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TEMA 4.

LA PERSONA FÍSICA

1. CONCEPTO Y CLASES DE PERSONA

Prescindiendo de consideraciones sociológicas o de cualquier otra índole, desde el punto de vista


estrictamente técnico jurídico, el concepto de persona suele centrarse en su consideración de sujeto de
relaciones jurídicas. Personalidad sería, pues, la aptitud para ser sujeto activo o pasivo de relaciones
jurídicas, cualidad que se identifica, asimismo, con la capacidad jurídica.

Pero el reconocimiento de la personalidad también tiene como función servir como soporte en el que
basar una serie de conceptos, así como servir de centro de imputación de derechos y deberes. Por ello, y
porque el hombre tiene una innata tendencia social, el ordenamiento jurídico, además de reconocer la
personalidad del ser humano individual (es decir, de la persona natural o física), atribuye también dicha
cualidad a determinadas entidades o agrupaciones de individuos, a las que, a estos efectos, personifica (es
decir, la persona jurídica).

2. COMIENZO DE LA PERSONALIDAD

2.1. REGLA GENERAL

La persona física es el ser humano individual en su consideración de sujeto de relaciones jurídicas: la


persona individual o natural. Partiendo, pues, de que el ser individual nace y muere, es necesario
determinar en qué momento comienza y se extingue la personalidad o aptitud de titularidad de relaciones
jurídicas.

Nuestro ordenamiento establece el momento de comienzo de la personalidad conforme al criterio del


nacimiento, ya que, según el art. 29 CC, “el nacimiento determina la personalidad”. Y el art. 30 dice que
“la personalidad se adquiere en el momento del nacimiento con vida, una vez producido el entero
desprendimiento del seno materno”; es decir: el nacimiento se entiende ocurrido en el momento de la
ruptura del cordón umbilical.

La Ley 20/2011 del Registro Civil ha eliminado los requisitos a los cuales el Código Civil condicionaba
la atribución de personalidad: que el feto que tuviere figura humana y viviera veinticuatro horas
enteramente desprendido del seno materno.

2.2. LA PROTECCIÓN DEL NASCITURUS (CONCEBIDO NO NACIDO).

Hemos visto que el art. 29 CC comienza afirmando el momento del nacimiento como comienzo de la
personalidad. Pero a continuación el mismo artículo establece: “pero el concebido se tiene por nacido a
todos los efectos que le sean favorables, siempre que nazca con las condiciones que expresa el artículo
siguiente”. Al meramente concebido y no nacido se le reservan ciertos derechos mientras dura la
gestación. No es que se le atribuya una cierta capacidad o personalidad al concebido, sino que el
ordenamiento coloca determinados bienes o intereses en estado de suspensión, pendiente del
cumplimiento de la condición que permitirá la adquisición definitiva de los derechos: el final de la
gestación. Es decir, se le reservan determinados derechos, no como si hubiera nacido, sino por si nace.

Si el concebido “nace”, en los términos del art. 30, la personalidad se retrotrae al momento de la
concepción, y, además, esta “reserva” de derechos es parcial, en cuanto que sólo opera respecto a aquellos
efectos que sean favorables al concebido no nacido, lo que habría de entenderse como aquéllos que
amplíen o afiancen su esfera jurídica.

Son aplicaciones concretas del principio de protección del concebido la regulación de las donaciones
hechas a los concebidos no nacidos (art. 627 CC) y la regulación de las herencias a las que está llamado
un concebido (arts. 959 a 967 CC). En general, la protección se concreta en la estructuración de una serie
de medidas preventivas y en el sometimiento de los posibles intereses a un especial sistema de gestión y
administración.

3. CAPACIDAD JURÍDICA Y CAPACIDAD DE OBRAR


3.1. CONCEPTO

Por capacidad jurídica se entiende la aptitud para ser titular de derechos subjetivos y de deberes jurídicos.
El concepto de capacidad jurídica es coincidente con el de personalidad; y de este modo, toda persona,
por el hecho del nacimiento con los requisitos previstos en el artículo 30 del Código Civil, tendrá
capacidad jurídica.

Por capacidad de obrar se entiende la aptitud para el ejercicio de los derechos de los que se es titular;
capacidad de obrar que no tiene toda persona, sino que dependerá de la situación personal de cada uno.

Partiendo de lo anterior, se podría definir la capacidad de obrar como "la aptitud para el ejercicio de los
derechos subjetivos y de los deberes jurídicos".

3.2. CARACTERES DE LA CAPACIDAD DE OBRAR

a) Como característica esencial del concepto de capacidad de obrar se entiende la de que ni toda persona
tiene capacidad de obrar, ni todas aquellas que tienen dicha aptitud, la tienen en el mismo grado o
intensidad. De esta forma, se pueden distinguir distintos grados de capacidad de obrar que corresponden
al estado civil y que se encuentran íntimamente ligados con la edad, la incapacitación y la nacionalidad y
vecindad civil.

b) Presunción de que la capacidad de obrar es plena para todas las personas; por lo que la falta o la
limitación de la capacidad de obrar ha de probarse o acreditarse debidamente.

3.3. GRADOS DE LA CAPACIDAD DE OBRAR

Los grados de la capacidad de obrar, basados o fundamentados esencialmente en las condiciones naturales
del sujeto, pueden ser clasificados en:

A. CAPACIDAD PLENA

Es el grado de capacidad más pleno o amplio o sin limitaciones. De conformidad con el artículo 246 del
Código Civil, se encuentra en dicho grado, la persona mayor de edad, y así dispone el mismo:

"El mayor de edad es capaz para todos los actos de la vida civil, salvo las excepciones establecidas en
casos especiales por este Código".

No obstante, y pese a la presunción general de capacidad de los mayores de edad para todos los actos de
la vida civil, esta presunción se encuentra sujeta a excepciones, en las que previamente a la realización de
un acto, se requiere la comprobación de la capacidad natural de la persona para prestar válidamente el
consentimiento.

Asimismo, para determinados supuestos, no es requisito único de plena capacidad la mayoría de edad,
sino que se requeriría para la validez y plena eficacia del acto o negocio jurídico, un plus, como es el caso
de la adopción, en el cual no sólo se requiere que el adoptante sea mayor de edad, sino que además se
precisa que tenga al menos la edad de veinticinco años (artículo 175 del Código Civil).

