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La Congregación de las Hermanitas de los

Ancianos Desamparados y la fundación


logroñesa

Antonio BONET SALAMANCA


Madrid

I. Introducción.
II. La biografía.
III. La fundación y los fundadores.
IV. Los comienzos.
V. La casa madre.
VI. La Casa de Logroño (La Rioja).
VII. Las fundaciones.
VIII. Bibliografía.
I. INTRODUCCIÓN

El convulso siglo XIX representó por contraste, una fase dorada en


el ámbito de la beneficencia y en el ejercicio de la caridad, protago-
nizados por alguna de las innovadoras y dinámicas congregaciones
religiosas. Hay que significar el paralelismo cronológico existente
entre algunas fundaciones con abrumador predominio de miembros
femeninos en símil al colectivo reconocimiento eclesial y social al
gozar de la manifiesta santidad patente entre sus respectivas figuras
fundacionales.
El cúmulo de paradojas acontecidas durante el siglo XIX, se inicia
con la invasión napoleónica y finaliza con la pérdida de las colonias
americanas. Las condiciones laborales y las acusadas desigualdades
sociales dieron lugar a una prolongada etapa de inestabilidad política
agudizada por las hambrunas y las sucesivas epidemias. Los conti-
nuos cambios constitucionales se agravaron durante el intervalo
comprendido entre 1868 y 1874, junto a las consiguientes etapas del
Gobierno provisional, el breve reinado del italiano Amadeo I y la
instauración de la Primera República, previa la restauración monár-
quica en la persona de Alfonso XII. Iniciada la revolución del 68 con
la consiguiente salida a Francia de Isabel II, las denominadas Juntas
revolucionarias se erigieron en autoridades provisionales hasta unifi-
carse en la Junta Suprema de Gobierno. El anticlericalismo se ex-
pandía como recordatorio de la desamortización y exclaustración
propiciadas en 1835, por el economista liberal, el progresista minis-
tro de Hacienda, Juan Álvarez Mendizábal, promotor entre otras me-
didas, de la expulsión de los jesuitas y la radical separación entre la
Iglesia y el Estado. El 6 de junio de 1869 se aprobaba una nueva
Constitución de tendencia monárquica en la que se reconocía la uni-
dad nacional como coronación de la organización federal y la reivin-
dicación entre otros, de los derechos individuales. A pesar de ello,
predominó el enrarecido ambiente propiciado ante la continuada
amenaza carlista y las continuas disidencias entre republicanos y
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monárquicos acrecentadas por los constitucionalistas de Sagasta y


los radicales de Ruiz Zorrilla.
Este período revolucionario sometió a la Iglesia española a una
dura prueba ideológica al tener que convivir frente a los novedosos
movimientos del socialismo y el republicanismo mientras la idea de
una restauración monárquica y dinástica resurgía entre los partidos
políticos. La firma del Concordato de 1851 facilitó el surgimiento de
novedosas congregaciones religiosas encaminadas a la difusión de
los ámbitos benéfico-asistencial al afrontar las lógicas carencias sa-
nitarias y la extrema pobreza con el lema añadido de llegar más allá,
de la considerada justicia individual (allí donde termina la justicia
comienza la caridad). Frente a la mayoritaria atmósfera revoluciona-
ria y anticlerical se apreciaban por contraste, las novedosas alternati-
vas encaminadas a solventar la endémica crisis social, encabezadas
en Huesca y Barbastro por el canónigo Saturnino López Novoa, pro-
motor junto a Teresa Jornet e Ibars del nuevo Instituto proyectado y
concebido al servicio integral de los ancianos desvalidos, popular-
mente conocido como la Congregación de las Hermanitas de los An-
cianos Desamparados.
Valencia incrementaba por entonces su acelerado crecimiento de-
mográfico coincidente con el último tercio del siglo XIX. Por ello,
con su alcalde a la cabeza Cirilo Amorós había conseguido, en 1865
bajo el reinado de Isabel II, derribar el prolongado cinturón de la mu-
ralla que iba a provocar en breve plazo, el nacimiento de una ciudad
moderna más allá de su recinto cercado.

II. LA BIOGRAFÍA

Teresa Jornet e Ibars nacía en Aytona, provincia y diócesis de Lé-


rida a las doce del mediodía de un 9 de enero de 1843 en la casa de
su abuela, calle segunda de Barqueta; una niña, hija de Francisco
Jornet y Antonia Ibars, nieta de Cayetano Jornet, abuelo paterno y
Teresa Ibars Olona, su bisabuela materna…, todos labradores natu-
rales y vecinos de dicha localidad. En la tarde del día siguiente, 10,
el presbítero Francisco Palau y Gaya (Libro de Bautizados, fol.33,
que se guarda en el archivo parroquial), confirma, “la bautizé al día
siguiente de nacer y se le puso el nombre de Teresa”. De acusados
precedentes cristianos, del mismo tronco familiar nacerían Teresa, la
primogénita y Josefa, que sería Hija de la Caridad y María, Herma-
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nita también de los Ancianos Desamparados, y por ello, cofundadora


de la Congregación, de la que sería durante dieciséis años, segunda
Superiora General al morir su hermana. Juan fue el hermano peque-
ño y único varón, casado con Rosa Agustí, matrimonio del que na-
cieron y llegarían a ingresar también como Hermanitas, Josefa, Ma-
ría y Amparo Jornet.
Entre los miembros de la familia destacó el carmelita P. Francis-
co Palau Quer (Aytona, Lérida, 1811/20-03-1872), conocido en reli-
gión por Francisco de Jesús María y José Palau y ordenado sacerdo-
te el 26-04-1836. Cantó su primera misa en Aytona al contar 25 años,
siendo el fundador de los Terciarios y Terciarias Carmelitas Descal-
zas, conocidas como Carmelitas Descalzas Misioneras. Fue el quin-
to de ocho hermanos, de vida un tanto agitada al coincidir su dinámi-
co apostolado con las guerras carlistas, en símil a su dinámico y re-
volucionario espíritu (en 1833 muere Fernando VII y el 17-07-1834
se inicia en Madrid la quema de conventos y la matanza de frailes y,
un año después, se suprime la Compañía de Jesús). En enero de 1836
Mendizábal ordenó clausurar los recintos conventuales mientras
Olózaga, gobernador civil de Madrid, expulsaba a los religiosos con
excepción de algunos misioneros y miembros de las congregaciones
de las Escuelas Pías y de San Juan de Dios. Por su parte, Teresa, a
los seis años era confirmada por el obispo de Lérida, Costa y Borrás
en la visita efectuada a Aytona para recibir con posterioridad la co-
munión al contar 13 años, previo el cambio normativo introducido
por Pío X. A los catorce años se trasladó a Lérida y se instaló en ca-
sa de la hermana de su madre Rosa Ibars Palau con la que permane-
ció entre los 11 y los 17 años, quizás influida por su tío, al inclinarse
por los estudios de Magisterio en Fraga y recibir clases de Petra de la
Cruz. Se examinó en Huesca hasta terminar y ejercer la carrera con
celo en la villa de Argensola, localidad próxima a Igualada, diócesis
de Vich y provincia de Barcelona.
Desde 1862 a 1870, el P. Palau que regentaba la conocida escuela
de la virtud en el templo barcelonés de San Agustín fue desterrado
por dos veces a Ibiza, acusado de sedición. A pesar de cierta confu-
sión cronológica, durante el decenio comprendido entre 1862 y
1872, se localiza a Teresa en el convento de Terciarias Carmelitas
fundadas por su tío Palau, y posteriormente, vistiendo de clarisa en
la burgalesa localidad de Briviesca, si bien, con sincera convicción
renunció a la vida contemplativa por lo que retornaría de nuevo a su
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localidad natal. Fallecido su tío Francisco Palau, Teresa quedó libre


