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EN
MOTORES TURBODIÉSEL
El grado de sobrealimentación que viene dado por la presión que se comunica al aire
antes de entrar a los cilindros del motor, y que viene a ser como un aumento artificial de la
densidad del mismo, viene limitado, en los motores de gasolina, por la posibilidad de
detonación durante la combustión, y, en los motores diésel, por las presiones máximas
admisibles que se desarrollan en el interior de los cilindros durante el ciclo termodinámico del
motor.
Las Figuras 2 y 3 muestran las curvas de par y potencia de un motor diésel en las
versiones de atmosférico y sobrealimentado.
La mejora de consumo específico de combustible que supone la sobrealimentación se
aprecia en la Figura 4.
El calor (Q) producido en los cilindros del motor en cada ciclo de funcionamiento
podemos considerarlo como el producto de los factores siguientes:
Q = A.V.D.B.R
siendo (A) el rendimiento volumétrico o grado de llenado, que es la relación entre el peso del
aire (Pa) introducido por ciclo en el motor y el peso del aire (Pv) de una carga completa, es
decir, el peso de un volumen de aire igual a la cilindrada del motor, en unas condiciones
atmosféricas de referencia, por ejemplo, con aire a temperatura de 25 ºC y a una presión de 1
bar.
Por tanto:
Pa
A = -------
Pv
El valor máximo de este rendimiento para los motores atmosféricos oscila entre 0´8 y 0
´9, mientras que en los sobrealimentados siempre es mayor que 1 y será tanto más alto cuanto
mayor sea el grado o presión de sobrealimentación, no superando, generalmente, el valor 2.
El factor (V) es la cilindrada del motor; el factor (D) es la densidad del combustible
empleado; el factor (B) representa el poder calorífico del combustible, es decir, el calor
producido en la combustión completa de una cantidad de combustible, se suele expresar en
calorías/gramo o kilcalorías/kg; el factor (R) indica la relación de mezcla o proporción aire-
combustible y que en un motor de ciclo diésel siempre es mezcla pobre.
El aumento independiente de cada uno de estos factores hará que el calor por ciclo
aumente también.
Si consideramos, como en el caso más general de los motores turbodiesel, que la
cilindrada del motor (V), la densidad (D), el poder calorífico (B) del combustible y la relación de
la mezcla ® no experimentan cambio, resulta que el calor por ciclo (Q) es directamente
proporcional al rendimiento volumétrico (A) y, por tanto, a la cantidad de aire introducida en el
motor.
El trabajo útil por ciclo (T) producido por el motor depende del citado calor (Q) y del
rendimiento útil del motor (C) pudiendo establecerse el valor de dicho trabajo así:
T = C.H.Q
Siendo (H) la constante de equivalencia entre calor y trabajo la cual toma un valor de 427
kilográmetros/kilocalorías.
T T.N
P= -------- = -----------
t 120
Vemos que la potencia la podemos aumentar, bien con mayor trabajo por ciclo, con
mayor velocidad de giro o aumentando ambos factores a la vez.
En los motores turbodiesel el aumento de potencia se consigue con un mayor trabajo
útil por ciclo.
Par motor
En el motor de cuatro tiempos el trabajo útil por ciclo (T) y el par motor (M) están
relacionados de la siguiente manera:
T = 12´56 . M
por lo que es mucho más fácil hablar de par motor que de trabajo útil por ciclo, además el par
motor se determina fácilmente en el banco de pruebas.
M.n 716´2 . P
P = ---------- M = ---------------
716´2 n
La turbina o rueda motriz aprovecha la energía contenida en los gases de escape para
accionar el compresor (rueda compresora, de tipo centrífugo) y enviar el aire de admisión al
motor a una determinada presión (consiguiendo de este modo un aumento artificial de la
densidad del mismo).
El turbocompresor de gases de escape o simplemente turbocompresor sólo está unido
al motor funcionalmente por acoplamiento fluídico (flujo de aire de admisión y de gas de
escape), por lo que su velocidad de giro no depende directamente de la del motor, sino del
equilibrio de potencia entre turbina y el compresor.
(1) Rueda compresora o compresor del aire de admisión; (2) Turbina accionada por los
gases de escape; (3) Conducción de aire a presión entre el compresor y la válvula de descarga;
(4) Válvula de descarga que limita y regula la presión de sobre-alimentación; (5) Radiador para
refrigerar el aire de admisión, conocido también como <<intercooler>>.