B. CAPACIDAD RESTRINGIDA

La capacidad restringida es el grado intermedio de la capacidad. Se requiere un complemento de la


capacidad para determinados y específicos actos o negocios jurídicos, denominado a veces
consentimiento, otras veces autorización o asentimiento.

Conforme al art. 247, “la emancipación habilita al menor para regir su persona y bienes como si fuera
mayor; pero hasta que llegue a la mayor edad no podrá el emancipado tomar dinero a préstamo, gravar o
enajenar bienes inmuebles y establecimientos mercantiles o industriales u objetos de extraordinario valor
sin consentimiento de sus progenitores y, a falta de ambos, sin el de su defensor judicial”.

Para que el casado menor de edad pueda enajenar o gravar bienes inmuebles, establecimientos
mercantiles u objetos de extraordinario valor que sean comunes, basta, si es mayor el otro cónyuge, el
consentimiento de los dos; si también es menor, se necesitará además el de los progenitores o defensor
judicial de uno y otro (art. 248).

Según el art. 1329, “el menor no emancipado que con arreglo a la Ley pueda casarse podrá otorgar
capitulaciones, pero necesitará el concurso y consentimiento de sus padres o tutor, salvo que se limite a
pactar el régimen de separación o el de participación”. “El menor no emancipado que con arreglo a la Ley
pueda casarse, también puede en capitulaciones matrimoniales o fuera de ellas hacer donaciones por
razón de su matrimonio, con la autorización de sus padres o del tutor. Para aceptarlas, se estará a lo
dispuesto en el título II del libro III de este Código” (art. 1338).

3.4. PROTECCIÓN JURÍDICA DE LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD

La Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad es un instrumento
internacional de derechos humanos creado por la Organización de Naciones Unidas. El propósito de la
Convención es promover, proteger y asegurar el goce pleno, y en condiciones de igualdad, de todos los
derechos humanos y libertades fundamentales por todas las personas con discapacidad y promover el
respeto de su dignidad inherente. El texto de la Convención fue aprobado por la Asamblea General de las
Naciones Unidas el 13 de diciembre de 2006 en la Sede de Naciones Unidas de Nueva York. España
ratificaría el texto el 3 de diciembre de 2007 y entraría en vigor el 3 de mayo del año siguiente.

La Convención se basa en los principios de respeto, no discriminación, participación e inclusión plena en


la sociedad, respeto por la diferencia, igualdad de oportunidades, accesibilidad, igualdad entre el hombre
y la mujer y respeto a la evolución de las facultades de los niños con discapacidad, así como el derecho a
preservar su identidad. Del contenido de la Convención derivan una serie de obligaciones para los
Estados parte. Éstos se comprometerán a asegurar y promover el pleno ejercicio de todos los derechos
humanos y las libertades fundamentales de las personas con discapacidad sin discriminación alguna por
motivo de discapacidad.

Una de las medidas legislativas de protección de las personas discapacitadas o dependientes es la


constitución de los denominados patrimonios protegidos, que sirven a modo de precaución o previsión
para paliar los problemas económicos y de garantía de cuidados. Su objeto inmediato es regular la
constitución de una masa patrimonial que queda inmediata y directamente vinculada a la satisfacción de
las necesidades vitales de una persona con discapacidad, favoreciendo la constitución de este patrimonio
y la aportación a título gratuito de bienes y derechos a la misma.

A tal fin, en el ámbito estatal, se promulgó la Ley 41/2003, de 18 de noviembre, sobre protección
patrimonial de las personas con discapacidad, que en su Capítulo I regula el patrimonio protegido de las
personas con discapacidad en lo que constituye el objeto inmediato de la Ley.

Con la misma inspiración, la Ley 8/2021, por la que se reforma la legislación civil y procesal para el
apoyo a las personas con discapacidad en el ejercicio de su capacidad jurídica, significa un profundo
cambio en un sistema como el hasta ahora vigente en nuestro ordenamiento jurídico, en el que predomina
la sustitución en la toma de las decisiones que afectan a las personas con discapacidad, por otro
basado en el respeto a la voluntad y las preferencias de la persona quien, como regla general, será
la encargada de tomar sus propias decisiones.

El elemento sobre el que pivota la nueva regulación no va a ser ni la incapacitación de quien no se


considera suficientemente capaz, ni la modificación de una capacidad que resulta inherente a la condición
de persona humana y, por ello, no puede modificarse. Muy al contrario, la idea central del nuevo sistema
es la de apoyo a la persona que lo precise, apoyo que, tal y como la ya citada Observación General de
2014 recuerda, es un término amplio que engloba todo tipo de actuaciones: desde el acompañamiento
amistoso, la ayuda técnica en la comunicación de declaraciones de voluntad, la ruptura de barreras
arquitectónicas y de todo tipo, el consejo, o incluso la toma de decisiones delegadas por la persona con
discapacidad.

Cabe añadir, incluso, que en situaciones donde el apoyo no pueda darse de otro modo y solo ante esa
situación de imposibilidad, este pueda concretarse en la representación en la toma de decisiones. Es
importante señalar que podrá beneficiarse de las medidas de apoyo cualquier persona que las precise, con
independencia de si su situación de discapacidad ha obtenido algún reconocimiento administrativo. Es
también relevante que, a diferencia de lo que hacían los códigos decimonónicos, más preocupados por los
intereses patrimoniales de la persona que por la protección integral de esta, la nueva regulación trata de
atender no solo a los asuntos de naturaleza patrimonial, sino también a los aspectos personales, como
pueden ser los relativos a decisiones sobre las vicisitudes de su vida ordinaria –domicilio, salud,
comunicaciones, etc.–.

4. LA EXTINCIÓN DE LA PERSONALIDAD

4.1. LA MUERTE

La personalidad civil se extingue por la muerte de la persona (art. 32 CC). Ahora bien, hemos de partir de
la premisa de que lo que se extingue por la muerte es la potencialidad para crear nuevas relaciones –así
como, desde luego, los derechos llamados “personalísimos”-, pero no destruye las relaciones ya
constituidas y pendientes aún de cumplimiento, ya que, por el principio de sucesión hereditaria, los
derechos y obligaciones del difunto, salvo los personalísimos, se transmiten al o a los herederos.