de los compromisos adquiridos en su etapa juvenil 1.
En junio de 1872 acompañó a su madre a los baños sulfurosos de
Estadilla (Huesca), y al retornar a Barbastro conoció al vicario Fran-
cisco Llacer, estrecho colaborador de Saturnino López Novoa, mani-
festándole su voluntad de vincularse al proyecto de aquél, de asistir
y cuidar a los ancianos más desvalidos. La ascendente biografía de
Teresa se plasmaba en la virtuosa humildad y sencillez de carácter al
repartir su tiempo en viajes, oración, silencio, pobreza, cordialidad,
laboriosidad y sacrificio con paciente celo y constante preocupación
por la ancianidad. Transformó en vida su proyecto vocacional surgi-
do por tierras oscenses, siendo probada en su salud con sucesivos y
penosos viajes y achaques, en símil a la “santa andariega”. La per-
manente lucha contra la enfermedad terminó con su vida a la tem-
prana edad de 54 años en la valenciana localidad de Liria. En sus
breves 25 años fundó, sin apenas medios, 103 asilos como respuesta
a su firme devoción mariana sabiendo imprimir a sus casas y Herma-
nitas la confianza y abnegación en su tarea como respuesta al reto
planteado por la Providencia.

III. LA FUNDACIÓN Y LOS FUNDADORES

Los rápidos y sucesivos cambios experimentados en la citada


centuria dieron al traste con el antiguo sistema gremial, entidad pro-
pia de una sociedad estamental que contrastaba con la incipiente y
revolucionaria fase industrial coincidente con el emergente moder-
nismo. Todo ello, en sintonía con las tendencias ideológicas proyec-
tadas por el positivismo, el romanticismo y el racionalismo domi-
nantes en el continente europeo. Sin embargo y por contraste, en
1860, un 75,52% de la población española era analfabeta como rati-
fica los datos aportados por el historiador Jover Zamora. El realismo
decimonónico quedó reflejado en el rico panorama literario y teatral,
al igual que en el ámbito poético como reclamo del innegable eclec-
ticismo en el que se integraba el movimientos realista, el idealismo
alemán y el naturalismo científico. También el arte, en general, parti-
cipó de dichos parámetros filosóficos al proclamar el naciente cos-

1. APARICIO OLMOS, E. M.ª, OSB, Así Nacieron las Hermanitas…, Valencia,


Tip. Levante, 1984, pp. 114-121.
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tumbrismo y el apego a una tradición como baluarte innegable del


reciente pasado proyectado al futuro social. No fueron escasas las
sucesivas fundaciones religiosas surgidas por iniciativa privada y
destinadas a suplir en parte, la endémica situación de pobreza deri-
vada de la inestable situación sociopolítica. “Tengamos presente que
el siglo XIX acentuó la pobreza entre los españoles, el pauperismo en-
démico se agudizó por efecto de las guerras francesa y carlista, de la
pérdida colonial, de la desamortización acometida y del desorden
político y administrativo” 2.
Por contraste y, ante las conocidas dificultades sociales sobresalía
la reafirmación eclesial como predijo en su tiempo Tertuliano: “San-
gre de mártires es semilla de cristianos”. A nivel colectivo se planteó
una verdadera purificación, tras la mejoría iniciada en 1843, al fina-
lizar la dictadura anticlerical de Espartero, al igual que, en la fase
restauradora iniciada por el conservador Cánovas del Castillo al vi-
gorizar el Concordato de 1851 y reconocer el catolicismo como reli-
gión del Estado. Se retornó al control de la enseñanza oficial con el
impulso de innovadoras medidas como la reorganización de los se-
minarios, la fundación jesuita en 1890 de la Universidad de Comillas
y la apertura del Colegio Español de Roma en 1892. En el ámbito
eclesiástico fueron más de ochenta y ocho las Congregaciones reli-
giosas surgidas en España en la azarosa centuria decimonónica. Al-
gunas/os de sus directos protagonistas proclamaron su cotidiana san-
tidad ejercida en vida como fueron entre otras, las recientemente ca-
nonizadas Micaela del Santísimo Sacramento, Desmaisières López
de Dicastillo, Rafaela del Sagrado Corazón, Porras Ayllón, Joaquina
de Vedruna, Genoveva Torres Morales, Ángela de la Cruz Guerrero
González, Paula Montal, Petra de San José, María Rafols Bruna,
María Soledad Torres Acosta, Vicenta María López y Vicuña, Enri-
que de Ossó y Cervelló, Antonio María Claret, Francisco Palau y
Quer, Luis Amigó y Ferrer, OFM, y nuestra biografiada Teresa de Je-
sús Jornet Ibars 3.
Saturnino López Novoa (Sigüenza, Guadalajara, 29-11-
1830/Huesca, 12-03-1905), sobrino y protegido del que fuera obispo
de Huesca entre 1855 y 1870, Basilio Gil y Bueno (Palazuelos-Si-

2. JIMÉNEZ DUQUE, B., “Espiritualidad y apostolado”, en Historia de la Iglesia


en España, Madrid, BAC, 1979, t. V, p. 450.
3. ALDEA, Q., “Jornet e Ibars, Teresa de Jesús”, en Diccionario de Historia
Eclesiástica de España, Madrid, CSIC, 1972, t. II, pp.1241-1242.
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güenza, 14-06-1811/Roma, 12-02-1870) ejerció como canónigo y


Chantre de la catedral oscense y fue el inspirador y redactor de las
Constituciones aprobadas por el vicario capitular, Francisco Rufas
en Barbastro, y posteriormente por el arzobispo de Valencia, Maria-
no Barrio previo al definitivo dictamen emitido por la Santa Sede
con carácter experimental en principio, entre 1876 y 1887. El chan-
tre concibió la idea de fundar un instituto religioso femenino para el
amparo terrenal y la salvación eterna de la ancianidad desvalida, por
lo que redactó unas reglas contando con el asesoramiento de algunos
amigos entre los que destacaron los claretianos Gavín y Descals y
los jesuitas Puig y Mach.
La devoción mariana cobró nuevo impulso tras el reconocimien-
to dogmático aprobado en 1854, en honor a la Inmaculada Concep-
ción, a la que se acogieron múltiples asociaciones, sin obviar la je-
suítica propiciada en Valladolid al Sagrado Corazón de Jesús, a la
Sagrada Familia y al patriarca San José, de especial arraigo en el
área levantina con el rezo de los siete domingos. La doctrina social
de la Iglesia quedó reflejada en la encíclica papal, Rerum Novarum
promulgada en 1893 por León XIII en favor de la clase obrera, junto
a la promoción de los círculos católicos y los centros de formación
profesional. Un año después, se creó la Junta Central de Acción Ca-
tólica, presidida por el marqués de Comillas, Claudio López Bru.
Otra interesante iniciativa fue la llamada “Dinero de San Pedro”,
promovida en 1866 y gestionada por el nuncio Barili para recaudar
limosnas en ayuda del Papa. En el último tercio del siglo XIX quedó
patente el ascenso de las fundaciones y congregaciones religiosas fe-
meninas paralelas al resurgimiento espiritual y a la actuación ecle-
sial. A todo ello colaboraron algunas personalidades como el histo-
riador Menéndez y Pelayo, en paralelo a la publicación de revistas

rial por los agustinos en 1881, La Ciudad de Dios, la jesuítica Razón


católicas de investigación y difusión como la propiciada en El Esco-

y Fe de 1901, Estudios Franciscanos en 1907 y La Ciencia Tomista


en 1910 de los religiosos dominicos4.
En Valencia, la Asociación de Católicos constituida en 1871 co-
mo filial de la asentada en Madrid y en otras capitales contó desde su
inicio con el apoyo arzobispal y la presidencia de Manuel María
Errando, secundado por su activo secretario, el abogado José María

