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LAS TENDENCIA IDEOLOGICAS Y LA SITUACION PERUANA (revisión)

Recientemente he escrito un artículo de divulgación sobre el término “ideología”, con el


motivo de explicar lo que la mayoría de las personas entiende como vinculado, ni siquiera a
la izquierda en general, sino a los grupos “comunistas y terroristas”, mal vistos y
satanizados por la propaganda capitalista y las estrategias antisubversivas, como si se
tratará de enemiga de los valores humanos y las creencias religiosas, muy usadas en
América Latina. Hoy insistimos sobre el tema, para explicar en términos de izquierda,
centro y derecha, opciones políticas vivida por los países especialmente europeos, donde la
izquierda, felizmente no es motivo de descalificación generalizada, excepto los círculos
fascistas. Luego trataremos de ver lo que ocurre en América Latina donde los gobiernos
llamados de izquierda en el poder vienen siendo una excepción.

En Cuadro: 1, observamos que desde 1945, el 50% de los jefes de Gobierno europeos han
tenido una ideología económica de derechas, el 37% de izquierdas y el 12% de centro.
Solamente para poner un ejemplo, la retirada política de Angela Merkel, ha supuesto un
punto de inflexión para Alemania. Cuando la democristiana llegó al poder en 2005 se
encontró con una economía titubeante y cinco millones de parados. Dieciséis años después,
ha dejado la cancillería con una economía en clara expansión y una tasa de desempleo
reducida a la mitad. Pero su mandato también deja en herencia a su sustituto retos
pendientes, entre los que se encuentran una acuciante deuda pública, falta de inversiones
sociales, desigualdad entre el este y el oeste y un mercado laboral más precarizado
y necesitado de mano de obra.

Esos problemas, y la ausencia de un relevo carismático al frente de la CDU, el partido


democristiano de Merkel, han posibilitado la formación de un Gobierno inédito hasta la
fecha en Alemania: un Ejecutivo tripartito compuesto por los socialdemócratas (SPD) de
Olaf Scholz, el nuevo canciller, Los Verdes y los liberales de AFD. Las políticas
derechistas habían dominado Alemania desde la fundación de la República Federal en 1949
—en concreto, durante 52 años frente a los 20 de la izquierda—, pero la marcha de Angela
Merkel ha abierto la puerta a un ejecutivo con medidas más progresistas.

Es un cambio que parece haber dado un nuevo impulso a los socialdemócratas europeos,
superados históricamente en términos de poder y representación en la Unión Europea por
los democristianos. Así lo señalan los datos del estudio Identifying Ideologues: A Global
Dataset on Chief Executives, 1945-2020, elaborado en 2021 por Bastian Herre,
investigador de Our World in Data, que identifica la ideología económica —izquierda,
derecha, centro o sin ideología reconocible— de los jefes de gobierno de 178 países desde
1945, incluidos los europeos.

De todos los jefes de Gobierno que han liderado algún país miembro de la actual UE y
Reino Unido desde 1945, el 50% mostró una tendencia ideológica económica de derechas,
el 37% de izquierdas y el 12% de centro. Por eso, con los socialdemócratas al frente de la
principal economía europea, Alemania, y liderando otros Estados importantes como
España, Portugal o Suecia, los equilibrios de poder están llamados a cambiar en Bruselas.
Los liberales, con las formaciones de Emmanuel Macron —Francia—, Mark Rutte —
Países Bajos— y Alexander De Croo —Bélgica—, también tendrán mucho que decir en si
las nuevas corrientes ideológicas se traducirán en políticas económicas de izquierdas en
Europa.

