendo al individuo aprovechar lo útil y amortiguar
las tendencias biológicas o los instintos menos deseables.
Dimensiones del Temperamento y caracter

En un estudio histórico realizado en 1956, Chess y Thomas (1996) evaluaron el


temperamento de 141 niños a partir de entrevistas con los padres. Referido como
el New York Longitudinal Study, los infantes fueron evaluados en 9 dimensiones
de temperamento. [1] Los comportamientos para cada uno de estos rasgos están
en un continuo. Estos rasgos incluyen:

 Nivel de actividad
 Ritmicidad (regularidad de las funciones biológicas)
 Acerco/retiro (cómo los niños manejan las cosas nuevas)
 Adaptabilidad a situaciones
 Intensidad de las reacciones
 ·Umbral de respuesta (qué tan intenso debe ser un estímulo para que el
niño reaccione)
 Calidad del estado de ánimo
 Distractibilidad
 Capacidad de atención
 Persistencia

Trastorno Límite De La Personalidad

El trastorno límite de la personalidad es una enfermedad mental que afecta


gravemente la capacidad de una persona para controlar sus emociones. Esta
pérdida de control emocional puede aumentar la impulsividad, afectar cómo se
siente una persona sobre sí misma y repercutir negativamente en sus relaciones
con los demás. Hay tratamientos disponibles para controlar de manera eficaz los
síntomas del trastorno límite de la personalidad. Obtenga más información sobre
este trastorno, cómo se diagnostica y cómo encontrar apoyo.
Criterios del trastorno límite de la personalidad DM5

Las personas con trastorno límite de la personalidad pueden tener cambios fuertes
en el estado de ánimo y sentirse inseguras sobre cómo se perciben a sí mismas.
Sus sentimientos hacia los demás pueden cambiar rápidamente y pasar de una
cercanía extrema a una aversión extrema. Estos sentimientos cambiantes pueden
originar relaciones inestables y dolor emocional.

Las personas con este trastorno también tienden a irse a los extremos, como
pensar que todo es bueno o que todo es malo. Sus intereses y valores pueden
cambiar rápidamente y pueden actuar de manera impulsiva o imprudente.

Otras señales o síntomas pueden incluir:

 Esfuerzos para evitar un abandono real o percibido, como iniciar precipitadamente


sus relaciones, o terminarlas con la misma rapidez.
 Un patrón de relaciones intensas e inestables con familiares, amigos y otros seres
queridos.
 Una autoimagen o sentido de identidad distorsionado e inestable.
 Comportamientos impulsivos y con frecuencia arriesgados, como derrochar el
dinero en compras excesivas, tener sexo sin protección, participar en consumo de
drogas y otras sustancias, conducir de forma temeraria y comer compulsivamente.
Tenga en cuenta que, si estos comportamientos ocurren principalmente en
momentos con un alto nivel de energía o en un estado de ánimo elevado, pueden
ser síntomas de un trastorno del estado de ánimo y no de un trastorno límite de la
personalidad.
 Comportamiento autodestructivo, como cortarse.
 Pensamientos recurrentes de conductas o amenazas suicidas.
 Estados de ánimo intensos y muy variables, con episodios que duran desde unas
pocas horas hasta varios días.
 Sentimientos crónicos de tener un vacío.
 Ira intensa e inapropiada, o problemas para controlar la ira.
 Sentimientos de disociación, como sentirse distanciado de sí mismo, observarse
desde fuera del propio cuerpo o tener sentimientos irreales.

No todas las personas con trastorno límite de la personalidad tendrán todos estos
síntomas. La gravedad, la frecuencia y la duración de los síntomas dependen de la
persona y su enfermedad.

El índice de autolesiones y conductas suicidas es considerablemente más alto en


las personas con trastorno límite de la personalidad que en la población en
general.

Las personas con este trastorno que están pensando en hacerse daño o en
intentar suicidarse necesitan ayuda de inmediato.

Si usted o alguien que conoce se encuentra en peligro inmediato o está pensando


en hacerse daño, llame gratis a la Línea Nacional de Prevención del Suicidio al
1-888-628-9454. También puede enviar un mensaje de texto a la Línea de
Mensajes de Texto en Tiempos de Crisis (AYUDA al 741741) o visitar el sitio
web de la Línea Nacional de Prevención del Suicidio
Trastornos específicos de la personalidad según CIE 10

Incluye trastornos graves del carácter constitutivo y de las tendencias


comportamentales del individuo, que normalmente afectan a varios aspectos de la
personalidad y que casi siempre se acompañan de alteraciones personales y
sociales considerables.

Los trastornos de la personalidad tienden a presentarse en la infancia y


adolescencia y a persistir durante la edad adulta. Por ello es probable que un
diagnóstico de trastorno de personalidad sea adecuado antes de los 16 ó 17 años.

