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Introducción.
En las dos décadas pasadas, la investigación biomédica ha cambiado
nuestra comprensión de los sistemas del organismo. Hoy en día, la
Psiconeuroinmunoendocrinología (PNIE) propone, a partir de una “fisiología
integral”, un modelo sistémico del ser humano; en última instancia quiere decir
una cosa bastante obvia, que los diferentes sistemas corporales se modulan entre
sí, conformando un funcionamiento interactivo, en red; plantea la existencia de
influencias recursivas entre los tres sistemas de comunicación más importantes:
nervioso, endócrino, inmune y la mente, formando una red de trabajo funcional al
servicio de la adaptación y la sobrevivencia de la especie. M Bunge, lo considera
un “suprasistema”, o sistema de sistemas.
Dicha red opera con un funcionamiento tónico, lo que quiere decir que la
actividad de la red es modificada por diferentes estímulos captados por cada
sistema sensorial, como un virus, una célula tumoral, o un pensamiento; por
ejemplo, el SI capta y envía información al SNC, el cual emite respuestas
neuroendócrinas y conductuales a través de mediadores o señales químicas,
siendo sus principales efectores periféricos, el Sistema Nervioso Simpático (SNS),
y los ejes hormonales, como el eje Hipotalámico Pituitario Adrenal (HPA). Desde
la fisiología podemos decir que estos sistemas se comunican de manera
bidireccional a través de señales o mediadores químicos comunes: hormonas,
neuropéptidos, neurotransmisores, citoquinas y factores de crecimiento.
La PNIE, cuya principal ocupación es la interacción de estos sistemas en
diferentes niveles, aunque no sea aún un teoría cerrada terminada, puede proveer
aportes para una explicación científica a lo que comúnmente se denomina
conexión mente/cuerpo y, por lo tanto, del complejo “estrés/problemas
psicosociales”; de tal manera que sostiene la influencia de procesos psicosociales
sobre la función neural, inmune, y endócrina; o que factores ambientales y
conductuales impactan en el bienestar psicológico y, por lo tanto, tienen efectos
en la red, por ejemplo, inmunomodulatorios. Del mismo modo, procesos inmunes o
endócrinos impactan en el cerebro, e influencian las emociones, cogniciones, y
conductas.
En 1993, Mc Ewen introduce el modelo de Alostasis, Estado alostático, y
Carga alostática(CA). El estudio de la CA inicialmente se centró en el estudio de
los procesos de envejecimiento, pero hoy, como veremos más adelante, se está
extendiendo a diferentes períodos del ciclo vital humano, como el pre y postnatal;
la infancia, adolescencia y en la adultez. Se basa en la hipótesis de que existe
riesgo fisiológico acumulado asociado con la exposición a factores de estrés
psicosocial en el ciclo de vida. Los estudios empíricos basados en varios índices
acumulativos de riesgo fisiológicos han aportado pruebas consistentes a la idea de
que una mayor desregulación acumulada se asocia con un riesgo
significativamente mayor de enfermedades posteriores y a déficits en el
funcionamiento cognitivo. La investigación también ha documentado que las
condiciones psicosociales asociadas a mayor morbilidad y mortalidad como por
ejemplo, bajo nivel socioeconómico, también se asocian a una carga acumulativa
de desregulación fisiológica en múltiples sistemas.
La alostasis, nivel de actividad requerido para mantener la estabilidad en
ambientes constantemente cambiantes, puede conducir a la adaptación o a la
patología. Cuando el sistema es forzado a adaptarse a situaciones tanto
psicosociales como físicas adversas, se encuentra hiperactivo, pierde su
regulación y se produce la CA, que sería el costo que paga el organismo por esta
hiperactividad constante y no regulada. Dicho de otro modo, el “precio” que paga
el organismo por esta necesidad adaptativa a demandas constantes y cambiantes,
es el desgaste acumulativo resultante de la hiperactividad crónica. En la CA se
produce una actividad desregulada de mediadores de la alostasis que causan la
CA. Estos mediadores biológicos, llamados primarios y sistémicos, son el cortisol,
la Dehidroepiandrosterona (DHEA), Factor Liberador de Corticotrofina (CRF),
Hormonas: Tiroideas, de Crecimiento (HC), Leptina, Insulina, Prolactina,
Adenocorticotrofina (ACTH); Citoquinas (CTQ) IL6, IL-1, TNF-a;
neurotransmisores como Glutamato, GABA, Serotonina, Noradrenalina,
Adrenalina, Dopamina, y Neuropéptidos. La CA modifica la fisiología de los
sistemas PNIE, desregula la red funcional reflejado por la alteración de los
marcadores primarios, como el aumento de cortisol, de las catecolaminas, de las
CTQ, la alteración del eje tiroideo, junto con la supresión crónica de la hormona
de crecimiento, la hormona luteinizante, la testosterona, proporcionan un entorno
propicio para el desarrollo de consecuencias patológicas.
