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DERECHO CIVIL

PERSONA Y PATRIMONIO
TUTORÍA 1.
TRABAJO SOCIAL
PROFESOR-TUTOR: VICENTE FERRANDIS
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del Código Penal).
TEMA 1 DERECHO DE LA
PERSONA: LA
PERSONA
La condición jurídica de persona:
personalidad y personificación
• En Derecho no suele hablarse de ser humano, ni de hombre, mujer o niño, sino de personas físicas o personas naturales para
referirse al conjunto de seres humanos.

• La razón de ello radica sencillamente en que en el mundo jurídico, han de ser tenidos en cuenta como posibles sujetos de
derechos y obligaciones tanto los seres humanos propiamente dichos, cuanto ciertas entidades, agrupaciones o colectivos a los
que el Derecho ha personificado por razones de distinta índole. Por consiguiente, para referirse genéricamente a cada uno de tales
grupos, se ha impuesto la necesidad de hablar, respectivamente, de persona natural, de una parte, y, de otra, de persona jurídica.

• Las personas físicas o seres humanos constituyen un dato anterior, preexistente y trascendente al Derecho; el cual existe y se
justifica en cuanto tiene por misión solucionar los conflictos interindividuales o sociales.

• Por el contrario, las denominadas personas jurídicas son tales sólo en cuanto sean reguladas y admitidas por el Derecho positivo.

• Sea por la inmanente personalidad del ser humano o por la asimilación al mismo, mediante la personificación de ciertas entidades
o agrupaciones de individuos, el Derecho acaba reconociendo o atribuyendo personalidad tanto a las personas naturales como a
las jurídicas.
El Derecho de la persona

• El Derecho civil en su conjunto puede identificarse con el Derecho de


la persona, en sentido estricto, en cuanto el objeto propio de las
instituciones que aborda, reducido a su mínimo común denominador,
es la persona en sí misma considerada sin atributo alguno
complementario (comerciante, trabajador, etc).

• Sin embargo, la expresión Derecho de la persona se utiliza también


con un significado más preciso para referirse al conjunto normativo
que regula la capacidad de obrar de las personas físicas o naturales y
su incorporación en la sociedad.
LA PERSONALIDAD
• La Capacidad jurídica y capacidad de obrar

• Al hablar jurídicamente de personalidad se está haciendo referencia al reconocimiento de alguien como sujeto de derechos y
obligaciones: bien porque naturalmente sea idóneo para ello (la persona); bien porque el Derecho positivo así lo haya estimado
conveniente.

• El nacimiento de una persona o la constitución de una persona jurídica conlleva inmediatamente la consecuencia de considerarla
como un miembro más de la comunidad en que se inserta,en cuanto su propia génesis puede dar origen a derechos y
obligaciones de inmediato, aun cuando tal persona no pueda saberlo o no pueda llevarlos a la práctica. Contraposición apuntada
entre ser titular de derechos y obligaciones y ser capaz de ejercitarlos:
1. Capacidad jurídica: significa tener la aptitud o idoneidad necesarias para ser titular de derechos o/y obligaciones.
2. Capacidad de obrar: implica la posibilidad, aptitud o idoneidad de una persona (natural o jurídica) para ejercitar o poner en
práctica los derechos u obligaciones que le sean imputables o referibles.

• Por consiguiente, la capacidad jurídica no es susceptible de graduaciones o matizaciones: se tiene o no se tiene; se es persona o
no. Los términos capacidad jurídica y personalidad vienen a ser coincidentes.

• Por el contrario, la capacidad de obrar permite graduaciones y subdivisiones en atención al tipo de acto que se pretenda realizar.

