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Oliver Welden

Oscura palabra
Poesía 1970-2006

Prólogo de Renard Betancourt


Presentación de Virginia Vidal
Epílogo de Carlos Amador Marchant
COLECCION ENTRE MARES
L O M palabra de la lengua yámana que significa SOL

Welden Robeson, Oliver


Oscura palabra: Poesía 1970-2006 [texto impreso] /
Oliver Welden Robeson. – 1ª ed. – Santiago: LOM
Ediciones, 2010. 96 p.: 16x21 cm.- (Colección Entre Mares).

I.S.B.N.: 978-956-00-0211-2
R.P.I.: 189.126

1. Poesías Chilenas I. Título. II. Serie.

Dewey : Ch861.– cdd 21


Cuer : W455o

Fuente: Agencia Catalográfica Chilena

© LOM Ediciones
Primera edición, 2010

I.S.B.N.: 978-956-00-0211-2
R.P.I.: 189.126

Diseño, Composición y Diagramación:


LOM Ediciones. Concha y Toro 23, Santiago
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Impreso en los talleres de LOM


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Impreso en Santiago de Chile


En homenaje a
Ariel Dantón Santibáñez Estay (1948),
poeta de Chile,
secuestrado en 1973 y 1974,
torturado en Villa Grimaldi,
desaparecido en 1974,
asesinado.
Para Jonathan, mi hijo:

Esta oscura palabra hacia el final de mi vida escrita


con el pecado original del idioma y de la memoria mía
y la de tantos otros voraces y desterrados.
Es el verbo que señala las cosas que pienso,
la revelación de la muerte y los sueños no cumplidos.
Es la verdad que se repite y permanece.
Oscura palabra de la cual me hablaron tantas voces,
/tantos años.
La que se escribe pasada la medianoche
en una lengua que se finge desconocida.
Oscura palabra que en silencio apuntala el andamio
/del pasado
y la arquitectura fantasma de todo lo vivido.
si non enesta tierra angosta non podriemos bivir,
e como yo cuedo a ir nos aviemos d’aquí

Mío Cid

la mucha sangre derramada ha sido


(si mi juicio y parecer no yerra)
la que de todo en todo ha destruido
el esperado fruto desta tierra
pues con modo inhumano han excedido
de las leyes y términos de guerra
haciendo en las entradas y conquistas
crueldades inormes nunca vistas

Alonso de Ercilla
con furia y muerte en medio de la nada has llegado a la edad de la razón –me has dicho–
y redimir intentas el ultraje de los años
Alicia Galaz Vivar

no tengo otro negocio que estar aquí diciendo la verdad en mitad de la calle y hacia todos
los vientos
Gonzalo Rojas

y a los autores jóvenes me gustaría gritarles: basta de farsas, ustedes entrarán también
en el negocio porque la literatura es el oficio más blando
Enrique Lihn

y baldíos regresamos tan rendidos y sin logro balbuceando nombres de patrias a las que
nunca arribamos y nos llamaban forasteros y nunca hijos y nunca hijas
Gabriela Mistral

la historia vacía su canasta repleta de palomas muertas, naranjas, doncellas, claveles,


caballos y soldados de horror
Winett de Rokha

arrastro un desgarrado corazón proletario y la decisión épica de no caer vencido


Pablo de Rokha

nosotros los muertos somos los que llevamos la voz cantante en esta historia
Fernando Alegría

mucha gente murió de golpe, el miedo creció de golpe, la familia se desparramó de golpe
Virginia Vidal

ahora vivimos en otro lugar como la diosa Pincoya: con los rostros hacia el océano
Sergio Macías

se me viene la voz de los que no se llaman en la hondura malévola de los abandonados, de


los que no se nombran en la espiral perversa de lo ocultado y resquebrajado, de los que no
se llaman sino apenas en la musitación: los flagelados, los asesinados, los desaparecidos
Omar Lara
La tiranía totalitaria
no se edifica sobre las virtudes de los totalitarios,
sino sobre las faltas de los demócratas

Albert Camus

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Oscura palabra:
el desafío humano a la intemperie

Renard Betancourt

Oscura, solamente porque ha atravesado parajes de oscuridad, pero clara palabra.


Oscura, porque viene de la espesura y avatares de treinta años y del resultado
de una catástrofe humana, de un proceso donde el poderío persiguió, aniquiló,
desapareció seres humanos y exterminó y arrasó con un mundo de proyectos y
esperanzas.
Pero clara palabra, porque esta voz da cuenta de una resistencia que va más
allá de posibles o imposibles victorias tácticas, programas políticos, consignas o
convocatorias de corto aliento. Da cuenta del sabor del polvo mordido tras una
derrota profunda, trágica, como tantas otras sufridas por nuestros pueblos a lo
largo de la historia.
Como reivindica León Felipe prologando el Canto a mí mismo de Walt Whitman
en su versión castellana: “Todos dicen: es glorioso ganar una batalla. Pues yo digo
que es tan glorioso perderla. Las batallas se pierden con el mismo espíritu con
que se ganan. ¡Hurra por los muertos!”.
Oscura pero clara palabra, porque viene de regreso de la boca del lobo. Aquí
se escucha el tintineo del armamento pesado de quienes avasallaron intentando
borrar no solo la historia de un país, sino también los rasgos del rostro colectivo
e individual de nuestro pasado reciente y ya remoto. Pero he aquí la victoria de
la memoria.
Sobre todo, se escucha en estas páginas el susurro y el alarido de quienes
cayeron hacia la semilla de la tierra, el eco de los pasos de quienes, sobrevivientes,
padecieron y resistieron; de quienes, sobreviviendo, debieron tomar el camino de
la diáspora; de quienes, desterrados –como es el caso del propio Oliver Welden–
hicieron de tal condición un motivo y razón de reflexión que culmina en esta obra
trascendente para los seres humanos colocados en trances decisivos.

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Esta no es solo poesía que, cual crónica poética, pueda decir: esto ocurrió en
un momento histórico de nuestro país y del mundo, sino además, entrelazada-
mente, se trata de un itinerario poético vital personal, una epopeya individual
de trasfondo. Poesía escrita después de la medianoche y en la lejanía (desde las
montañas de Apalachia en Carolina del Norte, Malmö en Skåne en Suecia, el río
Mississippi en Tennessee, Benalmádena en Andalucía), respecto de los hechos
referidos, pero siempre desventuras y venturas vividas durante la caminata que
dura una parte importante de la vida de quien escribe y dice.
Estamos en presencia de una poesía extraordinaria porque ha sido concebida
desde la pasión más intensa, desgarrada y al mismo tiempo más alejada del lugar
de los hechos y al mismo tiempo más violenta y amorosamente próxima.
Ahora sabemos –aunque ya lo sabíamos con César Vallejo, Gabriela Mistral,
Rainer María Rilke y tantos otros– que en poesía muchas veces la distancia
se revierte en una proximidad intensa e irreversible, a la vez que irreparable.
Irreparable, porque el mundo al cual se canta es un mundo que ha dejado de existir;
irreparable, porque el canto trasciende el pasado arrastrándonos hacia el mañana,
como si el tiempo y el espacio se relativizaran súbita y definitivamente, dejándonos
de cara ante un panorama subatómico donde la única realidad palpable son las
cuerdas de la palabra y ésta es utilizada para llamar a las cosas y a los seres por
su otro nombre: el de la poesía.
En este caso, la mirada ha logrado abarcar la totalidad del bosque y la fisonomía
particular de los árboles, iluminados éstos a veces por el rayo de luz que fulmina
y, por instantes, con sus figuras recortándose contra sombras acechando en la
borrasca.
Pareciera ser que tenían que transcurrir muchos años de intensa existencia y
obstinada meditación poética por parte de Oliver Welden, para conseguir el tono
de voz precisa –entre la exaltación y el susurro– para dar cuenta de una realidad
que aún no acabamos de asimilar en toda la magnitud de sus consecuencias
hasta el presente.
Esta poesía es la historia de un quiebre terrible. Aquí, la oscuridad de la palabra
–oscura de tanto ser clara cruzando un interregno feroz– se inscribe contra un
fondo de pueblo en marcha, multitud humana que había iniciado la epopeya de
cruzar un peligroso puente para ganar la orilla de su destino y de cómo, en medio de

