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Hacking, Ian (2006). “Making Up People”.

London Review of Books, Vol 28, N°


16, august 2006.

(Traducción de Juan M. Saharrea y equipo docente de “Epistemología de las


Ciencias Sociales”, FCH-UNSL. Para uso de nuestrxs alumnxs).

Configurar gente / Fabricar personas (Making Up People)

Desde hace largo tiempo he estado interesado en las clasificaciones de


personas, en cómo éstas afectan a las personas clasificadas, y cómo los efectos
sobre las personas a su vez cambian las clasificaciones. Pensamos en muchas
clases de personas como objetos de indagación científica. A veces para
controlarlas, como a las prostitutas; a veces para ayudarlas, como a los potenciales
suicidas. Algunas veces, para organizarlas y ayudarlas, pero al mismo tiempo para
mantenernos a salvo nosotros mismos, como a los pobres o a los indigentes. A
veces para cambiarlas por su propio bien y por el bien público, como a los obesos.
A veces sólo para admirarlas, para comprenderlas, para alentarlas, y tal vez para
emularlas, como (a veces) a los genios. Pensamos en esos tipos de personas como
clases definidas que se definen por propiedades definidas. [Y se supone que] a
medida que llegamos a saber más acerca de esas propiedades, somos capaces de
controlarlas, ayudarlas, cambiarlas o emularlas mejor. Pero no es totalmente así.
Esos tipos son blancos móviles porque nuestra investigación interactúa con ellas, y
las cambia. Dado que cambian, no son los mismos tipos de personas que antes. El
blanco se va corriendo. Llamo a esto el “efecto de bucle” (looping effect). Algunas
veces, nuestras ciencias configuran tipos de personas que en cierto sentido no
existían antes. A esto lo llamo “making up people”.

¿Cuáles ciencias? Las ciencias que voy a llamar ciencias humanas, las cuales,
así entendidas, incluyen muchas ciencias sociales, la psicología, la psiquiatría y
hablando libremente, mucho de la medicina clínica. Sólo me limito ahora a señalar,
porque no solamente mi definición es vaga, sino que las ciencias específicas nunca
deberían estar definidas salvo para propósitos administrativos y educacionales.
Las ciencias vivas están siempre cruzando límites y tomando prestado unas de
otras.

Los motores (engines) empleados en estas ciencias son motores de


descubrimiento pero también son motores para configurar gente / fabricar
personas (making-up people). El análisis estadístico de clases de personas es un
motor fundamental. Constantemente tratamos de medicalizar: los médicos
trataban de medicalizar los suicidios ya en la década de 1830. Los cerebros de los
suicidas eran diseccionados para encontrar una causa escondida. Mucho más
generalmente, tratamos de biologizar, de reconocer un fundamento biológico de
los problemas que agobian a clases de personas. Más recientemente, tenemos
esperanza de genetizar tanto como sea posible. De esta manera la obesidad, antes
considerada como un problema de incontinencia o de debilidad de la voluntad, se
convierte en territorio de la medicina, y por tanto de la biología, y actualmente
buscamos tendencias genéticas heredadas. Se puede contar una historia similar en
la búsqueda de la personalidad criminal.

Estas reflexiones acerca de la clasificación de gente son una especie de


nominalismo. Sin embargo, el nominalismo tradicional es estático. El mío es
dinámico; me interesan cómo los nombres interactúan con lo nombrado. El primer
nominalismo dinámico pudo haber sido de Nietzsche. Un aforismo en La ciencia
Jovial empieza: “Hay algo que me causa la dificultad más grande, y continúa
provocándomela sin descanso: inexplicablemente las cosas más depende de cómo
son llamadas que de lo que son”. Termina así “Crear nuevos nombres , valoraciones
y verdades aparentes, basta para crear nuevas ´cosas`”. Configurar gente / fabricar
personas sería un caso especial de este fenómeno.

Alrededor de 1970, surgieron algunos casos paradigmáticos de


comportamientos extraños similares a los fenómenos discutidos cien años antes y
en gran medida olvidados. Unos pocos psiquiatras comenzaron a diagnosticar
personalidad múltiple. Fue bastante sensacional. Cada vez más gente infeliz /
desdichada comenzaba a manifestar estos síntomas. Al principio tenían los
síntomas que se esperaba que tuvieran, pero después los síntomas se volvieron
cada vez más bizarros. Primero, una persona tenía dos o tres personalidades. En
menos de una década el número promedio era de 17. Esto repercutió en el
diagnóstico y se volvió parte del conjunto estándar de síntomas. Se volvió parte de
la terapia el provocar/sonsacar más y más “otros”. Los psiquiatras buscaban las
causas, y crearon una etiología primitiva, fácilmente entendible y pseudo-
freudiana de abuso sexual precoz, asociado a memorias reprimidas. Al saber que
ésta era la causa, los pacientes recuperaban pacíficamente la memoria. Más que
eso, esto se convirtió en un modo de ser persona. En 1986 escribí que no podría
haber bares de “personalidad múltiple” (‘split’ bars), análogos a los bares gay. En
1991 fui a mi primer bar de personalidad múltiple.

