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Análisis capítulos 1 al 3

Estos primeros capítulos ingresan al lector al mundo íntimo de


la celda de Valentín y Molina, dos presos cuyo intercambio está
marcado con los signos característicos de toda charla escrita:
raya de diálogo y alternancia de voces. La narración
comienza in media res, es decir, sin presentar el espacio ni los
personajes, como si fuera una función de cine a punto de
empezar. Con una estructura dialogal carente de un narrador
que monopolice la narración, es el personaje de Molina quien
cuenta historias dentro de la historia para así poder escaparse
momentáneamente del encierro al que están condenados
Desde el comienzo de la novela, la narración de Molina atrae a
su interlocutor, pero también al lector. La primera obra elegida
es una película llamada Cat People, y Molina convierte el
espectáculo audiovisual del cine en plena oralidad. Para lograr
su objetivo, repone los rasgos corporales de los personajes,
prendas de ropa, a veces hasta con demasiado detalle –Valentín
le pide que no hable de comida ni de erotismo, dos grandes
vacíos de la vida en el encierro-. Las descripciones de Molina
revelan sus propios deseos, anhelos, fantasías y consuelos. Es
importante entender estas narraciones no como resúmenes de
argumentos o tramas, sino como una producción repleta de su
mirada personal. Es ejemplar al respecto el comentario que
hace sobre la casa del protagonista de la película: "Yo qué sé si
la casa era de la madre, yo te dije eso porque me gustó mucho
ese departamento y como era de decoración antigua dije que
podía ser de la madre, pero nada más. A lo mejor él lo alquila
amueblado" (p. 22). De esta manera, las narraciones de Molina
no son ni una invención ni crónicas de filmes vistos, sino que
exhiben la forma de ver el mundo que tiene el personaje.
Sin embargo, los relatos de Molina no son monólogos, sino que
son interrumpidos por las intervenciones de Valentín. Este, por
un lado, le aporta a las narraciones una mirada teórica,
proveniente tanto de las teorías marxistas como del ejercicio del
psicoanálisis. Así, diagnostica a la protagonista Irena como una
frígida, que le teme al sexo, o desprecia la película nazi por su
contenido político tan cuestionable. Por otro lado, también
potencia la imaginación de Molina, ya que le hace preguntas
sobre cómo se imagina a la madre del protagonista o con qué
personaje se identifica. De esta manera, el relato de la película
se ramifica más allá de la trama central y da lugar a nuevas
derivaciones vinculadas con sus propias experiencias
personales.

Si Molina es el gran narrador, Valentín pide la palabra a través


de los intersticios de los relatos de las películas. El lector sabe
que es un preso político, vinculado con ideas de izquierda y que
lucha por un ideal más importante que la vida cotidiana: un
mundo más justo, sin relaciones desiguales entre los seres
humanos. Cuando le cuenta a Molina sobre su novia y
compañera de lucha, lo hace de manera involuntaria y se siente
avergonzado, ya que, para su propia construcción masculina del
héroe revolucionario, exhibir sentimientos es un signo de
debilidad. De una manera paradójica, Valentín se confiesa
amorosamente antes que Molina, que recién en el capítulo 3
menciona su vínculo sentimental con el mozo.

En relación con las tramas de las películas elegidas, ambas


tienen un eje estructural romántico; en el caso de Cat People,
Irena es una mujer peligrosa y seductora, una pantera que, ante
el mínimo contacto sexual, aniquila a su presa. Su trágico final
habilita la otra historia de amor de la película: la del arquitecto y
su colega. La mujer animal remite inevitablemente al título de la
novela: mujer pantera, mujer araña. No se sabe aún qué las
conecta, pero es posible imaginar un lazo entre ellas. ¿Serán
ambas peligrosas? ¿Pondrán en riesgo la vida de sus víctimas?
Estos primeros capítulos nos revelan uno de los temas
fundamentales de la novela: la sexualidad. Molina se define
como loca, sinónimo de puto, homosexual. Utiliza la marca del
femenino para nombrarse, lo que nos indica la presencia de un
rol homosexual fuertemente feminizado. Frente a este desvío de
lo “esperado”, Valentín manifiesta ignorancia pero al mismo
tiempo interés sobre la orientación sexual de Molina. En esta
perspectiva, aparecen por primera vez las notas al pie de
página. Este recurso establece una relación paratextual con el
texto central, es decir, acompañan pero de una manera
periférica, alejado de la centralidad. De esta manera, se puede
afirmar que la explicación científica se encuentra fuera de la
narración principal. No es casual entonces que en las
conversaciones de Valentín y Molina no ingresen estos
discursos teóricos sobre la homosexualidad sino que aparezcan
al pie de cada página, con una tipografía más pequeña, como
relegados. Esta primera nota al pie explora algunas teorías
sobre la homosexualidad en la voz de un narrador objetivo, que
presenta un saber enciclopédico y que choca, así, con las formas
de hablar de Valentín y Molina, informales, personales y orales.
Estas perspectivas amplían el debate sobre la sexualidad, y nos
exhibe que Molina es una manifestación concreta de la
homosexualidad.

