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primeros se aplicará el tipo del art. 143.2 o 3 (se castiga por homicidio por
imprudencia).
5.3. Causas de justificación y de inculpabilidad
El consentimiento no puede operar como causa de justificación. En cuanto a
otras causas de justificación, mal se concilia el cumplimiento de un deber con
estos comportamientos. Tampoco puede hablarse de un derecho a asistir a otro
en su propio suicidio.
Por lo que respecta al estado de necesidad y la eutanasia en particular, la
misma existencia del art. 143.3 expresa la refutación de tal solución y la
excluye.
En situaciones excepcionales- por lo general vinculadas con la familia del
sujeto pasivo-, podría entrar en juego una causa de exculpación (Art. 20.1
CP), o al menos una eximente incompleta o atenuante con el mismo
fundamento (Art. 21.1 y 3), añadiendo además los impulsos humanitarios o
de compasión, por analogía (art. 21.6).
5.4. Actos preparatorios y grados de ejecución
No son punibles los actos preparatorios
5.5. Concursos
Pueden concurrir entre si las diversas conductas tipificadas en el art. 143, que
se resolverá a través de las reglas generales sobre el concurso de normas (art.
8). Los delitos del art. 143 son de aplicación preferente en relación con los
homicidios simple o asesinato, cuando concurra al mismo tiempo alguno de
éstos
5.6. Penalidad
El tono general de las penas previstas es el de su reducción considerable en la
cooperación ejecutiva al suicidio (de seis a diez años de prisión) y en la no
ejecución (de dos a cinco años de prisión); no así con la inducción, que ha sido
objeto de un endurecimiento (de cuatro de ocho años de prisión).
Por lo que se refiere a la pena prevista para la eutanasia, la atenuación es
todavía mayor, pues partiendo de las penas establecidas para los tipos de
cooperación aquéllos verán rebajadas sus penas respectivas en uno o dos
grados. (Se pueden suspender las penas privativas de libertad inferior a dos
años- art.80).
6. EL DELITO DE ABORTO
Conviene aclarar que el aborto consiste en la causación de la muerte del
embrión o feto bien en el seno materno o bien provocando su expulsión
prematura.
Siguiendo a Molina Blázquez cabe establecer cuatro modelos de regulación en
materia de aborto voluntario: el modelo de prohibición absoluta, el de libertad
absoluta, el de las indicaciones y el modelo del plazo.
6.1. Antecedentes y evolución del delito en la legislación penal española
España constituye un Estado que en las últimas décadas ha cambiado de
manera radical la punición del aborto voluntario, pasando de un modelo de
prohibición absoluta vigente hasta 1985, a uno basado en el sistema de
indicaciones al amparo del art. 417 bis CP, hasta llegar al actual sistema
privados, por tiempo de seis meses a dos años, el que dentro de los casos
contemplados en la ley, practique un aborto:
a) Sin haber comprobado que la mujer haya recibido información previo
relativa a los derechos, prestaciones y ayudas públicas de apoyo a la
maternidad;
b) Sin haber transcurrido el período de espera contemplado en la legislación;
c) Sin contar con los dictámenes previos preceptivos;
d) Fuera de un centro o establecimiento público o privado acreditado. En este
caso, el juez podrá imponer la pena en su mitad superior
En todo caso, el juez o tribunal impondrá las penas previstas en este artículo
en su mitad superior cuando el aborto se haya practicado a partir de la
vigésimo segunda semana de gestación. La embarazada no será penada a
tenor de este precepto”.
Frente al precepto que le antecede el art. 145 bis CP castiga los supuestos de
abortos dolosos con consentimiento de la mujer realizados dentro de los casos
contemplados por la ley, pero con omisión de alguno de los requisitos
establecidos en las letras a) a d) del art. 145 bis.1 CP.
Nuevamente, se prevé en este tipo penal la agravación obligatoria ya
establecida en el art. 145 CP para los casos de práctica de la interrupción
voluntaria del embarazo a partir de la vigésimo segunda semana de gestación.
En todo caso, en el art. 145 bis CP se establece la exención de
responsabilidad de la embarazada en virtud de dicho precepto.
6.7. Aborto por imprudencia grave
El art. 146 CP prevé que: “El que por imprudencia grave ocasionare un aborto
será castigado con la pena de prisión de tres a cinco meses o multa de seis a
10 meses. Cuando el aborto fuere cometido por imprudencia profesional se
impondrá asimismo la pena de inhabilitación especial para el ejercicio de la
profesión, oficio o cargo por un período de uno a tres años. La embarazada no
será penada a tenor de este precepto”.
Una primera cuestión que procede destacar respecto de la figura del art. 146
CP es que se castiga exclusivamente el aborto por imprudencia grave, siendo
impune, en consecuencia, aquel causado por imprudencia menos grave. En
este sentido, el castigo de cualquier conducta imprudente en esta esfera
exigirá, además de la comprobación de la relación de causalidad entre la
acción y el resultado, la determinación de la existencia de una infracción grave
de la norma de cuidado. Actualmente, pueden constituir abortos por
imprudencias grave tanto conductas violentas sobre la embarazada como
ocurría en la anterior regulación como los casos de muerte del nasciturus como
consecuencia de intervenciones médicas que impliquen una infracción
palmaria de la lex artis.
El apartado 2. ª del art. 146 CP establece que en el caso de que el aborto
fuera cometido por imprudencia profesional además de la pena del apartado
1.º (pena alternativa de prisión de tres a cinco meses o multa de seis a 10
meses) procede aplicar cumulativamente una pena de inhabilitación especial
para el ejercicio de la profesión, oficio o cargo por un período de uno a tres
años.
este precepto. Presupuesto, por tanto, para poder aplicar los tipos agravados
del art. 148 CP es la existencia de alguna de las lesiones contenidas en el
apartado 1 del art. 147 CP. Contenido específico de cada uno de estos tipos.
AGRAVACIÓN POR UTILIZACIÓN DE MEDIOS PELIGROSOS (ART.
148.1. CP). “…en la agresión se hubieren utilizado armas, instrumentos,
objetos, medios, métodos o formas concretamente peligrosas para la
vida o salud, física o psíquica, del lesionado”.
Lo determinante para la aplicación de este tipo delictivo es que la
modalidad de comisión utilizada haya creado un resultado de peligro de
muerte o de alguna de las lesiones contenidas en los arts. 149 y 150 CP.
No basta, por tanto, la mera utilización en la agresión de medios métodos
aptos para producir resultados más graves.
El tipo subjetivo requiere, además del dolo propio del tipo agravado de
lesiones del art. 147.1 CP, un dolo adicional, directo o eventual, que
abarque la producción, a través de la acción peligrosa descrita, de un
resultado de peligro de muerte o de alguna de las lesiones contenidas en
los arts. 149 y 150 CP.
AGRAVACIÓN POR EL EMPLEO DE ENSAÑAMIENTO O ALEVOSÍA
(ART. 148.2. CP). De modo similar a lo que ocurre en el delito de
asesinato, también aquí la concurrencia de ensañamiento o alevosía
fundamenta la aplicación, si bien facultativa, de este tipo agravado de
lesiones.
AGRAVACIÓN POR RAZÓN DEL SUJETO PASIVO (ART. 148.3; 4. Y 5.
CP). Los números 3,4 y 5 del art.148 tienen en común que el sujeto
pasivo de la agresión debe reunir condiciones o características
especiales. El número 3 se refiere a los casos en los que la víctima fuere
menor de 12 años o incapaz. Persona con discapacidad necesitada de
especial protección.