Como ocurre con el nacimiento, ha de fijarse un momento concreto físico de la muerte. Pero, a diferencia
de lo que ocurre con el primero, el Código no ofrece un criterio al respecto. Éste ha de buscarse en la
legislación de extracción y transplantes de órganos, que exige la muerte cerebral, basada en la
constatación y concurrencia, durante treinta minutos al menos, y la persistencia seis horas después del
comienzo del coma, de los siguientes signos: ausencia de respuesta cerebral, con pérdida absoluta de
conciencia; ausencia de respiración espontánea; ausencia de reflejos cefálicos, con hipotonía muscular y
midriasis; y electroencefalograma plano, demostrativo de inactividad bioeléctrica cerebral. Aunque esos
signos no serán suficientes ante situaciones de hipotermia inducida artificialmente o de administración de
drogas depresoras del sistema nervioso central.

Presunciones de premoriencia y comoriencia: Cuando varias personas llamadas respectivamente a


sucederse mueren simultáneamente, con ocasión o no de un mismo siniestro, puede convenir determinar
cuál ha muerto primero, porque el orden de fallecimiento puede modificar los derechos sucesorios de
sujetos vivos. Dada la dificultad que en ocasiones puede entrañar la prueba de este extremo, las
legislaciones han optado entre establecer el criterio de la premoriencia (o establecimiento de una
presunción de supervivencia a favor de uno de ellos) o bien el criterio de la comoriencia (que presume la
muerte simultánea).

Éste último es el criterio –aunque matizado- adoptado por el CC en el art. 33, ya que, si bien permitiendo
de entrada la posible prueba de la premoriencia (es decir, que uno ha fallecido antes que el otro),
establece que, de no probarse la muerte anterior de una o de otra, se presumen muertas al mismo tiempo y
no tiene lugar la transmisión de derechos del uno al otro.

4.2. DESAPARICIÓN, AUSENCIA Y DECLARACIÓN DE FALLECIMIENTO

El Código Civil regula tres diferentes situaciones de desaparición del domicilio:

A) LA DESAPARICIÓN DEL DOMICILIO Y SUBSIGUIENTE DEFENSA DE LOS BIENES DEL


DESAPARECIDO.

Art. 181: En todo caso, desaparecida una persona de su domicilio o del lugar de su última residencia, sin
haberse tenido en ella más noticias, podrá el Secretario judicial, a instancia de parte interesada o del
Ministerio Fiscal, nombrar un defensor que ampare y represente al desaparecido en juicio o en los
negocios que no admitan demora sin perjuicio grave. Se exceptúan los casos en que aquél estuviese
legítimamente representado voluntariamente conforme al artículo 183.

“Falta de noticias” implica la imposibilidad de informarle sobre sus asuntos y de recibir instrucciones
sobre su dirección.

El cónyuge presente mayor de edad no separado legalmente será el representante y defensor nato del
desaparecido; y por su falta, el pariente más próximo hasta el cuarto grado, también mayor de edad
(representantes legítimos). En defecto de parientes, no presencia de los mismos o urgencia notoria, el
Secretario judicial nombrará persona solvente y de buenos antecedentes, previa audiencia del Ministerio
Fiscal (representante dativo).
También podrá adoptar, según su prudente arbitrio, las medidas necesarias a la conservación del
patrimonio.

El defensor es un representante, de carácter limitado, y circunscrito a asuntos patrimoniales. Su función


consiste es amparar y representar al desaparecido en juicio o en los asuntos que no admitan demora sin
perjuicio grave, y su actuación requiere, en todo caso, previa autorización y posterior aprobación judicial.
Cesará en sus funciones cuando termine el encargo para el que fue designado, o cuando se declare
judicialmente la ausencia o el fallecimiento.

B) LA DECLARACIÓN DE AUSENCIA

Es uno de los estados o situaciones que influyen sobre la condición jurídica de la persona individual. El
punto de vista jurídico de la ausencia añade una connotación más a su sentido usual de que una persona
no se encuentra en su domicilio o donde es requerida. Dicha connotación es que, además, haya una
incertidumbre sobre la vida o la existencia de esa persona. Y se diferencia, además, de la situación de
mera desaparición en que ésta no exige declaración ni está sujeta a un plazo mínimo.

La ausencia es, pues, la situación jurídica especial de una persona que no se encuentra en su domicilio o
en el lugar donde es necesaria su presencia y de la que no se tienen noticias, durante cierto tiempo,
dudándose de su existencia.

Está regulada por los arts. 182 a 198 CC. Son sus requisitos y efectos:

a) Petición por las personas obligadas o facultadas (art. 182): Tiene la obligación de promover e
instar la declaración de ausencia legal, sin orden de preferencia:

Primero. El cónyuge del ausente no separado legalmente.

Segundo. Los parientes consanguíneos hasta el cuarto grado.

Tercero. El Ministerio fiscal de oficio o a virtud de denuncia.

Podrá, también, pedir dicha declaración cualquier persona que racionalmente estime tener sobre los
bienes del desaparecido algún derecho ejercitable en vida del mismo o dependiente de su muerte

b) Transcurso de los plazos legales (art. 183):


Se considerará en situación de ausencia legal al desaparecido de su domicilio o de su última
residencia:

Primero. Pasado un año desde las últimas noticias o a falta de éstas desde su desaparición, si
no hubiese dejado apoderado con facultades de administración de todos sus bienes.

Segundo. Pasados tres años, si hubiese dejado encomendada por apoderamiento la


administración de todos sus bienes.

c) Efectos de la declaración:

- De carácter personal: constituye separación de hecho, a efectos de la destrucción de la presunción de


paternidad (Art. 116 CC: “Se presumen hijos del marido los nacidos después de la celebración del
matrimonio y antes de los trescientos días siguientes a su disolución o a la separación legal o de hecho
de los cónyuges”); la patria potestad será ejercida exclusivamente por el cónyuge presente.

- De carácter económico: nombramiento de un representante del ausente, que se encargará de la


administración y conservación de su patrimonio; permite al cónyuge solicitar la disolución del régimen
económico matrimonial; protección de los derechos eventuales del ausente (los que puedan
corresponderle después de la declaración); reserva temporal de bienes hereditarios.

C) LA DECLARACIÓN DE FALLECIMIENTO
No es otra cosa que una presunción de muerte susceptible de prueba en contrario. El art. 195, de hecho,
establece una doble presunción: una de vida, hasta que se haga la declaración de fallecimiento, y otra de
muerte, a partir del momento que la declaración señale.

