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Helicobacter pylori: síntomas y tratamiento

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Cuando nombramos a Helicobacter pylori nos viene a la mente que se trata de “un bicho malo” pero,
como ya sabemos, en la mayor parte de los casos no es tan sencillo clasificar a un microorganismo
como bueno o dañino. De hecho, en el equilibrio de la microbiota reside la salud y si este equilibrio se
rompe, es cuando alguno de estos microorganismos puede pasar de ser inofensivo a causar
verdaderos problemas.

¿Qué vas a encontrar? [oculta]

1 Helicobacter pylori ¿Qué es?


2 Síntomas de Helicobacter pylori
3 Helicobacter pylori como bacteria comensal
4 ¿Cómo se transmite Helicobacter pylori? ¿Se contagia sexualmente?
5 Pruebas diagnósticas para Helicobacter pylori
5.1 Test del aliento con urea marcada
5.2 Test rápido de ureasa
5.3 Detección de antígenos de Helicobacter pylori en heces
6 Tratamiento para reducir Helicobacter pylori
6.1 Efectos secundarios al tratamiento antibiótico
7 La microbiota de personas con Helicobacter pylori
8 Probióticos y Helicobacter pylori

Helicobacter pylori ¿Qué es?


Helicobacter pylori es un tipo de bacteria gram-negativa. Estas bacterias presentan una pared celular
más compleja que las bacterias gram-positivas, lo que les confiere una mayor resistencia a antibióticos
o enzimas. Helicobacter pylori tiene forma de espiral y presenta flagelos que permiten su movilidad y
su paso a través del epitelio del estómago.

Nuestra microbiota es dinámica, cambia a lo largo del tiempo y también en el espacio. En función de la
cantidad de oxígeno, el pH, los ácido biliares y el tiempo de tránsito intestinal, tenemos una
composición de microbiota u otra a lo largo del tracto digestivo, desde la boca que presenta una gran
diversidad de taxones, hasta el colon donde encontramos la mayor densidad de microorganismos.

Normalmente el ambiente ácido del estómago actúa como una barrera que limita el paso de bacterias
desde la cavidad oral al resto del tracto intestinal. Sin embargo, H. pylori resiste en entornos con un pH
muy bajo, logrando sobrevivir y colonizar la mucosa gástrica. Consigue esto gracias a la producción de
ureasa, una enzima que sube el pH creando un microambiente dentro de ese hábitat extremadamente
ácido que es el estómago. La ureasa provoca también en el hospedador un incremento de señales
inflamatorias, llegando en algunos casos a causar un daño en la pared gástrica. Además de la ureasa,
H. pylori produce otras enzima y moléculas que causan daño en la mucosa gástrica, que le ayudan a
adherirse al epitelio o le permiten evadir el ataque del sistema inmune.

Síntomas de Helicobacter pylori


Como se comentaba anteriormente, aunque Helicobacter pylori esté presente en la mitad de la
población mundial, solo un pequeño porcentaje de personas desarrollan algún tipo de síntoma
asociado a su presencia. Se sabe que la colonización por parte de H. pylori causa en la mucosa
gástrica una inflamación, pero en la mayor parte de los casos esta reacción del sistema inmune no
produce ningún síntoma. Sin embargo, en algunas personas, la inflamación provoca gastritis crónica
que puede derivar en una úlcera péptica, dispepsia o hiperplasia gástrica.

Helicobacter pylori no solo actúa a nivel intestinal. Se ha asociado su presencia con síntomas extra
digestivos. Uno de los más frecuentes es la anemia ferropénica que provoca cansancio o sensación de
fatiga. También se ha descrito en algunos pacientes trompocitopenia autoinmune primaria, afección
donde se produce una disminución de las plaquetas en sangre. Observándose en muchos casos la
recuperación del recuento de plaquetas cuando se logra reducir H. pylori. Por otro lado, la presencia de
esta bacteria parece tener un papel importante en trastornos de piel, como rosácea o psoriasis.

En niños suele detectarse esta bacteria cuando se estudian las causas de dolor abdominal persistente,
pero en la mayor parte de los casos la infección por Helicobacter es asintomática.