La carcasa del compresor suele ser de una aleación a base de aluminio al trabajar con
temperaturas más bajas.
A simple vista se observa que ambas son diferentes.
El cuerpo central es, fundamentalmente, el soporte del eje común de la turbina y el
compresor.
Debe recibir un engrase muy bueno para hacer óptimas las condiciones de giro de
dicho eje, además, el aceite actúa como refrigerante impidiendo un calentamiento excesivo del
conjunto.
Hay algunos vehículos en los que el turbocompresor del motor va refrigerado
directamente con líquido refrigerante para evitar un exceso de temperatura en él.
En la (Foto 4) se aprecia la carcasa del compresor, la parte central del mismo y la
válvula de descarga con su toma de presión.
Válvula de descarga
Los turbocompresores para motores diésel de turismos, también cada vez más
frecuentes en los de camiones pesados, incorporan una válvula de descarga o válvula de
seguridad con objeto de regular y limitar la presión máxima de sobrealimentación
proporcionada por el turbocompresor (Foto 5)
Para conseguir una buena respuesta del motor a bajas revoluciones, es decir que
desarrolle un par alto, se requiere que a estas revoluciones el turbocompresor comprima el aire
a bastante presión.
Con el motor a altas revoluciones y carga, el flujo y la velocidad de los gases de escape
es también alto desarrollando elevados valores de sobrepresión de aire de admisión que
podrían dañar al motor por exceso de potenciaron sobrecarga térmica y mecánica.
Intercambiador de calor
Cada vez es más frecuente que los sistemas de sobrealimentación de los motores
diésel incorporen un intercambiador de calor o intercooler.
En esencia, se trata de un radiador para refrigerar el aire comprimido que sale del
turbocompresor de gases de escape.
En dicho radiador el aire es enfriado antes de entrar a los cilindros del motor, por lo que
el mismo está colocado entre el turbocompresor y el motor.
En la (Foto 8) vemos el motor turbodiesel de 143 CV a 4.800 rev/min de un turismo
BMW 325 TDS.
Se aprecia el colector de admisión con entradas independientes para cada uno de los
seis cilindros.
No quedan a la vista ni el turbocompresor ni el intercambiador de calor.
Este último está colocado inmediatamente detrás del paragolpes delantero del vehículo
(Fotos 9 y 10).
Podemos encontrarnos casos, sobre todo en los vehículos más modernos, en los que
el aumento de potencia debido al turbocompresor no es tan alto como hemos dicho, y sin
embargo disponen de intercambiador porque el enfriamiento del aire comprimido además de
ayudar al mejor llenado (aire más frío y por tanto con mayor densidad) contribuye a disminuir la
formación de óxidos de nitrógeno (NOx) en la cámara de combustión, cuestión importante ya
que la legislación nacional e internacional va exigiendo de forma paulatina niveles más
pequeños de sustancias contaminantes en los gases de escape de los vehículos nuevos.
Uno de los factores fundamentales del buen funcionamiento del motor diésel es el
exceso de aire con que trabaja: cuanto mayor es el exceso de aire, tanto más fácilmente se
obtiene la combustión completa del gasoleo.
Con la sobrealimentación se aumenta evidentemente exceso de aire y esto ofrece,
además, la ventaja de poder quemar más combustible y en mejores condiciones que en los
motores de aspiración natural, ganando el motor turbodiesel en potencia y calidad de
combustión respecto al diésel atmosférico.
Caudal de combustible
En los sistemas de inyección con bomba de inyección con regulación mecánica existe
un dispositivo cuya misión es adaptar el caudal de alimentación o caudal de combustible a la
presión de sobrealimentación o presión de carga.
Este dispositivo, conocido también como LDA, actúa a partir de una determinada
presión de carga (que se mide en el colector de admisión), incrementando el caudal de
inyección a medida que aumenta la presión de carga (Figura 6).
Al llegar a un caudal máximo estipulado por el fabricante del motor, el caudal de
inyección deja de aumentar, es decir, se ha llegado al tope de plena carga.
Este depósito de adaptación del caudal según la presión de carga o LDA, va montado
en la propia bomba de inyección y es ajustable mediante un tornillo.