Los liberales, a pesar de movilizar al electorado que se considera de centro, tienden a poner
en práctica medidas económicas conservadoras. Es el caso de los propios ejecutivos de
Macron —o Jean Castex, el primer ministro francés—, Rutte y De Croo. Varias citas
electorales convocadas a lo largo de 2022 serán decisivas en el nuevo diseño ideológico de
la Unión Europea. Portugal debe decidir en unos días si vuelve a apoyar al socialista
Antonia Costa, que a finales de año dejó de recibir el apoyo de sus socios de izquierdas y
que deberá imponerse a los conservadores y a una ultraderecha. En 2022 de los 10 países en
estudio, las tendencias se han polarizado, 3 son de izquierdas y 7 son de derechas.

Francia, por su parte en abril, ha reelegido a Emmanuel Macron, la sociedad francesa de


esta manera, contuvo el avance de la ultraderecha de Marine Le Pen y Eric Zemmour,
nostálgico de la dictadura de Vichy y juzgado por delitos de odio. Por último, también en
abril, una candidatura de seis partidos trató de apartar del poder en Hungría a un Viktor
Orbán que fue reelegido, había sido expulsado del Partido Popular Europeo y ahora tiene
más poder para continuar desafiando las normas comunitarias que no son buenas para
Hungría.

Para entender mejor esta situación veremos lo que significa en Europa ser de izquierda,
centro y derecha. La izquierda y la derecha son términos políticos que surgieron durante la
Revolución Francesa. En general, se asocia a la izquierda con el progresismo y a la derecha
con el conservadurismo. Sin embargo, estas definiciones no son generalizadas y cambian a
lo largo del tiempo. En Europa, el uso de estos términos se volvió más común después de la
restauración de la monarquía francesa en 1815. Con el centro pasa lo mismo, son
interpretadas año tras elección, para ganar adeptos como la coyuntura exige (los militantes
de derechas, niegan sistemáticamente la existencia de izquierdas y derechas, prefieren
hablar de la antinomia democracia y dictadura, que es diferente).

Muchas de las posiciones políticas que ahora consideramos de derecha fueron de izquierda
en otro momento. El ejemplo clásico para Europa, al que han recurrido muchos autores,
incluido Marx, fue el liberalismo y la lucha de la burguesía contra el absolutismo y los
obstáculos del antiguo régimen que impedían su desenvolvimiento. La burguesía fue, en un
momento dado, una clase revolucionaria. Luego fue conservadora. El liberalismo, como
ideología de un sector de la naciente burguesía europea, fue también considerado
progresista, de izquierda. Muchos líderes, ha dado saltos olímpicos de un lado para otro,
desafiando las fidelidades partidarias.

El centrismo es una corriente política que se caracteriza por considerarse a sí misma en el


espectro político como intermedia o como árbitro de posiciones antagónicas tanto de
derecha como de izquierda. En la práctica política contemporánea, el centrismo propone y
defiende políticas de economía mixta y de profundización de la democracia. En Europa, los
partidos puros de centro son más propios de monarquías parlamentarias, con parlamentos
proporcionales, puesto que el bipartidismo favorece la polarización en partidos de centro
derecha (democristianos o conservadores) y de centro izquierda (socialdemócratas o
laboristas).
Es importante tener en cuenta que el centrismo no debe confundirse con el
reformismo. Mientras el centrismo valora las posiciones consensuales como un fin en sí
mismas —las políticas del “justo medio”—, el reformismo mantiene objetivos a largo plazo
para los cuales tales posiciones serían solo un momento en un proceso progresista de
avance moderado o paulatino. En criollo llamamos a los centristas de aquellos que “viven
en la cuerda floja”, no son “ni chicha ni limonada”, “ni chis ni mus”.. Muchos que se
consideran centristas, son de derecha mascarados. Las opciones ideológicas tienen además
variantes de ultraderecha e izquierda radical. En rigor, los centristas, creen eliminar los
radicalismos, sacando lo bueno y no lo malo de izquierdas y derechas según como
conviene.

