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LAS 70 SEMANAS DE DANIEL

Pedro Olivares Gonzalez

Título: Las 70 Semanas De Daniel


© 2017, Pedro Olivares González
©De los textos: Pedro Olivares González
Ilustración de portada:
Revisión de estilo:
1ª edición
Todos los derechos reservados

Índice

El Principio De Las Semanas


El punto de partida del reloj
La orden de reconstruir Jerusalén determina el punto de partida del “reloj
profético”.
La línea del tiempo hasta el Mesías Príncipe
¿Calendario lunar o Solar?
Después de que se le quite la vida al Mesías
El templo e Israel como señales
Devastaciones hasta el fin
Israel esparcido y unido de nuevo
Las 70 Semanas de Daniel
Un espacio de tiempo vacío entre la semana 69 y la 70
El Príncipe que ha de venir
¿Qué función tendrá este príncipe?.
A mitad de la semana
El propósito de la semana (la ultima) 70 de Daniel

El Principio De Las Semanas

En la época del profeta Samuel, el pueblo de Israel le solicito a este la


designación de un rey “como tienen todas las naciones”. Hasta ese
momento, el gobierno de Israel era una “teocracia” (del griego “teo =
dios” + “cratos = poder, dominio o gobierno”), es decir, el rey era Dios
mismo. El que gobernaba era Dios y lo hacia fundamentalmente a través
de:

- Jueces : lideres que Dios levanto en cada tribu, conocedores de la ley,


magistrados (algunos fueron líderes militares) que administraban justicia;
y

- Profetas : Samuel fue el último de los jueces y el “primer profeta” en el


sentido de que fue el primero en ejercer el “oficio profético” tal como se
lo conoció después, aunque no fue el primero en profetizar ya que, antes
de él, habían profetizado Abraham, Moisés y Débora (que junto con Barac,
fue uno de los 13 jueces);

A solicitud del pueblo, entonces, Samuel (por orden de Dios) unge como
rey a Saúl, dando así comienzo a la “monarquía”. Ante las continuas
desobediencias de Saúl, este es desechado por Dios y, en su reemplazo,
Samuel unge (también por orden de Dios) a David. David reina durante 40
años y es sucedido en el trono de Israel por su hijo Salomón quien, en sus
últimos años, cayó en la idolatría ya que comenzó a adorar a múltiples
dioses paganos, que eran los dioses de todas las esposas y concubinas que
tenia. A raíz de la idolatría de Salomón, Dios dividiría a Israel en dos
reinos, pero no lo haría en vida de Salomón (por amor a David, su padre)
sino en días de Roboam, hijo de Salomón. Así pues, en días de Roboam
Israel se divide en dos reinos:

-el reino del sur , compuesto por las tribus de Judá y Benjamín, llamado
“Judá”, con capital en Jerusalén (donde estaba el templo); y
-el reino del norte , compuesto por el resto de las (10) tribus, llamado
“Israel o Efraín”, con capital en Samaria;

El reino del norte fue entregado por Dios a Jeroboam, enemigo de


Salomón. Pero Jeroboam no confió en Dios sino que tuvo temor de perder
su poder. Jeroboam sabía que el templo estaba en Jerusalén y también
sabía que todas las familias de Israel (incluidas las del reino del norte)
tendrían que descender anualmente al templo que estaba en Jerusalén (el
reino del sur) para adorar a Dios. El temor de Jeroboam era que el pueblo
del reino del norte (del cual él era el rey), de tanto descender a Jerusalén
para adorar a Dios en el templo, terminara por proclamar rey a Roboam,
hijo de Salomón. Para evitar esto, Jeroboam inventa todo un sistema
religioso falso y levanta dos becerros para que el pueblo del reino del
norte los adore como dioses y no se allegue hasta Jerusalén. Este es el
comienzo de la idolatría y apostasía que jamás ceso en el reino del norte
(donde, entre otros, ejerció su duro ministerio profético Elías, sucedido
luego por Eliseo). Dios castigo al reino del norte provocando su caída y
conquista por los asirios en 722 a.C.. Los asirios se llevaron cautivos a
muchos israelitas del reino del norte a Asiria, pero dejaron algunos en
Samaria (capital del reino del norte), trayendo también gente de otras
tierras para repoblar dicha ciudad. Esta cruza entre los israelitas dejados
en Samaria y los extranjeros traídos para repoblarla, dio origen al pueblo
de los “samaritanos” y, con ellos, a un sincretismo (mezcla) religioso entre
el judaísmo y el paganismo traído por los extranjeros.

La suerte del reino del sur no fue distinta ya que, también a causa de su
idolatría y apostasía, impulsada fundamentalmente por el malvado rey
Manases (hijo del piadoso rey Ezequías), fue entregada en manos de
Nabucodonosor, rey de Babilonia, quien en 586 a.C. destruyo Jerusalén y
el templo, llevándose cautivos a muchos israelitas a Babilonia. Sin
embargo, la deportación de israelitas a Babilonia, en el reino del sur, se
produjo en tres etapas:

-en 605 a.C. se produjo la primera deportación a Babilonia de jóvenes


selectos, entre los cuales estaba el profeta Daniel;

