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Universidad Central de Venezuela

Facultad de Humanidades y Educación

Escuela de Letras

Curso electivo: Tras las huellas de Edipo

Profesor: Rodrigo Marcano

Ian Luna

25.831.707

Del dolor y la tragedia:

Edipo como héroe emblemático de la obra sofoclea.

El dolor esculpe al hombre. Hablar del “dolor” en las obras trágicas de Sófocles

no es gratuito, pues este no es en sí mismo ornamenta qué lamentar sino la única

vestimenta para el hombre ideal. De tal modo, parece que todo “heroísmo” sofocleo se

reviste de su sufrimiento más que de la riqueza o el poder. El héroe de su tragedia se

encuentra impregnado de esta esencia, atrapado entre las inexorables redes de un

espectro que acecha entre las sombras y que espera ser develado. Y es Edipo, aquel

personaje emblemático de la obra sofoclea, quién parece encarnar mejor todos estos

asuntos que afligen propiamente al ser humano.

No obstante, y en primer lugar, cabe preguntarse, ¿en qué medida se da este

heroísmo en Edipo? Sófocles presenta por primera vez a este personaje en la cúspide de

su nobleza: “Edipo aparece, en toda su majestad – considerado el primero de los

hombres – ante el pueblo tebano azotado por la peste” 1. El rey de Tebas, aquél que

llegó al trono después de resolver el enigma de la Esfinge, ahora, debe resolver un

1
Sófocles. Tragedias, “Edipo Rey”, prólogo de la obra. Edición: Editorial Gredos.
nuevo misterio: descubrir y dar castigo al asesino de Layo. Impulsivo e inteligente como

es, Edipo empieza su búsqueda. Y he aquí, a mí parecer, que encontramos la esencia

misma del heroísmo interior en Edipo: su temperamento colérico se tuerza en una fuerza

imparable. Tras la revelación del adivino Tiresias, y mientras que Yocasta, esposa del

rey, interviene en la discusión de Edipo con Creonte, es que este empieza a cuestionar

su “supuesta” implicación con el asesinato de Layo. Sin embargo, tales dudas no

detienen su marcha. Incluso obviando los consejos de su esposa quién le ruega detener

su labor y de aquel sirviente de Layo, único superviviente del siniestro, que pide no

hablar de lo ocurrido en aquella ocasión, Edipo se impone sobre el todo hasta descubrir

que, en efecto, habiéndose cumplido el oráculo, fue él mismo quien dio muerte a su

verdadero padre y engendró hijos con aquella que era su madre. Finalmente, Yocasta

muere y Edipo, una vez más preso de la cólera y ahora también de la desesperación,

ciega sus ojos para siempre. La obra culmina con Edipo en espera de su juicio y

queriendo ser expulsado, como él había proferido sería el castigo impuesto para aquél

que fuese culpable de dicho asunto y poder curar la “plaga”, de la ciudad de Tebas para

siempre.

Ciertamente, aquí puede verse un Edipo realmente noble en lo que cabe dentro

de la concepción de la antigua Grecia. Pero, el elemento trágico surge más allá en lo que

pareciera, en este caso, ser una ironía del destino. Hay en Edipo Rey una intencionalidad

por hacer de la tragedia un misterio y esta no estallará hasta que Edipo no exponga a

todos (y en especial a sí mismo) el marco de su profundidad. ¿Pero cómo podría

saberlo? Dice Albin Lesky en, La Tragedia Griega, “que el destino es como un poder

imprevisible para el hombre. Pero la verdadera tragedia se origina en la tensión entre los

oscuros poderes incontrolables a los que el hombre está sometido y su voluntad para
oponerse”.2 ¿Y no es esto lo que vemos en la figura de Edipo? Desconoce el peso de su

pasado y la turbulencia de su futuro más allá de las advertencias dadas por los oráculos

de Delfos, pero en su desconocimiento actúa bajo las mismas fuerzas que conllevan a

desvelar el orden de su tragedia. Él se transforma en un ser indomable y su esencia

heroica reside precisamente en lo inquebrantable de su voluntad. Vislumbra la tormenta,

pero el temor no le impide abalanzarse sobre la misma sino que supone aún más valor

para aquél en busca de reconocerse también a sí mismo. Resignado a su destino, afronta

a toda cuesta su propia dimensión trágica. Y esa realidad es súbitamente cegadora, un

“dolor absoluto”. Allí, inmerso en su propio abismo, encontramos lo que el mismo

Lesky mencionará después como “el héroe trágico”.

