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EL CUERPO

La conciencia corporal fuese el exclusivo sitio de la patología, y solo su ausencia definiera la salud.
El cuerpo humano es pivote de la inserción del ser humano en el tejido de todo el mundo, solo
existe para la conciencia del individuo; en los instantes que deja de consumar sus funcionalidades
comunes, una vez que desaparece la rutina de la vida diaria o una vez que se rompe el silencio de
los órganos.
En la vida de cada día estamos guiados por una red de ritos que borran la prueba corporal
paralelamente que, con paz, lo inscriben en el caso vivida. E las colaboraciones diarias nada cambia
el trueque ritualizado, únicamente se crea en sitios y tiempos privilegiados.
La imagen corporal es la representación que el individuo se hace corporal, la forma en la que se le
surge más o menos conscientemente por medio del entorno social y cultural de su historia personal.
El cuerpo humano es el sitio de la separación, se le da el privilegio de la reconciliación. Es allí
donde debemos utilizar el bálsamo. La acción sombre el cuerpo humano se traduce en la voluntad
de cubrir la distancia entre la carne y la consciencia, de borrar la alteridad inherente a la condición
humana.
La extrañeza no nace de afuera más que por haber surgido de adentro. Al desarrollarse un
trasplante el cuerpo humano tiende a hacer un don del otro, una complicidad o de una identidad
secreta, fantasmal entre el donante y el trasplantado. Y sin embargo el cuerpo humano además
tiende a rechazarlo al intruso.
Mi cuerpo humano es eso a solo lo que no me puedo dividir, estoy plenamente ligado a él. La utopía
es un espacio fuera de todos los sitios, sin embargo, es un espacio donde tendré un cuerpo humano
sin cuerpo humano, un cuerpo humano que va a ser hermoso, límpido, transparente, luminoso,
veloz, colosal en su potencia, infinito en su duración, desligado, invisible, salvaguardado,
constantemente transfigurado; y es bien viable que la utopía primera, aquella que es la más
inextirpable en el corazón de los hombres, sea justamente la utopía de un cuerpo humano
incorpóreo. Existe la utopía de borrar los cuerpos. Dicha utopía es el territorio de los muertos. Las
momias es la utopía corporal negado y transfigurado. cuerpo humano incomprensible, Cuerpo
humano penetrable y opaco, cuerpo humano abierto y cerrado: cuerpo humano utópico. Entonces, el
cuerpo humano, en su materialidad, en su carne, podría ser como el producto de sus propias
fantasías.
Quizás habría que mencionar además que hacer el amor es sentir su cuerpo humano que se cierra
sobre sí, es al final existir fuera de toda utopía, con toda su densidad, en medio de las manos del
otro. Bajo los dedos del otro que te recorren, cada una de las piezas invisibles de tu cuerpo humano
se ponen a existir, contra los labios del otro los tuyos se tornan propensos, delante de sus ojos
semicerrados tu cara consigue una certidumbre, existe una mirada al final para ver tus párpados
cerrados. Además, el amor, como el espejo y como el deceso, apacigua la utopía de tu cuerpo
humano, la hace callar, la tranquilidad, y la engloba como en una caja, la clausura y la sella. Por esa
razón es un pariente tan próximo de la ilusión del espejo y de la amenaza del deceso; y si pese a
aquellas 2 figuras peligrosas que lo rodean a uno le encanta tanto hacer el amor es pues, en el amor,
el cuerpo humano está aquí.
No puedo entender la funcionalidad corporal viviente más que llevándola yo mismo a cabo y en el
tamaño en que yo sea un cuerpo humano que se eleva hacia el planeta. El cuerpo humano no podría
ser comprendido más que la experiencia del mismo que hace durante todo aquel proceso y que
requiere de todo el mundo como correlato de su acción. Con esto se desea mencionar que el cuerpo
humano es la condición de la conciencia, debido a que el cuerpo es él mismo individuo en diálogo
con el planeta y con los otros.
Merleau-Ponty confiere al cuerpo humano un sentido congénito, capaz de comunicarlo a las cosas
de alrededor. El cuerpo humano desvela las significaciones de las cosas y, además, tiene la función
de proyectar este sentido.
Merleau-Ponty habla de la unidad natural entre cuerpo humano y objeto, sin embargo, esta unidad
se da ya en la fase procedente, en la pre constitución de toda vivencia. Cada percepción parte ya de
una síntesis, hecha en este análisis o fase general previa. El objeto que yo percibo es observado
como una unidad de sentido, por medio de la síntesis que ya ha llevado a cabo el cuerpo humano en
la fase previa. Como asegura Merleau-Ponty para que percibamos las cosas es menester que las
vivamos y fácil y llanamente, primero las cosas son vividas, luego conocidas y para ser percibidas
es menester que anteriormente las hayamos vivido. Anterior al entendimiento del objeto existe una
vivencia vivida que debería darse a un grado preconsciente.
La intencionalidad corporal nos abre a un mundo vivido, a un mundo personal que se levanta sobre
mi cuerpo humano anónimo y generalizado, común a todos los hombres.