-en 597 a.C. se produjo la segunda deportación a Babilonia, entre los


cuales estaba el también joven profeta Ezequiel; y

-finalmente, en 586 a.C., junto con la destrucción de Jerusalén y el templo,


se produce la tercera y última deportación de israelitas a Babilonia;
Hacia 586 a.C., cuando fue finalmente destruida Jerusalén y el templo y
deportada la tercera camada de israelitas a Babilonia, Daniel ya había
estado cautivo en Babilonia desde hacía 19 años (recordemos que él fue
deportado en 605 a.C.). Durante su cautividad, se convirtió en primer
ministro bajo el reinado de Nabucodonosor, rey de Babilonia. Fue cuando
Daniel interpreto el sueño de la estatua de Nabucodonosor (otras de la
grandes profecías del libro de Daniel - Daniel, 2 - y, de alguna manera,
también relacionada con la profecía de la 70 semanas que estamos
estudiando), siendo declarado por el mismísimo rey Nabucodonosor como
“10 veces más sabio que el más sabio de todo el reino babilónico”. Pero
después de la muerte de Nabucodonosor, los gobernantes que le siguieron
se olvidaron de él, hasta que Babilonia fue derrotada. Entonces en el año
539 a.C., cuando ya hacía 67 años que Daniel había sido tomado cautivo,
en el tiempo en que el Imperio Medo-Persa estaba bajo el reinado de Darío
el medo y cuando Ciro el persa conquistó el reino de Babilonia, fue
elegido primer ministro del Imperio Persa (Daniel 6).
Las personas de Judá llevaban cautivas casi 70 años y Daniel sabía que el
tiempo de cautividad se limitaba a 70 años, como había profetizado
Jeremías:

Jeremías, 25:11 Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y


servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años . 25:12 Y cuando
sean cumplidos los setenta años , castigaré al rey de Babilonia y a aquella
nación por su maldad, ha dicho Jehová, y a la tierra de los caldeos; y la
convertiré en desiertos para siempre.

Dios uso a Babilonia como instrumento de juicio para castigar a Judá, pero
también Dios usaría al imperio medo-persa para castigar a Babilonia por
su crueldad contra Judá.

Daniel, 9:1 En el año primero de Darío hijo de Asuero, de la nación de los


medos, que vino a ser rey sobre el reino de los caldeos [Babilonia], 9:2 en
el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el
número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de
cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años . 9:3 Y volví mi
rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y
ceniza.
Babilonia ya había sido conquistada por los medos y Daniel se encontraba
leyendo el libro de Jeremías. Observo que una parte de la profecía de
Jeremías se había cumplido (Babilonia había sido castigada por Dios, por
su crueldad contra Judá, cayendo bajo el dominio medo-persa), pero
todavía persistía la desolación del exilio, cuya duración había sido
profetizada por Jeremías en 70 años. Daniel ya tenía entre 80 y 90 años.
Fue tomado cautivo como un hombre joven (en 605 a.C.) y había
permanecido bajo los reinos babilónico y medo-persa durante casi 70 años.
El tiempo del regreso de su pueblo estaba cerca. Daniel tomó el papel de
intercesor para Israel y el Templo. Entonces comenzó a orar:

Daniel, 9:20 Aún estaba hablando y orando, y confesando mi pecado y el


pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de Jehová mi
Dios por el monte santo de mi Dios;

Para contestar la oración de Daniel, el Señor le ordenó al ángel Gabriel


que le mostrara a éste cuál era su plan para el mundo y el papel que jugaría
Israel. Tanto Israel como Jerusalén desempeñarían un papel en el “reloj
profético de Dios”:

Daniel, 9:21 aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a


quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí
como a la hora del sacrificio de la tarde. 9:22 Y me hizo entender, y habló
conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y
entendimiento. 9:23 Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he
venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la
orden, y entiende la visión.

Y es cuando Daniel recibe la profecía de las 70 semanas:

Daniel, 9:24 Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre


tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y
expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la
profecía, y ungir al Santo de los santos. 9:25 Sabe, pues, y entiende, que
desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el
Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá
a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. 9:26 Y después de las
sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el
pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y
su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las
devastaciones. 9:27 Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a
la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la
muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga
la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.

Vayamos por partes:

Daniel, 9:24 Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre


tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y
expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la
profecía, y ungir al Santo de los santos.
Primero se nos dice que el período de tiempo es de “setenta semanas” o 70
períodos de 7, dando un total de 490 (70x7). La palabra
hebrea “shebha”, que se usa para designar “semana”, significa “siete” y se
puede usar tanto para días como para años.
En Levítico, 25:8 se usa la misma raíz para hacer referencia al año del
jubileo.
Levítico, 25:8 Y contarás siete semanas de años, siete veces siete años, de
modo que los días de las siete semanas de años vendrán a serte cuarenta y
nueve años.
La celebración del jubileo tiene lugar en el año cincuenta, después de 7
períodos de 7 años o, lo que es lo mismo, 49 años.
El número 490, entonces, representa años y no días (son semanas de años,
no de días).
Gabriel le dice a Daniel que 490 años “están determinados sobre tu pueblo
(Israel) y sobre tu santa ciudad (Jerusalén)”. El período de tiempo es de
490 años y éstos dependen del pueblo de Daniel (Israel) y de su Ciudad
Santa (Jerusalén). Dentro de estos parámetros tendrán lugar 6 eventos:
-terminar la prevaricación (es decir, cesar la prevaricación de la
incredulidad nacional en Israel);

-poner fin al pecado (todo Israel se volverá a Dios en rectitud);

-expiar la iniquidad (lo cual se hizo mediante la muerte expiatoria de


Cristo en la cruz);

-traer la justicia perdurable (el reino eterno de Dios);

-sellar la visión y la profecía (se cumplirá y concluirá la profecía); y

-ungir al Santo de los santos (Jesucristo será ungido Rey);

La prevaricación y el pecado son tan reales actualmente como lo eran en


los días de Daniel, ya que las guerras, los asesinatos y los robos son
elementos de la vida cotidiana. Leemos que en un periodo de 490 años “se
pondrá fin al pecado” y que habrá “justicia perdurable”.
Ya han pasado más de 490 años desde que Daniel escribiera estas palabras.
Entonces ¿por qué no se han cumplido, si ya hace 2.500 años que se
pronunciaron?.
Muchos aplican erróneamente esta profecía a la época durante la que
Gabriel le dijo a Daniel que ésta hacía referencia a su pueblo y a su
ciudad. Los judíos y Jerusalén son la señal de Dios para las naciones,
observando a Jerusalén y al pueblo judío, se puede entender el “reloj de
Dios”.