Suecia tiene actualmente, y lo tuvo en el pasado, mayoritariamente un gobierno de


izquierda. Con breves intervalos de derecha y de centro. En septiembre de 2022, el Partido
Socialdemócrata ganó las elecciones generales y formó un nuevo gobierno
socialdemócrata después de cuatro meses de parálisis política . Este es el tercer gobierno
socialdemócrata consecutivo en Suecia. Sin embargo, en el pasado, Suecia también ha
tenido gobiernos de derecha. De estos izquierdistas, nadie en sano juicio, diría que son los
socialistas de la Unión Soviética, ni mucho menos los terroristas de la fauna política
peruana.

En el periodo de 1945 a 1975, Italia, Belgica y países Bajos, , han tenido mayoritariamente,
gobiernos llamados de centro. Sin embargo, muchos gobiernos desde 1946 hasta 2022, han
tenidos gobiernos de derecha e izquierda alternativamente. Alemania, España, Portugal y
Grecia estuvieron dominados por partidos de derecha con breves salpicaduras de centro.
Alemania, Portugal y Reino Unido nunca tuvieron gobiernos de centro.

Volviendo los ojos hacia América Latina, vemos que ha sido históricamente una región
muy castigada por los regímenes dictatoriales. Los golpes de Estado tuvieron inicio en los
años después de la gran guerra. Numerosos golpes de Estado en prácticamente todos los
países de la zona, han dado paso a juntas militares o dictadores que han impuesto su ley a
través de la fuerza, perpetuándose décadas en el poder mediante la represión. Para entender
la magnitud de esta dinámica basta con poner el foco en los países que no han sucumbido a
este tipo de poder militar en la segunda mitad del siglo XX, las cuales se pueden contar con
los dedos de una mano: México, Belice y Costa Rica - aunque no exentas de conatos de
dictaduras -. Gobiernos dictatoriales tuvieron su apogeo entre los años 1975 a 1990. De esta
fecha en adelante los países se han democratizado.

Gradualmente y en el contexto de la Guerra Fría, América Latina fue tomada por


gobernantes que durante años violaron sistemáticamente los derechos humanos de sus
ciudadanos, en un contexto en el que la tensión entre Estados Unidos y la Unión Soviética
marcaba todas las disputas geopolíticas. Precisamente, los norteamericanos, con el objetivo
de combatir el comunismo y frenar los Gobiernos izquierdistas de la región, brindaron
apoyo militar, técnico y financiero a muchos de estos regímenes dictatoriales. De
hecho, Estados Unidos entrenó a cerca de 125.000 militares en América Latina entre 1950 y
1998. Bajo la Doctrina de Seguridad Nacional, los estadounidenses también lanzaron
la Operación Cóndor, uno de los planes diseñados desde Washington para acabar con la
oposición de los regímenes que le eran afines (Ver Cuadro 3)

De esta forma llegaron al poder Alfredo Stroessner en Paraguay en 1954, Humberto de


Alencar Castelo Branco en Brasil —instaurando la Quinta República Brasileña— en 1964,
Hugo Banzer en Bolivia en 1971, Juan María Bordaberry en Uruguay en 1973, Augusto
Pinochet en Chile en 1973 o Jorge Rafael Videla en Argentina en 1976. El plan de Estados
Unidos surtió efecto, pero no en toda América Latina. El ejemplo más evidente fue la
revolución cubana de Fidel Castro, que en 1959 depuso a Fulgencio Batista para imponer
una nueva dictadura que al poco tiempo fue apoyada por la Unión Soviética. De hecho, el
mandato de Castro se extendió hasta 2006, convirtiendo a Cuba en el país latinoamericano
que estuvo más tiempo bajo un mismo dictador en la segunda mitad del siglo XX. (Ver
cuadro 2: América Latina y el poder militarizado)

