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CELEBRACIÓN DEL DOMINGO XI DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO A

ANTÍFONA DE ENTRADA (Si no hay canto de entrada) Sal 26, 7-9 Escúchame,
Señor, que te llamo. Tú eres mi auxilio; no me deseches, no me abandones,
Dios de mi salvación.(El ministro venera el altar y va a su lugar, mientras se canta
el canto de entrada).

CANTO DE ENTRADA: El Señor nos llama y nos reúne, somos su pueblo, signo de
unidad. Él está, en medio de nosotros: sirve a la mesa, nos reparte el pan. 1.
Por todos los caminos, nos sales al encuentro, por todos hemos visto, señales
de tu amor. Tu pueblo se reúne, Señor, a bendecirte, a celebrar con gozo tu
paso salvador. 2. Convocas a tus fieles, nacidos de las aguas, a festejar unidos,
la nueva creación. La sala del banquete, se llena de invitados, estamos
reunidos y en medio está el Señor.

+ En el nombre del Padre + y del Hijo + y del Espíritu Santo. R/. Amen.

SALUDO: Buenos días y bienvenidos a las celebración del undécimo domingo del
tiempo ordinario, en el que Señor nos presenta la vocación y la misión de sus
discípulos representado en los doce apóstoles. Jesús mira a la multitud de una
manera muy especial, haciéndose cargo de su realidad. Se compadece de ellos. Y
da respuesta a la situación con generosidad recordándonos que; “Gratis lo habéis
recibido darlo gratis”.
Él quiere que como comunidad seamos iglesia en salida, que proclamemos
el evangelio con nuestras vidas, siendo buena noticia y anunciando una alternativa
de vida distinta, la alternativa de Reino de Dios. Todos estamos llamados a ser
portadores de la misericordia de Dios. Él nos sigue llamando para que seamos
valientes y generosos.
Por todo ello, bendigamos al Señor, porque nos ha reunido para celebrarlo
en su Palabra y en su Cuerpo y nos envía su espíritu para que cada día
progresemos en amor a Él y a los hermanos, digamos confiadamente: Bendito y
alabado sea el santísimo sacramento del altar. R/ sea por siempre bendito y alabado.

ACTO PENITENCIAL y ahora al comenzar nuestra celebración nos reconocemos


pecadores y pedimos perdón:
Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he
pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi
culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los
ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios,
nuestro Señor.
Terminado, el moderador dice: Dios es Cariñoso y siempre nos perdona
con Amor. Dios, Padre Misericordioso tiene piedad de nosotros, perdona
nuestros pecados y nos lleva a la vida eterna. Amén.

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• Señor, Tú que pides obreros al Padre, perdona nuestras faltas de
dedicación al engrandecimiento del Pueblo Dios. Señor Ten Piedad.
• Señor, Tú que nos has elegidos como discípulos, tal como hiciste con
los Apóstoles, disculpa nuestros pecados contra la unidad de tu Iglesia.
Cristo Ten Piedad.
• Señor, Tú que deseas que llevemos tu Palabra hasta los confines del
mundo, perdona nuestra pertinaz desidia en el servicio al Evangelio.
Señor Ten Piedad.

GLORIA: Hoy es día de alegría por eso digamos: Gloria a Dios en el Cielo, y en la
tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias. Señor Dios, Rey
celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor Hijo único, Jesucristo, Señor Dios,
Cordero de Dios, Hijo del Padre: Tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad
de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que
estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros: porque sólo tú
eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la
gloria de Dios Padre. Amén

ORACIÓN COLECTA Oremos; Oh Dios, fuerza de los que en ti esperan, escucha


nuestras súplicas, y pues el hombre es frágil y sin ti nada puede, concédenos la
ayuda de tu gracia para guardar tus mandamientos y agradarte con nuestras
acciones y deseos. Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive
y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los
siglos. Amén.

LECTURAS
PRIMERA LECTURA
Lectura del Libro del Éxodo 19, 2-6a
En aquellos días, llegaron los hijos de Israel al desierto del Sinaí y
acamparon allí, frente a la montaña. Moisés subió hacia Dios. El Señor lo llamó
desde la montaña diciendo: «Así dirás a la casa de Jacob, y esto anunciarás a
los hijos de Israel: “Vosotros habéis visto lo que he hecho con los egipcios y
cómo os he llevado sobre alas de águila y os he traído a mi. Ahora, pues, si de
veras me obedecéis y guardáis mi alianza, seréis mi propiedad personal entre
todos los pueblos, porque mía es toda la tierra. Seréis para mí un reino de
sacerdotes y una nación santa”». Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL Sal 99 R/. Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.


Aclamad al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia
con vítores. R/.
Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su
rebaño. R/.
El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades. R/.