En la (Figura 7) vemos una bomba de inyección rotativa Bosch tipo VE con regulación
mecánica equipada con el dispositivo citado.
Si se avería el turbocompresor, el dispositivo LDA limita el caudal de plena carga de
forma que quede garantizada una combustión sin humos.
Sensor de presión
En el caso de los vehículos con motor turbodiesel y bomba de inyección con regulación
electrónica, como es el BMW 325 TDS (Foto 11), el colector de admisión dispone de una toma
(Fotos 12 y 13) para captar la presión de sobrealimentación mediante un sensor de presión
(Foto 14) colocado en el compartimento motor junto al filtro de gasoleo (Foto 15).
Esta tendencia de obtener curvas con par motor máximo constante en un amplio
régimen de revoluciones también se está introduciendo en motores turbodiesel para turismos,
como es el caso del Audi A4 1.0 TDI 110 CV. Con potencia máxima de 110 CV (81kW) a 4.150
rev/min, en el que el par motor máximo de 225 N.m (22´93 kgf.m) se mantiene entre 1.700 y
3.000 rev/min.
Operaciones previas
Este sensor es pasivo, ello significa que necesita alimentación para trabajar.
La Unidad de Control Electrónico lo alimenta con una tensión de 5 voltios y la salida
también es en tensión, según la presión de sobrealimentación, variando generalmente, entre 0
´5 voltios y la tensión de alimentación o un valor próximo a ella.
Medida de la presión
En este caso, y es una opción interesante que se da, como vemos en dicha foto 10, se
trata de un mismo instrumento de medida: manómetro (0 al 1´5 bar) y vacuómetro (0 a -1 bar).
La (Foto 22) recoge la situación del motor girando en vacío a 4.000 rev/min,
obteniendo una presión en el colector de admisión de 0´5 bar.
Anomalías en la presión
La presión de sobrealimentación con el uso del vehículo tiende a disminuir, pero puede
haber circunstancias especiales, como que la válvula de descarga no abra al llegar a la presión
máxima o que alguna persona haya manipulado indebidamente dicha válvula para conseguir
mayor presión.
Causas de avería
Conviene recordar que las causas más comunes que producen fallos en los
turbocompresores y por tanto en la presión de sobrealimentación son las siguientes:
1º) Falta de aceite de engrase, como acabamos de comentar, averiando los cojinetes y
produciendo rozamiento de las ruedas, turbina y compresora, incluso rotura del eje.
3º) El aceite del motor en malas condiciones, que puede producir anomalías en el eje y
cojinetes, pudiendo taponar los orificios de paso del aceite y dejar en malas condiciones el
turbocompresor.
Para ello, procedemos a quitar el filtro de aire de admisión (Foto 23) y la carcasa del
del colector (Foto 24), quedando a la vista el colector de escape y el turbocompresor (Foto 25),
Este motor consigue una potencia específica, francamente alta, de 57´24 CV/litro, con
presión máxima de sobrealimentación de 0´94 bar.
El propulsor está dotado, además, de refrigerador del aire de admisión (intercooler),
bomba de inyección rotativa con control electrónico del caudal y avance a la inyección
mediante la electrónica digital diésel (DDE).
El equipo Bosch 3.011 está adaptado al proyecto de la Norma Española cuyo título es:
<<Control técnico de los humos de escape procedentes del vehículo en servicio con motor de
encendido por compresión>>.
La unidad de ordenador (Foto 29) está preparada para que mediante un disquete de 3
´5” se cargue con el programa que desarrolla la Norma de control de humos vigente en cada
momento.
El equipo puede transportarse con una sola mano y dispone de soportes para poder
enrollar los cables.
La citada unidad incluye también la impresora para registro de datos del vehículo y
resultados de la comprobación de la opacidad de los humos (Figuras 9, 13 y 14).
Sensor de temperatura
Se trata de un cable normal con dos pinzas (Foto 40) para conectarlas a positivo y
negativo de la batería del vehículo (Foto 41).
(Este turismo BMW lleva el acumulador fuera del cofre motor, en la parte trasera del
vehículo).
El sistema es tan sencillo de instalar que lo podemos hacer en cualquier punto de fácil
acceso, con tal de tener la tensión de batería, como, por ejemplo, el encendedor de cigarrillos.