La declaración de fallecimiento no exige una previa declaración de ausencia.

Requisitos:

- petición de los legitimados;


- transcurso de los plazos legales (leer arts. 193 y 194 CC)

Efectos:

- de carácter personal y familiar: es causa de disolución del matrimonio equiparada a la muerte;


destruye la presunción de paternidad.

-de carácter patrimonial: produce la apertura de la sucesión del causante, si bien con determinadas
cautelas temporales.

La declaración de fallecimiento puede ser revocada, si se presentase el ausente o se probase su existencia,


si se probase la muerte efectiva o si se probase que la muerte tuvo lugar en momento distinto del señalado
en la declaración.

5. LA PRUEBA DEL NACIMIENTO Y DE LA MUERTE

En nuestro ordenamiento, la prueba tanto del nacimiento como de la muerte está constituida por su
inscripción en las actas o asientos del Registro Civil, que tiene por objeto la publicidad de los datos
referentes a determinados hechos relativos a las personas y a su estado civil. Concretamente, a través de
las llamadas “partidas” o certificados de nacimiento o defunción, que constituyen el título físico
legitimador.

En el supuesto de la prueba del nacimiento, la inscripción da fe del hecho, hora, lugar en que acaece, sexo
y, en su caso, filiación.

La inscripción de la defunción debe referirse al hecho de la muerte, a la identidad del fallecido y al


momento de la defunción. La Ley y el Reglamento del Registro Civil disciplinan con detalle la
inscripción de la defunción, pudiendo destacar alguna de sus previsiones. El enterramiento no puede
llevarse a cabo hasta que se practique el asiento de defunción, se expida la correspondiente licencia y
hayan transcurrido veinticuatro horas desde la consignada en el certificado facultativo. En los supuestos
excepcionales, como los de desaparición o inhumación del cadáver, la práctica del asiento registral de
defunción requiere la intervención anterior de una autoridad judicial o administrativa.

6. LA NACIONALIDAD

6.1. GENERALIDADES Y RÉGIMEN JURÍDICO

La nacionalidad es el vínculo que une a cada individuo con un determinado Estado, la cualidad que
infunde a cada persona el hecho de pertenecer a una comunidad nacional organizada en forma de Estado.
Y es una cualidad de estado civil, por cuanto influye en su capacidad de obrar, pues es de acuerdo con
la nacionalidad como se aplican a una persona las leyes relativas a los derechos y deberes de familia,
estado, capacidad legal y sucesión por causa de muerte. Es la ley de la respectiva nacionalidad la que, a
estos efectos, se aplica a los españoles en el extranjero y a los extranjeros en España (art. 9-1 CC).

De esta cualidad de estado civil de la nacionalidad se derivan algunas consecuencias:

- queda sometida al régimen general de las cuestiones de estado civil;


- es materia de orden público (fuerte intervención)
- tiene eficacia general o erga omnes.

La regulación de la nacionalidad en nuestro Derecho se sujeta a los siguientes principios generales:

- Todo individuo tiene derecho y debe tener una nacionalidad;


- Todo individuo tiene derecho a una nacionalidad desde su nacimiento;
- Todo individuo tiene derecho a cambiar voluntariamente la nacionalidad, con el asentimiento del
Estado interesado.
- Ningún español de origen podrá ser privado de su nacionalidad

6.2. ADQUISICIÓN DE LA NACIONALIDAD ESPAÑOLA

Partiendo del principio de que se trata de un estado mudable, se distinguen dos modos o formas de
adquisición:

-una adquisición originaria, por virtud de la cual se fija a una persona una determinada nacionalidad
desde el momento de su nacimiento;

-una adquisición derivativa, es decir, producida por cambio o modificación de la nacionalidad que
anteriormente se ostentaba.

A su vez, la adquisición originaria, puede obedecer a dos tipos de causas:

- la filiación o linaje (adquisición ius sanguinis), con arreglo al cual la nacionalidad se adquiere como
consecuencia de la filiación, con independencia del lugar en que se nazca;

- el lugar de nacimiento (adquisición ius soli), con arreglo al cual la nacionalidad se adquiere por el
lugar en que se nace, con independencia de la nacionalidad de los padres.

En nuestro ordenamiento se contemplan todos estos sistemas:

6.2.1. ADQUISICIÓN ORIGINARIA:


A) Supuestos

- por filiación (art. 17-1-a). Los nacidos de padre o madre españoles

- por nacimiento en territorio español: art. 17-1-b), c) y d)

b) Los nacidos en España de padres extranjeros si, al menos, uno de ellos, hubiera
nacido también en España. Se exceptúan los hijos de funcionario diplomático o consular
acreditado en España.

c) Los nacidos en España de padres extranjeros, si ambos carecieren de nacionalidad o


si la legislación de ninguno de ellos atribuye al hijo una nacionalidad.

d) Los nacidos en España cuya filiación no resulte determinada. A estos efectos, se


presumen nacidos en territorio español los menores de edad cuyo primer lugar conocido
de estancia sea territorio español

- por posesión de estado: art. 18. La posesión y utilización continuada de la nacionalidad española
durante diez años, con buena fe y basada en un título inscrito en el Registro Civil, es causa de
consolidación de la nacionalidad, aunque se anule el título que la originó.

B) Regla general a todos los casos de adquisición originaria: art. 17-2)

La filiación o el nacimiento en España, cuya determinación se produzca después de los dieciocho años de
edad, no son por sí solos causa de adquisición de la nacionalidad española. El interesado tiene entonces
derecho a optar por la nacionalidad española de origen en el plazo de dos años a contar desde aquella
determinación.

6.2.2. ADQUISICIÓN DERIVATIVA:


Presenta las siguientes variantes:

A) ADQUISICIÓN POR ADOPCIÓN, REGULADA EN EL ARTÍCULO 19 CC


1. El extranjero menor de dieciocho años adoptado por un español adquiere, desde la adopción, la
nacionalidad española de origen.

2. Si el adoptado es mayor de dieciocho años podrá optar por la nacionalidad española de origen en el
plazo de dos años a partir de la constitución de la adopción.