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esa jornada alucinante, el puente es asaltado y cortado brutalmente por los dueños
del poder y la riqueza. Y lo que sigue es el abismo, que hasta hoy se traduce en un
violento y forzoso cambio antropológico y cultural: de los hombres y mujeres que
ayer iban a la búsqueda de soluciones colectivas para los grandes problemas de la
humanidad, al predominio actual de la competencia desembozada, la sociedad del
espectáculo y la humanidad empujada a caminar hacia el precipicio de la barbarie.
Por otra parte, asistimos en medio de este periplo en terreno adverso y
escarpado a la revaloración de una voz poética colectiva, lo contrario de aquello
que aparentemente ha ganado la partida: el individualismo exacerbado y la
voracidad de la competencia. Desde el inicio mismo del texto se nos hace escuchar
las voces poéticas mancomunadas, mediante el recurso de clavar en las páginas
sucesivos epígrafes que absorben nuestra atención por su agudeza y premonición,
partiendo por el autor de La Peste y El Hombre Rebelde –Albert Camus– asegurando
que ya nadie es inocente. Impecable recurso éste para hacernos ver que, en el
fondo, no todo está perdido y ocurre más bien que hasta hoy la verdadera batalla
aún no acaba de consumarse. El enfrentamiento cotidiano se da en las arenas de
nuestra propia conciencia y es aquí, entonces, donde encontramos el corazón
de este libro, su quid poético y político: la inocencia no existe. Y si hubo o hay
tiranías, es porque fuimos y somos débiles o no fuimos ni hemos sabido ser todo
lo enérgicos e inclaudicables como debimos y debemos ser. Enérgicos, para ser
más profundamente demócratas; inclaudicables, en la búsqueda más urgente y
acérrima de formas más avanzadas de civilización, justas, solidarias y fraternas.
Hay que decirlo con insistencia: con este libro se produce el retorno definitivo
de esta voz entre nosotros. Y faltaba la Oscura palabra de este texto entrañable
que, sin ninguna duda, ha sido escrito para el ayer y para el presente, pero
especialmente para el mañana, para las futuras generaciones, para nuestros hijos,
nietos, bisnietos, para los Jonathan de todo el orbe.
No he conocido a Oliver Welden. Sin embargo, sí lo he conocido, y es esta
una singular historia: corría el año 1964 cuando ingresé a un liceo en la ciudad
de Santiago de Chile. Era una escuela inmensa, multitudinaria, donde de alguna
manera se representaba al conjunto de la sociedad de la época, con sus agudas
contradicciones. Yo escribía poesía inconfesadamente. Aún no tenía quince años.

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Un día hubo una gran agitación. Era la mañana, y para nosotros además la
mañana del mundo y de la vida, y las puertas permanecían cerradas: el gobierno
estudiantil había declarado una huelga. Un gran tumulto de alumnos hizo un
corro en torno al murallón en la esquina del edificio. Allí, de pie sobre el muro,
el presidente del centro de estudiantes hizo uso de la palabra para explicar las
razones de la convocatoria a plegarse al movimiento y para arengarnos respecto de
la justeza de la movilización. Ese joven empinado sobre el muro era Oliver Welden.
Un líder. Un poeta. Se le conocían poemas de un libro aún inédito: Anhista (1965)
y se le veía en sus actividades políticas estudiantiles. Entonces Oliver Welden ya
era una leyenda entre nosotros. Hoy es uno de nuestros poetas mayores.
Según recuerdo, el último año de Oliver en el liceo fue 1964, porque había
completado sus estudios secundarios y en 1965 ingresó al Instituto Pedagógico de
la Universidad de Chile. Años después (1968) supe del Premio Nacional Luis Tello
de la Sociedad de Escritores de Chile por su libro Perro del amor y la publicación
del mismo por Guillermo Deisler, en Ediciones Mimbre (1970). Más o menos
simultáneamente ya sabíamos en Santiago de la aparición de la revista Tebaida,
desde Arica (1968); y, después, el golpe de Estado. Y nada más. Años de violencia,
dictadura, muerte, persecuciones, escapadas y ardiente resistencia.
Solo en el año 2005 vuelvo a saber de él gracias a la escritora Virginia Vidal y,
también a través suyo, tomamos contacto directo para iniciar una comunicación
epistolar.
Puedo decir, entonces, no he conocido a Oliver Welden sino fugazmente y, sin
embargo, lo he conocido a través de los años y la distancia, pero especialmente
a través de su palabra poética.
Solo me cabe celebrar con entusiasmo su cuarta publicación poética en
Chile después de un largo tiempo transcurrido. Su reaparición fue con Fábulas
ocultas (Concepción: LAR, 2006), en edición del poeta Omar Lara. Y lo celebro
como un acontecimiento que solo el futuro podrá aquilatar en su verdadera
trascendencia. Y digo el futuro, porque temo que la sociedad en la cual vivimos
está lo suficientemente narcotizada e idiotizada como para permitirse la lucidez
de reparar inmediatamente en la originalidad de esta Oscura palabra. Pero el
mañana será de la poesía, de su lenguaje y de su sueño haciéndose realidad.

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Este libro contiene una mirada aguda y profunda. Mirada poética que nos
lleva a cruzar los hechos narrados, para luego ir dejándonos frente al verdadero
dilema: el alma humana desnuda, expuesta a una intemperie hasta ahora sin final
y en su entera beligerancia pasada y dolorosamente actual.
Este es un libro que han de llevar consigo los futuros resistentes y soñadores
que vivirán la encrucijada de conducir al planeta camino de una nueva edad
terrestre, una era de progreso colectivo, paz y felicidad, seguramente debiendo
atravesar aún por parajes tenebrosos, donde la oscura pero clara palabra será un
señuelo, una pista por donde seguir la senda que lleve al encuentro de “las esferas
rojas de la alegría” y de la poesía llevada más allá del lenguaje, a la simplicidad de
los hechos todavía desconocidos de la potencial fraternidad humana desplegada
en plenitud.

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Oscura palabra

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Septiembre 1970: la Historia

Existen –de seguro– diferentes maneras para enfocar


la cuestión: una es con leyes y palabras, papeles y tinta
y monstruosos ministerios que se nos incorporan
a la sangre como nuestra propia sangre. Otra
es también con papeles y tinta y una cruz
al lado izquierdo del nombre, siempre al izquierdo,
fijesé. Y una tercera –puede haber otras– que dice:
“el pueblo armado jamás será aplastado”,*
palabras escritas con alquitrán en las paredes de la ciudad,
o: “arriba, arriba, arriba los pobres, la conducta
de la línea de fuego, bienvenida la ráfaga si otros vienen
después”.** Y miles vinieron después, siguen llegando,
vamos creciendo: Cuba, Perú, Chile. En este país,
sin embargo, usamos papeles y tinta: hicimos una cruz
al lado izquierdo del nombre. Al izquierdo, notesé.
Venceremos.

* Ernesto Guevara
** Gonzalo Rojas
Publicado con el título “Es necesario ser consecuente” en Poemas al Che: Antología (Ambrosio
Fornet y Winston Orrillo, editores; Lima, Editorial Causachún, Colección Poesía, 1972).
Oráculo y collage: la victoria

y fallaron los oráculos


y fallaron los que no daban un dólar por el hombre libre
y ofrecían medio dólar por su muerte
y fallaron los periódicos traducidos del inglés
y fallaron los expertos y los agentes de la CIA
Alberto Carrizo

a ras de esta tierra bailamos girando y tocando nuestros tambores


y soplando los huesos y canillas de los enemigos derrotados:
los enviados del Rey
del State Department
Correos de la maligna Caicai.
Hernán Lavín Cerda

Salimos a la calle amigos y desconocidos del brazo en marcha


/y baile
el–que–no–salta–es–momio risa grito antorcha bandera
/pancarta y arenga
el–pueblo–te–defiende no–no–no–nos– moverán el–pueblo–
/unido
y el candidato ahora presidente al balcón todavía de la moneda
/no pero balcón al fin
y sus manos como palomas y el himno el himno
tu–cie–e–loa–zula–a–dó como el sonido del océano
yyy–tu–ca–ámpo majestuosa es la noche en que tú y yo por las
/amplias alamedas
con profunda emoción les hablo desde esta improvisada tribuna
desdelhon–do–crisol–de–la–pa–tria significativo es que pueda
/yo dirigirme al pueblo
lamis–eria–sa–bremos–ven–cer ven–ceremos ven–ceremos
ven seremos
para derrotar la explotación uspalla–a–ta–hacen–na–a–ta
/esta noche que pertenece a la historia
porqueestaveznosetra–a–ta decam–biarún–preside–enté
mi reconocimiento para los que están en la pampa
to–mamu–jer–miman–ta–teabri–gará–
-run–run–sefué–palnorte nosé–cuan–dó–ven–drá-
en esta hora que al pueblo pertenece el hecho trascendental
-yelque–no–cre–e–a queha–ga–la–prue–e–ba
milcade–nas–habráquerom–per y yo te pongo mi brazo alrededor
/de la cintura
y te miro a los ojos y no sé por qué estás triste y cada vez más
/triste te pones
y no sé qué ves y tienes lágrimas que no brillan
mientras marchamos por las amplias alamedas jamásserávencido
De la manera en que la revolución chilena
y la contrarrevolución se manifestaron también
como lucha de clases en la aparentemente ajena
e inocente actividad del amor
(Santiago de Chile, agosto de 1973)

la alternativa al diálogo es la violencia


que salvo los obcecados nadie quiere en Chile
Salvador Allende

el guerrero cruzado el guerrero blindado


el azar ruido de sables en el pecho de palomas
Edilberto Domarchi

esta Revolución no es para ti que –como yo– tenemos


(lo creímos) el piso bien seguro
Winston Orrillo

Los atentados dinamiteros, arteros sí, directos a tu corazón


/revolucionario,
son mis armas de pequeño burgués desesperado con tu amor
/monolítico como un partido popular.
Lo mío es una actividad sediciosa, fascista como el acto
/sexual,
que no pasará por entre las gigantescas concentraciones
/de ropas y platos sucios
y de las moscas que se cagan en el pan.
Es este el divisionismo y la confusión
–la juventud va quedando atrás–,
una escalada terrorista a mi amor empresarial,
el sabotaje a la institucionalidad de la siesta de los