Análisis Capítulos 4 al 6
Estos capítulos profundizan el vínculo entre Valentín y Molina.
En el texto central, se mantiene la estructura dialogal carente de
un narrador que totalice la narración, y las películas que le
cuenta Molina a su compañero son Destino y la historia del
muchacho sudamericano corredor de carreras. Sin embargo, se
incorpora una nueva técnica en la novela: el monólogo interior,
reconocible por una tipografía diferente; la cursiva. El monólogo
interior consiste en la manifestación de una voz interior que no
se dirige a ningún receptor externo, sino que es el personaje el
que dialoga consigo mismo. De esta manera, el lector accede a
la interioridad del personaje, a partir de la inclusión de
imágenes mentales e las ideas no dichas.
En esta perspectiva, se puede analizar cómo cada personaje
aporta su experiencia a la hora de pensarse. Mientras Molina
intenta recordar una película, se pregunta si está utilizando las
palabras correctas para narrarla. Es ejemplar al respecto la
siguiente reflexión del personaje: «¿No será que usted se ha
perdido? yo puedo indicarle el camino, nací en la comarca», ¿o se
dice aldea? comarca y aldea son las de la antigüedad, y pueblitos son
los de la Argentina" (p. 90). En esta cita, se ve que Molina se
detiene en aspectos sutiles de la narración y cuestiona el
discurso de las películas, ya que la misma palabra "comarca" le
suena rara, extranjera. De esta manera, los lectores entendemos
que el personaje no vive únicamente en la ilusión de las
películas de Hollywood sino que también es capaz de tomar
distancia de la materia prima de su relato.
Por otra parte, el combativo Valentín, que tantas veces destaca
la importancia de trascender la realidad de la celda, involucra su
trayectoria en el argumento de la película. Se sumerge
absolutamente en la narración. Así, la historia del guerrillero
sudamericano reaparece en su discurso interno como si fuera él
mismo. De esta manera, se refuerza la idea, ya presente en los
primeros capítulos, de que la oposición entre ambos personajes
no es tan rígida y tiene puntos en común.

Otro elemento fundamental en estos capítulos es el malestar


que ambos sufren debido a la comida de la cárcel, lo que, por
una parte, exhibe el maltrato al que están expuestos como
presos y, por otra parte, los obliga a cuidarse entre sí y a ser
solidarios. Sin embargo, Molina ejerce más notoriamente el rol
de protector, ya que cuida a Valentín, le cambia la ropa en
momentos de debilidad y le cuenta historias para distraerlo del
dolor. Este rol tierno se relaciona con su propia idea de lo
femenino, en oposición a la brutalidad que él ve en los
hombres.
En relación con las tramas de las películas elegidas, se repite la
elección de un patrón romántico que estructura la narración
pero, a diferencia de Cat People, los protagonistas tienen otras
motivaciones. En la película nazi, Leni se sacrifica heroicamente
por su patria y, en la siguiente narración, el muchacho vuelve a
su país con su madre. De esta manera, Molina incorpora otras
formas de convocar a su receptor, que siempre se muestra
intrigado e interesado por sus relatos, aún cuando no coincide
con las ideas que estas obras promueven.
Si bien Valentín le recrimina a veces a Molina la elección de la
película o la peligrosidad ideológica de sus relatos, también
intenta escapar de su propia vida a través de los cuentos de
Molina. En este punto, cuando Valentín sufre una
descompensación intestinal, le pide a Molina que distraiga su
dolor contándole una película. Así, el cine les ofrece a ambos un
discurso que les permite, aunque sea por un momento,
escaparse de sus propias vidas, plagadas de sufrimientos –
físicos y mentales-, desencantos y dolor.

Con respecto al paratexto, reaparecen las notas al pie, que


siguen discutiendo nociones, conceptos y prejuicios sobre la
homosexualidad. Con el objetivo de enriquecer las discusiones
sobre el origen de la homosexualidad, también exhiben
diferentes perspectivas del psicoanálisis sobre el tema.
Asimismo, estas notas pueden entenderse en su dimensión
educativa, ya que desmontan teorías sexuales muy difundidas
entre la sociedad, pero que carecen de toda base científica.

Por otro lado, en el capítulo 4 también se suma la única nota al


pie que no está vinculada con la homosexualidad, sino que es
una publicidad sobre la película nazi, Destino. Esta aporta una
mirada clave sobre Molina y su tarea de narrador, ya que
contradice ciertos elementos de su propio relato. En este punto,
confirmamos que todo recuerdo está atravesado
necesariamente por los pensamientos, sentimientos y
experiencias de quien cuenta. Molina, al narrar, no reproduce
fielmente la realidad, sino que elige, recorta, aporta su mirada
detallista y hasta acelera los sucesos cuando Valentín así se lo
pide.

