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Muy buenos días a todos los presentes mi nombre es:

_________________________ del grupo 302 alumno de este


plantel 11- A, Apango, Gro.. Me es grato representar a
mis compañeros de grupo por tal motivo daré una
pequeña reseña de nuestra grandiosa costumbre
Mexicana para honrar la memoria de nuestros fieles
difuntos.

El Día de Muertos es una tradición mexicana de origen


prehispánico. La costumbre es que el día 28 de octubre
es dedicado para aquellas personas que perdieron la vida
de manera trágica violenta, el día 29 para las ánimas del
purgatorio. El 30 de octubre es dedicado para las almas
olvidadas; el 31 de octubre para los niños difuntos y el 1°
y 2 de noviembre, para los difuntos adultos. Sin embargo,
últimamente los preparativos inician muchas semanas
antes y es que la belleza y complejidad de esta
celebración ha atraído la atención de todo el mundo.

De hecho, la UNESCO la nombró Patrimonio Inmaterial de


la Humanidad en 2008.

El Día de Muertos es la historia de una grandiosa


tradición.

Es un hecho: de la muerte nadie escapa. Sin embargo,


pese al dolor que su presencia pueda provocar, de
nuestros pueblos indígenas hemos aprendido a percibirla
como una etapa en la que debemos regocijarnos pues,
como diría el escritor Mario Benedetti, “la muerte es solo
un síntoma de que hubo vida”. Como prueba de esto, los
mexicanos tenemos el festejo conocido como “Día de
Muertos”.
Esta celebración es originaria de la época prehispánica.
En ese periodo, muchas etnias mesoamericanas rendían
culto a la muerte. Entre ellas estaba la mexica cuyos
dioses encargados de definir el destino de las ánimas
eran Mictecacíhuatl y Mictlantecuhtli. Ambos eran
señores del Mictlán o “lugar de los muertos”. Sin
embargo, para llegar aquí, las almas debían lidiar y
sortear una serie de obstáculos para poder conseguir el
descanso eterno.
De acuerdo con el Códice Florentino, el Mictlán estaba
dividido de acuerdo con la manera de morir. Por ejemplo,
a la Tonatiuh Ichan –casa del sol– entraban aquellos
guerreros que habían muerto en el campo de batalla.
Otro sitio era el Cincalco, casa del dios Tonacatecutli. A
este iban quienes murieron siendo infantes pues al ser
tan jóvenes se les consideraba inocentes.

Mictlantecuhtli, dios del inframundo no obstante, para


que las almas iniciaran el trayecto, los vivos se
encargaban de acompañarlos en la distancia por medio
de un ritual. Este iniciaba con la muerte de algún ser
cercano. El deceso se anunciaba con gritos y llantos
emitidos por las mujeres ancianas de la
comunidad. Después se amortajaba al difunto junto con
todos sus objetos personales. Posteriormente, el bulto o
cuerpo era simbólicamente alimentado con los manjares
más exquisitos.
Después de cuatro días, el cuerpo era llevado a enterrar
o cremar. A partir de ese momento, el alma emprendía el
difícil trayecto. Luego, cada año durante cuatro años, se
realizaban ostentosas ceremonias en el lugar donde se
encontraban las cenizas o el cuerpo del difunto. Así, este
complejo ritual no solo ayudaba a que las almas
descansaran sino también a facilitar el proceso de duelo
de los familiares.
Con la llegada de la población europea, este ritual sufrió
un proceso de aculturación. La fiesta del dios del
inframundo se unió junto con la celebración de los
difuntos y se reinventó el proceso hasta ser concebido
como lo conocemos ahora.
Cabe señalar que, algunos de los elementos que
destacan en este día son las ofrendas y las calaveritas
literarias.

Las ofrendas de día de muertos

Las ofrendas de día de muertos son altares de origen


prehispánico. Estos eran dedicados a distintas deidades
y se colocaban en fechas diferentes. Sin embargo, la del
señor de los muertos, Mictlantecuhtli, se celebraba en el
mes que ahora conocemos como noviembre. Esta
coincidencia fue aprovechada por los evangelizadores
durante La Colonia para hacer un sincretismo entre el
cristianismo y las creencias religiosas autóctonas.
Ofrendar, en el Día de Muertos, es compartir con los
difuntos el pan, la sal, las frutas, los manjares culinarios,
el agua y, si son adultos, el vino. Ofrendar es estar cerca
de nuestros muertos para dialogar con su recuerdo, con
su vida. La ofrenda es el reencuentro con un ritual que
convoca a la memoria.