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/domingos:
la convivencia ha sobrepasado el estado de derecho
y no es tiempo de apedrearme como la embajada de otrora.
No podré volar tus besoductos,
tu distribución sectaria me alimentará con burocracia,
el diálogo se irá a la cresta
y el tráfico ilícito de armas saldrá por la culata.
Otro gabinete como el de esta casa y el socialismo aparecerá
/por la vuelta de la esquina
reclamando el derecho de vivir en paz y yo sectario,
/yo dogmático,
yo pequeño burgués e intelectual además, te cablegrafío
/mi adhesión,
te la cablegrafío, te la oficio mediante documento escrito
y adhiero a tu proceso –requisado e intervenido–,
como si algo me dijera que sin embargo tienes la razón.

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Mosaico y escombro: los pálidos muros del palacio

Para Hernán Concha Sirandoni

y el metal tranquilo de mi voz no llegará a ustedes


no importa lo seguirán oyendo
Salvador Allende

se limpió las dos manos con mi bandera


y no faltó en mi patria quien aplaudiera
Patricio Manns

miren cómo nos hablan del paraíso


cuando nos llueven penas como granizo.
Violeta Parra

invasores llenaron tu morada y te partieron como fruta muerta


y otros sellaron sobre tus espaldas
los dientes de una estirpe sanguinaria
Pablo Neruda

I
antes que termine la noche y con gran recaudo soldados
/de la guardia vieja y soldados de la paz
avanzan con marineros en tierra: por la razón o la fuerza
/es ahora una cuestión de vida y de muerte
porque van a morir diez mil y uno
que exién lo veer mugieres e varones burgueses e burguesas
y el presidente ahora a la ventana:
señora dicen que donde mi madre dice dijeron el agua
/y el viento dicen
que vieron bajo su balcón: 16 regimientos de infantería/

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6 de caballería/ 5 de artillería/ 76 tanques sherman M–4/
10 tanques stuart M–3/ 2 submarinos/ 3 cruceros/
4 destructores/ 3 escoltas/ 4 torpederas/ 1 patrullero/
5 naves de desembarco/ 1 alba–atroz HUO16C/
25 C–45 y 30 C–47/ 30 helicópteros/ 4 jets ranger/
1 escuadrón de bombarderos/ 12 invaders B–26/
2 escuadrones de combate/ 18 hunters F–71 y 11 F–80C/
90 transportadores 4 C–118/ 8 DHC–6 twin oers/
9 beechcras 99/ 4 DC–6/ 2 C–130E hércules/
5 twin bonanzas/ 10 cessnas 180 y 4 0–1/
20 T–6 de enlace/ 45 T–34/ 10 T–37B/ 8 T–33A
y 5 vampiros/ 9 bells UH–1D/ 2 sikorskys UH–19/
16 hillers OH–23G/ 90000 uniformados (*)
que se apague la guitarra la tierra se oscurece

II
esta será la últim oportunid en que me pued dirigir
a ustedes la fuerz aére ha bombardead las torres
de radi Por ales y radio Corpora ión llegó volando
el cuervo sobre mi suelo soldados de chile miren
cómo nos hablan de libertad tienen la fuerz podrán
avas llarnos porque hay desventurados que por migajas
qué dirá el santo padre que vive en roma yo no voy
a renuncia pag ré con mi vida durante largos siglos
los yanaconas miren cómo pregonan tranquilidad
–cantemos la gloria del triunfo marcial– trabaj dores
de mi patr el que oficia la muerte como un verdugo
a aquellos que serán perseguidos con esto se pusieron

(*) Fuente: Instituto de Estudios Estratégicos (Londres, 1973).

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la soga al cuello el quinto mandamiento no tiene sello
atentados terroristas volando los puentes de línea
férrea perforando las tierras de la labranza el puebl deb
defenders per n sacrificars entre más injusticia señor
fiscal superarán otros hombres est moment gris y amarg
tantas lanzas premer e alzar tanta adágara foradar
e pasar dond la tr ición pretend imponers tanta loriga
falssar e desmanchar y otros que se solazan entregando
su pueblo a los militares stas son mis ltimas palabras
tantos pendones blancos salir vermejos en sangre
tantos buenos caballos sin sos dueños andar
mi sacr ficio n será en vano qué dirá el santo padre
/que vive en roma

III
Del palacio pálidos los muros son
y albísimos los espectros hoy de la piedra
que ayer no más decías sólida y firme
–ancha para el futuro–
y confiable como la fuerza de gravedad

22
Telefonomaquia (*)

los ponemos en un avión y en el camino


los vamos tirando para abajo
Augusto Pinochet (11 de septiembre de 1973)

–Y también habló con el edecán naval quien le confirmó


/que Allende está en La Moneda.
–Conforme, conforme. Entonces hay que impedirle la salida
/ y si sale hay que tomarlo preso.
Hay que estar listos para actuar sobre él:
¡más vale matar a la perra y acabar con la leva!
Rendición incondicional, nada de parlamentar. ¡Rendición
/incondicional!
–Bien, conforme. Rendición incondicional y se le toma preso,
/ofreciéndole nada más que respetarle la vida, digamos.
–La vida y su integridad física y en seguida se le va a
/despachar para otra parte.
–Conforme. O sea, que se mantiene el ofrecimiento de sacarlo
/del país.
–Se mantiene el ofrecimiento de sacarlo del país,
/¡pero el avión se cae cuando vaya volando!
–Mi general, en este momento sale un jeep hacia La Moneda
/a retirar seis mujeres, seis mujeres.

(*) Augusto Pinochet dirigió por radio a las tropas golpistas desde el cuartel de Peñalolén. Esta
es una comunicación de radio del 11 de septiembre de 1973, recopilada por Pablo García y
Carolina González, en el video documental Salvador Allende: La caída de un Presidente.
(Compañía de Ramos Generales, Buenos Aires, Argentina). Las palabras de Pinochet están
en cursiva.

23
Será cuestión de tres minutos no más: le digo para que
/aguante el ataque.
–Déjense, déjense de labores dilatorias y de mujeres
/y de jeeps:
¡Yo voy a atacar de inmediato! ¡Cambio y terminado!
– ¡Augusto, escuchando! ¡Augusto, escuchando!
–Yo hablé personalmente con él.
Le intimé rendición en nombre de los comandantes en jefe
y contestó con una serie de garabatos, nada más.
O sea, quiere decir que a las 11, cuando lleguen los primeros
/pericos, van a ver lo que va a pasar:
¡A las 11 en punto se bombardea!
– ¡La Moneda está siendo bombardeada!
– ¡La Moneda ha sido bombardeada!

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Cortejo

del claroscuro salta el miedo


y cadáveres y verdugos
y más verdugos de repente
Ariel Santibáñez

y con todo el aullido de la sirena un sueño semeja


sin embargo tan próximo y real
Dave Oliphant

A grito pelado
lo sacan
veloces
por un costado
del Palacio
cruzando
al trote
la calle
de la Moneda
por la vereda
Este de la Plaza
sobre una camilla
al hombro
y sangoloteado
tapado
con un aguayo
tal vez
debajo
envuelto
en plástico
por lo de la sangre

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por lo de la sangre
y a gritos
a gritos
rápidos
muy rápidos
se abren paso
veloces y violentos
y
de
sa
pa
re
cen

26
Tierra del Fuego

ha mucho no se lee en la ciudad


los libros ardieron en piras fantásticas
y ante toda letra escrita
los habitantes bajan la vista
llenos de confusión y vergüenza
Omar Lara

Al día siguiente
miércoles 12 de septiembre de 1973
quemábamos libros
en un gran hoyo hecho con pala
y al amanecer del jueves 13
y al mediodía del viernes 14
con cuidado
en el patio trasero
de no levantar una columna de humo
en primavera
que se viera desde los cerros: militares/binoculares
con cuidado de que ya el sol estuviera salido
para que no se viera el fuego
con cuidado de que el sol no se hubiera puesto
para que no se viera el fuego
de los libros quemados

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Tyrannus

no se mueve ninguna hoja en este país


si no la estoy moviendo yo
que quede claro
Augusto José Ramón Pinochet Ugarte
(13 de octubre de 1981)

yo sé todo lo que se dice


y todo lo que se hace
y todo lo que se piensa
Tiberio Claudio Nerón Julio César Augusto
(42 a.C. - 37 d.C.)

