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UNIVERSIDAD CENTRAL DE NICARAGUA

“Agnitio Ad Verum Ducit”


Facultad de Ciencias Médicas
Licenciatura en Enfermería
Campus Jinotepe

I Semestre: ____ Clase N º: 6 Fecha: ____ Turno: Regular

Asignatura: Cuidados de Enfermería al Adulto Mayor Carrera: Licenciatura


en enfermería

Docente: Lic. Mélida Ortiz

Unidad: III. Problemas de salud en el Adulto Mayor

Contenidos a desarrollar:
- Valoración geriátrica integral y escalas geriátricas
- Síndromes geriátricos y problemas de salud crónicos
- Alteración de la salud mental y sus cuidados

Objetivos de aprendizaje:

-Ser capaz de realizar una valoración geriátrica integral mediante el uso de las diferentes escalas
geriátricas.
-Ser capaz de identificar síndromes geriátricos, problemas de salud crónicas frecuentes en el adulto
mayor.
-Ser capaz de planificar cuidados eficientes y seguros en pacientes con problemas de salud crónicas
y síndromes geriátricos frecuentes en el adulto mayor haciendo uso del NIC Y NOC.

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Introducción:

La regla en el envejecimiento es la diversidad, razón por la cual la medicina geriátrica se practica


en diversos escenarios: hospitales, domicilios, consulta externa, asilos, cuidados paliativos, etc.
De igual modo, toda clase de médicos, cualquiera que sea su especialidad, atiende a pacientes
viejos, incluidos los pediatras. No sorprende entonces que se considere la geriatría entre las
especialidades actuales más importantes, junto con la psiquiatría y la genética. El geriatra tiene
la encomienda tanto de atender al creciente número de viejos, como de procurar en la población
general una mejor forma de envejecer y también de difundir, a través de la gerontología, una
cultura del envejecimiento en todas sus vertientes.

La persona que ha envejecido presenta problemas de salud en forma atípica, sea por las bajas
reservas fisiológicas o por la interacción de varios problemas a la vez, entre ellos asuntos sociales
y mentales que habitualmente otros especialistas desconocen. Asimismo, influye la percepción
de que, en el caso de pacientes tan viejos y enfermos, poco puede hacerse, una actitud algunas
veces pesimista que reduce oportunidades valiosas de intervención y provoca incluso
negligencia. Otras veces, la actitud es de franco encarnizamiento terapéutico, en el que participan
varios profesionales de salud que entienden de manera subóptima el envejecimiento y pueden
provocar malos resultados y afectar el bienestar y la voluntad de los viejos atendidos, sin dejar
de lado el dispendio de recursos que podrían invertirse en una atención de más calidad específica
para el grupo de los pacientes de edad avanzada. Otras veces se reconocen algunos hallazgos que
no significan en todos los casos una enfermedad: rigidez en el cuello, algunos estertores finos en
las bases pulmonares, disminución de la turgencia de la piel. Tales síntomas pueden
malinterpretarse y propiciar acciones sanitarias innecesarias y aun perjudiciales. En síntesis, la
visión geriátrica es muy diferente y requiere mayor reflexión y una orientación distinta.

El resultado del enfoque fraccionado es un sistema de salud saturado de pacientes envejecidos,


atendidos en forma rígida y sin prioridades, respeto o lógica; al final estos individuos se
deterioran aún más con la intervención sanitaria, consumen grandes cantidades de servicios,
representan una carga económica y social y experimentan un envejecimiento en malas
condiciones que agobia a todos. De esta manera, quizás parezca que no existe la discriminación
y se ofrece a los viejos toda clase de tratamientos, pero no hay la sensibilidad basada en el
conocimiento del proceso de envejecimiento para que los cuidados no sean proteccionistas y
creen más dependencia. En algún momento, todas las personas atenderán a los viejos y el sistema
creado les suministrará atención, por lo que una prioridad es que los pacientes ancianos sean

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funcionales, resolutivos y eficientes. Como señala Morales: “En defensa propia, así se hace el
trabajo de desarrollar la geriatría”.