El fundamento de la agravación es semejante al de la agravante genérica
de abuso de superioridad del art. 22.2 CP. Los tipos agravados
contenidos en los números 4 y 5 del art. 148 fueron incorporados al CP
atreves de la LO 1/2004, de 28 de diciembre, de protección integral de la
violencia de género. El numero 4 alude a los supuestos en los que la
víctima fuere o hubiere sido esposa, o mujer que estuviere o hubiere
estado ligada al autor por una análoga relación de afectividad, aun sin
convivencia. “para la aplicación del art.148.4 no solo habrían de
concurrir las circunstancias específicas descritas-que la víctima sea mujer
que sea o haya sido pareja del autor-sino que, junto a ella, sería preciso
que los hechos expresaran un injusto cualificado, un mayor desvalor
derivado ya de la intensidad del riesgo generado por la acción del autor,
ya de la gravedad del resultado causado”.
Además de esta especifica condición del sujeto pasivo, es necesario que
el sujeto activo abuse de su posición de dominio sobre la mujer y que el
motivo que lo lleva a cometer el delito sea la discriminación por razón del
sexo femenino. Quedan excluidas la hija, la madre, la suegra o la cuñada.
El sujeto activo es el hombre.
Finalmente, el número 5 del art.148 prevé la posibilidad de agravar la
pena cuando la víctima es una persona especialmente vulnerable que
La conducta del sujeto activo debe recaer sobre quien sea o haya sido su
cónyuge o sobre persona que esté o haya estado ligada a él por una análoga
relación de afectividad aun sin convivencia, o sobre los descendientes,
ascendientes o hermanos por naturaleza, adopción o afinidad, propios del
cónyuge o conviviente, o sobre los menores o personas con discapacidad
necesitadas de especial protección que con él convivan o que se hallen sujetos
a la potestad, tutela, curatela, acogimiento o guarda de hecho del cónyuge o
conviviente, o sobre persona amparada en cualquier otra relación por la que se
encuentra integrada en el núcleo de su convivencia familiar, así como sobre las
personas que por su especial vulnerabilidad se encuentran sometidas a
custodia o guarda en centros públicos o privados.
La pena prevista para este tipo es la de prisión de tres meses a un año o de
trabajos en beneficios de la comunidad de 31 a 80 días y, en todo caso,
privación del derecho a la tenencia y porte de armas de un año y un día a tres
años, así como, cuando el juez o tribunal lo estime adecuado al interés del
menor o de la persona con discapacidad necesitada de especial protección,
inhabilitación para el ejercicio de la patria potestad, tutela, curatela, guarda o
acogimiento de 6 meses a 3 años.
1.5.1.3. APARTADO 3º DEL ART. 153 CP.
Las penas previstas en estos dos apartados (1 y 2 del artículo 153) se
impondrán en su mitad superior cuando el delito se cometa:
EN PRESENCIA DE MENORES. Aunque se habla de menores, en plural, basta
con la presencia de un menor para que se aplique este tipo agravado. Por
menor habrá de entenderse el que todavía no ha cumplido 18 años. Se discute
si el menor que presencia la agresión puede ser cualquier menor o ha de ser
uno de los menores integrados en el art 173.2 CP
UTILIZANDO ARMAS. Se alude exclusivamente a las armas sin referencia a
otros instrumentos peligrosos. No basta con que el sujeto activo porte un arma,
a de utilizarla. Este tipo agravado es compatible con el castigo por un delito de
tenencia ilícita de armas.
EN EL DOMICILIO COMÚN O EN EL DOMICILIO DE LA VÍCTIMA. Se ha
visto su fundamento en una mayor peligrosidad de la conducta, por cuanto la
agresión tiene lugar en un espacio físico limitado que dificulta a la víctima
emprender la huida o ser defendida por otras personas. Este tipo agravado es
compatible con el delito de allanamiento de morada del art. 202 CP.
QUEBRANTAMIENTO DE UNA PENA CONTEMPLADA EN EL ART. 48 CP. O
MEDIDA CAUTELAR O DE SEGURIDAD DE LA MISMA NATURALEZA. Tal
quebrantamiento constituye ya un delito de quebrantamiento de condena del
art. 468.2 CP.
1.5.1.4. APARTADO 4º DEL ART. 153 CP.
“No obstante lo previsto en los apartados anteriores, el Juez o Tribunal,
razonándolo en sentencia, en atención a las circunstancias personales del
autor y las concurrentes en la realización del hecho, podrá imponer la pena
inferior en grado”.
El juez o tribunal atenderá para aplicar la atenuación a las circunstancias
personales del autor y las concurrentes en la realización del hecho. Podrá
Quien extrae el órgano de una persona viva con la finalidad de que se lleve a
cabo un trasplante ilegal, comete un delito de tráfico de órganos en concurso
ideal con un delito de lesiones, normalmente del art. 149 CP, (si el donante ha
consentido válida, libre, espontánea y expresamente la extracción, la pena de
las lesiones que debe tenerse en cuenta en el concurso debe ser atenuada con
arreglo al art. 155 CP).
1.9. Lesiones al feto
La doctrina mayoritaria considera que el bien jurídico protegido por los delitos
de lesiones al feto es la integridad y salud física y psíquica del feto. La
protección se orienta a salvaguardar el futuro vital y existencial del feto a partir
del momento en que inicie su vida independiente, cuyo desarrollo y calidad
estarán condicionados decisivamente por el estado que su integridad y salud
presenten en el momento del nacimiento.
Los delitos de lesiones al feto son delitos comunes. Sujeto activo podrá ser
cualquiera que realice la conducta típica de causar al feto dolosa o
imprudentemente las lesiones descritas en los preceptos legales, aunque lo
habitual en la práctica será que estos delitos sean cometidos por profesionales
de la sanidad. Sujeto pasivo del delito será el feto, entendiendo por tal, según
la mayoría de la doctrina, que lo es tanto el embrión como el feto (es decir,
todo el proceso de desarrollo embriológico desde su anidación en el útero
materno hasta su expulsión o extracción tras el nacimiento).
Por otro lado, la mayor parte de la doctrina excluye del ámbito de aplicación de
estos tipos, las lesiones que se causen al preembrión aún no implantado y
también al embrión in vitro. La doctrina sugiere reconducir estos supuestos a
los delitos relativos a la manipulación genética o a alguna de las infracciones
contempladas en la Ley 14/2007 de Investigación Biomédica.
La determinación del momento en que acaba la vida humana dependiente y
comienza la vida humana independiente es una cuestión de gran importancia
para delimitar el ámbito de aplicación del delito de aborto del de homicidio,
pero también lo es a efectos de delimitar las lesiones al feto de las lesiones
personales. La protección de la integridad y salud a través de los tipos de los
arts. 157 y 158 se extiende hasta el momento del nacimiento, tras el cual, la
integridad y salud se protegen a través de los delitos de lesiones de los arts.
147 ss. (en los cuales el objeto material es una persona ya nacida).
1.9.1. Delito doloso de lesiones al feto
El art. 157 recoge el tipo doloso de las lesiones al feto: “El que, por cualquier
medio o procedimiento, causare en un feto una lesión o enfermedad que
perjudique gravemente su normal desarrollo, o provoque en el mismo una
grave tara física o psíquica, será castigado con pena de prisión de uno a cuatro
años e inhabilitación especial para ejercer cualquier profesión sanitaria, o para
prestar servicios de toda índole en clínicas, establecimientos o consultorios
ginecológicos, públicos o privados, por tiempo de dos a ocho años”.