Ha de tenerse en cuenta que, aunque la adquisición por adopción se suele situar entre los modos de
adquisición derivativa (por no responder a criterio ius sanguinis ni a ius soli), en realidad es tratada por el
ordenamiento jurídico como modo de adquisición originaria (“adquiere, desde la adopción, la
nacionalidad española de origen”)

B) ADQUISICIÓN POR OPCIÓN, REGULADA EN EL ARTÍCULO 20 CC


1. Tienen derecho a optar por la nacionalidad española:

a. Las personas que estén o hayan estado sujetas a la patria potestad de un español.

b. Aquellas cuyo padre o madre hubiera sido originariamente español y nacido en España.

c. Las que se hallen comprendidas en el segundo apartado de los artículos 17 y 19.

2. La declaración de opción se formulará:

a. Por el representante legal del optante, menor de catorce años o incapacitado. En este caso, la
opción requiere autorización del encargado del Registro Civil del domicilio del declarante,
previo dictamen del Ministerio Fiscal. Dicha autorización se concederá en interés del menor o
incapaz.

b. Por el propio interesado, asistido por su representante legal, cuando aquél sea mayor de catorce
años o cuando, aun estando incapacitado, así lo permita la sentencia de incapacitación.

c. Por el interesado, por sí solo, si está emancipado o es mayor de dieciocho años. La opción
caducará a los veinte años de edad, pero si el optante no estuviera emancipado según su ley
personal al llegar a los dieciocho años, el plazo para optar se prolongará hasta que transcurran
dos años desde la emancipación.

d. Por el interesado, por sí solo, dentro de los dos años siguientes a la recuperación de la plena
capacidad. Se exceptúa el caso en que haya caducado el derecho de opción conforme al párrafo
c.

3. No obstante lo dispuesto en el apartado anterior, el ejercicio del derecho de opción previsto en el


apartado 1.b de este artículo no estará sujeto a límite alguno de edad.

C) ADQUISICIÓN POR CARTA DE NATURALEZA

D) ADQUISICIÓN POR RESIDENCIA, REGULADAS AMBAS EN LOS ARTÍCULOS 21 Y 22 CC


Artículo 21

1. La nacionalidad española se adquiere por carta de naturaleza, otorgada discrecionalmente mediante


Real Decreto, cuando en el interesado concurran circunstancias excepcionales.
2. La nacionalidad española también se adquiere por residencia en España, en las condiciones que señala
el artículo siguiente y mediante la concesión otorgada por el Ministro de Justicia, que podrá denegarla por
motivos razonados de orden público o interés nacional.

3. En uno y otro caso la solicitud podrá formularla:

a. El interesado emancipado o mayor de dieciocho años

b. El mayor de catorce años asistido por su representante legal.

c. El representante legal del menor de catorce años.

d. El representante legal del incapacitado o el incapacita do, por sí solo o debidamente asistido,
según resulte de la sentencia de incapacitación.

En este caso y en el anterior, el representante legal sólo podrá formular la solicitud si previamente ha
obtenido autorización conforme a lo previsto en la letra a del apartado 2 del artículo anterior.

4. Las concesiones por carta de naturaleza o por residencia caducan a los ciento ochenta días siguientes a
su notificación, si en este plazo no comparece el interesado ante funcionario competente para cumplir los
requisitos del artículo 23.

Artículo 22

1. Para la concesión de la nacionalidad por residencia se requiere que ésta haya durado diez años. Serán
suficientes cinco años para los que hayan obtenido la condición de refugiado y dos años cuando se trate
de nacionales de origen de países iberoamericanos, Andorra, Filipinas, Guinea Ecuatorial o Portugal o de
sefardíes.

2. Bastará el tiempo de residencia de un año para:

a. El que haya nacido en territorio español.

b. El que no haya ejercitado oportunamente la facultad de optar.

c. El que haya estado sujeto legalmente a la tutela, guarda o acogimiento de un ciudadano o


institución españoles durante dos años consecutivos, incluso si continuare en esta situación en el
momento de la solicitud.

d. El que al tiempo de la solicitud llevare un año casado con español o española y no estuviere
separado legalmente o de hecho.

e. El viudo o viuda de española o español, si a la muerte del cónyuge no existiera separación legal
o de hecho.

f. El nacido fuera de España de padre o madre, abuelo o abuela, que originariamente hubieran sido
españoles.

3. En todos los casos, la residencia habrá de ser legal, continuada e inmediatamente anterior a la petición.

A los efectos de lo previsto en el párrafo d del apartado anterior, se entenderá que tiene residencia legal
en España el cónyuge que conviva con funcionario diplomático o consular español acreditado en el
extranjero.

4. El interesado deberá justificar, en el expediente regulado por la legislación del Registro Civil, buena
conducta cívica y suficiente grado de integración en la sociedad española.

5. La concesión o denegación de la nacionalidad por residencia deja a salvo la vía judicial contencioso-
administrativa.
Requisitos comunes a la adquisición de la nacionalidad española por opción, carta de naturaleza y
residencia:

Artículo 23

Son requisitos comunes para la validez de la adquisición de la nacionalidad española por opción, carta de
naturaleza o residencia:

a. Que el mayor de catorce años y capaz para prestar una declaración por sí jure o prometa
fidelidad al Rey y obediencia a la Constitución y a las leyes.

b. Que la misma persona declare que renuncia a su anterior nacionalidad. Quedan a salvo de este
requisito los naturales de países mencionados en el apartado 1 del artículo 24.

c. Que la adquisición se inscriba en el Registro Civil español.

6.3. PÉRDIDA DE LA NACIONALIDAD ESPAÑOLA

6.3.1. PÉRDIDA VOLUNTARIA


Pierden la nacionalidad española (art. 24):

- los españoles emancipados que, residiendo habitualmente en el extranjero, adquieran


voluntariamente otra nacionalidad, o utilicen exclusivamente la nacionalidad extranjera que
tuvieran atribuida antes de la emancipación. La pérdida se produce transcurridos tres años a menos
que, dentro del plazo indicado, los interesados declaren su voluntad de conservarla. Además, no se
produce la pérdida de la nacionalidad española si la nacionalidad que se adquiere es la de determinados
países (art. 24-1).

- los españoles emancipados que renuncien expresamente a ella, siempre que tengan otra nacionalidad
y residan habitualmente en el extranjero (art. 24-2).

