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Dionisos. Era una divinidad del panteó n griego; las representaciones trá gicas eran
parte de su culto; representa a la naturaleza y su vitalidad, se asocia con la vegetació n
en general, con el á rbol en particular y má s tarde con la vid y su
cultivo. Su culto exige una entrega total del individuo, elevado
por la naturaleza a una experiencia vital por medio del éxtasis y
la entrega, que lo transforma en un hombre nuevo, muy por
encima de lo cotidiano. En los siglos VII y VI a. C. adquiere mayor
importancia, cuando se produce la decadencia de la aristocracia
y el apogeo de la tiranía; fue importante Pisístrato, tirano de
Atenas, tiempo en el que se produce la exaltació n de las fiestas
Dionisias urbanas o Grandes Dionisias; el acontecimiento principal era la celebració n
de concursos dramá ticos; las fiestas se abrían a todos los griegos bajo la advocació n
de Dionisos Eleuterio (de Eléutreas, regió n fronteriza á tico-beocia); era una
celebració n primaveral auspiciada por el Estado; en ella, Tespis representó la primera
tragedia (añ o 534 a. C); la celebració n tenía lugar entre el 11 y el 13 del mes
Elafebolion (correspondiente a los actuales meses de marzo-abril). Como parte de las
representaciones dramá ticas, cada día se llevaban a escena tres tragedias y un drama
satírico, como homenaje a la renovació n de la vida, pues llegaba la primavera, que
había vencido al invierno, símbolo de la muerte.
Antecedentes de la tragedia. En su evolució n, es importante el ditirambo, canto en
que se pedía la llegada del dios Dionisos; había, para ello, un coro procesional dirigido
por un solista y se presentaba diá logo entre ese solista y el coro.
En la tragedia existe una contradicció n entre su origen dionisíaco y su temá tica, que se
enriquece a partir de la tradició n griega, donde un elemento fundamental es el mito de
los héroes; circunstancias de tipo político e ideoló gico unieron estos dos aspectos: el
tirano Clístenes, en Sicione, hizo que el culto de Adrasto, héroe argivo (coros cantaban
sus padecimientos en el Combate de los Siete contra Tebas), se orientase hacia el culto
de Dionisos, por lo que se produjo una fusió n del culto dionisíaco y la tradició n mítica;
ademá s, el mito inspirador de la tragedia «era un acervo comú n nacional de su pueblo,
historia sagrada de la má xima realidad», que exigía la participació n de todos los
ciudadanos, que comprendían los temas y problemas que cada tragedia planteaba,
para convertirla en la má s adecuada expresió n de la problemá tica tradicional de los
griegos.
Los griegos configuraron a la tragedia como obra artística y la llevaron a su má xima
expresió n; no desarrollaron una concepció n de lo trá gico, que se convirtiese en una
visió n del mundo como totalidad; Aristó teles, en su Poética, señ ala que la tragedia
*
Ramó n Nieto. El teatro, historia y vida. Capítulo III. Acento editorial, 1997.
produce unos efectos catá rticos, en cuanto produce satisfacció n, alivio del temor y
compasió n, al permitir presenciar có mo un ser humano, que se halla en el límite de
sus capacidades, fracasa debido a su incapacidad para reconocer el camino correcto
en una situació n crítica.
Plató n, Aristó teles y Horacio hablaron de que la representació n de la tragedia
beneficiaba al espectador, ejercía sobre él un efecto educador, pues los autores se
dirigían al pú blico para hacerle partícipe de su saber respecto a los dioses o a los
hombres, aunque no había algú n tipo de orientació n definida o una enseñ anza
específica como objetivo final de esa representació n; el autor mostraba su
interpretació n del mito, ceñ ido o no a la historia, casi siempre enmarcado en el
contexto ideoló gico de la polis, pero que solo era su interpretació n personal.
Elementos estructurales de la tragedia
En un comienzo, se trataba de una serie de coros dentro de la liturgia del dios
Dionisos; a esto se integraron antiguas leyendas helénicas, cantadas por rapsodas, que
se ayudaban con gestos, cambios de tono e inflexiones de la voz; esta declamació n
épica (dramá tica) se mezcló con el antiguo ditirambo.
