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Escuela Nacional de Antropología e Historia

Licenciatura en Etnología

Estructuralismo

Prof. Alberto Torrentera

Ofrenda (Altar de muertos)

Cristian Josué Morales López

3° Semestre

Matutino A-206
La muerte es un elemento simbólico constante en la vida humana, se ha desarrollado y se expresa
de diversas maneras. Strauss menciona que los seres humanos comparten la misma estructura de
pensamiento a nivel del inconsciente, esto hace posible encontrar fenómenos que se comportan
de distinta manera entre culturas, sin embargo, comparten o nacen a partir de la misma lógica,
como la prohibición del incesto. A estos elementos compartidos por el espíritu humano les llama
Universales, y aventura que al encontrarlos, podemos hablar de los elementos que dieron el paso
de la naturaleza a la cultura.

La muerte, o mejor dicho, la concepción de la muerte, ha estado presente en el hombre desde


hace mucho tiempo, se ha hecho constante mediante múltiples expresiones, a través de mitos,
representaciones, celebraciones, culto, rituales, etc. La idea de la vida después de la muerte es una
idea que existe en -me atrevo a aventurar- todas o la mayoría de las sociedades. La muerte es
para algunos un paso a otro estado de existencia, a veces representado como un paraíso o un
purgatorio para aquellos cuyas acciones en este mundo no fueron correctas. Para ciertas culturas
el destino a donde viajará el alma o espíritu, no lo determinan las acciones terrenales, sino la
forma en que murió, como sucedía en las sociedades prehispánicas.

Ad hoc con las fechas que vienen, me refiero al Día de Muertos, he decidido abordar el tema de la
ofrenda o altar de muertos, por lo que daré una brevísima introducción sin caer en
especificidades, pues sólo pretendo dar un panorama histórico general.

La actual celebración del día de muertos en México, es un sincretismo entre las tradiciones
prehispánicas y las celebraciones inculcadas del cristianismo. En Mesoamérica, la concepción de la
muerte era muy distinta a la católica, a esta no se le temía pues no representaba en sí algo
maligno, además, la trascendencia al otro mundo, no era cuestión de premio-castigo, dependía
más bien de la forma del fallecimiento, ya fuera por muerte natural, en parto, en guerra o en
medios acuosos. La creencia en Mictlantecuhtli (señor del inframundo), el Mictlan (lugar de los
muertos) y en Mictecacíhuatl (esposa de Mictlantecuhtli), no era considerada pagana o mal vista,
tampoco infundaba miedo, sólo respeto. A la mayoría de los muertos, les correspondía viajar al
Mictlan, y para ello requerirían de algunos bienes materiales usados en vida, también alimentos y
acompañantes, ya fueran otros individuos o animales que tenían que ser sacrificados. Estos
bienes, alimentos y acompañantes eran sepultados junto al cuerpo, a este ritual hoy lo
denominamos ofrenda, y tanto la concepción de esta como sus componentes han ido cambiando a
lo largo del tiempo.

Los mexicas celebraban durante el mes de agosto la cosecha de diversas especies, estas eran
ofrendadas a los dioses en muestra de agradecimiento. Cuando sucedió la conquista, ocurrieron
diversas mezclas culturales, esto fue en ocasiones tolerado y promovido por la Iglesia católica para
facilitar el proceso de asimilación de las nuevas creencias. Así, las ofrendas y la festividad dada en
Agosto, se mezclaron con el “Día de Todos los Santos” y la “Conmemoración de los Fieles
Difuntos” celebrados por la Iglesia católica los días 1° y 2° de Noviembre.
Hoy en día, cada región de México festeja de diferente manera el Día de Muertos, sin embargo, un
elemento constante en aquellos lugares donde aún se celebra es la ofrenda, que dependiendo de
la región también tiene pequeñas variaciones.

Para el presente análisis se tomarán en cuenta los elementos que componen a una ofrenda
tradicional de la región centro, es decir, de aquellas que podemos ver en la ciudad y los
alrededores.

A continuación muestro una imagen representativa de una ofrenda tradicional y posteriormente


las partes que componen a la misma.

Arcos: representa la puerta que da la bienvenida a los fieles difuntos. En diversas regiones del país
los elaboran con flor de cempasúchil, o carrizos de bambú atados con lazos.

El agua. La fuente de la vida, se ofrece a las ánimas para que mitiguen su sed después de su largo
recorrido y para que fortalezcan su regreso. En algunas culturas simboliza la pureza del alma.

La sal. El elemento de purificación, sirve para que el cuerpo no se corrompa, en su viaje de ida y
vuelta para el siguiente año.

