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Muchas veces ignoramos quienes somos y el ignorarlo hace que no tengamos el poder,
la autoridad y el dominio para poder ejercer nuestros derechos.
“Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay
en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean
potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las
cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia,
él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga
la preeminencia”. Colosenses 1:16-18
Conforme el valor que des a ti mismo, así serás, conforme te identifiques con lo que
eres, eso serás, muchos de nosotros nos encontramos en condiciones malas y situaciones
tan difíciles porque no sabemos quiénes somos y por no saberlo, son muchas las
oportunidades que perdemos, así como cosas que son para nuestro beneficio y que
podemos adquirir por derecho.
Toda acción y actividad de Dios se haya motivada por Su deseo y pasión de usarnos
para traer Su reino a la tierra, en esto se concentra la meta, visión y propósito de Dios
para nosotros.
Dios quiere que seamos entendidos para traer Su reino a la tierra y el reino de Dios no
es más que un concepto de gobierno real y soberano, y nosotros somos los llamados a
traer este reino a la tierra. Dios gobierna soberanamente como rey, Él es soberano y
gobierna sobre todas las obras que ha hecho, esto quiere decir que gobierna sobre todo
el universo.
Todos iguales nos hace débiles, sin embargo, cuando somos Iglesia, mi debilidad se
complementa con la fortaleza del otro, logrando así, que ambos nos levantemos. Hasta
que no entendamos que somos Iglesia, no seremos capaces de manifestar Su reino;
siendo nosotros Iglesia, vivimos dos mundos, uno físico y uno invisible que
comprometen nuestros sentidos, el mundo espiritual invisible está por encima del
mundo natural visible y nosotros somos los llamados a traer lo sobrenatural a lo natural,
pero para hacerlo, tienes que tener clara tu identidad, tienes que saber quién eres.
“Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en
la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean
potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas,
y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es
el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la
preeminencia”.
Tenemos que definir que si en Él todo subsiste, si somos Iglesia y todo lo que Dios hizo,
lo hizo en Él y para Él y nos dice que Él es nuestra cabeza, no debemos insistir y entrar
con nuestra cabeza.
Al menos debes intentar introducirte en lo espiritual, porque todo lo que has visto y que
estás viendo ha salido de lo invisible y aun así, no eres capaz de introducirte en lo
invisible para mejorar.
Tiene que haber en ti una inconformidad santa, porque es el diablo que provoca que a lo
nuevo ni lo mires, es por esto, que cuando algo nuevo sucede, algo que no habías visto,
dudas y viene la incredulidad. La idea del enemigo es encasillarte para que no veas la
grandeza de Dios.
Lo original tuyo está en el ámbito de lo invisible, por eso, tus pensamientos, actitudes y
hábitos son ilegales. Dios necesitaba ser reconocido como Dios y cuando hizo a Adán,
quería que entendiera que todo lo que iba a hacer por ellos, iba a salir de lo invisible por
el poder de Su palabra. Dios nos hizo a Su imagen y semejanza, no para conformarnos
con lo que vemos, sino en conformarnos por lo que va a venir.
Lo natural y lo visible que tienes no es para que te acostumbres, es más bien, para que te
empuje a un nivel espiritual que es mayor que es donde verdaderamente están tus
victorias y triunfos. Aquel que pretende vivir en plenitud por lo que tiene está perdido y
hasta que no quitemos esta forma de vernos, no vamos a crecer. La Palabra establece
que somos reyes y sacerdotes.
“y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”.
Cuando el hombre tiene un llamado, Satanás no va a ir en contra de él, sino que irá a la
mujer para hacerle oposición a ese llamado.
Tienes que aprender que lo que estás viviendo, te lo ha puesto Dios para que aprendas
que eso no es lo que te corresponde, te lo puso para que te actives y te aceleres,
cansándote de la pequeña tribulación, para que te muevas de gloria en gloria y de fe en
fe.
Lo que Dios está permitiendo es para que entiendas que ese no es tu status, sino que Él
quiere que entres en Su gloria.
Satanás nos entretiene con las cosas que se ven y tomamos decisiones basadas en ellas y
nos equivocamos tanto, siempre les digo, mientras estamos en adoración que cierren sus
ojos, porque mientras los tengas abiertos, te vas a entretener con lo que ves para que no
entres en el espíritu, con las cosas que no se ven pero que son eternas y que son para ti.
Con lo físico sobrevives pero con lo invisible vas a manifestar y a vivir su gloria, por
eso nos hizo a imagen y semejanza, porque el reino invisible es a través de tu espíritu.
Adán y Eva aquí en la tierra, vivían en el reino, mas perdieron eso y también nosotros,
perdimos la plenitud de Su reino pero algo quedó dentro de nosotros, sólo que Su poder,
reino, gobernabilidad y autoridad quedaron distorsionados. Adán y Eva sabían que el
poder era de Dios y cuando ellos fallaron, esto se distorsionó y el poder de Dios cambió
por el de nosotros, ellos sabían que todas las decisiones eran de Dios y podían verlo cara
a cara, pero al ellos fallar esa imagen también quedó distorsionada.
Hay personas que su dios es el dinero, el trabajo o su cuerpo físico, o lo puede ser el
marido o los hijos, y esto sucede porque distorsionamos la imagen de Dios, formando
así nuestros propios dioses. Tu dios pasa a ser todo aquello que te gobierna, si la ira o
los celos te dominan, son dioses para ti.
Dios nos envió a Su hijo para recuperar las cosas perdidas, Jesús vino a enseñarnos a
recuperar esas cosas, que no están perdidas, sino distorsionadas. El evangelio dice que
somos pámpanos pegados a la vid, Jesús es el primogénito y nosotros sus hermanos, El
vino a enseñarnos que somos reyes y sacerdotes y que tenemos una identidad, por eso
Jesús siempre hablaba de cambio y transformación, de regeneración en nuestra mente,
porque en nuestra mente están los dioses que nos hacemos.