Esta historia se puede colocar en una estructura de cinco partes. Tenemos


(a) una clasificación, personalidad múltiple, asociada con lo que entonces se
llamaba “trastorno” (disorder). Este tipo de persona luego es un blanco móvil.
Tenemos (b) las personas, esos que llamo “desdichados”, “incapaces de salir
adelante” o cualquier término relativamente sin prejuicios que prefieran usar. Hay
(c) instituciones, que incluyen clínicas, encuentros anuales de la Sociedad
Internacional para el Estudio de la Personalidad y la Disociación Múltiple,
programas de la tarde en la televisión (Oprah Winfrey y Geraldo Rivera hicieron
una gran cosa /un gran tema de los múltiples en otro tiempo) y programas de
entrenamiento para terapeutas los fines de semana, a algunos de los cuales yo
asistí. Está (d) el conocimiento: no la creencia verdadera justificada, alguna vez el
mantra de los filósofos analíticos, sino conocimiento en el sentido de Popper de
conocimiento conjetural y más específicamente, las suposiciones, que se enseñan,
diseminan y se refinan en el contexto de las instituciones. En especial los hechos
básicos (no “los así llamados hechos” o los “hechos” en sentido figurado): por
ejemplo que la personalidad es causada por abuso sexual precoz, que el 5 por
ciento de la población lo sufre a partir de él, y así. Hay un conocimiento experto, el
conocimiento de los profesionales, y hay un conocimiento popular, repartido en
una parte significativa de la población interesada. Hay una difusión, en parte
gracias a esos programas de televisión y a otros medios de comunicación, cuando
“todos” creían que la causa de la personalidad múltiple era el abuso sexual precoz.
Finalmente, están (e) los expertos o profesionales que generan (d) el
conocimiento, juzgan su validez, y lo ponen en práctica. Ellos trabajan en (c) las
instituciones que garantizan su legitimidad, autenticidad y estatus como expertos.
Estudian, tratan de ayudar o aconsejar sobre el control de (b) las personas quienes
son (a) clasificados como de un tipo dado.

Se puede utilizar esta estructura banal para varios ejemplos, pero los roles y
acentos serán diferentes en cada caso. No hay razón para suponer que alguna vez
contaremos dos historias idénticas de dos instancias diferentes de configurar
gente/fabricar personas. Hay asimismo una complicación obvia: hay diferentes
escuelas de pensamiento. En una primera instancia, existía el movimiento
“múltiple”, una vaga alianza de pacientes, terapeutas y teóricos de la psiquiatría
que, por una parte, creyeron en este diagnóstico y en cierto tipo de persona, el
múltiple. Había un establishment psiquiátrico más grande que rechazó el
diagnóstico en su totalidad: un doctor en Ontario, por ejemplo, quien, cuando un
paciente llega anunciando que tiene personalidad múltiple, pide que se le muestre
su tarjeta del Seguro de Salud de Ontario (que tiene una fotografía y el nombre en
ella) y dice: “Ésta es la persona que estoy tratando, ninguna otra”. Así, hay marcos
rivales, reacciones y también contra-reacciones entre aquellos que contribuyeron
con el desarrollo de este tipo de persona, la personalidad múltiple. Si mi colega
escéptico convence a su potencial paciente, es muy probable que se convierta en
una clase de persona muy diferente a la que habría sido si un creyente la hubiera
tratado por personalidad múltiple.

Voy a sostener que la personalidad múltiple de la década de los 80 fue un


tipo de persona desconocido previamente en la historia de la raza humana. Es una
idea simple, familiar a los novelistas, pero la cuidadosa filosofía del lenguaje no
está preparada para ella. La pedantería tiene lugar. Distingamos dos oraciones:
A. No había personalidades múltiples en 1955; había muchas en
1985.
B. En 1955 éste no era un modo de ser una persona, la gente no
se concebía de este modo, no se relacionaba con sus amigos, sus familiares,
sus empleados, sus abogados, de este modo; pero en 1985 éste era un modo
de ser persona, de concebirse a uno mismo, de vivir en sociedad.