• La igualdad esencial de las personas

• La capacidad jurídica, pues, no significa posibilidad de actuar, sino sencillamente la posibilidad, abstracta y teórica, de
encontrarse en situaciones originadoras de derechos y obligaciones que pueden darse a lo largo de la vida de un sujeto y tiene un
valor fundamentalmente ético o socio-político: colocar a todas las personas en un punto de partida presidido por la idea de
igualdad (ser potencialmente sujeto de todos los derechos identificados por el OJ), rechazando discriminaciones: art. 14 CE.
NACIMIENTO
Requisitos para la atribución de personalidad
• La adquisición de la personalidad por los seres humanos y la consolidación de la genérica y abstracta capacidad jurídica de los mismos tiene lugar con el nacimiento. En tal sentido,
el art. 29 CC establece: "el nacimiento determina la personalidad; pero el concebido se tiene por nacido para todos los efectos que le sean favorables, siempre que nazca con las
condiciones que expresa el artículo siguiente". En tanto que el art. 30 CC dice: "La personalidad se adquiere en el momento del nacimiento con vida, una vez producido el entero
desprendimiento del seno materno".
• En consecuencia, la supresión del plazo de vida extrauterina anteriormente vigente supone, como es obvio, que las personas nacidas vivas, aunque no lleguen a superar las 24
horas de vida independiente, adquirirán personalidad y, por tanto, habrán de ser consideradas a todos los efectos como personas nacidas e inmediatamente fallecidas.
• Igualmente, cualquier consideración a la anteriormente denominada figura humana debe tenerse por inoportuna e innecesaria.
• Así pues, cualquier ser nacido mediante parto de una mujer, una vez separado de ella, alcanza de manera inmediata la personalidad.
El momento del nacimiento: partos múltiples
• El nacimiento se produce en el instante mismo en que el feto se independiza de la madre. Por consiguiente, superadas las 24 horas de vida extrauterina, la atribución de
personalidad debe retrotraerse al momento exacto que, en determinadas ocasiones, puede tener importancia. Por ello, la legislación requiere que en la inscripción de nacimiento
en el RC conste, además de la fecha, la hora del nacimiento.
• La determinación del momento del nacimiento adquiere particular relevancia en caso de que, en un mismo embarazo, la madre haya concebido más de un hijo, pues en ciertas
ocasiones resulta necesario fijar cuál de ellos ha de ser considerado el mayor. En el caso de partos dobles o múltiples corresponden según el art. 31 "al primer nacido los derechos
que la ley reconozca al primogénito".
• Pese al tenor literal del CC, hoy en día no existe en Derecho privado un régimen jurídico especial del primogénito, pues la situación jurídica de los nacidos (hermanos) es
exactamente la misma. Otra cosa es que, en ciertos supuestos, la consideración de la mayor edad entre hermanos sirva como criterio de elección entre ellos (la primogenitura),
siendo ésta una institución más bien perteneciente al pasado.
El nasciturus o concebido pero no nacido
• Múltiples razones de orden familiar y sucesorio han planteado, ya desde los viejos tiempos romanos, la necesidad de considerar la situación jurídica de quienes se encontraban
gestándose en el claustro materno, dotándoles de una especial protección (piénsese, por ejemplo, en que lo hasta ahora dicho excluiría al hijo póstumo de la herencia del padre, al
no ser aquél todavía persona).
• Los modernos Códigos destinan una serie de preceptos al nasciturus (el que va a nacer) para "reservarle" ciertos beneficios o efectos favorables para el caso de que llegue a nacer
y adquirir la capacidad jurídica.
• La norma fundamental al respecto es el art. 29 CC: "el concebido se tiene por nacido para todos los efectos que le sean favorables, siempre que nazca con las condiciones que
expresa el artículo siguiente".
• Interesa destacar que el tratamiento favorable hacia el nasciturus se encuentra supeditado a su nacimiento regular y, por tanto, imposibilita afirmar que la personalidad se puede
entender adquirida desde el momento de la concepción.
Los nondum concepti
• La expresión latina es habitual para referirse a personas que, pese a no haber sido "aún concebidas" pueden llegar a nacer (ej. el hijo mayor de mi nieto). Tales personas, en
principio, no pueden considerarse como titulares de posición jurídica alguna, ni de un derecho subjetivo concreto, pues representan un futurible. Sin embargo, existen mecanismos
en cuya virtud la atribución de derechos a los nondum concepti resulta admisible, como la donación con cláusula de reversión a favor de terceros y la sustitución fideicomisa.
EXTINCION DE LA PERSONALIDAD: LA MUERTE
La muerte y la declaración de fallecimiento o muerte presunta
• El art. 32 CC establece: "la personalidad civil se extingue por la muerte de las personas", regla obvia que no requiere explicación alguna.
• Sí requiere indicaciones previas la que el CC denomina en el art. 34 "presunción de muerte del ausente" o persona desaparecida sin que se tenga noticia alguna de ella durante un
plazo de tiempo prudencial o bien de aquellas personas que hayan participado en campañas bélicas, sufrido naufragio o accidente aéreo y de cuya supervivencia no se tengan
noticias. La suerte del ausente o desaparecido no puede constituir una incógnita permanente y sin límite temporal alguno, ya que las relaciones jurídicas tocantes al ausente y,
lógicamente, a terceros no pueden quedar indefinidamente en suspenso.
Determinación del fallecimiento
• Las consecuencias de la muerte como hecho físico incontestable que a todos nos ha de llegar son claras: al extinguirse la personalidad del difunto, todas las situaciones o relaciones
sociales a él pertenecientes habrán de darse igualmente por extinguidas, por desaparición del sujeto. Su cuerpo pasa a ser cadáver y, por consiguiente, no puede ser calificado como
persona, sino como cosa. Por ello, resulta necesario precisar el momento del fallecimiento y, en tal sentido, establece la LRC que la inscripción de defunción hace fe de la fecha, hora
y lugar en que acontece la muerte y que, para proceder a la inscripción "será necesaria certificación médica de la existencia de señales inequívocas de muerte" (RD 2070/1999,
sobre trasplantes de órganos, establece que la muerte del individuo podrá certificarse tras la confirmación del cese irreversible de las funciones cardiorrespiratorias o del cese
irreversible de las funciones encefálicas).
La comoriencia
• La determinación del momento de la muerte adquiere tintes de particular complejidad cuando fallecen simultáneamente dos o más personas que tuvieran recíprocamente derecho a
heredar a las otras, como ocurriría en el supuesto típico de nuestros días: accidente aéreo, automovilístico, etc, en el que fallecen padres e hijos.
• En tales casos, tradicionalmente (desde el Derecho romano, pasando por las Partidas, hasta la aprobación del CC) se solucionó el tema recurriendo a una serie de presunciones de
forma tal que:
• Entre marido y mujer, se consideraba premuerta a ésta, atendiendo a su mayor debilidad.
• Entre progenitores e hijos, dependía de si éstos eran mayores de 14 años o no, estimándose que en el primer caso fallecerían antes los padres y en el segundo los descendientes
impúberes.
• Nuestro CC introdujo, sin embargo, una regla distinta en el art. 33 conforme al cual, en defecto de prueba en contrario, se reputa que los comorientes han fallecido de forma
simultánea y, por ende, "no tiene lugar la transmisión de derechos de uno a otro". El tenor literal de éste art. parte de la base de que los comorientes son herederos entre sí, y, sin
duda, fue redactado atendiendo a una muerte simultánea y por la misma causa (incendio, terremoto, etc).
• La aplicación del artículo debe mantenerse incluso en el supuesto de que, siendo la muerte simultánea, su causa y lugar sean diferentes. La razón de ello estriba en que no se refiere
al fallecimiento de personas en supuestos de catástrofe. La norma deberá aplicarse a todo caso de duda sobre la supervivencia entre dos personas fallecidas simultáneamente, aun
en circunstancias normales.
La protección de la memoria de los difuntos
• En términos contemporáneos, la doctrina suele referirse a ello mediante la expresión de la protección de la personalidad pretérita. A decir verdad, ésta protección o la honra de
nuestros muertos o difuntos ha sido un tema bastante extraño al Derecho, siendo contemplado básicamente por normas religiosas o convenciones sociales de índole extrajurídica.
• En Derecho español, hasta tiempos bien recientes, la protección de la memoria de los difuntos prácticamente quedaba limitada al ejercicio de acciones penales por parte de sus
herederos cuando creyeran que los muertos habían sido objeto de injurias o calumnias. La LO 1/1982, faculta para ejercitar las acciones de protección civil del honor, la intimidad o
la imagen a los herederos o parientes de las personas fallecidas previamente.
La muerte y los bienes digitales
• A la pregunta, ¿qué ocurre con la herencia digital de las personas fallecidas? ¿Quién gestiona la totalidad de los bienes y derechos generados por los usuarios en el entorno digital y que no
se extinguen con su muerte?
• En relación con esto último, y en segundo lugar, resulta imprescindible mencionar el artículo 96 de la LOPDGDD, que regula el derecho al testamento digital, estableciendo una serie de reglas
para regir el acceso a contenidos sobre personas fallecidas gestionados por prestadores de servicios de la sociedad de la información (en adelante, “PSSI”), como son las redes sociales. Estas
pautas son indispensables para gestionar la herencia digital de un fallecido y habilitan a las siguientes personas para tomar decisiones en relación con la misma:
a. Las personas vinculadas al fallecido por razones familiares o de hecho y sus herederos, salvo si el fenecido lo hubiera prohibido expresamente o una ley establezca dicha prohibición.
b. El albacea testamentario o la persona o institución expresamente designada por el fallecido, siempre en cumplimiento de las instrucciones recibidas por el fallecido para ello.
c. En caso de que el fallecido sea menor de edad, la norma faculta a sus representantes legales, así como al Ministerio Fiscal.
d. En el supuesto en el que muera una persona con discapacidad, los encargados de gestionar su herencia digital, además de sus representantes legales y el Ministerio Fiscal, serán las
personas designadas para el ejercicio de funciones de apoyo, siempre que dichas facultades se entendieran comprendidas en las medidas de apoyo prestadas por el designado.