Velas y veladoras. Los antiguos mexicanos utilizaban rajas de ocote. En la actualidad se usa el cirio
en sus diferentes formas: velas, veladoras o ceras. La flama que producen significa "la luz", la fe, la
esperanza. Es guía, con su flama titilante para que las ánimas puedan llegar a sus antiguos lugares
y alumbrar el regreso a su morada. En varias comunidades indígenas cada vela representa un
difunto, es decir, el número de veladoras que tendrá el altar dependerá de las almas que quiera
recibir la familia. Si los cirios o los candeleros son morados, es señal de duelo; y si se ponen cuatro
de éstos en cruz, representan los cuatro puntos cardinales, de manera que el ánima pueda
orientarse hasta encontrar su camino y su casa.

Copal e incienso. El copal era ofrecido por los indígenas a sus dioses ya que el incienso aún no se
conocía, este llegó con los españoles. Es el elemento que sublima la oración o alabanza. Fragancia
de reverencia. Se utiliza para limpiar al lugar de los malos espíritus y así el alma pueda entrar a su
casa sin ningún peligro.

Las flores. Son símbolo de la festividad por sus colores y estelas aromáticas. Adornan y aromatizan
el lugar durante la estancia del ánima, la cual al marcharse se irá contenta, el alhelí y la nube no
pueden faltar pues su color significa pureza y ternura, y acompañan a las ánimas de los niños.

En muchos lugares del país se acostumbra poner caminos de pétalos que sirven para guiar al
difunto del campo santo a la ofrenda y viceversa. La flor amarilla del cempasúchil (Zempoalxóchitl)
deshojada, es el camino del color y olor que trazan las rutas a las ánimas.

Los indígenas creían que el cempasúchil era una planta curativa, pero ahora solo sirve para
adornar los altares y las tumbas de los difuntos. Por esta razón se dice que a lo largo del tiempo la
flor fue perdiendo sus poderes curativos. Flor de cempasúchil significa en náhuatl "veinte flor";
efeméride de la muerte.

El petate. Entre los múltiples usos del petate se encuentra el de cama, mesa o mortaja. En este
particular día funciona para que las ánimas descansen así como de mantel para colocar los
alimentos de la ofrenda.

El izcuintle. Lo que no debe faltar en los altares para niños es el perrito izcuintle en juguete, para
que las ánimas de los pequeños se sientan contentas al llegar al banquete. El perrito izcuintle, es el
que ayuda a las almas a cruzar el caudaloso río Chiconauhuapan, que es el último paso para llegar
al Mictlán.

El pan. El ofrecimiento fraternal es el pan. La iglesia lo presenta como el "Cuerpo de Cristo".


Elaborado de diferentes formas, el pan es uno de los elementos más preciados en el altar.

El gollete y las cañas se relacionan con el tzompantli. Los golletes son panes en forma de rueda y
se colocan en las ofrendas sostenidas por trozos de caña. Los panes simbolizan los cráneos de los
enemigos vencidos y las cañas las varas donde se ensartaban.

Objetos para rememorar y ofrendar a los fieles difuntos

El retrato del recordado sugiere el ánima que nos visitará, pero este debe quedar escondido, de
manera que solo pueda verse con un espejo, para dar a entender que al ser querido se le puede
ver pero ya no existe.

La imagen de las Ánimas del Purgatorio, para obtener la libertad del alma del difunto, por si acaso
se encontrara en ese lugar, para ayudarlo a salir, también puede servir una cruz pequeña hecha
con ceniza. Pueden colocarse otras imágenes de santos, para que sirva como medio de
interrelación entre muertos y vivos, ya que en el altar son sinónimo de las buenas relaciones
sociales.

El platillo favorito Con los alimentos se trata de agradecer al difunto ofreciéndole lo que más le
gustaba en vida. En el altar está constantemente una estela de aromas, representando el
banquete de la cocina en honor de los seres recordados.

Las calaveras de azúcar medianas son alusión a la muerte siempre presente. Las calaveras chicas
son dedicadas a la Santísima Trinidad y la grande al Padre Eterno.
También se puede colocar un aguamanil, jabón y toalla por si el ánima necesita lavarse las manos
después del largo viaje.

El licor es para que recuerde los grandes acontecimientos agradables durante su vida y se decida a
visitarnos.

Una cruz grande de ceniza, sirve para que al llegar el ánima hasta el altar pueda expiar sus culpas
pendientes.

