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¿Cuáles ciencias? Las ciencias que voy a llamar ciencias humanas, las cuales,
así entendidas, incluyen muchas ciencias sociales, la psicología, la psiquiatría y
hablando libremente, mucho de la medicina clínica. Sólo me limito ahora a señalar,
porque no solamente mi definición es vaga, sino que las ciencias específicas nunca
deberían estar definidas salvo para propósitos administrativos y educacionales.
Las ciencias vivas están siempre cruzando límites y tomando prestado unas de
otras.
Se puede utilizar esta estructura banal para varios ejemplos, pero los roles y
acentos serán diferentes en cada caso. No hay razón para suponer que alguna vez
contaremos dos historias idénticas de dos instancias diferentes de configurar
gente/fabricar personas. Hay asimismo una complicación obvia: hay diferentes
escuelas de pensamiento. En una primera instancia, existía el movimiento
“múltiple”, una vaga alianza de pacientes, terapeutas y teóricos de la psiquiatría
que, por una parte, creyeron en este diagnóstico y en cierto tipo de persona, el
múltiple. Había un establishment psiquiátrico más grande que rechazó el
diagnóstico en su totalidad: un doctor en Ontario, por ejemplo, quien, cuando un
paciente llega anunciando que tiene personalidad múltiple, pide que se le muestre
su tarjeta del Seguro de Salud de Ontario (que tiene una fotografía y el nombre en
ella) y dice: “Ésta es la persona que estoy tratando, ninguna otra”. Así, hay marcos
rivales, reacciones y también contra-reacciones entre aquellos que contribuyeron
con el desarrollo de este tipo de persona, la personalidad múltiple. Si mi colega
escéptico convence a su potencial paciente, es muy probable que se convierta en
una clase de persona muy diferente a la que habría sido si un creyente la hubiera
tratado por personalidad múltiple.
La definición del 2000 es más o menos tan buena como la que ustedes
pueden hacer con tan pocas palabras. Se podría agregar la obsesión por la
literalidad, la obsesión por el orden y guardar cosas en el mismo lugar, los terribles
fastidios, morder y golpear antes que aceptar cuando las cosas dejan de ser lo
mismo. Se podría agregar que la mayoría de la gente con autismo, alrededor de
cuatro de cinco, son varones. Se podría agregar el hábito de repetir lo que acaba de
decirse antes que hablar. En breve, podría agregarse mucho más, pero la definición
no está mal.
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High.functioning puede traducirse como “de alto-desempeño” pero en los artículos especializados sobre
el tema en español se deja la expresión original en inglés. Aquí seguimos este criterio de no traducirla.
socialmente desfavorables y otras posiblemente favorables. Temple Grandin es el
caso más famoso. Ella difundía su empatía con los animales, transmitiendo que su
modo de ver el mundo está más cerca del de los animales que del de la mayoría de
los humanos. Tuvo un efecto significativo (para paliar) las técnicas americanas de
los mataderos. Los autistas high-functioning comienzan a brotar en la ficción, tanto
como las personalidades múltiples lo hicieron 20 años atrás. Alguna gente austista
high-functioning habla de formar un frente de liberación de autistas. Paren de
insistir en hacernos como ustedes. Hacemos algunas cosas mejores que ustedes, y
ustedes algunas mejores que nosotros, entonces déjennos ser.
1. ¡Cuenten!
2. ¡Cuantifiquen!
3. ¡Creen normas!
4. ¡Correlacionen!
5. ¡Medicalicen!
6. ¡Biologicen!
7. ¡Geneticen!
8. ¡Normalicen!
9. ¡Burocraticen!
10.¡Reclamen su identidad!
Aquí van algunos ejemplos breves de lo que pretendo decir con cada uno de
mis diez motores. Voy a usar el autismo y la obesidad como ejemplos
contrastantes. Así recordamos que los diez motores trabajan de diferentes modos
en tipos diferentes de gente.