A pesar del creciente descontento con la política en las democracias emergentes y


consolidadas por igual, el apoyo ciudadano hacia la democracia parecía estable en la
mayoría de los países. Recientemente, sin embargo, algunos estudios han encontrado
indicios de un aumento en el desapego hacia los valores e instituciones democráticos. Se
argumenta, que una manifestación específica del distanciamiento hacia la democracia es la
indiferencia política: la opinión de que da lo mismo vivir en un régimen democrático que
en uno autoritario. La evidencia muestra que, si bien la preferencia por la democracia es
mayoritaria en la región, se trata de una mayoría poco robusta. Un segmento considerable
de la población, no obstante, se declara indiferente antes que inclinarse por el autoritarismo.
(Ver cuadro 3: Preferencias Políticas en los países en términos porcentuales

La indiferencia política constituye una señal de que una idea abstracta de la democracia
carece de sentido para una parte importante de la población. La indiferencia parece ser
genuinamente la posición de muchas personas a las que “les da lo mismo” si el gobierno es
autoritario o democrático. Las personas que se encuentran en esta situación perciben que la
economía de su país está igual o peor que el año previo, que la distribución del ingreso en
su país es injusta o que el presidente en turno no está haciendo un buen trabajo. Son
individuos cuya evaluación del desempeño del sistema político es más negativa que la de
aquellos que prefieren a la democracia. En el mismo sentido, es más probable que se
declare indiferente alguien que considera que no se puede confiar en las demás personas,
que es joven -especialmente, menor a 25 años-, con bajos o nulos niveles de escolaridad, o
tiene un nivel desfavorable de equipamiento doméstico.

Desde luego, la indiferencia política no es la única expresión de desapego hacia una noción
abstracta de la democracia en América Latina. También se encuentran quienes dicen
preferir un gobierno autoritario o quienes no saben qué responder. Entre la ciudadanía que
se ubica en estas categorías hay muchas similitudes. En comparación con los ciudadanos
que prefieren la democracia, la afinidad hacia el autoritarismo se asocia con una mayor
desaprobación del presidente, ser mujer, joven, con bajos niveles educativos y un nivel de
bienestar doméstico más precario. Sin embargo, quienes prefieren al autoritarismo tienden a
ubicarse más en el centro y en la derecha ideológicas, sentir insatisfacción con la propia
vida o haber sido víctimas de un delito. En cambio, aunque constituyen una proporción
minoritaria, quienes optan por no dar una respuesta concreta, tienen opiniones y
circunstancias semejantes a quienes se muestran indiferentes: en comparación con quienes
dan prioridad a la democracia
.
Es importante subrayar que el apoyo a la democracia implica reconocer la relevancia que
tiene un sistema de reglas, procedimientos e instituciones para garantizar derechos y
libertades ciudadanas. La evidencia sugiere que estos aspectos no están presentes en el
juicio de personas que, para todo efecto práctico, no perciben que la democracia en
abstracto haga una diferencia en sus vidas. Una democracia que tiene un desempeño
deficiente, que puede estar plagada de corrupción, inseguridad, desigualdad o violaciones a
los derechos humanos, para muchos puede representar lo mismo que alguna noción
indistinta de “autoritarismo”. Incluso la preferencia por un sistema autoritario supone
distinguir ciertos atributos en la forma en que se arriba a, y se ejerce, el poder público.

En el caso peruano, las tendencias políticas, tras la guerra del Pacífico, se origina lo que se
puede calificar como el primer sistema de partidos políticos, ellas tienen las siguientes
características:

