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¿QUÉ ES LA ESCUELA DE FRANKFURT?

La Escuela de Frankfurt es una escuela de pensamiento e investigación social surgida a


partir del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad de Frankfurt am Main,
en Alemania. El término “Escuela de Frankfurt” es un término informal empleado para
referirse tanto a los pensadores miembros del Instituto de Investigaciones Sociales como
a aquellos influenciados por él. No existe ninguna institución formal con este nombre.
Inspirándose en Marx, Freud y Weber, la Escuela de Frankfurt sintetizó filosofía y teoría
social para desarrollar una teoría crítica de la sociedad contemporánea.

Teoría crítica

Parece evidente que la elección de la frase “teoría crítica de la sociedad” para describir
su doctrina responde en gran parte a la necesidad de encontrar una etiqueta menos
controvertida que la de “marxismo”, y más general
Sin embargo, esta no es la única razón para la elección del nombre. No menos importante
fue el hecho de que, en el contexto de la ortodoxia marxista-leninista, estaban conectando
con la epistemología de la obra de Marx, que se presentaba a sí misma como una “crítica”.
La Escuela de Frankfurt entendía esta crítica de Marx como una crítica a la realidad social
existente en términos del potencial para la libertad y la felicidad que existía dentro de esa
misma realidad.

Primera etapa

Las principales influencias sobre el pensamiento de la primera generación de la Escuela


de Frankfurt:
La situación histórica: transición del capitalismo emprendedor de pequeña escala al
capitalismo monopolista y al imperialismo.
Teorías de Weber: análisis histórico comparativo del racionalismo occidental referido al
capitalismo, al estado moderno, a la racionalidad científica secular, a la cultura, y a la
religión.
Teorías de Freud: descubrimiento del subconsciente; importancia del complejo de Edipo;
anális de las bases psicológicas del autoritarismo y del comportamiento social irracional.
Crítica del positivismo: crítica del positivismo, al que se considera expresión del
conformismo, como filosofía, como método científico y como ideología política.
Modernismo estético: liberación del subconsciente; conciencia de estar viviendo en una
época única.
Teoría marxista: crítica de la ideología burguesa; crítica de la alienación del trabajador;
materialismo histórico; la historia es vista como una lucha de clases y de explotación del
trabajador bajo distintas formas en cada época histórica.
Teoría de la cultura: crítica de la cultura occidental como la cultura de la dominación de
la naturaleza, tanto la interior como la exterior; diferenciación dialéctica de las
dimensiones emancipadoras y represivas de la cultura elitista.
Todas estas influencias se combinaron para crear la Teoría crítica de la cultura (primera
generación). Los teóricos críticos desarrollaron una teoría integradora de las estructuras
de dominio presentes en la civilización industrial avanzada y de la dialéctica a través de
la cual se suprime el potencial emancipador de la sociedad moderna.
La reunión fundacional tuvo lugar en verano de 1924, y fue presidida por Georg Lukacs.
Los principales teóricos de esta primera etapa son: Max Horkheimer, Theodor W.
Adorno, Walter Benjamin, Herbert Marcuse, Leo Lowental, Friedrich Pollock, y Erich
Fromm.
El Instituto tuvo un efecto enorme sobre la sociología (en especial sobre la
estadounidense) de la época a través de su obra “La personalidad autoritaria”, donde se
explica que la afirmación de unos valores universales, e incluso de la verdad, es una seña
de identidad del fascismo. La hipótesis de “La personalidad autoritaria” derivada de esta
afirmación contribuyó en gran medida a la aparición del concepto de “contracultura”.
La naturaleza del marxismo fue el otro gran tema de investigación del Instituto, y fue en
este contexto que surgió el concepto de “teoría crítica”. El término servía a varios
propósitos; en primer lugar, contrastaba con las nociones tradicionales de pensamiento,
que estaban influenciadas en gran medida por el positivismo y por el cientificismo. En
segundo lugar, el término les permitía evitar ser etiquetados como “marxistas”. En tercer
lugar, les ligaba a la “filosofía crítica” de Immanuel Kant. En un contexto intelectual
marcado por un lado por un dogmatismo positivista y cientificista, y por un “socialismo
científico” dogmático por el otro, la teoría crítica significaba la rehabilitación del espíritu
revolucionario en un momento en que parecía haber entrado en declive.

Segunda etapa

La mayor aportación a la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt por parte de su segunda


generación se centra en dos obras hoy en día consideradas clásicos del pensamiento del
siglo XX: “La dialéctica de la Ilustración” (1944) de Horkheimer y Adorno, y la “Minima
Moralia” (1951) de Adorno. En estas obras, la crítica al capitalismo se torna en una crítica
a la civilización occidental. De hecho en “La dialéctica de la Ilustración” la “Odisea”
aparece cómo paradigma de la conciencia burguesa.
La racionalidad de la civilización occidental es presentada como una fusión entre dominio
y racionalidad tecnológica, encaminada a someter tanto a la naturaleza interna como a la
externa. Sin embargo, en este proceso, el propio individuo es inevitablemente engullido.
Adorno, que había recibido educación musical, escribió “La filosofía de la música
moderna”, en la que, en esencia, critica el concepto de belleza, ya que considera que ha
pasado a formar parte de la ideología de la sociedad capitalista avanzada. El arte y la
música de vanguardia son las únicas formas de expresión que preservan la verdad al
captar la realidad del sufrimiento humano.