Queda comprendido cualquier comportamiento (tanto si se realiza
directamente sobre el feto como sobre la madre) que cause unas lesiones o
enfermedad graves en el feto. Será posible la comisión por omisión de este
delito si concurren los requisitos exigidos en el art. 11 CP. Es un delito de
resultado material que se describe de forma alternativa, pues ha de consistir
en una lesión o enfermedad que dé lugar a un perjuicio grave del normal
SUJETO PASIVO puede ser cualquier persona física que tenga la capacidad de
entender el significado de la amenaza, incluyendo así a los menores y personas
con discapacidad necesitadas de especial protección cuyas limitaciones no les
impida comprender la amenaza. Cuando se trata de personas especialmente
protegidas por su vinculación a órganos de representación política, ser
funcionario público, o pertenecer al ejército o a los Cuerpos y Fuerzas de
Seguridad, serán de aplicación los preceptos contenidos entre los delitos contra
la Constitución.
TIPO OBJETIVO. La conducta típica consiste en el anuncio (al sujeto pasivo)
de un mal constitutivo de alguno de los delitos que en el precepto se
mencionan, cuya causación depende de la voluntad de quien lo
anuncia. El anuncio puede consistir en cualquier manifestación externa
(palabra, escrito o hechos concluyentes) que sea interpretable como la
advertencia de tal causación. La advertencia ha de ser objetivamente
creíble, y ha de llegar, directa o indirectamente, al sujeto pasivo. No
es necesaria la existencia real del propósito de causar el mal, el sujeto
puede incluso no haber tenido nunca la intención de causarlo y, sin embargo,
la amenaza existe. Tampoco se exige que incida eficazmente en la
libertad de decisión del concreto destinatario.
El anuncio del mal tiene que ser futuro, no basta con que sea
inminente
Se trata de un delito de resultado, pues su estructura típica se completa con
el hecho, separable de la conducta, del conocimiento del anuncio del mal por el
amenazado. El resultado típico no consiste en la afectación de la libertad
de decisión del amenazado, sino que basta el peligro abstracto para la
libertad de decisión de las actuaciones personales. Cuando esto último
se consigue, se daría el agotamiento del delito.
TIPO SUBJETIVO. Únicamente cabe la modalidad dolosa. El dolo ha de
abarcar el resultado de que el anuncio del mal llegue a la persona
amenazada, por lo que si se manifiesta (a un tercero) la voluntad de causar
un mal a otro sin el propósito de que esto llegue a su conocimiento no es típico,
incluso cuando ello tenga finalmente la consecuencia indeseada de que la
persona concernida se entera y ve afectada su libertad de decisión. No
obstante, esta restricción se ve a su vez limitada por la admisibilidad del dolo
eventual; de modo que la manifestación de causar un mal a otro hecha ante
una concurrencia de personas siendo previsible que alguna de ellas dé traslado
al amenazado, concurriendo los demás elementos objetivos, sería típica. El
dolo no necesariamente ha de abarcar la (directa y) concreta afección
de la libertad de decisión sobre las propias actuaciones, sino que
basta con el anuncio tenga capacidad de limitar la libertad de decisión
del destinatario.
GRADOS DE EJECUCIÓN DEL DELITO. La estructura típica del delito de
amenazas es compatible con la apreciación de una fase de tentativa. La
consumación hay que situarla en el momento en el que el destinatario de la
amenaza (seria y creíble) tiene conocimiento del mal anunciado por el autor.
Por ello, para una parte de la doctrina, se entiende al delito de amenazas como
un delito de resultado, siendo éste un hecho perfectamente separable de la
conducta típica, con la que no se agota la medida de lo injusto. Sin embargo,
para otra parte de la doctrina se considera como un delito de mera actividad.
De esta manera, hay tres interpretaciones: estricta (sólo vis física), extensiva
(intimidación, uso de narcóticos, fuerza sobre las cosas) e intermedia (la de
Muñoz Conde). Muñoz Conde no acepta la fuerza sobre las cosas, acepta una
interpretación intermedia del concepto de violencia en la que queda fuerza
física e intimidación. Romeo sigue una interpretación restrictiva. Se ha
admitido la posibilidad de comisión por omisión del delito de coacciones en los
casos de resistencia pasiva. Discutiblemente, también se ha apreciado
coacción por omisión al no impedir que otros activamente coaccionaran a la
víctima.gtvfvt
Se trata de un delito de resultado. Mientras que compeler a efectuar lo que
no se quiere es típico, aunque ello sea justo o injusto, impedir hacer algo sólo
lo será cuando se trate de lo que la ley no prohíbe. Obligar violentamente a
hacer algo justo será siempre típico, sin perjuicio de resultar lícito por concurrir
una causa de justificación. En cambio, impedir violentamente conductas
prohibidas puede no ser siquiera típico; pero no toda violencia ejercida para
impedir lo que la ley prohíbe se puede admitir como atípica, ya que el uso de la
violencia puede ser en sí mismo típico.
Ejemplos: Son coacciones, impedir violentamente un suicido, o alimentar a la
fuerza a quien realiza una huelga de hambre, o del mismo modo hacer ingerir
una medicación indicada (sin perjuicio del grado de justificación o exculpación
que merezcan). No se han considerado coacciones: impedir, de conformidad
con la normativa, el acceso al autobús (usuario en silla de ruedas cuando los
espacios reservados ya estaban ocupados); cambiar la cerradura de un negocio
común tras su cierre consensuado, o la de una vivienda común tras el cese de
la convivencia. Pueden ser coacciones, o realización arbitraria del propio
derecho, impedir con violencia hacer lo que la ley prohíbe: aparcar en un
estacionamiento reservado, ocupar indebidamente la vía pública, o contravenir
la normativa en materia de limpieza, deshechos y residuos sólidos urbanos.
TIPO SUBJETIVO. Se exige el dolo, que ha de abarcar: el comportamiento
que se quiere impedir o compeler, y el ejercicio de la violencia típica.
CONCURSOS. Cuando pueda identificarse la relevante afección concreta de la
libertad ambulatoria siendo su privación el objetivo del autor, en aplicación del
criterio de especialidad del art. 8.1 procede resolver el concurso de leyes en
favor del delito de detención ilegal. Por otro lado, cuando mediante el
constreñimiento violento de la libertad de ejecución de las propias decisiones
se persiga la lesión de otros bienes jurídicos (libertad sexual, patrimonio, etc.),
por el criterio de consunción (art. 8.3) el concurso de leyes se resolverá en
favor del correspondiente delito, salvo que la violencia sea en sí misma
constitutiva de otro delito (lesiones, daños), dando lugar al correspondiente
concurso real
3.2. Coacciones leves (art. 172.2 y 3): Coacciones en el ámbito familiar
El carácter leve de la coacción debe determinarse atendiendo a la repercusión
o incidencia en la libertad de decisión del sujeto pasivo. El art. 172.2 castiga
con la pena de prisión de 6 meses a 1 año o de trabajos en beneficio de la
comunidad de 31 a 80 días y, en todo caso, privación del derecho a la tenencia
y porte de armas de 1 año y 1 día a 3 años, así como, cuando el Juez o Tribunal
lo estime adecuado al interés del menor o persona con discapacidad
necesitada de especial protección, inhabilitación especial para el ejercicio de la
patria potestad, tutela, curatela, guarda o acogimiento hasta 5 años, al que de
modo leve coaccione a: a) quien sea o haya sido su esposa, o mujer que esté o
haya estado ligada a él por una análoga relación de afectividad, aun sin
convivencia; y b) una persona especialmente vulnerable que conviva con el
autor.
Se castigará con esas penas en su mitad superior, si el delito se perpetra en
presencia de menores o tenga tiene en el domicilio común o en el domicilio de
la víctima, o se realice quebrantando una pena de las contempladas en el art.
