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HEINZ HARTM .&..L
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Traducción de : ·
MANUEL DB LA ESCALERA
Revisión de :
DANIEL JIMÉNEZ CASTILI.EJO
Título original:
Essays on Ego Psychology
© 1964 by Intemational University Press, New York
Impreso en México ·
PREFACIO
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l. EL PSICOANALISIS Y EL CONCEPTO D·E SALUD
(1939)
No FALTARÍAMOS a la verdad si afirmáramos que en los círculos
psicoanalíticos se atribuye menos importancia a la distinción
entre la conducta sana y la conducta patológica que fuera de
esos círculos. No obstante los conceptos de ''salud'' y de ''enfer
medad''. ejercen siempre una influencia '·'latente'', por decirlo
así, sobre nuestro pensamiento analítico habitual, y no deja de
ser útil el intento de esclarecer las implicaciones de estos térmi
nos. Ade1nás sería un error suponer que este tema posee sólo un
interés teórico y que carece de toda significación práctica. Pues
en muchas ocasiones, cuando ya se ha dicho y hecho todo, de
penderá del concepto psicoanalítico de -la salud el que recomen
demos un periodo de tratamiento analítico o determinemos los
cambios que nos gustaría ver producirse en un paciente, o que
consideremos si puede darse por terminado un análisis así
que el asunto resulta importante como factor para nuestros jui
cios sobre las indicaciones del presente. Diferencias de pers
pectiva en este terreno conducirán finalmente a diferencias en
nuestra técnica terapéutica, como la previó con toda claridad
Ernest Janes ( 1913) hace muchos años.
Cuando· el psicoanálisis estaba aún en la infancia, parecía
cuestión relativamente sencilla definir la .salud y la enfenn�dad
mental. En esa época nos dimos cuenta, por primera vez, de los
conflictos que dan origen a la neurosis y creímos que, de ese
modo, habíamos conquistado · el derecho a diferenciar la saluq
de la enfer1nedad. Pero po·steriormente se ·descubrió que podía
demostrarse que conflictos que habíamos llegado a mirar como
patógenos existían también en las personas sanas;· así quedó de
manifiesto que la alternativa entre la salud y la enfer1nedad es
taba determinada más bien por facto·res temporales y cuantita
tivos. En una amplitud aún mayor que la de cualquiera otra
consideración· teórica, nuestra experiencia terapéutica nos obligó
a admitir esta verdad, poniendo al descubierto que nuestros · es
fuerzos habían tenido un éxito muy variable ·y que no· siempre
hemos podido aceptar las explicaciones corrientes sobre la· res
ponsabilidad de este estado de cosas. Por último nos vimos
forzados a llegar a la conclusión de que el factor cuantitativo
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de la fuerza de los impulsos instintivos y un factor cuantitati
vo que reside en las funciones del yo habían adquirido aquí, al
lado de otro·s factores por supuesto, una importancia que les
era .propia. Era evidente, además, que los mecanismos no eran
patógenos co·mo tales, sino sólo en virtu·d de su valor topográ
fico en el espacio y de su valor dinámico en la acción, si puedo
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18 EL PSICOANALISIS Y
(1944)