Yo inventé la rueda, el remo, las ubres de las vacas,


el pan recién salido del horno
y el orgasmo de las mujeres casadas.
Soy más importante que el aire
en el vuelo de los pájaros.
Mis padres nacieron después de mí.
Míos son el litoral, la cordillera, el valle central,
y la vida del pueblo y la muerte del pueblo,
y la vida del pueblo y la muerte del pueblo,
y la vida del pueblo y la muerte del pueblo.
Tres veces mías son: la muerte y la vida.
–Al que da y quita le sale una jorobita.
–Al que mata y roba le sale una joroba.

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Toque de queda en blanco y negro

A la manera de una fotografía de Luis Poirot

Hubo una mujer que te pidió cobijo


a cambio de su compañía en Santiago de Chile
en agosto de 1983 al filo del toque de queda
en el puente del Canal San Carlos
en Providencia con Tobalaba así sin más.
La lluvia era una gasa que caía fina
y los vehículos militares pasaban lentos
/hacia la Avenida El Bosque.
Parejas de soldados con ametralladoras
se ubicaban para ocupar la noche.
Había puestos de control en las calles
de Hernando de Aguirre y Encomenderos.
Siseaban las llantas sobre el pavimento húmedo.
Un autobús de la línea Mapocho–Las Condes
pasó vacío y raudo con su sonajera de vidrios y latas.
Tú la miraste largo y sin decir palabra
fuiste animal nocturno que se aleja:
con los ojos la envolviste y en silencio le dijiste adiós.

29
Notorio arraigo

soy el astronauta
que regresó de otras ciudades del planeta:
el que todos confunden con un anciano
Javier Campos

Estos no son soldados de plomo sino de acero inolvidable


que saben hacer brillar la sangre y el país está indefenso
ante los dispuestos a dar de golpe ya el mordisco feroz
/de una guerra incivil.
Esto no es un circo de águilas humanas:
–¡Señor Corales, oiga usted!,
sino un regreso a la oscuridad de un mal sueño que ni la luz
/del entendimiento es capaz de iluminar.
–Tal vez no pase de este año, no más, antes de que
/te ubiquen.
–Como van las cosas, te creo.
–Quizás sea éste el momento de irte donde te acepten.
–Tengo amigos en el Perú.
–No, a la patria de tu padre.
Yo soy el narrador ficticio y lírico hablante y por ende digo
que el autor buscó lo que era suyo por herencia
si lo suyo propio se le arrebató.

30
Viaje imaginado

me despido de la ciudad
pido excusas por arrogarme ese derecho
ese derecho me lo da mi nacimiento
ay de quien ose arrebatarlo
que todas mis palabras lo condenen
Walter Hoefler

y bien
te dejo suponer que abandoné mi pueblo
que huí rompiendo el crudo umbral
como un puma aterrado
pero yo te aseguro que no me han quitado nada
puesto que de esa tierra no me podrán apartar
Patricio Manns

nadie ha muerto ni ha sido vencido


Sergio Macías

lo fusilan y se levanta
se levanta y sube al furgón
se sube al furgón y se va a las torres
se va a las torres y entra al departamento
entra al departamento y se acuesta
se acuesta y mi viejo llora viéndole dormir
Fernando Alegría

las balas salen de las carnes


las balas entran en los cañones
los oficiales enfundan sus pistolas
Gonzalo Millán

31
La percepción es más importante que la realidad,
por ello le digo que yo aquí percibo una equivocación,
pues este viaje del que usted me habla no existe:
jamás se hicieron las maletas y si me registra los bolsillos
verá que no tengo billete comprado para bus, tren, barco,
/o avión alguno.
Nadie, vea, ha cruzado la Cordillera de los Andes
hacia ningún país transandino, ni hay visa para Europa.
Consulado de habla inglesa no acepta solicitudes hoy, lea.
Policía Internacional lo necesita en su despacho, ahí.
Money Exchange para cambiar sus pesos, aquí.
Salvoconducto –con sellos– para salir del territorio
/nacional, deme.
Pasaporte colorado, timbrado, revalidado y en orden, tome.
Sertificado de Bacunasión Internacional.
Sertificado de Antesedentes Polítikos.
Sertificado de Situasión Militar.
Sertificado de Nasimiento y de Matrimonio.
Sertificado de Superbibensia.
Yo no viajo ni me he ido: estoy en mi casa, en mi pieza,
/en mi cama, esta es mi almohada.
Rayos X de los pulmones y examen de sangre,
huellas digitales y las rápidas y las lentas pulsaciones
/del alma.
Yo no hablo inglésuecodan ésfrancésital
ianohebreoale mánárabegrieg orusochinoafr icano
y yo no he ido a ninguna parte: tal vez a la playa un verano
/de mi infancia con mi abuelo.
Yo no he estado en ningún consulado.
Firme aquí si usted no es ebrio o adúltero,
aquí si no es felón, criminal o comunista,
aquí si es homo sapiens heterosexual practicante
y jure que jamás ha intentado derrocar

32
derrocarderro
carderrocarde
rrocarderroca
r
o ha criticado a la excelentísima junta del gobierno militar.
Yo no he ido a lugar alguno, siempre he estado aquí,
y cierro los ojos y bebo un vino y al atardecer escucho
/los zorzales
y como un pedazo de pan y leo un libro y el sol tibio
/de Chile me toca las manos
y nadie ha muerto, nadie ha muerto en realidad y nadie
/ha sido detenido.
El río corre oscuro sin cadáveres y las mujeres no visten
/de luto.
Todos los niños ven volver a sus padres del trabajo.
La policía dirige el tráfico y los militares patrullan
/las fronteras.
A ningún Presidente le volaron la cabeza
levolaronlacab
ezalevolaronla
cabezalevolaro
nlacabezala
cab
eza
y nunca una mujer fue violada.
Todos los obreros están vivos.
Yo no pienso en el Océano Pacífico en la costa Atlántica.
Esta maleta no existe: este viaje no se ha hecho nunca.

33
Éxodo

nunca se apartó de ellos esta columna


ni de día la columna de humo
ni de noche la columna de fuego
Éxodo 13:22

Se llamaba Jonás y trabajaba en el vientre de una bodega.


Quiso amar a su mujer Justina y abrazar a su hijo Julián,
/el de nombre de raíz.
Alimentarlos quería con el pan y la fruta y el vino
/de la tierra.
Verlos jugar con las esferas rojas de la alegría, dormir
/bajo la hermosura de la noche.
Descendió a las tripas de alambre de la bodega,
por los compresores y las cañerías y las máquinas,
hasta las bobinas y las cajas con clavos y los martillos
/negros.
Encontró no el pan ni la fruta ni el vino, sino el salario
/flaco como la pata de un pájaro,
los chuzos olvidados, las planchas de metal helado.
Ascendió por los tragaluces como pozos invertidos
hacia las viejas vigas de madera muerta,
hacia el sol caliente, la luz blanca, el aire azul,
hasta el techo lleno de candados, cerrado, fijo:
como los ataúdes de Chile en el invierno.
Jonás, Justina, Julián, para allá y para acá, en círculos,
/cuadrados y rectángulos.
Mañana domingo, sin embargo, sobre la mesa de la cocina
habrá pan fresco, la fruta olorosa y el vino rojo y agridulce
/del amor.

34
Por las ventanas de la casa entrarán las campanadas
/de la iglesia blanca,
las aves, las nubes, el aire, y todo el sol. Mañana domingo
/irán al mercado,
contarán las monedas, Julián comerá manzanas, Justina
/uvas transparentes
y Jonás beberá un vaso de vino áspero y grueso.
Verán el parque, los carruseles, el prado verde y otra vez
/el sol.
Julián tendrá un globo, Justina una flor y Jonás un brillo
/en los ojos.
Al atardecer cerrarán los postigos, el cerrojo, las aldabas.
Habrá un leño en el fuego, una colcha sobre el sillón.
Y cuando caiga la noche mañana domingo,
la casa ascenderá hacia los cielos,
se elevará sobre los árboles y sobre las nubes
y se irá haciendo pequeña
y
cada
vez
más
distante,
hasta desaparecer de la memoria
de los hombres
y de la tierra.