El punto de partida del reloj


Daniel, 9:25 Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para
restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete
semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro
en tiempos angustiosos.
El ángel Gabriel invita al lector a "saber, pues, y entender". Pero, ¿qué es
lo que debe entender el lector?. Pues cómo se divide el tiempo y cuándo
tienen lugar las divisiones establecidas.
Lo primero de todo es que hay un punto de partida en el reloj de los 490
años. La primera oración de Daniel era para que Jerusalén fuera
restaurada.
Hay que recordar que Jerusalén y el Templo fueron destruidos por los
babilonios en 586 a.C. y que Jerusalén se quedó desprotegida sin murallas
y se convirtió en una simple sombra de lo que había sido. La oración de
Daniel era para que se restaurara la ciudad y el Templo de acuerdo con las
palabras de Jeremías .
Gabriel vino a contestar su oración que hacía referencia a su pueblo y a
Jerusalén; primero le dijo a Daniel que un período de 490 años estaba
determinado sobre su pueblo y sobre su ciudad (Daniel 9:24) y entonces le
dijo cuándo empezaría este período, tal y como podemos leer, “desde la
salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén”.

La orden de reconstruir Jerusalén determina el


punto de partida del “reloj profético”.
Ciro, el rey de Persia, ordena que el templo sea reconstruido y permite a
los judíos que vuelvan en 538 a.C. (Esdras 1:1-11). Aquí finalizan los 70
años de desolación profetizados por Jeremías: desde 605 a.C. (año en que
se produce la primera deportación a Babilonia) hasta 538 a.C. (año en que
retorna la primera compañía) transcurrieron los (casi) 70 años
profetizados por Jeremías. La deportación había sido en 3 etapas (605, 597
y 586 a.C.) y el retorno también fue en 3 etapas: en la primera etapa (538
a.C.), regresaron 50.000 exiliados, dirigidos por Zorobabel y el sacerdote
Josué, en la segunda etapa (457 a.C.), Esdras dirigió el retorno de mas de
17.000 hombres y en la tercera etapa (444 a.C.), Nehemías y su compañía
dirigieron el regreso de otro grupo. Pero el retorno de la primera compañía
en 538 a.C. no inicia el reloj profético. Solo representa el fin de los 70
años de desolación profetizados por Jeremías.
Luego hay dos sucesos más:

-La reconstrucción de templo (liderada por Esdras); y


-La reconstrucción del muro de la ciudad (liderada por Nehemías);

Artajerjes, rey de Persia, en 458 a.C. le da al sacerdote Esdras una carta


permitiendo y estimulando la adoración en el templo y los sacrificios en el
Monte Moriah, pero no la reconstrucción de la ciudad y sus muros (Esdras
7:11-26).
El reloj empieza con la orden de la reconstrucción de Jerusalén, más en
concreto, del muro y de la plaza, 93 años después (de 538 a 444 a.C.) de la
oración de Daniel. En el libro de Nehemías, encontramos un registro de
dicha orden.

El templo fue reconstruido en el año 516 a.C. (es decir, entre 21 y 22 años
después del retorno de la primera compañía en 538 a.C.), pero los judíos
tenían pocas ganas de volver a una ciudad desprotegida y sin muros. Por
eso Nehemías, al igual que había hecho Daniel, oró para que la ciudad
fuese restaurada.

Nehemías trabajaba como copero en el palacio del rey. El rey, viendo la


tristeza de Nehemías, le preguntó por qué estaba triste y Nehemías se lo
dijo. Artajerjes le concedió su petición y le dio órdenes de reconstruir las
puertas de la ciudad y los muros (Nehemías 2:1-8).

Nehemías, 2:1 Sucedió en el mes de Nisán, en el año veinte del rey


Artajerjes, que estando ya el vino delante de él, tomé el vino y lo serví al
rey. Y como yo no había estado antes triste en su presencia, 2:2 me dijo el
rey: ¿Por qué está triste tu rostro? pues no estás enfermo. No es esto sino
quebranto de corazón. Entonces temí en gran manera. 2:3 Y dije al rey:
Para siempre viva el rey. ¿Cómo no estará triste mi rostro, cuando la
ciudad, casa de los sepulcros de mis padres, está desierta, y sus puertas
consumidas por el fuego? 2:4 Me dijo el rey: ¿Qué cosa pides? Entonces
oré al Dios de los cielos, 2:5 y dije al rey: Si le place al rey, y tu siervo ha
hallado gracia delante de ti, envíame a Judá, a la ciudad de los sepulcros
de mis padres, y la reedificaré. 2:6 Entonces el rey me dijo (y la reina
estaba sentada junto a él): ¿Cuánto durará tu viaje, y cuándo volverás? Y
agradó al rey enviarme, después que yo le señalé tiempo. 2:7 Además dije
al rey: Si le place al rey, que se me den cartas para los gobernadores al otro
lado del río, para que me franqueen el paso hasta que llegue a Judá; 2:8 y
carta para Asaf guarda del bosque del rey, para que me dé madera para
enmaderar las puertas del palacio de la casa, y para el muro de la ciudad, y
la casa en que yo estaré. Y me lo concedió el rey, según la benéfica mano
de mi Dios sobre mí.