Análisis Capítulos 7 - 8

Estos ocho capítulos constituyen la primera parte de la novela y


desarrollan los ejes temáticos que se continúan en la segunda
mitad. Puntalmente, en estos dos capítulos accedemos a una
mayor apertura de Valentín en su intimidad, en relación con dos
momentos: su malestar estomacal y la carta de su compañera
de militancia. Ambos sitúan al personaje en una posición de
vulnerabilidad que le permite a Molina ejercer sus formas del
cariño y del cuidado de manera magistral, ya sea cambiando y
lavando a Valentín como practicando la escucha minuciosa y
atenta de los motivos de su angustia. "Lo que quieras, yo te lo
alcanzo, vos no te muevas" (p. 127), le dice. En este sentido, las
prácticas de Molina están ligadas con su propia manera de
entender la sexualidad femenina con la que se identifica, ya que
entiende que le corresponde en su rol de mujer sensible cuidar
y proteger al hombre que tiene al lado.

En este punto, Valentín pasa de reírse de la letra sentimental del


bolero a conectarla directamente con su vivencia en la lucha
política y con el vínculo con su enamorada. De esta manera, el
guerrillero abandona la actitud rígida presentada en los
primeros capítulos para ingresar en el mundo de Molina. Esto
indica que el encierro de cada personaje en sus roles y
conductas comienza a resquebrajarse para dar paso a otra
manera de relacionarse, desde la comprensión y el
entendimiento mutuo.
El monólogo interior de Valentín que cierra el capítulo 7 retoma
personajes presentes en la película de Molina, pero también
incorpora elementos propios de su experiencia y trayectoria: "un
muchacho que no desea un hijo indio, un muchacho que no desea
mezclar su sangre con la sangre de la india, un muchacho que se
avergüenza de sus sentimientos" (p. 129). De esta manera, su relato
no puede distanciarse de las historias de Molina, y el guerrillero
sudamericano del filme reaparece avergonzado de sus
sentimientos, tal como lo está Valentín en relación con su amor
por Marta. Así, el personaje muestra dos perspectivas sobre el
cine: por un lado, lo juzga como una experiencia de placer y
belleza peligrosa, porque permite escaparse de la realidad pero,
por el otro lado, también le ofrece la posibilidad de identificarse
y reflexionar sobre sus propios conflictos internos.
En el capítulo 8, ingresa por primera vez el informe policial, que
explica claramente los motivos de los arrestos de ambos
personajes con precisión temporal y espacial. En este gesto, el
autor incorpora un discurso compuesto por frases con
pretensión de objetividad y un vocabulario propio del ámbito
administrativo policial, género que no suele ser considerado
como parte de la literatura. De esta manera, la literatura se ve
obligada a expandir sus límites y permitir también la inclusión
de otros discursos que generalmente se encuentran ajenos a
ella. "Condena de 8 años de reclusión por delito de corrupción
de menores" (p. 131) dice el informe sobre Molina, y de esta
manera, directa y fría, los lectores conocemos las causas del
encarcelamiento de los protagonistas.

Luego del informe, se incorpora un interrogatorio en el que


participan tres personajes: el Director, el Procesado y el
Suboficial. Este diálogo no tiene la misma estructura que las
conversaciones entre Molina y Valentín, ya que en este caso se
indica explícitamente la identidad de los hablantes, como en un
texto teatral, en mayúsculas y con dos puntos. En esta diferencia
se puede entender la presencia de un narrador-editor externo a
la historia que interviene en el diálogo para no dejar lugar a
dudas sobre quiénes son los participantes del intercambio. Así,
este interrogatorio contrasta con la sensación de intimidad de
los diálogos de Valentín y Molina y permite entender, con estas
marcas de intervención, que no hay forma de esconderse de la
figura narrativa.

Gracias al diálogo entre el Director y el Procesado, nos


enteramos de que el director de la prisión utiliza a Molina como
anzuelo para obtener información sobre Valentín y sus
compañeros a cambio de una reducción de su condena. En una
primera lectura, es posible entender los momentos de cuidado y
contención como una actitud de conveniencia frente a esta
promesa del director. Pero, sin embargo, Molina también exhibe
su preocupación por Valentín. Un ejemplo al respecto es el
pedido de comestibles, lo suficientemente abundante como
para que ambos puedan evitar la comida adulterada de la
cárcel. Así, el personaje representa estas dos tendencias: sus
ganas de salir en libertad pero también su voluntad de cuidar a
Valentín.

