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MONICIÓN DE ENTRADA
La liturgia semanal nos propone el episodio de la pregunta trampa por el pago de los
impuestos. Jesús responde a fariseos y herodianos con la frase que ya conocemos:
Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. De ninguna forma
quería separar en dos ámbitos lo religioso y lo político o social. Más bien daba a
entender que lo que es de Dios es todo.
Las personas humanas son de Dios, es decir, que no son de nadie. Los derechos
humanos no deberían ser pisoteados por nadie, mucho menos hacer rehenes o
derramar su sangre como estamos viendo estos días.
Hoy celebramos el Domund: Jesús nos invita a ponernos en camino y salir de
nuestros acomodos hacia aquellos que aún no conocen la Buena Noticia del amor de
Dios, o se han olvidado de Él. Celebremos la Eucaristía unidos a Jesús, unidos a los
misioneros y fortaleciendo nuestra fraternidad.
ACTO DE RECONOCIMIENTO
Para salir hacia los demás a mostrarles el amor de Dios, Él nos ha dado los dones y
cualidades que cada uno tenemos. Le damos gracias por ellos, comprometiéndonos
a vivirlos cada día en el servicio a los demás. El principal don que tenemos los
humanos es el “don de dar”. Quien no vive para servir, no sirve para vivir. Por eso
tantos se arrastran por la vida.
Nos has dado Padre el don de la inteligencia para que a través de ella te
conozcamos a Ti y construyamos juntos un mundo fraterno. Para ello nos
comprometemos a ponerla al servicio del bien común. Nos comprometemos Señor.
Nos has dado Padre el don de la sensibilidad para descubrir tu presencia en todas
las cosas bellas que has creado para nosotros y para estar atentos a los demás y
poder ayudarles. Nos comprometemos a cultivarla cada día. Nos comprometemos
Señor.
Nos has dado Padre el don del amor. Nos comprometemos a cultivarlo siendo
amables, cariñosos y serviciales con todos.
Nos comprometemos Señor
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Dios Padre Amoroso tiene misericordia de nosotros, comprende nuestros fallos y nos
guía de su mano a la vida eterna. Amén
GLORIA
ORACIÓN COLECTA
Así dice el Señor a su Ungido, a Ciro, a quien lleva de la mano: «Doblegaré ante él las
naciones, desceñiré las cinturas de los reyes, abriré ante él las puertas, los batientes
no se le cerrarán. Por mi siervo Jacob, por mi escogido Israel, te llamé por tu nombre,
te di un título, aunque no me conocías. Yo soy el Señor y no hay otro; fuera de mí, no
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hay dios. Te pongo la insignia, aunque no me conoces, para que sepan de Oriente a
Occidente que no hay otro fuera de mí. Yo soy el Señor, y no hay otro.»
Sal 95
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1,1-5b):
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En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a
Jesús con una pregunta.
Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: «Maestro,
sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin
que te importe nadie, porque no miras lo que la gente sea. Dinos, pues, qué opinas:
¿es lícito pagar impuesto al César o no?»
Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: «Hipócritas, ¿por qué me tentáis?
Enseñadme la moneda del impuesto.»
Le presentaron un denario. Él les preguntó: « ¿De quién son esta cara y esta
inscripción?»
Le respondieron: «Del César»
Entonces les replicó: «Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es
de Dios.»
HOMILÍA
Pero Jesús no se deja engañar y pone en evidencia las malas intenciones de los
fariseos descubriendo su hipocresía y al mismo tiempo su incoherencia: al pedirles la
moneda les obliga a demostrar que ellos pagan impuestos y que ya tienen contestada
la pregunta.
Y además sitúa la cuestión en un nivel más profundo. Le preguntan por los derechos
del César y él les responde recordando los derechos de Dios: «Pagadle al César lo
que es del César, pero dad a Dios lo que es de Dios». La moneda lleva la imagen del
emperador, pero el ser humano, como recuerda el viejo libro del Génesis, es «imagen
de Dios».
Nosotros hacemos distinción entre lugares sagrados, los templos, y lugares profanos,
el resto. También distinguimos en tiempos sagrados, en los que vamos al templo a
cumplir con Dios, y tiempos profanos, que son para nosotros y en los que Dios no
tiene parte alguna.
Para Jesús todo es sagrado. Ve a Dios en todas las cosas; todo es revelación de Dios
para él, reflejo de Dios, y por eso es capaz de hablar de Él con las cosas más
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sencillas y cotidianas. Tampoco hace distinción entre tiempos sagrados y profanos;
todo el tiempo es de Dios; tanto el que dedica a la oración de madrugada para
confortarse en presencia del Abba, como el que consagra luego a curar y enseñar; a
proclamar el Reino por los caminos de Palestina.
El mundo no es un lugar profano para dedicarnos sin más a nuestras cosas, sino
nuestro lugar de trabajo como cristianos. El templo es sagrado en la medida en que
vayamos a alimentarnos de la Palabra de Dios, reforzando nuestra adhesión a Jesús
y nuestra fraternidad y compromiso social. El mundo lo será en la medida en que
tomemos en serio nuestro compromiso de proclamar el Evangelio (Paz, Amor, Bondad
y Ayuda); de ser sal, de ser luz, de ser semilla.