La orden se dio en Marzo/Abril del 444 a.C. El reino de Artajerjes empezó


en el año 464 a.C., por lo tanto, éste era su vigésimo año de reinado. El
mes de Nisán es el primer año en el calendario Judío y equivale a
Marzo/Abril.
El reloj profético de Dios empezó con esta orden del rey de Persia.

La línea del tiempo hasta el Mesías Príncipe


Con el punto de partida establecido en “la salida de la orden” (444 a.C.), la
próxima división en el tiempo es “hasta el Mesías Príncipe”. Gabriel le
informa a Daniel del tiempo establecido. El reloj empieza con la orden y
continúa “hasta el Mesías Príncipe”.
La palabra “Mesías” significa ungido o escogido y se refiere, obviamente,
a Jesucristo.
Repasemos Daniel, 9:25 Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la
orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá
siete semanas, y sesenta y dos semanas ; se volverá a edificar la plaza y el
muro en tiempos angustiosos.
Gabriel divide el primer segmento (483 años) desde la orden hasta el
Mesías príncipe en dos partes: la primera, que consta de un período de 7
semanas (7x7=49 años) y otro período de 62 semanas (62x7=434 años),
dando un total de 483 años.
El reloj empieza con la orden y continúa durante 483 años hasta el Mesías
el Príncipe.
Este período de 483 años está dividido, como vimos, en 7 semanas y 62
semanas, pero es continuo. Las siete semanas, o periodo de 49 años, hacen
referencia a la reconstrucción de Jerusalén en tiempos angustiosos, lo cual
empezó con la orden en Nehemías 2:8, en marzo del 444 a.C. y continuó
durante los próximos 49 años. En Nehemías 2 al 7 se cubren los detalles de
los tiempos angustiosos. Desde este punto hasta el Mesías Príncipe
pasarían otros 434 años.
El segundo período, "hasta el Mesías el Príncipe", consta de otros 434
años a partir del momento en que el trabajo de Nehemías y sus sucesores
se completa. El Mesías tendría que existir y ser eliminado al final de las
69 semanas o 483 años (69 x 7 = 483), tomando como punto de partida la
orden dada en el 444 a.C..

¿Calendario lunar o Solar?


Si empezamos a contar en marzo del 444 a.C. y sustraemos 483 años,
obtenemos el año 39 d.C.. Si queremos demostrar que el Mesías príncipe
que tendría que ser eliminado es Jesucristo, las cuentas no nos cierran
porque sabemos que el Señor fue crucificado en 33 d.c.. No obstante,
primero de todo hay que tener en cuenta un problema: un año, en tiempos
de Daniel, era “lunar” y no “solar”. Actualmente usamos el calendario
Gregoriano, que determina la longitud de un año a partir del sol, pero los
judíos usaban la luna. De aquí proviene la palabra “mes”, que tiene su
origen en el latín “mensis”, que a su vez proviene del griego “mene”, que
significa “luna”. La longitud de un “año lunar” era diferente de la de un
“año solar”. Un “año solar” es el número de días que la tierra tarda en
girar alrededor del sol y volver a la misma posición.
La duración de un año en términos bíblicos es, por lo tanto, diferente del
sistema Gregoriano actual. El sistema bíblico era “lunar” mientras que el
Gregoriano es “solar”.
En Génesis, 7 y 8 podemos observar que el diluvio duró 5 meses o 150
días: un mes eran 30 días. Un día tenía 24 horas en tiempos de Daniel,
como actualmente. Si usamos días en lugar de años, podemos hacer
cuadrar o coincidir los dos métodos.
Sabemos que hay 360 días en un año bíblico.
360 días x 483 años = 173.880 días (ciento setenta y tres mil ochocientos
ochenta).
Hay 365,242 (trescientos sesenta y cinco, coma 242) días en un año de
nuestro calendario.
Si dividimos 173.880 días por los 365,242 días que componen un año en la
actualidad, obtenemos 476,06792 años (los decimales corresponden a 24
días).
Sustraemos 476 años de 444 a.C. y llegamos al año 33 d.C. (considerando
el año cero como año 1) y agregamos 24 días. La orden se dio en el mes de
Nisán. Nisán corresponde a Marzo/Abril de nuestro calendario. Por
consiguiente, 69 semanas (desde 444 a.C.) finalizan el día 24 de Nisán o,
aproximadamente, en el 29 de marzo del año 33 d.C..

Una vez que estos años se adaptan a nuestro calendario, obtenemos que "el
Mesías Príncipe" fue eliminado o matado en el año 33 d.C. ¿Quién murió
en ese año y decía ser el Mesías y rey de Israel?. Jesús de Nazaret, que
afirmaba ser el Mesías o el Cristo (que es la palabra griega usada para
“Mesías” y que significa “ungido”).