Con respecto a las notas al pie, el narrador amplía las


perspectivas teóricas sobre el origen de la homosexualidad e
ingresa una dimensión clave: entender la naturaleza sexual
como algo aprendido y no como algo natural e inmodificable.
De esta manera, es posible construir nuevos paradigmas de
sexualidad. El narrador retoma a autores que plantean el
proceso revolucionario defendido por Valentín y la
homosexualidad encarnada en Molina como dos caras de la
misma moneda, articuladas entre sí. De esta manera, también
desde los márgenes del paratexto, se refuerza la idea de que
ambos personajes tienen más elementos en común de los que
se podía percibir a simple vista.
Análisis Capítulos 9 – 11
En estos capítulos, el encierro como tema principal comienza a
dar paso a la temática de la libertad. Esto se manifiesta de dos
maneras fundamentales: desde una perspectiva más literal,
aparece en la promesa a Molina de poder irse si cumple con su
palabra de aportar información sobre Valentín y su vínculo con
el movimiento político. Pero también es posible analizarlo
desde otro punto de vista, más simbólico: los protagonistas se
liberan de sus prisiones interiores para conectarse el uno con el
otro. Esto se puede ver tanto en Molina, que comparte la
comida con su compañero y le narra películas con protagonistas
heroicos cargados de virilidad, como en Valentín, que comienza
a disfrutar de los boleros y acepta encariñarse con su
compañero, más allá de lo que esto pueda implicar en su rol
combativo. El encuentro sexual lleva esto hasta el límite, tal
como lo expresa Molina en esa frase al final del capítulo 11: "-
Me pareció que yo no estaba... que estabas vos solo. -...-O que
yo no era yo. Que ahora yo... eras vos" (p. 191). Así, el acto
sexual surge como una manifestación de la solidaridad entre
ambos y la anulación de las individualidades de cada uno. De
esta manera, las identidades sexuales se muestran en
movimiento, en continua transformación; Molina se ve en
Valentín, y se reconocen, ya no como opuestos sino percibidos
en el otro, integrados, en una relación complementaria y de
fusión.

Sin dudas, estos capítulos desarrollan hasta el límite el poder


seductor que Molina ejerce sobre Valentín. En primer lugar, las
películas relatadas funcionan como cuentos para dormir, que les
permiten evadirse de su realidad más inmediata y así poder
distraerse de las angustias cotidianas. En segundo lugar,
compartir la comida significa para Molina cuidar a Valentín,
ofrecerle protección absoluta de los malestares físicos y
también emocionales. Finalmente, la letra del bolero acelera el
proceso de reconocimiento mutuo, en el que Valentín no solo
se libera de sus sentimientos angustiantes sino que también se
acerca a la sensibilidad de Molina. En este sentido, Valentín
encuentra una particular forma de retribuir los cuidados y el
afecto de Molina en sus momentos de debilidad. La actividad
sexual es una manifestación del cariño de ambos. Para Valentín,
ser hombre implica no maltratar a quien se tiene al lado, por lo
que el acto sexual entre ellos responde, en este sentido, a su
propia noción de hombría.

Para profundizar esta relación con la identidad sexual, las notas


al pie complejizan teóricamente las discusiones entre Molina y
Valentín. En concordancia con la ideología de este personaje, el
narrador plantea que la homosexualidad puede repetir modelos
ya establecidos de conducta de las relaciones heterosexuales.
También desarrolla la marginación del homosexual en los
movimientos socialistas, ya que consideraban que reproducían
los modelos de conducta burgueses. Sin embargo, a partir de la
década de los sesenta, los movimientos abogaron también por
entender otras maneras de entender la sexualidad, más allá de
la dupla “hombre fuerte” – “mujer débil”, lo que permitió la
creación de los frentes de liberación homosexual. De esta
manera, las notas al pie desarrollan el acercamiento entre lucha
política y lucha sexual, al mismo tiempo que, en el texto
principal, Valentín y Molina se encuentran en sus similitudes y
trascienden sus diferencias. Se puede pensar que la función de
las notas al pie es explicar de manera teórica y científica el
acercamiento entre los protagonistas de la novela. En este
punto, el paratexto dialoga permanentemente desde su lugar
marginal con el desarrollo de la trama ficcional.

