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Jairo Flores C.

¿Cúal es el lugar de la estética después del fin del arte?


Antes de responder la pregunta, de un modo general, haré una antesala definiendo, o
esclareciendo, el término fin del arte.

Fin del arte:

Deberíamos comenzar por una buena frase, que sea de guía de los temas que me van a ayudar
a atisbar el fin del arte; sería esta la cita: “Y la historia del arte es el lento despojarse de todo
lo que no es esencial hasta que lo esencial en el arte, de ahí en más, brille para todo aquel que
esté preparado para recibirlo.”(pág. 76). Nos vamos a ubicar, antes del fin de arte, en lo que
pasaba antes del arte o antes de la concepción de arte siendo importante en la producciones
ulteriores a esa etapa. Según Arthur Danto –que en realidad cita a Hans Belting– el arte era
pensadas, por ejemplo, las imágenes piedades, como un milagro o un icono con intervención
milagrosa, sin algún mérito al productor, en suma, un profundo anonimato; ni siquiera existía
el concepto de artista entre las personas en ese tiempo en ese momento. La relación que los
monjes, por ejemplificar, tenían al enfrentar una imagen donde algún jesús se encontraba
tenía para ellos nulas referencias estéticas. La adoración, en tanto relación con el icono, era la
forma de ser tocado por lo producido en esa época donde la idea de arte no estaba. Sin
embargo, había arte, un arte antes de la era del arte, por ende, un arte concebido de otra
manera.
Ahora nosotros podemos preguntarnos: ¿cómo se ha pasado de esa era a la otra? Esto es
debido, lo diré rápidamente, a una discontinuidad, hubo una interrupción en la prácticas
artísticas que llevó a ver, concebir, diferente a la obra del arte y hacer que entre en escena el
artista como autor; no es que apareciera de la nada el artista, solamente en el tránsito histórico
no se llegaba a ese punto, en el cual se puede pensar en alguien que obra con despojos
divinos. Empero, aquel concepto, el del artista, no coágulo todo lo que puedo hasta el
renacimiento, después de ello, se volvió central en las prácticas artísticas. No se podía pensar
la obra artística sin el artista; lo que se hacía antes de eso es no tener en cuenta ni la obra ni al
artista. Sobre lo que se dijo, podemos notar que la llegada del concepto de arte, la era del arte,
no implica que antes de ella no se hayan hecho prácticas artísticas, solamente que la
conciencia colectiva no la tomaba como tal. Así pues, el arte hecho en la era del arte tiene una
división, entre prácticas artísticas miméticas y prácticas artísticas no-miméticas, en el
momento que se descentraliza la mimesis como esencia primordial en el arte aparece la
modernidad, o la obra concebida en el periodo de la modernidad.
En una parte del texto, Danto, dice lo siguiente: “El modernismo marca un punto en el arte,
antes del cual los pintores se dedicaban a la representación del mundo, pintando personas,
paisajes y eventos históricos tal como se les presentaban o hubieran presentado en el ojo”
(pág.29). El modernismo presenta una fase diferente en la era del arte que, quizás, podríamos
denominar retrospectiva, ahora el arte se centraba en el arte. Ya la actitud representacional del
arte pierde vigencia y se mueve la vista hacia la condición de posibilidad de la
representación; se podría decir que los medios de representación, ahora, son los que tienen
mayor atención. En estos momentos del texto, Arthur, dispone de Greenberg para hacer una
comparación entre Kant, el filósofo, con un pintor llamado Manet, que supuestamente es
dueño de una de las primeras pinturas modernistas. Podemos usar la palabra relato para tratar
aquellas transiciones, por ejemplo, de la representación mimética a la preocupación por los
