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Según Mario Bunge, la epistemología “es la rama de la filosofía que estudia la

investigación científica y su producto, el conocimiento científico” (Bunge, 2002), dicha


definición concuerda con el concepto generalmente aceptado, ya que tradicionalmente
la epistemología ha sido considerada una disciplina filosófica, encargada de analizar y
evaluar críticamente los productos de la actividad científica. (Gianella, 1986). No
obstante, al consenso en su definición, no pasa lo mismo cuando hablamos de la utilidad
que tiene la epistemología, es decir, no esta claro cual es su aporte al quehacer científico
en la actualidad.

La utilidad de la epistemología está en que su aplicación permite afirmar o


desterrar los supuestos filosóficos, dilucidar y sistematizar conceptos y ayuda en última
instancia a resolver problemas científico-filosóficos. Cabe resaltar que dichas tareas son
procedimientos epistemológicos que brindan una calidad al producto científico, calidad
que se ha visto reducida debido a la tendencia moderna de la hiper-especialización y la
producción intensiva (en cantidad, mas no calidad) de los productos científicos. La
situación actual plantea importantes desafíos que están obligando a revisar si las
estrategias investigativas y su pertinencia con la complejidad de las realidades
organizacionales actuales guardan una armoniosa relación.

Heidegger sostiene que “por todas partes se han despertado hoy, en las distintas
disciplinas, tendencias a poner la investigación sobre nuevos fundamentos” (Heidegger,
1974). De aquí, la aparición, sobre todo en la segunda parte del siglo XX, de las
corrientes posmodernistas, las posestructuralistas, el construccionismo, el
deconstruccionismo, la Teoría crítica, el análisis del discurso, la desmetaforización del
discurso y, en general, los planteamientos que formula la Teoría del conocimiento en
una nueva etapa.

En lo que respecta a la epistemología, la postmodernidad supone, también, la


consagración de todo un proceso crítico con respecto a la forma moderna o positivista
de concebir la tarea investigadora. Los elementos claves de la postmodernidad serían:
el descreimiento absoluto (no creer en nada ni en nadie, ni en convicciones, ni políticas,
ni religiosas, ni morales), la incertidumbre como categoría epistemológica general, la
complejidad y el desencanto. Dado que, debido al contexto científico actual resulta
eminente que el modelo clásico positivista es cuestionable en tanto plantea que existe un
método único y general que proporciona certeza absoluta y conocimientos universales,
las corrientes postmodernistas podrían también tener un lado negativo, debido a que
desde su concepción parece que todo vale y que puede afirmarse cualquier cosa sin
criterio y sin referente, hechos que amenazan con el retorno a la visión de la realidad
como caótica. El discurso post moderno, tal como lo señala Rodríguez, encuentra
sustento en tres ejes fundamentales: la reivindicación de lo plural y lo particular, que
subraya la importancia del contextualismo y la desconfianza frente a las
generalizaciones; el rechazo de la filosofía del sujeto, y la crítica de la razón pura, que
se sustenta en el abandono del pensamiento metódico, la responsabilidad teórica y el
igualitarismo científico.

Sin embargo, vemos que las vertientes postmodernistas en su lado más positivo
dan paso a profundos cuestionamientos que dicha vertiente establece sobre los
principios positivistas y empiristas, que precisamente, permiten la aparición de otras
formas de conocimiento y otras metodologías.

Esta situación epistemológica invita a una reflexión profunda de cómo hacer


ciencia, de cómo investigar, que valor tiene lo que investigamos y por ende, cual es el
valor de los postulados que planteamos o de los conocimientos científicos que
producimos. La aparición de distintas metodologías ha permitido que la producción del
conocimiento científico sea imparable, no obstante, a ello, queda claro que, sin un
manejo amplio de un fundamento epistemológico, dicha producción científica podría ser
puesta en tela de juicio debido a la calidad que posee. Por todo lo anteriormente
señalado, la utilidad de la epistemología está plenamente probada, no solo por
encontrarse como una materia recomendada por la mayoría de pedagogos y
metodólogos, sino porque ha quedado en evidencia que la Teoría del conocimiento ha
ido avanzando a la par con la comunidad científica y el desarrollo de la sociedad.

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