35
Otoño en Alabama

y yo aquí me hallo en una tarde de sombras


mientras la lluvia se escurre
–otra vez la lluvia–
y se aleja con un ruido de huesos
Alicia Galaz

Cuando todo lo que existe nos es ajeno


y definitivamente no nos pertenece,
la patria incluso, extraña y lejana,
como un paraguas viejo cerrado en la memoria,
te aferras al amor como el cojo a su muleta
y comienzas a escribir
Otoño en Alabama,
para decirte a ti mismo, oh tan profundamente:
todo lo que existe nos es ajeno
y, ¿sabes? definitivamente no nos pertenece.
Entonces caen las hojas como caen las hojas
en todos los otoños del mundo.

36
Ezra cantó una mañana de domingo

En memoria de Ezra, mi padre

Tal vez un salmo del Sur Profundo,


suavemente entonado, apenas audible
–mi padre cantó con la voz de la vida–
y se hizo árbol, sicomoro del verano,
lluvias de julio, trenes de Alabama,
bellotas, ardillas y pájaros azules.
Ezra cantó una mañana de domingo
y la hierba creció alta sobre su tumba.

37
Lluvia de verano

¿quién fijará el Norte y el Sur


en el secreto reverso de una cruz?
Rolando Gabrielli

Así, tal como ahora, la lluvia que entonces caía se repite


nuevamente tan gris y hasta lenta para mojar las calles
/y las casas.
Solo que han pasado tantos años y las cosas que la lluvia
/moja
son otras y desconocidas como los letreros y las personas.
El café es distinto y los cigarrillos se fuman en silencio.
Es en una mesa como esta donde el recuerdo se endurece
/igual que un trozo de pan y se añeja.
Estás todo cubierto por esta lluvia de verano.
Nadie hay sentado frente a ti.
De tu taza bebes y sabe amarga la soledad.
Dos monedas dejas sobre el mantel y sales mudo,
el corazón vacío de sangre –así te parece–,
a la lluvia tibia del verano, pegajosa y gris.

38
Transeúnte

de los sos ojos tan fuertemientre llorando


tornava la cabeça i estávalos catando
Mío Cid

Nunca te despojaste de tu baúl de desterrado


arca de arena no tal vez qué harapos memor
ias trastos viejos de otro continente lati
tud amanecer y puesta de sol de sur a norte
aurora australis de tu patria nebulosa y distante
la imagen de una cordillera intac
ta porque no la pueden mover deslizar echar
para atrás como un prepucio latinoamericano
Y ahora que hace frío nuevamente pero siemp
re ha hecho frío tu arca baúl maleta bol
sa arrastras por fronteras ajada más viej
a desteñida y tuya –Chileno
de sesenta años y pico– otra vez con pasa
porte timbrado sellado renovado firma
do por el cónsul Pata de perro a la fuerza
por bota de milico te vas Al oficial de inmi
gración entregas un papelito que dice no más:
así es la vida y entonces viene alguien y te la
menea: la vida es una puta y después te mueres

39
Latitud norte

y después de ir con los ojos cerrados


por la oscuridad que nos lleva
abrir los ojos y ver la oscuridad que nos lleva
con los ojos abiertos y cerrar los ojos
Gonzalo Millán

Se pregunta quién es y quién eres tú, la que lo conforta,


o el nombre del hombre que fue el padre de su bisabuelo.
Pero él sabe cuál es su propio nombre –y el tuyo:
tú fuiste la que le dijo te amo
y él clavó entonces una rosa en la pared.
¿Son ustedes de esta latitud?
¿A qué hemisferio pertenecen?
¿En qué moneda recibirán el próximo pago?
Las casas que han habitado,
las sábanas rozadas por tus pechos
llenos de azúcar y lentos como tortugas,
son innumerables, incontables las casas y las sábanas.
¿Qué país los verá llegar y en qué año?
Las maletas cargadas de libros y ropa vieja,
viendo el sol ponerse por el noreste.
A lo lejos se oye un silbato: locomotora o barco,
las turbinas de un avión que silba
y el ruido sordo de una rosa seca
que de la pared se desclava y el piso azota.

40
Pergamino

me preguntas en qué pienso


no pienso en nada
solo veo un puente de cimbra sobre el lecho de un río
que nunca hemos atravesado juntos
Jorge Teillier

Emerges del invierno con un vestido nuevo,


abundante de formas y de aromas,
depositaria de la prometida tibieza de la primavera.
Yo te recuerdo de otra latitud
–de hemisferios íntimos–
redondos o semicirculares como los hemisferios,
donde el amor era totalmente nuestro:
un derecho natural como dios o como el aire.
De ese país que habitas tan solo en la memoria
me das lo moreno de tu piel, el idioma,
y la madura tristeza del exilio.
La vida ya no quema pero es un ansia ardiente,
una rosa negra cultivada en la oscuridad.
Lluvia que cae de súbito momentos antes del amanecer.
Delicada como el consejo a un hijo
entras y sales de todos los inviernos,
repitiéndote igual e idéntica a las estaciones,
con tu cuerpo construido para ti y para mí.
Acaso con otro nombre continuarás siendo eterna
sin saber cuál es el comienzo ni cuál es el fin
de las cosas que yo digo y de las cosas que yo invento,
de las verdades y de las fantasías.
De todo lo que resta poseo únicamente lo mío
y la herencia terrible de lo que nunca fuimos.

41
Funerales

y me miras con ojos extasiados de contemplar la muerte


y me dices que ya más
nunca más
Alicia Galaz Vivar

pero si la tierra es vasta


y no tengo ni un palmo para enterrarme el alma
Ramiro Lagos

Essora la faz tórnase gela ca echados somos de nos yentes


y distantes y separados los unos de los otros llamamos
/a otra tierra nuestra tierra
y nos reencontramos de vez en cuando en aeropuertos
/o fronteras,
los hijos hablando en otros idiomas.
Y me pones entonces un corazón en el hueco donde mi corazón
/estaba.
Nuestra industria es disecar memorias como un rico
/coleccionista de pobres memorias
y recordamos tanto que tú mismo te espantas de todo lo que
/recordamos.
Porque una misma cosa son el pueblo y la tierra nuestro único
/oficio es la vida y la muerte.
Essora la faz tórnase gela ca echados somos de nos yentes
y la nuestra desamparada muerte es sin maitines ni velorio.
Como tierra no tenemos
y como solo muertos tenemos,
bajo el brazo los llevamos
incinerados en cajitas por el mundo.

42
El extranjero

en esta tierra es necesaria la tristeza de mi isla


Mario Milanca

Jeló. Jáu ar llu?


Mái néim is Roberto an aiám béri plist tu mit llu.
Ai cam from chile an aiám béri jápi tubí jíar.
Ai jab e llob inéi chíquen farm
for tri dólares an térti sens anáuer.
Ai cam tu dis cóntry in a chip tu Nueva Orleans.
Ai jab tuénti éi llíar.
Dis is mái san Carlos an ji jab sic llíar óul:*
–Hi, Daddy! Can I go to Mark’s house and play?
His Mom got him a real neat game, it’s real cool!
Can I, Daddy? Can I? Can I? Prey–prey–pleeease?**
Esquiús mi plis: –Carlos, háblame en castellano, quieres?
–But I don’t wanna speak Spanish, Daddy!
Besides, all my friends make fun of me.

* Hello. How are you? My name is Roberto and I am very pleased to meet you./ I come from
Chile and I am very happy to be here./ I have a job in a chicken farm for three dollars and
thirty cents an hour./ I come to this country in a ship to New Orleans, where my sponsor
lives./ I have twenty eight year. This is my son Carlos and he have six year old. [Hola. ¿Cómo
está usted? Me llamo Roberto y tengo mucho gusto en conocerlo./ Vengo de Chile y estoy
muy contento de estar aquí./ Tengo un trabajo en una granja avícola por tres dólares y treinta
centavos la hora./ Vine a este país en un barco a Nueva Orleans./ Tengo veintiocho años. Este
es mi hijo Carlos y él tiene seis años.]
** ¡Hola, papá! ¿Puedo ir a jugar a la casa de Marcos?/ Su mamá le compró un juego nuevo, ¡es
fenómeno!/ ¿Puedo, papá? ¿Puedo? ¿Puedo? ¿Por favorcito por favor?

