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En Cuadro: 1, observamos que desde 1945, el 50% de los jefes de Gobierno europeos han
tenido una ideología económica de derechas, el 37% de izquierdas y el 12% de centro.
Solamente para poner un ejemplo, la retirada política de Angela Merkel, ha supuesto un
punto de inflexión para Alemania. Cuando la democristiana llegó al poder en 2005 se
encontró con una economía titubeante y cinco millones de parados. Dieciséis años después,
ha dejado la cancillería con una economía en clara expansión y una tasa de desempleo
reducida a la mitad. Pero su mandato también deja en herencia a su sustituto retos
pendientes, entre los que se encuentran una acuciante deuda pública, falta de inversiones
sociales, desigualdad entre el este y el oeste y un mercado laboral más precarizado
y necesitado de mano de obra.
Es un cambio que parece haber dado un nuevo impulso a los socialdemócratas europeos,
superados históricamente en términos de poder y representación en la Unión Europea por
los democristianos. Así lo señalan los datos del estudio Identifying Ideologues: A Global
Dataset on Chief Executives, 1945-2020, elaborado en 2021 por Bastian Herre,
investigador de Our World in Data, que identifica la ideología económica —izquierda,
derecha, centro o sin ideología reconocible— de los jefes de gobierno de 178 países desde
1945, incluidos los europeos.
De todos los jefes de Gobierno que han liderado algún país miembro de la actual UE y
Reino Unido desde 1945, el 50% mostró una tendencia ideológica económica de derechas,
el 37% de izquierdas y el 12% de centro. Por eso, con los socialdemócratas al frente de la
principal economía europea, Alemania, y liderando otros Estados importantes como
España, Portugal o Suecia, los equilibrios de poder están llamados a cambiar en Bruselas.
Los liberales, con las formaciones de Emmanuel Macron —Francia—, Mark Rutte —
Países Bajos— y Alexander De Croo —Bélgica—, también tendrán mucho que decir en si
las nuevas corrientes ideológicas se traducirán en políticas económicas de izquierdas en
Europa.
Los liberales, a pesar de movilizar al electorado que se considera de centro, tienden a poner
en práctica medidas económicas conservadoras. Es el caso de los propios ejecutivos de
Macron —o Jean Castex, el primer ministro francés—, Rutte y De Croo. Varias citas
electorales convocadas a lo largo de 2022 serán decisivas en el nuevo diseño ideológico de
la Unión Europea. Portugal debe decidir en unos días si vuelve a apoyar al socialista
Antonia Costa, que a finales de año dejó de recibir el apoyo de sus socios de izquierdas y
que deberá imponerse a los conservadores y a una ultraderecha. En 2022 de los 10 países en
estudio, las tendencias se han polarizado, 3 son de izquierdas y 7 son de derechas.
Para entender mejor esta situación veremos lo que significa en Europa ser de izquierda,
centro y derecha. La izquierda y la derecha son términos políticos que surgieron durante la
Revolución Francesa. En general, se asocia a la izquierda con el progresismo y a la derecha
con el conservadurismo. Sin embargo, estas definiciones no son generalizadas y cambian a
lo largo del tiempo. En Europa, el uso de estos términos se volvió más común después de la
restauración de la monarquía francesa en 1815. Con el centro pasa lo mismo, son
interpretadas año tras elección, para ganar adeptos como la coyuntura exige (los militantes
de derechas, niegan sistemáticamente la existencia de izquierdas y derechas, prefieren
hablar de la antinomia democracia y dictadura, que es diferente).
Muchas de las posiciones políticas que ahora consideramos de derecha fueron de izquierda
en otro momento. El ejemplo clásico para Europa, al que han recurrido muchos autores,
incluido Marx, fue el liberalismo y la lucha de la burguesía contra el absolutismo y los
obstáculos del antiguo régimen que impedían su desenvolvimiento. La burguesía fue, en un
momento dado, una clase revolucionaria. Luego fue conservadora. El liberalismo, como
ideología de un sector de la naciente burguesía europea, fue también considerado
progresista, de izquierda. Muchos líderes, ha dado saltos olímpicos de un lado para otro,
desafiando las fidelidades partidarias.
En el periodo de 1945 a 1975, Italia, Belgica y países Bajos, , han tenido mayoritariamente,
gobiernos llamados de centro. Sin embargo, muchos gobiernos desde 1946 hasta 2022, han
tenidos gobiernos de derecha e izquierda alternativamente. Alemania, España, Portugal y
Grecia estuvieron dominados por partidos de derecha con breves salpicaduras de centro.