 Período democrático (1945-1968): Se caracterizó por la alternancia de gobiernos


civiles de centro-izquierda y centro-derecha, con una participación activa de los
partidos políticos y los movimientos sociales. Se destacan las reformas educativas,
laborales y sociales impulsadas por el gobierno de José Luis Bustamante y Rivero y
el gobierno de Fernando Belaúnde Terry.
 Dictadura militar (1968-1980): Fue liderada por el general Juan Velasco Alvarado,
quien implementó una política nacionalista y reformista, con la nacionalización de
los sectores estratégicos, la reforma agraria y la promoción de la participación
popular. Le sucedió el general Francisco Morales Bermúdez, quien inició un
proceso de transición hacia la democracia (ver Cuadro 2).
 Segunda democracia (1980-1992): Se inició con el retorno al poder de Fernando
Belaúnde Terry, quien enfrentó una grave crisis económica y social, así como el
surgimiento de grupos terroristas como Sendero Luminoso y el MRTA. Le siguió el
gobierno de Alan García Pérez, quien intentó aplicar una política heterodoxa y
antiimperialista, pero que terminó en hiperinflación y corrupción. Finalmente, llegó
al poder Alberto Fujimori, quien realizó un golpe de Estado en 1992, disolviendo el
Congreso y suspendiendo la Constitución.
 Fujimorismo (1992-2000): Fue el régimen autoritario de Alberto Fujimori, quien
impuso una política neoliberal y represiva, con el apoyo de las Fuerzas Armadas y
el asesor Vladimiro Montesinos. Logró derrotar al terrorismo y estabilizar la
economía, pero a costa de violar los derechos humanos y las instituciones
democráticas. Su gobierno terminó en el año 2000, tras una serie de escándalos de
corrupción y fraude electoral.
 Tercera democracia (2001 - 2020): Se inició con el gobierno interino de Valentín
Paniagua, quien convocó a elecciones generales en las que resultó elegido Alejandro
Toledo. Su gobierno se enfocó en la lucha contra la pobreza, la recuperación de la
gobernabilidad y la reconciliación nacional. Le siguieron los gobiernos de Alan
García Pérez, Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski, Martín Vizcarra y Francisco
Sagasti, quienes tuvieron que enfrentar diversos problemas como la corrupción, el
conflicto social, la crisis política y la pandemia del COVID-19.
 Período de la incertidumbre (2021 …) En el año 2021, fue elegido presidente Pedro
Castillo, representante de un movimiento político de izquierda. Desde el inicio de su
gobierno, las fuerzas de la oposición en el parlamento, en alianza con el sistema
judiciario, las fuerzas policiales y militares, los medios de comunicación y los
grandes empresarios, hacen el gobierno imposible. En diciembre de 2022 es
destituido por un golpe cívico/militar.

Actualmente, el Perú es una democracia en riesgo, es gobernado por un grupo de personas


que detentan el poder en todas las instituciones se vive un lento, soterrado y permanente,
golpe de estado congresal destinado a preparar el terreno institucional que avale un fraude
electoral el 2026 y consolide, bajo pretexto de defender la democracia, un sombrío
gobierno dictatorial remedo del fujimorato. El equilibrio de poderes donde todos se
fiscalizan entre sí, va desapareciendo, ante la voracidad expansiva del poder congresal; este
congreso ya asalto, bajo la figura de la sucesión constitucional, el ejecutivo con la servil
Dina Boluarte; ya copó el Tribunal Constitucional mediante una “renovación” congresal de
sus miembros e intervino la Defensoría del Pueblo mediante un asqueroso pacto de
“izquierdas y derechas”.

La voracidad congresal tiene proyectos de intervención de la Junta Nacional de Justicia


para controlar la designación, renovación y sanción de los magistrados del PJ, MP e
indirectamente del JNE y de las jefaturas de la ONPE y RENIEC. Pronto tomarán estas
instituciones y el golpe de estado, vía intervención congresal, habrá sido consumado. Su
objetivo es claro, luego de poner y controlar a la presidente, van por todos los organismos
del sistema de justicia (para liberarse de sus procesos, juicios y perseguir a sus rivales) y los
organismos del sistema electoral para dirigir a su conveniencia las próximas elecciones con
reglas favorables que el congreso irá aprobando. La “derecha nacional”, liderada por el
fujimorismo, anticipadamente, limpia el camino de posibles inhabilitaciones judiciales para
candidaturas y, prefiere evitar derrotas preparando elecciones a su antojo, que con fraude o
sin fraude, le den su triunfo.

