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PARAGUAY Y LOS ACCIDENTES EN MOTOCICLETAS.

Podríamos relatar cientos de ellos con distintos nombres, edades, circunstancias y


detalles– sirve para comprobar la fragilidad del sistema de control que facilita
que personas de todas las edades, pero muy especialmente jóvenes, circulen en
motocicletas sin ningún tipo de posibilidad de sortear un eventual accidente.
Muchos de ellos aprenden a andar “sobre la marcha”, montados en su primera
motocicleta que han adquirido sin que se les someta a pruebas suficientes de
capacitación y desconociendo absolutamente cualquier regla de tránsito vigente y
sin ningún tipo de cuidado.

Paraguay es uno de los pocos países de América que ha adecuado su legislación a


las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que tienen
el objetivo de salvar vidas y disminuir la alta incidencia de accidentes con
secuelas que no solo producen la muerte de los motociclistas –aunque no
podemos considerarla un “mal menor”– sino que tienen el terrible saldo de
cientos de jóvenes que quedan con graves secuelas permanentes y que en muchos
casos, se convierten en una tarea difícil de afrontar para la familia, cuya realidad
se ve trastornada totalmente, debiendo asumir la responsabilidad de cuidar a
quienes en la flor de la edad, aumentan las tristes cifras de las incapacidades tota-
les o permanentes.

A pesar de estar a la vanguardia en el mundo en cuanto a legislación vigente, eso


no se refleja en la realidad que se vive a diario en el país, en la que los accidentes
de tránsito son demasiados y los de motocicletas son los de mayor incidencia.

Para aclarar más aún esta situación, basta mencionar que en Paraguay, las
mayores causas de muerte de personas de 19 a 35 años no son las enfermedades,
sino los accidentes de tránsito. La OMS publicó qué Paraguay es el sexto país a
nivel regional con más fallecidos en siniestros viales, con una tasa de 22,7
muertes por cada 100 mil habitantes, ocupa el segundo puesto en la región por
fallecimiento de motociclistas y es octavo en el mundo por la misma triste razón.

Esas cifras, según la propia OMS, está lejos de disminuir. Al contrario, de


acuerdo con datos preliminares, tienden a ir en aumento ya que existe una mayor
población con acceso a los biciclos y a otro tipo de vehículos, que se lanzan a
diario a las calles poniendo en peligro sus propias vidas y las de los demás.
Por ello es importante que se lleven a la práctica las instrucciones y sobre todo
las exigencias que ya figuran en la legislación que pocos cumplen. Así como
insistir con verdadera insistencia y sin pausa, en la formación de niños y
adolescentes en seguridad vial. Además de trabajar duro con las municipalidades,
la policía de tránsito y la ciudadanía en general. Todos sabemos que cambiar
profundamente lo que estamos haciendo mal desde hace tanto tiempo, no será
fácil ni se llegará a la excelencia en un instante. Pero no intentarlo a diario, en
todas las maneras posibles, será peor: seguirá costando vidas jóvenes y causando
mucho dolor a toda la sociedad

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