Tercera etapa

Desde 1950 hasta la muerte de Adorno en 1969 y de Horkheimer en 1973, se llevan a


cabo las aportaciones teóricas y metodológicas de la teoría crítica. Los teóricos críticos
reconocen que las formas de opresión de la sociedad capitalista han cambiado. Durante
esta etapa, el Instituo de Investigación Social se reestableció en Frankfurt (aunque muchos
de sus miembros se quedaron en Estados Unidos), con el objetivo no sólo de continuar
con sus investigaciones sino de convertirse en una fuerza dominante en la educación y la
democratización de la Alemania Occidental.
En esta tercera etapa, Horkheimer y Adorno se centraron en reformular la teoría crítica
para adaptarla a la nueva época. En “Dialéctica negativa”, Adorno se esfuerza en rehacer
la teoría crítica de forma que no pueda ser controlada por las estructuras de poder. Adorno
sugiere que el “pecado original” del pensamiento es su intento por eliminar todo lo que
no sea pensamiento. Esta reducción convierte al pensamiento en cómplice de la
dominación.
“Dialéctica negativa” marca el fin de la tradición frankfurtiana de situar al individuo como
blanco de sus críticas. Sin una clase obrera revolucionaria, la Escuela de Frankfurt ya no
tenía a nadie sobre quien apoyarse salvo el individuo. Esta postura ayudó a preparar el
camino para la cuarta fase de la Escuela de Frankfurt, marcada por la “teoría de la
comunicación” de Habermas.

Cuarta etapa

La obra de Habermas se centra en los intereses tradicionales de la Escuela de Frankfurt


(la racionalidad, el sujeto humano, la socialdemocracia, y la dialéctica), y supera una serie
de contradicciones que habían debilitado a la teoría crítica desde su concepción: las
contradicciones entre los métodos materialistas y trascendentales, entre la teoría social
marxista y las posturas individualistas del racionalismo crítico, y entre los fenómenos
culturales y psicológicos por un lado, y la estructura económica de la sociedad por otro.
La Escuela de Frankfurt había evitado hasta entonces adoptar una posición clara sobre la
relación entre los métodos materialistas y trascendentales, lo que había generado una gran
confusión entre sus lectores. La epistemología de Habermas sintetiza estas dos tradiciones
al demostrar que el análisis fenomenológico y trascendental puede ser incluido dentro de
una teoría materialista de evolución social, mientras que la teoría materialista sólo tiene
sentido como parte de una teoría trascendental de sabiduría emancipadora que es el reflejo
de la evolución cultural. La naturaleza a la vez empírica y trascendental de la sabiduría
emancipadora se convierte así en el cimiento de la teoría crítica.
Al situar las condiciones de la racionalidad en la estructura social del uso del lenguaje,
Habermas traslada el origen de la racionalidad del sujeto autónomo a los sujetos en
interacción. La racionalidad no es una propiedad de los individuos como tales, sino de las
estructuras de comunicación. Así Habermas consigue superar la postura ambigua del
sujeto en la teoría crítica tradicional. La sociedad capitalista tecnificada no debilita la
autonomía y la racionalidad del individuo a través de la dominación directa sobre el
mismo, sino a través de la suplantación de la racionalidad comunicativa por una
racionalidad tecnológica. Y, en su esbozo de la ética comunicativa como la etapa superior
dentro de la lógica interna de la evolución de los sistemas éticos, Habermas la situa como
potencial piedra angular de una nueva práctica política que incorporaría los imperativos
de la racionalidad evolutiva.
Personajes de la Escuela de Frankfurt
Max Horkheimer

Hijo de un fabricante judío, nació el 14 de febrero de 1895 en Stuttgart. Abandonó los


estudios en 1911 para aprender un oficio y ayudar en la fábrica de su padre y participó en
la I Guerra Mundial. Al finalizar esta, terminó el bachillerato y decidió estudiar Filosofía
y Psicología en Munich, Friburgo y Frankfurt, donde conoció a Theodor Adorno.
Defendió su tesis doctoral en 1922 bajo la dirección de Hans Cornelius, con un trabajo
sobre la antinomia del juicio teleológico. Tres años después presentaría su habilitación
con un trabajo sobre la crítica del juicio de Kant. En 1926 comienza a trabajar en la
Universidad de Frankfurt y se casa con Rosa Rieker. A partir de 1930 pasa a formar parte,
junto a Fromm y Marcuse, del Instituto para la Investigación Social (IIS), siendo
nombrado director del mismo al año siguiente. Entre 1932 y 1939 se encargaría de
mantener la publicación de la Revista para la Investigación Social. A esta época
pertenecen obras como Materialismo, metafísica y moral y otros artículos publicados en
la Revista de Investigación Social (RIS). En 1933, al cerrarse el instituto, se vio obligado
a abandonar Alemania, pasando por Suiza y terminando en la Universidad de Columbia
(Nueva York), donde Horkheimer instala el Instituto. A comienzos de los 40 escribirá,
junto a Adorno Dialéctica de la Ilustración. En los años 40 dirigió también un estudio
sobre el antisemitismo, publicando diferentes obras y artículos al respecto. En 1949
vuelve a Alemania y trabaja como profesor de Filosofía social en la Universidad de
Frankfurt, reabriendo un año después el Instituto. Entre 1951 y 1953 fue rector de esta
Universidad. En estos años continúa con sus estudios sociológicos y publica obras críticas
como Crítica de la razón instrumental, Ocaso, o Teoría tradicional y teoría crítica,
donde recopila artículos anteriores. En estos años su reflexión recupera a Schopenhauer
y la religión judía que aprendiera en su familia. En 1959, convertido ya en profesor
emérito, emigra a Lugano, donde continuará con su labor filosófica. Murió el 7 de julio
de 1973 en Nüremberg.