4. CÁRCEL ORTÍ, V., Iglesia y Revolución en España (1868-1874), Pamplona


1979, pp. 400-500.
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La fundadora, Santa Teresa Jornet e Ibars

Jaldero. En ella se integraron reconocidas personalidades de la capi-


tal levantina como fueron el promotor de los círculos Católicos, el P.
Antonio Vicent Dolz y el coronel Navarro. Quizás se les pudo tachar
de “paternalistas”, si bien sus campañas eran fiel reflejo evangélico
plasmado en proyectos como el aquí estudiado y plasmado tras la
aprobación y establecimiento de la casa matriz de las Hermanitas de
los Ancianos Desamparados en la capital valenciana, primera de las
154 casas abiertas en España y América en menos de 40 años. Hay
que atribuir a la Providencia y al colectivo empeño de una Congre-
gación religiosa y femenina nacida por tierras oscenses, y patrocina-
da por el sabio y activo canónigo Saturnino López Novoa. Su inicial
esfuerzo se vio confirmado con la inauguración de la primera casa-
asilo de sus Hermanitas, un 11 de mayo de 1873, en la valenciana
plaza de la Almoina. Ya en 1842 se tenía conocimiento de una con-
gregación francesa destinada al cuidado y atención de los ancianos
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El fundador, don Saturnino López Nóvoa

desvalidos y acogida a la regla agustiniana fundada por la francesa


Juana Jugan y presidida por el abate Le Pailleur 5.
El mismo López Novoa escribió la página inaugural de dicha
congregación instalada en España, siendo igualmente autor de una
voluminosa “Historia civil y eclesiástica de la ciudad y diócesis de
Barbastro” en 1861 y promotor de otras fundaciones religiosas como
las conferencias de San Vicente Paúl en Barbastro y Huesca. Tam-
bién destacó como redactor del Manual Reglamentario e Instructivo
de las Hermanas de la Caridad y las Constituciones fundacionales de
sus queridas Hermanitas. La ancianidad y sus carencias constituía un

5. Las hermanitas de los Pobres Petites Soeurs des Pauvres, constituyen una
Congregación religiosa de derecho pontificio, fundada en 1839 en St. Servan, de la
diócesis de Rennes en la Bretaña francesa fundadas por Juana Jugan, fallecida en
1879 y destinada a la asistencia de ancianos pobres. Fue aprobada por el arzobispo
de Rennes, el 25 de mayo de 1852. Obtuvo el decreto de alabanza de la Santa Sede
el 19 de julio de 1854 y la aprobación de las Constituciones el 1.º de marzo de 1879.
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auténtico problema constatado en la sociedad española del siglo XIX,


a expensas de su definitiva resolución. Dicha carencia fue recogida
de una parte por el citado canónigo oscense y de otra, por el activo
secretario de la valenciana Asociación de Católicos, el citado José
María Jaldero. Conociendo ambos la existencia de la casa madrileña
se planteó su posible expansión a Valencia, hecho frustrado por la re-
volución de 1868. Sin embargo, el proyecto se consolidó en 1871 en
Barcelona, al establecerse las primeras religiosas francesas como su-
cedería en Huesca, gracias a la generosidad y las gestiones empren-
didas por López Novoa.
El cúmulo de felices coincidencias aumentaba ya que la diócesis
valenciana estaba por entonces regida por el arzobispo, posterior car-
denal y oscense de nacimiento, Mariano Barrio Fernández, que vio
con agrado el inicio de la Congregación en su tierra de origen. Faci-
litó la remisión de las Constituciones de las Hermanitas con la apro-
bación del fiscal eclesiástico valenciano para enviarlas el 16 de abril
de 1872 al abate Le Pailleur, si bien el presidente Errando solicitó la
copia auténtica del decreto de 9 de julio de 1854 de la Santa Sede, en
el que constaba la aprobación y su consiguiente nombramiento fun-
dacional. La decepción llegó con la carta de dicho abate y el consi-
guiente oscurantismo insinuando buscar otra alternativa al respecto,
a pesar de contar con la respuesta afirmativa de sor Estefanía, supe-
riora de la casa madrileña que apoyaba también la fundación valen-
ciana. Con prontitud se desveló la farsa y la extraña y enfermiza per-
sonalidad del abate, al que se pidió desde Roma en 1890, su inme-
diata dimisión como promotor del Instituto francés; esta fue la cau-
sa del desconcierto creado entre los iniciales fundadores6.
Subsanados los malos entendidos, la constancia en la gestión de
Jaldero con las Hermanitas francesas de Barcelona y Huesca y las
emprendidas por López Novoa alcanzaron los perseguidos objetivos.
En tareas colaboradoras figuraron entre otros, el jesuita Francisco
Puig y los claretianos Gabín y Descals, Mosén Riec y Mosén Teodo-
ro Valdovinos, futuro Magistral de la catedral de Barbastro y canóni-
go de Zaragoza, al igual que, el manifiesto empeño del presbítero
Pedro Llacera, vicario del templo de San Francisco en Barbastro y
directo representante de López Novoa en la citada fundación. Así,
Huesca y Barbastro, dos ciudades y dos presbíteros fueron los prota-

6. PELAYO TORANZO, J., Hermanitas de los Ancianos Desamparados, Bodas de


Oro, memoria, Santander, 1923, pp. 34-35.
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gonistas iniciales de la citada Congregación. El 11 de octubre de


1872 llegaban a Barbastro, la Madre Teresa Jornet acompañada de
su hermana María, de unos veinte años y de Mercedes Calzada, ami-
ga y natalicia de Aytona; así lo relataba en carta fechada el día del Pi-
lar, Pedro Llacera a Saturnino López Novoa. Las primeras postulan-
tes fueron alojadas en la casa Pueyo sita en la calle del Palacio, nº 2
de Barbastro. En ella se gestó la fundación, a la espera del definitivo
traslado hasta Valencia, capital en la que José María Jaldero y su es-
posa aceleraban los trámites para el previsible e inmediato asenta-
miento de la Congregación española. Se requerían jóvenes entre
veinte y treinta años que gozaran de buena salud y supieran leer y es-
cribir. Las Constituciones pasaron por expertas manos y apoyos co-
mo los brindados por el santo arzobispo Antonio María Claret y el
jesuita Francisco Puig. López Novoa desde un comienzo fijó el pa-
tronazgo de la misma a los pies de la venerada y valenciana Virgen
de los Desamparados y de los santos protectores San José y Santa
Marta, contraviniendo el parecer de Jaldero, favorable al afrancesa-
do culto a Nuestra Señora de Saleta. Premonición de lo anterior fue
el inicial emplazamiento de la primera casa de las Hermanitas a es-
casos metros de la Real Capilla de la Virgen de los Desamparados
con la intención de iniciar su funcionamiento el segundo domingo de
mayo de 1873, cuando Valencia celebra con gozosa algarabía la fies-
ta de su Madre y Patrona.
Tan gozosa y exitosa historia arrancaba un 27 de enero de 1873,
en que, a las 8,30 h., de la mañana, unas jóvenes campesinas se vis-
tieron de monjas en una iglesia de Barbastro. El acto religioso tuvo
lugar en la capilla del seminario de Barbastro en la misa oficiada por
su rector Juan Codera. En dicho sagrado recinto nacían las Hermani-
tas de los Ancianos Desamparados7.