48 o una medida cautelar o de seguridad de la misma naturaleza.
El art. 172.3 se ha convertido en precepto de recogida del resto de las
coacciones leves al desaparecer las faltas, manteniendo la condición objetiva
de perseguibilidad de la denuncia de la persona agraviada o de su
representante legal. La pena ahora prevista es de multa de uno a tres meses:
causar a otro una coacción de carácter leve fuera de los casos anteriores. En su
segundo inciso no se exige dicha condición objetiva de perseguibilidad cuando
el ofendido fuere alguna de las personas a las que se refiere el apartado 2 del
art. 173.
3.3. Acoso persecutorio o stalking (art. 172 TER)
Art. 172 ter. CP.:“1. Será castigado con la pena de prisión de tres meses a
dos años o multa de seis a veinticuatro meses el que acose a una persona
llevando a cabo de forma insistente y reiterada, y sin estar legítimamente
autorizado, alguna de las conductas siguientes y, de este modo, altere
gravemente el desarrollo de su vida cotidiana:
1ª. La vigile, la persiga o busque su cercanía física.
2ª. Establezca o intente establecer contacto con ella a través de
cualquier medio de comunicación, o por medio de terceras personas.
3ª. Mediante el uso indebido de sus datos personales, adquiera
productos o mercancías, o contrate servicios, o haga que terceras
personas se pongan en contacto con ella.
4ª. Atente contra su libertad o contra su patrimonio, o contra la libertad o
patrimonio de otra persona próxima a ella. Si se trata de una persona
especialmente vulnerable por razón de su edad, enfermedad o situación,
se impondrá la pena de prisión de seis meses a dos años.
2. Cuando el ofendido fuere alguna de las personas a las que se refiere el
apartado 2 del artículo 173, se impondrá una pena de prisión de uno a dos
años, o trabajos en beneficio de la comunidad de sesenta a ciento veinte días.
En este caso no será necesaria la denuncia a que se refiere el apartado 4 de
este artículo.
3. Las penas previstas en este artículo se impondrán sin perjuicio de las que
pudieran corresponder a los delitos en que se hubieran concretado los actos de
acoso.
4. Los hechos descritos en este artículo sólo serán perseguibles mediante
denuncia de la persona agraviada o de su representante legal”.
Este nuevo precepto, trata de colmar una laguna entre el delito de amenazas y
de coacciones, tratando el fenómeno del stalking. Respecto al delito de
coacciones se diferencia en que no requiere el uso de violencia física, y que el
resultado típico aquí es alterar gravemente el desarrollo de la vida cotidiana
del sujeto pasivo mediante la reiteración de las conductas que describe.
Por lo que respecta a las finalidades con las que se realizan las acciones típicas,
todas ellas se dirigen a la explotación de la víctima (que puede llevar a cabo el
mismo autor o un tercero) y son las siguientes:
La imposición de trabajo o de servicios forzados, la esclavitud o prácticas
similares a la esclavitud, a la servidumbre o a la mendicidad.
La explotación sexual, incluyendo la pornografía.
La explotación para realizar actividades delictivas.
La extracción de sus órganos corporales; y
La celebración de matrimonios forzados.
TIPO SUBJETIVO. El carácter finalista de la trata hace de éste un delito
eminentemente doloso, que solo puede ser cometido con dolo directo.
Asimismo, el delito es de consumación anticipada, por lo que no es preciso la
efectiva explotación de la víctima para la consumación.
Tipo alternativo de trata de menores. A tenor del art. 177 bis. 2 también se
considera trata de seres humanos, “aun cuando no se recurra a ninguno de los
medios enumerados en el apartado anterior, cualquiera de las acciones
antedichas cuando se llevaren a cabo respecto de menores de edad con fines
de explotación”. Este tipo alternativo (no autónomo) únicamente requiere que
se realice la acción típica unida a la finalidad de explotación de la persona, sin
necesidad de la concurrencia de medio determinado alguno para lograr la
captación o control sobre la persona que, en este caso, además, debe ser un
menor de edad.
Consentimiento de la víctima. Según el art. 177 bis.3, “el consentimiento de
una víctima de trata de seres humanos será irrelevante cuando se haya
recurrido a alguno de los medios indicados en el apdo. primero”. Si en el caso
de los menores no es preciso para la existencia del delito que se recurra a los
medios típicos, el consentimiento del menor a las acciones de trata será
siempre irrelevante. La validez del consentimiento solo se explicaría por la
ausencia de los medios típicos previstos para la trata, por lo que sería ésta, y
no la concurrencia del consentimiento, la verdadera causa de la atipicidad del
comportamiento. Ej.: traer a España como turistas a mujeres para ejercer la
prostitución con su consentimiento no encaja en los delitos de trata de seres
humanos, y sí solo en el de inmigración clandestina. En cambio, constituye
delito del art. 177 bis, traer a España a mujeres extranjeras con la finalidad de
explotarlas sexualmente mediante la imposición violenta o intimidatoria del
ejercicio de la prostitución.
Actos preparatorios. Son punibles la inducción, la complicidad y la tentativa
del delito con carácter general, pero además la punibilidad se extenderá
también a los actos preparatorios consistentes en la conspiración, proposición
y provocación (definidos en los arts. 17 y 18 CP) -art. 177 bis.8-. Ej.:
publicar una falsa noticia de empleo será acto preparatorio, como igualmente
lo será el hecho de que la víctima se ponga en contacto con el anunciante.
Únicamente la aceptación de ésta implicará la captación y, por ende, la
realización del delito.
Concursos. “En todo caso, las penas previstas en este artículo (177 bis) se
impondrán sin perjuicio de las que correspondan, en su caso, por el delito del
artículo 318 bis de este Código (tráfico ilegal o inmigración clandestina de
personas) y demás delitos efectivamente cometidos, incluidos los constitutivos
de la correspondiente explotación” (art. 177 bis.9 CP). En caso del art. 318
CP, deja claro que la relación entre ambos delitos es la de un concurso de
delitos (y no de leyes).
Se contempla una regla sobre el concurso de delitos cuando la trata de
personas desencadena la producción de otros delitos, es decir, aquellos en los
que se concreta la explotación de la persona, si bien es aplicable también para
otros delitos que se puedan producir coetáneamente a las acciones de trata,
como p.ej. lesiones, violaciones o detenciones ilegales. En estas hipótesis se
castigan los delitos conjuntamente (concurso real, medial o ideal, según el
caso, de delitos). Ej.: entre los delitos de trata e inducción a la prostitución
existe una conexión típica entre ambos, delito medio y delito fin, así como una
conexión lógica, temporal y espacial entre las conductas, lo que hace
procedente aplicar la regla prevenida en el art 77.1 para el denominado
concurso medial.
3.2. Tipos agravados
Peligro concreto para la vida o la integridad física o psíquica (art.
177 bis.4, letra a)). Esta agravante se aplica si, debido a la trata, se
hubiera puesto dolosamente en peligro la vida o la integridad física o
psíquica de las personas objeto del delito.
Especial vulnerabilidad de la víctima. En la letra b) del mismo
apartado la agravación de la pena se justifica, bien debido a la especial
vulnerabilidad de la víctima por razón de enfermedad, estado
gestacional, discapacidad o situación personal, bien por ser la víctima
menor de edad. No obstante, si la situación de especial vulnerabilidad de
la víctima ya ha sido utilizada para fundamentar el tipo básico, no
procede apreciar el tipo agravado con base en la misma circunstancia,
pues podría infringirse el principio ne bis in ídem.