Theodor W. Adorno

Adorno nació el 11 de septiembre de 1903 en Frankfurt. Hijo de un comerciante de vino


y de una cantante italiana. Durante su época de estudiante entabló amistad con Sigfrid
Kracauer. Estudió música, psicología, filosofía y sociología, y durante su época
universitaria conoció a Max Horkheimer y Walter Benjamin. En 1924 defendió su tesis
doctoral sobre Husserl. En 1925 y 1926 fue alumno de Schönberg y Berg en Viena. En
1931 terminó su habilitación bajo la dirección de Paul Tillich, con un trabajo sobre la
construcción de lo estético en Kierkegaard. Durante los años 30 combinó su colaboración
con el Instituto para la Investigación Social (IIS) con otras tareas para revistas musicales
y culturales. Ante el aumento del totalitarismo y la persecución judía, Adorno emigró a
Oxford en 1934, ejerciendo la docencia en Merton. En 1938, un año después de su boda
con Gretel Karplus, emigró a Nueva York donde pasó a colaborar intensamente con el
IIS, instaurado temporalmente en la ciudad americana. Entre 1942 y 1944 se instala en
California y trabaja junto a Horkheimer en Dialéctica de la Ilustración. Entre 1944 y
1949 dirigió un proyecto de investigación sociológica en Los Ángeles centrado en el
estudio de la discriminación social. En 1949 vuelve a Alemania y reanuda su labor dentro
del IIS. En los 50 publica obras cumbres como Minima moralia y desarrolla nuevos
proyectos de investigación sobre el carácter totalitario y fascista. En 1959, un año después
de tomar la dirección del IIS, pasa a ser profesor de la Universidad de Frankfurt. En los
60 seguirá desarrollando su teoría sociológica, enfrentándose con Karl Popper, y
continuará manteniendo un claro compromiso político: aunque rechazaba cualquier forma
de manifestación violenta, su crítica se dirigía permanentemente contra todo abuso de
poder. A esta última década pertenecen obras tan importantes como Dialéctica
negativa, Estudios sobre Hegel, o Teoría estética.
INDUSTRIA CULTURAL
El concepto Industria Cultural fue desarrollado por Theodor Adorno y Max Horkheimer,
y aunque en un principio fue utilizado en singular, actualmente nos referimos a él en
plural: Industrias Culturales. Hace referencia a un conjunto de sectores encargados de la
creación, producción, exhibición, distribución y/o difusión de servicios y bienes
culturales, tales como el arte, el entretenimiento, el diseño, la arquitectura, la publicidad,
la gastronomía y el turismo. El concepto de sector nace a finales de los años setenta. A
posteriori, el concepto de Industrias Culturales no se entiende como tal hasta finales de
los años noventa, y así se desvincula del mercado, tal y como se hacía antes.
De las Industrias Culturales proviene el fenómeno conocido como Cultura de Masas.
ORÍGENES DEL CONCEPTO
El concepto fue introducido por los teóricos alemanes Theodor Adorno y Max
Horkheimer en el artículo "La industria cultural. Iluminismo como mistificación de
masas", escrito por ambos entre 1944 y 1947, y publicado en el libro "Dialéctica de la
ilustración. Fragmentos filosóficos" o "Dialéctica del Iluminismo", en otra traducción.
Supone una mirada crítica y profundamente pesimista sobre la función de los medios de
comunicación (cine, radio, fotografía), que estaba consolidándose en las sociedades
desarrolladas luego de la Primera Guerra Mundial. Adorno y Horkheimer analizan
especialmente la industria del entretenimiento ("amusement" en el texto) en Estados
Unidos, donde se encontraban exiliados, como efecto del avance del nazismo en su
Alemania de origen. Ambos pertenecen a la Escuela de Frankfurt.
Se conoce como Escuela de Fráncfort (o Escuela de Frankfurt) a un grupo de
investigadores que se adherían a las teorías de Hegel, Marx y Freud y cuyo centro estaba
constituido en el Instituto de Investigación Social, inaugurado en 1923 en Fráncfort del
Meno. También se les considera representantes de la teoría crítica que allí se fundó

Ambos autores expresan sus planteamientos en citas como las siguientes:

"El amusement es la prolongación del trabajo bajo el capitalismo tardío. Es buscado por
quien quiere sustraerse al proceso del trabajo mecanizado para ponerse de nuevo en
condiciones de poder afrontarlo. Pero al mismo tiempo la mecanización ha conquistado
tanto poder sobre el hombre durante el tiempo libre y sobre su felicidad, determina tan
íntegramente la fabricación de los productos para distraerse, que el hombre no tiene
acceso más que a las copias y a las reproducciones del proceso de trabajo mismo. El
supuesto contenido no es más que una pálida fachada; lo que se imprime es la sucesión
automática de operaciones reguladas. Sólo se puede escapar al proceso de trabajo en la
fábrica y en la oficina adecuándose a él en el ocio. De ello sufre incurablemente todo
amusement. El placer se petrifica en aburrimiento, pues, para que siga siendo placer, no
debe costar esfuerzos y debe por lo tanto moverse estrechamente a lo largo de los rieles
de las asociaciones habituales. El espectador no debe trabajar con su propia cabeza:
toda conexión lógica que requiera esfuerzo intelectual es cuidadosamente evitada."1

Años más tarde (1967), Adorno retoma esta idea y la profundiza en el texto "La
industria cultural":