IV. LOS COMIENZOS

El diligente presbítero Pedro Llacera se iba a convertir en fiel de-


legado de Saturnino López, responsable directo al sufragar los cuan-
tiosos gastos generados por el mantenimiento de la casa y la estancia
de las primeras candidatas en Barbastro. Dicha localidad oscense
contemplaba con agrado durante el mes de octubre de 1872, el naci-

7. JAVIERRE, J. M.ª, “Refugio de los ancianos”, Santa Teresa Jornet, Madrid,


Alameda, 1974, pp. 179-181.
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miento de una nueva Congregación conforme se recogía en las indi-


caciones y en el Reglamento provisional, redactados por Francisco
Puig, S.J., director espiritual del emergente Instituto religioso. Por su
parte, Saturnino López dispuso que la vestición del Hábito se reali-
zara el lunes 27 de enero de 1873. El biógrafo y presbítero Joaquín
Pelayo da cuenta de las primeras aspirantes, en número de diez: Te-
resa Jornet e Ibars, Micaela Bagües y Marcelo, María Jornet e Ibars
y Mercedes Calzada y Senán, María González y Bofia, Teresa Biú y
Samblancat, Benita Pulluego y Salinas Antonia Plana y Buidos, Te-
resa Vives y Fuster y Gregoria Zaro y Morillo. La toma de hábito tu-
vo lugar el citado 27 de enero en la capilla del seminario de Santo
Tomás de Aquino de Barbastro con la presencia del rector del mismo
Juan Cordera y la ausencia del P. Fundador 8.
En Valencia, a pesar de la convulsa situación política agudizada
tras la proclamación republicana y el bombardeo sobre la ciudad en
1873, la Junta de la Asociación de Católicos y su secretario José M.ª
Jaldero y Sacristán (+Valencia, 15-02-1885), convencido católico y
protector de pobres y desvalidos, en colaboración con José Navarro,
se apresuraban en la agilización de las gestiones encaminadas a ad-
quirir la casa fundacional dentro de su casco urbano. La relación
epistolar se incrementaba entre Barbastro y Valencia al confirmar la
adquisición de nueva casa y la llegada de las seis primeras Hermani-
tas a la capital del Turia. Confiados en la Divina Providencia y ven-
cidas las dificultades se dispuso de un primer local en la céntrica pla-
za de la Almoina, 4, vocablo valenciano que equivale a limosna, sita
frente a la basílica patronal 9.
Pobreza y generosidad se dan cita en esta operación inmobiliaria
ya que el local dispuesto pertenecía al rico y generoso canónigo de
Segorbe, Mariano Gisbert. La fecha fijada para su definitiva inaugu-
ración aconteció el 11 del mes de mayo, fiesta de Nuestra Señora de
los Desamparados. Conforme al relato de Joaquín Pelayo, el viaje
desde Barbastro se organizó en tres grupos ante el miedo reinante
tras la proclamación de la Primera República española. De la esta-
ción fueron a la Real Capilla de la Virgen, y a la casita-asilo de la
plaza de la Almoina; allí fueron agasajadas por Jaldero y demás di-

8. ASENJO PELEGRINA, J. J., Saturnino López Novoa, fundador de las Hermani-


tas de los Ancianos Desamparados, Madrid, BAC, 2000.
9. VIDAL CORELLA, V., “Pequeña historia de la plaza de la Almoina”, en Las
Provincias (Valencia), domingo, 13 de febrero de 1972, p. 41.
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rectivos de la Asociación. El día 9 visitaron al nombrado arzobispo


de Valencia en 1861, Mariano Barrio Fernández (Jaca, Huesca, 21-
11-1805/ Valencia, 20-11-1876), estrecho colaborador de la congre-
gación al que Pío IX nombraría cardenal. Posteriormente conocieron
al que sería también fiel protector, el joven Canciller-Secretario, ca-
nónigo catedralicio y futuro obispo de Loryma, Francisco García
López (Nerpio, Albacete, 09-03-1833/Valencia, 30-05-1909), consi-
derado como segundo fundador por las Hermanitas y ascendido al
episcopado por el cardenal Ciriaco María Sancha y Hervás
(1833/Toledo,25-03-1909), preconizado arzobispo de Valencia, el 11
de julio de 1892, cuando era obispo de Madrid-Alcalá previo su as-
censo al cardenalato, el 22 de mayo de 1894 y su traslado a la Sede
Primada de Toledo en 1898. También sería fundador de una congre-
gación femenina en Cuba en 1869 con seis casas y 45 hermanitas
que serían anexionadas al Instituto español por acuerdo adoptado en
el Capítulo General convocado por Teresa en Valencia el 07-03-
1885 10.
Otro destacado impulsor del Instituto sería Lorenzo Carcavilla,
Deán del Cabildo valenciano y Vicario capitular tras el fallecimiento
del arzobispo Barrio, interlocutor con el Nuncio en España, Giaco-
mo Catan que le sugirió fusionar el Instituto español y el francés, he-
cho que implicaría el cambio de nombre. Contó en su gestión con el
total apoyo del nuevo arzobispo valenciano Antolín de Monescillo y
Viso, ascendido a cardenal el 10-11-1884.
El día 10 ingresaron los primeros ancianos admitidos en Valencia
con preferencia entre los más desvalidos, siendo la primera una an-
ciana de 99 años, impedida y un anciano desvalido de 93. Conforme
al acta emitida en el Libro de Fundaciones por la fundadora, se indi-
ca que en el año de 1873, día ocho de mayo y festividad de la Apari-
ción de San Miguel Arcángel llegaron a Valencia y tomaron posesión
de la casa las siete primeras Hermanitas venidas de Barbastro y
acompañadas por su fundador Saturnino López Novoa. Día grande
de puertas abiertas con la presencia procesional de la Virgen de los
Desamparados en la calle, preludio protector de la colectiva acogida
dispensada a las jóvenes religiosas. En compañía de Pedro Llacera se
incorporaban desde Barbastro las cinco Hermanitas restantes para
sumarse a las anteriores y completar la inicial comunidad valencia-
na. El lunes, día 12 comenzó la postulación por las calles y mercados

10. ASENJO PELEGRINA, J. J., Saturnino López Novoa, o.c., pp. 309-319.
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con gran aceptación y suministro de bienes, por lo que, temprano se


vió incrementado el número de ancianos asistidos conforme a la pro-
fética y lacónica frase de la Fundadora, “Cuantos más pobres, más
protectores”. Por esas fechas se sucedía el carteo entre Superiora y
Fundador, aludiendo al cariño dispensado por el arzobispo y el can-
ciller en Valencia, patente en las continuas visitas y regalos efectua-
dos a las Hermanitas con mantas, telas, sin obviar el consuelo y la
atención espiritual. En carta fechada el 17 de junio de 1893, la Fun-
dadora aludía a las bondades del padre capellán y a la benevolencia
del arzobispo y su secretario, constatando que ya había diecinueve
ancianos asistidos.
Proclamado el cantón valenciano retornan los disturbios y algara-
das, siendo enviado desde Madrid para acallar la revuelta, el general
Arsenio Martínez Campos, que ordenaría bombardear la ciudad en la
mañana del domingo 3 de agosto y en días sucesivos 11. Ante la grave
situación planteada se instalaron Hermanitas y ancianos en la sacris-
tía catedralicia como singular refugio en compañía del canónigo y
protector Francisco García López; allí, en tan privilegiado lugar y
conforme a las penosas contingencias se encontraba el “Santo
Grial”. La Fundadora rubricaba en carta los apoyos de la Junta de
Guerra instalada también en La Seo y la invitación cursada para tras-
ladarnos hasta la cercana población de Alboraya por el coronel José
Pascual Navarro y “allí acudimos hasta la entrada de las tropas, por
lo que, con prontitud retornamos de nuevo a nuestra casa”.