El altar puede ser adornado con papel picado, con telas de seda y satín donde descansan también
figuras de barro, incensario o ropa limpia para recibir a las ánimas.
La ofrenda, en sí, es un tipo de escenografía donde participan nuestros muertos que llegan a
beber, comer, descansar y convivir con sus deudos.

Colores
El color morado o rosa oscuro se usa en señal de duelo.
El color morado es representativo del luto cristiano y el color naranja del luto azteca.
El blanco es relacionado con la pureza y la ternura.

Niveles
La cantidad de niveles en un altar de muertos varía en algunas regiones. Los niveles en el altar de
muertos representan la cosmovisión, regularmente representando el mundo material y el
inmaterial o los cuatro elementos, en cada uno de ellos se colocan diferentes objetos simbólicos
para la cultura, religión o la persona a la que se le dedica el altar.

 Altares de dos niveles: son una representación de la división del cielo y la tierra
representando los frutos de la tierra y las bondades de los cielos como la lluvia.

 Altares de tres niveles: representan el cielo, la tierra y el inframundo. Debido a la


introducción de ideologías de las religiones europeas, ha cambiado su significado a dos
posibles, pudiendo representar la tierra, el purgatorio y el reino de los cielos, o bien, los
elementos de la Santísima Trinidad según la tradición católica. 1

 Altares de siete niveles: son el tipo de altar más convencional, representan los siete
niveles que debe atravesar el alma para poder llegar al descanso o paz espiritual. Según la
práctica otomí, los siete escalones representan los siete pecados capitales. Se asocia el
número siete con el número de destinos que, según la cultura azteca, existían para los
diferentes tipos de muerte.
Análisis

Una vez separados los elementos que conforman la ofrenda, podemos observar y analizar la forma
en que se organizan, obedeciendo a la carga simbólica de cada objeto y atendiendo a las
representaciones que se les buscan dar.

A los elementos anteriormente descritos podemos organizarlos de la siguiente manera:

Alimentos Platillo favorito, Pan, Dulces Objetos Cruz (de veladoras, flores
y Agua, Alcohol, Café, Refresco religiosos o ceniza)
bebidas Imágenes (santos, o
divinidades)

Luz, fe, fuego (velas)


Arco o puerta (de carrizo o flores)
Caminos (de flores o velas)
Representaciones Muerte (Imágenes, figuras, calaveritas) Aromas Incienso, Copal, Flores
Santísima Trinidad (calaveritas pequeñas)
Dios o el Padre (calaveritas grandes)
Difunto (retrato, calaca)

Petate Papel picado


Objetos Juguetes Adornos Flores
Materiales Bienes personales Manteles
del difunto

Si bien las oposiciones no son evidentes en un primer esquema, podemos ayudarnos descifrando
la significación de los elementos en su conjunto, también denotando la doble o triple función que
ejercen algunos de ellos, o simplemente quitando su valor simbólico para ver el objeto como una
parte del código, carente de sentido hasta que se encuentra armónicamente asociado con otros
elementos.

El altar de muertos es una ofrenda para los seres queridos que permanecen en la memoria, pero a
la vez es un diálogo con la muerte y una forma de enmarcarla y celebrarla. Dentro de la ofrenda
convergen varios mitos y creencias, representadas a través de objetos que nos recuerdan a los
vivos que la muerte anda siempre entre nosotros. La colocación de una ofrenda por tanto, no es
sólo para conmemorar a los difuntos sino que es una expresión de la incertidumbre humana hacia
lo venidero que es la muerte.

La presencia del agua nos recuerda a aquel inmenso lago o río que ha de cruzarse después de la
muerte, y que se presenta sin duda en más de una sociedad. ¿A qué se debe esto?, ¿nos
encontramos con uno de esos elementos constantes en el pensamiento humano que no han sido
descifrados? (arriesgando a equivocarme)

El fuego representa la luz que guiará al ser querido en su camino. Y de nuevo caemos con un
elemento importante que se hace presente en más de una sociedad y que es la luz. La muerte para
algunos está asociada con la oscuridad o con la luz, a veces la luz es el fin último y es cuasi-
sinónimo de paz y tranquilidad. Mientras que la oscuridad representa un estado del ánima
existencial, que aún carga con penas y se encuentra perdida.

Si analizamos a cada objeto en la ofrenda como los fonemas que en un principio carecen de
sentido hasta que están ordenados de manera coherente, podemos hallar las oposiciones que en
un primer nivel de análisis se ocultan.