1. Cálculo: el primer intento a gran escala, bien diseñado, para contar los niños
autistas se llevó a cabo en Camberwell, alcanzando un promedio de 4.5 cada
10,000 que todavía podría ser más o menos correcto para el autismo
principal, en oposición al espectro extendido de autistas. Ahora hay
alrededor de 80 publicaciones contadas, y en crecimiento, según la
proporción de gente con autismo. El 4 de mayo, Reuters informó que “la
primera investigación nacional sobre autismo arrojó que la condición es
muy común entre los niños de Estados Unidos”. Bueno, no tan común: 57 de
cada 10,000. Tendrán conocimiento de las cifras horribles para las tasas de
obesidad. Hay, sin embargo, una gran diferencia entre el autismo y la
obesidad, que en nuestros días se cuenta más asiduamente que el autismo.
Ya sea que la obesidad sea tan mala como debería ser o no, su prevalencia
se ha incrementado inmensamente, por todo el mundo, en las últimas dos
décadas. Por contraste, debatimos si las cifras desbordadas del autismo
muestran que la prevalencia del autismo viene en crecimiento, o sólo que
tenemos definiciones extendidas y que estamos más en alerta para
posibles diagnósticos.
John Stuart Mill, quien dio origen a la doctrina de las clases naturales, nos
dejó una manera útil de distinguir entre las dos. Tomando como ejemplos caballo y
fósforo, sostiene que hay interminables características asociadas con algunas
clasificaciones; así caballos (y fósforos) tienen características innumerables en
común, además de ser caballos (o fósforos), mientras que las cosas blancas no
tienen mucho en común excepto que son blancas. Caballo, escribió, era un “tipo
real” (de animal), lo que los filósofos más adelante llamaron tipo natural (o clase
natural). Blanco es meramente un tipo finito. Le preocupaba si las razas y los sexos
eran tipos reales o finitos, y optó por que los miembros de las diferentes razas no
tienen más en común que su raza, así como los cristianos no tienen más en común
que su fe. Por lo tanto, las razas y los sexos no son tipos naturales.
La distinción de Mill expresa bien la idea de que “el autismo es quien mi hijo
es, no sólo una característica”. Los niños autistas tienen un rango amplio de
características en común, repartidas en un espectro, o, como prefiero decir, en un
espacio que es en última instancia tridimensional. Algunas de ellas están
integradas en el inventario de entrevistas de diagnóstico para detectar aspectos
del espectro autista. Otras, menos comportamentales, son desconocidas y hasta
ahora se hallan escondidas en el espacio bio-neuro-genético. Esto no es cierto de la
gente con sobrepeso. Éstos tienen poco en común excepto que son bastante
regordetes. No es cierto de la gente obesa: no tienen mucho en común más que ser
gordos. Puede haber una subclase de gente obesa que tiene una causa biológica
distinta para tener un IMC en un rango realmente alto. Esta subclase se hallaría
más cerca de ser lo que Mill llamó un tipo natural.
Una escuela incipiente de ciencias cognitivas sostiene que la tendencia a
tratar tipos de cosas y tipos de gente como si tuvieran esencias es innato en la
mente humana. No reivindican que haya esencias metafísicas: sólo que pensamos y
actuamos como si existieran. Yo soy escéptico en relación a esto. Tal vez esta
tendencia se podría estudiar mejor bajo el rótulo de antropología histórica de la
razón científica. Los cognitivistas van a replicar que sus resultados están
confirmados multiculturalmente y se aplican a los chicos de seis años. Bien, sí; a
los niños de seis años que crecen en alguna parte del mundo de la razón científica,
lo que Marshall Sahlins llama “el sistema del mundo”.
Es parte de nuestra actitud científica que nos demos cuenta de que la gente
que usa cualquiera de los siete motores de descubrimiento, y más, es un
blanco/objetivo fijo. Usualmente damos con algo, y luego decimos que era a lo que
apuntábamos. Pero aquello de lo que nos damos cuenta es en gran medida cierto, o
no está muy lejos de la verdad. Sin embargo, el blanco con el que damos está
donde está debido a la interacción entre nuestros cinco elementos, que va desde
las clasificaciones a través de las personas hasta los experimentos. A veces esto
produce confusión conceptual. No hay mejor ejemplo que las caras cambiantes del
suicidio.