Como yo lo veo, tanto A como B son verdaderas. Un entusiasta de lo que


ahora se llama Trastorno de Identidad Disociativa dirá, sin embargo, que A es falsa,
porque la gente con numerosas “otras personalidades” existía indudablemente en
1955, pero no eran diagnosticadas. Un escéptico dirá asimismo que A es falsa, pero
exactamente por la razón opuesta: a saber, que la personalidad múltiple siempre
ha sido un diagnóstico específico, y no había tampoco verdaderos múltiples en
1985. La afirmación A conduce a debates acalorados pero infructuosos acerca de
la realidad de la personalidad múltiple, pero en mi opinión tanto los escépticos
como los entusiastas pueden adherir a B sin problemas. Cuando hablo de
configurar gente /fabricar personas, tengo en mente B, es a través de B que ocurre
el efecto de bucle (looping effect).

La personalidad múltiple se renombró como Trastorno de Identidad


Disociativa. Pero eso no fue más que un acto de limpieza de diagnóstico (diagnostic
house-cleaning). Los síntomas se desarrollaron, ya no se esperaba que los
pacientes llegaran con un listado de personalidades completamente distintas, y
estos en efecto no llegaban. Este desorden es un ejemplo de lo que en mi libro Mad
Travellers (1998) llamé “enfermedad mental transitoria”. “Transitoria” no en el
sentido de afectar a una persona singular por un tiempo para luego desaparecer,
sino en el sentido de que existe sólo en cierto tiempo y lugar. Las enfermedades
mentales transitorias pueden ser mejor apreciadas en términos de los nichos
ecológicos en los cuales pueden aparecer y prosperar. Son casos fáciles de
configurar gente / fabricar personas, precisamente porque su misma
transitoriedad lleva a los cínicos a sospechar que no son efectivamente reales, y
por tanto podría decirse plausiblemente de ellas que están
configuradas/fabricadas.

Ahora leemos acerca de una epidemia de autismo y una epidemia de


obesidad, así como solíamos leer acerca de la epidemia de la personalidad
múltiple (y una epidemia de abuso infantil). La concepción del autismo se ha
desarrollado, como lo discutí en la entrada de la LRB (London Review of Books) del
11 de Mayo. En 1992, el diccionario The American Heritage de lengua inglesa, un
confiable diccionario de bolsillo que trata de mantenerse actualizado, definió el
autismo como: “1. Introversión y egocentricidad anormal; aceptación de la fantasía
más que de la realidad. 2. Psicología: austismo infantil”. En 2000, introdujo “Un
desorden psiquiátrico de la infancia caracterizado por déficit marcado de
comunicación e interacción social, obsesión por la fantasía, lenguaje deficiente y
comportamiento anormal, asociado frecuentemente con deficiencia intelectual”. El
primer sentido de 1992 deriva del empleo acuñado por el gran psiquiatra sueco
Eugen Bleuler en 1908, como el nombre para algunos de sus pacientes
esquizofrénicos. El segundo sentido de 1992, “autismo infantil” fue una
transferencia del primer sentido y fue introducido por Leo Kanner en 1943.

La definición del 2000 es más o menos tan buena como la que ustedes
pueden hacer con tan pocas palabras. Se podría agregar la obsesión por la
literalidad, la obsesión por el orden y guardar cosas en el mismo lugar, los terribles
fastidios, morder y golpear antes que aceptar cuando las cosas dejan de ser lo
mismo. Se podría agregar que la mayoría de la gente con autismo, alrededor de
cuatro de cinco, son varones. Se podría agregar el hábito de repetir lo que acaba de
decirse antes que hablar. En breve, podría agregarse mucho más, pero la definición
no está mal.

La definición ciertamente está equivocada en una cosa: el autismo no es sólo


un trastorno infantil, sino (un trastorno) para casi toda la vida. Es un trastorno de
desarrollo que puede reconocerse muy temprano, usualmente no más allá de los
30 meses, del cual no se conoce la causa ni la cura. A lo sumo, se cree ampliamente,
un niño puede aprender para compensar los déficits, si bien hay algunas
recuperaciones notables. Otro aspecto de la definición, sobre el cual muchos
protestarían, es su consideración del autismo como un “trastorno”, ahora el
eufemismo estándar para la enfermedad mental. Muchos promotores del autismo
insisten en que no es un trastorno sino una discapacidad.

En 1943, incluso hasta 1973, el autismo fue un raro desorden de desarrollo


con un estereotipo bastante definido y estrechamente caracterizado. Hoy día,
tenemos todo el espectro del autismo. Tenemos gente con autismo high-
functioning.1 Tenemos el de Asperger, un nombre introducido al inglés en 1981 por
la psiquiatra social británica Lorna Wing. Se adaptó a partir de un diagnóstico
hecho en 1944 en Viena por Hans Asperger, un pediatra distinguido en el mundo
germano-parlante, a quien Wing hizo célebre en inglés. (Asperger) ahora tiende a
referir a personas que tiene algunas dificultades para adquirir el lenguaje, pero
cuentan con síntomas diferentes del autismo. Con frecuencia es un vago sinónimo
del autismo high-functioning.