Siendo así, el agua y el fuego constituyen nuestra primera oposición, ambas presentes en el altar.
La oscuridad es otro elemento que aparenta no tener una representación en dicho altar, pero está
implícita en varios elementos, como la luz que produce el fuego, al cual es opuesta. En realidad la
oscuridad está presente desde el momento en que se colocan los cirios, pues el fin de estos es
alumbrar al que viaja en la oscuridad para que no se pierda. Entendido así, luz y oscuridad serían
nuestro segundo juego de oposición. Un tercero sería la paradoja misma de la vida y la muerte, ya
que en muchas culturas el agua representa la vida o el nacimiento de esta, recordamos las
sociedades prehispánicas que consideraban las cuevas como el origen de la vida, pues de ahí nacía
el agua y de esta bebían todas las especies animales y vegetales. La cueva es también un mito
presente en la ofrenda, expresado a través de la oscuridad, el agua y la vida.

Haciendo un pequeño paréntesis y antes de proseguir con otros objetos, es importante hablar de
la estructura física de la ofrenda, evidentemente cargada de un simbolismo, hablo de los niveles
anteriormente explicados, pero que son sugerentes al hablar del agua y del fuego, pues estos
forman parte de los 4 elementos, restan mencionar el viento y la tierra. En ocasiones, dichos
elementos se hacen presentes mediante objetos, otras veces definen la estructura misma. Quiero
llegar a que dichos elementos podrían formar pares de oposición, tales como aire-tierra y fuego-
agua. El fuego requiere del aire para crecer, y a su vez, al agua y la tierra son elementos
primordiales para la vida misma. Puestos así se complementan, e intercambiados se oponen.

No sólo los 4 elementos definen la estructura de la ofrenda, también lo hacen las representaciones
del mundo terrenal y los mundos metafísicos propios de cada cultura. El más tradicional es el que
se conforma de 3 niveles y que se asocia al cielo, la tierra y el inframundo. Esta triada en realidad
conjuga 3 juegos de oposiciones, una ya mencionada, que son la vida y la muerte misma, por otro
lado se hace presente la idea del bien y el mal, pues son los factores que definen el mundo al que
el alma viajará después de la muerte y por último, la idea de premio-castigo o recompensa-
sanción.

Recapitulamos los pares de oposición hasta ahora encontrados: agua-fuego, luz-oscuridad, vida-
muerte, tierra-aire (¿?), bien-mal, recompensa-sanción o premio-castigo.
Los alimentos y bebidas son parte esencial en el altar de muertos, sin ellos no podría hablarse de
una buena ofrenda, ya que es una manera de invitar a los muertos (a la muerte misma) a
compartir los alimentos con nosotros los vivos. Es una comunión entre vivos y muertos (entre la
vida y la muerte). Se trata también de aceptarla –a la muerte-, de reconocerla, respetarla y darle la
bienvenida, atentos de que quede satisfecha y se retire. Ahí la importancia de colocar el alimento
preferido del difunto, para que regrese contento al mundo de los muertos. De nuevo la manera de
encontrar oposiciones, es ver a los elementos de manera aislada. Así podemos observar que
conviven alimentos dulces y salados, derivados más bien de una cultura alimenticia.

Las calaveritas son comestibles, sin embargo, no se reducen al papel de alimento solamente, pues
están fuertemente cargadas de un simbolismo que es difícil de retirarle, en este caso, quizás su
simbolismo nos marca su oposición. Las calaveritas son frecuentemente consumidas por los
infantes, quienes no se resisten a la dulce muerte. Vivos, y no sólo vivos, sino además niños,
comiéndose a la muerte. ¡Vaya locura! La costumbre indica un día para la visita de los niños y otra
para la de los adultos, asimismo lo hacen los alimentos, convirtiendo la edad misma en objeto de
oposición. Joven-Viejo que a su vez quizás quiera indicarnos algo más, y es el tipo de muerte. Un
viejo puede haber muerto de muerte natural, valga la redundancia, mientras que el niño tuvo que
haber perecido por distintas razones. Vida larga, vida corta; Muerte natural, muerte innatural.
Cabe pues mencionar, para que no se me acuse de obviar, que no todas las muertes de adultos
son de causas naturales, y que por cierto lo son cada vez menos.

Las flores juegan una multiplicidad de papeles, sirven para adornar, aromatizar, a la vez están
cargadas de simbolismos como la vida y las festividades, y pueden adquirir otro significado según
el color. Hay flores específicas para estas fechas, de tal manera que se convierten en un icono
asociado a la muerte, como lo es el Cempasúchil. Una de las funciones principales es dar formas a
los senderos que deben seguir las almas, y recubrir el arco o puerta por donde se les da la
bienvenida. ¿Qué papel ocupan entonces las flores a nivel del inconsciente humano que adquieren
tanto significado para diversas festividades, específicamente cuál es su valor dentro de la ofrenda?
¿Qué es lo que le da el carácter de repetirse constantemente en un altar?, ¿tienen oposición
alguna?, ¿reducidas a objetos, tendríamos que mencionar sus características botánicas?