Eso, ni más ni menos, es lo que nos propone el eslogan del Domund de este año:
corazones ardientes, pies ligeros. Si nuestro corazón arde de verdad, como el de
los discípulos de Emaús al escuchar a aquel caminante que les acompaña y les
recuerda las Escrituras, es decir, el evangelio, y somos capaces de descubrir en
nuestro corazón y en el corazón de los hermanos la presencia de Jesús -de Dios-,
entonces nuestros pies volarán para comunicar esta experiencia y para construir
juntos el proyecto de Dios de una humanidad fraterna y solidaria. Ahí está el ejemplo
de los misioneros que con un corazón ardiente no se desaniman caminando siempre
hacia tantos pueblos necesitados de la luz de Dios y de las manos de todos para su
promoción humana. Seamos solidarios con ellos y sobre todo tratemos de imitarlos
aquí en nuestros ambientes.
Una de las cosas más característica y distintiva de la propuesta de vida que nos hace
el evangelio, es que no nos propone huir de la realidad humana, sino dar pleno
sentido a toda realidad humana. Porque el Reino no es esencialmente renunciar a
nada, sino dirigirlo todo hacia ese fin. Ni poseer, ni casarse, ni trabajar, ni descansar,
ni disfrutar, ni esforzarse, ni dimensión humana alguna, está fuera de esta categoría
esencial: medios para vivir el Reino dentro de nosotros y compartirlo.
CREDO
Sacerdote.- ¿Creéis en Dios, que es nuestro Padre, que ha hecho todas las cosas y
nos cuida con amor?
Todos.- Sí, Creemos.
Sacerdote.- ¿Creéis en el Espíritu Santo que vive entre nosotros, y anima a la Iglesia
y a todos para hacer un mundo mejor?
Todos. Sí, Creemos.
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Sacerdote: ¿Creéis en la resurrección y en la Vida eterna, que ya comenzamos a
disfrutar aquí y disfrutaremos plenamente al final de nuestro camino por esta vida?
Todos. Sí, Creemos.
ORACIÓN UNIVERSAL
Deseamos que el Sínodo que se está celebrando abra nuevos caminos en todos los
ámbitos de la Iglesia: litúrgico, pastoral, caritativo, comunitario... para que todos nos
sintamos de verdad invitados a la fiesta del Amor que Dios prepara para nosotros.
Padre Madre buena, queremos dejar resonar el Evangelio como Buena Noticia,
apostando por los que no cuentan, por los que son invisibles, por resaltar la
importancia de toda persona frente a cualquier bien, cargo o puesto. Gracias por el
ejemplo de tu Hijo Jesús que vive por los siglos de los siglos. Amén
ORACIÓN OFRENDAS
Junto con el pan y el vino, recibe, Señor, nuestro sincero deseo de colaborar para que
reine la armonía. Queremos vivir en paz y ser felices. Queremos convivir en paz: en
nuestras familias, en nuestro barrio y en toda la sociedad. Te ofrecemos nuestros
buenos deseos. PJNS
PREFACIO
CONSAGRACIÓN Y PLEGARIA
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Éste es el Sacramento de nuestra fe.
Nos das entrañas de misericordia ante toda miseria humana, inspirándonos el gesto y
la palabra oportuna frente al hermano solo y desamparado, ayudándonos a
mostrarnos disponibles ante quien se siente explotado y deprimido.
PADRENUESTRO
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en la tierra como en el cielo.
Tú nos das hoy
nuestro pan de cada día.
Tú perdonas nuestros pecados
y nosotros queremos perdonar
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación.
Y líbranos del mal. Amén.
CORDERO DE DIOS
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú tienes piedad de nosotros
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú tienes piedad de nosotros
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú nos das la paz.
Jesús nos invita a ser pan partido y repartido para los demás.
ORACIÓN FINAL
Hoy y siempre, nos guste o no, preguntar por la licitud de un impuesto, cuando
tenemos dinero y patrimonio y vivimos muy dignamente, es querer defendernos frente
a los otros -sean el césar, la hacienda pública, los pobres de la acera o la propia
conciencia-.
Aquel día que, mirándonos a los ojos, dijiste "al César lo que es del César y a Dios lo
que es de Dios", abriste una brecha en el horizonte: proclamaste la soberanía de Dios
Padre, la autonomía de la creación entera, la libertad de conciencia de las personas,
la repulsa de toda ideología política y religiosa y el uso de Dios para nuestros
intereses.
Sabemos que no es evangélico llegar a Dios por la presión del poder que impera, ni
defender el estado apelando a su voluntad. Con el proyecto de Dios no se juega. No
hay nadie, por grande que sea, dentro o fuera de la iglesia, que pueda adueñarse del
mismo, o hacerse su guía, apelando a poderes, leyes y costumbres o a la gracia
divina.
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Y como lo de Dios tiene que ver, no solo con las cosas religiosas, también con las
realidades y decisiones políticas, toda iglesia que quiera ser evangélica no puede
quedarse encerrada ni en los corazones ni en las sacristías; ha de salir a las plazas
públicas para defender el proyecto de Dios y la autonomía de la sociedad laica.
Por eso, Señor, queremos aprender de Ti a ser cristianos y ciudadanos. PJNS.
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