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MÚSICA

Ellis Marsalis: “El jazz


tradicional es Louis Armstrong”
El patriarca de los Marsalis, una de las grandes familias del
jazz, vuelve a España con 81 años acompañado de su hijo
Bradford a dejar su sello en el Festival de San Sebastián
Pablo Ximénez de Sandoval

19 de julio de 2016
Ellis Marsalis en el New Orleans Jazz & Heritage Music Festival de
2013. TYLER KAUFMAN/FILMMAGIC

Ellis Marsalis ha llegado a ese punto de la vida en el que el tiempo se cuenta


en nietos. Es la única referencia que tiene para recordar cuándo fue la última
vez que tocó en España. “Vamos a ver… vinieron dos nietos conmigo, así que
debía de ser en los noventa o en este siglo”. Este mes de julio vuelve al
Festival de Jazz de San Sebastián acompañado de su hijo Bradford para dejar
el sello de una de las grandes sagas del jazz.

El patriarca de los Marsalis, con 81 años y 15 nietos que se queja de que no


ve, se mueve apoyado en un bastón por los pasillos del Ellis Marsalis Center
for Music en Nueva Orleans una reciente tarde de junio con un calor sofocante
que solo parece afectar a los forasteros. La escuela de música para jóvenes que
dirige está en un barrio deprimido de casas viejas entre Treme y el Ninth
Ward, lugares que el desastre del huracán Katrina, no el jazz, puso en el mapa
de la cultura global. Algunas casas siguen condenadas una década después. El
pavimento de las calles sigue hecho pedazos.

Esta es su ciudad. Nació aquí y ha vivido aquí toda la vida menos los años que
pasó en el Ejército y tres años que se mudó a Virginia tras casarse. Marsalis
creció bañado por el Mississipi, el jazz y la cultura de ciudad canalla que
respira la ciudad. “Nueva Orleans ha sido para mi no solo el sitio donde nací,
sino también una conciencia cultural que te da el estar aquí. Desde el punto de
vista de la carrera es más un negocio que otra cosa. Pero haber nacido y
crecido aquí hace la carrera es mucho más sencilla, sobre todo por el cuidado
que la cultura de aquí da a los que estamos en la música”.

“El nombre de Marsalis se hizo un hueco en la historia


del jazz gracias a dos de sus hijos, Bradford y Wynton”
Lo que se llama cultura de Nueva Orleans no es solo la fascinante mezcla de
herencia española, francesa y africana que respira. En el origen del jazz y el
rythm and blues, esta era la auténtica ciudad pecado. “Nueva Orleans tenía
una reputación de ser un lugar de pasárselo bien, ¿sabes?”, relata Marsallis.
“En muchas otras partes del país, gente de ciertas tendencias religiosas nos
miraba como la sin city original, incluso antes de Las Vegas. Lo que pasó fue
que la ciudad en un momento dado se puso a la altura de su fama. Solía ser
una ciudad de 24 horas, fiesta toda la noche, putas por todas partes y juego
antes de que hubiera casinos. Venía gente muy rica de otros sitios a gastarse el
dinero aquí y hacer cosas que no podían hacer donde vivían. Básicamente, eso
era Nueva Orleans: the Big Easy”.

Varias veces durante la entrevista, hablando de Nueva Orleans, pide que nos
olvidemos de la etiqueta jazz. “Es engañoso”, afirma. “Este es el hogar de
Antoine Fats Domino, con 19 discos de oro, que tocaba rythm and blues.
También el fallecido recientemente Alain Toussaint, que irónicamente murió
en España, también tuvo una carrera basada en el soporte cultural de Nueva
Orleans y el rythm and blues. Porque el apoyo cultural que los músicos tienen
aquí les permite escoger direcciones en las que pueden ser excelentes,
cualquiera que sea esa dirección. El jazz es una de ellas. Pero si tienes
propensión por una música mas europea, aquí no lo puedes aprender. Hay muy
buenos profesores, pero desde el punto de vista de una carrera, te tienes que
ir”.

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ampliar fotoEllis Marsalis (izquierda)toca con su hijo Wynton. KRASNER


/TREBITZ / REDFERNS
La carrera de Marsalis en el jazz ha estado definida por dos palabras, piano y
tradicional. El piano no fue su primera opción cuando empezó a tocar en los
años cuarenta. “Al principio tocaba el clarinete pero lo dejé porque mis
lecciones iban hacia tocar en una orquesta sinfónica, que no me interesaba.
Entonces empecé con el saxo tenor, que a mediados de los 40 destacaba en el
rythn and blues. Tocaba en un un colegio, para bailes, y sobre todo era rythm
and blues. A partir de un momento, empecé a aprender solos de gente más
orientada al jazz, como Lester Young, Charlie Parker, Dizzie, y para mi era un
reto más grande”. Finalmente, llegó al piano a través de un ataque de
sinceridad consigo mismo: “Un día, en una sesión escuché un saxo tenor que
se llamaba Nathaniel Perrilliat. Tocaba tan bien que lo dejé. Ya está”.