A continuación, se presentan las pautas generales de diagnóstico


correspondientes a todos los trastornos de la personalidad. El resto de las
características complementarias se especifican en cada uno de los subtipos.

Pautas para el diagnóstico

Se requiere la presencia de una alteración de la personalidad no directamente


atribuible a una lesión o enfermedad cerebral importante, o a otros trastornos
psiquiátricos, que reúna las siguientes pautas:

1. Actitudes y comportamiento marcadamente faltos de armonía, que afectan por


lo general a varios aspectos de la personalidad, por ejemplo, a la afectividad, a la
excitabilidad, al control de los impulsos, a las formas de percibir y de pensar y al
estilo de relacionarse con las demás personas.

2. La forma de comportamiento anormal es duradera, de larga evolución y no se


limita a episodios concretos de enfermedad mental.

3. La forma de comportamiento anormal es generalizada y claramente


desadaptativa, para un conjunto amplio de situaciones individuales y sociales.

4. Las manifestaciones anteriores aparecen siempre durante la infancia o la


adolescencia y persisten en la madurez.
5. El trastorno conlleva un considerable malestar personal, aunque éste puede
también aparecer sólo en etapas avanzadas de su evolución.

6. El trastorno se acompaña, por lo general aunque no siempre, de un deterioro


significativo del rendimiento profesional y social. Para diagnosticar la mayoría de
los tipos citados más abajo, se requiere a menudo la presencia de al menos tres
de los rasgos o formas de comportamiento que aparecen en su descripción.

Trastorno de inestabilidad emocional de la personalidad

Trastorno de personalidad en el que existe una marcada predisposición a actuar


de un modo impulsivo sin tener en cuenta las consecuencias, junto a un ánimo
inestable y caprichoso.

La capacidad de planificación es mínima y es frecuente que intensos arrebatos de


ira, conduzcan a actitudes violentas o a manifestaciones explosivas; éstas son
fácilmente provocadas al recibir críticas o al ser frustrados en sus actos
impulsivos.

Se diferencian dos variantes de este trastorno de personalidad que comparten


estos aspectos generales de impulsividad y falta de control sobre si.

Trastorno de inestabilidad emocional de la personalidad de tipo impulsivo

Las características predominantes son la inestabilidad emocional y la ausencia de


control de impulsos. Son frecuentes las explosiones de violencia o un
comportamiento amenazante, en especial ante las críticas de terceros. Incluye:

1. Personalidad explosiva y agresiva.

2. Trastorno explosivo y agresivo de la personalidad. Excluye el trastorno disocial


de la personalidad (F60.2). 4. F60.31 Trastorno de inestabilidad emocional de la
personalidad de tipo límite Se presentan varias de las características de
inestabilidad emocional. Además, la imagen propia, los objetivos y preferencias
internas (incluyendo las sexuales) a menudo son confusas o están alteradas. La
facilidad para verse implicado en relaciones intensas e inestables puede causar
crisis emocionales repetidas y acompañarse de una sucesión de amenazas
suicidas o de actos autoagresivos (aunque éstos pueden presentarse también sin
claros factores precipitantes). Incluye: 1. Personalidad borderline. 2. Trastorno
borderline de la personalidad.

CRITERIOS DEL TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD CIE 11

En respuesta a estas dificultades, la propuesta del Grupo de Trabajo del CIE-11


pretende mejorar la utilidad clínica y la aplicabilidad global del diagnóstico de
trastorno de personalidad, adoptando un enfoque dimensional basado en la
revisión de la literatura académica y en las propias investigaciones de campo
previas (Tyrer, Crawford y Mulder, 2011; Tyrer et al., 2011). que muestran que no
existen límites precisos entre la normalidad y los trastornos de personalidad, sino
que más bien se presenta un continuo entre estos. De esta forma, se suprimen las
diversas categorías diagnósticas del CIE-10 en favor de tomar una única decisión
sobre si existe o no un trastorno de personalidad de acuerdo a una serie de
criterios y, posteriormente, se establece el nivel de severidad del trastorno y la
cualidad del mismo mediante la descripción en cinco dominios de rasgos.

Estas valoraciones suponen tres etapas de una estra- tegia metodológica y de un


proceso de evaluación que puede poner en marcha cualquier profesional de la
salud, dejando solo algunos rasgos de mayor com- plejidad (por ejemplo, el
especificador opcional ‘patrón borderline’) para ser analizados por especialistas.