La ofrenda del Día de Muertos es una mezcla cultural


donde los europeos pusieron algunas flores, ceras, velas
y veladoras; los indígenas le agregaron el sahumerio con
su copal y la comida y la flor de cempasúchil. La ofrenda,
tal y como la conocemos hoy, es también un reflejo del
sincretismo del viejo y el nuevo mundo. Se recibe a los
muertos con elementos naturales, frugales e intangibles -
incluimos aquí las estelas de olores y fragancias que le
nacen a las flores, al incienso y al copal.
La ofrenda de muertos debe tener varios elementos
esenciales. Si faltara uno de ellos, se pierde aunque no
del todo el encanto espiritual que rodea a este
patrimonio religioso.
Se puede hacer de la manera que mejor te guste, de
acuerdo con las creencias y arte popular un altar debe
tener 2, 3 o 7 niveles.

Elementos de las ofrendas


Fotografías de los difuntos. Es muy común colocar
retratos de las personas amadas que ya no están entre
nosotros.

Animas: La imagen de las Ánimas del Purgatorio: para


obtener la libertad del alma del difunto, por si acaso se
encontrara en ese lugar, para ayudarlo a salir, también
puede servir una cruz pequeña hecha con ceniza.
Incienso o copal. El humo que desprende el copal o
incienso, es la guía olfativa para que nuestros muertos
puedan llegar a la ofrenda.
Veladoras y velas . Estas representan el fuego y la luz.
Se colocan en señal de duelo y para alumbrar el camino
de las ánimas.

Bebidas favoritas de los difuntos y agua.


Es muy importante colocar un vaso de agua y bebidas,
pues se supone que las ánimas vienen sedientas
después de un largo recorrido.

Flor de cempasúchil. Esta flor de apariencia esponjosa


también es conocida como “flor de veinte pétalos”. Se
utilizan principalmente para decorar o crear caminos que
guíen los espíritus de nuestros muertos.
Calaveritas. En la antigüedad se utilizaban cráneos de
verdad. Después fueron sustituidas con calaveras
hechas con azúcar, chocolate o amaranto. Cada cráneo
representa a un difunto.
Pan de muerto. Además de delicioso, el pan de muerto es
la representación del esqueleto de los difuntos.

Arcos de cempasúchil: Se cree que San Pedro les da


permiso a las almas para salir y visitar a sus familiares
vivos, por eso representan la entrada y salida del
paraíso.
Cadenas y pliegos de papel picado: Los colores pueden
ser variados, pero el amarillo y el morado representan la
dualidad entre la vida y la muerte.

Calaveras y figuritas de azúcar o alfeñique: Su


significado varía, regularmente las pequeñas
representan a la Santísima Trinidad.

Comida: Su objetivo es deleitar a los visitantes. La


costumbre es ofrecer atole, chocolate, calabaza, fruta,
pan y tamales de dulce a los niños y jóvenes que
murieron o “angelitos”.
A las almas adultas se les coloca camote, fruta, pan,
tamales, mole rojo, verde y pozole, así como los diversos
platillos y bebidas que les gustaban.
Petate: Su uso es variado, ya que puede servir de
mantel, cama o mortaja. Se coloca para que las almas
descansen o para colocar los alimentos y objetos de la
ofrenda.

Sal: Sirve para que el cuerpo de la persona muerta no se


descomponga en su viaje.
El chocolate de agua. La tradición prehispánica dice que
los invitados tomaban chocolate preparado con el agua
que usaba el difunto para bañarse, de manera que los
visitantes se impregnaban de la esencia del difunto.
El licor: es para que recuerde los grandes
acontecimientos agradables durante su vida y se decida
a visitarnos.
El altar puede ser adornado con papel picado, con telas
de seda y satín donde descansan también figuras de
barro, incensario o ropa limpia para recibir a las ánimas.

Los altares de 2, 3 o 7 niveles


2 niveles: Representan la división del cielo y la tierra
3 niveles: Simbolizan el cielo, la tierra y el inframundo o
bien, a la Santísima Trinidad.
7 niveles: Pueden representar los escalones que debe
atravesar el alma para alcanzar el descanso espiritual,
los 7 pecados capitales o, según los aztecas, los 7
destinos o 7 diferentes tipos de muerte.

Los invito a sentirnos orgullosos de nuestras tradiciones


de Día de Muertos ya que es una festividad que ha dado
la vuelta al mundo y se ha instaurado en el gusto de los
habitantes de diversos países; en la actualidad es común
ver muestras de altares de muertos en ciudades como
Nueva York, París, Vancouver y Londres.

Incluso la compañía de entretenimiento infantil Walt


Disney estrenó en cartelera la película Cocó, cuya trama
gira en torno a Miguel, un niño mexicano de 12 años
quien vive en un pueblo en el que se festeja en grande
esta fecha.

Sin duda, la fortaleza del Día de Muertos radica en que es


una tradición que une a amigos, familiares e incluso a
comunidades enteras, pues se recuerda a quienes ya
fallecieron no con el dolor característico del luto, sino
con gozo y alegría.
Afradezco a mis compañeros de grupo por participar en
la preservación de nuestras raíces y preservación de
nuestra cultura.

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