El carrusel de especialidades

Cuando los pacientes vulnerables entran al engranaje habitual de los sistemas de salud, incluida
también la atención privada, se inicia la intervención de un especialista tras otro, con base en el
mal entendimiento de las manifestaciones clínicas o las quejas del paciente y su familia

De este modo se inicia la cascada de prescripción en la que, las más de las veces, se incluyen
fármacos sintomáticos (ya que no son claros los diagnósticos) o agentes con poca evidencia de
utilidad, desde luego ninguno inocuo, menos aún al combinarse prescribiéndose a dosis y
condiciones habituales. Lo anterior da lugar a la aparición de más síntomas por dos razones: el
problema real no se diagnostica y no se trata y las propuestas terapéuticas inadecuadas generan
por sí mismas problemas secundarios adicionales

Síndromes geriátricos y valoración del adulto mayor

El síndrome geriátrico (SG) es el síntoma o conjunto de síntomas complejos con prevalencia


elevada en el anciano, resultantes de enfermedades múltiples y factores de riesgo que los
desencadenan. El síndrome por naturaleza es plurietiológico, incluso un síndrome (s.) geriátrico
puede ser la causa de otro (p. ej., el s. de delirium puede desarrollar s. de incontinencia urinaria
y s. de caídas).

La geriatría se ocupa de los aspectos clínicos, terapéuticos y preventivos de los problemas de


salud del paciente anciano (> 65 años). La atención del enfermo anciano difiere de las personas
más jóvenes debido al deterioro biológico, las discapacidades y enfermedades concomitantes.

Las características propias de los pacientes geriátricos a considerar son:

1. Heterogeneidad de la población anciana.

2. Peculiaridad en la enfermedad: presentación atípica.

3. Fragilidad como factor de vulnerabilidad.

4. Pluripatología y plurifarmacia.

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5. Tendencia a la cronicidad y a la incapacidad.

6. Pronósticos de la enfermedad menos favorables.

7. Dificultades diagnósticas y terapéuticas.

8. Consumo elevado de recursos sanitarios.

9. Necesidad alta de rehabilitación.

10. Necesidad elevada de recursos sociales.

11. Aumento en la incidencia de yatrogenias y problemas éticos.

debe tener siempre en mente: evitar considerar a las entidades patológicas como un
acompañante de la vejez, no tratar los procesos naturales del envejecimiento como si fueran
enfermedades, tener presente la variación individual.

Las manifestaciones atípicas de enfermedades en el anciano dificultan su diagnóstico oportuno y


tratamiento adecuado. Los cambios en el funcionamiento de los diferentes órganos y sistemas
asociados al envejecimiento simplifican la respuesta del cuerpo humano a agentes agresores
diferentes, por lo que suelen manifestarse entidades patológicas múltiples de manera especial.

El envejecimiento se encuentra asociado a cambios en la reserva fisiológica de cada órgano y


sistema del cuerpo humano. Estos cambios se afectan negativamente si se encuentran asociados
con multipatologías, desnutrición, sedentarismo, redes familiares y sociales deficientes,
problemas cognitivos y control inadecuado de enfermedades crónicas.

Los síndromes geriátricos también son conocidos como los “gigantes de la geriatría”, debido
a que son problemas comunes en el paciente geriátrico. Fueron descritos por Kane como la “lista
de las I (íes)”:

1. Intellectual impairment: demencia y síndrome confusional agudo.

2. Immobility: inmovilidad.

3. Incontinence: incontinencia urinaria y fecal.

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4. Instability: inestabilidad y caídas.

5. Infection: infecciones.

6. Inanition: desnutrición.

7. Impairment of vision and hearing: deprivación sensorial.

8. Irritable colon: estreñimiento, impactación fecal.

9. Isolation: depresión y ansiedad.

10. Insomnia: insomnio/trastornos del sueño.

11. Iatrogenesis: yatrogenia.

12. Immune deficiency: inmunodeficiencias.

13. Impotence: impotencia o alteraciones sexuales.

Posteriormente, otros SG frecuentes se agregaron a la lista: delirium, deshidratación, úlceras por


presión, deterioro funcional e hipotermia.

Los síndromes geriátricos comparten características comunes:

1. Frecuencia elevada en la población de 65 años y más; aumenta en el grupo de los mayores


de 80, hospitalizados o residentes de instituciones. El carácter sindrómico constituye la forma de
presentación de diferentes patologías; en el anciano puede presentarse cualquier enfermedad
como uno de estos síndromes.

2. Los síndromes geriátricos originan deterioro en la calidad de vida, incrementan la


dependencia y las necesidades sanitarias y sociales, favorecen el aislamiento social y la
institucionalización.

3. Su aparición es prevenible; con diagnóstico adecuado, son susceptibles de tratamiento.

4. Para el diagnóstico y tratamiento adecuados se requiere valoración integral


multidisciplinaria y uso correcto de los niveles asistenciales.

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5. Resulta imprescindible la valoración geriátrica integral y exhaustiva.