"Los comerciantes culturales de la industria se basan, como dijeron Brecht y Suhrkamp


hace ya treinta años, sobre el principio de su comercialización y no en su propio
contenido y su construcción exacta. Toda la praxis de la industria cultural aplica
decididamente la motivación del beneficio a los productos autónomos del espíritu. Ya que
en tanto que mercancías esos productos dan de vivir a sus autores, estarían un poco
contaminados. Pero no se esforzaban por alcanzar ningún beneficio que no fuera
inmediato, a través de su propia realidad. Lo que es nuevo en la industria cultural es la
primacía inmediata y confesada del efecto, muy bien estudiado en sus productos más
típicos. La autonomía de las obras de arte, que ciertamente no ha existido casi jamás en
forma pura, y ha estado siempre señalada por la búsqueda del efecto, se vio abolida
finalmente por la industria cultural."2

Adorno y Horkheimer establecen, con esta conceptualización crítica de las producciones


culturales difundidas por los medios masivos de comunicación, una clara jerarquización
negativa respecto de las obras de arte tradicionales, así como del condicionamiento que
esto supone para los artistas que las producen.
"La industria cultural puede jactarse de haber actuado con energía y de haber erigido
como principio la transposición —a menudo torpe— del arte a la esfera del consumo, de
haber liberado al amusement de sus ingenuidades más molestas y de haber mejorado la
confección de las mercancías. Cuanto más total ha llegado a ser, cuanto más
despiadadamente ha obligado a todo outsider a quebrar o a entrar en la corporación,
tanto más fina se ha vuelto, hasta terminar en una síntesis de Beethoven con el Casino
de París."3

Por ejemplo, dirán respecto a los dibujos animados, como una de las formas en las que la
industria cultural "defrauda continuamente a sus consumidores respecto a aquello que les
promete":
"Los dibujos animados eran en una época exponentes de la fantasía contra el
racionalismo. Hacían justicia a los animales y a las cosas electrizados por su técnica,
pues pese a mutilarlos les conferían una segunda vida. Ahora no hacen más que
confirmar la victoria de la razón tecnológica sobre la verdad. Hace algunos años tenían
una acción coherente, que se disolvía sólo en los últimos minutos en el ritmo endiablado
de los acontecimientos. Su desarrollo se asemejaba en esto al viejo esquema de la
slapstick comedy. Pero ahora las relaciones de tiempo han cambiado. En las primeras
secuencias del dibujo animado se anuncia un tema de acción sobre el cual se ejercitará
la destrucción: entre los aplausos del público el protagonista es golpeado por todos como
una pelota. De tal forma la cantidad de la diversión organizada se transfiere a la calidad
de la ferocidad organizada. Los censores autodesignados de la industria
cinematográfica, unidos a ésta por una afinidad electiva vigilan la duración del delito
prolongado como espectáculo divertido. La hilaridad quiebra el placer que podría
proporcionar, en apariencia, la visión del abrazo, y remite la satisfacción al día del
pogrom. Si los dibujos animados tienen otro efecto fuera del de acostumbrar los sentidos
al nuevo ritmos es el de martillar en todos los cerebros la antigua verdad de que el
maltrato continuo, el quebrantamiento de toda resistencia individual es la condición de
vida en esta sociedad. El Pato Donald en los dibujos animados como los desdichados en
la realidad reciben sus puntapiés a fin de que los espectadores se habitúen a los suyos."4

En sus trabajos preliminares, Horkheimer y Adorno se referían al término “cultura de


masas”, que posteriormente reemplazaron con la expresión “Industria Cultural” para
diferenciar la forma de arte popular, caracterizado por ser estandarizado y producido en
serie (radio, cine, editoriales, música), de la forma artística más pura asociada al trabajo
del artista independiente (artes plásticas, visuales, escénicas).

Jürgen Habermas

Nació el 18 de julio de 1929 en Düsseldorf. Estudió filosofía, psicología, literatura


alemana y economía en la Universidad de Gotinga, Zurich y Bonn, donde defendió su
tesis doctoral sobre Schelling. En 1955 contrajo matrimonio con Ute Wesselhoeft y al
principio trabajó como periodista, hasta que Adorno le invitó a formar parte del
reinaugurado Instituto para la Investigación Social (IIS) en Frankfurt. Allí entra en
contacto con la Investigación Social empírica y reorienta sus intereses hacia la teoría
crítica de la sociedad. En 1961 defiende su habilitación, centrada en el concepto de
sociedad civil. Pasó así a ser profesor de la Universidad de Heidelberg, aunque siguió
colaborando con el IIS con un proyecto de investigación sobre el movimiento estudiantil.
Entre 1964 y 1971 ejerció como profesor en la Universidad de Frankfurt, y se convierte
en uno de los principales representantes de la Teoría Crítica, publicando obras
como Conocimiento e interés. En 1971 se traslada a Starnberg como director del Instituto
Max Planck, continuando con su labor de investigación, con obras como Problemas de
legitimación en el capitalismo tardío. En esta época recibe el reconocimiento de
diferentes círculos intelectuales, materializado en diversos premios: el premio Hegel
(Stuttgart, 1974), el premio Sigmund Freud (Darmstadt, 1976), y con el premio Adorno
(1980). En 1981 publica su obra más importante: Teoría de la acción comunicativa y en
1983 es nombrado miembro de la Academia Alemana de la Lengua y la Poesía en
Darmstadt. Entre 1983 y 1994 trabaja como profesor de Filosofía Social y Filosofía de la
Historia de la Universidad de Frankfurt, publicando obras como Conciencia moral y
acción comunicativa, o El discurso de la modernidad. Es nombrado doctor honoris causa
por múltiples universidades y en Facticidad y validez reivindica una teoría normativa del
Estado de derecho. Desde entonces no ha parado de recibir el reconocimiento
internacional en forma de premios, y ha ido ocupando un lugar cada vez más relevante en
el panorama intelectual no sólo alemán, sino también europeo, de modo que su
pensamiento se ha convertido en un auténtico referente moral de nuestro tiempo.