Sin embargo, en el caso en el que, antes de su muerte, la persona fenecida hubiese decidido sobre lo que ocurrirá con sus contenidos digitales tras su fallecimiento, deberán ser atendidas
sus instrucciones. En la línea de lo anterior, por ejemplo, si una persona determina que su perfil de Facebook debe ser eliminado en caso de que se produzca su muerte física, la red social
deberá proceder a la eliminación del mismo sin dilación tras su fallecimiento.

- Otra cuestión: ¿Qué pasa con esos bienes digitales cuando fallecemos? ¿Podemos dejárselo a quien queramos? ¿Puede alguien borrar nuestros datos de
Internet?

- De acuerdo a nuestra legislación, la herencia de una persona comprende todos sus bienes y derechos que no se extingan por la muerte, sin realizarse ninguna
distinción entre analógicos o digitales, por lo que cuando una persona fallece, sus herederos, además de otros bienes como casas, dinero o vehículos, recibirán
también sus bienes digitales.
• Esto significa que los herederos “se colocan en el lugar del fallecido” en lo que respecta a todos sus bienes y derechos, como nuevo titular. Esto se recoge en el
artículo 660 del Código Civil.
• Sin embargo, hay bienes y derechos que por su naturaleza y carácter personalísimo no pueden transmitirse y por tanto no forman parte de la herencia. A
modo de ejemplo: la patria potestad o los derechos de la personalidad.
• En el caso de los bienes digitales ¿Qué pasará con ellos cuando fallezcamos? pudiera darse el caso de que no entraran a formar parte de la herencia, pero
no por su propia naturaleza, sino por haber sido excluidos de la misma por voluntad del difunto.
• Cuando una persona se descarga contenido de una determinada plataforma en internet y esa plataforma tiene establecido en sus términos y condiciones que
estos bienes digitales solo pueden ser utilizados por la persona que ha realizado el contrato (en este caso el fallecido), quedarían excluidos de la herencia.
- A modo de ejemplo, tiendas online como iTunes establece en sus condiciones que los contenidos descargados a través de su plataforma no pueden
ser compartidos con terceros. Si aceptamos esas condiciones al registrarnos y utilizar sus servicios, estamos comprometiéndonos a ser los únicos en
utilizarlos.
TEMA 2
LOS DERECHOS DE LA
PERSONALIDAD
Los derechos inherentes a la persona
• Con las expresiones "derechos fundamentales" o "derechos de la personalidad" se suele hacer
referencia a un conjunto de derechos inherentes a la propia persona que todo OJ debe respetar por
constituir en definitiva manifestaciones varias de la dignidad de la persona y de su propia esfera
individual.
• El elenco de tales derechos y la delimitación de los mismos ha ido incrementándose y fortaleciéndose
a lo largo de los siglos en las normas políticas básicas de los Estados europeos.
• La propia Constitución subraya la inherencia de tal conjunto de derechos al propio concepto de
persona (art. 10).
• En consecuencia, la categoría de derechos a que nos estamos refiriendo han de ser considerados
como un prius respecto de la propia Constitución, en el sentido de que los derechos de la
personalidad o derechos fundamentales constituyen un presupuesto de la propia organización
política constitucionalmente establecida.