Helicobacter pylori como bacteria comensal


H. pylori fue aislada por primera vez en el año 1982, pero nuestra estrecha relación con esta bacteria se
remonta a mucho tiempo atrás. Se ha descrito la presencia de H. pylori en momias de hace 3.000 años.
Se sugiere que su asociación con humanos es incluso anterior y que esta bacteria habría
coevolucionado con el Homo sapiens.
Aunque la mitad de la población tiene H. pylori en sus estómago, tan solo un 10% de las personas
infectadas desarrollan algún síntoma y lo hacen años después de ser colonizados. Por ello, este
microorganismo debería ser considerado un patógeno oportunista más que un agente infeccioso, pues
la presencia de Helicobacter pylori no causa patología por sí misma.

La hipótesis de los “viejos amigos” propone que la exposición a ciertos microorganismos comensales
estimularía la respuesta del sistema inmune y nos protegería de las reacciones excesivas frente a
estímulos que no son nocivos, como ocurre en el asma.

Esto podría explicar el hecho de que en países industrializados ha ido disminuyendo la


colonización por H. pylori a la vez que se incrementaba la incidencia de asma, obesidad o
patologías de esófago como reflujo gastroesofágico, esófago de Barret o adenocarcinoma
esofágico.

También se ha descrito que la presencia de H. pylori tiene un efecto protector frente a la enfermedad
inflamatoria intestinal. Parece que la colonización por parte de H. pylori, al promover la maduración de
la respuesta del sistema inmune, tendría un efecto de prevención de las reacciones autoinmunes. Por
otro lado, la incidencia del cáncer de estómago ha descendido de forma paralela a la presencia de esta
bacteria.

¿Cómo se transmite Helicobacter pylori? ¿Se contagia


sexualmente?
La principal forma de infección por Helicobacter pylori es el contacto estrecho entre personas,
mediante transferencia oral-oral o fecal-oral. Los estudios indican que esta bacteria se adquiere
predominantemente en la infancia y lo más frecuente es que tenga lugar una transmisión vertical de
madre a hijo. Otras vías de transmisión que se han estudiado son el agua de consumo y los alimentos
contaminados.

Una pregunta frecuente es si Helicobacter pylori se contagia por vía sexual. Si bien un estudio
determinó que la presencia de H. pylori era más frecuente entre parejas sexuales de personas que
tenían esta bacteria, no se considera un microorganismo de transmisión sexual. El propio contacto
entre personas que conviven parece ser la causa de esta mayor prevalencia.
Pruebas diagnósticas para Helicobacter pylori

Test del aliento con urea marcada

Existen distintas pruebas para detectar Helicobacter pylori. Una de ellas es el test del aliento que
emplea urea marcada con un isótopo de carbono (normalmente, 13C). Su funcionamiento se basa en
la capacidad de la ureasa que produce esta bacteria para degradar la urea. Antes y 30 min después
de ingerir la urea se mide el aire exhalado, si hay presencia de H. pylori se produce 13CO2. Este es
uno de los métodos más empleado para el diagnóstico y seguimiento del tratamiento de
erradicación de H. pylori. Aún así, es importante tener en cuenta que el uso de antibióticos o
inhibidores de bomba de protones puede dar lugar a falsos negativos.

Test rápido de ureasa

El test rápido de ureasa emplea una muestra de la mucosa gástrica y mide la actividad de la ureasa
que produce H. pylori aplicando un líquido con urea. Si hay presencia de H. pylori se observa un
cambio de color como resultado de la degradación de la urea.

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Este método de diagnóstico identifica antígenos, es decir, proteínas asociadas a esta bacteria en
muestras fecales. Suele emplearse tanto en diagnóstico como durante el seguimiento del
tratamiento. En este último caso, se realizaría unas semanas después de finalizar la terapia
antibiótica.

Tratamiento para reducir Helicobacter pylori


Existen diferentes combinaciones de antibióticos que se emplean para erradicar la infección por H.
pylori. La triple terapia emplea un inhibidor de la bomba de protones, y los antibióticos claritromicina y
amoxicilina; mientras que la terapia cuádruple incluye estos tres fármacos junto con el metronidazol,
pudiendo acompañarse con o sin bismuto, metal que tiene propiedades antimicrobianas.

Sin embargo, estas terapias convencionales tienen un limitado éxito para eliminar esta bacteria. Una de
las causas podría ser la formación de biofilms por parte de H. pylori que impiden la penetración de los
antibióticos.