medios de representación. El relato es un forma de entender, en este caso, la esencia de unas
determinadas prácticas artísticas y con ello el poder decir qué es y qué no es arte, de este
modo, podemos decir que en los momentos, por ejemplo, del barroco o el rococó había un
relato, el cual era la representación mimética; de alguna forma nos atreveremos a decir, ya en
estos instantes, que aquello es arte premoderno. El arte premoderno que tenía como relato la
representación mimética, era la esencia de la actividad artística de ese entonces.
De esta manera, nos vemos en la seguridad de decir que el arte moderno es una etapa que no
tiene como rasgos primarios lo representacional; el modernismo se distingue, como denota
Danto, por un nuevo nivel de conciencia, haciendo referencia a Hegel y las instancias de la
conciencia (quizás la manera en que lo digo puede caer en el error de desconocer el
pensamiento del dueño del término). El gran relato moderno, aquel nivel de conciencia, es
denotado por el hecho de que el arte es aplicado así mismo, aparece un relato legitimador del
arte, que nos hace denotar y diferenciar el arte del no arte. El modernismo, según Danto, es la
era de los manifiestos. El manifiesto, por decirlo de alguna forma, es el discurso que valida la
práctica artística; cada manifiesto nos dice qué es esencial en el arte. Danto compara esa era
de los manifiestos, a la vez, como una era de ideología. Los manifiestos estaban en busca de
capturar el arte, cada manifiesto de aquella etapa intentó hacer una definición filosófica del
arte, la cual, como veremos, no se estaba en canciones aún de aquel cometido. La estética, en
el modernismo, se hizo visible debido a que la relación entre de ella y arte, como ellos
creían, era necesaria, digamos, la estética era la forma en que uno juzga una obra y regula las
experiencias estéticas, ya que la estética, en la concepción moderna, formaba parte de la
esencia del arte; se podía juzgar de bello, sublime o feo. Así pues, el modernismo como una
etapa de introspección que lleva a preocuparse cómo se da posibilidad de representación más
que la representación en sí misma.
A partir de lo dicho podemos hablar del fin del arte, y en consecuencia, del arte
contemporáneo; de ese modo vamos a hablar primero de la discontinuidad que dio la
posibilidad de hablar de un después del fin del arte . Si podemos hablar de un arte antes de la
era del arte, también podríamos hablar del arte después de la misma. La era de los
manifiestos, la modernidad, no es el inequívoco concepto del arte al que tenemos que
atenernos, los manifiestos y la estética solo fueron, según Danto, una contingencia histórica
en el arte. Debemos entender el fin del arte como un culminación de la historia del arte, una
forma de usar los estilos, empero, comprendiendo que ese uso es indeterminado, o sea, se
vale todo. En la modernidad, podemos encontrar un relato legitimador. En uno de los
momentos del texto, Danto, nos lo dice cuando se refiere al arte contemporáneo: “En mi
opinión no designa un período sino lo que pasa después de terminado un relato legitimador”
(pág.32). Así pues, podríamos decir que el momento premoderno se tenía como relato la
imitación y que hubo una discontinuidad que cambió el relato, ya no tenía como centralidad
la representación mimética, sino que ahora el arte se fijaba en el arte, en los medios que la
hacen posible. Lo que hace el fin del arte es denotar una interrupción en la ruta histórica, una
breva insaldable, un agotamiento, en lo moderno, cambiado así una actividad artística
regulada por un relato a un no-relato legitimador de ahí en adelante. Podemos ver el fin del
arte como el quiebre, algo muere ahí y transforma todo.