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SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 5, 6-11
Hermanos: Cuando nosotros estábamos aún sin fuerza, en el tiempo
señalado, Cristo murió por los impíos; ciertamente, apenas habrá quien muera
por un justo; por una persona buena tal vez se atrevería alguien a morir; pues
bien: Dios nos demostró su amor en que, siendo nosotros todavía pecadores,
Cristo murió por nosotros. ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por
su sangre, seremos por él salvos del castigo! Si, cuando éramos enemigos,
fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón,
estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida! Y no sólo eso, sino que
también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos
obtenido ahora la reconciliación. Palabra de Dios.

ALELUYA Aleluya. Mc 1, 15 Está cerca el reino de Dios; convertíos y creed en el


evangelio. R/.

EVANGELIO
Escuchemos hermanos el santo Evangelio según San Mateo 9, 36-10, 8
En aquel tiempo, al ver Jesús a las muchedumbres, se compadecía de
ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen
pastor». Entonces dijo a sus discípulos: «La mies es abundante, pero los
trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande
trabajadores a su mies».
Llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus
inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. Estos son los nombres de los
doce apóstoles: el primero, Simón, el llamado Pedro, y Andrés, su hermano;
Santiago el Zebedeo, y Juan, su hermano; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo el
publicano; Santiago el de Alfeo, y Tadeo; Simón el de Caná, y Judas Iscariote, el
que lo entregó. A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: «No vayáis
a tierra de paganos ni entréis en las ciudades de Samaria, sino id a las ovejas
descarriadas de Israel. Id y proclamad que el reino de los Cielos está cerca.
Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratis
habéis recibido, dad gratis». Palabra del Señor.

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REFLEXIÓN: la proclamación del Reino de Dios, la escasez de obreros y la
gratuidad nos sirven de pauta para entender las lecturas de este domingo.
Pues hemos sido llamados cada uno de forma personal por Cristo, para serle
fiel y colaborar, en la construcción del reino de Dios.

1.- reino de sacerdotes: la primera lectura de hoy nos recuerda el


sacerdocio del pueblo santo que se concretiza en la mediación entre los
hombres y Dios. En medio de las demás naciones, el pueblo de Israel debe
anunciar la salvación y la alianza de su Dios. Misión que implica la necesidad de
una apertura hacia todas las demás naciones, con el fin de dar a conocer la
voluntad de salvación de Dios. En esta línea podemos entender cuando el Papa
Francisco nos llama también a ser nosotros una Iglesia en salida; que salga a
las periferias, más que una iglesia temerosa de equivocarse y sometida a
estructuras anquilosantes.

2.- iglesia de pecadores: nos recuerda Pablo que la prueba de que Dios
nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por
nosotros. Y nos recuerda, en este día, que la Iglesia Católica es Santa porque
está unida a Jesús y al mismo tiempo esta llena de pecadores. Estamos
llamados a dejarnos transformar, renovar, santificar por Dios. Dejarnos
envolver por la misericordia, la ternura y el perdón del Padre. Y esa misma
compasión que Dios tiene con nosotros llevarla al mundo entero. Recordemos
esas palabras tan bonitas del Papa Francisco; “la iglesia no es un museo de
santos, sino un hospital de pecadores que buscan sanación”. Todos somos
pecadores y parte de la iglesia porque deseamos ser curados por el único y
verdadero médico que nos puede llevar a la vida eterna.

3.- ovejas sin pastor, mies y gratitud: Jesús en el evangelio nos presenta
la mies a través un pueblo susceptible de engaños, manipulable, y que vive en
estado de dispersión y de abandono. Y nos remite a la compasión y a la
gratuidad. Nos recuerda la necesidad de dar pastores a un rebaño abandonado
y extenuado para convertir esa muchedumbre en verdadera comunidad de vida
(pueblo de Dios).
Jesús no se queda impasible ante la necesidad de la humanidad; él
urge, en este caso, a los apóstoles a tomar partido, a actuar, a no esperar; las
ovejas necesitan pastor para no perder la identidad, para sentirse unidas. El
Reino está cerca y necesitamos experimentar los signos que le dan identidad:
sanar de nuestras enfermedades (nuestros intereses personales, nuestro
egoísmo), resucitar los muertos (tantas zonas ocultas de nuestra vida que se
secan y se malogran) limpiar los leprosos (los más necesitados, necesitan

