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Introducción
Si bien las causas de la obesidad son muy diversas, el consumo excesivo de alimentos representa un
factor fundamental. Cuando el consumo se torna compulsivo y descontrolado, a menudo se lo considera
una “adicción alimentaria”; este concepto, sin embargo, ha mo�vado mucho debate, tanto en términos
clínicos como cien�ficos.
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ción o la saciedad. En ambos casos, también, la interrupción del consumo se asocia con síntomas de
abs�nencia, como distrés o disforia. La incidencia de recaídas es común en ambas situaciones. Debido a
que los síntomas vinculados con la adicción a los alimentos son similares a los definidos en el Diagnos�c
and Sta�s�cal Manual of Mental Disorders (cuarta edición) para el abuso de sustancias y la dependencia,
algunos grupos consideran que la adicción a los alimentos debería considerarse una enfermedad
psiquiátrica.
Definición de adicción
Clásicamente, el término de adicción se u�lizó para aquellas sustancias que inducen la ac�vación de las
vías mesolímbicas de la recompensa; sin embargo, más recientemente el concepto fue ampliado, de
modo que actualmente incluye los "comportamientos adic�vos". De hecho, el sistema mesolímbico
asociado con la recompensa también es ac�vado por ac�vidades placenteras adic�vas.
Los estudios por imágenes revelaron que diversas regiones específicas del sistema mesolímbico, entre
ellas el núcleo caudado, el hipocampo y la ínsula, se ac�van en presencia de drogas y alimentos y, a su
vez, inducen la liberación de dopamina del estriado, un neurotransmisor que cumple funciones decisivas
en el sistema de la recompensa. Los opiáceos endógenos también son importantes en este sistema; se
ac�van fundamentalmente en respuesta a la ingesta de alimentos dulces. Se ha visto que la naltrexona
reduce el consumo compulsivo de alimentos y drogas.
Los agonistas inversos del sistema endocannabinoide han sido u�lizados para el tratamiento de las
adicciones a drogas ilícitas y para la reducción del peso corporal. Los pacientes some�dos a cirugía bariá-
trica por obesidad pueden presentar, después, comportamientos adic�vos para otras sustancias, un
fenómeno que se conoce como "transferencia de adicciones".
Alimentos adictivos
Se ha sugerido que los alimentos más ape�tosos, por ejemplo los muy dulces, los muy salados y aquellos
con alto contenido de grasas, son capaces de generar un comportamiento adic�vo, similar al que indu-
cen ciertas drogas. Si bien este fenómeno pudo haber sido beneficioso en otros �empos, por la conver-
sión rápida en energía, en las úl�mas generaciones, el entorno alimen�cio ha variado de manera consi-
derable. Las nuevas tecnologías modifican ciertos productos con la finalidad de hacerlos más “agrada-
bles” y compe��vos en el mercado.
En este caso, la capacidad de brindar recompensa también se incrementa. Los alimentos hipercalóricos
y ricos en grasas son, en la actualidad, muy abundantes y muy accesibles en las sociedades occidentales.
A diferencia de las drogas de uso ilícito, el consumo de alimentos es rela�vamente económico y legal,
con lo cual se favorecen, de manera importante, las conductas adic�vas relacionadas.
No todas las personas que consumen drogas se tornan adictas; de la misma manera, no todos los indivi-
duos expuestos a alimentos ricos en calorías y grasas adoptan un comportamiento adic�vo. Estas
diferencias en la suscep�bilidad obedecerían, al menos en parte, a la predisposición gené�ca y a la adap-
tación cerebral al uso excesivo en el transcurso del �empo, especialmente mediante la menor expresión
de receptores dopaminérgicos D2, vinculados con el comportamiento adic�vo.
La vulnerabilidad también puede relacionarse con los rasgos de la personalidad. En este contexto, los
sujetos obesos �enden a ser más sensibles a la recompensa y el cas�go y a presentar conductas más
impulsivas, por mecanismos que difieren de aquellos que mo�van la ingesta fisiológica de alimentos.
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Los alimentos muy ape�tosos, al igual que otras sustancias adic�vas, pueden generar placer y reducir el
dolor. También se ha visto que la ingesta de alimentos puede u�lizarse como un método de automedica-
ción, en respuesta a los estados emocionales nega�vos, como la depresión, la ansiedad, la soledad, el
aburrimiento, el enojo y los conflictos interpersonales.
Conclusión
Sin duda, las elecciones personales también explican por qué un subgrupo de pacientes con obesidad
perpetúa el conflicto que genera el seguir comiendo o deja de hacerlo. Si se acepta que la obesidad es
una adicción, el abordaje de los sujetos con obesidad debería modificarse considerablemente; de hecho,
la búsqueda de adicciones debería formar parte obligada del estudio de estos enfermos.
En el caso de los pacientes con obesidad some�dos a cirugía bariátrica, la conducta adic�va podría cons-
�tuir un factor pronós�co posoperatorio; además, explicaría la falta de éxito de los programas des�na-
dos a modificar, de manera saludable, el es�lo de vida, en ausencia de tratamiento farmacológico o
estrategias psicológicas, con el objeto de modificar el componente adic�vo de la enfermedad. En los
modelos con animales existen superposiciones importantes entre los fármacos que interfieren con el
abuso por alimentos y por drogas, u�lizados para el tratamiento de ambas patologías.
En este nuevo escenario, el concepto de “culpabilidad” habitualmente aplicado a los enfermos con
obesidad debe ser revalorado. Aunque en el contexto de la medicina convencional es esperable la falta
de aceptación de que la ingesta excesiva y compulsiva de alimentos sea una adicción, el papel que �enen
la vulnerabilidad biológica y los desencadenantes ambientales no puede ignorarse.
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