V. LA CASA MADRE

Ante lo reducido de la estancia se pensó para un futuro en la ad-


quisición de la que sería definitiva y amplia casa, el antiguo conven-
to de agustinos descalzos, espléndida construcción levantada en
1603 en honor a Santa Mónica, al otro lado del Turia, frente a las to-
rres de Serrano, en el arrabal de Murviedro. En el proceso desamor-
tizador, el templo de Santa Mónica pasó al arzobispado como filial
del Salvador, mientras el recinto conventual era adquirido por parti-
culares con los que hubo que negociar para dedicarlo a funciones de
residencia y noviciado.

11. CORBÍN FERRER, M.ª del P., La Beneficencia en Valencia en el Siglo XIX, Va-
lencia, Ayuntamiento, 1980.
966 ANTONIO BONET

Valencia, Casa Madre de la Congregación de las Hermanitas


de los Ancianos Desamparados, en Murviedro

La Fundadora barajó otras posibilidades como fueron los conven-


tos sitos en el extrarradio del Socorro y San Sebastián. Al efecto se
creó una Junta encabezada por el Cardenal y secundada por Errando,
presidente de la Asociación de Católicos y el secretario Jaldero y se
colocaron diversas mesas petitorias en la catedral y en la capilla de
los Desamparados. El cardenal apeló al sentido caritativo de los con-
gregados, a imitación de otras instituciones de caridad instaladas
desde antiguo en Valencia. Se había conformado un nuevo foco de
caridad por parte de los católicos valencianos para ayudar a las Her-
manitas de los Ancianos Desamparados. La Ley de Beneficencia,
promulgada el 14 de mayo de 1852 marcó las pautas a las numerosas
instituciones que iban a surgir como la Gran Asociación de Benefi-
cencia Domiciliaria de Nuestra Señora de los Desamparados del ba-
rrio del Carmen, la casa de beneficencia, creada a iniciativa de Javier
Elio en 1814, con el fin de recoger a los pobres, el asilo de San Eu-
genio fundado por el Dr. Sanchís Bergón en 1885 para procurar la
LA CONGREGACIÓN DE LAS HERMANITAS DE LOS ANCIANOS... 967

lactancia infantil, el asilo de San Juan de Dios en 1883, de los her-


manos hospitalarios dedicados a la atención de niños huérfanos, la
Asociación Protectora de los Niños constituida en 1892 para acoger
a los niños desamparados, la casa de beneficencia, hospital provin-
cial con origen en las gestiones realizadas por la Real Sociedad Eco-
nómica de Amigos del País y sus protectores José Vicente Fillol, Vi-
cente Oliag y el marqués de Campo. Precedentes de las anteriores
fueron el Colegio Imperial de Niños Huérfanos de San Vicente Fe-
rrer, el colegio del Refugio de 1711, proyectado por el P. Joaquín
Borgoñón para niños huérfanos y la casa hospicio de Nuestra Señora
de la Misericordia de 1670 para ancianos pobres e incurables. Du-
rante el siglo XVIII colaboraron a estos fines, entre otros, el aristócra-
ta marqués de Campo, Cirilo Amorós y Juan Navarro Reverter, im-
pulsores del desarrollo económico y asistencial de las clases desfa-
vorecidas en paralelo a las sucesivas instituciones surgidas para be-
neficio de la clase obrera12.
Superadas las dificultades se adquirió el citado exconvento agus-
tino con casa y huerto adjunto sito en la calle de Sagunto, al precio
de cincuenta y dos mil quinientas pesetas, cantidad alcanzada por
medio de suscripciones voluntarias con carácter de empréstito por
algunos de los miembros componentes de la Junta con la finalidad de
trasladar a las Hermanitas y ancianos desde la Plaza de la Almoina a
la nueva sede. Escriturada la compra con la titularidad diocesana, só-
lo quedaba iniciar las obras de construcción y adaptación del edifi-
cio. Gozo y tristeza se entremezclan como aludía Jaldero, en carta
dirigida al Fundador, al aludir a la grave salud de la Fundadora ante
la falta de un certero diagnóstico.
Por otra parte, se había fijado el traslado a la nueva casa para la
jornada del sábado 21 de noviembre de 1874, festividad de la Pre-
sentación de la Virgen. Para la inauguración se había previsto una
misa solemne con pregón en el nuevo oratorio, discursos y comida
sufragada por un miembro de la Junta. En cuanto a la generosidad
acumulada para la citada inauguración del edificio sobresalía el es-
treno del alumbrado y el agua potable costeados por José Campo y el
Ayuntamiento valenciano, el Prelado regaló su propio burro y la ba-
rriada de Murviedro, el consiguiente carrito dotado de toldo opcio-
nal, portador de un letrero en el que se leía: Hermanitas de los po-
bres” y dos cepillos “Limosnas para los pobres ancianos”. Otras ini-

12. Archivo de la Casa Generalicia (detalles de la construcción del edificio).


968 ANTONIO BONET

ciativas caritativas fueron la rebaja de los honorarios percibidos por


esteros, carpinteros y albañiles, junto a la anulación de la factura
mensual generada al dueño del antiguo solar, propiedad del aludido
canónigo segorbino.
Proliferan los regalos como fue la imagen patronal que iba a pre-
sidir el nuevo templo y la incorporación de 32 novicias. Fueron fre-
cuentes los viajes fundacionales, por lo que, al año justo del estable-
cimiento inicial en Valencia se inauguraba una segunda casa en Za-
ragoza, si bien fallecía una de las primeras hermanitas, sor Merce-
des. Entre las noticias luctuosas figuró el fallecimiento del primer
protector de las Hermanitas, el canónigo Francisco Peris y Mendoza,
que en símil biográfico tuvo gran poder de convocatoria dada la mul-
titud de asistentes a su funeral y sepelio. La expansión se acometió
en mutua colaboración entre el Fundador y la Superiora. De 1873 da-
ta la casa de Valencia (11 de mayo), de 1874, Zaragoza (11 de mayo),
tres nuevas en 1876: Cabra (Córdoba), Oliva (Valencia) y Burgos,
siete en 1878: Castellón, Almería, Santiago de Compostela, con dos
casas, Alcoy, Guadix y Yecla y cinco casas más al siguiente año. La
Providencia actuaba de continuo, por lo que el nuevo edificio desti-
nado a novicias era sufragado por otro bienhechor, el conde de Casa-
Rojas. El 19 de marzo de 1882 comenzaron las obras del citado pa-
bellón con la asistencia del fundador y del canónigo Francisco Gar-
cía y el citado conde, que donó igualmente las imágenes de San José
y Santa Marta para la nueva capilla. El día de San José de 1884 se
inauguró el Noviciado bajo la supervisión del arquitecto José Cama-
ña Laymón (Valencia, 1850-1926)13.
Los sucesivos edificios iban a conformar la actual casa matriz; y
desde la misma se adoptaron las decisiones sobre los asuntos funda-
cionales, capítulos generales, noviciado, expansión, etc. Pronto se
recibió el “Decreto de alabanza” o Laudatorio impartido por Pío IX
como primer paso que la Santa Sede otorgaba, de cara a la aproba-
ción de las congregaciones religiosas que pasaban a ser de “derecho
pontificio” por decreto de 21 de julio de 1882. La Sagrada Congre-
gación dispuso que el Instituto español se denominara de Hermanitas
de los Ancianos Desamparados. En el cómputo inicial y, a tan sólo
doce años de la primera casa valenciana, ya funcionaban en España
más de cincuenta casas con la apertura en 1885 de la primera casa en
Santiago de Cuba coincidiendo con la pavorosa epidemia de cólera