Solamente hemos de introducir el número de cilindros del motor y la unidad de
ordenador con este dato del vehículo y está en condiciones de calcular la velocidad de giro del
motor.
Esta técnica de medida del número de revoluciones, conocida como DDM, analiza la
ondulación residual del alternador y obtiene las revoluciones del motor.
La (Figura 10) muestra la ondulación residual del alternador y los impulsos útiles
empleados por el DDM para determinar el número de revoluciones.
Los impulsos útiles se obtienen de la ondulación residual por la conexión de entrada del
DDM.
Durante la fase de compresión en los cilindros del motor se reduce la velocidad angular
del alternador por el trabajo a realizar.
Es decir, las distancias de los impulsos útiles son mayores en tiempo que en el caso
del ritmo de trabajo.
Durante el ritmo de trabajo (resto de fases o tiempos de los cilindros) se incrementa la
velocidad angular del alternador por el trabajo cedido.
Es decir, las distancias de los impulsos útiles son menores que en la fase de
compresión.
Así pues, el sistema reconoce la secuencia de trabajo de cada uno de los cilindros.
Como se ha dicho, introducimos el número de cilindros del motor mediante el teclado
de la unidad de operación manual y mantenemos el motor, aproximadamente, 10 segundos a
ralentí con lo que el DDM determina ahora la relación de transmisión entre el alternador y el
motor.
De lo expuesto se deduce la sencillez para operar del sistema, pero debido a que el
DDM determina el número de revoluciones a partir de la ondulación residual del alternador, el
funcionamiento del mismo puede verse mermado en su función y, en casos excepcionales, a
impedirlas debido a perturbaciones eléctricas parasitarias.
En la (Figura 11) vemos la red eléctrica del vehículo sin perturbaciones, siendo
fácilmente evaluable como número de revoluciones, y en la (Figura 12) la red eléctrica del
vehículo con ligeras perturbaciones, aún evaluable por el sistema DDM como número de
revoluciones.
Para el caso singular de que el taller tenga dificultades con el sistema DDM, el
suministro también incluye el captador de pinza de 6 mm. (tipo piezoeléctrico), ya conocido y
muy usado, con lo que el taller tiene garantizado la medida de las revoluciones en todos los
vehículos que tenga que trabajar.
Método de ensayo
Después de efectuadas las dos aceleraciones libres, para la limpieza del sistema, se
realizan otras cuatro, midiéndose la opacidad de los humos durante las mismas, calculando la
media aritmética de los cuatro valores obtenidos.
El valor límite de opacidad para motores sobrealimentados es K = 3´0 m-1 y la
diferencia entre los valores máximo y mínimo, en las diferentes aceleraciones libres, deberá ser
inferior o igual a 0´7 m-1.
En la (Figura 13) constan los valores del coeficiente de absorción luminosa (K)
obtenidos en cada una de las cuatro aceleraciones libres realizadas y el valor medio, realmente
bajo, con lo que la prueba de opacidad está superada.
1º) Se trata de un vehículo con 9.188 km, en el que cabe suponer que el estado del
motor es muy bueno, puesta a punto correcta y la inyección en perfectas condiciones de
presión y pulverización.
2º) El hecho de que sea un motor con regulación electrónica, donde el caudal de
inyección y el avance a la misma se controlan de forma exhastiva mediante la electrónica digital
diésel (DDE), ayudan a la realización de una buena combustión y a la ausencia de opacidad en
los gases de escape.
3º) Si la opacidad de la muestra de gases que llena la cámara de medida se toma acto
seguido de alcanzar la velocidad máxima de giro del motor, hay probabilidad que la opacidad
medida sea mayor que un segundo o dos después.
tiende a disminuir.
Además, este tiempo tiene mayor influencia, si cabe, en los motores turbodiesel que en
los atmosféricos debido al funcionamiento del turbocompresor en el que, como ya se dijo, su
velocidad de giro no depende directamente de la del motor, sino del equilibrio de potencia entre
la turbina y el compresor.
En los motores turbodiesel les afectan idénticas causas que a los diésel para un exceso
de opacidad, es decir, mal estado y/o puesta a punto del motor, poca cantidad de aire de
admisión, exceso de combustible, mala pulverización y/o goteo de los inyectores, incorrecto
avance a la inyección, etc.
A estas causas hay que añadirle las derivadas del proceso de sobrealimentación.