Después de que se le quite la vida al Mesías


Daniel, 9:26 Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al
Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá
la ciudad y el santuario ; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la
guerra durarán las devastaciones.
Las 70 semanas de Daniel establecen que después de que el Mesías fuese
eliminado, Jerusalén y el Templo serían destruidos. Y, en efecto, fue lo que
paso: el Mesías fue asesinado en 33 d.C. y Jerusalén y el templo fueron
destruidos (por segunda vez) por los romanos en el año 70 d.c..
Desde la perspectiva de Daniel, estamos viendo la “futura” destrucción de
Jerusalén (después de la restauración) que la llevará a cabo “el pueblo de
un príncipe que ha de venir". Llegados a este punto, Daniel está orando por
la restauración de Jerusalén. La ciudad fue destruida por los babilonios
586 a.C. (Daniel había sido deportado a Babilonia en 605 a.C.). El ángel
Gabriel está diciéndole a Daniel que la ciudad de Jerusalén será destruida
de nuevo después de que hubiera sido reconstruida gracias a la orden que
dio Artajerjes.
En el 70 d.C., el general romano Tito, hijo del Emperador Vespasiano, sitió
Jerusalén y destruyó la ciudad y el Templo. Hoy en la ciudad de Roma, un
monumento de casi 2.000 años, el Arco de Tito, conmemora la victoria de
los ejércitos romanos sobre Jerusalén. En los relieves del arco están los
tesoros que se llevaron de Jerusalén, incluida una escultura de oro de la
Menorah (el candelabro de 7 brazos), tomada del segundo Templo.

El ejército romano desmontó el Templo judío, literalmente piedra por


piedra, para buscar oro fundido del templo quemado. Roma asesinó a más
de un millón de judíos en el 70 d.C. Flavio Josefo (el famoso historiador
judío, autor del libro “Antigüedades de los judíos”) fue testigo de estos
eventos que más tarde relató en su libro “Las Guerras judías”.
En el año 132 d.C., Rabí Akiva se rebeló contra las duras leyes que había
impuesto el emperador romano Adriano en contra del judaísmo y
proclamó a Simón Bar Coziba (Bar Kochba) como Mesías. La sublevación
duró tres años, finalizando en el 135 d.C., y como consecuencia, Jerusalén
volvía a ser destruida, quedando totalmente arrasada y dejando 580.000
judíos muertos a manos de los romanos.
En el mismo sitio donde quedaron las ruinas de Jerusalén los romanos
construyeron una nueva ciudad llamada Colonia Aelia Capitolina, que
estaba dedicada al dios Júpiter. El nombre de Judea/Israel fue cambiado
por el de Palestina. Adriano prohibió que los judíos entrasen en la ciudad.
Los romanos hicieron que el pueblo judío se dispersara por todo el mundo
con el fin de que no hubiera más sublevaciones. Las maldiciones de
Deuteronomio 28:64-65 y de 2ª de Crónicas 7:19-21 se habían cumplido,
ya que Israel era esparcido por toda la tierra.
La destrucción de Jerusalén y el templo en el 70 d.C. por los romanos tuvo
lugar unos 600 años después de que Daniel orara para que Jerusalén fuera
restaurada. Gabriel le dijo a Daniel que su ciudad sería restaurada pero que
volvería a ser destruida después de que el Mesías fuera asesinado.

El templo e Israel como señales


Gabriel le dice a Daniel que después de la destrucción de Jerusalén y del
Templo, "su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las
devastaciones" (Daniel, 9:26). Después de los años 70 d.C. y 135 d.C.
Jerusalén ya había sido destruida en dos ocasiones, Roma había asesinado
alrededor de un millón y medio de judíos y el pueblo judío había sido
esparcido por la tierra en lo que, históricamente, se conoció como la
“Diáspora”.
De acuerdo con 2ª de Crónicas y Deuteronomio 28, Israel y el Templo eran
señales de obediencia y desobediencia. Si Israel obedecía a Dios, sería
bendecido, por el contrario, si no le obedecía y lo rechazaba, sería
esparcido y el Templo sería destruido.
¿Qué pasó para que le ocurrieran estas tragedias a los judíos en los años 70
y 135 d.C.?. Gabriel ya anunció que estos hechos tendrían lugar después de
que el Mesías fuese eliminado. Por lo tanto, el rechazo de Israel hacia el
Mesías Príncipe, el hecho de que fuese eliminado en el 33 d.C. y la
destrucción tanto del Tempo como de Jerusalén 37 años después están
directamente relacionados. Que Israel y el Templo hubieran sido
destruidos eran señales de la desobediencia de Israel. Sin embargo, el reloj
profético se detuvo en la semana 69, cuando se le quitó la vida al Mesías,
después de la cual tenían que venir las desolaciones hasta la semana 70, ya
que, tal y como dijo Gabriel “y hasta el fin de la guerra durarán las
devastaciones”.

Devastaciones hasta el fin


Jerusalén se tenía que encontrar en un estado de devastación hasta el fin.
Aunque, llegados a este punto sólo habían pasado 69 semanas en el reloj.
Roma se convirtió en el Imperio Bizantino y su control sobre Jerusalén
cayó con la invasión de los ejércitos musulmanes en el 638 d.C.. Durante
los siguientes 1300 años, los musulmanes controlaron Jerusalén y las
tierras de Israel.
El Islam comenzó en el 610 d.C., cuando Mahoma dijo haber recibido
revelaciones del Dios de Abraham, Isaac y Jacob, afirmando haber viajado
hasta Jerusalén en una visión nocturna y haber ascendido hasta el cielo
desde la cima del Monte Moriah para encontrarse con los profetas que
había habido antes de él.

Después de que los ejércitos del Islam hubieron conquistado la ciudad,


construyeron la Cúpula de la Roca, también conocida como la Mezquita de
Omar, situada encima del Monte Moriah, donde había estado el tempo
hasta su destrucción. Hoy, la Cúpula de la Roca es el tercer lugar más
sagrado para el Islam.