- los nacidos y residentes en el extranjero que ostenten la nacionalidad española por ser hijos de
padre o madre españoles, también nacidos en el extranjero, cuando las leyes del país de la residencia
les atribuya su nacionalidad. La pérdida de la nacionalidad española se producirá por el transcurso de tres
años desde la mayoría de edad o la emancipación, a menos que declaren su voluntad de conservarla (art.
24-3).

No tendrá lugar la pérdida en ninguno de los casos anteriores cuando España se hallare en guerra (art. 24-
4).

6.3.2. PÉRDIDA POR SANCIÓN


Perderán la nacionalidad española los españoles que no lo sean de origen (art. 25-1):

- cuando utilizaren durante tres años exclusivamente la nacionalidad a la que hubieran declarado
renunciar –al adquirir la española-;

- cuando entren voluntariamente al servicio de las armas o ejerzan cargo político en un Estado
extranjero contra la prohibición expresa del Gobierno

Nulidad del título de adquisición: Si una sentencia firme declara que el interesado ha incurrido en
falsedad, ocultación o fraude en la adquisición de la nacionalidad española, produce la nulidad de tal
adquisición, aunque de esta nulidad no se derivarán efectos perjudiciales para terceros de buena fe (art.
25-2).

6.4. RECUPERACIÓN DE LA NACIONALIDAD ESPAÑOLA


Quien hubiera perdido la nacionalidad española puede recuperarla cumpliendo ciertos requisitos:

- ser residente legal en España (este requisito, que es dispensable en casos excepcionales, no se
aplica a los emigrantes ni hijos de emigrantes);
- declarar en el Registro Civil la voluntad de recuperarla;
- inscribir la recuperación en el Registro Civil.

En cualquier caso, será necesaria una previa habilitación o autorización del Gobierno si el interesado
estuviera incurso en alguno de los supuestos del art. 25.

6.5. LA DOBLE NACIONALIDAD


Conviene previamente distinguir entre dos posibles situaciones de doble nacionalidad:

- una producida por vía de hecho, es decir, normalmente no querida por el interesado y no reconocida por
su Derecho, pero producida por la distinta preponderancia que las diversas legislaciones conceden al ius
sanguinis y al ius soli;

- una doble nacionalidad de derecho, esto es, admitida por el ordenamiento jurídico, ya sea directamente,
ya sea por la vía de los Tratados o Convenios.

Aunque la previsión de la doble nacionalidad ya fue introducida en el CC en 1954, hemos de partir de la


proclamación del art. 18 de la Constitución, que tras declarar que ningún español de origen podrá ser
privado de su nacionalidad, establece que “el Estado podrá concertar Tratados de doble nacionalidad con
los países iberoamericanos o con aquellos que hayan tenido o tengan una particular vinculación con
España. En estos mismos países, aun cuando no reconozcan a sus ciudadanos un derecho recíproco,
podrán naturalizarse los españoles sin perder su nacionalidad de origen”.

Por su parte, el art. 24-1 CC, en su último párrafo, dice que “la adquisición de la nacionalidad de países
iberoamericanos, Andorra, Filipinas, Guinea Ecuatorial o Portugal no es bastante para producir (...) la
pérdida de la nacionalidad española de origen”. Lo cual implica que, a menos que renuncien
expresamente a ello, conservan ambas nacionalidades. Conviene resaltar, asimismo, que la doble
nacionalidad opera respecto a estos países automáticamente, es decir, sin necesidad de que exista un
especial Tratado.

7. LA VECINDAD CIVIL. EL DOMICILIO

7.1. LA VECINDAD CIVIL


Es el vínculo de dependencia regional que lleva como consecuencia la sumisión a una u otra de las
legislaciones civiles vigentes en nuestro país.

Es una materia regida por principios similares a los de la nacionalidad o ciudadanía, a los que
podríamos añadir otros, como:

- el principio según el cual el matrimonio no altera la vecindad civil;


- el principio según el cual la privación o suspensión de la patria potestad o el cambio de vecindad
civil de los padres no altera la vecindad civil de los hijos;
- el principio según el cual, en caso de duda, prevalecerá la vecindad civil que corresponda al
lugar de nacimiento.

En el plano del Derecho positivo, está regulada por los arts. 14 y 15 CC. En su virtud, la vecindad civil de
un determinado territorio de Derecho foral o de territorio de Derecho común se adquiere:

- por filiación: natural (art. 14-2, pfo. 1º) o adoptiva (art. 14-2, pfo. 2º); el CC prevé asimismo
diversos supuestos de atribución y opción (art. 14-3 y 14-4)

- por residencia, ya sea expresa (dos años) o tácitamente (diez años) (art. 14-5).
Repercusiones de la adquisición y recuperación de la nacionalidad española en la vecindad civil.

A) De la adquisición de la nacionalidad española por un extranjero:

- al inscribir la adquisición, deberá optar por alguna de estas vecindades:

- la correspondiente al lugar de residencia;

- la correspondiente al lugar de nacimiento;

- la última vecindad de cualquiera de sus padres o adoptantes;

- la del cónyuge.

- cuando adquiriese la nacionalidad por carta de naturaleza, tendrá la que determine el Decreto de
concesión, teniendo en cuenta las opciones del interesado (art. 15-1 y 15-2).

B) De la recuperación de la nacionalidad española:

La recuperación de la nacionalidad española lleva consigo la de aquella vecindad que ostentara el


interesado al tiempo de su pérdida (art. 15-3).

7.2. EL DOMICILIO
A) Concepto

El domicilio es el lugar o círculo determinado territorial donde se ejercen los derechos y


obligaciones y constituye la sede jurídica y legal de las personas.

Los caracteres del domicilio civil como pone de relieve la RDGRN de 30 enero de 1970 son los
siguientes:

1. Es una situación de hecho habitual, apreciada por el prudente arbitrio del juez que investigará
el animus manendi o intención de permanecer en el lugar en que reside. DE CASTRO afirma
que el CC presume iuris et de iure tal intención en la residencia habitual.

2. Variabilidad del domicilio de acuerdo con la conducta de la persona, art. 19.1 CE: Los
españoles tienen derecho a elegir libremente su residencia y a circular por el territorio nacional.

3. Es asiento o centro de intereses del sujeto de derechos.

4. Es inviolable. Art. 18,2 CE: El domicilio es inviolable. Ninguna entrada o registro podrá hacerse
en el sin consentimiento del titular o resolución judicial, salvo en caso de flagrante delito.