• Clasificación de los derechos de la personalidad


• Considerando directamente el elenco de derechos que deben ser estudiados, los derechos de la personalidad
serán encuadrados en los grupos que a continuación se consideran:
• vida e integridad física;
• libertades;
• integridad moral y esfera reservada de la persona; y
• derecho al nombre…..
DERECHO A LA VIDA
• La vida y la integridad física

• La protección jurídica de la persona parte del reconocimiento del derecho a la vida y a la integridad física,
contemplado en el art. 15 CE: "todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral, sin que, en
ningún caso, puedan ser sometidos a tortura ni a penas o tratos inhumanos o degradantes. Queda abolida la
pena de muerte, salvo lo que puedan disponer las leyes penales militares para tiempos de guerra".
• El desarrollo legislativo de tal mandato exige atender a la regulación del CP, aunque resulte obvia: prohibición
de homicidio, asesinato, lesiones, inducción al suicidio, etc. Posteriormente, la LO 11/1995 ha declarado
abolida finalmente la pena de muerte, incluso en tiempo de guerra.
• Tanto la vida propiamente dicha cuanto la integridad física son objeto de una específica protección civil
cuando tales derechos han sido conculcados o desconocidos por terceras personas.
• La vida e integridad física son claramente diferenciables: la vida constituye el presupuesto de la atribución de
los derechos a una persona cualquiera; la integridad física, vendría referida a la plenitud de los atributos
físicos de una persona en vida. El derecho a la integridad física "debe entenderse como una derivación del
derecho a la vida".
• Cualquier acto relativo a la integridad física no puede considerarse directamente atentatorio contra dicho
derecho, salvo que realmente ponga en peligro injustificadamente la vida de la persona en cuestión. En
consecuencia, las intervenciones higiénicas o quirúrgicas deben ser analizadas como lo que son: actuaciones
subordinadas a la subsistencia o, mejor, a la calidad de vida de las personas.
Integridad física y trasplantes de órganos

• Desde el prisma puramente .sico y corpóreo, prestar el consen4miento para la extracción o privación de cualquier órgano desemboca a la postre en una mu4lación de
los atributos .sicos de una persona.
• Sin embargo, lo cierto es que dicha consecuencia es contemplada por el Derecho desde diferentes perspec4vas, atendiendo a la causa que la mo4va. No es lo mismo
automu4larse para lograr la exención del an4guo servicio militar obligatorio (conducta 4pificada antes como delito por el CP) o cobrar la prima de un seguro, que
consen4r la extracción o mu4lación de un componente .sico o fisiológico para, gratuita y altruistamente, procurar que el trasplante del órgano subsiguiente permita la
mejoría o la salvación de otra persona.
• La regulación vigente (LTO, RD 2070/1999, RD 1723/2012 y RD Ley 9/2014) en la materia toma como idea motriz que el altruismo y la solidaridad que deben
caracterizar las relaciones sociales conllevan la permisividad y licitud de la cesión de órganos siempre que los siguientes principios legales:
1. Finalidad terapéu4ca o cienVfica de la cesión de órganos o elementos fisiológicos.
2. Carácter gratuito de la cesión, con la evidente finalidad de evitar la indignidad de la comercialización de órganos vitales.
3. Confidencialidad y protección de datos: ni los donantes ni sus familiares podrán conocer la iden4dad del receptor o la de sus familiares y viceversa. Esta
limitación no será aplicable a los directamente interesados en el trasplante de órganos de donante vivo entre personas relacionadas gené4camente, por
parentesco o por amistad ín4ma.
4. El donante ha de ser mayor de edad, gozar de plenas facultades mentales y de un estado de salud adecuado.
5. Intervención judicial en el caso de donante vivo, en garanVa de que el consen4miento a la extracción se realiza de forma absolutamente libre y consciente,
aparte de constar expresamente por escrito.
1. El procedimiento judicial para la extracción de órganos de donantes vivos se regula en la LJV (arts. 78 a 80), tratando de garan4zar que el
consen4miento prestado por el donante sea prestado libre, consciente y desinteresadamente, sin que en tales expedientes sea necesaria la
intervención de Abogado o Procurador, sino que bastará la solicitud del donante ante el JPI de la localidad donde haya de realizarse la extracción o el
trasplante, a elección del solicitante.
6. Respecto de las personas fallecidas, la legislación establece que la extracción de órganos u otras piezas anatómicas de fallecidos podrá realizarse con fines
terapéu4cos o cienVficos, en el caso de que éstos no hubieran dejado constancia expresa de su oposición.
• Por consiguiente, el requisito establecido legalmente radica en que la persona haya manifestado expresamente en vida su voluntad contraria a la cesión o extracción.
De no exis4r oposición expresa, la extracción de órganos es lícita y posible, aunque la persona en cues4ón no hubiera expresado nunca en vida su voluntad favorable a
la cesión. Una vez fallecido, la voluntad de los familiares al respecto resulta intrascendente.
• Con todo, conviene observar que, en la prác4ca hospitalaria, la oposición de los familiares a la extracción de órganos del difunto suele conllevar de facto la inaplicación
del art. 5 LTO y, a la postre, la imposibilidad de obtención de órganos.
• Si el donante fuese una persona con discapacidad, la información y el consen4miento deberán efectuarse en formatos adecuados, siguiendo las reglas marcadas por el
principio del diseño para todos, de manera que le resulten accesibles y comprensibles a su 4po de discapacidad (art. 4 LTO).
• También es de interés el RD 318/2016 de 5 de agosto, que regula el procedimiento de autorización para la realización de ac4vidades de promoción y publicidad de la
donación de células y tejidos humanos.
LA EUTANASIA. L.O. 3/2021, DE 24 DE MARZO
• Reconoce el derecho a toda persona que cumpla las condiciones exigida a solicitar y recibir la ayuda necesaria para morir, regulando el
procedimiento.