También reaparece el monólogo interior como fragmento


inserto en una serie de intercambios entre Molina y Valentín.
Desde esta perspectiva, el lector accede a una asociación,
caótica y desordenada por momentos, entre lo que los
protagonistas se animan a decir en voz alta y sus propios
pensamientos. De esta manera, se perciben al mismo tiempo los
dos discursos transmitidos en tipografías distintas. En este
punto, Molina se ve como una enfermera de doble cara, buena
de día y mala de noche, lo que se asocia inevitablemente con su
rol de cuidador de Valentín, pero también con la culpa de ser
cómplice del director de la cárcel. Por otra parte, el monólogo
interior de Valentín es violento, repleto de imágenes
sangrientas que remiten al clima de hostilidad política al que
está expuesto como militante y también dentro de la celda,
como preso político. "Pobre la cabeza que rueda del puto de
barrio" (p.166) piensa Valentín sobre Molina, víctima de la
violencia interna de su compañero de celda. Este relato privado
deja ver la faceta más agresiva y prejuiciosa de su masculinidad,
ya que condensa una mirada peyorativa sobre dos aspectos: por
un lado, la sexualidad de Molina y, por el otro, entiende la
expresión "de barrio" como una manifestación de ausencia de
cultura e intelecto.
Por último, los silencios en los diálogos se ven representados en
la escritura con tres puntos suspensivos. De esta manera, el
lector entiende que el personaje no habla pero que el
intercambio entre ellos sigue. En estos capítulos, hay dos
escenas significativas de silencio: una pertenece a Molina que,
cuando Valentín se enfurece y arroja el plato, no puede
responder a su pedido de disculpas. La otra es en el acto sexual.
Valentín le pide: "-No hables... por un ratito, Molinita" (p. 191).
Este pedido habilita diferentes lecturas. Por un lado, puede
entenderse como una forma de escapatoria de esta situación
inesperada, en la que la voz de Molina le recuerda de manera
permanente su presencia en ese espacio opresivo. Por el otro, el
silencio es algo que se opone al discurso fantasioso de Molina
pero también a su propia voz politizada. Si ambos llenan los
vacíos de la cárcel con sus relatos, con sus palabras, para este
momento de intimidad absoluta solo hay silencio. En esta
perspectiva, la experiencia sexual se vive en silencio porque es
la única forma de huir y olvidar momentáneamente del
contexto inmediato que se exhibe repleto de angustia y terror.

Análisis Capítulos 12 – 14
En estos capítulos, el vínculo entre Molina y Valentín llega a un
punto de conexión máxima que habilita la discusión en relación
con la identidad y los roles sociales asociados a los hombres y
las mujeres. A lo largo de la novela, Molina concibe la feminidad
como sensibilidad, ternura y cuidado, pero también como un rol
que está inevitablemente sometido al domino y poderío de lo
masculino. Él tiene incorporados esos valores como si fueran
naturales, tal como le dice a Valentín: "-Pero si un hombre... es
mi marido, él tiene que mandar, para que se sienta bien. Eso es
lo natural, porque él entonces... es el hombre de la casa" (p.
211). Sin embargo, su compañero le cuestiona esta forma de ver
el mundo e intenta convencerlo de que los roles de género se
deben construir en igualdad de tareas, sin sometimiento ni
opresión. En este punto, Valentín aplica sus ideas políticas
relacionadas con la construcción de un mundo más igualitario a
las formas de entender la oposición social hombre - mujer. De
esta manera, el texto permite entender que la lucha
revolucionaria política debe involucrar, necesariamente, el
cuestionamiento de las identidades y roles sexuales.

Así como Valentín reflexiona sobre la importancia de la


sexualidad en la revolución, Molina se acerca a la lucha política
de Valentín. En el final del capítulo 14 se propone ayudarlo en el
exterior enviando información a sus compañeros de militancia.
A primera vista, podemos pensar que su vinculación política es
reflejo de un compromiso sentimental, pero también es posible
entenderlo como un gesto de amistad, fraternal. De cualquier
manera, ya sea por amor o por respeto a la convicción política
de Valentín, Molina rompe con el estereotipo de frivolidad
asociado con su mundo de fantasía, canciones de amores tristes
y estrellas de Hollywood para comprometerse con la causa de
su compañero de celda.

En este cruce entre ficción y realidad, la elección de la última


película exhibe un final triste pero feliz. Este desenlace, que
parece contradictorio, se conecta con el pesar que siente Molina
por dejar a Valentín, pero también con la alegría de haberse
disfrutado y conocido aún en la hostilidad del contexto del
encierro. Si se tiene en cuenta que el lector solo conoce un
romance –frustrado- de Molina, el encuentro con Valentín
representa la esperanza de haber tenido, al menos una vez, la
certeza de amar y ser amado.