Arthur Danto nos dice que hubo un punto que marcó,aunque está claro que siempre se puede
ir un poco más atrás, la notoriedad de la discontinuidad con el arte moderno, el paso al fin del
arte. Nosotros podemos hablar, respecto a las pinturas modernistas, como herederos legítimos
de la historia, su historia, el relato y los manifiestos que regulan las actividades relacionada
con el arte; en esos momento se podía “distinguir” lo que era una obra de arte y lo que no, la
pregunta era por esencia en el arte, pero en esa etapa una obra de arte y un objeto cualquiera
siempre eran cosas diferentes. En este caso, el fin del arte lo que muestra es el agotamiento de
la modernidad, lo que podemos llamar, con mucho cuidado, posmodernidad. La inquietud del
término posmodernidad, Danto, la denota de la siguiente forma: “podríamos capitalizar la
palabra <<contemporáneo>> para cubrir cualquiera de las divisiones que el posmodernismo
intentaba cubrir, pero otra vez nos encontraríamos con la sensación de que no tenemos un
estilo identificable, que no hay nada que se adapte a él. Pero eso es lo que caracteriza a las
artes visuales desde el fin del modernismo.” (pág.34). Si nos es permitido usar el término, la
no-forma es lo que distingue al fin del arte. Lo ulterior al fin de arte no le debe nada a nadie,
sin embargo, puede disponer de lo anterior con seguridad, los estilos pretéritos, sin
preocuparse de las restricciones o sanciones que el modernismo podría hacer de esto
siguiendo el mismo relato. Sin algún relato la noción de obra de arte se pierde, o por los
menos, no tiene un sentido restringido a ciertas cosas.
La dicotomía, que dejó de ser dicotomía, las obras de arte y las otras cosas, se complican y
pierden un sentido de diferencia. Todo está muy permitido, ¿dónde focalizar esa
discontinuidad? Voy a centrarme en un momento, una obra artística, donde se pudo ver con
más descaro, no en prioridad de tiempo, la problemática. La obra es brillo box de Andy
Warhol ¿Por qué? Esa obra de arte delata la verdadera condición del arte: que la diferencia
entre una obra y una cosa común no es realmente clara y distinta. La brillo box es un objeto
de uso diario, los límites entre realidad cotidiana y arte, como nos muestra Andy, no son del
todo precisos. Entonces, aquello genera un forma de producción artística donde no se podría
hacer exclusiones, si lo pensamos, ¿qué hay de diferente entre una cosa y una obra de arte?
¿Hay una distinción clara?
Cuando la noción de obra de arte fue problematizada, justo ahí, empezó el fin del arte y se
empezaron las producciones completamente distintas a lo anterior. Así uno puede percatarse
de que pasó algo. “La pregunta filosófica sobre la naturaleza del arte surgió dentro del arte
cuando los artistas insistieron, presionaron contra los límites después de los límites y
descubrieron que estos cedían” (pág.36). La muestra de que no hay límites ni exclusión
coherente es algo propio del arte contemporáneo. El objeto solo necesita ser dicho por
alguien para ser obra de arte: ¿Por qué es una obra de arte? Arthur Danto nos dice que esta
pregunta marcó el final de la modernidad y sus promesas. Esta es, como nos dice el texto, el
nivel de autoconciencia que, digamos, algunos artistas han alcanzado, con ellos la historia
solo juega como posthistoria; lo que distingue al arte contemporáneo es que es posthistórico.
La historia del arte ha concluido al llegar a este cierto nivel de conciencia. El estatuto de arte
es ahora pluralista y se libró de la historia, de la cual puede hacer uso sin las imposiciones a
las que antes tuviera que atenerse. El fin de la modernidad, que es el fin del arte, dio paso a la
posthistoria, al arte contemporáneo.