Consideremos un cierto tipo de adolescente o adulto, el autista high-


functioning (dejaré Asperger fuera de esto). El caso típico es alguien que pasó de
ser un niño autista a un adulto que tenía total o casi total posesión del lenguaje, y
algunas excentricidades residuales de tipo autista, alguna de las cuales eran

1
High.functioning puede traducirse como “de alto-desempeño” pero en los artículos especializados sobre
el tema en español se deja la expresión original en inglés. Aquí seguimos este criterio de no traducirla.
socialmente desfavorables y otras posiblemente favorables. Temple Grandin es el
caso más famoso. Ella difundía su empatía con los animales, transmitiendo que su
modo de ver el mundo está más cerca del de los animales que del de la mayoría de
los humanos. Tuvo un efecto significativo (para paliar) las técnicas americanas de
los mataderos. Los autistas high-functioning comienzan a brotar en la ficción, tanto
como las personalidades múltiples lo hicieron 20 años atrás. Alguna gente austista
high-functioning habla de formar un frente de liberación de autistas. Paren de
insistir en hacernos como ustedes. Hacemos algunas cosas mejores que ustedes, y
ustedes algunas mejores que nosotros, entonces déjennos ser.

Ahora probemos A y B para autistas high-functioning:

A. No había autistas high-functioning en 1950, había muchos en el 2000.

B. En 1950 éste no era un modo de ser persona, la gente no se concebía a sí


misma de esta manera, no interactuaba con sus amigos, familiares, jefes,
abogados, de este modo; pero en el 2000 éste era un modo de ser persona,
de concebirse a uno mismo, de vivir en sociedad.

Como dije, A en mi opinión es verdadero para la personalidad múltiple. Pero


es absolutamente falso para el autismo high-functioning. Es casi tan absurdo como
decir que el autismo no existía antes de 1943, cuando Kanner introdujo ese
nombre. Pero B, creo, es verdadero. Antes de 1950, quizás todavía antes de 1975,
autismo high-functioning no era un modo de ser persona. Probablemente hubiera
algunos que fueran considerados tan retrasados y peores, que se recuperaron,
conservando los tipos de flaqueza que la gente con autismo high-functioning tiene
hoy día. Pero las personas no se concebían a sí mismas de este modo, no
interactuaban con sus amigos, familiares, jefes, abogados del modo en que lo hacen
ahora.

Como yo lo veo, este tipo de persona, en el sentido de B, no podría haber


existido hasta algún tiempo después de que el autismo mismo fuera diagnosticado,
porque aquellos primero individuos tuvieron que ser diagnosticados como autistas
y luego de alguna forma misteriosamente se “recuperan”, crecen con él, adquieren
habilidades sociales, son capaces de entender lo que otra gente está pensando y
sintiendo, superan, o al menos viven sin problemas con la necesidad obsesiva por
literalidad. Una vez que hubo autistas “recuperados”, otros adultos, que nunca
habían sido diagnosticados como autistas, pudieron ser vistos como teniendo
dificultades similares, aun cuando su infancia no fuera tan mala. Por tanto, la clase
de los autistas high-functioning se expandió rápidamente. Algunos tendrán ciertas
fortalezas en una dirección; algunos, fortalezas en otra.
¿Cómo tiene lugar la configuración de gente/fabricación de personas? Hace
mucho tiempo “hip” y “square” se convirtieron en nombres comunes entre la
población blanca de clase media. Por una parodia de Nietzsche, surgieron dos
nuevas clases de gente, los “hip” y los “square”. Como es una forma de lenguaje
coloquial importado de otra clase social, ambos tipos tuvieron una vida corta y
olvidable. Sin embargo, yo me ocupo de las ciencias humanas, de la sociología a la
medicina, y éstas están conducidas por muchos motores de descubrimiento, que
son pensados como teniendo relación con el hallazgo de hechos, pero también son
motores para configurar gente / fabricar personas. Los primeros siete motores de
la siguiente lista están diseñados para el descubrimiento, ordenados más o menos
conforme a los tiempos en que se volvieron efectivos. El octavo es un motor de
práctica, el noveno de administración y el décimo es resistencia a los conocedores.

1. ¡Cuenten!
2. ¡Cuantifiquen!
3. ¡Creen normas!
4. ¡Correlacionen!
5. ¡Medicalicen!
6. ¡Biologicen!
7. ¡Geneticen!
8. ¡Normalicen!
9. ¡Burocraticen!
10.¡Reclamen su identidad!

El éxito de los siete motores de descubrimiento ha sido asombroso. No es


una crítica mencionar que tienen efectos colaterales, que a veces hacen surgir
nuevos tipos de gente, en el sentido modesto de la proposición B, y que afectan los
tipos de gente que estudian.