Israel esparcido y unido de nuevo


Deuteronomio, 28:64 Y Jehová te esparcirá por todos los pueblos, desde
un extremo de la tierra hasta el otro extremo; y allí servirás a dioses
ajenos que no conociste tú ni tus padres, al leño y a la piedra. 28:65 Y ni
aun entre estas naciones descansarás, ni la planta de tu pie tendrá reposo;
pues allí te dará Jehová corazón temeroso, y desfallecimiento de ojos, y
tristeza de alma;
Israel se esparció después de la muerte de "el Mesías Príncipe",
cumpliendo así lo que había prometido Dios en caso de que Israel lo
rechazase. El número de años quedó determinado en 490, y ya se habían
cumplido 483 con la muerte del Mesías.
Todavía tienen que pasar 7 años para que se cumplan los 7 hechos
de Daniel 9:24.
La contracara de la amenaza de que habría una “diáspora” (dispersión)
para el pueblo judío si este desobedecía, era la promesa que aseguraba que
habría un día en el que el pueblo regresaría a su tierra y se volvería a unir:
Deuteronomio, 30:4 Aun cuando tus desterrados estuvieren en las partes
más lejanas que hay debajo del cielo, de allí te recogerá Jehová tu Dios, y
de allá te tomará; 30:5 y te hará volver Jehová tu Dios a la tierra que
heredaron tus padres, y será tuya; y te hará bien, y te multiplicará más que
a tus padres.
Gabriel le dijo a Daniel: “hasta el fin...durarán las devastaciones”. Dios le
prometió a Israel que un día lo volvería a unir. El actual Estado de Israel se
formó en mayo de 1948, después de que los nazis no consiguieran su
propósito de exterminarlos en el holocausto. La unión del pueblo judío es
uno de los eventos más profetizados en las Escrituras.

Las 70 Semanas de Daniel


Sólo 69 semanas de años han tenido lugar en el pueblo judío hasta el
momento. Desde cuando se dio la “orden” de restaurar y construir
Jerusalén hasta "el Mesías Príncipe" hay 483 años. Sin embargo, el
número de años determinado sobre el pueblo de Daniel es de 490 (o sea
que todavía faltan 7 años para que se cumplan los 490 años).
¿Tuvieron lugar estos 7 años después de la muerte del Mesías?.

Un espacio de tiempo vacío entre la semana 69 y la


70
En Daniel 9:26 el hecho de que "se le quitará la vida al Mesías” ocurrió en
el 33 d.C., a lo cual siguió la destrucción de la ciudad y del templo, llevada
a cabo por "el pueblo de un príncipe que ha de venir”. Aquí se menciona a
este "pueblo", que eran los romanos liderados por Tito en el 70 d.C., pero
también se dice que hay "un príncipe que ha de venir". Este pueblo y este
príncipe están unidos pero a la vez separados en el tiempo. El pueblo que
destruiría Jerusalén y el Templo estaría formado por antepasados del
príncipe futuro, el cual sería a su vez un descendiente de los que
destruyeron Jerusalén (los romanos). Al final de la semana 69, que acabó
con la muerte del Mesías Príncipe, tenía que pasar un periodo de 37 años
antes de que el resto del versículo 26 se cumpliera (33 + 37 = 70; en el año
70 d.C. son destruidos la ciudad y el templo) .
Se puede ver que la semana 70 (la última semana de 7 años) no tendría
lugar inmediatamente después de la semana 69 (inmediatamente después
de que se le quitara la vida al Mesías), por lo que se puede decir que hay
un paréntesis en el tiempo entre estas dos semanas (la semana 69 y la 70).
Muchos eruditos llaman al espacio de tiempo entre la semana 69 y 70 la
ERA DE LA IGLESIA.

Este paréntesis en el tiempo se puede ver también en Zacarías 9:9 y 9:10,


donde el versículo 9 habla del Mesías entrando en Jerusalén en un asno y
el 10, del Mesías gobernando a las naciones. Este paréntesis en el tiempo
se conoce como “condensación profética”. Esta condensación
profética también aparece en Isaías 9:6 y 9:7. El Mesías es nacido niño en
el versículo 6 y en el versículo 7 gobierna sobre el trono de David. En
Daniel 9:26 el Mesías es eliminado y el reloj profético se detiene con un
periodo de 7 años que falta cumplir. Daniel 9:27 nos dice cuáles son las
circunstancias que rodean a esta semana 70.

El Príncipe que ha de venir


Daniel, 9:27 Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la
mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la
muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga
la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.
Este príncipe es de descendencia romana porque Gabriel lo identifica
como futuro príncipe perteneciente (descendiente) del pueblo que destruyo
la ciudad de Jerusalén y el Templo en el año 70 d.C.. Hay que situar al
"Príncipe que ha de venir" en un tiempo futuro.

¿Qué función tendrá este príncipe?.