13. MONTERO MORENO, A., Historia de la Persecución Religiosa en España,


1936-1939, Madrid, BAC, 1961, pp. 438-439.
LA CONGREGACIÓN DE LAS HERMANITAS DE LOS ANCIANOS... 969

morbo asiático que asoló Valencia y causó la muerte de 27 religiosas


y 100 ancianos. En 1887, León XIII aprobó de manera definitiva el
nuevo Instituto. La elección de cargos a nivel interno, se efectuaba
en Capítulo General siendo sucesivamente reelegida Teresa Jornet
desde 1878 como Directora General y Superiora de la Congregación
hasta su muerte en Liria (Valencia), al contar 54 años de edad, un 26
de agosto de 1897. Como sucesora figuró su hermana Sor María de
Jesús Jornet e Ibars.
A su muerte en olor de santidad dejó 103 asilos con millares de
ancianos y 1.260 Hermanitas repartidas en 45 diócesis repartidas por
España y América. En 1904 se trasladaron sus restos desde Liria a
Valencia y en 1913, nuevo asentamiento en la cripta de la nueva y
suntuosa iglesia en severo sepulcro de mármol blanco, cercano a la
de sus estrechos colaboradores Saturnino López Novoa y Francisco
García, cuyos cuerpos fueron allí trasladados y depositados en sen-
dos sarcófagos de mármol negro. Teresa fue beatificada por Pío XII,
el 27 de abril de 1958 y canonizada por Pablo VI el 27 de enero de
1974, siendo nombrada en 1977, patrona de la ancianidad. En la Ba-
sílica de San Pedro se dieron cita 800 Hermanitas llegadas de las 215
casas, presididas por la Madre General sor María de San Francisco
Borraz, acompañadas por más de 150 ancianos. Sus restos mortales
fueron depositados en dorada urna, bruñida por Francisco Llongo, e
instalada en el retablo gótico de talla dorada, obra de Francisco
Mampó en la iglesia de la casa madre. Su cuerpo es venerado en neo-
gótico recinto próximo al presbiterio de la iglesia de la casa madre.
Entre 1905 y 1909 habían fallecido los considerados fundadores Sa-
turnino López Novoa y Francisco García que comparten estancia fu-
neraria con Teresa Jornet en dicha casa.
Reseñar más allá de Valencia, la fundación palentina el 23-08-
1896 en cuya sede se estableció un segundo noviciado receptor de
las candidatas a Hermanitas en la zona norte. Su bello templo osten-
ta laborioso retablo fiel copia del existente en la casa madre. Igual-
mente destacar la reciente colocación y bendición en el nicho central
de la girola de la basilical vaticana de una gran estatua el día 14 de
Octubre de 2004, realizada por el escultor italiano Alessandro Ro-
mano en mármol de Carrara de siete metros de altura y 55 toneladas
de peso en honor a la Santa Madre, efigiada junto a dos ancianos,
símbolo del patrocinio hacia las personas desvalidas (Cuidar los
cuerpos para salvar las almas). Existe en uno de los patios de la casa
madre, fiel copia en material liviano, similar a otras esculturas erigi-
970 ANTONIO BONET

das al Sagrado Corazón, a la Inmaculada Concepción y a San José,


que centralizan los diversos patios que estructuran el recinto asisten-
cial. Las obras del nuevo templo se iniciaron el 8 de febrero de 1913
dirigidas por José Camaña y Laymón, a quien la Asociación de Ca-
tólicos encomendó la adaptación del antiguo convento agustino.
Planteó un espacio neogótico con tribunas corridas y recargado reta-
blo dorado, presidido como el resto de los templos de la Congrega-
ción por la Virgen de los Desamparados coronada en 1923 y custo-
diada por San José, Santa Marta y Santa Teresa Jornet, imágenes ta-
lladas en el taller regentado por el escultor de origen catalán y afin-
cado en Valencia, José María Ponsoda Bravo.
En dicho año celebraron las Hermanitas sus Bodas de Oro con so-
lemne triduo presidido por el arzobispo Enrique Reig y Casanova; se
donaron las imágenes de San José y la Inmaculada en 1921 y 1923,
además de inaugurarse el primero de enero de 1935, el monumento
en honor del Sagrado Corazón de Jesús, imagen bendecida por el
Prelado Prudencio Melo y Alcalde (+02-11-1945) y destruida en
1936 por alborotadores e incontrolados. Entre los escultores partici-
pantes figuran los zaragozanos hermanos Albareda y el artista de la
tierra Garnelo; el 20 de abril de 1947,el arzobispo diocesano Marce-
lino Olaechea bendecía el monumento levantado al Corazón de Ma-
ría en el jardín del noviciado y las nuevas campanas del campanario.
Por entonces, el Instituto contaba con 174 fundaciones, 149 estable-
cidas en 49 diócesis repartidas por España y las 25 restantes por
América. La guerra ensombreció el gozo con el martirio de algunos
religiosos allí congregados, una vez el edificio fuera incautado, un
24 de agosto de 1936 y profanadas sus dependencias. En 1939 retor-
nó la calma y se acometió la reconstrucción de lo dañado, sin olvidar
el elevado número de mártires (religiosos de distintas congregacio-
nes y cuatro Hermanitas mártires en Barbastro y Requena) 14.
Entre los datos aportados por el jesuita Manuel Tarré Draper
(Barcelona, 1884-Valencia, 1974), en 1943, centenario del nacimien-
to de la Madre Fundadora, había 185 casas, 2.263 Hermanitas y
11.802 ancianos acogidos. La primavera de 1948 fue gozosa en re-
cuerdos y aniversarios ante el cúmulo de celebraciones como las Bo-
das de Diamante fundacionales, o los veinticinco años de la corona-
ción canónica de la imagen patronal y la visita efectuada por la “Pe-