Aquí van algunos ejemplos breves de lo que pretendo decir con cada uno de
mis diez motores. Voy a usar el autismo y la obesidad como ejemplos
contrastantes. Así recordamos que los diez motores trabajan de diferentes modos
en tipos diferentes de gente.

1. Cálculo: el primer intento a gran escala, bien diseñado, para contar los niños
autistas se llevó a cabo en Camberwell, alcanzando un promedio de 4.5 cada
10,000 que todavía podría ser más o menos correcto para el autismo
principal, en oposición al espectro extendido de autistas. Ahora hay
alrededor de 80 publicaciones contadas, y en crecimiento, según la
proporción de gente con autismo. El 4 de mayo, Reuters informó que “la
primera investigación nacional sobre autismo arrojó que la condición es
muy común entre los niños de Estados Unidos”. Bueno, no tan común: 57 de
cada 10,000. Tendrán conocimiento de las cifras horribles para las tasas de
obesidad. Hay, sin embargo, una gran diferencia entre el autismo y la
obesidad, que en nuestros días se cuenta más asiduamente que el autismo.
Ya sea que la obesidad sea tan mala como debería ser o no, su prevalencia
se ha incrementado inmensamente, por todo el mundo, en las últimas dos
décadas. Por contraste, debatimos si las cifras desbordadas del autismo
muestran que la prevalencia del autismo viene en crecimiento, o sólo que
tenemos definiciones extendidas y que estamos más en alerta para
posibles diagnósticos.

2. Cantidad: en el caso de la obesidad, la cantidad está construida. Tenemos


nuestras balanzas de baño. En 1903, la Sociedad de Actuarios y la
Asociación de Directores Médicos de Seguros de Vida de América definieron
tener sobrepeso como pesar más que el promedio de gente asegurada de su
misma edad, peso y sexo, y a la obesidad como “una acumulación excesiva
de grasa corporal”. Durante los 70´s se consolidó el Índice de Masa Corporal
(IMC), la ratio del peso de una persona en kilogramos dividido por el
cuadrado de su altura en metros. En 1998, la Organización Mundial de la
Salud, en compañía de numerosos cuerpos nacionales, definieron tener
sobrepeso como tener IMC mayor a 25, y la obesidad como tener un IMC
mayor a 30. Por un sentido de lo que estos números significan, Leopold
Bloom tenía un IMC de 23.8. Marilyn Monroe varió entre 21 y 24. “Bajo
peso” se definió por debajo de 18.5. Durante los últimos 20 años las
modelos en Playboy descendieron de 19 a 16.5. Fauja Singh, el hombre más
rápido sobre la tierra durante los 90´s, tenía un IMC de 15.4. El autismo se
resiste a la cuantificación. Hay muchos cuestionarios de diagnóstico, pero es
difícil cuantificar las deficiencias.

3. Normas: Lo normal y lo patológico de Georges Canghilem (1943) demostró


cómo la medicina adquirió el concepto de normalidad no mucho después
del 1800. Muchos de nuestros ejemplos son desviaciones de la norma, para
mejor (genios) o para peor (obesidad). Canguilhem suscitó la pregunta:
¿qué está primero, la normalidad o la desviación? No hay una respuesta
general. Algunas veces una, algunas veces la otra, a menudo
simultáneamente. Las normas cuantitativas siguieron el homme moyen de
Adolphe Quetelet de mitad del siglo XIX. Decir que el autismo es un
trastorno de desarrollo es decir que los niños autistas no se desarrollan
normalmente. Las normas para el desarrollo - las edades a las cuales los
chicos usualmente hacen tal o cual cosa; que pueda esperarse que hagan tal
o cual otra; en la que deberían ser capaces de hacer tal o cual (atarse los
cordones)- son una parte estándar de los manuales de crianza para los
padres.
4. Correlación: Éste es un motor esencial de las ciencias sociales. Comenzó
alrededor de 1870, cuando Francis Galton ideó el coeficiente de correlación.
Quetelet tenía el promedio, pero Galton hizo de la desviación desde el
promedio el centro de su filosofía social, y así ideó el coeficiente de
correlación. Nosotros tratamos de correlacionar el autismo con todo, sin
excluir la fuerza relativa de los dedos de la madre y la cantidad de
testosterona en el feto. Algunas correlaciones no necesitan de ninguna
teoría estadística o análisis: cuatro de cinco niños con autismo son varones.
Por otra parte, el peso corporal necesita estadísticas sutiles. Se dice que un
IMC entre 25 y 30 es perjudicial para ustedes debido a una correlación
significativa con numerosos factores de riesgo, los cuales son ellos mismos
entidades estadísticas. Es una situación extraña. Tener sobrepeso, a
diferencia de ser obeso, no afecta de manera importante la expectativa de
vida, pero a menos que sean fisiculturistas o jugadores de rugby, te hace
menos atractivo en la sociedad actual, menos activo físicamente etcétera.