43
Where’s Mommy?***
–Tu madre trabaja en el restorán esta noche y va a llegar tarde:
/prefiero que te quedes en casa.
–Darn, Daddy! I can’t belieeeve my parents are aliens!****
Juén mi an mái guáif jab ináf móni
meibí gui guil góu bac tu Valparaíso
an carlos guíl espíc espánich.
Meibí chi can góu bac guís jim ónli
bicós ái cant góu bac llet.
Guél it guás náis tu toc tu llu.
Ai jab tu góu náu: jab e náis déi.*****

*** ¡Pero yo no quiero hablar en castellano, papá!/ Todos mis amigos se burlan de mí. ¿Dónde
está la mamá?
**** ¡Puchas, papá! ¡No puedo creer que mis padres sean extranjeros!
***** When me and my wife have enough money maybe we will go back to Valparaíso and Carlos
will speak Spanish./ Maybe she can go back with him only because I can’t go back yet./ Well,
it was nice to talk to you. I have to go now: have a nice day. [Cuando yo y mi esposa tengamos
suficiente dinero quizás volvamos a Valparaíso y Carlos podrá hablar castellano./ Quizás ella
pueda volver con él solamente porque yo todavía no puedo ir./ Bueno, tuve mucho gusto en
hablar con usted. Debo irme ahora: que tenga un buen día.]

44
Genealogía

atravesamos muros y vemos debajo del agua


hablamos con seres de otras edades
y adivinamos el porvenir
encontramos una aguja en un pajar y la perdemos
oh dios
Omar Lara

vivíamos tan lejos


si de una calle a la otra leguas que separan
qué de uno a otro país:
leguas océanos inviernos
una noche habríamos de nivelar nuestros tiempos
Carlos Cortínez

Y él le habla a Ezra, su padre, y le dice de pie


/sobre su muerte
que se conformaron con tan poco,
verse después de trece años, pero sin verse realmente:
–Tu viaje a Buenos Aires y a Santiago de Chile en 1945
/a la caza de los facha
y más tarde, lo que pareció miles de años después,
tu precipitada alegría en el día de tu boda con mi madre
/Lina Isolda, ese mismo verano.
Y él le habla a Rupert, su abuelo, y le dice de pie
/sobre su muerte
que qué puede hacer por él, ahora que el tiempo no vale
/y nada es posible:
–Yo sé que tienes a Londres intacta en la memoria
/y la sangre de Europa,
el humo y el fuego y el olor de la guerra y la bota de 1914

45
cuando tú en la Schwarzwald fuiste prisionero inglés
/en cárcel alemana.
Que qué puede hacer por ellos, sus hoy pequeños y queridos
/muertos
si el único tiempo que importa es el tiempo que estuvieron
/vivos.
Las cosas que acumularon durante la vida dicen ahora
/lo que fueron:
–Y es que nunca fueron míos ni de nadie, oh pertenecientes
/a sí mismos.
–Todo lo que fueron es en exactitud lo que fueron
–Pero si eran tan fuertes ¿por qué tenían miedo?
Y él se queda sin abrazar hombre, ni padre ni abuelo.

46
Visitante

y una hoja emite el ruido del invierno


una hoja cayendo quebrada
cayendo
Renard Betancourt

llegará siempre
llegará
siempre llega
puntual
Oscar Hahn

si no quieres morir es mejor que no nazcas


o es mejor que nazcas
trayéndonos el misterio de la muerte
Carlos Amador Marchant

Alguien ronda la casa con paso leve


Hace crujir el hielo del invierno
Y su ropa oscura roza las paredes
Es mujer y hombre
Es insecto y ave sin alas
En la ventana empaña el cristal con su vaho
Y con el dedo erecto deja escrito al revés:
Omoc ut oleuba
Omoc ut erdap
Sah odis odallah (*)

(*) Como tu abuelo


Como tu padre
Has sido hallado

47
Cuando la nieve se derrite, dónde se va lo blanco

yo me he parado en las puertas de los cementerios


a contar muertos
solo los de arriba mueren de viejo
el pueblo muere de pueblo
Luis Moreno Pozo

pero qué sueño es éste a cuya orilla me dejan


como a la espera de un cuerpo prometido por las aguas
Waldo Rojas

Esto de cambiar la voz, el color de los ojos, la caligrafía,


países, estaciones, puestas de sol, el idioma,
cuando es necesario un lugar largo para vivir y duradero
como el nombre que te acompaña para toda la vida.
Es que hay una muralla de muertos y muertos en las murallas,
y el río que pasa con el agua flotando sobre el río,
y niños que crecen en silencio hacia dentro de sí mismos.
Terribles como los olvidados ya sin esperanza y nunca en paz
/olvidados,
dónde están los que faltan, los desaparecidos, cuántos son
/y por cuánto tiempo se han ido.
Y éste qué hacía: hacía el pan, tres veces al día.
Y esta herramienta, quién la usaba: Sebastián Acevedo.
Y aquí nos quedamos con las mismas viejas fotografías.
Cuando la sangre se seca dónde se va lo rojo.

48
Los hombres de verdad

¿que no es de nadie? eso dices ¿que no es de nadie?


Ariel Dorfman

Los hombres de verdad cada uno con su pena


subidos en andamios de sol a sol
y bajados los de abajo al fondo del carbón
cada uno con sus ojos y las herramientas
cada uno con su sueño y con su sueño:
la bufanda de la esperanza alrededor del cuello
-los-hijos-el-sindicato-el-candidato-los-zapatos
los-surcos-la-semilla-el-chuzo-los-martillos
las-monedas-la-red-el-balde-el-carretón-la-dinamita
y el hambre tan suya como la deuda y la negación
cada uno con sus manos y el billete de autobús
cada uno con su historia en la inconsciencia de la historia
cada uno con su silencio y cada uno con su ira:
redimibles como todos los pueblos de la tierra

49
Barretero de la calichera

ya tendremos en la cama desnudita a la fortuna


Andrés Sabella

¿Cuántos dedos caben en una mano?


Todos los que no voló la dinamita.

50
Ronda

este verde campo es tuyo, ¿de quién más podría ser?


Gabriela Mistral

Somos tantos y no tenemos nada


Nos hemos repartido el aire
El agua de la lluvia y las palabras del idioma
Nunca la tierra el pan de las panaderías
O la fruta de los árboles
Soy dueño de un rojo atardecer
Y te he dado un pájaro en vuelo
La luna llena es tuya y las nubes sobre la cordillera
El niño canta una canción azul
La batea salpica su espuma de jabón
La patata hierve en un tarro tiznado
Somos tantos y no nos oyen
No tenemos nada y todos nos ven

51
Noche del miércoles 5 de octubre de 1988

hay que hacer la luz


de alguna manera hay que abrir una ventana
una puerta a la luz
José Martínez Fernández

Chile, la alegría ya viene, eh eh


Vamos a decir que No, oh oh
Himno político durante el plebiscito

El problema que usted tiene –General–


es que esta noche usted se bebe una copa
medio vacía
y yo brindo con la mía
a medio llenar.

52
Salutación

he venido hablando escribiendo trabajando


para que las rosas vuelvan a tener el mismo color
Ramón Riquelme

Que nadie te impida vivir la vida y que viviéndola


tu soledad se desvanezca, se escurra, la mudes:
que en cristales se haga trizas y caiga.
El silencio que te llega de todas partes
y que por todas partes te rodea
–como la piel que te cubre–
es el sonido de la verdad, tal vez incluso de dios.
Yo estaba aquí primero, pero nada me pertenece.
Compartiré contigo mis palabras,
la destreza de mis manos, el agua que bebo,
mi refugio: y nada me deberás.
Además, te digo que el hombre nace mariposa
y muere retorcido en un capullo de gusano.
Con todo, yo sigo siendo el guardián de mi hermano.

53
Cosas que nunca veré

tantas cosas olvidadas y existiendo más que el hombre


Jaime Quezada

mi hijo anciano y en su lecho de muerte


árboles que caen solitarios y sin hacer ruido profundo
/en el bosque
la otra cara de la luna
una mujer llamada Pandora haciendo el amor a las 3
/de la madrugada
mi país sin soldados
el pan alcanzando para todos
el día de ayer y el año pasado
agua en mi vino

54
Oda a mis libros

el mesías contempla la que habitó


efímera ciudad de sal a sus espaldas
y desmenuza pacientemente el Libro de la Espera
Ricardo Pochtar

Abrir las cajas y poner los libros en los anaqueles


produce una nostalgia al tocar esos objetos conocidos
/que una vez abandoné
y a medida que la pared se va poblando
el olor a papel viejo recupera memorias y recuerdos
de una época perdida y de un lugar que ahora no existe.
Cada tomo tiene su leyenda y yo los toco uno a uno:
Poema de Mío Cid, Hojas de hierba, El principito,
Corazón, Las elegías de Duino, La misa sobre el mundo,
El extranjero, como reunirse con leales amigos.
Los crepúsculos de Maruri, Rubaiyat, Eclesiastés.
Gastados y desteñidos –amarillentos algunos incluso–
encierran entre tapa y tapa mucho más que su relato:
se han transformado en depositarios de un tiempo
y de una historia que solamente a mí pertenecen.
Crimen y castigo, Adiós cordera, Comarca del jazmín.
Son cientos de libros alineados en las repisas
de pared a pared y del piso al cielorraso.
Hace más de treinta años que no los veo y ahora llegan
hasta el lugar donde yo habito el final de mi vida.