En cuanto a la definición que Marsallis hace de lo que es para él música


tradicional, es esta: “La música tradicional es Louis Armstrong, es la forma
más fácil de decirlo. Joe Oliver, con el que trabajaba, lo tocaba incluso antes
que él. Pero si has escuchado las grabaciones de Louis Armstrong y otros, ese
sería el equivalente al jazz tradicional”.

Su carrera es una especie de anclaje a lo más reconocible


de un género que muchas veces puede enredarse hasta
escucharse solo a sí mismo
Ese es el ámbito de excelencia de Marsallis. Su carrera es una especie de
anclaje a lo más reconocible de un género que muchas veces puede enredarse
hasta escucharse solo a sí mismo. En sus discos se encuentran los temas que
hicieron popular el jazz fuera de los clubes. Los llamados estándares, cuyo
origen sitúa Marsallis en los musicales de Broadway. “Si no vivías en Nueva
York tenías que esperar a la película. Carrousel o My Fair Lady solo las vimos
aquí cuando salieron las películas. Igual que la música de Gershwin para las
películas en las que bailaba Fred Astaire. Los músicos de jazz empezaron a
referirse a esta música como estándares. Porque el formato era básico, en
términos de tocar y desarrollar los solos. La melodía, una sección en medio
que se llama puente y un final que es igual que el principio. Eventualmente,
los músicos empezaron a tocar esas porque la gente las reconocía de los shows
de Broadway o de las películas”. En una frase, un estándar de jazz, “como
dice el término mismo es algo que representa una cierta coherencia. Esa
coherencia permite a la gente de distintas épocas tocar música que
permanece”.

Después de una vida dedicada a la enseñanza de la música, el nombre de


Marsallis se hizo un hueco en la historia del jazz gracias a dos de sus hijos,
Bradford y Winton Marsallis, dos de las mayores estrellas del jazz en el final
de siglo. Ellis no cree haberles transmitido nada que no hayan aprendido sus
otros alumnos. “Estuvieron en clases mías en Nueva Orleans en el centro de
artes creativas. Pero son maestros de su instrumento, Brandon del saxo y
Winton de la trompeta. No creo que heredaran nada. Creo que la gente usa la
herencia cuando no tiene otra explicación”.

FAMILIA DE GRANDES ARTISTAS


Por Yhavé M. De la Cavada

EL jazz de Nueva Orleans siempre ha ido en volandas de familias y


genealogías legendarias esparcidas por toda la escena de la ciudad, pero
ninguna como la descendencia de Ellis Marsalis. Esta se divide por un
hemisferio invisible entre la enorme popularidad de unos y el relativo
anonimato de otros. Entre los primeros, Wynton Marsalis, autoerigido
guardián de la ortodoxia del jazz tradicional y eminentemente afroamericano,
y uno de los más impresionantes técnicos de la trompeta que ha dado el
género, y Branford Marsalis, voluptuoso saxofonista tenor heredero de John
Coltrane y Sonny Rollins, algo menos estirado que Wynton y con un espíritu
más aventurero que le ha llevado a ocasionales escarceos con el hip-hop y
lenguajes más libres. Entre los segundos, Delfeayo Marsalis, trombonista
discreto y productor de decenas de discos de sus familiares y otras estrellas de
Nueva Orleans como Terence Blanchard, Nicholas Payton o Irvin Mayfield,
y Jason Marsalis, baterista y vibrafonista muy talentoso cuya carrera no acaba
de despegar como merece. Y aún hay más: un quinto hijo autista, Mboya
Kenyatta, y otro llamado como el padre: Ellis Marsalis III. No es músico, pero
sí poeta y un reconocido fotógrafo, y su hijo, el sobrino de esa camada
delirante de talento musical, se llama Django por la legendaria composición
que el pianista John Lewis escribió para el Modern Jazz Quartet en honor a
Django Reinhardt. El potencial futuro del clan Marsalis no podría tener un
nombre más musical.

Los muchos estudiantes destacados de Marsalis a lo largo de los años


incluyeron a Harry Connick Jr., Terence Blanchard, Donald Harrison Jr.,
Nicholas Payton, Kent y Marlon Jordan e Irvin Mayfield, además de los cuatro
de sus hijos que se convirtieron en músicos profesionales.

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