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Introducción
Este capitulo intenta contribuir a la busqueda de bases teoricas para poder desarrollar una
teoria critica de la educación. Dentro de esta tarea, la noción de teoría crítica tiene doble
significado.
Primero: se refiere a la herencia del trabajo teórico desarrollado por miembros de la Escuela
de Frankfurt. Esto sugiere que la teoría crítica no fue compartida sin problemas por todos
los miembros de esa escuela. Pero aunque no podemos señalar una sola teoría crítica
universalmente compartida, sí podemos señalar el intento común de evaluar las nuevas
conformaciones del capitalismo que surgieron junto con las formas cambiantes de
dominación que les acompañaron.
De manera similar, hubo un intento de los miembros de esta Escuela de repensar y
reconstruir radicalmente el significado de la emancipación humana, un proyecto que difiera
del proyecto del marxismo ortodoxo.
En este capitulo argumento la importancia de la teoría crítica original y de las ideas que
ofrece al desarrollo de un fenómeno crítico para una teoría de pedagogía radical. Al hacer
esto me concentro en el trabajo de Adorno, Marcuse y Horkheimer.
Para la Escuela de Frankfurt, la crisis de la razón está asociada con crisis más generales de
la ciencia y de la sociedad como un todo. Esto habla de 2 aspectos fundamentales del
pensamiento de la Escuela. Primero, la única solución a la crisis presente está en el
desarrollo de la noción de autoconciencia de la razón, que incluya elementos de crítica así
como de voluntad humana y acción transformadora. Segundo, confiar a la teoría la tarea de
rescatar la razón de la racionalidad positivista. La Escuela opinó que el positivismo había
surgido como la expresión ideológica final de la Ilustración. La victoria del positivismo fue el
punto bajo del pensamiento de la Ilustración. El positivismo fue el enemigo de la razón más
que su agente y emergió en el siglo XX como una nueva forma de administración y
dominación social. Friedman dice:
“Para la Escuela de Frankfurt, el positivismo constituyó el punto final de la Ilustración. La
función social de la ideología del positivismo fue la de negar la facultad crítica de la razón
permitiendo solo operar en el terreno de los hechos fácticos. Al hacer esto ellos negaron a
la razón un momento crítico. La razón, bajo la regla del positivismo, admira el hecho. Su
función es caracterizar al hecho. Su tarea termina cuando ha afirmado y explicado el hecho.
La Escuela de Frankfurt definía al positivismo como una amalgama de diversas tradiciones
que incluían el trabajo de Saint-Simon y Comte, el positivismo lógico del círculo de Viena,
los primeros trabajos de Wittgenstein, y las formas más recientes de la lógica empirista y
pragmática que dominan las ciencias sociales de Occidente. Cada tradición ha sostenido la
meta de desarrollar formas de cuestionamiento social regulado por las ciencias naturales y
basadas en principios metodológicos dogmáticos: la observación y la cuantificación.
Marcuse ofrece tanto una definición general del positivismo como las bases para algunos de
los cuestionamientos de la Escuela de Frankfurt:
“Desde su primer uso, probablemente en la escuela de Saint-Simon, el término “positivismo”
ha encerrado: 1) la rectificación del pensamiento cognoscitivo mediante la experiencia de
los hechos; 2) la orientación del pensamiento cognoscitivo hacia las ciencias físicas como
un modelo de certidumbre y exactitud; 3) la fe de que el progreso en el conocimiento
depende de esta orientación. Entonces, el positivismo es una lucha contra toda metafísica,
trascendentalismo e idealismo como formas de pensamiento regresivos y oscurantistas”.
Según Horkheimer, el positivismo presentaba una noción de conocimiento y ciencia que
despojaba a ambos de sus posibilidades críticas. El conocimiento fue reducido al dominio
de la ciencia, y la ciencia se limitaba a la actividad científica de la descripción, clasificación y
generalización de los fenómenos. Junto con esa postura destacan las ideas de que el
conocimiento deriva de la experiencia sensible y de que el ideal que persigue tiene lugar en
un universo matemáticamente formulado, un sistema que asegura el cálculo de la
probabilidad de ocurrencia de todos los eventos.
La Escuela retoma la idea de Nietzsche de que “no es la victoria de la ciencia lo que
caracteriza al siglo xix, sino la victoria del método científico sobre las ciencias.
Segun la Escuela, la supresión de la ética en la racionalidad positivista excluye la autocrítica
o, más específicamente, la posibilidad de cuestionar su propia estructura normativa. Los
hechos se separan de los valores, la objetividad socava (destruir, debilitar) la crítica.
Según la Escuela, la consecuencia de la racionalidad positivista y su visión tecnocrática,
representan una amenaza a la noción de subjetividad y al pensamiento crítico. (tecnocracia:
sistema político que defiende el predominio de los técnicos o de los criterios técnicos en el
ejercicio del poder). A través de un contexto libre de compromisos éticos, el positivismo se
casó con el inmediato mundo de los “hechos”. La cuestión en esencia -de la diferencia entre
el mundo cómo es y cómo podría ser- es reducida a la tarea metodológica de recolectar y
clasificar los hechos. Los problemas relacionados con: la génesis, desarrollo y noción
normativa de los conceptos que seleccionan, organizan y definen los hechos está fuera de
las preocupaciones de la racionalidad positivista.