El cuerpo humano propio es el grupo de condiciones específicas bajo las cuales un plan existencial
se hace y se convierte en propiamente de uno. Por esa razón, el cuerpo humano propio es el cuerpo
humano penetrado, trazado ya por los proyectos existenciales.
La anosognosia es la falta de un pedazo de la representación corporal que debe darse, debido a que
el integrante que corresponde está allí: el integrante espectro es la existencia de una sección de la
representación corporal que no debe darse, debido a que el integrante que corresponde no está allí.
Lo cual postula Merleau-Ponty se basa en reconocer que el cuerpo humano del enfermo no puede
actuar y dirigirse hacia el planeta propio, como si nada hubiera pasado, ya que los obstáculos del
déficit no se lo permiten. El cuerpo humano enfermo tiene una interacción tiesa con el planeta y una
inviabilidad de conectarse con los objetos de manera diversa.
El planeta ficticio surge una vez que el planeta usual todavía es algo para el enfermo, aunque su
nuevo modo de ser no le posibilita alcanzarlo, debido a que el planeta no se alcanza más que por el
cuerpo humano que, en esta situación, se ve reducido.
Su humanidad radica, claramente, en dicha indisoluble y importante unidad en el viviente entre los
coprincipios corpóreo y espiritual, por lo cual denominamos a todo humano como “espíritu
encarnado” o “cuerpo espiritualizado”.
El dualismo, que entendió lo corpóreo y lo espiritual en el ser humano como 2 sustancias enteras
que solamente se integran en forma accidental. El alma está unida al cuerpo humano por accidente,
por consiguiente, su estado de alianza al cuerpo humano es agresivo y tiende a dividirse de él para
regresar a su estado primigenio, mejor dicho, para volver a la contemplación de las Ideas.
Aristóteles parte del caso concreta del ser humano que es uno, es un todo sustantivo, una unidad
importante. Estima que lo orgánico y lo espiritual son sustancias incompletas, que solamente unidas
sustancialmente conforman la sustancia completa, vale mencionar, el ser humano concreto. Dice
que para todo ente natural hay 2 coprincipios: materia y forma, que no poseen realidad propia por
separado. Lo existente es la materia informada en la persona importante.
Tomás de Aquino, asegura que “el alma no es el hombre” ya que ser alma es ser inicio espiritual,
en tanto ser hombre es además ser cuerpo humano, tener en común con el animal el sentir que
involucra un cuerpo humano.
En la modernidad, Descartes, vuelve a obligar el dualismo. El ser humano para el raciocinio
cartesiano se divide en res cogi tans (ser pensante) y res amplia (ser cuerpo). Junto con esta idea
cambia la de cuerpo humano, que deja de reflejar el sistema de correspondencia del universo y de
ser parte constitutiva de un todo orgánico para pasar a ser un objeto cuyos movimientos son
explicados en una forma meramente mecánica. El cuerpo humano, como un objeto más de todo el
mundo sensible, es interpretado acorde a la idea mecánica de sustancia puramente geométrica,
tomando en cuenta los cuerpos vivientes como máquinas o autómatas.
La corporeidad tiene en la gente un carácter ambiguo, puesto que, por un lado, se usa como
herramienta, debido a que por medio corporal conocemos el planeta o amamos a nuestros propios
seres queridos, sin embargo, sin embargo, la corporeidad trasciende el marco de la
instrumentalidad, por ser el sitio donde el yo crece y se lleva a cabo.
La vivencia de la corporeidad. Cada ser humano tiene su propia e intransferible vivencia de la
corporeidad. El cuerpo humano, con sus aspectos particulares, nos es dado, empero cada individuo
convierte dicha facticidad en métodos de vida. El cuerpo humano que somos explica nuestra
facticidad y nuestro perspectivismo.
La corporeidad nos conduce al asunto de la identidad personal, siendo todos nosotros mismos una
realidad encarnada, la conciencia de cada uno de los puntos de la corporeidad alimenta la emoción
de identidad al ligarse con impresiones de potencia o fragilidad, torpeza o destreza, gracia física o
desgarbo, intenso o tenue diferenciación sexual.
El razonamiento y el dominio de todo el mundo permanecen sometidos al reconocimiento del ser
humano por parte de las personas. El encuentro con el otro constituye un dinamismo concreto que
abre al hombre a la trascendencia y a la esperanza religiosa.
Argumento per analogiam, comprende 3 aspectos: primero nos conocemos a nosotros (en la
interioridad de una conciencia cerrada), en un segundo instante conocemos la exteriorización en el
cuerpo humano: palabras, sonrisas, gestos, etcétera.; en un tercer instante se halla que en medio de
las cosas objetivas que pudimos encontrar hay varias que representan expresiones análogas a esas
con las que expresamos nuestra interioridad; y concluimos entonces que aquellas expresiones deben
ser causadas por un individuo igual a nuestro yo.
¿qué es el yo? Nada más que un haz o recolección de percepciones que se siguen unas a otras con
enorme rapidez, en eterno desplazamiento. Las percepciones continuas ocasionan la iniciativa de
espíritu.