Walter Benjamin

Filósofo, filólogo e historiador del arte, se especializó en temas de teoría de la literatura,


en teoría del arte y en historia. Obras como El concepto de crítica de arte en el
romanticismo alemánLa obra de arte en la época de su reproducibilidad técnica o El
origen del drama barroco alemán se han convertido en clásicos de referencia obligada en
el campo de la estética. Sus intereses filosóficos le llevaron a estudiar el marxismo y
entabló también amistad con Bertold Brecht. Sus escritos sobre filosofía de la historia y
los contactos que mantuvo con Adorno, y con otros miembros de la Escuela de Frankfurt,
le hubieran convertido en uno de sus autores más importantes, de no ser por la prematura
muerte de Benjamin en 1940.

Erich Fromm

Psicólogo alemán, especializado en el psicoanálisis. Formó parte de la Escuela de


Investigación Social, que terminó abandonando por diferencias interpretativas de la
teoría de Freud. Si hay que caracterizar la teoría psicológica de Fromm con una sola
palabra, la más adecuada sería, sin lugar a dudas, “humanismo”. A través de obras
como El arte de amar, Ser o tener, o El miedo a la libertad, Fromm construye una
crítica a las sociedades occidentales, a la vez que intenta ofrecer al individuo posibles
vías de escape a la instrumentalización a la que le somete la sociedad.

Georg Lukács

Filósofo y crítico literario húngaro, especializado en el marxismo. Estudió con Ernst


Bloch, y también se interesó por el neokantismo. En su obra Historia y conciencia de
clase, intenta renovar y prolongar la interpretación marxista de la sociedad,
repensándola a la altura de su tiempo. Su labor como intérprete y continuador de la
tradición marxista le llevó a ser miembro fundador de la Escuela de Frankfurt.
Herbert Marcuse
Filósofo alemán, que durante unos años trabajó dentro de la Escuela de Frankfurt. Los
temas centrales de su pensamiento giran en torno a la crítica de las sociedades capitalistas
occidentales. Entre sus obras más destacadas, hay que citar Eros y civilización y El
hombre unidimensional. Su pensamiento jugó un importante papel en las revueltas
estudiantiles de los años 60, cuando Marcuse se convirtió en uno de los filósofos que
inspiraron estos movimientos.
EL HOMBRE UNIDIMENSIONAL [One-Dimensional Man, 1964] es una obra de
Herbert Marcuse publicada por primera vez en castellano en 1965. Este autor enmarca su
ensayo en lo que conocemos como Teoría Crítica, una corriente vinculada con un
compromiso social emancipatorio de las estructuras establecidas en la sociedad moderna.
EL TOTALITARISMO DE LA SOCIEDAD INDUSTRIAL AVANZADA
Marcuse analiza las sociedades industriales avanzadas del mundo occidental que, según
él, esconden rasgos totalitarios bajo su apariencia democrática y liberal. Ofrece al lector
una crítica de dos formas represoras en la época de la Guerra Fría, tanto el capitalismo
occidental como el modelo soviético de socialismo. Para ello Marcuse argumenta que la
sociedad industrial avanzada crea falsas necesidades, las cuales integrarían al individuo
en el existente sistema de producción y consumo, focalizado a través de los medios de
comunicación masiva, la publicidad y el sistema industrial. Este sistema daría lugar,
según el autor, a un universo unidimensional, con sujetos con "encefalograma plano",
donde no existe la posibilidad de crítica social u oposición a lo establecido.

Marcuse también analiza la integración de la clase trabajadora en la sociedad capitalista


y las nuevas formas de estabilización. Todo esto, cuestionando los postulados clásicos de
un proletariado inevitablemente revolucionario. La conclusión de Marcuse es que el
sujeto revolucionario no puede estar constituido ni por el subproletariado urbano ni por
los intelectuales. La solución, según el autor, es "despertar y organizar la solidaridad en
tanto que necesidad biológica para mantenerse unidos contra la brutalidad y la
explotación humanas". El hombre unidimensional está considerado por muchos
intelectuales como el libro más subversivo del siglo XX, lo que le originó críticas por
parte de los marxistas ortodoxos y los académicos de varios comités políticos y teóricos.
A pesar de este pesimismo, la obra tuvo una gran influencia en la Nueva Izquierda, ya
que articuló su creciente desprecio hacia las sociedades capitalistas y socialistas
soviéticas.

LÓGICA DE LA DOMINACIÓN
Para Marcuse, la modernidad supone que el consumismo contribuye a una
mercantilización de la cultura y a una tecnificación cosificadora de la conciencia. El
control funcionaría, de esta forma, como una articulación de asimilación, presión y
seducción, donde el papel de la comunicación industrial sigue siendo ineludible. Un caso
concreto donde se aprecia bien este control, según algunos autores, es en el apogeo del
individualismo, que se presenta como autosuficiente y prepotente. Siguiendo a Marcuse:
"El individuo unidimensional se caracteriza por su delirio persecutivo, su paranoia
interiorizada por medio de los sistemas de comunicación masivos. Es discutible hasta la
misma noción de alienación porque este hombre unidimensional carece de una dimensión
capaz de exigir y de gozar cualquier progreso de su espíritu. Para él, la autonomía y la
espontaneidad no tienen sentido en su mundo prefabricado de prejuicios y de opiniones
preconcebidas".