Quizás la función de la flor dentro de la ofrenda es meramente estética, y el valor lo adquiere


dependiendo a que se relacione. Por ejemplo, la cruz hecha de flores, es vista como tal y no como
flores hechas cruz. El elemento primordial entonces es la cruz y no las flores. Dicha figura apunta
en ocasiones a los puntos cardinales. ¿Qué significación tiene entonces la cruz? ¿Se deriva de la
“Santa Cruz” en la que murió el redentor de los hombres, o sirve como referencia para ubicarse en
un mundo terrenal?

Llegando a esta parte se hace evidente una oposición que a través de los elementos se ve
conjugada y se pierde en un juego de contrastes vistosos y coloridos pero totalmente opuestos. ¿O
cómo podríamos concebir la presencia de una cruz o de una imagen religiosa (católica) junto a
representaciones de esqueletos y otros objetos que obedecen a vestigios de las creencias
prehispánicas? La ofrenda es un sincretismo claro está, pero ¿hasta qué punto realmente se
suman a una misma parte y cuáles son los límites que se marcan? Este contraste de ideologías o
creencias religiosas son sin duda alguna, una de las oposiciones más importantes en este análisis.

Una característica del altar de muertos es su vivacidad otorgada por colores que contrastan entre
sí, cada uno representando ciertas sensaciones o emociones adquiridas a través del tiempo, que
en un análisis más profundo, podría ser que deriven del propio inconsciente humano. Por lo
pronto veremos si encontramos oposiciones entre los colores más frecuentes y representativos,
que son el morado, violeta, naranja y amarillo.

El siguiente esquema nos muestra una serie de colores divididos en fríos y cálidos que nos reflejan
oposiciones desde la perspectiva visual, no de contenido o semántica.

Podemos observar que el anaranjado y amarillo se encuentran juntos uno del otro, con un
intermedio que es el amarillo anaranjado en el lado de los colores cálidos, opuestos a ellos, del
lado de los colores fríos, se encuentra el violeta justo frente al amarillo, el azul violáceo frente al
amarillo anaranjado, y el anaranjado frente al azul.

Primeramente el esquema marca ya una oposición, determinada por la temperatura de los colores
en frío y cálido, que a conveniencia casual de este análisis, cada lado contiene colores vistos en la
ofrenda. Podemos notar que la ofrenda contiene pares de oposición visuales, como flores moradas
y amarillas, tonos anaranjados y violetas. ¿Cuál es a nivel del inconsciente la importancia de los
colores?, ¿qué transmite cada color a las sensaciones humanas?, ¿los colores usados en la ofrenda
son resultado de una estructura inconsciente? Habría que hacer un análisis comparativo con otro
fenómeno semejante de alguna otra cultura y sociedad.

Hasta este punto, hemos encontrado varios pares de oposiciones, aislando los objetos y
entendiéndolos previos a su significación. Podemos hablar de una estructura inconsciente en la
manera en que dichos elementos se organizan, ahora resta preguntar ¿cuál es el significado que
componen todos ellos juntos?, ¿es el tema de la muerte y la vida después de esta un universal?, a
nivel humano, ¿qué importancia tiene?, ¿qué conlleva la celebración de la muerte en diversas
sociedades y de distintas maneras?

La verdad es que llegados a esta punto, tengo más preguntas que respuestas, sin embargo, podría
aventurarme a afirmar que La Ofrenda, las calaveritas (tema que aún no he analizado a
profundidad), así como las diversas formas, propias de cada cultura en torno a la muerte y su
misticismo, son una expresión del existencialismo humano enmarcado en el contexto histórico y
psicológico de cada sociedad.

Se entiende además, que la ofrenda es sólo un elemento dentro de una celebración más amplia,
que es el día de muertos. Se han de analizar entonces todos los elementos de dicho sistema desde
sus unidades más básicas.

Esperando ahondar más en conceptos de Strauss y comprender mejor su método, dejo por ahora
inconcluso el presente análisis para posteriormente abordarlo de manera más eficaz y completa,
aunando otros elementos de la cultura tradicional mexicana –si se me permite generalizar- en
torno a la muerte y la cosmovisión que alrededor de ella existe.

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