El ser con los otros y para otros pertenece al núcleo mismo de la realidad humana. El ser con los
otros supone que el ser humano no está jamás solo. Su realidad personal está continuamente dirigida
hacia los otros, ligada a los otros, en comunión con los otros.
El término es una de las protestas humanas que revelan con más claridad la composición dialogal e
interpersonal de la realidad. Por medio del vocablo se trasmite la riqueza de una cultura, o sea que
los significados de todo el mundo y de las cosas se abren por medio del término a todo nuevo ser
humano que entra a conformar parte de la sociedad. El sentido de las cosas no pasa precisamente
por medio del vocablo en sentido riguroso. Existe además un grupo de reacciones que se aprenden
en el contacto con los otros y para las cuales faltan a menudo los vocablos idóneos.
La función de idolatrar y de vivir el amor en la independencia del don es dependiente del hecho de
haber recibido un amor autentico y verdadero. El amor resulta imprescindible para la ejecución del
ser humano; es un hecho que justamente en la contestación al amor y las denominadas que el ser
necesitado lidera a los otros, es donde el ser humano se lleva a cabo de verdad a sí mismo y llega a
la madurez de su realidad humana. El ser humano maduro y logrado es el ser humano que consigue
vivir un amor real y autentico a los otros.
El individuo es el ser del vocablo y del amor, en lo que la cosa es la verdad sobre lo cual se habla y
de la que se puede contar con.
El ser humano es el propio cuerpo humano y no obstante tiene cuerpo humano, en cuanto que no lo
tiene jamás perfectamente, ni lo domina plenamente, ni consigue dispensarse de sus leyes y
dinamismos.
El cuerpo humano y el alma para Platón son 2 realidades profundamente distintas, empero por
cierto y precisamente interdependientes. Se basa en recalcar que la ejecución autentica del ser
humano no está en el cuerpo humano ni pasa por medio corporal, sino que ha de buscarse en la
realidad espiritual que se libera gradualmente de todo el mundo y de la materia. El verdadero amor
es el amor que no se detiene en el cuerpo humano ni en la esfera del tener, sino que se orienta de
manera directa al tú de la otra persona. (amor platónico)
El cuerpo humano es una realidad existente y funciona en ventaja de unos principios organizados
propios y puramente materiales. El alma espiritual, conciencia, es una realidad plenamente diversa
corporal. Es conciencia pura, transparente a si misma debido a que tiene necesidad de pensar para
poner en claro sus propios conceptos.
El hecho de pensar va ligado precisamente a el término. Pensar o sea que son las cosas y los
individuos. El raciocinio no se identifica indudablemente con el término, sin embargo, no existe sin
una expresión en alguna forma de palabra, y progresa construyendo novedosas vivencias en el
término.
El desarrollo del individuo humano es dependiente de la construcción de una cultura humana. La
unidad con el cuerpo humano se declara con la claridad en el hecho de que no es viable hacer la
vida personal y espiritual fuera de los intercambios culturales con otros humanos en el planeta.
Yo soy mi cuerpo humano, soy corpóreo. El cuerpo humano es vivido a partir de dentro como yo
mismo. El cuerpo hace referencia al hecho de que el organismo participa en toda la ejecución del
individuo y que esta se expresa y se hace en el cuerpo humano y por medio corporal. En otros
términos, el cuerpo humano no es solo un organismo que vive objetivamente e independientemente
de sí mismo. Es uno el que vive, el que siente, el que habla, el que sufre, etcétera.
El cuerpo además puede indicar el grupo de interrelaciones y de realizaciones que una persona ha
realizado en su realidad. El cuerpo humano en este sentido no es únicamente una probabilidad
abstracta de comunicar y de hacer, sino que es la vida elaborada, lo cual se proyecta y llevado a
cabo, las interacciones establecidas, etcétera.
La no identificación sugiere excedencia persistente en relación a cada una de las virtualidades
corporal orgánico. Es así como el cuerpo humano queda recubierto de expresiones humanas y
simbólicas. Todo hombre es en esencia un yo ante un tú, o sea que no halla sus raíces en la
objetividad corpórea. Todo cuerpo humano en cuanto objetivo está unificado con el otro y tiene en
cierto modo algo en común con el otro.
El sentido humano corporal, viene de todo el individuo humano en sus interrelaciones y puntos
constitutivos. Solo a la luz de la integridad del individuo es viable entender y ver el sentido humano
corporal y de las ocupaciones corporales. El cuerpo humano es el campo expresivo del individuo, el
sitio donde toman maneras específicas de las modalidades humanas.
El cuerpo es el individuo humano en cuanto que se expresa y se hace evidentemente en el planeta,
en otros términos, en la comunicación con el resto y en la transformación de mundo como camino
de reconocimiento de los otros.
El cuerpo humano es el inicio de dominio y de instrumentalidad. Por medio del dominio sobre las
fuerzas del propio cuerpo humano el ser humano tiene ya drásticamente el dominio de las cosas de
la naturaleza y puede intervenir para transformarlas al servicio de las personas. En comienzo el
instrumento es una cosa material que es utilizada y adaptada para hacer un fin definido.

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