En Daniel 9:27 se nos dice que "el confirmará el pacto con muchos", es
decir, hará poner en marcha el sistema de sacrificios que se detuvo cuando
los ejércitos romanos destruyeron, en el año 70 d.C., el segundo templo.
Como al día de hoy no hay templo (el primero – que fue el de Salomón -
fue destruido por Nabucodonosor en 586 a.C. y el segundo – que fue
levantado bajo el liderazgo de Esdras - fue destruido en el año 70 d.C. por
los romanos), un tercer templo tendrá que ser construido. El (este príncipe
que ha de venir) permitirá y ayudara a Israel a construir el Tercer Templo.
Algunos creen que este tercer templo se construirá durante el reino
milenial de Cristo, luego de su segunda venida. Otros, en cambio, creen
que ese tercer templo será construido durante los últimos 7 años del
gobierno del hombre, durante el gobierno del anticristo, antes de la
segunda venida de Cristo.
A favor de los que creen que el tercer templo será construido antes de la
segunda venida de Cristo esta la afirmación de Pablo de que el anticristo
(el príncipe que ha de venir) "va a entrar en el templo [tendría que ser un
tercer templo] y proclamara ser Dios" (2º Tesalonicenses, ... y se
manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, 2:4 el cual se opone
y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto
que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios).
Este mismo templo seria el que se utilizaría durante el reino milenial, por
lo que tendría que ser purificado como lo fue cuando los Macabeos
tuvieron que purificarlo debido a que Antíoco Epífanes (la primera
abominación desoladora que profetizo Daniel; la segunda seria el
anticristo) sacrifico un cerdo en el altar.
La cuestión de reanudar el sacrificio de animales después del final y
supremo sacrificio de Cristo en la cruz ha desconcertado a muchos
eruditos. En los capítulos 40 al 44 del libro de Ezequiel, el profeta tiene
una visión del Templo. Este templo que Dios le mostro a Ezequiel no es ni
el primero (el de Salomón, destruido por Nabucodonosor en 586 a.C.) ni el
segundo (levantado bajo el liderazgo de Esdras y destruido en el año 70
d.C. por los romanos). Muchos insisten en que el templo de Ezequiel (un
tercer templo, en suma) no puede ser literal porque el sacrificio expiatorio
de Jesucristo cumplió y convirtió en obsoletos los sacrificios del AT
(Hebreos, 9:10-15, 10:1-4, 8). No obstante, al momento de la construcción
del tercer templo (antes de la segunda venida de Jesucristo y en pleno
gobierno del anticristo), los judíos todavía seguirán sin aceptar a
Jesucristo como el Mesías de Israel, por lo que reanudaran el antiguo
pacto.

A mitad de la semana
El "príncipe que ha de venir" romperá el mismo trato que hizo con Israel y
pondrá fin al culto y al sacrificio en el Templo. El cese del pacto se
producirá a los 3 años y medio del pacto de los 7 años totales.
"a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda".
Lo que viene después será un periodo de horror y destrucción sin
precedentes en la historia del hombre y finalizará con el retorno
del Mesías Príncipe a quien “se le quitó la vida”. Jesús advierte de este
tiempo futuro en la historia de Israel. Jesús también hace referencia a un
Templo futuro que todavía ha de ser construido. Él predijo la destrucción
del segundo Templo en el año 70 d.C. en Mateo 24:2, cuando los romanos
derribaron cada una de sus piedras.
Mateo, 24:1 Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus
discípulos para mostrarle los edificios del templo. 24:2 Respondiendo él,
les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra
sobre piedra, que no sea derribada.
En Mateo 24:15 Jesús se refiere a la “abominación desoladora” en el
“lugar santo” (el templo).
Mateo, 24:15 Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación
desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee,
entienda), 24:16 entonces los que estén en Judea, huyan a los
montes. 24:17 El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su
casa;
Como podemos ver, el mismo Jesucristo da a entender que un tercer
templo seria construido ya que, por un lado, dice que el templo seria
destruido (“no quedara piedra sobre piedra”), como finalmente ocurrió en
el año 70 d.C. y, por el otro, dice “cuando veáis en el lugar santo [el
templo]” la abominación desoladora de la que hablo el profeta Daniel”.
Sólo en el libro de Daniel (en el AT), se hace referencia a la abominación
desoladora tres veces:
Daniel, 9:27 Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la
mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la
muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador , hasta que venga
la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.
Daniel, 11:31 Y se levantarán de su parte tropas que profanarán el
santuario y la fortaleza, y quitarán el continuo sacrificio, y pondrán la
abominación desoladora .
Daniel, 12:11 Y desde el tiempo que sea quitado el continuo sacrificio
hasta la abominación desoladora , habrá mil doscientos noventa días.
Pablo también hablo de la abominación desoladora:
2º Tesalonicenses, 2:3 Nadie os engañe en ninguna manera; porque no
vendrá [Jesucristo] sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el
hombre de pecado , el hijo de perdición , 2:4 el cual se opone y se levanta
contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta
en el templo de Dios como Dios , haciéndose pasar por Dios.
Lo anterior significa que no solo se levantara contra el Dios verdadero
sino contra los dioses de las religiones paganas (a quienes también
perseguirá) ya que lo que buscara es ser el adorado como dios único.
El reino de este príncipe venidero es descrito en Daniel 7, donde se nos
dice que su reino será distinto de cualquiera que hubiera existido antes, ya
que será un reino religioso, militar y afectará a toda la tierra. Diez países o
reyes que dirijan estos países, compondrán su imperio.
En el libro de Daniel encontramos detalles sobre este futuro líder europeo:
su reino será el resultado de la unión de 10 naciones y será diferente de
cualquier otro que haya existido antes.
Daniel, 7:23 Dijo así: La cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra, el
cual será diferente de todos los otros reinos, y a toda la tierra devorará,
trillará y despedazará. 7:24 Y los diez cuernos significan que de aquel
reino se levantarán diez reyes; y tras ellos se levantará otro, el cual será
diferente de los primeros, y a tres reyes derribará.
Su reino será brutal, dictatorial y religioso; Él perseguirá a cualquier
religión rival, incluyendo a aquéllos que siguen al verdadero Dios, el Dios
de Abraham, Isaac y Jacob. Este periodo de gran persecución durará 3
años y medio y tendrá lugar después de que el culto y el sacrificio en el
Templo se detengan. Con esto se completarán los 7 años restantes de las 70
Semanas.
Daniel, 7:25 Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del
Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley; y serán
entregados en su mano hasta tiempo, y tiempos, y medio tiempo. 7:26 Pero
se sentará el Juez, y le quitarán su dominio para que sea destruido y
arruinado hasta el fin,
Se opondrá a Dios (“hablara palabras contra el Altísimo”), perseguirá
cristianos (“a los santos del Altísimo quebrantara”) y “pensara en cambiar
los tiempos (se eliminara el “antes y después de Cristo” y comenzara el
año 1 de una “Nueva Era”) y la ley” (van a cambiar las leyes de los países
y se crearan la nuevas del “Nuevo Orden Mundial”). Luego de que a mitad
de la última semana de 7 años (a los 3,5 años) haga cesar el sacrificio y la
ofrenda en el templo y entre al mismo y se declare dios, durante los
últimos 3,5 años (tiempo = 1 año + tiempos = 2 años y medio tiempo = 0,5
años = 3,5 años) hará todo tipo de desmanes y cometerá todo tipo de
atrocidades. Luego será “destruido y arruinado hasta el fin” (será destruido
por Jesucristo, en su 2ª venida).
Daniel y Jeremías describen este tiempo como un tiempo sin igual en la
historia pasada y futura de la humanidad.
Jeremías lo llamó el “tiempo de angustia para Jacob” (Jeremías 30:7) y
Daniel dijo que sería un “tiempo de angustia, cual nunca fue desde que
hubo gente hasta entonces” (Daniel 12:1). Según el libro de Apocalipsis,
en los primeros 3,5 años morirá por lo menos la mitad de la población
mundial como resultado de la guerra y los juicios que tendrán lugar. El
libro de Apocalipsis revela detalles específicos sobre la semana 70 de
Daniel: de los capítulos 6 al 19 de Apocalipsis se describe este periodo de
siete años y de los capítulos 6 al 9 se hace referencia a la primera mitad de
la semana 70 de Daniel.
Los eventos de la primera mitad de la tribulación, incluyendo la
abominación desoladora, se cubren entre de los capítulos 10 al 13. La
última mitad de la tribulación aparece en los capítulos 14 al 19,
incluyendo la segunda venida de Cristo.