Pluralidad de circunstancias agravantes. “Si concurre más de una
circunstancia de las previstas en las letras a) y b) de este apdo. 4 (peligro
concreto para la vida o la integridad física o psíquica, o especial
vulnerabilidad de la víctima), se impondrá la pena en su mitad superior”
(último pfo. del art. 177 bis.4).
Prevalimiento de la condición de autoridad, agente de ésta o
funcionario público. Según el art. 177 bis.5, cuando los hechos se
realicen por autoridad, agente de ésta o funcionario público,
prevaliéndose de su condición, la pena también se agrava. No basta la
concurrencia de dicha condición, sino que es necesario el prevalimiento
de la misma, por lo que es prácticamente idéntica a la circunstancia
agravante genérica del art. 22.7ª CP. También es equiparable al abuso
de superioridad como medio típico, así, si el prevalimiento de la
condición de funcionario ha servido para cumplimentar el requisito de
abuso de superioridad y no cabe recurrir a otro de los medios típicos, no
procederá esta agravación. En el supuesto de que concurra alguna de las
circunstancias del apdo. 4 (peligro concreto para la vida o la integridad
física o psíquica, o especial vulnerabilidad de la víctima), se impondrá la
pena en su mitad superior.
Pertenencia a organización o asociación dedicada a la trata. En el
apdo. 6 se contempla la agravación de la pena cuando el culpable
pertenezca a una organización o asociación de más de dos personas,
Por lo que respecta a las finalidades con las que se realizan las acciones típicas,
todas ellas se dirigen a la explotación de la víctima (que puede llevar a cabo el
mismo autor o un tercero) y son las siguientes:
La imposición de trabajo o de servicios forzados, la esclavitud o prácticas
similares a la esclavitud, a la servidumbre o a la mendicidad.
La explotación sexual, incluyendo la pornografía.
La explotación para realizar actividades delictivas.
La extracción de sus órganos corporales; y
La celebración de matrimonios forzados.
TIPO SUBJETIVO. El carácter finalista de la trata hace de éste un delito
eminentemente doloso, que solo puede ser cometido con dolo directo.
Asimismo, el delito es de consumación anticipada, por lo que no es preciso la
efectiva explotación de la víctima para la consumación.
Tipo alternativo de trata de menores. A tenor del art. 177 bis. 2 también se
considera trata de seres humanos, “aun cuando no se recurra a ninguno de los
medios enumerados en el apartado anterior, cualquiera de las acciones
antedichas cuando se llevaren a cabo respecto de menores de edad con fines
de explotación”. Este tipo alternativo (no autónomo) únicamente requiere que
se realice la acción típica unida a la finalidad de explotación de la persona, sin
necesidad de la concurrencia de medio determinado alguno para lograr la
captación o control sobre la persona que, en este caso, además, debe ser un
menor de edad.
Consentimiento de la víctima. Según el art. 177 bis.3, “el consentimiento de
una víctima de trata de seres humanos será irrelevante cuando se haya
recurrido a alguno de los medios indicados en el apdo. primero”. Si en el caso
de los menores no es preciso para la existencia del delito que se recurra a los
medios típicos, el consentimiento del menor a las acciones de trata será
siempre irrelevante. La validez del consentimiento solo se explicaría por la
ausencia de los medios típicos previstos para la trata, por lo que sería ésta, y
no la concurrencia del consentimiento, la verdadera causa de la atipicidad del
comportamiento. Ej.: traer a España como turistas a mujeres para ejercer la
prostitución con su consentimiento no encaja en los delitos de trata de seres
humanos, y sí solo en el de inmigración clandestina. En cambio, constituye
delito del art. 177 bis, traer a España a mujeres extranjeras con la finalidad de
explotarlas sexualmente mediante la imposición violenta o intimidatoria del
ejercicio de la prostitución.
Actos preparatorios. Son punibles la inducción, la complicidad y la tentativa
del delito con carácter general, pero además la punibilidad se extenderá
también a los actos preparatorios consistentes en la conspiración, proposición
y provocación (definidos en los arts. 17 y 18 CP) -art. 177 bis.8-. Ej.:
publicar una falsa noticia de empleo será acto preparatorio, como igualmente
lo será el hecho de que la víctima se ponga en contacto con el anunciante.
Únicamente la aceptación de ésta implicará la captación y, por ende, la
realización del delito.
Concursos. “En todo caso, las penas previstas en este artículo (177 bis) se
impondrán sin perjuicio de las que correspondan, en su caso, por el delito del
artículo 318 bis de este Código (tráfico ilegal o inmigración clandestina de
personas) y demás delitos efectivamente cometidos, incluidos los constitutivos
de la correspondiente explotación” (art. 177 bis.9 CP). En caso del art. 318
CP, deja claro que la relación entre ambos delitos es la de un concurso de
delitos (y no de leyes).
Se contempla una regla sobre el concurso de delitos cuando la trata de
personas desencadena la producción de otros delitos, es decir, aquellos en los
que se concreta la explotación de la persona, si bien es aplicable también para
otros delitos que se puedan producir coetáneamente a las acciones de trata,
como p.ej. lesiones, violaciones o detenciones ilegales. En estas hipótesis se
castigan los delitos conjuntamente (concurso real, medial o ideal, según el
caso, de delitos). Ej.: entre los delitos de trata e inducción a la prostitución
existe una conexión típica entre ambos, delito medio y delito fin, así como una
conexión lógica, temporal y espacial entre las conductas, lo que hace
procedente aplicar la regla prevenida en el art 77.1 para el denominado
concurso medial.
8.2. Tipos agravados
Peligro concreto para la vida o la integridad física o psíquica (art.
177 bis.4, letra a)). Esta agravante se aplica si, debido a la trata, se
hubiera puesto dolosamente en peligro la vida o la integridad física o
psíquica de las personas objeto del delito.
Especial vulnerabilidad de la víctima. En la letra b) del mismo
apartado la agravación de la pena se justifica, bien debido a la especial
vulnerabilidad de la víctima por razón de enfermedad, estado
gestacional, discapacidad o situación personal, bien por ser la víctima
menor de edad. No obstante, si la situación de especial vulnerabilidad de
la víctima ya ha sido utilizada para fundamentar el tipo básico, no
procede apreciar el tipo agravado con base en la misma circunstancia,
pues podría infringirse el principio ne bis in ídem.
Pluralidad de circunstancias agravantes. “Si concurre más de una
circunstancia de las previstas en las letras a) y b) de este apdo. 4 (peligro
concreto para la vida o la integridad física o psíquica, o especial
vulnerabilidad de la víctima), se impondrá la pena en su mitad superior”
(último pfo. del art. 177 bis.4).
Prevalimiento de la condición de autoridad, agente de ésta o
funcionario público. Según el art. 177 bis.5, cuando los hechos se
realicen por autoridad, agente de ésta o funcionario público,
prevaliéndose de su condición, la pena también se agrava. No basta la
concurrencia de dicha condición, sino que es necesario el prevalimiento
de la misma, por lo que es prácticamente idéntica a la circunstancia
agravante genérica del art. 22.7ª CP. También es equiparable al abuso
de superioridad como medio típico, así, si el prevalimiento de la
condición de funcionario ha servido para cumplimentar el requisito de
abuso de superioridad y no cabe recurrir a otro de los medios típicos, no
procederá esta agravación. En el supuesto de que concurra alguna de las
circunstancias del apdo. 4 (peligro concreto para la vida o la integridad
física o psíquica, o especial vulnerabilidad de la víctima), se impondrá la
pena en su mitad superior.
Pertenencia a organización o asociación dedicada a la trata. En el
apdo. 6 se contempla la agravación de la pena cuando el culpable
pertenezca a una organización o asociación de más de dos personas,
circunstancias del caso concreto: entidad y reversibilidad del mal que amenaza
al bien jurídico, etc.