Friedrich Pollock
Economista, sociólogo y filósofo, especializado en el marxismo. Fue el encargado de
desarrollar toda la vertiente económica del proyecto de Teoría Crítica. Como otros
miembros de la Escuela , se vio obligado a emigrar a Nueva York en 1933. A su vuelta,
trabajó como profesor de la Universidad de Frankfurt, dedicando sus esfuerzos a la crítica
del capitalismo y a los mecanismos económicos que puedan llegar a ejercer diferentes
grados de dominación sobre el ser humano.

La influencia de la escuela de Frankfurt en la historia

Relativismo moral: Freud y la Escuela de Frankfurt


No existe ninguna prueba científica que demuestre la existencia del subconsciente, del
“id”, del complejo de Edipo, o de ningún otro concepto freudiano de importancia. Freud
dijo una vez que el psicoanálisis era como una religión: no se puede demostrar, pero se
debe aceptar como cuestión de fe. De hecho, una vez Carl Jung escribió a Freud una carta
sugiriéndole que estableciera públicamente el psicoanálisis como una religión formal;
Freud rechazó la sugerencia. Sin embargo, es posible que fuera este aspecto religioso lo
que llevó a la Escuela de Frankfurt a fijarse en Freud en los años 30.
El húngaro Georg Lukacs fundó la Escuela de Frankfurt con el objetivo de provocar
cambios sociales masivos. Lukacs era marxista, pero la técnica que planteó es válida para
cualquier otra ideología. Lukacs decía que había que sumir a las personas en el
pesimismo, que había que hacerlas creer que vivían en un “mundo olvidado por Dios”.
Al mismo tiempo, el nuevo movimiento social que se intentaba crear debería poseer las
características de una religión, aunque, por supuesto, sin la figura de un Ser Supremo. De
hecho, Lukacs llegó a estudiar en profundidad la secta de Baal Shem, una secta cabalista
judía, además de varias herejías medievales cristianas, con el propósito de encontrar lo
que él llamaba “ideas mesiánicas” que pudiesen ser incorporadas al marxismo.
Las teorías de Freud encajaban perfectamente con lo que andaba buscando; era como
volver a las sectas gnósticas de la Edad Media. Suponía el regreso de los demonios, sólo
que ahora el mal surgía de la mente de cada uno, y se necesitaban nuevos sacerdotes para
salvar a la humanidad. La divulgación de las teorías de Freud por la Escuela de Frankfurt
es la razón fundamental por la que el psicoanálisis llegó a ser tan influyente en Estados
Unidos tras la II Guerra Mundial. La Escuela de Frankfurt ayudó a mucha gente a darse
cuenta del mal estado de su salud mental; de como debían romper con las imposiciones
autoritarias que les volvían neuróticos, de cómo debían resistirse a la imposición de
valores universales y aferrarse a un sano hedonismo individualista.
Ahora bien, la teoría de Freud distaba mucho de ser perfecta. Freud decía que la
personalidad de cada individuo era el resultado de la interacción de la biología—esto es,
de los impulsos instintivos humanos transmitidos por herencia de generación en
generación—con las experiencias propias del proceso de crecimiento y maduración en el
seno de una familia. Freud pensaba que todas las personas eran muy similares entre sí,
porque los impulsos instintivos eran los mismos para todo el mundo y porque las
estructuras familiares diferían muy poco. La Escuela de Frankfurt corrigió a Freud al
afirmar que cada cultura presentaba unos rasgos psicológicos distintivos, porque las
distintas estructuras familiares transmiten ideas de autoridad y moralidad de formas muy
distintas.
De esta manera, para conseguir liberar el “eros” y lograr una mente sana, lo más
importante es descubrir aquello que distingue a una cultura de las demás. Y estas
diferencias no vienen dadas por la genética sino por la cultura, transmitida a través de las
familias. Así, la Escuela de Frankfurt logró demostrar científicamente que la mentalidad
de los negros no es la misma que la de los blancos, y no por diferencias genéticas sino
porque las culturas de ambas razas son, en esencia, distintas.
Basándose en esta afirmación, la Escuela de Frankfurt pasó a defender que todos los
valores morales son relativos. Y es por esto que, hoy en día, la corriente de pensamiento
dominante entiende que los valores universales son propios del autoritarismo, y que las
estructuras familiares deben ser cambiadas, o incluso destruidas, para dejar de imponer
estos valores obsoletos a los jóvenes.

La construcción de la New Left

Aunque la formaron una corriente distinta, la New Left tiene muchos elementos de la
Escuela de Frankfurt.

La historia entera de la izquierda se desarrolla en lo que podríamos llamar Europa


continental, y aun en muy pocos países de ella. Siempre se ha dicho que en Estados
Unidos no ha habido un verdadero socialismo y que el laborismo ingles es fenómeno asaz
particular como para que tenga una fácil exportación.

Esto ha sido así hasta que el siglo XX dobla su primera mitad. El marxismo se dispone a
pasar el canal e incluso, con los primeros superconstelations (aviones de grandes
dimensiones para pasajeros), da el salto atlántico. En Inglaterra se difunde la
poderosísima The New Left Review y en estados Unidos se teje el efímero, pero
enormemente influyente, movimiento de la Nueva Left.

