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Margaritas en la clandestinidad:
La Agrupación «Ángeles de la Caridad».
JOAQUÍN CUBERO SÁNCHEZ
capellán de Alfonso XIII: el canónigo de Málaga don Emilio Ruiz Muñoz. Exponente
de este integrismo ya ligado en cuerpo y alma al alfonsinismo fue el Cardenal
Segura.
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OYARZUN, Román, Historia del Carlismo, Bilbao, Ediciones F.E., 1939.p. 562
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Una de las primeras maniobras del integrismo alfonsino fue la alteración del texto
del Manifiesto de Don Alfonso Carlos del 6 de enero de 1932, lo que ocasionó que el
diario El Pensamiento Navarro de Pamplona se negara a publicarlo, LÓPEZ SANZ,
Francisco, “El manifiesto de Don Alfonso Carlos del 6 de enero de 1932 y el matute
que “metieron” en él”, MONTEJURRA, Pamplona, núm. 23, pp. 18-20.
5
LIZARZA, Antonio de, Memorias de la conspiración (1931-1936), Madrid, Ediciones
DYRSA, 1986, p. 24
6
BURGO, Jaime del, Conspiración y guerra civil, Barcelona, Ediciones Alfaguara,
1970, p. 403
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Sobre la consideración del carlismo como movimiento popular véase la opinión de
dos personas tan extrañas y alejadas del carlismo como Martin Blinkhorn (Carlismo y
contrarrevolución en España 1931-1939, Barcelona, Crítica, 1979, pp. 17 y 18) y
Gerald Brenan (El laberinto español. Antecedentes sociales y políticos de la guerra
civil, Barcelona, Ibérica de Ediciones y Publicaciones, 1977, p. 19
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LLENSÁ BORRÁS, Antonio, “Don Jaime, Príncipe Social”, en Homenaje en el 1er
centenario del nacimiento de Don Jaime III de Borbón, ECESA, Sevilla, 1972, p. 49.
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JUNCOSA CARBONELL, Arturo, “Política y religión en la tercera guerra carlista”,
Mundo, Barcelona, núm. 1714, 10 de marzo de 1973, pp. 30-33.
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CONCLUSIONES
1. La organización de las Margaritas de Catalunya, especialmente la de
la ciudad de Barcelona, fue el eje sobre el cual se reconstruyó en la
clandestinidad el carlismo catalán.
Esto fue posible gracias a que la Agrupación Ángeles de la Caridad creó
un espacio de sociabilidad, en ausencia de espacios físicos concretos
de socialización como los círculos carlistas, un imaginario socializador,
en el cual:
a) En primer lugar, se ponían en contacto las diversas generaciones
carlistas, desde los veteranos a los pelayos, con todo lo que suponía
esto de transmisión cultural, principalmente, a través de la oralidad.
b) En segundo lugar, se creaba un nexo de comunicación y recepción
de fondos de aquellas personas pertenecientes o vinculadas al carlismo,
en cuanto forma cultural específica, que no estaban directamente
implicadas en la lucha antifranquista: los socios protectores de la
Agrupación.
c) En tercer lugar suponía la existencia de un «pasillo de solidaridad»:
el Socorro Blanco, que ponía en contacto al carlismo con los elementos
que sufrían la represión franquista, ayudaba a paliar en lo posible las
repercusiones que en la modesta economía familiar de los carlistas
detenidos, o multados, pudieran darse por la acción represiva y, sobre
todo, lo que es más importante, el efecto moral que producían estas
intervenciones de la Agrupación tanto en los represaliados como en el
entorno familiar de estos.
d) En cuarto lugar ponía en contacto al carlismo catalán con los
sectores más desfavorecidos del proletariado urbano de Barcelona. La
labor de «beneficencia» de la Agrupación suplía, otra vez más, la
actividad de los círculos clausurados y expropiados por el nuevo estado
franquista. Justo es recordar en este momento, con la brevedad que se
impone, las actividades de estos centros con sus economatos y
dispensarios médicos abiertos a todo el obrerismo barceloní, muy
especialmente el Patronato Obrero de Santa Madrona de Sants con
todos estos servicios, amén de otros como la escuela de primera
enseñanza diurna y nocturna, la escuela de corte y confección para
jóvenes obreras y la puesta en cultivo de terrenos en la montaña de
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