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¿Y que paso? ¿Dónde se escapó?

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Era complicado; solíamos sentarnos en aquel banquillo, en las afueras de su casa
amarilla, empotrado en su diminuto zaguán.Nos congelabamos hasta la llegada de
la noche, sentados, cada uno al costado buscando nuestra comodidad; las charlas
sobre la vida no se hacían esperar, valla suerte la de nosotros, la casa enfocaba de
cara las montañas. Parecían escritas, y siempre era lo mismo, la montaña
vespertina se encendía en naranja claro, como penosa en la última parte se volvían
piedra seca con fondo celeste y en la noche se camuflaba, se volvían parte de ella,
dejando a la imaginación su imponente quietud, su falsa eternidad.

Solíamos dividirnos el trabajo, yo siempre llevaba una vela y ella le brindaba el


fuego necesario para incendiarla.Nos encantaba estar ahí, no se si hablo por lo dos
(aunque ya lo hice), pero creo que disfrutaba mi estar.Me invitaba regularmente con
una carta que volaba cuesta abajo hasta mi ventana; cartas muy informales, el
emisor y el receptor eran triviales yo sabía que era ella, ella sabía que era yo.Todo
era un disfrute con conveniencias, dos desconocidos parciales compartiendo aire y
espacio.Se sentia bien pensar que tiene interes por mi o yo por ella; su acento
colomibiano con un fresco semblante me daba una cierta tranquilidad; una cara que
mas que linda, peculiar: Tenía las cejas siempre en intriga, finas y delgadas, con un
tic que la hacía levantar esporádicamente la izquierda cada cinco minutos(nunca se
lo reporte) y unos labios muy surrealistas, no los podías ver sin querer guardarlos,en
verdad una invitación muy blanca, y si acaso lo más raro, era que en su nevada
cara habitaban sueños atrapados(como si no viviera en calidad de presa) lo
disimulaba muy bien con sus vertisidades en la mejilla como mostratndo la forma
que tenia sus rostro de estructuras conjuntas, pestañas largas flaca hasta la
trasparencia y frente grande y enrejada por rubios foliculos capilares.
Ya centrándonos en el tema, cada vez se me hacía más interesante, hablaba
casi todos los idiomas y había viajado muchas veces; contaba también que después
de haber vivido en todos los tiempos no ve un lugar más propicio que la libertad,
confiable y frágil.Su perpecpectiva teologica eran bastante aceptable, despues del
catolisismo y una suerte de zoroastrismo llego a la conclusion que no hiría a la
iglesia (igual tampoco podia).Creo que fue una buena narradora, hablando desde su
pais, ese tal Gabo Garcio Duque le quedaba chico, cuando masticaba alguna
historia del conflicto etico entre una gallina y un perro; tambien canto la historia de
un lugar mitologico llamado Pereira, un lugar sin lineas, ni cadenas……..

Podríamos seguir hablando de lo poco aburrido que es la compañía de Velez,


pero todo tiene algo.Un dia como los de siempre. Callo cristal aguado desde el cielo,
le siguieron en esos momentos otros más. Cuando me di cuenta la tormenta ya se
había dibujado en todo el edificio y creo que en otros más; las gotas se hacían más
grandes cuando no se las veía y con eso, y la poca densidad de las nubes, decaía
la llegada de alguna luz.Las cartas de Velez no resistian la tormenta, llegaban
desfiguradas y con mensajes extraños; era una gran distancia, no me sorprendía
que algunas palabras (sin querer) se formarán.Y haci paso un mes entero, alguien
dijo que la tormenta había esperado mucho tiempo para salir y se quedaria mucho
mas de de lo que espero. Me aburria en mi casa con literatura barata o ese duende
que dibujaba hombres de dinero.Ya no me entretenía, pasaron cinco años sin
ninguna carta de Velez, el consuelo que desde mi casa se veía , aunque disueltas,
en la lejanía las montañas no era suficiente.Me estaba volviendo loco, intrusos que
en mi casa solo se propinaba de mi presencia con interés de prestar oído, hablaban
y hablaban no se les podía oír estando demasiado cerca; el duende dejó de
escribir.Nunca iba a la casa de Velez sin ninguna invitación, ganas no faltaban pero
la costumbre era más fuerte.!!Destino maldito, con la facilidad de los caprichosos
encuentros y tu desdén en el clima¡¡ El mar improvisado que me acercaba no me
daba nada.Tal tormenta arrastró mis esperanzas, su golpe en el techo, su rebotar; el
río me consumio en cuerpo, pero mi alma estaba prendiendo la vela con Velez, no la
veía ni nada, pero por la hora y la montaña sabía que su alma también estaba ahí.
Pasaron cinco años más, fui a reposar en su presencia.

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