La respuesta a la pregunta:
Del mismo modo, usaremos una cita para comenzar: “Sólo cuando quedó claro que cualquier
cosa podía ser una obra de arte se pudo pensar en el arte filosóficamente” (pág.36). El aspecto
de las obras de artes no está predeterminado y su estatuto es importante en la reflexión
filosófica, la cual pudo darse sólo en estas condiciones; la historia ha permitido una reflexión
diferente respecto a la obra de arte. Pensaremos la estética, a muy grandes rasgos, los cuales
vamos a acotar en demasía, como una disciplina filosófica acerca del la experienci y juicios
estéticos, o sea, arte en tanto bello, sublime o feo; entanto de algún tipo de placer o displacer.
Hubo un tiempo, en la modernidad, ya instalado el artista, el lugar donde se presenta la obra y
la obra, que se usó el sentimiento de placer o displacer como determinador del arte. Esto
comenzó, si lo encarnamos, con Baumgarten, el cual fundó la estética. Después de
Baugardem siguieron definiciones variedad acerca de los bello y la experiencia estética, la
cual es, según se decía, inseparable del arte, en el sentido de que toda tenía que ser bello.
Todo eso, según Danto, duró hasta el siglo dieciocho donde encontró su culminación. En el
siglo dieciocho la teoría estética dejó de organizar la noción de arte.
Existían imágenes mucho antes de la estética, las cuales no tenía esas consideraciones, no
tenía una noción esencial a la hora de pensar la obra de arte. El arte, en esos momentos, antes
de la fundación de la estética, no tenía esos términos ni categorizaciones. De modo que no
había, aún, teoría sobre el arte. Llegada la estética como un ejercicio filosófico se puso hablar
de una búsqueda por el estatuto del arte y la posibilidad de diferenciación respecto a cosas
que no son arte. Una característica del arte se pudo ver, medianamente, con la aparición del
fin del arte, en el cual, como ya dijimos, la pregunta filosófica fue posible. Solo con el fin del
arte se pudo instalar correctamente la pregunta por el arte, sobre su estatuto como obra
artística. Danto, en una cierto momento del texto, nos dice: “Desde mi punto de vista, la
pregunta acerca de qué es real o esencialmente el arte –en contraposición a qué es aparente o
inesencialmente– fue la forma incorrecta de la pregunta filosófica a tener en cuenta.”
(pág.57). Necesitábamos en el arte, por decirlo de algún modo, la instancia de la
autoconciencia para formular una pregunta plausible respecto a la naturaleza poco
establecida del arte ¿Cúal fue esa cosa, esa irrupción, que hizo posible la pregunta correcta
para abordar el tema del arte?
La brillo box dio paso a la pregunta: ¿qué tiene de diferente, si es que tiene diferencia, esa
caja de brillo de las otras? Esas cajas, que se pueden comparar a las demás que son vendidas
en un supermercado a cada hora, son ahora una obra de arte ¿Qué significa? Danto nos
respondería con la siguiente pregunta: “¿Cúal es la diferencia entre una obra de arte y algo
que no es una obra de arte cuando no hay entre ellas una diferencia perspectiva
interesante?”(pág.57) Aquellas cajas aparecieron en la era de los manifiestos, pero ya
profetizaban lo que iba a venir en adelante. La pregunta por el estatuto del arte, más que la
pregunta por la naturaleza del arte, era una pregunta que se vio posible en ese momento, fue
posible cuando la historia lo hizo posible. Siguiendo a Danto: “Después de todo, incluso los
filósofos están constreñidos por lo que es históricamente posible” (pág.58). Esa pregunta se
hizo, a la vez, necesaria cuando un nivel de conciencia fue alcanzado. Entonces, ¿cuál es la
relación de la filosofía con el arte? Creo que en estos momentos prehistóricos podemos
hablar de esta relación ya que: “La era de los manifiestos, tal como la veo, terminó cuando la
filosofía se separó del estilo porque apareció la verdadera forma de la pregunta: <<¿Qué es el
arte?>>” (pág.69) La pregunta está, por fin, en un lugar propicio, pero en un lugar inusual,
por así decirlo, en un no-lugar. No hay un corpus de obras de artes con las cuales discernir o
apoyarse, ni un concepto de esencia del cual distinguir un relato legitimador, el arte
contemporáneo no tiene limitaciones y es, a la vez, el fin del relato.
Entonces, ¿Cúal es el lugar de la estética después del fin del arte?.. si entendemos la estética
como la vine explicando, su relación se culminó en el siglo dieciocho, lo que nos demostraría
que solo fue, sin más, una contingencia histórica. Sin embargo, aquel estudio de las
experiencias y los juicios estéticos debe buscar otro sendero, debe haber una reformulación
con la cual se ponga a la altura de las circunstancias del arte contemporáneo. Danto nos lo
dice de una forma más elegante: “El artista, la galería, las prácticas artísticas de la historia del
arte, y la estética filosófica en tanto disciplina, deben, en su conjunto, en uno u otro sentido,
ofrecer un camino y ser diferentes, quizás muy diferente de lo que han sido desde hace
mucho tiempo.” (pág.39). De este modo, el conjunto de conceptos atribuidos a la teoría del
arte, junto con la estética, tiene que cambiar, atenerse al arte contemporáneo y las
consecuencias que trae consigo. Dado el horizonte que nos permite la pregunta por la nula
diferencia entre, por ejemplo, las cosas cotidianas y las obras de arte, podríamos hablar de
una estética después del fin de la estética y así con las prácticas que hacían en la era del arte.
Después del fin del arte todo es libre, junto con ellos también la oportunidad de una reflexión
filosófica correcta que el artista, por decirlo de alguna manera, empezó. El lugar de la estética
después del fin del arte podría convertirse en una estética posthistórica, el fin de la estética
como se concebía hasta entonces. La estética está en búsqueda, si es que ya ha llegado, de un
camino diferente, una reformulación desde sus cimientos acorde a las nuevas actividades
artísticas, otro camino. Entonces, el lugar de la estética respecto al arte sería aquella después
del fin de la estética.

Referencias:
Danto, Arthur. 1990 .Después del fin del arte. Traducido por Elena Neerman. Barcelona:
editorial Paidós.

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