14. AGRAMUNT LACRUZ, F., Diccionario de Artistas Valencianos del Siglo XX,
Valencia, Albatros, 1999, t. III, pp. 1659-1662.
LA CONGREGACIÓN DE LAS HERMANITAS DE LOS ANCIANOS... 971

regrina” a la casa matriz, el 25 de abril. El luctuoso desastre causa-


do en octubre de 1957 por la riada del Turia, representó un nuevo va-
rapalo para la capital valenciana que vió desbordarse su reducido
caudal causando numerosos estragos. Cabe reseñar también la inno-
vadora obra del edificio colindante con la calle Sagunto de siete
plantas en altura, destinado a residencia de matrimonios ancianos en
conexión con la casa madre. Fue construido en 1971 e inaugurado el
29 de noviembre de 1975, bajo el patrocinio de Miguel Benet Pons.
Valencia se sumó el 09-01-1974 a enaltecer la memoria de la Madre
Teresa, al erigirle albino monumento marmóreo sito en la plazoleta
de acceso al edificio central, en mármol de Carrara y labrado por el
artista de Liria, el catedrático, académico y escultor Manuel Silves-
tre Montesinos, “Silvestre de Edeta”. En su honor se celebró concu-
rrido y solemne Triduo en las jornadas del 15,16 y 17 de febrero de
dicho año con presencia del Primado de Toledo y emotiva procesión
con la urna que custodia su cuerpo hasta el templo catedralicio. Diez
años después, la estadística se había incrementado con 2.703 Herma-
nitas y 27.062 ancianos acogidos; de ellos, 17.603 en España y
9.357 en América, con apertura y expansión de nuevas casas en Ita-
lia y Alemania. Por necesidad logística se dividió la Congregación
entre la casa madre o generalicia de Valencia y las provincias inde-
pendientes de Zaragoza, Madrid Córdoba.

VI. LA CASA DE LOGROÑO (LA RIOJA)

El relato de Teresa Jornet, extraido del Archivo de la congrega-


ción y fechado en Logroño el 17 de septiembre de 1882, describe los
muchos problemas para fundar en dicha capital, conforme a la visita
efectuada por la Madre Superiora General a las casas de Castilla y La
Rioja en septiembre de 1882. “En primeros de septiembre, luego de
la visita de la casa de Calahorra se pasó a Logroño encontrándose
con dificultades difícil de allanar… Casi nos íbamos cuando encon-
tramos una casa sita en la carretera de Soria, cuyo dueño resultó ser
Vicente Toledo, al que solicitamos un segundo piso sin mayor pro-
blema, por lo que volvimos al día siguiente” (en otros apuntes).
“Concluí mi visita a la casa de Burgos, y como tenía una idea fuerte
de que las Hermanitas tuviéramos Hogar en Logroño, me pasé por
esta ciudad hacia mediados de septiembre de 1882. Concerté una pri-
mera visita con el señor abad de la Colegiata de la Redonda (actual
concatedral) para estudiar sobre el terreno, la posibilidad de hacer re-
972 ANTONIO BONET

alidad la fundación. Me recibió de maravilla, se interesó por el pro-


yecto…” “Estuve varios días, no sólo yo, sino mi secretaria y tam-
bién la hermana del señor abad buscando por toda la ciudad una casa
que reuniera las condiciones necesarias, pensé dejar la ciudad ya que
no encontraba lugar apropiado, pero Dios que es tan bueno, hacia el
13 de septiembre encontramos una vivienda recién construida. Al día
siguiente fuimos a habitarla”.
“Nuestro mobiliario fue una maleta, un saco de mano y un para-
guas. Era un segundo piso, estaba ya en casa, nos acomodamos la her-
manita que me acompañaba y yo. Nos sentamos en el suelo, no tenía-
mos otro asiento, pero contentas. El dueño, que vivía en el principal,
enseguida nos subió dos sillas. Así empezamos, de prestado. Pasamos
escasez, repito, todo prestado, los logroñeses no hacían mucho caso
de la fundación nos veían por la calle acudir a misa en la Colegiata,
pero si preguntaban, ¿quiénes son esas monjas? y se les daba respues-
ta, no hacían caso”. Proseguía la santa con extremo detalle: “Prepara-
mos la casa lo mejor que pudimos y pensé que era hora de que encar-
gase a una hermanita la dirección de esta casa y que viniera otra más
para comenzar a pasar puerta por puerta pidiendo”. Continúa el relato
con la estadística de sus primeros inquilinos: “Por ahora tenemos 28:
16 hombres y 12 mujeres, si la primera era de Laguardia, Saturnina
Moreno, de 61 años, ahora, hay de toda la geografía riojana, parte de
Navarra y también de Soria. Narra la santa la primera Navidad rioja-
na con mucha lluvia y nieve que adornaban el magnífico Belén, al
que invitaba a visitar a cuantos quisieran acercarse. Mas, no cesaron
las dificultades como señala en el tercer boletín: “Una vez asentada la
casa, sufrimos muchas tribulaciones por parte de la población, no lo
veían con buenos ojos nuestra fundación pero, así son todos los co-
mienzos. La casa se nos hacía pequeña y por fin, encontramos una ca-
sa en la calle de Toledo y, en ella estuvimos unos meses; de nuevo nos
trasladamos a la calle Villanueva a la casa de Protasia Infante hasta
que finalmente nos trasladamos a una casa a las afueras de Logroño,
posesión de Fernando Díaz, y en octubre pasaron las Hermanitas y
ancianos a ocuparla”. Describe con detalle su amplitud y la capilla
presidida por la Virgen de los Desamparados, junto a San José y San-
ta Marta, ambas compradas por José Domingo Santa Cruz y Pedro Je-
sús Jiménez. La reducida sacristía contaba con estanterías regaladas
por el señor abad, Victoriano A. Rodrigo, la cocina, bien acondiciona-
da, un huerto y un amplio patio 15.

15. Archivo Boletín de la Orden.


LA CONGREGACIÓN DE LAS HERMANITAS DE LOS ANCIANOS... 973

Logroño, Casa de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados

En 1890 se citan algunos de los colaboradores como fueron Petra


Oribe y Anastasio Rodríguez, y se narran los distintos avatares como
el calamitoso incendio acaecido a las 6,30 h. de la mañana de un 17
de julio de 1925 en la colindante fábrica de maderas que terminó mi-
lagrosamente sin heridos. También se da cuenta de la construcción
de un nuevo pabellón, sufragado entre otras, por Carmen Bretón,
Juana Bernáldez, Anselma García y mil más. María Jesús Rey y
Eduardo Castroviejo donaron además una casita en La Guardia
(Álava), calle de Santa Engracia y una viña. Entre los colaboradores
figuraron igualmente el obispo diocesano y el arquitecto del edificio
Félix del Álamo. En el Libro de Fundación se da cuenta de las visi-
tas canónicas efectuadas por las hermanas Superiora y Secretaria y,
en el mismo figura la compra de sendos locales en 1924 y 1926, ade-
más de cuantiosas donaciones de objetos e imágenes. La crónica fe-
chada el 08-09-1940 confirma el traslado de los ancianos al nuevo
asilo sito en la logroñesa arteria de Vara de Rey, construido con los
fondos de la venta de la casa anterior ubicada en la calle de las Ado-

suscripción en el Diario de La Rioja.