55
Ánimas

Primera ánima
pero a nosotros nunca nos hallarán
porque nuestro amor está pegado a las rocas
al mar y a las montañas
pegado
pegado a las rocas
al mar
y a las montañas
Raúl Zurita

regresas a la tierra que guardaron para ti


y que los años destrozaron en el hocico del tiempo
Oliver Welden

Regresas a la tierra que tu madre Lina Isolda y tu abuela


/Graciela guardaran para ti
–gredantigua, altanieve– y el regreso es un acto largo
/y lento,
como lento es el acto de guardar la tierra para un funeral
/que nunca termina,
que sigue nunca terminando para siempre –toro de la muerte–
y envejecen todos juntos y a destiempo con una imprecisa
/oscuridad,
porque los años no significan nada, ni el tiempo y su silbido
y el tiempo está en la música del viento que sopla entre
/las hojas
y en los huesos de los animales y pájaros muertos,

56
porque las estaciones del año caben todas en un abrazo
en una respiración muy honda,
en la cordillera de la imaginación,
porque los niños siempre fueron más cerca de la tierra:
los niños caben en los ojos de los que pueden ver a través
/de la piel
el lugar donde el jazmín del alma se enrolla al corazón
y la tierra ya no huele igual y el amor no está en todas
/partes
y nunca hubo siquiera el tiempo para un beso.

Segunda ánima
la tierra que cubrió a los míos con su polvo y su silencio
y es toda una memoria muerta
Alicia Galaz Vivar

Regresas a la tierra que cuidaron para ti –camino del norte


/y camino del sur,
búho y conejo que se miran– y los días amanecen inmóviles
/como las cenizas de un cadáver:
–¿Y cuando estaba muriendo, en qué pensaba?
–¿Qué sueños recordaba y qué estrellas tocó?
Es que te pones piadoso con los años y la distancia
y descubres que la vida no es misterio ni desilusión:
solo tierra sin levadura
tierra con sangre
tierrasacra
tierrasimple
tierrapura
tierranuestra
tierratuya

57
terrón de tierra
tierranada
tierraoscura
tierra de nacimiento
tierra de sepultura
la purificación por la tierra:
la más perversa pasión
y en su pérdida fuiste efímero,
criatura pasajera, espíritu mortal.

Tercera ánima
un hombre herido mortalmente cae
y se desentiende de su tiempo
queda pendiente la tarea
de introducir ese cuerpo despaturrado
en el espacio que le asigna la historia
Hernán Miranda

porque esta mañana aparecieron tus restos


en el recién descubierto cementerio clandestino
otra fosa común abierta en el centro
de nuestra búsqueda para volver a estar juntos
Claudio Melgarejo, Julio Peña, Hardy Peña, René Salfate, Pablo Vargas

Regresas a la tierra que protegieron para ti


al centro de la distancia de las brisas del mar
–congrio bajo la luna–
y al final de la blanca montaña del tiempo,
con el cielo a su lado y los campos de flores,
pero la tierra no es solo semilla
y el fondo de la tierra es un jardín de muertos
y en ella la muerte multiplica su olvido

58
y larga y angosta la tierra se hace profunda,
ancha faja y honda de inmóviles secretos:
Pisagua, Mamiña, Iquique:
–Les saqué la venda para mirarles la pupila
–orquídea de la bala– y después los ensacaron.
Señor, mi Dios, a ti me acojo,
sálvame de cuantos me persiguen.
Tocopilla, Calama, Cerro Topater:
Pater noster misericordioso,
¿por qué me desamparas?
–Hay rumores que dicen –cristal del aire–
que podrían estar vivos.
Antofagasta, Quebrada del Way:
Es el Señor quien juzga a los pueblos.
Copiapó, La Serena:
–Nunca supimos –abanico de la piedra– por qué.
Colina, Peldehue:
Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos.
Santiago: Corpus Cristi, Christie eleison, Kyrie eleison.
–De aquí, de Santiago –Sancte Iacobe– fueron a matar.
Cuesta Barriga, La Florida:
Que acabe de una vez la malicia del impío.
Lonquén, Isla de Maipo:
–Los sacaban a hacer fosas –cárcavas del viento–
y eran para ellos mismos.
El que cava y ahonda la cisterna
caerá en la fosa que él mismo hizo.
San Bernardo, 24 de Abril, El Escorial:
Una turba feroz busca mi alma.
El Patagual, Nuevo Sendero, Campo Lindo:
–Es que esos niños –el siete camisas rojo, lun y bollén–
/quedaron solos.
–Por mi culpa, por mi culpa, por mi gravísima culpa.
Huticalán, Paine, Cuesta de Chada:

59
Dios justo, escudriñador del corazón y los riñones.
Huelquén, Cauquenes:
Vuélvete, Dios, a nosotros y danos vida.
Concepción, Lota:
–Nunca más –cisne de cuello negro– supe de ellos.
Recaerá sobre su cabeza su maldad
y su crimen sobre su misma frente.
San Rosendo, Laja, Río Laja:
Yo pecador me confieso.
–De eso me acuerdo –del alerce y la araucaria–
la noche en que se lo llevaron.
Los Ángeles, Antuco, Mulchén: Apiádate de mí.
Valdivia, Isla Teja: Salva, Señor, a tu pueblo.
Panguipulli, Neltume, Río Pichoy:
–¿Dónde estás? ¿Dónde estás? –Cruz del Sur–
Te hemos buscado tanto.
De muerte repentina e imprevista, libera nos Dómine,
tú, que quitas el pecado del mundo.
Liquiñe, Coñaripe, Río Toltén:
Brille para ellos la luz perpetua.
Futrono, Chihuío:
–¡Topé algo duro con la pala!
–Constelación de la Hidra–
–¡Todo ese bajo está lleno de gente!
¡Tapa! ¡Tapa!
Señor, dales el descanso eterno.
–Aunque tengamos que escarbar la tierra
–pámpanos de uva negra–
con nuestras propias manos.
Los Barros, El Abanico, Rayenco, Canelos, Rapel:
–Yo iré contigo
–sandillón de la camanchaca–

60
por todos los caminos.
Espero la resurrección de los muertos y la vida eterna.

Santiago de Chile, Invierno de 1990

61
La carta de agua

déjalo así este poema


tal como es
sin epígrafe
tal como es
desnudo
y que no se deja leer en voz alta
Eugenia Concha

Alza los ojos hacia los pájaros que aparecen de la niebla


y escucha el sonido que hace el aire agitado por las alas
y ve cómo desaparecen hacia más grandes distancias.
Tiene el corazón verde de los asesinados en el océano
y mira cómo se acerca la muerte en la neblina.
Las ventanas chupan con furia la oscuridad de la noche.
De su alma solo queda una piel marrón como un alga seca.
Es capaz de distinguir la cerradura de la lluvia.
Sea, pues, el momento en que se escuchan pasos
corriendo sobre las tablas de un malecón
en pos de un cadáver marino.
Entre boyas ve manos que llaman.
Redes, alambre, corcho, cordeles, rieles y ladrillos
se desprenden del suelo del mar
y pasan flotando por donde él espera con el brazo extendido.
La superficie del agua está cubierta de ceniza.
Los botes pesqueros están volcados en la playa.
En horas como ésta él llama y le responden las olas.
Hay conchas quebradas,
madera a la deriva,
restos de un naufragio,
rápidas puntas de anzuelos

62
que brillan en las bocas de los peces.
En su cama hay arena.
Su almohada está manchada de salmuera.
Tuvo una vez una tierra que llamó país:
lejos, lejos estaba.
No preguntaba por ella sino que la reclamaba:
ah, lejos, lejos, tú.

63
Tierra natal – Dios nativo

me voy recordando lo ancho de su lenguaje


cuando habla de la generosidad de la tierra
Arturo Volantines

Producto soy de la memoria de mi tierra natal


y de mi dios nativo, pero no tengo nada de ese dios
o de la tierra que dicen son míos.
–Fueron míos– yo respondo, porque es el hombre
el que se aleja de su geografía y de su cielo
y el cielo y la geografía permanecen.
Es entonces que erigimos monumentos a los muertos
y se nos viene la pena
que debimos haberlos levantado cuando estaban vivos.

