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28 Octubre de 2022
Índice
J.P. es un varón de 86 años, con once años de educación formal. Jubilado a los 66 como
profesor de artes plásticas. Actualmente presenta hipoacusia de alta frecuencia y
degeneración macular. Además J.P. es hipertenso, siendo este hecho un factor de riesgo
para el desarrollo del deterioro cognitivo leve (Rojas et al., 2021). Actualmente toma
tratamiento para la hipertensión, éste se considera como un protector frente al deterioro. Un
estudio apunta una mejoría sobre el desempeño en las diferentes pruebas
neuropsicológicas en personas con este tratamiento (Weissmann et al., 2002). Además, el
caso refiere padecer hiperlipidemia, otro factor junto la hipertensión que favorece el
desarrollo del deterioro cognitivo (Antón y Rodríguez, 2021). Toda esta información
mencionada es clave para la selección de las pruebas más idóneas para la evaluación
neuropsicológica y la adaptación de éstas. Un aspecto relevante, son las dificultades en la
producción del lenguaje debido a su afasia de Broca generada por una apoplejía de la
arteria cerebral media izquierda. Por otro lado, conocer el grado de agudeza visual y el nivel
de degeneración macular es importante, para que estos factores no condicionen los
resultados de la evaluación. Al igual ocurre con la hipoacusia de J.P. será necesario
asegurar el uso de los dos audífonos durante las sesiones de evaluación.
Con respecto a las capacidades cognitivas de J.P. partiremos de un screening para realizar
un cribado de procesos como la atención, memoria, lenguaje y funciones ejecutivas. Se
tendrán en cuenta la memoria y los procesos lingüísticos ya que son las principales quejas
que J.P verbaliza. Existe evidencia de que la atención en pacientes afásicos puede verse
comprometida (Martínez, 2012). Por ello, se evaluará la atención con el objetivo de
descartar si los problemas de memoria que verbaliza se deben a dificultades en el control
atencional. Además se evaluará el lenguaje a pesar de tener diagnosticada una afasia de
Broca, es importante actualizar los datos con respecto a sus capacidades lingüísticas.
También son susceptibles de evaluación las funciones ejecutivas y las praxias
Además, se realizará una evaluación del área afectiva- comportamental y de calidad de vida
percibida. Esta evaluación es muy importante, pues la memoria es uno de las primeras
capacidades cognitivas en estar comprometida en los procesos de depresión. Esto puede
derivar en unos resultados de deterioro erróneos cuando realmente hay un proceso de
depresión (Weissmann et al., 2002). Hacemos referencia a este hecho porque
acontecimientos vitales como la jubilación pueden ser desencadenantes de una depresión
(Gómez, Suano y Bullón, 2017). Otro hecho significativo para J.P fue sufrir la apoplejía que
le generó dificultades en la producción del lenguaje. En relación a esto, estudios señalan
que el 50% de los adultos mayores pueden desarrollar depresión tras el evento isquémico
(Ardila, Silva y Acosta, 2013).
2.2 Memoria
Para la evaluación de los procesos del lenguaje se usará el test de vocabulario de Boston
(Goodglass y Kaplan, 1996), pero en este caso se escogerá la versión abreviada de
Fernández- Blázquez et al., (2012). Esta permitirá evaluar la capacidad de identificación,
comprensión del lenguaje escrito y reconocimiento de palabras con el uso de menos ítems
invirtiendo menos tiempo para evitar la fatiga en J.P.. Para la comprensión y percepción oral
del lenguaje se aplicará el TOKEN (Renzi y Vignolo, 1962). Con ella se podrá valorar
además la presencia de apraxias en la ejecución de cada tarea. Para profundizar en la
evaluación de las praxias se aplicará la copia y reproducción de memoria de la Figura
compleja de Rey (FCR) (Rey, 2009). Tras su aplicación obtendremos más información
sobre la memoria visual y capacidad visoespacial.
2.4 Atención
3. Plan de Evaluación
Sesión 1:
Sesión 2:
Sesión 4:
5. Referencias Bibliográficas
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con riesgo cardiovascular. Medicina de Familia. SEMERGEN, 47(3), 174-180.
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695–699. doi:10.1111/j.1532-5415.2005.53221.x. ISSN 0002-8614. PMID 15817019
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