• Decisión autónoma y fundada.


• Consentimiento informado. (art.1)

Requisitos art. 5.
• 1. Para poder recibir la prestación de ayuda para morir será necesario que la persona cumpla todos los siguientes requisitos:
• a) Tener la nacionalidad española o residencia legal en España o certificado de empadronamiento que acredite un tiempo de permanencia
en territorio español superior a doce meses, tener mayoría de edad y ser capaz y consciente en el momento de la solicitud.
• b) Disponer por escrito de la información que exista sobre su proceso médico, las diferentes alternativas y posibilidades de actuación,
incluida la de acceder a cuidados paliativos integrales comprendidos en la cartera común de servicios y a las prestaciones que tuviera
derecho de conformidad a la normativa de atención a la dependencia.
• c) Haber formulado dos solicitudes de manera voluntaria y por escrito, o por otro medio que permita dejar constancia, y que no sea el
resultado de ninguna presión externa, dejando una separación de al menos quince días naturales entre ambas.
• Si el médico responsable considera que la pérdida de la capacidad de la persona solicitante para otorgar el consentimiento
informado es inminente, podrá aceptar cualquier periodo menor que considere apropiado en función de las circunstancias clínicas
concurrentes, de las que deberá dejar constancia en la historia clínica.
• d) Sufrir una enfermedad grave e incurable o un padecimiento grave, crónico e imposibilitante en los términos establecidos en esta Ley,
certificada por el médico responsable.
• e) Prestar consentimiento informado previamente a recibir la prestación de ayuda para morir. Dicho consentimiento se incorporará a la
historia clínica del paciente.

• 2. No será de aplicación lo previsto en las letras b), c) y e) del apartado anterior en aquellos casos en los que el médico responsable certifique
que el paciente no se encuentra en el pleno uso de sus facultades ni puede prestar su conformidad libre, voluntaria y consciente para realizar las
solicitudes, cumpla lo previsto en el apartado 1.d), y haya suscrito con anterioridad un documento de instrucciones previas, testamento vital,
voluntades anticipadas o documentos equivalentes legalmente reconocidos, en cuyo caso se podrá facilitar la prestación de ayuda para morir
conforme a lo dispuesto en dicho documento. En el caso de haber nombrado representante en ese documento será el interlocutor válido para el
médico responsable.
Las libertades de los ciudadanos en el
ordenamiento jurídico
• La verdadera existencia de un Estado de Derecho se evidencia en el reconocimiento de la libertad de los ciudadanos en cuanto el libre albedrío
es un atributo inherente a la persona humana que todo sistema jurídico debe aceptar como presupuesto. De ahí que el art. 9 CE exija:
"corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra
sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la política económica, cultural y social".

• En nuestra Constitución, la libertad constituye uno de los principios inspiradores del OJ.

• La propia CE contempla diversas manifestaciones de la libertad a lo largo de su articulado:


1. Libertad religiosa y de culto (art. 16).
2. Libertad personal (art. 17).
3. Libertad de fijación de residencia y de circulación (art. 19).
4. Libertad ideológica y de expresión (arts. 16 y 20.1.a).
5. Libertad de producción y creación literaria, artística, científica y técnica (art. 20.1.b).
6. Libertad de cátedra (art. 20.1.c).
7. Libertad informativa (art. 20.1.d).
8. Libertades públicas (derecho de reunión y manifestación -art. 21- y de asociación -art. 22-)
9. Libertad de enseñanza y de creación de centros docentes (art. 27.1 y 6).
10.Libertad de sindicación y de huelga (art. 28).