B) Trascendencia. La trascendencia jurídica del domicilio es muy grande:

- En materia administrativa y fiscal

- En el campo del Derecho internacional privado, donde es un punto de conexión de los más
usados.

- En el Derecho procesal determina la competencia de los jueces y tribunales, lugar de


citaciones...

- En el Derecho hipotecario a efectos de requerimientos y notificaciones.

- Y en el área propiamente civil, especialmente en el Derecho de la persona (nacionalidad y


vecindad civil), derecho de familia o derecho de sucesiones (ejemplo: obligaciones de los
cónyuges de vivir juntos art. 68, domicilio del deudor es lugar de cumplimiento de la obligación,
art. 1171)

C) Clases.
Dentro del domicilio civil se distinguen distintas clases:

1.- Domicilio real o voluntario.

El art. 40.1 CC: “Para el ejercicio de los derechos y el cumplimiento de las obligaciones civiles,
el domicilio de las personas naturales es el lugar de su residencia habitual, y, en su caso, el que determine
la Ley de Enjuiciamiento Civil”.

2.- Domicilio electivo.

Que es el que se escoge para la ejecución de un acto o de una convención, por ejemplo:

- para la consumación de un contrato (art. 1171 CC)


- o realización de una hipoteca (art. 130 LH)
- o lugar donde debe realizarse el pago (art. 7,12 de la LVPBM de 13 julio de 1998)
- o determinación de la competencia territorial judicial (sumisión expresa, art. 55 LEC)

3.- Domicilio legal o necesario, por venir impuesto por la ley:

- Domicilio derivado, por estar subordinado al de otra persona (hijos menores, empleados…)

- Domicilio de los diplomáticos. Art. 40.2: El domicilio de los diplomáticos residentes por
razón de su cargo en el extranjero, que gocen del derecho de extraterritorialidad, será el último que
hubieren tenido en territorio español.

- Domicilio de las personas jurídicas. Art. 41: “Cuando ni la ley que las haya creado o
reconocido, ni los estatutos o las reglas de fundación fijaren el domicilio de las personas jurídicas, se
entenderá que lo tienen en el lugar en que se halle establecida su representación legal, o donde ejerzan
las principales funciones de su instituto”.

Además, según el art. 50 y ss LEC, los empresarios y profesionales pueden ser demandados donde
realicen su actividad profesional y los entes sin personalidad en el domicilio de los gestores.

8. LOS ESTADOS CIVILES


Directamente relacionado con la capacidad de obrar se encuentra el estado civil, entendido éste como
conjunto de situaciones, de especial carácter, permanencia y relevancia o de cualidades por estar en
cada una de estas situaciones, que tiene cada persona.

El estado civil podrá tanto determinar la capacidad de obrar de la persona, así en los casos de la mayoría
de edad o la incapacitación, como también un conjunto de derechos y deberes, como es el caso de la
nacionalidad.

No existe un concepto legal ni un criterio unánime en cuanto a su definición. El Código utiliza la


expresión “estado civil” en muchas ocasiones, pero ni él ni la Ley de Registro Civil ofrecen un concepto
ni una descripción de lo que haya de entenderse por tal. De forma que, sobre esta base, los autores tratan
de establecer algún concepto comprensivo de las múltiples alusiones legales.

En esta tarea, suelen fijar su atención desde diversas perspectivas: para algunos, el estado civil se refiere a
dos situaciones: una de pertenencia a una comunidad, sea familiar (matrimonio y filiación), local
(vecindad civil) o estatal (nacionalidad), y otra, el conjunto de situaciones de las que depende la
capacidad de obrar (edad, incapacitaciones). Otros autores entienden que la expresión “estado civil”
tiene dos sentidos. Conforme al primero, se llamarían “estados civiles” a ciertas situaciones de Derecho,
de especial carácter, permanencia y relevancia, en las que puede encontrarse la persona (casado o soltero,
menor o mayor de edad). El estar en cada una de ellas imprime una determinada cualidad o condición que
determina una determinada “posición” ante el Derecho y que –en un segundo sentido- también llamamos
“estado civil”.

Podríamos así definir el estado civil como un conjunto de situaciones de derecho de especial carácter,
relevancia y permanencia que imprime a una persona una determinada cualidad o condición
jurídica.

¿Cuáles son estas situaciones o cualidades de estado civil? Lo que la legislación registral menciona como
“hechos relativos al estado civil” o “hechos inscribibles”.

Según la Ley del Registro Civil, tienen acceso al Registro Civil los hechos y actos que se refieren a la
identidad, estado civil y demás circunstancias de la persona. Son, por tanto, inscribibles:

- El nacimiento.

- La filiación.

- El nombre y los apellidos y sus cambios.

- El sexo y el cambio de sexo.

- La nacionalidad y la vecindad civil.

- La emancipación y el beneficio de la mayor edad.

- El matrimonio. La separación, nulidad y divorcio.

- El régimen económico matrimonial legal o pactado.

- Las relaciones paterno-filiales y sus modificaciones.

- La modificación judicial de la capacidad de las personas, así como la que derive de la


declaración de concurso de las personas físicas.

- La tutela, la curatela y demás representaciones legales y sus modificaciones.

- Los actos relativos a la constitución y régimen del patrimonio protegido de las personas con
discapacidad.

- La autotutela y los apoderamientos preventivos.

- Las declaraciones de ausencia y fallecimiento.

- La defunción.

La prueba del estado civil se encuentra en las inscripciones y anotaciones efectuadas en el Registro
Civil atinentes al estado civil. A falta de dicho medio, se acudirá a la denominada "posesión de estado",
entendida ésta como el reconocimiento del estado civil a quien de modo habitual, notorio y público
lo viene empleando.

De todos los hechos relativos al estado civil pueden predicarse unas características comunes:

- la personalidad: toda persona tiene un estado civil. Lo habitual es que, además, en una persona
confluyan varios estados civiles, esto es, varias situaciones que respectivamente determinan unas
consecuencias jurídicas.

- ser de interés público, por lo que suele requerirse la intervención del Ministerio Fiscal, en defensa y
representación de los intereses de la comunidad;

-como consecuencia de lo anterior, es objeto de regulación jurídica imperativa, que excluye la


autonomía de la voluntad, lo que implica, a su vez, que es irrenunciable e imprescriptible.

- tiene eficacia general (“erga omnes”).


