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Scott MacGregor
INTRODUCCIÓN
Nuestro Dios, sin embargo, es un Dios vivo, dinámico y hablante; por eso
incluiré también algunos elementos nuevos que Él nos reveló desde la muerte de
David en . David nos enseñó que Dios iba a seguir revelando Sus secretos a Sus
siervos, tal como lo expresó el profeta Amós —casi contemporáneo de Daniel—
hace . años (Amós :).
Pretendemos con la presente obra abordar todo el libro de Daniel. Abarcaremos
la historia cronológica, los principales protagonistas y los papeles que desempeña-
ron, las profecías cumplidas y las que todavía aguardan cumplimiento.
El libro de Daniel puede dividirse a grandes rasgos en dos partes. Los primeros
seis capítulos dan cuenta de acontecimientos que lo afectaron a él y a personas de
su entorno. Los últimos seis se centran mayormente en profecías y visiones sobre el
futuro. El libro, sin embargo, no está dividido así precisamente, ya que el segundo
capítulo trata de un impresionante sueño sobre el futuro y constituye uno de los
pasajes proféticos más trascendentales de la Biblia.
En este estudio examinaremos únicamente la versión de Daniel publicada en las
biblias protestante y judía. Las versiones católica y ortodoxa contienen escritos atri-
buidos a Daniel —principalmente los capítulos sobre Susana y Bel y el Dragón—
cuya inspiración y autenticidad son cuestionables.
El libro de Daniel no está exento de polémica. Para empezar, se escribió en dos
idiomas: la primera parte en hebreo, la intermedia en arameo y la última nueva-
mente en hebreo. Según los críticos, eso indica que no fue escrito por una sola per-
sona. Además, los escépticos arman mucho aspaviento en torno al hecho de que sea
tan preciso y acertado en la predicción de acontecimientos sucedidos en los siglos
posteriores a la muerte de Daniel. Por ende alegan que su autor o autores debieron
de haber vivido varios siglos después de Daniel y que el libro se le atribuyó a éste
para que pareciera que él había predicho el futuro.
Circulan también otras controversias en torno al libro. Algunas ya se esclarecie-
ron mientras que otras aún no han sido resueltas a satisfacción de todo el mundo.
En este tratado hablaremos de varias de ellas. No obstante, conviene recordar que
en muchos casos Dios nos pide que creamos por fe. Le agrada que lo tomemos al
pie de la letra, simplemente por amor a Él y porque confiamos en Él. Normalmente
damos a las personas a quienes amamos un margen de confianza; ¿no podemos
hacer lo mismo con Dios?
2
CAPÍTULO 1 | CAUTIVO EN BABILONIA
1 En el año tercero
Hagamos una breve reseña histórica para poner todo en
del reinado de
perspectiva. Siglos antes de este acontecimiento, el imperio
Joacim rey de Judá,
asirio dominaba cruelmente la mayor parte de Oriente
vino Nabucodonosor
Medio, incluida la ciudad de Babilonia. En el año a.C.
rey de Babilonia a
conquistó y destruyó a Israel, nación hermana de Judá y
Jerusalén, y la sitió.
ubicada más al norte. Además, deportó a la mayoría de sus
habitantes y repobló la zona con gente de etnias no hebreas
desplazadas a raíz de anteriores conquistas.
Mientras tanto, habitantes de Caldea, al sur de Babilonia, se establecieron en
la ciudad del mismo nombre. Su dirigente, Nabopolasar, ascendió al trono de
Babilonia en a.C., después de expulsar al hermano del rey asirio que era hasta
ese momento un reyezuelo títere vasallo de su hermano. Una guerra civil se desató
entonces en la casa real asiria entre los hermanos rivales, lo que dio a Nabopolasar
vía libre para establecer la dinastía caldea en Babilonia y dar inicio al imperio
neobabilónico.
La guerra intestina provocó la fuerte decadencia de los hasta entonces invenci-
bles asirios. Tribus bárbaras se internaban en su territorio por la frontera norte. Al
mismo tiempo, los medos —una poderosa confederación de tribus nómadas que
habitaban lo que hoy es Irán— lanzaban ofensivas desde el oriente. Al percatarse
del cambio de relación de fuerzas, Nabopolasar se alió con los medos y en a.C.
juntos saquearon Nínive —capital del reino asirio y hasta entonces considerada
inexpugnable—, y la redujeron a escombros. Este acontecimiento había sido pre-
dicho por los profetas judíos Nahum y Sofonías en a.C. y a.C. respectiva-
mente: «[Refiriéndose a Nínive] vacía, agotada y desolada está» (Nahum :) y
«convertirá a Nínive en asolamiento y en sequedal como un desierto» (Sofonías
:).
3
EL PROFETA DANIEL
2 Y el Señor entregó
en sus manos a
Joacim rey de
Judá, y parte de
los utensilios de
la casa de Dios; y
los trajo a tierra de
Sinar, a la casa de
su dios, y colocó los
utensilios en la casa
del tesoro de su dios.
Aunque los asirios estaban en decadencia, todavía no habían caído del todo; con-
taban además con aliados poderosos. Uno de ellos era el faraón egipcio Necao II,
que en la primavera de a.C. condujo a sus ejércitos hacia el norte en su auxilio.
Si bien las Escrituras no especifican los motivos, Josías, rey de Judá —conocido
por su piedad y por haber devuelto a la Ley Mosaica el lugar de preeminencia que
había tenido en su reino—, negó a Necao autorización para pasar por sus territo-
rios a los fines de ir a socorrer a los asirios. Se batió en combate con él en Megido,
lugar que en los Tiempos del Fin será escenario de la gran batalla de Armagedón.
Judá fue derrotado, Josías mortalmente herido y la maquinaria bélica egipcia siguió
camino hacia el norte, donde inicialmente tuvo éxito contra los babilonios.
Necao dejó el grueso de su ejército en el norte y marchó hacia el sur de regreso a
su tierra. En el camino depuso y encarceló a Joacaz, hijo de Josías, quien sucedió a
4 su padre en el trono, y lo sustituyó por otro de los hijos de Josías, Eliaquim, a quien
CAPÍTULO 1 | CAUTIVO EN BABILONIA
8 Continuará