Otro elemento clave en estos capítulos es la aparición del título


de la novela, El beso de la mujer araña. Molina rechaza ser
llamado “mujer pantera” por el peligro que esto implica en la
trama de la película, y entonces Valentín sustituye este animal
por otro, también salvaje y dañino: la araña. La diferencia
fundamental es que la mujer araña es libre de amar y demostrar
sus sentimientos, absolutamente reprimidos en la Irena de las
narraciones de Molina. Como hace la araña con sus presas,
Molina atrapa y seduce a los hombres con películas repletas de
detalles, canciones de amor y comidas reconfortantes. El beso
del capítulo 14 es, entonces, una picadura de araña, en la que
Valentín es víctima del encanto de Molina. Es fundamental
entender esta escena como una acción recíproca, en la que el
beso se entiende como un gesto de igualdad, ya que ambos
ejercen y reciben la acción de besarse a la vez. En este sentido,
el diálogo entre los personajes luego de besarse reafirma esta
idea: "-Gracias. -Gracias a vos." (p. 227), responde Valentín. La
escena nos enseña que lo que es importante para Molina lo es
también para Valentín. Así, el guerrillero afirma todo lo que ha
aprendido de Molina y se muestra como un personaje capaz de
demostrar cariño y cuidar al ser querido.
En relación con los silencios, en el capítulo 14 se incorpora la
reproducción de la conversación entre el director del Penal y
una autoridad superior, cuyas respuestas son eliminadas. Una
vez más, los silencios ingresan en la dimensión de la novela, ya
que al "oírse" solo la voz de uno de los interlocutores se
subraya aún más la idea de lo que fue omitido de manera
deliberada. Por una parte, esa ausencia obliga a los lectores a
reponer las palabras eliminadas y, por otra parte, indica de
manera permanente la presencia de algo que no se quiere
contar, que existe pero está reprimido. Asimismo, el director
exhibe que la libertad de Molina es una farsa, ya que sus
movimientos se encuentran calculados y monitoreados por los
agentes policiales. Este plan confirma la idea de que no hay
escapatoria al control de las fuerzas de seguridad;
paradójicamente, la violencia del mundo exterior impide que
Molina sea un hombre libre, aún fuera de la prisión.

Capítulos 15 - 16

Estos últimos capítulos son más breves que los anteriores e


incorporan discursos nuevos. Específicamente, aparece un
modo vinculado con el código policial: el informe sobre el
seguimiento de Molina y su posterior asesinato está codificado
en un texto sumamente frío. Así, el narrador comenta: "De los
dos heridos, Molina expiró antes de que la patrulla pudiera
aplicarle primeros auxilios" (p. 237). La utilización de una jerga
propia de la burocracia policial, directa y pretendidamente
objetiva, choca con la riqueza de las narraciones de Molina,
repletas de detalles y cargadas de su manera de ver el mundo.
De esta manera, se produce un choque en el lector, por el
contraste entre el estremecimiento emotivo por la muerte del
protagonista y un texto desprovisto de sensibilidad.
Con la incorporación de estos discursos, Manuel Puig redefine,
si se quiere, lo que puede entenderse como literatura, y da
cuenta de la riqueza presente en zonas tradicionalmente ajenas
a ella. Así, la inclusión de los informes policiales, las cartas, las
películas populares rompe con los estereotipos de la novela
tradicional y da cuenta de la multiplicidad de técnicas y
procedimientos narrativos existentes en textos considerados
generalmente como no literarios. Si Molina es un gran narrador,
no es por sus lecturas sino por sus consumos de cine; el
personaje maneja el suspenso y el detalle a la perfección. "-
Mañana seguimos. Chau, que duermas bien" (p.28) le dice
Molina a Valentín, e interrumpe la narración en el momento de
máxima tensión, para mantener atrapado a Valentín hasta el
próximo encuentro.

Con respecto a los motivos de este desenlace tan cruel, la


novela ofrece distintas perspectivas. Una primera aproximación
podría entenderse como una contradicción: el personaje
descomprometido y frívolo es quien muere asesinado por los
mismos compañeros de militancia del otro. A lo largo de la
novela, Molina expresa su descontento sobre la política como
forma de intervención directa: "Los políticos son todos unos
ladrones" (p. 93) dice en el capítulo 5. Sin embargo, se involucra
tan profundamente con la causa de Valentín que termina
muerto.

Distintos personajes plantean diversas hipótesis sobre el trágico


desenlace de Molina. Para el equipo policial, este es consciente
del peligro que corre y los guerrilleros lo matan para no
exponerlo a una confesión, ya que pensaban que Molina podría
entregar información trascendental sobre el movimiento a las
fuerzas de seguridad. Sin embargo, en la pesadilla final, Valentín
ofrece otra lectura: Molina se sacrifica por amor, para parecerse
a las protagonistas de sus películas. De cualquier manera,
Molina es ambas cosas: una heroína romántica, capaz de
proteger y elaborar distintas formas de resistencia bajo
condiciones de maltrato y que, además, se compromete
políticamente con el movimiento guerrillero de Valentín. De
esta manera, es factible pensar que Molina es un personaje
heroico mucho antes de su propia muerte, ya que con sus
narraciones y cuidados protege a Valentín y a sí mismo de las
múltiples violencias del medio exterior.