Alteraciones mentales

La demencia

Es un síndrome clínico que se caracteriza por la pérdida adquirida de las habilidades cognitivas
y emocionales de gravedad suficiente que altera la capacidad funcional social, laboral o ambas y
sin alterar la conciencia. En otros términos, es el deterioro global cognitivo y conductual que
hace al individuo dependiente en su medio social habitual. Las demencias se caracterizan por un
cuadro clínico con síntomas comunes con factores etiológicos diferentes al momento de la
presentación. Existen múltiples variedades de demencia, las más frecuentes son:

1. Enfermedad de Alzheimer, 60%.

2. Demencia vascular, 20%.

3. Demencia mixta (Alzheimer y vascular), 20%.

4. Otras 10%: cuerpos de Lewis, frontotemporal, Pickwick, enfermedades infecciosas


(VIH), intoxicación por fármacos, traumatismos craneales, hidrocefalia normotensiva,
enfermedad de Parkinson, metabólicas, depresiva, por hipovitaminosis (B12), hipotiroidismo.

Enfermedad de Alzheimer

Es una demencia neurodegenerativa con deterioro adquirido de habilidades cognitivas y


emocionales de inicio insidioso, gradual, persistente, crónico, irreversible e incapacitante. Es la
más común de las demencias. Es de inicio temprano si se expresa antes de los 65 años y tardío
después de esta edad. Aún se desconoce la causa precisa y se considera que tiene carácter
multifactorial y complejo.

Epidemiología

La frecuencia de la enfermedad aumenta de forma exponencial por década de vida adulta con 5%
en el grupo de 60 años de edad, alcanzando 60% en mayores de 85. En América Latina, la
prevalencia de la enfermedad oscila entre 3 a 10%. En México, con el crecimiento explosivo de
la población envejecida, se espera también aumento significativo de los casos. Se conoce gran

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cantidad de factores de riesgo: genéticos (60 a 80%), en especial la APOE4 (apolipoproteína E4),
ambientales, antecedentes familiares, edad avanzada, género femenino, nivel educativo bajo,
padecimientos comórbidos (diabetes mellitus, hipertensión, dislipidemias, EVC, anemia, EPOC,
alcoholismo), exposición a aluminio y metales pesados, entre otros. La diabetes triplica el riesgo
de padecer Alzheimer.

Los cambios cognitivos y conductuales en la enfermedad de Alzheimer exhiben un perfil


característico de afasia, apraxia y agnosia que comienza con deficiencia de la memoria y termina
por incluir deficiencias del lenguaje y visuoespaciales. Los problemas cognitivos interfieren
lentamente con las actividades diarias, como la realización de cálculos sencillos, seguir
instrucciones, conducir un vehículo, ir de compras o realizar tareas domésticas.

En las etapas intermedias de la enfermedad el individuo no puede trabajar, se pierde, se confunde


con facilidad y necesita supervisión diaria. El lenguaje se deteriora, al principio el nombre de las
cosas, después la comprensión y por último la fluidez verbal. Surge la apraxia y la persona tiene
dificultad para realizar tareas motoras seriadas.

En las etapas más avanzadas de la enfermedad algunos individuos todavía caminan, pero vagan
sin rumbo fijo. Se advierte pérdida del discernimiento, del razonamiento y de las capacidades
cognitivas.

En la etapa final de la enfermedad la persona se encuentra rígida, muda, inexpresiva,


incontinente, sin capacidad para deglutir. Fallece a menudo por desnutrición, infecciones
secundarias, embolias pulmonares o por una cardiopatía. La duración típica del padecimiento es
de 8 a 10 años, pero puede evolucionar hasta 25.

El tratamiento de la enfermedad de Alzheimer es difícil, no se cuenta con terapia farmacológica


sólida ni cura definitiva. El objetivo principal es atenuar los problemas conductuales y
neurológicos que le son propios durante el mayor tiempo posible.

Los fármacos incluidos en el manejo de la enfermedad de Alzheimer son:

1. Inhibidores de la acetilcolinesterasa (donepezilo, galantamina, rivastagmina) que elevan


la concentración de acetilcolina en el cerebro.

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2. Antagonistas para el receptor N-metil-d-aspartato del neurotransmisor glutamato


(memantina).

3. Uso de antioxidantes y vitaminas como la E no son contundentes, e incluso


contraindicados en pacientes con enfermedades cardiovasculares.

4. Los antipsicóticos usados para mejorar los síntomas conductuales como psicosis,
agresión, agitación y trastornos del sueño. Los típicos el haloperidol, y atípicos la risperidona y
quetiapina.

5. Antidepresivos: paroxetina, sertralina, citalopram.

6. Los anticomiciales como son la carbamazepina o el valproato de magnesio se utilizan


tradicionalmente como una alternativa a los neurolépticos, para el tratamiento de las conductas
disruptivas, especialmente para la agresividad.