La propuesta de la CIE-11 conlleva importantes avances conceptuales, empíricos


y metodológicos que enmarcan las tendencias actuales respecto a la comprensión
y el diagnóstico del trastorno de personalidad desde el sistema diagnóstico oficial
más usado en el mundo, el cual supone la clasificación autorizada para los 194
países de la OMS, incluyendo los EE.UU. (Oltmanns y Wi- diger, 2018). No
obstante, su implementación abre nuevos interrogantes que tendrán que irse
resolviendo a través de futuras investigaciones acerca de lo que podría
considerarse como psicopatológico en el ámbito de la personalidad, sobre su
validación y sobre las implicaciones de este nuevo modelo en la práctica
diagnóstica y terapéutica en diferentes poblaciones y contextos culturales, dada la
crucial aspiración con la que nace en términos de utilidad clínica.

Por todo ello, en el presente artículo se revisa el modelo de evaluación y


diagnóstico dimensional del trastorno de personalidad según el CIE-11, sus an-
tecedentes históricos y algunos hallazgos actuales, con el objetivo de analizar sus
ventajas respecto a los sistemas diagnósticos categoriales y plantear algunos
interrogantes acerca de su validación empírica y sus implicaciones, tanto en el
ámbito de la práctica profesional como a nivel social.

Trastorno de personalidad leve


Funcionamiento del yo. Las alteraciones afectan algunas áreas del
funcionamiento, aunque no todas (por ejemplo, problemas con la autodirección en
ausencia de problemas con la estabilidad y la coherencia de la identidad o la
autoestima), y pueden no ser evidentes en algunos contextos.

Funcionamiento en las relaciones interpersonales. Hay problemas en muchas


relaciones interpersonales o en el desempeño de los roles ocupacionales y social
es esperados, pero algunas relaciones se mantienen o algunos roles se llevan a c
abo.

Gravedad de las manifestaciones. De gravedad leve. Generalmente no se asocia


con daños sustanciales a sí mismo ni a los demás.

Interferencia en el funcionamiento. Puede estar asociado con un malestar


significativo
o con un deterioro en las áreas personales, familiares, sociales, educativas, ocupa
cionales u otras áreas importantes del funcionamiento que se limitan a áreas
circunscritas (relaciones
románticas, empleo) o están presentes en múltiples áreas, pero de manera leve.

Trastorno de personalidad moderado

Funcionamiento del yo. Las alteraciones afectan a múltiples áreas del funcionamie
nto de la personalidad (por ejemplo, identidad o sentido de sí mismo, capacidad
para establecer relaciones íntimas, capacidad para controlar los impulsos y
modular el comportamiento). Sin embargo, algunas áreas del funcionamiento de la
personalidad pueden verse relativamente menos afectadas.

Funcionamiento en las relaciones interpersonales. Hay problemas marcados en la


mayoría de las relaciones interpersonales, y el desempeño de la mayoría de los
roles sociales y ocupa cionales esperados están comprometidos en cierta medida

. Es probable que las relaciones


se caractericen por el conflicto, la evitación, el retiro o la dependencia extrema (po
r ejemplo, pocas amistades, conflictos persistentes en las relaciones laborales y lo
s consiguientes proble mas laborales, relaciones románticas caracterizadas por p
erturbaciones graves o una sumisión inadecuada).

Gravedad de las manifestaciones. Generalmente de gravedad moderada. A veces


se asocia con daños a sí mismo o a otras personas.

Interferencia en el funcionamiento. Se relaciona con un deterioro marcado en las á


reas personales, familiares, sociales, educativas, ocupacionales o en otras áreas i
mportantes de fun cionamiento, aunque puede mantenerse el funcionamiento en a
lgunas áreas circunscritas.
Trastorno de personalidad grave
Funcionamiento del yo. Hay alteraciones graves en el funcionamiento del yo (por
ejemplo, el sentido del yo puede ser tan inestable que los individuos informan que
no tienen una
noción clara de quiénes son o son tan rígidos que se rehúsan a participar en todas
o en casi todas las situaciones; la visión de sí mismos puede caracterizarse por
autodesprecio o grandiosidad y excentricismo).

Funcionamiento en las relaciones interpersonales. Los problemas en el


funcionamiento interpersonal afectan gravemente a prácticamente todas las
relaciones, y la capacidad y la voluntad para desempeñar los roles sociales y
laborales esperados están ausentes o están gravemente comprometidos.

Gravedad de las manifestaciones específicas. Las manifestaciones específicas de


la
alteración de la personalidad son graves y afectan a la mayoría, si no a todas, de l
as áreas de funcionamiento de la personalidad. El trastorno de personalidad grave
a menudo se asocia con daños a sí mismo u otras personas.

Interferencia en el funcionamiento. Se asocia con un deterioro grave en todas o ca


si todas
las áreas de la vida, incluidas las áreas personales, familiares, sociales, educativa
s, ocupaciona les y otras áreas importantes de funcionamiento.

Nota. Información correspondiente a la última actualización del cie-11 en su


versión en español en septiembre de 2020 (oms, 2020).

), constituyendo así límites entre normalidad y anormalidad.

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