ratrices. También en previsión de los gastos generados se abrió una

Con motivo de la visita canónica de la Madre General, sor María


de San Francisco de Borja Borraz Villagrasaa, y coincidiendo con

16. JAVIERRE, J. M.ª, Refugio de…, o.c., pp. 15-25.


974 ANTONIO BONET

los planes urbanísticos proyectados por el municipio logroñés figura


en la visita efectuada a Logroño, el 16 de julio de 1981, la adquisi-
ción del actual edificio de 7.540 metros cuadrados en solar adquirido
a las religiosas de la Compañía de María (La Enseñanza) valorado en
30 millones de pesetas. Se contó para ello con una aportación econó-
mica de 83.584.578 pesetas por parte del Ministerio de Asuntos So-
ciales y Seguridad Social. Entre las donaciones totales destacan los
15 millones aportados por los jesuitas y numerosos particulares en-
cabezados por Gloria Mauleón, Pilar Urbina Pilar Navajas y Emilio
Alonso. En el inventario figura la compra de un órgano electrónico y
las imágenes de San José y Santa Marta, adquiridas en el taller va-
lenciano de José María Ponsoda Bravo, un cáliz, copón y sagrario y
cuantos enseres se requirieron para solemnizar el culto. Prosigue el
relato con la visita efectuada por sor Marta García para supervisar la
construcción del nuevo recinto de cinco alturas y próximo a la ribera
del Ebro, en la estrenada zona peatonalizada del Paseo de la Consti-
tución. A modo de extensa y detallada crónica se describe la distri-
bución del edificio dotado de sótano, planta de acceso con vestíbulo
de entrada y amplia capilla con 44 bancos. El lígneo retablo resta
presidido por las imágenes de protectores y patronos con presbiterio
de mármol, tribunas a ambos lados y espaciosa sacristía. En la pri-
mera planta se ubica la enfermería y, en las superiores, las destinadas
a ancianos (hombres-mujeres), matrimonios y dormitorios de las re-
ligiosas. En la posterior visita se constata la adquisición de las imá-
genes de San José y la Santa Madre en piedra artificial así como la
ornamentación de la Capilla y la restauración del resto de tallas de-
vocionales.
El Ministerio colaboró económicamente en las sucesivas etapas
constructivas con 189.712.553 pesetas y otros tantos para el mante-
nimiento del edifico que arrojaba en 1980, la cantidad de
195.487.568 pesetas. El día 29 de noviembre de 1981 fue bendecida
la nueva casa con misa concelebrada por 22 sacerdotes presididos
por el entonces prelado diocesano Francisco Martínez Álvarez. Glo-
riosa fecha que precedió al feliz centenario de la casa, el 12-10-
1982, y que recuerda conforme al Libro fundacional, la prolongada
andadura de las Hermanitas desde aquél 11 de septiembre de 1882,
provistas en los comienzos de una maleta, un paraguas y un bolso. El
antiguo asilo se ha convertido en un moderno Hogar, administrado
por diez Hermanitas que siguen el carisma de su Fundadora como
fieles servidoras de la caridad. Para ello cuentan con personal cuali-
ficado encargado de velar por el estado físico y espiritual de los
LA CONGREGACIÓN DE LAS HERMANITAS DE LOS ANCIANOS... 975

aproximadamente 200 ancianos acogidos en esta casa instalada en la


capital riojana.
La vida comunitaria de las religiosas se inicia cotidianamente a
las 6 h. de la mañana en que se levantan para el rezo y la Liturgia de
las Horas y Laudes con oración personal, entre 7 y 8, en que se in-
corporan los ancianos, entre 8 y 9 h., previa la Eucaristía diaria a las
9 h. En el intervalo entre las 11 y las 13 h., desarrollan el trabajo en
los distintos pisos y pabellones (de hombres, mujeres, matrimonios,
enfermería, consulta médica, lavandería etc). La comida para resi-
dentes a las 13 h., y a las 14 h., para las religiosas con un breve des-
canso antes del rezo, a las 16 h. con Rosario y lectura comunitaria.
Hacia las 16,30 h., se reanuda el trabajo en los pabellones y a las
20,30 h., el rezo de Vísperas y cena a las 21 h., con diálogo y Com-
pletas para finalizar con la visita a los distintos pabellones para reti-
rarse hacia las 10,30 h. a sus respectivas habitaciones.

VII. LAS FUNDACIONES

Teresa Jornet se incorporaba en 1872 al cuidado de los ancianos.


En tan sólo veinticinco años que marcan el intervalo hasta su tem-
prano fallecimiento en agosto de 1897 dejó abiertas 103 casas reple-
tas de desvalidos. El 18-04-1881 fallecía en Zaragoza, el cardenal
García Gil, sustituido por Francisco de Paula Benavides y Navarrete,
que ejerció su anterior episcopado en Sigüenza entre 1851 y 1875.
En noviembre de 1881 se abrían las casas de Palencia y Béjar, y el 12
de diciembre, la de Calahorra. El año de 1882, se completaba con las
de Oviedo, Tuy y Logroño, el 17 de septiembre de ese mismo año, en
el que también se abrieron las casas de Villarrobledo (Albacete), La
Coruña y Ocaña (Toledo). En 1888 la Congregación contaba con 62
fundaciones.
Ahondando en la problemática del mayor, cabe preguntarse ¿qué
es la vejez?. Los biólogos responden, “una suma de cambios físicos
que aumentan el riesgo de muerte”; también se la denominaba “llaga
incurable” y “vecina de la muerte”. Al desgaste orgánico lo podemos
calificar como vejez, con infinidad de teorías, mas ninguna convin-
cente. Algunos piensan que la raíz del envejecimiento son los cam-
bios propiciados en el metabolismo, la falta de oxígeno en los teji-
dos, las mutaciones celulares, etc. La alquimia y la química son el
verdadero motor de las investigaciones en la búsqueda del elixir de
976 ANTONIO BONET

la eterna juventud, al encuentro milagroso del rejuvenecimiento. La


ciencia reclama la gerontología que trata de la fisiología del enveje-
cimiento y la geriatría que trata de la patología del anciano. El resul-
tado práctico de ambas ha de sustentarse en una programación o ré-
gimen de vida adecuado para las personas de edad que impidan es-
cuchar al final, ¿qué hemos hecho con el abuelo? Madre Teresa con-
siguió crear para sus ancianos un auténtico plan gerontológico en
“un ambiente nutritivo” que les salvara de la hostilidad amenazante
y ahorrara todo tipo de insidias. Decía Bordeaux que toda biografía
digna de ser escrita narra una ascensión continua, esta pertenece, sin
duda, a la Madre Teresa. El poeta Ronsard aludía, “Nadie es viejo,
sino quiere” y Platón preconizaba, ”Teme a la vejez porque nunca
viene sola”. Las Hermanitas conocen innumerables biografías que, a
veces, ratifican la sentencia de Saint Beuve: “La felicidad o la des-
gracia de la vejez, no es otra cosa que el resultado de nuestra vida pa-
sada”, si bien, en ocasiones, la desgracia solo es un misterio16.
Entre las iniciales fundaciones realizadas por Teresa Jornet, figu-
ran: Valencia (casa madre), 11-05-1873 / Zaragoza,10-05-1874 / Ca-
bra (Córdoba), 22-10-1875/ Oliva (Valencia), 18-04-1876 / Burgos,
13-12-1876 / Castellón de la Plana, 12-04-1878 / Almería, 23-04-
1878/ Santiago, c/ Carretas, 01-05-1878 / Santiago, Camino Nuevo,
17-05-1878 / Alcoy (Alicante), 11-05-1878 / Guadix (Granada), 04-
10-1878 / Yecla (Murcia), 13-12-1878 / Játiva (Valencia), 02-02-
1879 / Cuenca, 09-05-1879 / Gijón (Asturias), 15-05-1879 / Baza
(Granada), 09-09-1879 / Córdoba, 26-11-1879 / Calatayud (Zarago-
za), 09-02-1880 / Cocentaina (Alicante), 19-04-1880/ (Suprimida
29-05-1969) / Badajoz, 13-05-1880 / Jaca(Huesca), 17-06-80 / San-
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