La depresión

Es un síndrome en el que se alteran de manera importante los sentimientos y pensamientos. Las


manifestaciones más comunes son: tristeza, decaimiento, sensación de incapacidad para afrontar
las actividades y los retos diarios, pérdida del interés en actividades que anteriormente resultaban
placenteras.

Epidemiología

La depresión es por lo común un problema de salud mental en los adultos mayores. Muchas veces
no diagnosticada y considerada con frecuencia como un estado propio de la edad. La prevalencia
abarca un rango muy amplio de acuerdo a los subgrupos y oscila entre 15 a 36% en población
abierta, y hasta 75% en la institucionalizada. La prevalencia se incrementa conforme avanza la
edad, la presencia de otra(s) entidad(es) patológica(s), bajo nivel socioeconómico, red social,
educación, etcétera.

Existen características identificables de la depresión en el anciano, y son:

1. Acentuación patológica de los rasgos premórbidos.

2. Escasa expresividad de la tristeza.

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3. Tendencia al retraimiento y aislamiento.

4. Dificultad para reconocer los síntomas depresivos.

5. Deterioro cognitivo frecuentemente asociado.

6. Expresión en forma de quejas somáticas.

7. Mayor frecuencia de síntomas psicóticos. Delirio.

8. Posibles trastornos de conducta. Irritabilidad.

9. Presencia de comorbilidad. Pluripatología.

10. Enfermedad cerebrovascular frecuente.

11. Presencia de polifarmacia.

Es fundamental una buena historia clínica que identifique la sintomatología, factores


desencadenantes, antecedentes (familiares y personales), fármacos, exploración física. La
historia clínica acerca de síntomas depresivos o el uso de escalas pueden ser de utilidad para el
diagnóstico. La escala más recomendada de apoyo para evaluar la depresión en el anciano es la
GDS o Yesavage

Ansiedad

La ansiedad es un fenómeno adaptativo necesario para la supervivencia, lo normal es que la


calidad e intensidad sean en proporción al estímulo que la ocasione. Es patológica cuando la
reacción sea desproporcionada e incluso se presente sin estímulo. La respuesta emocional o
conjunto de respuestas que engloba: aspectos subjetivos o cognitivos de carácter displacentero,
talantes corporales o fisiológicos caracterizados por un grado elevado de activación del sistema
periférico, aspectos observables o motores que suelen implicar comportamientos poco ajustados
y escasamente adaptativos.

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Epidemiología

Los trastornos de ansiedad tienen prevalencia elevada en el paciente anciano. La característica


más relevante es su asociación con dos síndromes geriátricos: la depresión y la demencia. El 80%
de los pacientes con depresión presenta ansiedad y 50% tiene depresión. De igual manera, 35%
de los sujetos con demencia presenta ansiedad. Esto confirma que en la mayoría de casos coexiste
la ansiedad con otra entidad patológica.

El envejecimiento es el factor de riesgo cardiovascular más importante, además de otros procesos


como hipertensión, diabetes, dislipidemias, tabaquismo, inactividad física y obesidad. Puesto que
el número absoluto de incidentes cardiovasculares atribuibles a cada uno de estos factores tiende
a incrementarse con la edad, el beneficio absoluto derivado del tratamiento específico de cada
factor de riesgo es casi siempre más significativo en los pacientes mayores, y la edad per se rara
vez es contraindicación para intentar modificarlos. Por lo general se presentan varios factores y
debe evaluarse la relación riesgo-beneficio con la calidad de vida.

Prevención

La prevención primaria de las enfermedades cardiacas coronarias se logra mediante ejercicio


físico regular, conservación del peso corporal deseable, una dieta con abundantes frutas,
vegetales y granos enteros y consumo limitado de alimentos ricos en grasas saturadas y
colesterol, y evitar el hábito del tabaquismo. La detección oportuna y el tratamiento decisivo de
la hipertensión, las dislipidemias y la diabetes también son esenciales, todo ello desde mucho
antes del envejecimiento.

Hallazgos clínicos

El síntoma más frecuente de una enfermedad cardiaca coronaria es el dolor torácico central, que
a menudo se describe como presión, apretón o peso en el pecho, por lo general precipitado por
el ejercicio físico o el estrés emocional y que se alivia mediante reposo o con nitroglicerina

Bibliografía:

https://accessmedicina.mhmedical.com/content.aspx?bookid=1739&sectionid=122472119

https://accessmedicina.mhmedical.com/content.aspx?bookid=1500&sectionid=98099297

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