El actual congreso, sin distinguir tendencias ideológicas (nada importan), con políticos de
derechas, izquierdas y centros, está repleto de “organizaciones criminales” inscritas como
partidos que nos atiborran de ofertas electorales saturadas de prontuariados o mercaderes de
la política; los mal llamados “niños” de AP son una versión mafiosa de pájaros fruteros en
un congreso poblado de capos de diferentes canteras y negocios, incluidos los
universitarios. Este congreso atestado de mafiosos y capos gobierna el Perú. Los mafiosos y
capos que gobiernan el congreso han puesto a la presidente para gobernar el país, controlan
el TC, DP y MP, es la criminalización de la política, la democracia y el gobierno; están en
todo lado y, en todo lado, pactan para medrar, trincar y quedarse todo lo que puedan a
expensas del país.

El TC, bastión de prestigiosos magistrados, ha devenido también en refugio de mercaderes


de la administración de justicia dispuestos a pagar los favores de quienes los designaron, las
últimas resoluciones del TC, muestran su peligrosidad para los intereses nacionales y la
democracia: desde perdonar deudas tributarias contra los interese del país hasta desaparecer
el equilibrio de poderes en favor del congreso. Sus decisiones perjudiciales van de la mano
con las muy serias, seguras y delirantes declaraciones de su presidente, quien, esta semana,
refiriéndose a la disolución congresal por el presidente ha declarado que “para que haya la
disolución del congreso, es el [quien] que debe tener la voluntad de ser disuelto”, es decir,
la disolución congresal solo es posible si el mismo congreso tiene voluntad de auto
disolverse; esa barbaridad es parte de su sorprendente campaña para que la presidente y
congreso “cumplan su mandato hasta el 2026”.

También fue consumado la intervención congresal del MP mediante la inconstitucional


inhabilitación de la Fiscal Suprema Zoraida Avalos (de cuestionable actuar funcional),
producto del sometimiento de la actual Fiscal de la Nación (muy cuestionada también) a la
mayoría congresal. El congreso interviene en una lucha interna por el control de la Fiscalía
optando por la más controlable y servil de las partes; increíble enterarse que asesores de la
Fiscal de la Nación hayan negociado, para sancionar a Avalos, votos de congresistas a
cambio de archivarles denuncias. Esta sanción, además, es el anuncio o amenaza a fiscales
o jueces que el congreso puede ir o, está, detrás de ellos. Es otra muestra de la degradación
de la categoría de magistrado, la formación y capacidad profesional ha sido sustituida por la
prostitución de la meritocracia basada en la presentación de “títulos, maestrías, doctorados
y diplomas” no acreditados por universidades sin acreditación y calificación universitaria.

El Perú no es un pueblo mafioso, sí tenemos gobernantes mafiosos elegidos con nuestro


voto; está en nosotros recuperar la democracia y gobierno de los criminales. Hoy no
luchamos entre ciudadanos con diferencias ideológicas o políticas, hoy todos debemos
luchar contra las mafias y criminales que nos gobiernan. Necesitamos que nuestros buenos
líderes y dirigentes asuman su rol, que nuestra masa gris se pronuncie y no se esconda, que
nuestra juventud rejuvenezca y despierte, que nuestros gremios sociales y empresariales
hagan sentir su peso y voz, que las iglesias dejen su ausencia y silencio cómplice, que
nuestras autoridades independientes defiendan la institucionalidad de los actos del
gobierno. Necesitamos recuperar la política y los partidos para recuperar la democracia,
para ser un país libre, equitativo y solidario. Hemos vencido dictaduras, podremos vencer a
las mafias que hemos elegido para gobernar. Difícil y peligroso, seguro; pero retador y
glorioso,
Cuadro 1 :
11: 1:

CUADRO 2:
Cuadro 3: Preferencias Políticas en los países en términos porcentuales

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