Además, también forma parte del tipo objetivo la omisión o infracción del
mandato previsto en la norma de determinación (arts. 195.1 y 195.2).
Asimismo, la omisión de auxilio sólo será típica si el sujeto activo cuenta con
la capacidad para cumplir con el mandato (capacidad concreta de acción). Se
trata de comprobar si el sujeto se encontraba en disposición de cumplir con el
mandato principal, el deber de socorro directo o, en su caso, con el subsidiario,
de petición de auxilio a terceros. Para que concurra este elemento típico
bastará con que: a) el sujeto pueda conocer la situación típica; b) pueda
conocer la forma en la que debe prestar el auxilio adecuado a aquella (directo
o indirecto); y c) se halle en disposición (física) de llevarla a la práctica.
Si el sujeto no cuenta con la capacidad para prestar socorro personalmente
(ej.: discapacidad física, hallarse a gran distancia física de la víctima, etc.) no
concurrirá la omisión de socorro personal del art. 195.1, pero subsidiariamente
se verá obligado a cumplir con el mandato de solicitar auxilio a terceros (art.
195.2).
El TIPO SUBJETIVO está formado por el dolo, que debe abarcar todos los
elementos del tipo objetivo. Se admite el dolo eventual (concepto de la
voluntad). No se castiga la omisión imprudente (art. 12 CP), por lo que el error
de tipo excluirá en cualquier caso la responsabilidad por este delito.
GRADOS DE EJECUCIÓN. La omisión del deber de socorro es un delito de
consumación instantánea, pues tendrá lugar desde que el sujeto omita el
auxilio o realice cualquier conducta incompatible con el cumplimiento del deber
de socorro. Mayoritariamente no se admite la tentativa. No obstante, un sector
de la doctrina la acepta, especialmente para los casos de error de tipo inverso.
1.1. Omisión del deber de socorro personal
Este es uno de los tipos básicos que recoge la omisión del deber de socorro en
el art. 195.1. La acción típica (omisión típica) consistirá en la infracción del
mandato de auxilio, que se concreta a través de un deber principal de
prestación directa o personal de socorro. El mandato exige que el sujeto preste
un auxilio adecuado para impedir la creación de un peligro inminente o
disminuir el ya existente (pero no le impone evitarlo), reduciendo la gravedad
del mal para los bienes afectados por la situación de peligro, aunque
posteriormente se demuestre ineficaz y no pueda evitar un resultado lesivo
(lesiones, muerte, etc.).
La omisión concurrirá tanto si el sujeto activo no auxilia (actitud pasiva),
como si aquel es insuficiente o inadecuado en la situación concreta (conducta
activa). No obstante, en estos últimos podría apreciarse un error de tipo que
excluirá el dolo y la responsabilidad penal dado que el CP no castiga la omisión
de socorro imprudente.
1.2. Omisión de petición de auxilio a terceros
La omisión del tipo básico subsidiario (art. 195.2) consiste en no demandar
con urgencia auxilio a terceros, dada una situación de peligro manifiesto y
grave para una persona desamparada, y siempre que el sujeto no pueda
prestarlo directamente, por una situación de riesgo propio o ajeno. Así pues, si
el sujeto no puede cumplir con el mandato principal por carecer de capacidad
medio a los mismos y a quien los altere o utilice en perjuicio del titular de los
datos o de un tercero”.
En cuanto al bien jurídico, las conductas de apoderarse y utilizar, así como las
de acceder y utilizar, que delimitan las acciones típicas en sendos tipos
delictivos, suponen un atentado a la intimidad del sujeto pasivo, mientras que
las acciones que comportan modificar o alterar, que configuran otras
conductas típicas, suponen un atentado a un bien jurídico diferente: la
identidad informática o integridad de los datos.
El objeto material lo son los datos reservados de carácter personal o familiar
de otro (art. 197.). Por datos de carácter personal podemos entender:
“cualquier información concerniente a personas físicas identificadas o
identificables”, y que también pueden pertenecer al ámbito familiar. Por
consiguiente, ha de ser información concerniente a cualquier persona física o
jurídica, a la vista de lo que señala el art. 200 CP. Por otra parte, reservados
son aquellos datos personales de acceso limitado para terceros ajenos al
fichero, aunque no sean íntimos en sentidos estricto. Finalmente, han de estar
recogidos en ficheros o soportes informáticos, electrónicos o telemáticos.
TIPO OBJETIVO. El tipo puede consistir en:
- Realizar la acción sobre los datos de otra persona con intención de perjudicar
a un tercero (supuesto poco frecuente en el que entran en juego tres sujetos: el
sujeto activo del delito, el titular de los datos sobre los que recae la acción y el
tercero perjudicado).
- Además, el sujeto activo puede realizar la acción sobre los datos de otra
persona con el fin de perjudicar a la misma (por tanto, el titular de los datos y
el perjudicado coinciden); en este caso concurre el segundo tipo. Titular de los
datos solo puede serlo aquél que se encuentra en una posición en la que sus
datos se vean afectados y se le perjudique a él o a un tercero.
Un problema de primer rango que plantea este delito es la delimitación de las
dos conductas típicas que se incluyen en el art. 197.2, pues, en parte,
aparentemente indican lo mismo: utilizar y modificar (o alterar), en ambos
casos “sin estar autorizado”; la diferencia radica tan solo en las acciones de
apoderarse y acceder, respectivamente y en actuar en perjuicio de tercero o de
éste o del titular de los datos. La diferencia entre ambos tipos delictivos se
encuentra en:
- El acceso autorizado. En el primer inciso, el autor del hecho está legitimado
para acceder al fichero (ej.: un empleado del fichero, un usuario de este,
incluso el propio titular de los datos), pues el tipo no incluye el mero acceso al
mismo. Esta legitimación inicial no concurre en el segundo tipo, por ello, en
este último caso, el acceso es penalmente ilícito. Por tanto, quien estando
autorizado para acceder al fichero se excede de dicha autorización,
apoderándose de los datos a los que ya tiene acceso, o modificándolos más
allá de sus funciones legítimas o utilizándolos para fines ajenos a su
competencia o autorización, incurre en el tipo. De ahí que sea necesario el
apoderamiento de los datos mediante su aprehensión física o cualquier otro
procedimiento de copia, reproducción o traslado, no bastando el mero acceso a
ellos. Cuando con posterioridad al acceso y tratamiento lícito de los datos, el
sujeto decide revelarlos a un tercero, no concurrirá el tipo de este delito,
aunque podrá perseguirse penalmente a través del art. 199.
Art. 238 CP: “Son reos del delito de robo con fuerza en las cosas los que
ejecutaren el hecho cuando concurra alguna de las circunstancias siguientes:
1º Escalamiento; 2º Rompimiento de pared, techo o suelo, o fractura de puerta
o ventana; 3º Fractura de armarios, arcas u otra clase de muebles u objetos
cerrados o sellados, o forzamiento de sus cerraduras o descubrimiento de sus
claves para sustraer su contenido, sea en el lugar del robo o fuera del mismo;
4º Uso de llaves falsas; 5º Inutilización de sistemas específicos de alarma o
guarda”. Solo hay fuerza en las cosas si se da alguna de estas modalidades
(numerus clausus).