El suicidio ahora está ligado a la depresión. Un intento de suicidio es un
pedido de ayuda. Nada es más devastador que el suicidio de un amigo. Nada
desbarata más el espíritu de un psiquiatra que el suicidio de un paciente. Para la
gente joven no hay nada que parezca más espantoso que el terminar con su propia
vida. Cuando una ola de suicidios sacude a una cohorte adolescente en un pueblo
del norte de Canadá, ciudadanos bien intencionados en el sur están llenos de
vergüenza y culpa. Este sentimiento totalmente moderno hacia el suicidio, y la
gama de significados asociados, es un producto de las estadísticas y de las ciencias
médicas, una familia de interacciones que comenzó alrededor de 1825. Esta
disposición moderna de sentimientos y significados intensos nos confunde
totalmente si pensamos en la eutanasia o en el bombardeo suicida.
Este último es un arma implacable, a menudo explotada con crueldad por
hombres mayores que no tienen intención de acabar con su vida. No obstante, es
una respuesta increíble de los jóvenes musulmanes enfurecidos, que sienten
impotencia cuando se enfrentan a la hegemonía omnipotente. Cualquiera la puede
usar: Tamil Tigers desarrolló mucha de la más reciente tecnología al respecto. El
arma de suicidio es el polo opuesto de la invencible arma nuclear. Pero hay una
contienda, indiferente en partes iguales para quienes mueren en nombre de ella.
Tenemos grandes dificultades para pensar en las armas suicidas debido a nuestro
conocimiento científico establecido sobre el suicidio. Ese conocimiento es no
obstante conocimiento cierto sobre las personas en nuestra sociedad, los suicidas y
aquellos que consideran la auto-destrucción. Ellos han vivido sus vidas
conformándose a los significados y los estereotipos que dicta el conocimiento.
El genio se ha puesto un número asombroso de máscaras desde que la
palabra se empleó en la antigüedad con ese efecto. El término -difícilmente me
atrevo a llamarlo “concepto”, pero tal vez uno podría decir “grupo de ideas
asociadas”- registra las fantasías de una época: Atenas en su esplendor, la
Inglaterra de Elizabeth, la Alemania del Romanticismo, Fin de Siècle Francés. Pero
el genio ya no es un concepto serio en nuestros días. Ha perdido bastante la
fascinación de la era romántica. Eso es porque ahora lo medimos (al genio) y el
genio en su naturaleza aborrece una medida.
Empezando por El genio hereditario de Galton, gradualmente hemos
convertido a la inteligencia en estadística, con normas. De hecho, los test usuales
de CI (IQ) son tan estadísticos que las preguntas son diseñadas de modo que la
curva de resultados forma una distribución normal con un promedio de 100.
Cuando los tests se aplicaron a las mujeres por primera vez, midieron más alto que
los hombres, con un promedio de alrededor de 105, así que las preguntas debieron
modificarse para hacerlas más difíciles. Se modificaron hasta que los resultados
promedio para mujeres fuera también de 100.
Los tests de CI son excelentes para evaluar el desempeño del niño con
habilidades matemáticas y técnicas, para dominar un tipo nuevo de alfabetización,
con el fin de prosperar en nuestros tiempos. En el extremo superior, el genio queda
acotado a una escala lineal y por tanto fuera del mapa. Galton apuntaba a medir el
genio, pero de hecho lo expulsó de la cultura. Forma parte de la profunda, y en
última instancia socrática noción de genio, pero cuando se mide en base a las
escalas que provienen de Galton, y que fueron refinadas en 1917 por la Armada de
los Estados Unidos para evaluar reclutas, el verdadero genio –no dudo de emplear
esa frase- estaría viviendo en otra parte. Alegremente se va a negar a interactuar
con cuestionarios, instituciones, expertos y conocimiento, rechazando la
clasificación. Ah, como pueden ver, sólo saqué a colación la noción romántica de
genio.-