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Una tarea que tienen los estudiosos del derecho es argumentar todo su actuar.
Desde el abogado que solicita unas copias certificadas, la sentencia del juez, los
alegatos de las partes en un juicio, etc. es necesario argumentar.
Es tan ardua la labor de argumentar en derecho, que existe una rama específica
denominada argumentación jurídica. Dicha rama del derecho es a su vez extensa
y uno de los temas que se ven son las falacias.
Ejemplo:
Si pepe se encontraba en una riña y lesionó a juan, entonces juan estaba dentro
de la riña.
Ejemplo: Las mujeres deben de recibir pensión, porque siempre son las que se
dedican a las labores del hogar.
La falacia denominada de falso dilema consiste en dar dos opciones como únicas,
en donde una es mejor y la otra no es conveniente.
1. Preliminares
La audiencia es un escenario de comunicación compleja porque son varios los
sujetos intervinientes. Esta comunicación se realiza mediante enunciados
lingüísticos que se plasma centralmente en la presentación de la imputación
concreta, de la actuación probatoria y de la resolución judicial. Son estos
enunciados los que permiten apreciar la corrección de los actos postulatorios,
probatorios y decisorios de los sujetos procesales.
Falacias de ambigüedad.
Falacias de inatinencia.
Se plantea en ese orden, pues por prius lógico la imputación del hecho punible
(aspecto principal del contradictorio) tiene que estar definida y determinada
concretamente, y no debe incurrir en ambigüedad (falacias de ambigüedad); toda
vez que solo así tiene sentido ver las formas cómo se afecta ese contradictorio
con el empleo de las falacias de inatinencia (o inatingencia).
a) La regla normativa es una clase de norma jurídica que tiene una estructura
bien definida: i) supuesto de hecho; ii) consecuencia jurídica; y, iii) nexo lógico
entre el supuesto y la consecuencia. Interesa destacar dos características del
supuesto de hecho de la regla-norma: generalidad y abstracción.
2. Imputación ambigua
Las falacias de ambigüedad[4], son aquellas que generan confusión, por la falta de
claridad en el lenguaje, los razonamientos ambiguos son oscuros y confusos. Una
imputación ambigua es oscura, confusa e indeterminada. Las descripciones y
narrativas que se emplean en la formulación de la imputación fracasan, por el
empleo de palabras o frases ambiguas, cuyos significados cambian según el
contexto. Se produce así una imputación ambigua por contener una falacia[5] que
lo configura. La ambigüedad se expresa en imputaciones anfibológicas,
equívocas, de acento o énfasis, de composición y de división; como a continuación
se describe.
Tiene como base una falacia del equívoco; en efecto, la mayor parte de las
palabras en nuestro lenguaje, tienen diversas acepciones, así cada palabra tiene
más de un significado literal, y con el empleo de la palabra o frase se suele
causar equivocaciones, generando confusión.
Para comprender esta falacia es necesario precisar que la imputación del hecho
punible es un todo compuesto por dos componentes: i) la imputación y ii) el hecho
punible. Se incurre en esta falacia cuando se asume dado que se tiene suficientes
proposiciones fácticas de la realización del hecho punible, con ello se infiere
también la suficiencia de la imputación.
Conocida como falacia de falsa autoridad, consiste en esgrimir como razón, una
razón de autoridad que carece de validez por no ser concreta, competente,
imparcial, o estar tergiversada[14]. No es una falacia sustentar una posición en el
conocimiento u opinión de un experto competente y con autoridad en la materia,
que esobjeto del debate; por el contrario, es una falacia de falsa autoridad,
sustentar una posición en el conocimiento u opinión de un experto con autoridad
en materia distinta al objeto del debate.[15]
Claro está que también pueden presentarse supuestos, en que la amenaza está
dirigida en contra del oponente; así amenazar al oponente implica presionarlo,
para que se abstenga o debilite su posición[18], por ej., cuando el Ministerio
Público esgrime a la prisión preventiva como amenaza, en caso de que el
imputado no acepte una terminación anticipada.
El facilismo, lleva a recurrir a esta falacia en casos mediáticos; así, los sujetos
procesales centran sus “argumentos”, orientados a las cámaras mediáticas, con el
objetivo de causar impresión emotiva, antes que a la configuración técnica y
razonada de la pretensión u oposición o resolución. Este tipo de falacia, genera un
contradictorio aparente y superfluo, pues no focaliza las razones centrales del
contradictorio; sin embargo es efectista, pues aparenta debatir lo medular del
objeto. Se debe tener mucho cuidado con el empleo recurrente de esta falacia, en
supuestos de casos mediatizados y evitar la “justicia del espectáculo”.
Se presenta con más incidencia en los alegatos de apertura, pues para ese
momento del juicio oral, incluso se difunden como técnicas idóneas que apelan al
aspecto emotivo del caso, para efectos de lograr la adhesión del decisor.
Con esta falacia se pretende eludir la cuestión del debate, por cuanto busca su
justificación en el sentimiento del juzgador.