• Desde el punto de vista iusprivatista, la libertad es indiscutiblemente un derecho de la personalidad de carácter básico.
La integridad moral y la esfera
reservada de la persona
Introducción
• El art. 15 CE, junto a la integridad física, considera el derecho que tenemos todos a la integridad moral, esto es, al reconocimiento de la propia dignidad y al respeto y consideración por parte de
los demás miembros de la comunidad. Tal derecho genérico se plasma y concreta en la propia Constitución en el art. 18.1: "se garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a
la propia imagen"; precepto que, a su vez, ha sido objeto de desarrollo por la LOHIP.
Honor, intimidad e imagen
• La LOHIP se encarga de subrayar que las ideas sobre el honor, la intimidad y la imagen son contingentes y variables, dependiendo del momento y de las circunstancias sociales de cada época. A
tal idea responde el art. 2: "la protección civil del honor, de la intimidad y de la propia imagen quedará delimitada por las leyes y por los usos sociales, atendiendo al ámbito que, por sus propios
actos, mantenga cada persona reservado para sí misma o su familia".
• Conviene destacar del precepto que:
1. La esfera reservada de la persona debe analizarse en términos objetivos, quedando excluidas las consideraciones subjetivas que cada cual tenga respecto de su honor, intimidad o
imagen.
2. Los criterios generales para acceder a dicho análisis son de dos tipos: unos generales y de marcado carácter objetivo; y otro de acusado cariz subjetivo.
3. Los criterios objetivos vienen determinados por las propias leyes vigentes y por los usos sociales de carácter general. Ambos delimitan la protección del honor, intimidad e imagen.
4. Junto a ellos, debe considerarse un dato que permitirá a la jurisprudencia adecuar los criterios objetivos generales a las circunstancias concretas de cada caso. Dicho elemento consiste
en definitiva en considerar que cada persona queda vinculada por sus propios actos en relación con el ámbito que considera reservado e íntimo. Si la persona ha decidido pertenecer a
las tertulias audiovisuales y está presente todo el día en la vida cotidiana del resto de los ciudadanos, lógicamente está restringiendo su ámbito íntimo (aunque éste, deberá ser también
objeto de respeto general), si se le compara con cualquier ciudadano.
• Aunque efectivamente es difícil definir el honor en términos positivos, cabe afirmar sencillamente que se trata de la estimación y el respeto que la persona se profese a sí misma y que le
reconozca la comunidad en que se desenvuelve.
• La STS 408/2016 de 15 de junio, ha declarado que las personas jurídicas de Derecho público no son titulares del derecho al honor garantizado por el art. 18.1 CE. Por tanto, considera
que el Ayuntamiento recurrente, en cuanto persona jurídica de Derecho público carecía de legitimación para ejercitar las pretensiones de la demanda. La Sala apoya su fallo en la
jurisprudencia del TC, considerando que el honor tiene en la CE un significado personalista, por lo que no es adecuado hablar de honor de las instituciones públicas o de clases
determinadas del Estado, respecto de las cuales es más correcto, desde el punto de vista constitucional, emplear los términos dignidad, prestigio y autoridad moral, que son valores que
merecen la protección penal que les dispense el legislador, pero que no son exactamente identificables con el honor.

• La intimidad personal (y familiar) debe identificarse con el ámbito de actuación de cualquier persona (y familia) intrascendente para los demás y que debe ser respetado por todos. De
tal manera, la intromisión en el círculo privado de cualquiera o la revelación pública de datos íntimos de carácter personal o familiar deben considerarse conductas atentatorias contra la
intimidad personal.

• El derecho a la propia imagen significa que para hacer pública la representación gráfica de cualquier persona, mediante cualquier procedimiento técnico de reproducción, es necesario
contar con su consentimiento. Así, la apropiación del derecho a la propia imagen con fines exclusivamente publicitarios y/o comerciales constituye una intromisión ilegítima (art. 7.6
LOHIP), como estableciera la STS 2226/2014 de 8 de mayo, referente a la utilización de la imagen de un artista en una campaña de publicidad y promoción del periódico Almería
Actualidad, sin mediar consentimiento ni autorización del artista.
Honor, intimidad e imagen versus libertades de expresión e información.
• La jurisprudencia del TS ha argumentado generalmente que el derecho a la información es superior a los
derechos de la personalidad, pero parece que empiezan a manifestarse signos de una valoración más
ajustada a los principios aplicables en la materia, cohonestando y equilibrando la relación entre la
privacidad y el derecho a la información. En particular, debemos señalar la STS 518/2012 relativa a una
demanda de la actriz Elsa Pataky contra unos medios de comunicación que fueron condenados a
indemnizarla por haber captado indebidamente imágenes en un posado realizado por la actriz para otra
revista. En la misma línea, la STS 538/2016 de 4 de septiembre, condenó a una revista a indemnizar a la
actriz Penélope Cruz apreciando intromisión ilegítima en sus derechos fundamentales a la propia imagen
y a la intimidad, en la publicación de unas fotografías de la actriz que acompañaban a un reportaje.
Declara la sentencia que las fotos fueron tomadas en un momento privado y de intimidad de la actriz
junto a su pareja y fueron captadas y publicadas sin su consentimiento.

• No obstante, las libertades de información y de expresión siguen ocupando una posición prevalente, por
resultar esenciales para garantizar la formación de una opinión pública libre, indispensable para el
pluralismo político. Así lo ha sostenido reiteradas veces nuestro TS, que en la reciente STS 102/2014
considera que la libertad de expresión comprende la crítica de la conducta del otro, aun cuando sea
desabrida y pueda molestar. En dicha línea, aunque la expresión “chalado”, referida al alcalde de una
ciudad, pueda tener matiz despectivo, no constituye por sí mismo un insulto, sino que refuerza la carga
crítica de la opinión que un medio de comunicación quiere transmitir de un modo comprensible de
inmediato por cualquiera.

• En cualquier caso, los derechos al honor, intimidad e imagen son derechos de la personalidad, y
simultáneamente, derechos fundamentales.
La lesión de la esfera reservada de la persona: las intromisiones ilegítimas
• Los actos atentatorios de los derechos al honor, intimidad e imagen, se denominan en la LOHIP intromisiones ilegítimas.

• Las intromisiones ilegítimas se encuentran relacionadas, sin ser una enumeración taxativa o numerus clausus, en el art. 7 LOHIP….
• 1. El emplazamiento en cualquier lugar de aparatos de escucha, de filmación, de dispositivos ópticos o de cualquier otro medio
apto para grabar o reproducir la vida íntima de las personas.
• 2. La utilización de aparatos de escucha, dispositivos ópticos, o de cualquier otro medio para el conocimiento de la vida íntima de
las personas o de manifestaciones o cartas privadas no destinadas a quien haga uso de tales medios, así como su grabación,
registro o reproducción.
• 3. La divulgación de hechos relativos a la vida privada de una persona o familia que afecten a su reputación y buen nombre, así
como la revelación o publicación del contenido de cartas, memorias u otros escritos personales de carácter íntimo.