Sin embargo, esta substancia de “héroe trágico” parece materializarse en Edipo

con mayor ejemplaridad en otra de las tragedias de Sófocles: Edipo en Colono. En esta

segunda obra, el autor muestra a un Edipo varios años después de haber sido expulsado

de Tebas. Pero el Edipo que se conoce acá por primera es distinto en comparación con

aquel que fue presentado en primera estancia como rey de Tebas. Viejo, ciego y ahora

errante, es llevado de brazo por su hija Antígona hasta llegar a Colono. Su padecimiento

no lo vuelve menos hombre que aquellos que intervienen en esta obra. Al contrario, “sus

infortunios son tremendamente funestos, pero dignos que se le conceda la ayuda”3, en

palabras de Corifeo, cuándo este pobre anciano ruega a Teseo que salven a sus hijas.

José S. Lasso de la Vega escribe, en su introducción a las obras de Sófocles, como “el

dolor limpia al hombre de todo accesorio y lo reduce a su forma verdadera, delineado

unas figuras de exacta cuadratura siempre admirables para la vista.”4. Edipo, “aquel que

pide poco y se conforma con recibir menos” 5, no tiene más nada que la virtud y también

2
Lesky Albin. La tragedia Griega, “Sófocles”. Editorial Labor. Página: 140
3
Sófocles. Edipo en Colono. Verso: 1010 a 1015
4
Lasso de la Vega. José S. Tragedias. Introducción, “El héroe trágico”. Editorial Gredos
5
Sófocles. Edipo en Colono. Verso: 1 a 10
la desdicha de su propio castigo. Lo realmente trágico en Edipo, ese carácter de “dolor”

tan sujeto a lo humano, es, en esencia, lo que podría reconocerse como la plenitud de su

personaje.

Finalmente, en Edipo en Colono, se conoce que Edipo descendió al Hades en

una tumba que solo Teseo conoce su ubicación. No obstante, su partida no es la de un

hombre sollozo que lamenta su destino ni tampoco un evento completamente

desafortunado para aquellos que, al final de la obra, consideró entre los suyos. “El

hombre no se fue acompañado de gemidos y de los sufrimientos de quiénes padecen

dolores, sino de modo admirable, cual ningún otro de los mortales.” Afirma el anónimo

Mensajero. Y en su muerte se encuentra otra señal de su nobleza. Su entierro, por

confesión de los mismos oráculos, es lo que ahora concedería la victoria a la ciudad de

Atenas sobre Tebas. El héroe pereció, pero siendo uno mismo con la aflicción de su

infortunado destino que solo a él como hombre pertenecía. Desnudo y abrazando la

pureza de su propia imagen trágica, “incluso en la muerte conserva íntegra la dignidad

de la grandeza humana.”6 El Edipo que Sófocles ha presentado a lo largo de estas dos

obras encarna, quizás en mayor grado, dicha forma y figura del “héroe trágico”

característico de sus tragedias. Edipo no partió como el más noble de los reyes ni

tampoco como el más pobre de los hombres, su heroísmo trasciende a la plenitud de su

personalidad y lo trágico de su destino se convierte en una imagen. Sí el hombre “ideal”

debe estar compuesto de un dolor inexorable, Edipo realmente es “el primero de los

hombres en los suceso de la vida y la intervención de los dioses.”7

Referencias bibliográficas

6
Lesky Albin. La tragedia Griega, “Sófocles”. Editorial Labor. Página: 142
7
Sófocles. Tragedias, “Edipo Rey”. Verso: 30 a 34
Sófocles. Tragedias. España: Madrid. Editorial Gredos, 1981. Impreso

—. Sófocles. Tragedias. “El héroe trágico”, por Lasso De la vega, José S. España:

Madrid. Editorial Gredos, 1981. Impreso

Lesky Albin. La tragedia Griega. España: Barcelona. Editorial Labor.

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