Luego de la muerte de Molina, ingresamos a la interioridad de


Valentín. No casualmente, este discurso final, en letra cursiva,
desarrolla la conciencia de un personaje torturado y sedado.
Esta técnica, presente en capítulos anteriores, revela la
intimidad de los personajes y, puntualmente en este capítulo,
los lectores entendemos la progresiva desaparición de la
capacidad racional de Valentín e ingresamos a un mundo de
ensueño, por momentos caótico y confuso. En este discurso
aparecen elementos propios de las películas de Molina: la
comida compartida, una mujer araña seductora en una isla en
medio del océano. También se incorpora la voz de Marta,
indicada gráficamente con comillas, como la interlocutora de
este recorrido final de Valentín.

Ya desde el capítulo 14, los lectores sabemos que Molina es la


mujer araña. En este sentido, la interpretación de este delirio de
Valentín toma otro significado. A lo largo de la novela, el
guerrillero exhibe sus prejuicios hacia Molina, ya sea por pensar
en él como un puto de barrio, por recriminarle sus consumos
culturales o por juzgar su ternura como un defecto femenino.
En este sueño pesadillesco, Molina es la mujer araña, que le
ofrece comidas deliciosas y que tiene "unos hilos peludos como
sogas que me dan mucho asco, aunque tal vez acariciándolos sean
tan suaves como quien sabe qué" (p. 243). Esto exhibe un cambio
en Valentín, que supera su rigidez y acepta que, detrás de lo
que se le presenta como ajeno o hasta desagradable, está la
posibilidad de conocer la ternura y hasta el amor.
El desenlace resalta simultáneamente los sentimientos de
opresión y de liberación. Por una parte, los finales de Valentín y
Molina permiten pensar que no hay alternativa al régimen
político que no duda en castigar cruelmente a aquellos que se
“desvían” de lo esperado. Así, la revolución política presenta un
panorama desesperanzador, ya que el sistema controla los
cuerpos de los protagonistas hasta disponer de su vida y su
muerte. Pero, por otra parte, Molina muere sabiendo que ama y
es amado por un hombre y, en el monólogo final, Valentín
incluye a Marta y a su compañero de celda como parte de su
interioridad, que lo acompañarán para siempre. Esta liberación
de las sexualidades permite entender una nueva percepción de
ambos personajes, que traspasa la separación rígida que había
entre ellos, no solo en términos de personalidad sino también
en relación con las identificaciones sexuales.

Al final de la novela, Molina ya no encarna únicamente al


estereotipo de homosexual cursi ni Valentín se identifica
ciegamente con la idea de hombría propia del revolucionario
intelectual. En este sentido, El beso de la mujer araña postula la
existencia de un mundo alternativo y utópico, en el que no
existen los roles sexuales fijos ni las relaciones de explotación
entre seres humanos. De alguna manera, la capacidad de
Valentín de soñar esa isla como un espacio capaz de ofrecer
protección y cuidado lo asemeja a la habilidad de Molina, quien,
con sus narraciones, permite evadir la crueldad del mundo
exterior e imaginar otras vidas posibles que valgan la pena de
ser vividas.
Lista de Personajes

Luis Alberto Molina


Es un vidrierista de treinta y siete años que está preso por haber tenido relaciones con un
menor de edad, al que había conocido en el trabajo. Es homosexual y suele nombrarse a
sí mismo como mujer. Gran consumidor de películas y boleros, comparte sus
narraciones de manera muy detallada con su compañero de celda. Tiene un vínculo muy
estrecho con su madre, a la que cuida y adora. Romántico y sensible, es generoso con
Valentín y lo cuida en sus momentos de debilidad.
Valentín Arregui Paz
Arquitecto de profesión, este joven de veintiséis años está preso por promover
disturbios en una fábrica de automotores. Se encuentra a disposición del poder
Ejecutivo, lo que significa que está encarcelado sin juicio previo. Arregui milita política
y orgánicamente de manera clandestina en una agrupación de izquierda, y le dedica
varias horas de encierro al estudio y a la lectura de textos vinculados con la causa que
defiende. Intelectual y cerebral, analiza los relatos de Molina desde un punto de vista
teórico, aunque termina atrapado en las historias.
Director del Penal
El director de la cárcel de Villa Devoto utiliza a Molina como espía para monitorear y
controlar el vínculo entre Valentín y la organización política. A cambio de información,
le promete a Molina la posibilidad de una libertad condicional. Sin embargo, Molina
aprovecha esta conexión y le pide alimentos para ambos sin levantar sospechas en
Valentín.
Gabriel
Mozo de un restaurant. Molina se enamora de él en una de sus visitas al
establecimiento. Serio, fumador, está casado y tiene un hijo. Perdió su empleo en la
fábrica por apoyar el reclamo de unos obreros y, al renunciar, no recibió indemnización.
Estuvo diez años sin empleo hasta que consiguió el del restaurant.
Marta
Perteneció al movimiento en el que conoció a Valentín, pero cuando su vínculo se
afianzó, comenzó a interceptar documentos y llamadas para impedir que su compañero
corriera peligro. Finalmente se separaron, aunque Valentín sigue extrañándola.
Madre de Molina
Es una mujer mayor, que sufre de dolencias cardíacas. Tiene muy buen vínculo con su
hijo, que se siente culpable por haberla hecho sufrir con su encierro.
Suboficial
Es quien acompaña a Molina a los encuentros con el Director de la prisión. En cada
interrogatorio, se ausenta y los deja solos.
Lalo
Amigo de Molina, también homosexual, con quien se apodan con nombres de actrices
famosas de Hollywood y Argentina.
Madre de Valentín
Es una mujer muy difícil que no coincide con las ideas de su hijo. Ella siente que todo
lo que él tiene lo merece.
Inés
Compañera de militancia de Valentín. Envía la carta en clave donde comunica la muerte
de un muchacho del grupo.
Irena
Irena es la protagonista de la primera película narrada por Molina, Cat People. Es
una mujer misteriosa, proveniente de un país exótico de Europa del Este. Carga con un
gran secreto que la atormenta: el miedo a ser una mujer pantera. Enigmática, seductora
y celosa, está dispuesta a todo con el objetivo de proteger a su marido.
Leni
Leni es la protagonista francesa de Destino, la película de propaganda nazi. Morocha
y bella, se enamora de un oficial alemán y se sacrifica por la causa política de su
pretendiente.