Los resultados secundarios, o consecuencias, a largo plazo patológicos de
la CA se pueden evidenciar en el cerebro, en la conducta, en el sistema
cardiovascular, en el sistema inmune y en el metabolismo. En el cerebro estarían
representados por la atrofia, la muerte neuronal y los déficit cognitivos; en la
conducta, por el “estar estresado”, y prevalencia de emociones negativas, como la
ira, ansiedad, y la depresión; en el sistema inmune, las enfermedades
autoinmunes, inflamatorias, con su carga de fatiga y dolor; en el nivel metabólico,
síndrome metabólico, insulinorresistencia y obesidad; en el sistema
cardiovascular, por la ateroesclerosis, y los eventos cardio y cerebrovasculares;
Del mismo modo, la privación de sueño crónica produce CA que puede
tener las consecuencias perjudiciales que se mencionan a continuación: elevación
de los niveles de cortisol por la noche, incremento de los niveles de insulina y
glucosa en la sangre, presión arterial elevada, reducción de la actividad
parasimpática e incremento de la actividad simpática y elevación de las Citoquinas
pro-inflamatorias, así como de la Ghrelina.
Merece un comentario aparte el controvertido tema de la evaluación de la
CA, que será tratado mas ampliamente en otro capítulo, pero recientemente el
programa BSR (Behavioral and Social Research) del Instituto Nacional sobre
Envejecimiento de EEUU, dedicó su Workshop 2007 al objetivo principal de
integrar y avanzar en la operacionalización y conceptualización de la CA, y en la
investigación sobre vías psicosociales de la vulnerabilidad y la resiliencia;
convocaron a científicos de diversas disciplinas para discutir acerca del modelo de
CA. Dentro de las conclusiones más importantes, es que no todos los
investigadores están convencidos que las medidas biológicas aporten datos
significativos a nuestro conocimiento acerca de la vías de riesgo y resiliencia.
Entre los investigadores sociales y conductuales que emplean medidas fisiológicas
y biomarcadores en sus investigaciones hay una clara conciencia de los huecos
que quedan en los modelos teóricos, y la necesidad de metodologías y otras
estrategias más refinadas para determinar cuáles son los mediadores del impacto
psicosocial sobre la salud. Concluyen que es necesario conocer mucho más
acerca cual bio-marcador o combinación de bio-marcadores son los más útiles en
predecir resultados en la salud, y cuales factores psicosociales son claves en
predecir cambios en esos marcadores a través del tiempo. Mientras el modelo de
CA enfatiza en vías biológicas a través de cuales las factores psicosociales
ejerzen su efecto sobre la salud, se debería tener en cuenta que los modelos
integrativos mas completos (“full”) son recursivos, con vías causales
bidireccionales complejas y numerosas. Un progreso real requerirá el desarrollo de
técnicas analíticas nuevas que capaciten la exploración de estas múltiples
vínculos causales, como también avances en medidas a nivel de ambiente físico,
contexto social, sujeto psicológico, y mecanismos que subyacen a la salud y la
enfermedad
En este trabajo nos proponemos revisar alguno aspectos del impacto de la
CA sobre algunos sistemas de la Red PNIE como las emociones, cogniciones y
conductas; sobre el cerebro y el sobre el eje HPA; sobre el Sistema Inmune;
sobre el eje Gonadotrófico, y el Metabolismo, también abordaremos brevemente
el efecto de la CA, en el período pre y posnatal, la infancia, la adolescencia, u la
adultez; postulando a los citados mediadores de la CA como agentes del impacto
psicosocial sobre la salud.
Conclusiones
El intento de este trabajo ha sido resumir la evidencia actual acerca del
impacto de la CA sobre los sistemas PNIE, considerando a estos modelos como
las vías biológicas del impacto de los factores psicosociales sobre la salud.
Se realizó un somera revisión del concepto actual de la PNIE, y del modelo
de CA, o riesgo acumulativo producido por la desregulación de los sistemas PNIE;
a través de mediadores químicos alterados, que reflejan la desregulación, ejercen
un impacto sobre el cerebro, las emociones, cogniciones, y conductas, el sistema
neuroendócrino, el sistema inmune y el metabolismo, no solo durante el
envejecimiento, sino también en otros momentos del desarrollo humano, como el
periodo prenatal, la adolescencia y la adultez.
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