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Teoría agustiniana y teoría aristotélico-tomista del derecho natural

1. Teoría de Aurelio Agustín de Hipona San Agustín habla también de tres órdenes jurídicos:
el de la Eex aeterna, que es un orden ordenador (ordo ordinans) ; el de la lex naturalis que
es un orden ordenado (ordo ordinata) en relación con la ley anterior, y un orden
ordenador en relación con la lex temporalis o humana.

a) La Iex aeterna es la razón o la voluntad de Dios, es el plan eterno e inmutable conforme al


cual este dirige y ordena todo el universo. Comprende tanto la naturaleza irracional como
la racional, pero solamente esta puede captarla.
b) La lex naturalis es una grabación de la ley eterna en la conciencia de los hombres. Esta
grabación puede ser perturbada por las malas pasiones, pero no puede ser borrada
totalmente de dicha conciencia.
c) La lex temporalis es la que el legislador humano dicta, determinando lo que en cierta
época debe quedar ordenado y prohibido. Esta última ley sólo es jurídicamente obligatoria
cuando se apoya en la ley divina. Los Estados en los que faltan leyes humanas justas, no
son sino bandas de ladrones.

Teoría de Tomás de Aquino

En el pensamiento de Santo Tomás de Aquino encontramos cuatro clases de leyes: la lex aeterna,
la lex naturalis, la lex humana y la lex divina.

a) La lex aeterna, según el doctor Angelito, es idéntica a la sabiduría divina que rige toda
acción y todo movimiento; se encuentra en la razón de Dios. Esta misma sabiduría dirige la
voluntad de Dios, de donde resulta imposible una contradicción entre la razón y la
voluntad divinas.
b) La lex naturalis es una participación del ser racional en la ley eterna, que le permite
conocer lo bueno y lo malo. Pero esta participación sólo revela al hombre los fines y
bienes a los que sus inclinaciones naturales están dirigidas. Hay tres grupos de estas
inclinaciones naturales: la de la propia conservación, que es común a todos los seres; la de
la unión sexual, que es común al hombre y a los demás animales, y la inclinación al bien,
específicamente del hombre, correspondiente a su naturaleza racional (y así tiene
tendencia a conocer las verdades divinas y a vivir en sociedad). Por el primer grupo,
pertenecen a la ley natural todos los preceptos que contribuyen a conservar la vida del
hombre y a evitar sus obstáculos. Por el segundo, los referentes, por ejemplo, a la
educación de los hijos. Por el tercero, los relativos a, verbigracia, desterrar la ignorancia,
evitar las ofensas a aquellos entre los cuales tiene uno que vivir, y otros semejantes. En
general, los mandamientos y prohibiciones de la ley natural, están contenidos en la ley y
en el evangelio; constituyen presupuestos del decálogo, o pueden ser deducidos de éste.
Los primeros principios comunes de la ley natural, son los mismos para todos los hombres.
Pero las conclusiones particulares de la razón práctica, no son idénticas en todos los
hombres. Así, de conformidad con la razón, los bienes depositados en poder de otros,
deben ser devueltos a su dueño. Pero puede suceder que en un caso particular esta
consecuencia sea perjudicial e irracional; por ejemplo, si esos bienes son reclamados para
hostilizar a la patria.
La ley natural, que para Santo Tomás no es un sistema de normas concretas, tiene como
fuente material la misma naturaleza humana en cuanto esta aspira a determinados fines, y
de éstos se desprenden las normas concretas del actuar.
Las leyes humanas son disposiciones particulares de la razón práctica. Esta razh llega a
obtener soluciones mis concretas partiendo de los preceptos de la ley natural como de
principios generales e indemostrables. Puede, sin embargo, establecer preceptos que no
se ajusten estrictamente a estos principios; pero no puede o no debe establecer normas
que los violen, y menos aún que violen la ley eterna. Una ley humana contraria al bien
relativo del hombre, puede ser obedecida para evitar el escandalo u otro mal mayor, pero
no así una ley contraria al bien absoluto o divino, como sería la de los tiranos que obligan a
la idolatría o a cualquiera otra cosa contraria a la ley divina. La voluntad humana -afirma
Santo Tomás-, en virtud de un convenio común, puede establecer algo como justo en las
cosas que de suyo no se oponen a la justicia natural; pero no lo puede hacer si se oponen
a esta, como por ejemplo si se estatuyera que es licito hurtar o cometer adulterio.

Finalmente, la lex divina es la revelada por Dios en las Sagradas Escrituras, y se divide en
ley antigua (Antiguo Testamento) y ley nueva (Nuevo Testamento).

El mismo Santo Tomás nos da esta definición de ley en general: potest colligi definitio
legis, quae nihil est aliud quam quaedam rationis ordinatio ad bonum commune, ab eo qui
curam communitatis habet, promulgata.
Conclusión:

 San Agustín la realidad de lo existente se concibe según un esquema religioso. El


orden de las cosas, del que resulta la unidad del universo, pende del hecho de
encontrarse todo vinculado a Dios, como un teocentrismo que no deja espacio viable
para considerar los hechos a otra luz que no sea la religiosa. Cualquier intento de
explicación naturalista se hubiera considerado como pretensión vana, ya que la
naturaleza en sí misma no tiene capacidad de sostenimiento.

Recomendación:

 No se confunde, pues, la ley en Dios con la ley en las cosas. Las relaciones entre la ley
eterna y la ley natural se determinarían como un caso concreto derivado de lo que se
diga sobro las relaciones generales entre la criatura y el creador; o, si se quiere, entre
la razón; y la fe.

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