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entrar en nuestra vida para desequilibrar nuestras falsas seguridades), arrojad
demonios (liberarnos de tantas negritudes del pasado que opacan nuestro
presente).
Y al mismo tiempo les insta la forma de hacerlo; con la misericordia de
Dios que vive en el corazón de Cristo. Jesús quiere que los suyos introduzcan en
el mundo la experiencia de su amor. No irán a los abandonados para
compadecerlos, sino para comunicarles que hay alguien que los ama
gratuitamente: el Padre del cielo. No irán a enseñar alta teología ni complejas
doctrinas. Son enviados como testigos de una evidencia: están sucediendo en
el mundo cosas nuevas; miradlas: ya no sois los abandonados de Dios y de los
hombres... Se os ama, y mirad cómo...
Hoy somos nosotros los invitados para hacer lo que aquellos apóstoles
emprendieron. Comunicar gratuitamente que el reino de Dios está cerca, que
su misericordia es accesible, para curar enfermos, resucitar muertos, limpiar
leprosos, arrojar demonios. Porque nuestro mundo está lleno de enfermos y de
personas socialmente muertas, de leprosos del alma, de personas, en
definitiva, que necesitan la limosna de nuestro amor gratuito. Como comunidad
somos elegidos para un programa liberador y no sólo para cumplir con una
prácticas religiosas. Nosotros debemos mirar a la gente como Jesús mira a la
multitud, haciéndose cargo de su situación y compadeciéndose, es decir,
metiéndose en su piel. Además, debemos comprender que el único requisito
para trabajar en su mies es el desinterés, la gratuidad; huir de los éxitos, los
aplausos, los honores, los privilegios. Hoy, en especial, nos pide que seamos
ejemplo, porque lo hacemos con amor y responsabilidad de apóstoles de Cristo
que con nuestras obras y con nuestro testimonio, llevamos cada vez más almas
a Cristo. Pidamos al Señor que nuestro propio nombre pueda ser un nombre
añadido al de los doce apóstoles que el Señor nombró. Que el ejemplo de
María, fiel a la palabra del Padre, nos anime y aliente en nuestra vida, para que
seamos fiel reflejo del amor de Dios. Amén.

CREDO: ahora porque hemos decido seguir a Jesús, proclamemos la oración que
manifiesta nuestra fe como cristianos CREO EN DIOS, Padre todopoderoso, Creador
del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue
concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los
cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de
venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la
vida eterna. Amén.

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ORACIÓN DE FIELES: Presentemos ahora a Dios Padre nuestras necesidades:
1. Para que la Iglesia sea una casa de puertas abiertas, donde todos puedan
experimentar el amor del Padre. Roguemos al Señor.
2. Para que los pueblos que viven en la ceguera de la guerra, del odio y del
rencor encuentren la paz y la alegría del perdón. Roguemos al Señor.
3. Para que en el corazón de todos los hombres y mujeres del mundo crezcan
sentimientos de amor y de generosidad. Roguemos al Señor.
4. Para que las personas abandonados y las que no tienen lo necesario para
vivir dignamente encuentren nuestro amor y nuestra ayuda. Roguemos al
Señor.
5. Te pedimos, por nuestro pueblo, N. para que sintamos la necesidad de
unirnos más, querernos más y buscar aquellas cosas que nos hacen crecer
como personas y como pueblo. Roguemos al Señor.
6. Padre te presentamos a los jóvenes de nuestra Diócesis: para que, si oyen la
voz de tu hijo que los llama al sacerdocio o a la vida consagrada, respondan
con generosidad y afirmativamente acogiendo los dones de tu espíritu.
Roguemos al Señor.
7.- Te pedimos que nos ayudes a perder el miedo a la caducidad de nuestros
días, y por nuestros familiares y amigos difuntos, que con la gloriosa
resurrección de Cristo, has alegrado al mundo entero, para que puedan
compartir tu triunfo y resucitar con él a una vida nueva. Roguemos al Señor..
Roguemos al Señor.

En unos momentos de silencio, cada uno eleva a Dios la petición que quiere
presentar a Dios.

ORACIÓN CONCLUSIVA: Todo esto lo ponemos en manos de Dios en nombre de


Jesucristo, nuestro Señor. Amen.

RITO DE LA COMUNIÓN
OFRENDAS: (se recogen las ofrendas de la comunidad) (El ministro extiende el
corporal sobre el altar, retira del sagrario el copón con la Eucaristía, lo deposita en
el centro del Altar y hace una genuflexión). Cantamos: Cantemos al Amor de los
amores, cantemos al Señor: ¡Dios está aquí!. ¡Venid adoradores: adoremos a Cristo
Redentor! ¡Gloria a Cristo Jesús! Cielos y tierra bendecid al Señor. ¡Honor y gloria a
Ti, Rey de la Gloria, amor por siempre a Ti, Dios del amor!.

Momento de acción de gracias y alabanza


Alabemos ahora al Señor que con este sacramento alimenta y santifica a
todos los fieles, para que una misma fe ilumine y un mismo amor congregue a

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todos los que habitan un mismo mundo. Así, pues, los que nos reunimos en torno a
la mesa alabamos al Señor diciendo sin cesar: “Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en el nombre del Señor. Hosanna en el cielo”.