Entonces, el coro es la base estructural de la tragedia; al comienzo se alternaban
monodias y coros, luego se introdujeron dú os y, después, alcanzaron má s importancia
los diá logos declamatorios. El coro es el elemento lírico, elemento de apoyo para la
acció n.
Frente al ú nico intérprete, el coro y el corifeo, Esquilo introdujo un segundo actor,
cuando los diá logos declamados adquirieron importancia y se eliminó así el
contrapunteo precedente; luego, Só focles, que ademá s hizo pintar la escena, introdujo
un tercer actor; en la estructuració n final de la tragedia intervienen tres actores; el
coro participa al hacer reflexiones que dirige a los espectadores y en las que asume la
voz del autor, de los dioses o de la tradició n.
En la tragedia clá sica, la estructura de la representació n consta de cinco partes:
prólogo, introducció n a la acció n, sintetiza el argumento, explica las circunstancias en
las que se desarrollan los hechos y el estado de la situació n; precede a la entrada del
coro; párodos, canto de entrada del coro que agrega elementos explicativos sobre la
acció n y establece el tono emocional de la obra; los episodios, generalmente tres,
constituyen las verdaderas partes dramá ticas de la tragedia y corresponden a lo que
en el teatro moderno son los Actos; se encuentran separados por los estásimos, o
cantos seguidos que el coro interpreta; el éxodo, simétrico del párodos, es un canto
breve de desenlace, con el que el coro se retira. En esta estructura lírica, dentro de los
episodios pueden incluirse, ademá s de los discursos seguidos, diá logos líricos entre el
coro y un personaje (kommós) y una especie de combate dialéctico (agón) en general
en forma de debate verbal, en el que cada personaje recita su parte (esticomitia).
Segú n Aristó teles, la tragedia consta de elementos esenciales de la obra literaria: el
mito, de donde el poeta toma la materia de su obra; los caracteres, que se representan
con íntima coherencia; el pensamiento, expresado por los personajes con palabras y
acciones; la elocución, o estilo de los personajes, y el Coro; y elementos esenciales de la
representació n: el espectáculo escénico y la composición musical.
La tragedia debía cumplir con el principio de las tres unidades: unidad de acción, debía
tratarse de un hecho ú nico, con principio, medio y conclusió n; unidad de tiempo, pues
debía mantenerse en los límites de un día, de sol a sol; y unidad de lugar, es decir,
atenerse a los límites de espacio del escenario; en el mismo lugar, sin cambio de
escena.
Para apoyar la representació n se utilizaba una
maquinaria constituida por una plataforma
rodante (equiclema), que en un momento dado
surgía cargada de personajes para mostrar lo
que ocurría en el interior de las habitaciones; al
terminar la escena, se retrocedía la plataforma;
se utilizaba una polea (mekhane), colgada desde
el techo del escenario y que, por medio de una
cuerda, hacía “volar” a dioses y héroes; así
operaba una plataforma situada en lo alto (el teologeion, en Roma deus ex machina),
sobre el que se situaban los personajes divinos, y un practicable fijo, simulació n de
torres y terrazas (distegia); ademá s, para descender bajo tierra, las escaleras caróneas,
sobre las que surgían desde las profundidades los espíritus de los muertos
(anapièsmata); placas de metal (bronteion) permitían simular los truenos y antorchas
(keraunoscopéion) que se agitaban y mostraban los relá mpagos.
La comedia. La comedia griega es, ante todo, un género de origen incierto y del que
todavía se desconoce con exactitud el modo de su surgimiento. La mayor parte de las
fuentes, coinciden en situar su origen en espontá neos actos festivos y populares, que
tenían lugar en el teatro de Dioniso, situado al sur de la Acró polis
ateniense, con motivo de las Grandes Dionisias que se celebraban en
el mes de marzo. Es posible que las escenas de coro y los cortejos de
boda, fuesen derivaciones, o evoluciones ló gicas, de rituales
practicados por coros, que participaban en los eventos dionisíacos,
al enfrentarse entre ellos: o bien al provocar e insultar al pú blico, al
burlarse de él, o propiciar a los dioses en estado de embriaguez.
Algo casi indiscutible es que, en un primer momento, predominaría
la danza con motivos burlescos y se incorpora después la narració n de hechos
có micos. Se encuentra confirmació n del origen meramente terrenal, desinhibido, y
contrario a la seriedad de lo oficialmente solemne, en Aristó teles.