La nueva izquierda se define así en Estados Unidos más por oposición a la vieja izquierda
liberal y en parte trotskista que por mimetismo de sus parientes ingleses. No se trataba
tanto de una rebelión generacional como un intento, por parte de los jóvenes, de poner
punto, de realizar de verdad las aspiraciones de sus padres.
Los primeros líderes estudiantiles de finales de los cincuenta y primeros sesentas fueron
en USA lo que se llamo red diaper babies o niños de los pañales rojos. Procedían de
familias neoyorquinas con un fuerte peso judío e inmigrante, receptoras del marxismo
europeo y también de Freud. Pronto se amplía la base y se añaden algunos líderes de
color, feministas y otros activistas universitarios que se enfrentan a la sangría de Vietnam
y la insubordinación de las minorías. Todo demasiado heteróclito, demasiado efímero,
aunque solo fuera por la condición estudiantil de muchos de sus miembros. Frente a lo
que ha podido decirse, los líderes de la New Left eran, por lo general, estudiantes
aplicados. La new Left no llego nunca a ser una organización y mucho menos un partido
político. Su éxito fue instantáneo en los campos universitarios en un momento de
afluencia económica que permitía una enorme autonomía a los jóvenes.

A costa de su propia disolución , en el corto periodo que va de 1968 a 1972 la New Left
triunfó en determinadas operaciones concretas en las puso un a enormes dosis de
pragmatismo: el fin de la tranquila sumisión de la raza negra, la retirada de Vietnam que
tuvo que hacer el ejercito mejor pertrechado de toda la historia , el replanteamiento de
ciertos aspectos de las relaciones interpersonales (Igualdad de la mujer, despenalización
del aborto o de las relaciones homosexuales), que desde entonces han seguido su marcha
inexorable en todo el mundo. En síntesis, la New Left triunfo precisamente por pasar a
ser lo que mas le repugnaba: reformista. De ahí que las condiciones para una revolución
terminen en 1968 con el estallido de una esporádica rebelión estudiantil.

La New Left, frente a la vieja izquierda, se resuelve en una cuestión de estilo, de talante
estético. Es la distancia que va del jazz al rock. L a vieja izquierda americana se había
cultivado en la atmósfera aislacionista y depresiva de los años treinta. Sus hijos se mueven
en el clima internacionalista y económicamente afluente de la era kenediana y la de sus
sucesores. La vieja izquierda se cierra en Nueva York y la nueva izquierda se abre en
numerosos campus universitarios, de modo singular en la zona de Chicago y en la de San
Francisco. La vieja izquierda era más que nada antifascista, y en algunos casos
admiradoras de la revolución bolchevique; de ahí su compromiso con la guerra civil
española. La nueva izquierda mira con suspicacia el experimento soviético y lo que le
preocupa es el Friendly Fascism (un sugestivo titulo de Bertram Gross).

La vieja izquierda estaba encantada con la planificación estatal. La nueva izquierda es


antiburocrática, antiautoritaria y pacifista. Su compromiso es contra la guerra de Vietnam
y en todo caso a favor de las luchas guerrilleras de liberación de ciertas minorías raciales
o de algunos países coloniales. A la vieja izquierda le fascina el Marx de El capital y a la
nueva izquierda le encanta el joven Marx, que permite hablar de la alineación y de la
liberación personal. La vieja izquierda se sentía agradecida de la recepción de los Estados
Unidos había dispensado a los emigrantes políticos de Europa.
La nueva izquierda abjura del nacionalismo americano,(y, por tanto , del anticomunismo
en que desembocaban tantos viejos izquierdistas) y proyecta la mala conciencia que
supone vivir bien como supone vivir bien como consecuencia del centralismo del imperio
americano. Para los viejos izquierdistas los problemas son parte de la solución. Para los
nuevos izquierditas la solución es parte del problema. Lo que para los primeros es
pragmatismo, para los segundos es oportunismo. La vieja izquierda todavía iba en busca
del histórico proletariado. La nueva izquierda se construye en el proletariado sustitutivo.
No se sabe quién se equivocó más. Los viejos izquierdistas escribían libros. Los nuevos
líderes estudiantiles de los años 60 redactan manifiestos, hacen declaraciones por
televisión y emborronan las paredes con pintadas. El hito de 1968 es un aviso de la temible
crisis, el apogeo y el anuncio del fin de la guerra vietnamita, las ultimas manifestaciones,
masivas y extendidas a todo el mundo, de la protesta estudiantil.

Marcuse, miembro de la Escuela de Frankfurt, mantiene un doble papel: académico y


conservador en el campo profesional y fuera de él una actitud militante, belicosa, y
enormemente influyente.

LA REVOLUCIÓN SEXUAL

Numerosos miembros de la escuela de Frankfurt influyeron de manera muy importante


en la construcción de una nueva visión de la naturaleza humana en relativo a la índole
sexual. Libros que marcaron época fueron El arte de amar de Fromm o El orgasmo
femenino de Reich o las obras de Freud que se reanimaron. Este cambio de visión de las
relaciones humanas hizo replantearse la moralidad sexual junto al comportamiento
humano en general. Las nuevas teorías sostienen que la moral reinante era represiva y
exigían una mayor libertad en la variedad de comportamientos sexuales.
La revolución sexual fue aprovechada por las mujeres para exigir la igualdad en derechos
e innovar comportamientos. Uno de los conceptos mas importantes y ya utilizados en el
siglo anterior era el Amor libre de marcada ideología anarquista.

De los grupos sociales más influenciados por estas teorías son los hippies, famosos por
sus ideales del amor y la paz.