Esta es la falacia contra el hombre; sin embargo, puede ser utilizada también
contra la “res”, es decir contra la cosa. Se subdivide en dos tipos:
Esta falacias está presente también en los argumentos de quienes los que
cuestionan el concepto de imputación concreta; en efecto, de forma falaz reducen
su contenido, a la exigencia periférica de los detalles de las circunstancias[23];
cuando lo fundamental, son las proposiciones fácticas vinculadas a la realización
de los elementos del tipo penal -centralmente del verbo típico- en un contexto
tempo espacial; esto es lo medular de la imputación concreta; empero, falazmente
crean un “muñeco de paja”, una caricatura del concepto de imputación concreta
–“imputación de paja”-, con exigencia de detalles intrascendentes, para que sea
más cómodo y fácil su cuestionamiento.
En una sociedad estratificada es común “La ley del embudo”; así quien adjudica
un derecho, otorga estos a las personas que tienen cierto privilegio, en tanto que
limita ese derecho para las personas que pertenecen a un estrato no privilegiado.
Es una suerte de norma consuetudinaria y nadie lo discute, porque se emplea con
un halo de autoridad.
Esta falacia es un error inductivo, que se comete cuando a partir de datos ciertos,
llevamos la conclusión más lejos de lo que aquellos permiten. Es una forma de
falacia por olvido de alternativas. Este razonamiento inductivo es falaz pues es
ampliativo[27] dado que concluye con desmesura, más allá de la información
producida por los actos de investigación o de prueba.
Se incurre en esta falacia, cuando el juez expide una resolución incongruente con
lo debatido en audiencia. La regla impone que el juez debe fundamentar su
decisión estrictamente con lo debatido en audiencia; solo es legítima la decisión –
cualquiera sea el sentido- con base en lo debatido oralmente. Sin embargo, es
recurrente que los jueces, con información insuficiente debatida en juicio,
extiendan sus alcances más allá de lo que ésta permite. En casos extremos linda
con el prevaricato[28].
Así, también el art. 272.1 del CPP, regula la duración de la prisión preventiva,
en los siguientes términos:(1.) La prisión preventiva no durará más de nueve
meses; la premisa es verdadera para afirmar el límite máximo del plazo de
duración de la prisión preventiva; no obstante, sin embargo derivan de esta
premisa verdadera, una conclusión desmesurada, interpretan algo que no dice la
premisa, algo que trasvasa lo dicho en la premisa; construyendo un imperativo –
inexistente en la norma- de que el plazo de la prisión preventiva, debe ser de
nueve meses. Constituyendo de esta forma, una abierta sustitución de los
términos que emplea el dispositivo.
Así, si el testigo refiere que el imputado le dijo el día viernes 1ero de noviembre,
que necesitaba con urgencia dinero; el día sábado 2 de noviembre, desaparece
dinero de la caja donde ambos trabajaban; luego el imputado es responsable, por
la mera prelación de su expresión de que necesitaba dinero.
El único efecto que puede tener la expresión, es un indicio contingente pero nada
más, de tal manera que si de este solo indicio se deriva responsabilidad, no cabe
duda, que se incurre en la falacia de Non causa pro-causa
Irving Copi, nos indica que, “de todas las falacias que se utilizan en el
razonamiento cotidiano, una de las más comunes, es la de formular una pregunta
de tal forma que se presupone la verdad de alguna conclusión implícita en esa
pregunta (…) Su presencia resulta sospechosa cuando es acompañada de un
tajante “sí” o “no”.[30]
Así por ejemplo señalar que el artículo 29 del Código Penal, establece que las
penas temporales pueden exceder de los 35 años; luego de ello derivar que en
caso de concurrencia de las circunstancias agravantes cualificadas de
habitualidad y reincidencia, pueden exceder de ese marco.
Hiperónimo: país.
[11] Aquí agrupamos a aquellas que había señalado Irving Copi, y Carl Cohen en
Introducción a la Lógica, además sumamos la lista de los primeros, algunas
nuevas falacias que nos señala García Damborenea en su Uso de la Razón y
Castillo Alva en Razonamiento Judicial.
[12] Así fue bautizada por Bentham en Falacias políticas, porque se emplea para
evitar la censura de las personas que ejercen el poder.
[13] GARCÍA DAMBORENEA, Ricardo. Uso de Razón. El Arte de Razonar,
Persuadir, Refutar, pp. 38-39.
[17] Conforma la Tríada que Irving Copi denomina “falacias muy comunes y
bastante falaces”COPI, Irving y Cohen Carl. Op. Cit., p. 138.
[22] Señala Copi: “Un oponente debe aceptar (o rechazar) alguna conclusión, se
argumenta falazmente, tan solo debido a su empleo, nacionalidad o a otras
circunstancias”, p. 133.
[26] No es el caso de la confesión que exige para ser considerado como tal
determinados requisitos cognitivos como la configuración de una causa probable,
o la terminación o conclusión anticipada.