Características. La comedia posee algunos rasgos comunes con la tragedia, con la
que, al parecer, se relaciona estrechamente en sus orígenes. Otros rasgos, en cambio,
só lo aparecen en ella. Se pueden resumir los siguientes: el pró logo suele abrir la obra;
le sigue el párodos, o entrada del coro; los actores suelen mantener frecuentes agones
(luchas) con el coro; el elemento original de la comedia es la parábasis, en la que se
interrumpe la acció n y los actores se dirigen al pú blico, para hacer una captatio
benevolentiae y conseguir el premio por su trabajo; el protagonista no es un héroe del
mito, sino un héroe del pueblo, que parodia a los antiguos guerreros.
Clasificación de la comedia griega. Comedia Antigua. Se conservan las obras de
Aristó fanes; los testimonios de la Comedia Media son casi inexistentes; la Comedia
Nueva la representa Menandro; es la llamada comedia burguesa, que tanto influyó en
los autores latinos y, a través de ellos, en el teatro de Occidente.
Aristó fanes se relacionó mucho con el mundo político y literario de su época. En este
sentido, se muestra defensor de los viejos ideales y poco amigo de las nuevas
tendencias de la sofística. Por medio de la sá tira y la burla, sugiere ideas nuevas sobre
la vida y rechaza las desigualdades: asimismo, se muestra contrario al ala má s radical
del imperialismo ateniense y critica la política belicista de los demagogos posteriores
a Pericles; son frecuentes las procesiones y fiestas para poner fin a la obra; los
elementos fantá sticos y obscenos tienen un papel relevante.
El verdadero vehículo de humor, para Aristó fanes, es la lengua, que parodia el
lenguaje sublime de la tragedia, con abundantes juegos de palabras y mezcla de
vulgarismos con elevadas formas poéticas. De su prolífica obra han llegado só lo 11
comedias.
Menandro vivió una época de grandes cambios sociales y políticos; se sabe que su
primera obra fue Orgé, fechada en el 321 a. C. Se conservan fragmentos de otras,
como El Misántropo y El Arbitraje. Sus comedias, muy imitadas por Terencio y Plauto,
se dividían en Actos; en ellas había má s de tres actores y sus personajes solían ser los
típicos de la comedia burlesca; también introduce los apartes.
En el lenguaje se aprecian influencias de Eurípides, así como en la utilizació n del
pró logo. Su estilo era refinado, sin elementos grotescos, y presentaba al coro desligado
de la acció n, como una especie de relleno.
TEATRO Y ARTE DRAMÁTICO
teatros en la ciudad de Roma. La proliferació n del arco como elemento arquitectó nico
permitió la construcció n de edificios independientes y prescindir del uso de las
colinas para emplazar las gradas, como lo hacían los griegos. Como el coro había
terminado por ser insignificante, el á rea que se le destinaba se redujo a un pequeñ o
semicírculo. El gran escenario, entre 24 y 30 metros de ancho, tenía detrá s un
decorado fijo, el frons scaenae: un muro con nichos, arcos y tres puertas engalanado
con tres pisos de columnas; la mayoría de las comedias romanas se desarrollaban en
la calle, frente a tres casas. Como en el caso de los griegos, el decorado era mínimo y
sugerente.
Alrededor del final del siglo II d. C., el teatro literario había entrado en declive y lo
sustituyeron otros espectá culos y entretenimientos má s populares. Incluso las luchas
de gladiadores se organizaban de forma teatral, con una trama superficial, vestuario y
decorados. La Iglesia cristiana emergente atacó el teatro romano, en parte porque los
actores y actrices tenían fama de libertinos y, en parte, porque los mimos satirizaban
con frecuencia a los cristianos. Estos ataques contribuyeron al declive del teatro así
como a considerar a las personas que participaban en él como inmorales. Con la caída
del Imperio romano en el 476 d. C., el teatro clá sico decayó en Occidente; la actividad
teatral no resurgió hasta 500 añ os má s tarde. Só lo los artistas populares, conocidos
como juglares y trovadores en el mundo medieval, sobrevivieron y proporcionaron un
nexo de continuidad.