Como no reconoce los factores que están detrás del “hecho”, el positivismo congela al ser
humano y a la historia. Por supuesto, el positivismo no es insensible a la historia, sino que
sus nociones básicas de objetividad, teoría y valores, sus modos de investigación, etc., son,
paradójicamente, resultado de la historia. En otras palabras, el positivismo puede ignorar a
la historia, pero no puede escapar de ella. Hay que decir que las categorías fundamentales
del desarrollo sociohistórico ponen enfasis en aquello que puede ser expresado, medido y
calculado en formas matemáticas precisas.“La realidad natural y las ciencias naturales no
conocen las categorías históricas fundamentales: conciencia y autocrítica, subjetividad y
objetividad, apariencia y esencia”.
El pensamiento positivista no reflexiona en las premisas de su paradigma, ignorando el
valor de la conciencia histórica y, como consecuencia, pone en peligro la naturaleza del
pensamiento crítico. Por ejemplo, un estudio empírico concluye que: los trabajadores
nativos en un país colonizado trabajan más lento que los trabajadores importados que
realizan el mismo trabajo de forma eficiente. Puede que esa respuesta sea correcta, pero
esta respuesta no dice nada sobre la noción de dominación o resistencia que presentan los
trabajadores dominados; o si los trabajadores nativos disminuyen su velocidad como un
acto de resistencia no está considerado aquí. Entonces, las nociones de intencionalidad y
contexto histórico son disueltas dentro de los límites de una metodología limitante y
cuantificable.
Para Adorno, Marcuse y Horkheimer, el fetichismo de los hechos y la creencia del valor de
la neutralidad era un error epistemológico. Dicha postura servía como una forma de
hegemonía ideológica que inculcó la racionalidad positivista con un conservadurismo
político que lo hizo un sostén ideológico del statu quo.
Por otro lado, el pensamiento dialéctico se refiere tanto a la crítica como a la reconstrucción
teórica. Este descubre los valores que a menudo son negados por el objeto social que es
analizado. La noción de dialéctica es crucial porque revela “las insuficiencias o
imperfecciones de sistemas de pensamiento ‘terminados’; revela cuando algo no está
completo aunque se afirme que sí lo está”.
A modo de reconstrucción teórica el pensamiento dialéctico señala el análisis histórico en la
crítica a la lógica conformista. El pensamiento dialéctico muestra el poder de la actividad
humana y del conocimiento humano como producto y fuerza en la configuración de la
realidad social. Pero el pensamiento dialéctico no hace eso para proclamar simplemente
que los humanos dan significado al mundo. Al contrario, el pensamiento dialéctico como
forma crítica argumenta que hay una conexión entre conocimiento, poder y dominación, por
lo que reconoce que algún conocimiento es falso, y que el último propósito de la crítica
debería ser el pensamiento crítico por el interés de un cambio social.
Pie de página: La noción de psicología profunda como categoría social y política no tuvo su
primera presentación en el trabajo de la Escuela de Frankfurt; sus raíces históricas, políticas
y teóricas comenzaron con los trabajos de Wilhelm Reich. Él ejerció una fuerte influencia en
Erich Fromm, uno de los primeros miembros de la Escuela de Frankfurt que mostró interés
en las investigaciones de Freud.
Wilhelm Reich comenzó su investigación bajo el supuesto de que el aumento del
autoritarismo en Europa y la voluntad de la clase trabajadora de participar en los
movimientos no podían ofrecer una respuesta a la cuestión de cómo era posible que los
oprimidos pudieran participar activamente en su propia opresión
Al intentar responder a estos problemas, los primeros trabajos de Reich hicieron una crítica
al marxismo ortodoxo. Para Reich y para la Escuela de Frankfurt, el marxismo “crudo” había
eliminado la noción de subjetividad y había cometido un error. El marxismo europeo había
fallado al no desarrollar la necesaria psicología política por su indiferencia a los problemas
de subjetividad y a la política de la vida cotidiana.
Reich planteó que el discurso de relaciones sociales o las producciones de los medios de
comunicación masivos funcionaban para producir la internalización de valores e ideologías
que inhibían el desarrollo de la conciencia social, individual y colectiva.
Erich Fromm mostró interés en el trabajo de Freud y tiene un lugar importante en el intento
de ubicar el psicoanálisis dentro de la teoría marxista. Como Reich, Fromm se interesó en el
intento de Freud por revelar los vínculos entre el individuo y la sociedad que aclararon la
dinámica de la represión psicológica y la dominación social. Más tarde rechazó algunas de
sus formulaciones respecto del trabajo de Freud, fue una reacción a la lectura revisionista
del psicoanálisis de Fromm.
