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Escuela de Letras
Ian Luna
Épica y Tragedia:
mitos con el hombre común (en su sentido más humano). O al menos así parece ser en
las tragedias de Sófocles, y el mito de Edipo pudiera ser el mayor ejemplo para traer a
colación. Edipo, aquél gran héroe trágico de la obra sofoclea “y el primero en los
autor, pasa a ser ese individuo “prototípico” que afronta las consecuencias de un
designio divino y que responde al enigma de un crimen que él mismo cometió sin
saberlo. Su historia, sin embargo, en el sentido más noble (mito heroico), resulta
peculiar. La figura de Edipo viene a ser la forma en que los griegos de ese tiempo
ilustraban las consecuencias del parricidio según las leyes del cosmos desde un sentido
más humano, aún más en el Edipo Rey de Sófocles. De tal forma, incluso en el género
de la épica encontramos una suerte de reminiscencia del mismo mito de Edipo dentro de
las grandes epopeyas de Homero, la Ilíada y la Odisea. Cortos sus antecedentes, el aedo
nos ofrece breves pasajes en los que se vale de esta figura trágica para referir ciertos
asuntos dentro de su obra. Sin embargo, cabría preguntarse cómo Homero plantea a este
Edipo. Sí bien Sófocles construye una obra sobre la figura de este individuo, Homero
apenas se vale para usarlos como breves referencias en las que encontramos una posible
del “canto XI”. Odiseo llega a la entrada del hades y allí reconoce a Epicasta, la madre
de Edipo. Más allá de su nombre que varía según sea representado el mito, lo más
interesante ocurre en lo que Homero nos cuenta de esta y también sobre el mismo
Edipo. Se nos dice que “ella reinaba en Tebas por duro designio divino” 1, “y los dioses
contaron el hecho a los hombres”. Las divinidades juegan un papel mucho mayor en
abandonado por el favor del oráculo, ya no enfrenta su fatídico destino ni parece aceptar
fuerzas superiores aparecen en la obra de Sófocles apenas como oráculos que guían al
héroe hacia su trágico destino del que no tiene escapatoria y quien así se reviste con su
bajo los mandatos del cosmos. Su destino no le es propio, todo surge y ocurre según las
leyes de lo sagrado. Incluso tantos males que haya podido dejar el casamiento de Edipo
con su madre terminan por atribuirse directamente al juicio de las Erinies. El individuo
entonces apartado del carácter de su dolor como algo propio de sí mismo, íntimo y
1
Homero. Odisea, canto “XI”. Edición Biblioteca El Nacional. Traslación en verso de Gutiérrez Fernando.
A propósito de tales distinciones del mito en ambos textos, tanto más por el
personaje de Yocasta, Karl Kerenyi nos ofrece una tercera posibilidad. En su obra, Los
héroes griegos, dice que otros “narradores más antiguos o desconocidos llaman
de Edipo. O muy bien, pudiera ser fuese la misma esposa con otro nombre” 2. Lo cierto
es que resulta llamativo el contraste entre unos y otro. En ese sentido, incluso sí Edipo
no engendró hijos con su madre sino que fueron de otra mujer, siguiendo este
Asimismo, continua Kerényi más adelante, “Homero no dice una palabra acerca del
enigma de la esfinge ni cómo Edipo ascendió al trono, como si los cadmeos nunca
hubiesen sufrido la plaga del monstro del vecino monte Fición”. Cierto es que Sófocles
presenta desde un inicio a Edipo en la cúspide de su gloria como el rey de Tebas, aquél
que solucionó el enigma de “la estranguladora”, pero en los rastros que nos ofrece
Homero dentro de su obra, este Edipo parece haber tomado por esposa a su propia
madre, aún sin saber quién realmente era ella, tras haber asesinado al antiguo rey; como
sí el mismo Edipo hubiese tomado el trono por el honor de la fuerza más que por una
hazaña que cruza los bordes de lo fantástico. Visto así, el mito encarna a un personaje
que destaca desde su heroicidad en cuánto a la fuerza más que en el saber del espíritu o
todavía admirable, que más bien pudiera encarnar los mismos rasgos de la belleza y la
canto XXIII de la Ilíada. Aún por poco que se menciona, se nos es dicho que Edipo
2
Kerényi, Karl. Los héroes Griegos. Libro primero, capítulo “X”, “Edipo”.
muere en la ciudad de Tebas. Asimismo, el rey Macisteo participó en los juegos
fúnebres de este otro. Aquí ocurre un hecho muy importante, Homero presenta a Edipo
obra de Sófocles, Edipo en Colono, y muy bien pudiéramos explicar esto de la siguiente
manera: bien son pocos los antecedentes que tenemos de este mito en las epopeyas
homéricas, este otro Edipo abandona por completo las convicciones del hombre trágico
hay nada que nos asome una posible plaga como castigo de haber asesinado a su propio
padre, mas son los males que para este habrán quedado en voluntad de las Erinies y la
muerte de su propia madre y esposa. En ese sentido, El Edipo homérico trasgrede las
leyes del cosmos al igual que aquel que encontramos en la variante de la tragedia, pero
aquí este personaje se despoja de toda su armadura trágica, única vestimenta del
protagonista sofocleo, y se levanta tanto como hombre noble o valeroso ante los otros
contemplación de la situación trágica en esta variante del mito. Al contrario, habría que
pensar bajo qué circunstancia todavía muere Edipo en la ciudad de Tebas y los honores
que habrá merecido para que celebraran sus juegos fúnebres. Lo cierto es que frente a
la paz de su descanso al margen del exilio, lejos de su ciudad natal y en el peor de sus
extranjera, no ocurre lo mismo para el Edipo que concebimos en las obras épicas. El
el de un funesto destino del cual no tiene escapatoria, o mejor dicho del que tampoco
forjado cuánto más sea su nobleza y su valía que por su figura como un hombre
cuánto a los valores que desea encarnar Sófocles a lo largo de su obra trágica. Bien
Homero reviste al hombre como un ser glorioso y ejemplar, quizás cercano a todo
que encarna las virtudes de su esencia como ser mortal. En cualquier caso, el mito de
Edipo continúa ejemplificando la figura del hombre y la deshonra para este como
castigo al parricidio, y cada autor lo representa con distinta apreciación de sus valores