Los valores eran el hedonismo y el culto al cuerpo, el liberacionismo como la separación


del sexo de la procreación (con los avances científicos en el campo de los anticonceptivos
llegó a ser posible), autonomía juvenil y el desprecio a la jerarquía y a la autoridad.

LOS MOVIMIENTOS FEMINISTAS

Esta nueva forma de vivir la sexualidad en una sociedad cerrada, motivó los movimientos
feministas con una clara diferencia de los movimientos de principio de siglo, las
sufragistas, el movimiento renació con unos propósitos mucho mas ambiciosos: además
de la igualdad de genero y otros derechos como el del aborto, proponían un nuevo modelo
en la relación entre hombres y mujeres, en la constitución misma de la identidad personal
y en la de la célula social básica que regula estos procesos: la familia.

¿A que se debe esta situación? Por ese entonces (el periodo 1950-1960) había desigual de
sexos, de razas, de clases sociales, países industrializados y tercermundistas…etc. Esto
seria el campo de cultivo para la ampliación de los derechos civiles. El progreso
tecnológico había creado las condiciones para una liberación respecto de la obligación
del trabajo, para una ampliación del tiempo libre. Marcuse considera que ello permitirá
la liberación de las potencialidades reprimidas que, “así liberadas, crearán nuevas
formas de realización y de descubrimiento del mundo, que a su vez otorgarán una nueva
forma al reino de la necesidad, a la lucha por la existencia. Así se dan las condiciones
para el surgimiento de una sociedad no represiva en la que se viva la felicidad del Eros
liberado, la lógica de la satisfacción y no ya la de la represión”.

El feminismo es la expresión de la insatisfacción que sufrían millones de mujeres


recluidas entre las pareces de su hogar en esforzado cumplimento del papel de las
campañas de feminización que se les había asignado: el papel de ama de casa, esposa y
madre feliz, puso en evidencia el desfase entre la retórica y la realidad, una realidad que
se demostraba vacía y frustrante. En 1969 se muestra el culmen de la causa feminista al
tambalearse todas las bases del pensamiento capitalista. Las mujeres por su parte,
sintieron que estas propuestas de transformación no las incluían e iniciaron la rebelión.

El resultado fue un movimiento pluralista y flexible que fomentaba el trabajo colectivo,


organizado en pequeños grupos de autoconciencia donde las mujeres pudieran compartir
su experiencia individual, que rechazaba en lo posible la burocratización, pero sobre toda
la jerarquización.,

Del movimiento feminista se escindió una rama radical que consideraba al grupo
femenino como grupo social oprimido y defendía una acción firmemente solidaria de las
mismas frente a su contradicción fundamental: el hombre solo o en conjunto, afirmando
que la compresión de la condición femenina debía provenir exclusivamente de análisis
realizados por mujeres.

LAS REVOLUCIONES ESTUDIANTILES.

1968 fue el año de las revoluciones estudiantiles, de estas la que más destaco fue el Mayo
francés en los que influyo Marcuse azuzando a los estudiantes a resistir junto a otras
figuras filosóficas como Sartre. El mayo del 60 no es una clase ni un partido ni un grupo
revolucionario quienes intentan, de verdad, tomar el poder. En su lugar, es la imaginación
la que desea sustituir al poder represor. El conflicto es entre estudiantes y policías, una
lucha desigual. Lo más destacable de este acontecimiento fue la propaganda y sus
eslóganes: Debajo de los adoquines está la playa, Prohibido prohibir.
Seamos realistas, pidamos lo imposible. Esta rebelión pronto se expande por Francia
donde más de la mitad de población trabajadora no campesina está en huelga. La ideología
del Mayo francés es una mezcla de elementos voluntaristas, lúdicos, de exaltación de la
juventud y de rechazo de la autoridad y la jerarquía. También destacan la apelación a la
acción directa, un cierto gusto por la lógica surrealista, el desencanto del comunismo y el
espontaneísmo juvenil, todo ello con la idea de que escandalizase a las clases bien
pensantes.
El general De Gaulle ante esta situación decide enderezarlo y advierte en unos de sus
discursos con una frase muy irónica criticando el tono infantiloide: el recreo se ha
terminado. Aunque los sucesos del Barrio Latino logran una difusión mundial, el
moviendo decaerá ya que no alterara ni un ápice la estructura del poder. La contra
manifestación gaullista de Pentecostés de 1968 resulta mucho mas voluminosa que todas
las manifestaciones anteriores y todo quedo en un inacabable derroche de palabras. Más
el Mayo del 68 mas que una revolución, fue un espíritu de lucha muy atractivo, todavía
hoy reindinvicado.

CRÍTICAS A LA ESCUELA DE FRANKFURT

La Escuela de Frankfurt ha sido atacada desde numerosos frentes. Los liberales y los
tradicionalistas atacan a la Escuela de Frankfurt por entender que es una forma de
“marxismo cultural” que ataca a los valores tradicionales ya la familia. Desde la izquierda,
hay posturas críticas con la Escuela de Frankfurt que opinan que no es más que una crítica
romántica y elitista de la cultura de masas disfrazada de neomarxismo. Los marxistas
critican a la teoría crítica por ser una expresión de idealismo burgués que no guarda
ninguna relación inherente con la práctica política ni con ningún movimiento
revolucionario actual.

Karl Popper criticaba a la Escuela por haberse desentendio de la promesa de Marx de un


futuro mejor: “La condena de Marx de nuestra sociedad tiene sentido porque la teoría de
Marx contiene la promesa de un futuro mejor. Pero su teoría pierde todo su sentido su se
la extirpa de esta promesa, como han hecho Adorno y Horkheimer.

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