Glosario

Bolero
m. Canción de ritmo lento, bailable, de compás de dos por cuatro y letras melancólica y
románticas.
Burgués, a
Persona perteneciente a la clase media acomodada.
Clasista
Defensor de la idea de clases sociales y la discriminación por este motivo.
Cruz esvástica
f. Símbolo en forma de cruz con cuatro brazos iguales cuyos extremos se doblan en
ángulo recto en la misma dirección que fue utilizado como distintivo por la Alemania
nazi.
Desgreñado, a
Despeinado/a, con el cabello revuelto.
Ensimismado, a
Abstraído/a, concentrado/a en sus propios pensamientos.
Explotar
Utilizar abusivamente el provecho de algo o alguien en beneficio propio.
Gangrena
f. Muerte de los tejidos por falta de riego sanguíneo, generalmente a causa de una
herida.

Guerrilla
f. Grupo irregular armado con objetivos políticos puntuales de crear las condiciones
para una revolución que postula una sociedad más justa e igualitaria.

Guerrillero, a
Persona que forma parte de una guerrilla.
Maquis
Organización guerrillera francesa de oposición a la ocupación alemana durante la
Segunda Guerra Mundial.
Mártir
m. Persona que muere o sufre grandes padecimientos en defensa de sus creencias o
convicciones.
Marxismo
m. Doctrinas políticas elaboradas por Karl Marx y Friedrich Engels que proponen la
idea de la lucha de clases como motor de la historia de la humanidad con el objetivo de
llegar a una sociedad sin clases. Según los autores, las personas han tratado de
organizarse en diferentes tipos de sociedades bajo la tensión causada por pobres y ricos,
hombres libres y esclavos, los patricios y la plebe, señores feudales y siervos, maestros
de corporaciones y oficiales, burguesía y proletariado. En la novela, Valentín se
reivindica como un militante marxista.
Movimiento
m. Conjunto de manifestaciones artísticas, ideológicas o culturales de una época
determinada que tienen características en común. En la novela, Valentín se refiere a
aquellos con los que lucha políticamente.
Nazi
Partidario/a del nazismo, ideología totalitaria anti democrática, antisemita y racista que
gobernó Alemania entre 1933 y 1945. En la novela, Molina reconstruye una película de
propaganda de este sistema político.
Preso/a político
Cualquier persona física a la que se mantenga en la cárcel o detenida de otro modo
porque sus ideas supongan un desafío o una amenaza para el sistema político
establecido.
Propaganda
f. Forma de transmisión de información que tiene como objetivo influir en la actitud de
una comunidad respecto a alguna causa. En la novela, se refiere específicamente a la
difusión de ideas nazis presentes en la película contada por Molina.
Psicoanálisis
m. Práctica que investiga y trata los problemas emocionales desde el punto de vista de la
narración del paciente sobre la infancia y sus sueños, entre otras manifestaciones. De
esta manera, el psicoanalista es el profesional que se dedica a esta tarea.
Represión
f. Moderación o freno de los impulsos o sentimientos considerados inconvenientes que
se impone a sí misma una persona.
Seconal
m. Medicamento que se usa como sedante.
Vidrierista
Profesión que consiste en organizar las vidrieras o escaparates y la decoración de
cualquier tipo de tienda.

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