5. Medicina clínica: medicalizamos tipos de personas desviadas (deviant)


inexorablemente, no siempre con éxito. El concepto moderno de abuso
infantil fue introducido por médicos alrededor de 1960, pero ha habido
batallas sustanciales sobre el “modelo médico” desde entonces. Siempre
hubo gente gorda, algunos de ellos enfermos. Sin embargo, a menudo las
personas robustas o regordetas han estado de moda, como los trabajos de
Rubens o Renoir nos recuerdan. “Déjenme hombres gordos en torno de mí,
brillantes hombres y tales como el sueño nocturno”. Hoy día, tratamos los
hombres robustos como si tuvieran problemas médicos, y al obeso como
necesitado de consejo médico. Una nueva generación de medicinas anti-
ansiedad (anti-craving) está a punto de hacer una fortuna para sus
propietarios. Se considera que el autismo es un diagnóstico elaborado por
psiquiatras infantiles, y así se lo archiva como un desorden mental y en
última instancia como un problema médico. Pero si lo consideramos cada
vez más como una discapacidad, puede parecer cada vez menos y menos
médico.

6. Biología, incluyendo neurología: El autismo es una discapacidad pero tiene


causas biológicas, específicamente neurobiológicas. Uno de los grandes
beneficios morales de biologizar es que exime a la persona de
responsabilidad. Si se atribuye comer excesivamente a un desequilibrio
químico, deja de ser un defecto moral.

7. Genética: Hay una tendencia creciente a rastrear lo medico en lo biológico, y


lo biológico en lo genético. Esto no es enteramente nuevo. Hace cien años, se
daba un gran impulso a descubrir los orígenes genéticos del
comportamiento criminal, o de la personalidad criminal entre otras.

8. Normalización: En muchos casos, tratamos de llevar las desviaciones lo más


cerca posible de lo normal. Ese es el propósito de las terapias
comportamentales para el autismo, y de las drogas anti-ansiedad para la
obesidad. Una perspectiva diferente de la mía enfatizaría que aquí es donde
está toda la acción. Instaría a que las ideas no cambian a la gente. Los
tratamientos sí lo hacen, sean comportamentales o farmacológicos.

9. Burocracia: Algunas escuelas de pensamiento hablan del poder burocrático


como si fuera siempre una cosa negativa. Déjenme poner énfasis en lo
positivo. La mayoría de las naciones desarrolladas cuentan con burocracias
complejas que captan niños con problemas de desarrollo en los primeros
años de escuela, y los asignan a los servicios asistenciales. El sistema se ve a
sí mismo como un modo objetivo para determinar quién necesita ayuda,
pero la relación es recíproca. A su vez, el criterio empleado por el sistema
define qué es lo que cae bajo varias categorías tales como el autismo. Hay
un efecto de retroalimentación en desarrollo. Una vez más, la obesidad es
un caso contrastante, porque todavía no ha sido burocratizado en una
medida importante.

10.Resistencia: Los tipos de personas que son medicalizadas, normalizadas,


administradas, tratan cada vez más de recuperar el control de los expertos y
las instituciones, a veces creando nuevos expertos e instituciones. El caso
famoso es la homosexualidad, tan medicalizada desde la época de Kraft-
Ebing, a finales del siglo XIX. Ese fue el mismo periodo en el que las
instituciones se tornaron activas en condenarlo. El orgullo gay y sus
predecesores restituyeron a los homosexuales un control de las
clasificaciones en las cuales habían caído. Siempre hay giros y vueltas en las
historias de configurar gente/fabricar personas, pocas más llamativas que
los intentos por genetizar la homosexualidad masculina, por hallar el gen
gay.