Efectos secundarios al tratamiento antibiótico

Los tratamiento antibióticos para eliminar Helicobacter pylori, como cualquier terapia antibiótica,
causan un desequilibrio en la microbiota. Consecuencia de esta disbiosis surgen efectos
secundarios. Los más comunes son las náuseas, los vómitos y la diarrea. También se ha reportado
estreñimiento, dolor y distensión abdominal, pérdida de apetito, mareos e, incluso, erupciones en la
piel.

Se ha descrito un aumento de la resistencia a antibióticos por parte del propio H. pylori, así como de
otras bacterias como Escherichia coli o Klebsiella pneumoniae, tras este tipo de tratamientos
antibióticos. Otros trabajos han observado un incremento en Firmicutes y una reducción en
Bacteroidetes con las terapias de erradicación de H. pylori. Estudios en animales y humanos
observaron que los sujetos obesos tenían mayor ratio Firmicutes:Bacteroidetes, proponiendo que
los Firmicutes eran más eficientes obteniendo energía de los alimentos por eso favorecían una
ganancia de peso. Este cambio en la microbiota podría explicar el aumento de peso de algunos
pacientes posterior al tratamiento de erradicación de H. pylori.

La microbiota de personas con Helicobacter pylori


En el estómago debido al pH tan bajo nos encontramos con una microbiota característica de esta parte
del tracto digestivo, predominando los filos Firmicutes, Actinobacteria y Bacteroidetes. Está descrita la
pérdida de la diversidad microbiana en el estómago de personas con Helicobacter pylori, que mediante
cambios en el pH del estómago, la producción de bacteriocinas y la competición por los nutrientes
reduciría la población de otros microorganismos. Del mismo modo, se han observado cambios en la
microbiota del intestino de personas con H. pylori, con un incremento de Proteobacteria y una
reducción de aquellas especies productoras de ácidos grasos de cadena corta, como el ácido butírico,
que son fundamentales para la salud intestinal.

Probióticos y Helicobacter pylori


El uso de probióticos para acompañar a la terapia antibiótica parece más eficaz que el uso de estos
fármacos en solitario. Por un lado, se reducen los efectos adversos de los tratamientos de erradicación
de H. pylori, y por otro, se ha observado que acompañar los antibióticos con probióticos mejora la
eliminación de este microorganismo.

Se conoce el efecto antagonista de distintas cepas bacterianas frente a Helicobacter pylori. Uno de los
mecanismos que emplean los Lactobacillus es la producción de ácido láctico que inhibe la actividad
de la ureasa de H. pylori. Por su alta tolerancia al pH ácido y su capacidad de colonizar la mucosa
gástrica, L. acidophilus es una de las especies más estudiadas. Esta bacteria probiótica inhibe
directamente a Helicobacter mediante la producción de bacteriocinas. Además, L. acidophilus logra
mejorar la inflamación. Estudios in vitro han demostrado la capacidad de diferentes cepas de L. reuteri,
L. rhamnosus o L. casei de inhibir el crecimiento de H. pylori así como de influir en la actividad de la
ureasa.

También se ha estudiado el uso de la levadura Saccharomyces boulardii como coadyuvante a la terapia


antibiótica, observándose menos efectos secundarios y una mejor eliminación de esta bacteria. Se
cree que S. boulardii dificulta la colonización de H. pylori impidiendo directamente la unión a las células
del hospedador y mediante la producción de sustancias antimicrobianas.

Como hemos visto, H. pylori es una bacteria bien adaptada para resistir en el ambiente hostil que es el
estómago. A pesar de que su presencia es muy frecuente en la población, no en todas las personas
causa un problema de salud. El equilibrio de la microbiota y un buen estado del sistema inmune
pueden ser importantes a la hora de mantener a este microorganismo oportunista bajo control. Puesto
que la terapia antibiótica no siempre logra reducir la población de H. pylori y causa efectos
secundarios, el uso de probióticos se revela como una herramienta útil no solo como coadyuvante a las
terapias convencionales.
Infografía realizada por PURA QUITERIA (@puraquiteria)

 Bibliografía
Olalla Otero
Bióloga y Doctora en Biología por la Universidad de Vigo. Máster en Innovación en Seguridad y
Tecnología Alimentarias, Universidad
de Santiago de Compostela (2016-2017).

Durante los 6 años que se dedicó a la investigación, se centró en la búsqueda de marcadores para
detección de cáncer colorrectal. Hoy es miembro del equipo científico de Nutribiótica y es experta
en microbiota.

draolallaotero.com

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