9. EL REGISTRO CIVIL: ASPECTOS GENERALES SOBRE SU FUNCIÓN, ORGANIZACIÓN Y
RÉGIMEN JURÍDICO

9.1. CONCEPTO Y FUNCIÓN


El estado y la capacidad civil de las personas, sujeto a cambios, deben ser hechos públicos para la tutela
de derechos de terceros. Para ello surge el instituto del Registro Civil. Es la institución o servicio público
que tiene por objeto la ordenación y publicidad de las actas de estado civil, entendiendo éstas como
aquellas actas auténticas destinadas a proporcionar una prueba cierta de los hechos relativos al estado
civil de las personas. PERE RALUY lo define como “la institución o servicio administrativo a cuyo cargo
se halla la publicidad de los hechos que afectan al estado civil de las personas, contribuyendo, en ciertos
casos, a la constitución de los dichos actos y proporcionando títulos de legitimación de estado”.

Pero también llamamos “Registro Civil” tanto al propio conjunto de Libros en que se materializa, como a
la propia oficina que tiene a su cargo el servicio registral.

Conforme a la primera –y más técnica- de las acepciones mencionadas, el RC es un servicio


administrativo. Se ubica, por tanto, dentro de la división tripartita de los poderes del Estado, en el poder
ejecutivo. Concretamente y dentro de las funciones política o administrativa que asume el poder
ejecutivo, se inserta dentro de la segunda, por cuanto la función registral se acopla sin dificultades a la
finalidad típica de la función administrativa, que es el cumplimiento de fines de interés general: la
producción –en algunos casos- y la constancia fehaciente –en todos- de los hechos concernientes al estado
civil de las personas.

Además, dentro de la actividad administrativa, el Registro desempeña un específico tipo de función: la


función legitimadora, o aquella función mediante la cual el Estado asegura la firmeza, legalidad y
autenticidad de los hechos jurídicos y de los derechos que son su consecuencia.

En virtud de lo expuesto, podemos afirmar que las funciones del Registro Civil son:

- la constancia y publicidad de los hechos concernientes al estado civil;

- la cooperación a la formación o constitución de algunos de tales actos;

- la creación y expedición de títulos auténticos de legitimación del estado civil.

9.2. CARACTERÍSTICAS
- Es un registro público dependiente del Ministerio de Justicia y, dentro de él, de la Dirección
General de los Registros y del Notariado, cuyas órdenes, instrucciones, resoluciones y circulares deben
de ser cumplidas por los Encargados del Registro Civil (art. 2).

- Es único para toda España (art.3.1).

- Es electrónico. Los datos se integrarán en una base de datos única (art. 3.2). Los Encargados practicarán
los asientos mediante firma electrónica reconocida. Los ciudadanos podrán también acceder a los
servicios del Registro Civil mediante firma electrónica. Las Oficinas del Registro Civil se comunicarán
entre sí a través de medios electrónicos. Todas las Administraciones y funcionarios públicos tendrán
acceso a sus datos con las excepciones relativas a los datos especialmente protegidos previstas en esta
Ley.

9.3. ORGANIZACIÓN TERRITORIAL DEL REGISTRO.


La LRC 1957 determinaba una organización territorial, existiendo una oficina en cada municipio, más los
Registros Consulares y el Registro Civil Central, así como una llevanza por Secciones: nacimientos,
matrimonio, defunciones y tutelas y representaciones legales.

Con la Reforma de 2011, como se ha visto, el Registro es único, y se organiza tomando como base la
inscripción del nacimiento del individuo (registro personal). El artículo 3.1 LRC dispone que la
solicitud de inscripción y la práctica de la misma se podrán efectuar en cualquiera de las Oficinas
Generales del Registro Civil con independencia del lugar en el que se produzcan los hechos o actos
inscribibles. Si se producen en el extranjero, también se podrá solicitar y practicar en la Oficina Consular
de la circunscripción correspondiente.

El Título III de la Ley, contempla la estructura y dependencia del Registro Civil, diferenciándose entre
Oficinas Generales, Oficina Central y Oficinas Consulares, dotadas de funciones y competencias
propias aunque dependiendo de la Dirección General de los Registros y del Notariado en tanto que centro
superior directivo, consultivo y responsable último del Registro Civil. Existirá una Oficina General por
cada Comunidad o Ciudad Autónoma y otra más por cada 500.000 habitantes, al frente de la cual se
encontrará un Encargado al que se le asignarán las funciones de recepción de declaraciones y solicitudes,
la tramitación y resolución de expedientes, la práctica de inscripciones y, en su caso, la expedición de
certificaciones. A la Oficina Central le corresponde, entre otras funciones, practicar las inscripciones
derivadas de resoluciones dictadas por la Dirección General de los Registros y del Notariado en los
expedientes que son de su competencia. En cuanto a las Oficinas Consulares, su régimen jurídico no
difiere sustancialmente del vigente.

La organización del servicio registral está formada por una Oficina Central, Oficinas Generales y Oficinas
Consulares (art. 20)

9.4. CLASES DE ASIENTOS


Regulados en el Título V de la Ley: Todos los asientos se extenderán en soporte y formato electrónico,
según modelos aprobados por la DGRN y se archivarán después de su cierre en un registro electrónico de
seguridad.

Lenguas oficiales. Los ciudadanos que insten la inscripción podrán solicitar que la misma se practique en
cualquiera de las lenguas oficiales del lugar donde radique la Oficina General del Registro Civil.

Hay tres tipos de asientos:

a) Inscripciones. A través de ellas, acceden al Registro Civil los hechos y actos relativos al estado civil
de las personas y aquellos otros determinados por esta Ley. Tienen plena eficacia probatoria

b) Anotaciones. Son la modalidad de asiento que en ningún caso tendrá el valor probatorio de la
inscripción, sino meramente informativo, salvo los casos en que la Ley les atribuya valor de presunción.
Se hace una enumeración ejemplificativa y se extenderán a petición del Ministerio Fiscal o de cualquier
interesado.

c) Cancelaciones. Privan de eficacia, total o parcial, al asiento registral de cualquier clase por nulidad
del propio asiento, por ineficacia o inexistencia del hecho o del acto o por cualquier otra causa establecida
por la ley. La cancelación se practicará en virtud de título adecuado, ya sea de oficio o a solicitud del
interesado.

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