Mencioné movimientos para un “frente de liberación de autistas” algo que


volvería a los autistas high-functioning los expertos en su condición. Hay un gran
número de organizaciones de sobrepeso y de gente obesa tratando de recuperar el
orgullo y la dignidad de los cuerpos pesados. A mí, tanto por su sigla como por sus
actividades, me gusta una organización francesa más bien modesta: Groupe de
Réflexion sur l´Obésité et le Surpoids, or GROS.
Todos estos motores, incluyendo los siete motores de descubrimiento,
producen efectos en la gente a las que se aplican. Cambian los límites. Cambian las
características. Mis nombres y mis clasificaciones de modos de investigación
pueden ser un poco excéntricos, pero son completamente reconocibles. Abundan
conjeturas sobre obesidad y autismo, pero hay afortunadamente competencia.
Grupos diferentes realizan diferentes estimaciones sobre lo que habrá de
corroborarse. Podríamos encontrar que no hay ninguna base genética para el
autismo, y para no toda pero sí para una pequeña proporción de las personas
obesas. O podríamos encontrar que la mayoría de la obesidad y el autismo en su
conjunto se relacionan con la organización de ciertas anomalías genéticas. Es
importante conocer. Traemos a colación las bondades de los siete motores
científicos, y usualmente acabamos por conocer mucho más que antes. Solamente
señalo que tendemos a pensar en los motores como dirigidos a blancos/objetivos
(targets) fijos. Pero los blancos /objetivos, sin embargo, no permanecen. Esto de
ninguna manera pone en cuestión la objetividad de los motores de descubrimiento.

Puede haber en la configuración genética de los seres humanos un conjunto


bastante raro de anomalías genéticas que sea responsable de la mayoría de los
casos de autismo. Si lo hay, es un blanco fijo al cual apuntamos, aunque no sabemos
qué es. Las anomalías (si existen) son la causa de que una persona sea autista. No
determinan los modos de vidas de la gente autista. Si llegásemos a conocer ese
conjunto de anomalías, podrían incluso redefinir el autismo, excluyendo a los
chicos sobre los que se piensa que son autistas a causa de su comportamiento.
Piensen en los modos en los que la discapacidad que llamamos autismo ha
cambiado su formato y su experiencia vivida durante los últimos sesenta años. Eso
es el blanco móvil (moving target).

A menudo cuando tratamos de generalizar caemos en el modo especie


(species mode). De hecho, hay libros que se llaman El niño autista y El niño obeso.
Pero cierta clase de autismo insta acérrimamente a objetar que se hable de “el niño
autista” y prefieren “niños con autismo”. Uno puede detectar a qué se están
oponiendo. Hablar en modo especie sobre las personas es despersonalizarlas,
volverlas objetos de investigación científica. Otra gente lúcida siente que “niño
autista” es correcta. Un padre que fundó la Sociedad de Autismo de América y
escribió uno de los primeros libros sobre el tema, lo hizo así debido a que “autismo
es quien mi hijo es, no solamente una característica”. Parte de la naturaleza del
niño es ser autista. Excepto en casos muy raros, me resisto a decir lo mismo de una
persona obesa. Siempre tener sobrepeso es sólo una característica: (ser gordo) no
es nunca lo que el hombre robusto es, es sólo una de sus propiedades perdurables
y quizá adorables.