Momento de Exposición con el copón encima del alta y arrodillados


Bendito sea Dios. Bendito sea su Santo Nombre. Bendito sea Jesucristo,
verdadero Dios y verdadero Hombre. Bendito sea el Nombre de Jesús. Bendito
sea su Sacratísimo Corazón. Bendita sea su Preciosísima Sangre. Bendito sea
Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar. Bendito sea el Espíritu Santo
Paráclito. Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima. Bendita sea
su Santa e Inmaculada Concepción. Bendita sea su gloriosa Asunción. Bendito
sea el Nombre de María, Virgen y Madre. Bendita sea María Santísima, Madre
de la Iglesia. Bendito sea San José, su castísimo Esposo. Bendito sea Dios en
sus Ángeles y en sus Santos. Gloria al Padre…

Oremos; Señor, que por la fuerza que nos das mediante tu alimento
procuraremos que todo el mundo te ame, y que nadie te ofenda. Que convirtáis a
todos los pecadores. Que nos concedas perseverancia y la fe necesaria para no
caer en la tentación. Libra, Señor de las penas del purgatorio a las benditas almas y
llévalas a vuestra gloria. Que a mis padres, familiares, amigos y prójimos les
concedáis cuantas gracias necesiten. Que bendigáis y ayudéis a cuantos nos piden
que intercedamos por ellos en nuestra oraciones. Y concedednos a todos tú divina
gracia, tú santo amor y temor, y, por último, la gloria, en la que vives y reinas en la
unidad, con el Padre y con el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

PADRE NUESTRO: Antes de participar en la Comunión, signo de reconciliación y


vínculo de unión fraterna, oremos juntos como el Señor nos lo enseñó. Padre
nuestro...

ORACIÓN POR LA PAZ El Señor nos libra de todos los males, y nos concede la paz en
nuestros días, para que, ayudados por su misericordia, vivamos siempre libres de
pecado y estemos protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa
venida de nuestro Salvador, Jesucristo. R/: Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria,
por siempre, Señor. Breve Pausa.
Después el ministro prosigue. Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles:
'La paz os dejo, mi paz os doy', no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de
tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y
reinas por los siglos de los siglos. Amén..

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V. Daos fraternalmente la paz (termina el momento de la paz, se prosigue
con el rito de comunión).

RITO DE COMUNIÓN: A continuación, el ministro hace genuflexión, toma el Pan y,


elevándola un poco sobre el copón, la muestra al pueblo, diciendo:
+“Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, dichosos los
invitados a la cena del Señor”. R/. Señor, no soy digno de que entres en mí casa,
pero una palabra tuya bastará para sanarme. Dice en voz baja: El Cuerpo de Cristo
nos guarde para la vida eterna. Amén.

CANTO COMUNIÓN: 1-Tú has venido a la orilla, no has buscado ni a sabios ni a ricos,
tan sólo quieres que yo te siga. Señor, me has mirado a los ojos, sonriendo has
dicho mi nombre, en la arena he dejado mi barca, junto a ti buscare otro mar. 2-Tú
sabes bien lo que tengo, en mi barca no hay oro ni espadas, tan sólo redes y mi
trabajo, SEÑOR... 3-Tú necesitas mis manos, mi cansancio que a otro descanse,
amor que quiere seguir amando, SEÑOR...4-Tú pescador de otros lagos, ansia
eterna de almas que esperan, amigo bueno que así te llaman, SEÑOR.

ORACIÓN FINAL: Toma, Señor, y recibe toda mi libertad, mi memoria, mi


entendimiento y toda mi voluntad; todo mi haber y mi poseer. Tú me disteis, a Tí,
Señor, te los devuelvo. Todo es tuyo: dispón de ello según tu Voluntad. Dame tu
Amor y Gracia, que éstas me bastan. Ayúdame a obrar como tú: con libertad, con
mucho respeto hacia los que no piensen o vivan como tu nos dices y, al mismo
tiempo, sin complejos, sabedor de nuestra filiación divina y de nuestra fraternidad
humana. Nunca imponiendo, sino, como tú, proponiendo e invitando. Amén.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN: Oremos, que esta comunión en tus misterios,


Señor, expresión de nuestra unión contigo, realice la unidad de tu Iglesia. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

CONCLUSIÓN En este momento se hacen, si es necesario y con brevedad, los


oportunos anuncios y advertencias al pueblo. El ministro invoca la bendición de
Dios y se santigua, diciendo: Pidamos todos juntos la bendición del Señor: El Señor
nos bendiga en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. R. Amén. Podéis
ir en paz. R/. Demos gracias a Dios.

CANTO FINAL: Dios te salve, salve María, llena eres de gracia el Señor, el Señor es
contigo y bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre,
Jesús. Santa, santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, por nosotros
pecadores, ahora, en ahora de nuestra muerte amén, Jesús.

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