• Por otro lado, el art. 8 LOHIP prevé una serie de supuestos en que la captación o utilización de imágenes de personas pueden resultar
admisibles:

1. No se reputarán, con carácter general, intromisiones ilegítimas las actuaciones autorizadas por la Autoridad competente de
acuerdo con la ley, ni cuando predomine un interés histórico, científico o cultural relevante.

2. En particular, el derecho a la propia imagen no impedirá:


1. Su captación, reproducción o publicación por cualquier medio cuando se trate de personas que ejerzan un cargo público o
una profesión de notoriedad o proyección pública y la imagen se capte durante un acto público o en lugares abiertos al
público.
2. La utilización de la caricatura de dichas personas, de acuerdo con el uso social.
3. La información gráfica sobre un suceso público cuando la imagen de una persona determinada aparezca como meramente
accesoria.
LA INDIVIDUALIDAD DE LA PERSONA
El derecho al nombre
• Común y tradicionalmente, se considera que uno de los derechos de la personalidad estriba en la utilización exclusiva del nombre de la persona, en
cuanto manifestación externa de su propia individualidad. Por otra parte, es evidente que la identificación nominal de los sujetos es una exigencia
inexcusable de la vida social (referida tanto a las personas propiamente dichas, como a las jurídicas). Por ello, el Derecho positivo protege la utilización
del nombre desde diversas perspectivas: penal, civil, mercantil y administrativa.
• El derecho al nombre puede considerarse en nuestro sistema jurídico como un atributo de la personalidad, pero que carece del rango especialísimo
de derecho fundamental.
• En España la identificación de la persona se realiza mediante la existencia del nombre propio o nombre de pila, y los apellidos correspondientes a
ambos progenitores.

El seudónimo
• La utilización de seudónimos es lícita y admisible en nuestro OJ, siempre y cuando el seudónimo no pretenda suplantar o excluir al nombre en actos
de naturaleza oficial o administrativa. Se trata, pues, de una libertad de la persona; quien mediante la reiteración en el uso, puede acabar siendo
conocida por la generalidad e incluso por las generaciones futuras por el seudónimo y no por su verdadero nombre.
• Siendo así, parece natural que si la individualidad de la persona acaba identificándose con el seudónimo, éste merezca ser protegido jurídicamente en
alguna medida, para evitar homonimias innecesarias y situaciones abusivas.

Referencia a los títulos nobiliarios


• Los títulos nobiliarios no son derechos de la personalidad, ni derechos fundamentales, sino especiales mercedes o dignidades sociales (con raíces
claramente medievales) graciablemente atribuidas por los reyes o jefes de Estado a algunas personas por sus peculiares méritos.
• La STS de Pleno 135/2016 de 8 de marzo, sin hacer referencia al art. 14 CE en este ámbito, considera que la exclusión de hijos extramatrimoniales en
la carta de concesión de título nobiliario no afecta al principio constitucional de igualdad, atendiendo a la propia naturaleza de las distinciones
nobiliarias.
Características de los derechos de la
personalidad
La esencialidad o inherencia a la persona
• La inherencia a la persona significa que los derechos de la personalidad corresponden a todo ser humano por el mero hecho de serlo, sin necesidad, por tanto, de
circunstancias, requisitos o situaciones social de orden complementario. Toda persona, en cuanto tal, tiene derechos de la personalidad, que el OJ debe reconocer de forma
general y necesaria.
La condición de derechos personalísimos
• La referencia constitucional de derechos inherentes a la persona, puede ser, parcialmente, identificada con la categoría de los derechos personalísimos: esto es, aquellos que
debe ejercitar necesariamente su titular, sin posibilidad de transmitirlos o enajenarlos a otra persona.
• Con todo, la categoría de los derechos personalísimos es más amplia que la de los derechos de la personalidad. Así, pues, todos los derechos de la personalidad son
personalísimos, pero no todos éstos son derechos de la personalidad.
• En cuanto derechos personalísimos, los derechos de la personalidad gozan de una serie de características generales a dicha categoría que suelen enunciarse recurriendo a las
ideas generales de inalienabilidad, indisponibilidad, irrenunciabilidad e imprescriptibilidad.
El deber general de respeto
• Dado que la dignidad de la persona y el libre desarrollo de la personalidad constituyen fundamento básico de la convivencia ciudadana, es evidente que los derechos de la
personalidad deben ser objeto de respeto general. Caso de ser conculcados o desconocidos, su titular (la persona) puede ejercitarlos y reclamar su protección frente a todos,
ya se trate del propio Estado o de las AAPP, ya de los restantes conciudadanos.
• En consecuencia, los derechos de la personalidad pueden ser calificados como derechos generales, en cuanto todos los miembros o entidades de la colectividad deben
respetarlos y son oponibles por su titular frente a cualquiera.
La extrapatrimonialidad
• Otra de las características consiste en su extrapatrimonialidad, en cuanto, en sí mismos considerados, deben ser excluidos “del comercio de los hombres” (cf. art. 1271),
porque carecen de valoración económica concreta.
• La referida nota de extrapatrimonialidad de los derechos de la personalidad, indiscutible en términos técnicos, encuentra en la práctica un talón de Aquiles bien conocido: el
hecho de que muchas personas “cedan” algunos de sus derechos de la personalidad a cambio de una contraprestación (normalmente económica). Tal realidad cuestiona la
pervivencia de la extrapatrimonialidad, pues además, socialmente no se encuentra generalizada la idea de que comerciar con la intimidad o la propia imagen, por ejemplo,
atente contra el orden público, como parece suponer el propio OJ.
Los derechos de la personalidad como derechos subjetivos
• La mejor doctrina predica que los derechos de la personalidad son verdaderos derechos subjetivos, en cuanto permiten a su titular reclamar el respeto general y, en caso de
lesión, impetrar el auxilio de la justicia y la oportuna sanción del infractor.
Garantía y protección de los derechos fundamentales