El propósito de la semana (la ultima) 70 de Daniel


Es necesario destacar que la iglesia no pasara por las calamidades de esta
última semana, la semana 70 de Daniel o los últimos 7 años del gobierno
de hombre.

Pensar que la iglesia necesita de una purificación “extra” después de la


cruz, equivaldría a reconocer (erróneamente, claro está) que la obra de
Cristo en la cruz resulto ineficaz e insuficiente para justificar a la iglesia.
Al no necesitar, entonces, de una purificación posterior a la cruz ningún
propósito se cumple al hacer que la Iglesia pase a través de la Gran
Tribulación. Y aun si la purificación fuera necesaria, ¿cómo es que el
sufrimiento de una generación de creyentes puede llegar a ser útil para
purificar a todas las demás generaciones de creyentes que nos han
precedido?.

En el caso de Israel las generaciones desde la cruz están perdidas por


haber rechazado al Mesías. La disciplina de la última generación tiene la
intención de llevarlos finalmente a esa realización y abrir sus ojos y sus
corazones a Jesús para que el remanente del pueblo de Dios pueda ser
preservado (Zacarías, 12:10-13).
Pero todas las generaciones de la Iglesia han muerto en la esperanza de
pasar la eternidad con el Señor como la Biblia se los prometió. ¿Es que es
solamente nuestra generación la que recibirá esta promesa y luego
únicamente después de pasar por la purificación de Israel?. Por supuesto
que no.

El foco de la Gran Tribulación es judío y el foco de Dios parece ser, ya sea


Israel o la Iglesia, pero nunca ambos. Esto lo explicó claramente Pablo en
Romanos, 11:25-27.

Romanos, 11:25 Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio ,


para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha
acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la
plenitud de los gentiles ; 11:26 y luego todo Israel será salvo , como está
escrito: Vendrá de Sion el Libertador, Que apartará de Jacob la impiedad.
11:27 Y este será mi pacto con ellos, Cuando yo quite sus pecados.

Por supuesto, las Escrituras prometen que la iglesia no estará presente en


la Tierra durante la Gran Tribulación, pero lo que se quiere mostrar es lo
siguiente:

-El propósito de la Gran Tribulación es el de disciplinar a Israel y destruir


completamente a las naciones que lo maltrataron y que rechazaron al
Mesías; y

-La Iglesia no tiene necesidad de ser purificada o disciplinada, y por


consiguiente nuestra presencia aquí durante ese período estaría en
oposición directa a nuestra naturaleza como la ve Dios.

Debido a esto, Dios ha prometido remover a la Iglesia mucho antes de que


inicie la Gran Tribulación. En 1º Tesalonicenses, 1:10 y 5:9, Pablo dijo
primero que la Iglesia será rescatada de la ira de Dios y luego que la
iglesia no está puesta para la ira.

1 Tesalonicenses, 1:10 y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de


los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera .

1 Tesalonicenses, 5:9 Porque no nos ha puesto Dios para ira , sino para
alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo,
¿Cómo será librada la iglesia de la ira venidera?.
Por medio del rapto o arrebatamiento.

Gracias Por Leer.


Pedro Olivares González.
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