CONCLUSIÓN
He presentado aspectos del trabajo de los teoricos críticos como Adorno, Marcuse y
Horkheimer, que ofrecieron ideas teóricas para el desarrollo de la teoría crítica de la
educación. Me he centrado en su crítica a la racionalidad positivista, a su concepción de la
teoria y a la reconstruccion crítica de la teoría de la cultura y, finalmente, a sus análisis de la
psicología profunda. Dentro del contexto de estas 4 áreas, los educadores radicales pueden
comenzar a reconstruir y aplicar las ideas de la teoría crítica a la enseñanza. Por supuesto,
trasladar el trabajo de la Escuela de Frankfurt a los términos que dan forma y enriquecen a
la teoría y práctica educativa radical será difícil. Esto es cierto, porque cualquier intento por
usar ese trabajo tendrá que comenzar con la comprensión de que este contiene defectos y
que no puede ser impuesto sobre una teoría de pedagogía radical. Lo cierto es que la teoría
crítica necesita ser reformulada para dar una oportunidad tanto de criticar como de elaborar
sus ideas más allá de las restricciones y condiciones históricas bajo las que originalmente
fueron generadas. El problema central es reformular las contribuciones centrales de la
teoría crítica con el fin de crear nuevas condiciones históricas, sin sacrificar el espíritu
emancipatorio que las generó.
TEORÍAS DE LA REPRODUCCIÓN
La preocupación central de las teorías de la reproducción es cómo funcionan las escuelas
en beneficio de la sociedad dominante. A diferencia del funcionalismo estructural, ellas
rechazan los supuestos de que las escuelas son instituciones democráticas que promueven
la excelencia cultural, que el conocimiento está exento de valoración, y los modos objetivos
de instrucción. Las teorias de la reproducción se enfocan en cómo el poder es usado para
mediar entre las escuelas y los intereses del capital. Enfocan su analisis en cóom las
escuelas usan sus recursos materiales e ideológicos para reproducir las relaciones sociales
y las actitudes necesarias para sostener las divisiones sociales de trabajo que se requieren
para la existencia de relaciones de producción. Estas teorías también comparten
percepciones diferentes de cómo el poder y el control funcionan en beneficio de la sociedad
dominante, tanto dentro como fuera de las escuelas.
Al hacer énfasis en la influencia y primacía del Estado o de su economía política en la teoría
y práctica educativas, estas teorías tienen un papel significativo en la exposición de los
supuestos y propósitos ideológicos que están detrás de las retóricas de neutralidad y
movilidad social, características de las perspectivas liberales y conservadoras de la
escolarización. Incluso, aunque estos acercamientos representen una ruptura teórica con
respecto a los paradigmas funcionalistas e idealistas en la teoría educativa, todavía están
dentro de una problemática que más que retar apoya a la lógica del orden existente. El
punto es que hay deficiencias en las teorías de la reproducción existentes, la más
importante es el rechazo a proponer una forma crítica que demuestre la importancia teórica
y práctica de las luchas contrahegemónicas.
Al fallar en el reconocimiento del grado en el que los oprimidos están constituidos por el
capital o en no reconocer esos aspectos de la vida diaria a los cuales la ideologia capitalista
es indiferente, las teorías reproductivistas estan atrapadas en la lógica reduccionista que
parece estar en contradiccion con la finalidad o con la posibilidad de desarrollar una teoria
radical de la educación.
Las primeras críticas a las teorías de la reproducción han señalado su determinismo
unilateral, su visión de la reproducción social y cultural y su frecuente forma de teorización
ahistórica.
Pie de página
“Las teorías de la resistencia han ido lejos al ver a las escuelas como instituciones
caracterizadas por formas de dominación ideológica. No encontramos en estas teorías la
idea de que las escuelas son también instituciones represivas que usan diversas coerciones
del Estado, incluyendo a la policía y a la corte, para imponer la asistencia involuntaria a la
escuela. Consecuentemente, en algunos casos, los estudiantes pueden permanecer
totalmente indiferentes a la ideología dominante de la escuela, con sus respectivas
recompensas y demandas” (etc. Pág 107).
Es necesario desarrollar una teoría de la pedagogía radical que señale la necesidad de una
conexión entre teoría crítica y acción social. Esta pedagogía debe estar sustentada en un
proyecto político que hable no solo por el interés en la libertad individual y en la
reconstrucción social, sino que también tenga relevancia inmediata para los educadores
como un modo viable de praxis.
Hay 2 posiciones principales que surgen de acercamientos reproduccionistas que
actualmente confían en modelos macrosociales para analizar la relación entre
escolarización y las sociedades capitalistas de los países industriales avanzados de
Occidente. Estas son:
a) Teorías de la reproducción social que tienen como ejemplos representativos el
trabajo de Althusser y de Bowles y Gintis.
b) Teorías de la producción cultural, con un enfoque en el trabajo de Bourdieu y sus
colegas, y en la investigación de Basil Bernstein.