• El art. 53 CE justifica por qué los derechos comprendidos en el capítulo II aparecen divididos en dos
secciones:
1. De los derechos fundamentales y de las libertades públicas (arts. 15 a 29), y
2. De los derechos y deberes de los ciudadanos (arts. 30 a 38).

• Tanto los derechos fundamentales como los demás derechos ciudadanos se encuentran especialmente
garantizados constitucionalmente, ya que sólo podrán ser regulados por ley. Y ésta habrá de respetar
necesariamente su contenido esencial, al tiempo que queda sometida al control de constitucionalidad (arts.
53.1 y 161.1 CE).

• Así, los derechos fundamentales sólo podrán ser regulados por LO, y además, según el art. 53.2 CE:

• Su reconocimiento y respeto puede ejercitarse "ante los Tribunales ordinarios por un procedimiento basado
en los principios de preferencia y sumariedad".

• En el caso de que cualquiera de los derechos fundamentales haya sido vulnerado en cualquier proceso
judicial, una vez que haya agotado los recursos ordinarios, su titular podrá recabar la tutela del TC a través
del recurso de amparo.
LESION DE LOS DERECHOS DE LA PERSONALIDAD
El daño moral
• Si los derechos de la personalidad tienen naturaleza extrapatrimonial, las consecuencias de su violación no deberían ser de índole patrimonial, sino en todo caso
de orden moral, carentes, por tanto, de valoración económica.
• Sin embargo, dicho silogismo hace ya casi un siglo que fue destruido por el TS, con ocasión de un caso comentadísimo de la época.
• Desde entonces, la lesión de los derechos de la personalidad se ha identificado con la idea de daño moral. En los tiempos contemporáneos es pacíficamente
aceptado por la legislación y por la jurisprudencia que, aunque la lesión de tales derechos quede reducida a un daño moral, éste habrá de ser resarcido por su
causante.

La obligación de reparar el daño causado


• Por lo general, dicho resarcimiento o reparación se llevará a cabo mediante una indemnización pecuniaria que, deje indemne al perjudicado en cualquiera de sus
derechos de la personalidad o, por lo menos, mitigue su dolor.
• A efectos de cuantificación de dicha indemnización, aparte las circunstancias del caso en cuestión, habrán de entrar en juego las reglas generales de
responsabilidad civil extracontractual. Conforme a ella, el demandante deberá acreditar la acción dañosa de tercero infractor y el perjuicio sufrido (aspectos que
no son siempre fáciles de probar en juicio).
• Sin embargo, respecto de los derechos al honor, intimidad e imagen, su LO establece una regla más beneficiosa para el titular de tales derechos de la
personalidad, afirmando que la "existencia de perjuicio se presumirá siempre que se acredite la intromisión ilegítima" en la esfera reservada de la persona.
• No obstante la importancia práctica de la indemnización pecuniaria, ésta no tiene por qué existir siempre y necesariamente, aparte el hecho de que en bastantes
casos desempeña un papel puramente simbólico (reclamando, como ocurre muchas veces en la realidad, 1 peseta o un euro; para acreditar que lo que se busca
es la sanción del infractor y no dinero). De otra parte, la reclamación de la indemnización pecuniaria no excluye otras medidas reparadoras del daño causado: la
entrega o destrucción de los negativos de unas fotografías; la publicación en diversos medios de la sentencia condenatoria a cargo del infractor, etc. Así por
ejemplo, la sentencia de 2014 de un JPI de Sevilla en la que se juzgan ciertas expresiones vejatorias (imbécil, empresario de postín corrupto, golfo, …) vertidas a
través de Twitter, condena al autor de tales expresiones atentatorias contra el derecho al honor a una indemnización de 4.000€ por daño moral y, además, a
eliminar de su perfil de Twitter los comentarios lesivos, así como, a publicar el fallo de la sentencia a través de su propia cuenta twittera, mediante la
transcripción del fallo en un tweet, usando una herramienta creada al efecto para aumentar el número de caracteres permitidos, publicándolo durante 30 días en
determinado horario de mañana y en otro de tarde. La STS 661/2016 de 10 de noviembre, condenó a RTV Murcia a indemnizar a una mujer víctima de violencia
de género, por entender que se había vulnerado su derecho a la intimidad y a la propia imagen, al haber emitido en un informativo un conjunto de datos que
permitían identificarla, en concreto, la imagen de su cara, el nombre de pila y la ciudad donde se produjeron los hechos.
• Conviene recordar que las acciones de protección frente a las intromisiones ilegítimas en los derechos de la personalidad tienen un estricto plazo de caducidad.
En concreto, el art. 9.5 LOHIP establece que tales acciones protectoras caducarán a los 4 años desde que el legitimado pudo o hubiera podido ejercitarlas.

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