El tipo básico de este delito se realiza mediante el apoderamiento de una
cosa mueble ajena concurriendo alguna de las circunstancias del art. 238,
para el que el art. 240.1 CP prevé la pena de prisión de 1 a 3 años. La
estructura de este delito es la propia de un tipo mixto alternativo, por lo que
basta con la concurrencia de alguna de las circunstancias del art. 238 CP para
que el hecho se califique como robo. Si concurren varias o todas las
modalidades, se apreciará un único delito. El fundamento de la agravación del
robo con fuerza en las cosas con respecto al hurto es el mayor desvalor de la
acción, por el medio o forma de realizar la conducta típica. La tentativa se da
desde que comienza a ejercerse dicha fuerza. Para determinar el momento de
la consumación debe atenderse, al igual que en el hurto, a la teoría de la
disponibilidad.
1. Escalamiento. Escalar consiste en trepar o subir por un determinado
lugar. La jurisprudencia amplía el concepto literal al interpretarlo como
“la entrada en el lugar del robo por una vía que no sea la destinada al
efecto”, si bien considera que “sólo se debe apreciar cuando, en la
utilización de vías no destinadas al acceso, el autor exteriorice, en el
caso concreto, una energía criminal comparable a la que caracteriza a la
fuerza en las cosas, es decir, que sea similar a la superación violenta de
obstáculos normalmente predispuestos para la defensa de la propiedad”.
2. Rompimiento de pared, techo o suelo, o fractura de puerta o
ventana (fractura exterior). Consiste en la aplicación de fuerza física
que produzca como resultado la rotura o fractura de los objetos que se
mencionan en el precepto. Ha de tratarse de edificios o inmuebles, o
incluso toda estructura que delimita un espacio exterior con la finalidad
de obstaculizar el apoderamiento de la cosa. Ej.: ventanillas de coches
para apoderarse de un objeto en su interior.
3. Fractura de armarios, arcas u otra clase de muebles u objetos
cerrados o sellados, o forzamiento de sus cerraduras o
descubrimiento de sus claves para sustraer su contenido, sea en
el lugar del robo o fuera del mismo (fractura interior). Este
supuesto presenta dos modalidades:
a. La primera consiste en utilizar fuerza física para fracturar
determinados objetos en los que se encuentran las cosas objeto del
apoderamiento. Ej.: se aprecia esta circunstancia cuando se fuerza
el cajetín de recaudación de cabinas telefónicas o de máquinas
tragaperras y también cuando se hacen saltar las cerraduras del
maletero, guantera, o el tapón de gasolina del vehículo para
apoderarse de las cosas contenidas en aquellos o de la gasolina.
pistola real) o cuando no exista tal arma, pero el autor hace creer a la víctima
que la lleva.
Los posibles delitos de amenazas quedan absorbidos por el robo. Según el art.
237, en este tipo de robo, se precisa que la violencia o intimidación pueden
ejercerse al cometer el delito, para proteger la huida, o sobre quienes
acudiesen en auxilio de la víctima o persiguieren al sujeto activo. La violencia o
la intimidación deben estar presentes en algún momento de la fase ejecutiva
del apoderamiento, de manera que se dará este tipo de robo tanto cuando
éstas hayan sido empleadas para apoderarse de la cosa, como para asegurar
el apoderamiento -violencia o intimidación sobrevenidas-
La violencia o intimidación deben estar anticipadas al apoderamiento. Si el
ánimo de lucro surge con posterioridad al ejercicio de violencia o intimidación y
se realiza un acto de apoderamiento, habrá un concurso entre un hurto y la
infracción penal que se derive de la violencia o intimidación. Ej.: si alguien
propina un puñetazo a otro sin guiarle ningún ánimo de lucro y, una vez en el
suelo la víctima, al darse cuenta aquel de que el agredido llevaba en sus
bolsillos x cantidad de dinero, decide sustraerla (concurso entre lesiones y
hurto).
Concursos. Con frecuencia los actos constitutivos de robo con violencia o
intimación en las personas implican un ataque a la libertad ambulatoria. El TS,
en jurisprudencia constante, mantiene que, en los casos de mínima extensión
temporal de la privación de libertad producida en el curso de la actividad de
apoderamiento y limitada al tiempo estrictamente necesario para llevarla a
cabo, habrá concurso de leyes, de manera que la detención ilegal queda
absorbida por el robo.
En cambio, si la detención es medio necesario para cometer el robo, se
produce durante la ejecución de éste, pero tiene por sí misma relevancia
suficiente para romper la estricta relación de funcionalidad, corresponde
aplicar un concurso medial o ideal de delitos. Finalmente, habrá concurso real
de delitos cuando la privación de libertad tenga lugar después de haberse
cometido el robo o se prolongue de manera gratuita desde el punto de vista de
la necesidad de asegurar el fin perseguido por éste.
1.2.2.2. Tipo agravado
Se prevén dos tipos agravados:
El primero se encuentra en el art. 242.2 y consiste en cometer el robo
en casa habitada, edificio o local abiertos al público o en cualquiera de
sus dependencias. Este tipo agravado coincide en esencia con el
recogido en el art. 241.1, pfo. 1º, para el robo con fuerza en las cosas.
La única diferencia es que, en este caso, solo se aplica este tipo
agravado si el robo se comete en horario de apertura.
El segundo tipo agravado, previsto en el art. 242.3, establece que las
penas se impondrán en su mitad superior “cuando el delincuente hiciere
uso de armas u otros medios igualmente peligrosos, sea al cometer el
delito o para proteger la huida, y cuando atacare a los que acudiesen en
auxilio de la víctima o a los que le persiguieren”, por lo que aquí se
recogen, en realidad, dos agravaciones:
o El uso de armas o medios igualmente peligrosos. Su fundamento
reside en el peligro que para la vida o la integridad física significa
considerarse robo los casos en que la fuerza recae sobre el propio objeto
que se quiere sustraer. Pero el TS ha considerado robo de uso con fuerza
en las cosas en la modalidad de uso de llave falsa. Si el propietario se
deja las llaves puestas en el vehículo, según el TS, la sustracción debe
calificarse de hurto y no de robo. La no restitución del vehículo en el
plazo de 48 horas determina, por expresa disposición del art. 244.3, que
el hecho se castigue como robo con fuerza en las cosas.
Concurrencia de violencia o intimidación en las personas.
Recogido en el art. 244.4, donde se establece que, en estos casos, se
impondrán las penas del art. 242.
1.5. La usurpación
Los delitos de usurpación suponen un ataque a la propiedad inmueble
mediante la desposesión. Sin embargo, el peligro de que el propietario pierda
definitivamente la posibilidad de hacer efectivo su derecho es, por la
naturaleza del objeto de ataque, mucho más remota que en los delitos de robo
o hurto. La benignidad de la pena señalada para estas conductas, por lo
general castigadas con pena de multa, se explica porque los bienes inmuebles
se encuentran mejor protegidos por el derecho civil que los muebles, mediante
la protección interdictal y registral, que hacen difícil la posibilidad de que el
titular pierda definitivamente sus derechos.
1.5.1. Ocupación de inmuebles y usurpación de derechos reales inmobiliarios con
violencia o intimidación
El art. 245.1 CP castiga “al que con violencia o intimidación en las personas
ocupare una cosa inmueble o usurpare un derecho real inmobiliario de
pertenencia ajena”. El bien jurídico protegido lo constituye el contenido
jurídico y económico del derecho de propiedad o la titularidad de los derechos
reales.
TIPO OBJETIVO.
La acción típica consiste en ocupar un inmueble o en usurpar un derecho real
inmobiliario. Ambas implican la idea de comportarse de un modo permanente
como dueño del inmueble o derecho real en cuestión.