Alemania, Portugal y Reino Unido nunca tuvieron gobiernos de centro.
Volviendo los ojos hacia América Latina, vemos que ha sido históricamente una región
muy castigada por los regímenes dictatoriales. Los golpes de Estado tuvieron inicio en los
años después de la gran guerra. Numerosos golpes de Estado en prácticamente todos los
países de la zona, han dado paso a juntas militares o dictadores que han impuesto su ley a
través de la fuerza, perpetuándose décadas en el poder mediante la represión. Para entender
la magnitud de esta dinámica basta con poner el foco en los países que no han sucumbido a
este tipo de poder militar en la segunda mitad del siglo XX, las cuales se pueden contar con
los dedos de una mano: México, Belice y Costa Rica - aunque no exentas de conatos de
dictaduras -. Gobiernos dictatoriales tuvieron su apogeo entre los años 1975 a 1990. De esta
fecha en adelante los países se han democratizado.
La indiferencia política constituye una señal de que una idea abstracta de la democracia
carece de sentido para una parte importante de la población. La indiferencia parece ser
genuinamente la posición de muchas personas a las que “les da lo mismo” si el gobierno es
autoritario o democrático. Las personas que se encuentran en esta situación perciben que la
economía de su país está igual o peor que el año previo, que la distribución del ingreso en
su país es injusta o que el presidente en turno no está haciendo un buen trabajo. Son
individuos cuya evaluación del desempeño del sistema político es más negativa que la de
aquellos que prefieren a la democracia. En el mismo sentido, es más probable que se
declare indiferente alguien que considera que no se puede confiar en las demás personas,
que es joven -especialmente, menor a 25 años-, con bajos o nulos niveles de escolaridad, o
tiene un nivel desfavorable de equipamiento doméstico.
Desde luego, la indiferencia política no es la única expresión de desapego hacia una noción
abstracta de la democracia en América Latina. También se encuentran quienes dicen
preferir un gobierno autoritario o quienes no saben qué responder. Entre la ciudadanía que
se ubica en estas categorías hay muchas similitudes. En comparación con los ciudadanos
que prefieren la democracia, la afinidad hacia el autoritarismo se asocia con una mayor
desaprobación del presidente, ser mujer, joven, con bajos niveles educativos y un nivel de
bienestar doméstico más precario. Sin embargo, quienes prefieren al autoritarismo tienden a
ubicarse más en el centro y en la derecha ideológicas, sentir insatisfacción con la propia
vida o haber sido víctimas de un delito. En cambio, aunque constituyen una proporción
minoritaria, quienes optan por no dar una respuesta concreta, tienen opiniones y
circunstancias semejantes a quienes se muestran indiferentes: en comparación con quienes
dan prioridad a la democracia
.
Es importante subrayar que el apoyo a la democracia implica reconocer la relevancia que
tiene un sistema de reglas, procedimientos e instituciones para garantizar derechos y
libertades ciudadanas. La evidencia sugiere que estos aspectos no están presentes en el
juicio de personas que, para todo efecto práctico, no perciben que la democracia en
abstracto haga una diferencia en sus vidas. Una democracia que tiene un desempeño
deficiente, que puede estar plagada de corrupción, inseguridad, desigualdad o violaciones a
los derechos humanos, para muchos puede representar lo mismo que alguna noción
indistinta de “autoritarismo”. Incluso la preferencia por un sistema autoritario supone
distinguir ciertos atributos en la forma en que se arriba a, y se ejerce, el poder público.
En el caso peruano, las tendencias políticas, tras la guerra del Pacífico, se origina lo que se
puede calificar como el primer sistema de partidos políticos, ellas tienen las siguientes
características:
El actual congreso, sin distinguir tendencias ideológicas (nada importan), con políticos de
derechas, izquierdas y centros, está repleto de “organizaciones criminales” inscritas como
partidos que nos atiborran de ofertas electorales saturadas de prontuariados o mercaderes de
la política; los mal llamados “niños” de AP son una versión mafiosa de pájaros fruteros en
un congreso poblado de capos de diferentes canteras y negocios, incluidos los
universitarios. Este congreso atestado de mafiosos y capos gobierna el Perú. Los mafiosos y
capos que gobiernan el congreso han puesto a la presidente para gobernar el país, controlan
el TC, DP y MP, es la criminalización de la política, la democracia y el gobierno; están en
todo lado y, en todo lado, pactan para medrar, trincar y quedarse todo lo que puedan a
expensas del país.
CUADRO 2:
Cuadro 3: Preferencias Políticas en los países en términos porcentuales