John Stuart Mill, quien dio origen a la doctrina de las clases naturales, nos
dejó una manera útil de distinguir entre las dos. Tomando como ejemplos caballo y
fósforo, sostiene que hay interminables características asociadas con algunas
clasificaciones; así caballos (y fósforos) tienen características innumerables en
común, además de ser caballos (o fósforos), mientras que las cosas blancas no
tienen mucho en común excepto que son blancas. Caballo, escribió, era un “tipo
real” (de animal), lo que los filósofos más adelante llamaron tipo natural (o clase
natural). Blanco es meramente un tipo finito. Le preocupaba si las razas y los sexos
eran tipos reales o finitos, y optó por que los miembros de las diferentes razas no
tienen más en común que su raza, así como los cristianos no tienen más en común
que su fe. Por lo tanto, las razas y los sexos no son tipos naturales.
La distinción de Mill expresa bien la idea de que “el autismo es quien mi hijo
es, no sólo una característica”. Los niños autistas tienen un rango amplio de
características en común, repartidas en un espectro, o, como prefiero decir, en un
espacio que es en última instancia tridimensional. Algunas de ellas están
integradas en el inventario de entrevistas de diagnóstico para detectar aspectos
del espectro autista. Otras, menos comportamentales, son desconocidas y hasta
ahora se hallan escondidas en el espacio bio-neuro-genético. Esto no es cierto de la
gente con sobrepeso. Éstos tienen poco en común excepto que son bastante
regordetes. No es cierto de la gente obesa: no tienen mucho en común más que ser
gordos. Puede haber una subclase de gente obesa que tiene una causa biológica
distinta para tener un IMC en un rango realmente alto. Esta subclase se hallaría
más cerca de ser lo que Mill llamó un tipo natural.
Una escuela incipiente de ciencias cognitivas sostiene que la tendencia a
tratar tipos de cosas y tipos de gente como si tuvieran esencias es innato en la
mente humana. No reivindican que haya esencias metafísicas: sólo que pensamos y
actuamos como si existieran. Yo soy escéptico en relación a esto. Tal vez esta
tendencia se podría estudiar mejor bajo el rótulo de antropología histórica de la
razón científica. Los cognitivistas van a replicar que sus resultados están
confirmados multiculturalmente y se aplican a los chicos de seis años. Bien, sí; a
los niños de seis años que crecen en alguna parte del mundo de la razón científica,
lo que Marshall Sahlins llama “el sistema del mundo”.
Es parte de nuestra actitud científica que nos demos cuenta de que la gente
que usa cualquiera de los siete motores de descubrimiento, y más, es un
blanco/objetivo fijo. Usualmente damos con algo, y luego decimos que era a lo que
apuntábamos. Pero aquello de lo que nos damos cuenta es en gran medida cierto, o
no está muy lejos de la verdad. Sin embargo, el blanco con el que damos está
donde está debido a la interacción entre nuestros cinco elementos, que va desde
las clasificaciones a través de las personas hasta los experimentos. A veces esto
produce confusión conceptual. No hay mejor ejemplo que las caras cambiantes del
suicidio.
El suicidio ahora está ligado a la depresión. Un intento de suicidio es un
pedido de ayuda. Nada es más devastador que el suicidio de un amigo. Nada
desbarata más el espíritu de un psiquiatra que el suicidio de un paciente. Para la
gente joven no hay nada que parezca más espantoso que el terminar con su propia
vida. Cuando una ola de suicidios sacude a una cohorte adolescente en un pueblo
del norte de Canadá, ciudadanos bien intencionados en el sur están llenos de
vergüenza y culpa. Este sentimiento totalmente moderno hacia el suicidio, y la
gama de significados asociados, es un producto de las estadísticas y de las ciencias
médicas, una familia de interacciones que comenzó alrededor de 1825. Esta
disposición moderna de sentimientos y significados intensos nos confunde
totalmente si pensamos en la eutanasia o en el bombardeo suicida.
Este último es un arma implacable, a menudo explotada con crueldad por
hombres mayores que no tienen intención de acabar con su vida. No obstante, es
una respuesta increíble de los jóvenes musulmanes enfurecidos, que sienten
impotencia cuando se enfrentan a la hegemonía omnipotente. Cualquiera la puede
usar: Tamil Tigers desarrolló mucha de la más reciente tecnología al respecto. El
arma de suicidio es el polo opuesto de la invencible arma nuclear. Pero hay una
contienda, indiferente en partes iguales para quienes mueren en nombre de ella.
Tenemos grandes dificultades para pensar en las armas suicidas debido a nuestro
conocimiento científico establecido sobre el suicidio. Ese conocimiento es no
obstante conocimiento cierto sobre las personas en nuestra sociedad, los suicidas y
aquellos que consideran la auto-destrucción. Ellos han vivido sus vidas
conformándose a los significados y los estereotipos que dicta el conocimiento.
El genio se ha puesto un número asombroso de máscaras desde que la
palabra se empleó en la antigüedad con ese efecto. El término -difícilmente me
atrevo a llamarlo “concepto”, pero tal vez uno podría decir “grupo de ideas
asociadas”- registra las fantasías de una época: Atenas en su esplendor, la
Inglaterra de Elizabeth, la Alemania del Romanticismo, Fin de Siècle Francés. Pero
el genio ya no es un concepto serio en nuestros días. Ha perdido bastante la
fascinación de la era romántica. Eso es porque ahora lo medimos (al genio) y el
genio en su naturaleza aborrece una medida.
Empezando por El genio hereditario de Galton, gradualmente hemos
convertido a la inteligencia en estadística, con normas. De hecho, los test usuales
de CI (IQ) son tan estadísticos que las preguntas son diseñadas de modo que la
curva de resultados forma una distribución normal con un promedio de 100.
Cuando los tests se aplicaron a las mujeres por primera vez, midieron más alto que
los hombres, con un promedio de alrededor de 105, así que las preguntas debieron
modificarse para hacerlas más difíciles. Se modificaron hasta que los resultados
promedio para mujeres fuera también de 100.
Los tests de CI son excelentes para evaluar el desempeño del niño con
habilidades matemáticas y técnicas, para dominar un tipo nuevo de alfabetización,
con el fin de prosperar en nuestros tiempos. En el extremo superior, el genio queda
acotado a una escala lineal y por tanto fuera del mapa. Galton apuntaba a medir el
genio, pero de hecho lo expulsó de la cultura. Forma parte de la profunda, y en
última instancia socrática noción de genio, pero cuando se mide en base a las
escalas que provienen de Galton, y que fueron refinadas en 1917 por la Armada de
los Estados Unidos para evaluar reclutas, el verdadero genio –no dudo de emplear
esa frase- estaría viviendo en otra parte. Alegremente se va a negar a interactuar
con cuestionarios, instituciones, expertos y conocimiento, rechazando la
clasificación. Ah, como pueden ver, sólo saqué a colación la noción romántica de
genio.-

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