Las conductas típicas han de tener lugar con violencia o intimidación en las
personas. Según un sector doctrinal, éstas han de concurrir al realizarse la
conducta de ocupación y usurpación, y, por tanto, si se realizan con
posterioridad para mantener la usurpación, no darían lugar a la calificación por
esta figura. En contra, otro sector entiende que también se aplica este
precepto cuando la violencia o intimidación se realizan con el fin de
permanecer en la situación de dueño o titular. La simple concurrencia de fuerza
en las cosas excluye la aplicación de esta figura delictiva, pudiendo acudirse al
art. 245.2, si se dan sus elementos.
En cuanto al objeto material del delito, pueden ser tanto los bienes
inmuebles como los derechos reales.
Sujeto pasivo es el propietario del inmueble o el titular del derecho real del
que se trate. Sujeto activo podrá ser cualquiera excepto el propietario del
bien inmueble o el titular del derecho real, ya que el tipo exige la pertenencia
ajena.
TIPO SUBJETIVO.
procede aplicar el tipo atenuado del art. 247.2, castigado con pena de multa
de 1 a 3 meses. Ej.: rotura de candados de compuertas que impedían el riego
de las fincas de la demandada en cumplimiento de una prohibición por impago
de cuotas.
2. DELITOS DEFRAUDATORIOS: ESTAFA Y APROPIACIÓN INDEBIDA
El fraude gira en torno al engaño del que se vale de un modo u otro el autor del
delito. En algunos de estos tipos delictivos el engaño -u otras manipulaciones
similares- constituye, incluso, el núcleo de la conducta típica, como sucede
con la estafa en sentido estricto.
2.1. Estafa
Cometen estafa los que, con ánimo de lucro, utilizaren engaño bastante para
producir error en otro, induciéndolo a realizar un acto de disposición en
perjuicio propio o ajeno. El bien jurídico protegido es el patrimonio
considerado en su conjunto, pero concretado en alguno de los elementos
integrantes del patrimonio o en sus manifestaciones particulares: toda clase de
cosas muebles e inmuebles o derechos; éstos son el objeto material del
delito.
2.1.1. Tipo básico (art 248.1)
TIPO OBJETIVO.
Sujeto activo del delito de estafa puede serlo cualquiera, incluso las personas
jurídicas, conforme a las previsiones específicas del art. 251 bis CP. El sujeto
pasivo también es, en principio, indiferente. No es necesario que sean la
misma persona el engañado y el perjudicado o titular del patrimonio objeto de
la acción, pero sí han de serlo engañado y
disponente. No es preciso que conste la identidad del sujeto pasivo, basta la
constancia de su existencia.
La conducta engañosa consiste en “una simulación o disimulación capaz de
inducir a error a una o varias personas”. Engaño, en el sentido del delito de
estafa, es “la falta de verdad en lo que se dice o hace de modo bastante para
producir error e inducir al acto de disposición patrimonial”. Es necesaria una
alteración de la verdad de modo suficiente para producir el error en la víctima.
Además, el engaño ha de ser idóneo. Por tanto, se excluyen aquellos que se
sitúan por debajo del nivel objetivo. Suele rechazarse la tipicidad del engaño
por omisión, puesto que o bien en realidad ha estado precedido de un
comportamiento activo, o supone ese comportamiento crear una falsa
apariencia de realidad, o si realmente es omisivo no va a producir la relación
causal necesaria con el error. No obstante, el criterio contrario sostiene que al
ser la estafa un delito de resultado material es susceptible de satisfacer los
requisitos legales establecidos para la comisión por omisión (art. 11 CP).
El error supone la discordancia entre la representación mental de la realidad y
ésta misma tal y como es o acontece. Ha de recaer sobre otra persona y ser
originado por el engaño, por lo que deberá existir relación de causalidad entre
ambos. No habrá error típico si el agente se aprovecha de un error preexistente
en la víctima, siempre que no lo haya fortalecido; o si éste se produce por
causas distintas del engaño; o cuando siendo idóneo el engaño, no se ha
generado error en el sujeto pasivo, pero éste lleva a cabo el acto de disposición
por cualquier motivo; como tampoco constituye error la ignorancia, o falta de
El objeto material del delito son cosas muebles ajenas, incluyendo el dinero
u otros efectos o valores. La acción típica consiste en apropiarse para si o
para tercero. Es necesario que la cosa se haya recibido legítimamente en
depósito, comisión o custodia o por otro título que comporte la obligación de
entregarla o devolverla; y que el sujeto activo se niegue a hacerlo o a entregar
cosa equivalente, o niegue haberla recibido, lo que presupone su voluntad de
apropiación.
Como elemento subjetivo es necesario el dolo y que se actúe con la
intención de perjudicar a un tercero; que podrá ser o no el sujeto pasivo del
delito. Para la consumación suele exigirse que se haya producido un efectivo
traspaso dominical de la cosa (apropiación) y un perjuicio patrimonial en la
víctima.
Otras modalidades de apropiación indebida: El art. 254 CP recoge
formas de apropiación indebida no basadas en ningún título que genere la
obligación de devolverlas. De este modo pueden incluirse en el delito las
apropiaciones de cosa perdida o de dueño desconocido y de cosa recibida por
error (ej.: una transferencia bancaria, los cambios de una compraventa). Por
otro lado, el tipo agravado se refiere a la apropiación de cosas de valor
artístico, histórico, cultural o científico.
3. DELITO DE DAÑOS
Se trata de delitos que afectan al bien jurídico patrimonio, pero sin perseguirse
el enriquecimiento del sujeto activo del delito. En este sentido, el delito de
daños supone, en su versión más básica (art. 263.1 CP), la destrucción o el
deterioro gratuito de algún elemento del patrimonio de un tercero, sin
beneficio para el autor. El delito de daños aparece también como categoría
residual, ya que, tal y como dispone el art. 263 CP, se refiere a supuestos “no
comprendidos en otros títulos de este Código”, por lo que serán de preferente
aplicación los arts. 321 y ss., relativos a la protección del patrimonio
histórico, los arts. 351 y ss., donde se regulan los incendios y, en general,
todos los preceptos que contengan una regulación especial sobre daños.
3.1. Tipo básico
Art. 263: “El que causare daños en propiedad ajena no comprendidos en otros
títulos de este Código, será castigado con multa de 6 a 24 meses, atendidas la
condición económica de la víctima y la cuantía del daño”. La jurisprudencia ha
venido entendiendo que el comportamiento típico de dañar se corresponde con
la destrucción de la cosa, su inutilización o su deterioro o menoscabo. La
conducta típica ha de afectar, no solo a la esencia de la cosa, sino también al
valor de uso, por ello, junto a la destrucción y el deterioro o menoscabo, se
alude a la inutilización de la cosa como forma de realizar el delito. La conducta
debe recaer sobre una cosa ajena, mueble o inmueble, con valor patrimonial y
susceptible de ser destruida, inutilizada o deteriorada. No se contemplan los
denominados daños morales. En este delito ha de atenderse a la valoración del
daño causado y no al perjuicio patrimonial ocasionado. La pena en el caso de
que la cuantía del daño causado no excediere de 400 euros, será la de multa
de 1 a 3 meses.
El art. 263.2 prevé un tipo cualificado para el delito de daños, en el que se
establece la pena de prisión de 1 a 3 años y multa de 12 a 24 meses para el
que cause los daños del art. 263.1, si concurre alguno de los supuestos
siguientes:
genera daños por valor superior a los 80.000 euros: calcina parcelas dedicadas
al trigo, animales, vehículos, etc. Nos encontramos ante un delito semi-público
que requiere denuncia de la persona agraviada o de su representante legal. En
todo caso, el Ministerio Fiscal también podrá denunciar cuando aquélla sea
menor de edad, persona con discapacidad necesitada de especial protección o
una persona desvalida. Por último, el perdón del ofendido extingue la acción
penal.