64
Aparecido

Para Ariel Santibáñez, mi poeta quebrado

tenía el aspecto del que viene de muy lejanas tierras


al caminar revelaba un cansancio infinito
José Machado

la última vez que supe de ellos


ninguno dio muestras de conocerme
Ariel Santibáñez

De todas partes vino y de ninguna, por eso –quizá–


por ese mismo camino del Norte –por donde se fue–
se podrían encontrar algunas de sus huellas
en lugares que hoy permanecen desiertos y clausurados.
–Soy total de cicatrices –se le escuchó decir al pasar.
–Tuve una vez un nombre –se le escuchó murmurar.
Pero, de verdad, se parecía más a una puerta en la noche,
o a un mapa que no lleva a lugar alguno.
Los que lo vieron llegar dijeron que ya no era un hombre,
sino perro oculto, viento mojado, tumba vacía.

65
Mapa para viajar de regreso
a lugares que ya no existen

es la tierra donde la piedra habla a las piedras


donde un coro de piedras va de sí hasta lo infinito
Andrés Sabella

el Norte es una tierra que es de piedra


trabajada por soles que no cambian
Luis Araya Novoa

El retorno se hace inminente,


como las ganas de hacer el amor
el domingo por la mañana:
en vez de ir a misa,
la cama caliente
y los dedos de tus pies
entre los dedos de mis manos.
Astrolabio a vuelo rasante
sobre los techos de teja del barrio:
el tiempo es una tripa que jala
la memoria de lugares distantes
–un pucará de Antofagasta,
el patio de la casa de la infancia–
y la piel seca del agua,
que levanto como una mortaja,
es el final de un sueño
en el que emprendo el viaje.

66
Augustus 2006

en este país no se mueve una sola hoja


sin que yo lo sepa
Augusto Pinochet

de nuevo se abrirán las grandes alamedas


Salvador Allende

como si se tratara no de una extinción


sino de un alumbramiento
Ariel Dorfman

no es el caso reírse de la muerte:


ni de la propia ni de la ajena
Juan Cameron

la venganza no es un ideal político


ni un fin revolucionario
Marcos Ana

Ciertamente, yo te digo, nada más se necesita hacer


respecto a esta muerte, de veras: ni gritar cansadas rimas,
brincando en un mismo lugar, ni lanzar ataúdes en llamas
a las aguas del río, ni repetir la historia. Excepto,
dejar que se abran las grandes alamedas, mirar y ver
cómo comienzan a moverse todas las hojas, porque
la justicia no es ciega –es obra del poder de los césares–
cercena la mano del que coge un pan y abre la puerta
al asesino impío. Esto es lo que yo, de verdad, te digo.

67
La edad de hielo

te recuerdo como una tierra trizada


donde nunca
nunca pondremos pie
Renard Betancourt

Está todavía ahí tratando de ordenar sus cosas


después de treinta años la noche sigue tan fría
como desearía que fuera su recuerdo
porque necesita que su recuerdo sea tan frío
como la noche –que su lugar de nacimiento
sea una memoria fría porque sabe que nunca
podrá regresar y sentir su calor– necesita hacer
de su recuerdo una memoria indeseable:
un mundo de hielo un recuerdo de hielo.

68
De profundis

desde el abismo clamo a ti mi Dios


Salmo 130 (129)

Lo que no deseamos recordar de nuestras vidas


aquello de lo cual nos arrepentimos
y lo que rechazamos
lo ocultamos dentro de nosotros mismos
distante del corazón y de su sangre
y lo mantenemos oculto en lo posible para siempre
escondido del recuerdo y la memoria.
La mitad del mundo desaparece cuando lo cubre la noche.
Con el perdón de la culpa nada queda.
Y así todo forma parte natural del olvido.

69
El fin del mundo

no hemos vuelto a la casa en que crecimos


ella pensaba que pronto regresaríamos
como días de lluvia
pero no la volvimos a ver
como a la primera niña que amamos
Pablo Guiñez

guarda tu luz oh patria


mantén tu dura espiga de esperanza
en medio del ciego aire temible
Pablo Neruda

la noche es eterna en Chile


Ennio Moltedo

Oh país, la sombra larga, el fin del mundo,


como un viaje por la sangre a borbotones
–solo tú y yo recordamos lo que no existe–
los cirrocúmulos de la paz, el agua clara,
los cementerios con muertos naturales.
La tierra era buena y de pie sobre ella
los hombres sembraron la cosecha sin fruto.
En el Océano Pacífico las ballenas de la nostalgia
/coletean la tristeza.
Oh país, la sombra larga, el fin del mundo,
como la mujer que amas y que no te ama:
faro apagado de súbito.

70
Las entrañas de un lugar de nacimiento

1
Majestuosa es la gruesa maraña de tu corazón
a través de la cual surge el peso del pasado
con los recuerdos de las otras vidas vividas por ti
en esa tierra que se te dio por herencia
y que tal vez, tan solo apenas, casi quizá,
imperceptiblemente, por azar, acaso recuerdes.
Es un lar marino del que te habla el océano
acerca de los murmullos de la creación
y que te proyecta al embrión que una vez fuiste,
con la promesa que en el futuro
serías transparente y molecular.

2
Tu corazón es un órgano de cuatro cámaras
y tu país es una larga y angosta faja de tierra
con la forma y el tamaño de un puño cerrado
que limita al Norte con una línea de ochenta hitos
y una extensión de ciento sesenta y dos kilómetros.
Yace en el mediastino justo detrás de la estructura
/del esternón, con la Antártica al Sur,
entre los puntos de conexión de la segunda
/hasta la sexta costillas
y la Cordillera de los Andes al Este.
Aproximadamente dos tercios de su masa se inclina
/hacia la izquierda
–el Océano Pacífico al Oeste–,
y solamente un tercio se inclina hacia la derecha,
/hacia el Polo Sur.

71
Posteriormente, descansa en la quinta a octava vértebras
/torácicas
–sobre la Discontinuidad de Mohorovičić–,
en el sima basáltico continuo que no vemos
y el sial granítico discontinuo sobre el cual nos movemos.
Debido a su ubicación, entre el esternón por delante
y las vértebras torácicas por detrás,
tiene una extensión predominantemente en sentido
/Norte-Sur
y puede ser comprimido mediante la aplicación
/de presión
sobre la porción inferior de la estructura del esternón,
hasta el extremo meridional de las islas a 56° 30’ S
–e inclusive a veces en los Antartandes–
con la base de la palma de la mano de dios
en rítmica compresión de fuerza orogénica,
produciendo rupturas y grandes fallas litosféricas,
/como las de 1960.
El borde inferior –o Tierra del Fuego–
forma una punta llamada ápice sobre el diafragma
–o Cabo de Hornos– que según la posición anatómica
–Punta Dungeness al Norte y las Islas Diego Ramírez al Sur–
/también se inclina hacia la izquierda.
Los latidos apicales pueden contarse auscultando
/directamente sobre el ápice
–Tratado de 1881,
Laudo de 1902,
Fallo de 1966,
Dictamen de 1977,
Tratado de Paz y Amistad de 1984–
entre la quinta y sexta costillas –o quinto espacio
/intercostal–,
es decir, los espacios marítimos de las islas australes

72
/y el Estrecho de Magallanes,
en una línea con el punto medio de la clavícula izquierda.
El borde superior comprende las regiones de Tarapacá,
/Antofagasta y Atacama,
justo debajo de la segunda costilla, con Perú al Norte,
Bolivia y Argentina al Este,
el Océano Pacífico al Oeste
y al Sur el Río Elqui.
Es obvio que los límites dictan su tamaño
y el tamaño tiene considerable importancia:
una marcada expansión –como la obtenida con el
/Tratado de Ancón (1883),
el Pacto de Tregua (1884),
el Tratado de Límites (1866),
el Tratado Definitivo de Paz (1904)
y el de Lima (1929)–,
conlleva ciertos peligros: el derramamiento de sangre
/y la pérdida de vida.
Toda demarcación de límites no es sino una ilusión óptica,
pues tú y todos los hombres no son sino un momento
/en el tiempo,
transeúntes de una generación,
esporas que erigen fronteras a lo largo del suelo
y que ignoran su verdadero destino de excremento
/sobre la tierra
y de muerte para ti y para todos.

73
3
Longitud: doce centímetros o cuatro mil setecientos kilómetr
os continentales americanos. Anchura: nueve centímetros
o trescientos sesenta kilómetros en Mejillones, nove
nta kilómetros en Illapel, ciento sesenta y siet
e kilómetros de término medio. Profundidad:
seis centímetros u ocho a setenta kilóme
tros de corteza sólida pero frágil
dos mil novecientos kilómetros
de manto sólido y tres mil
cuatrocientos setent
a kilómetros de
núcleo esféri
co: líquido
el extern
o y sól
ido
el
i
n
t
e
r
n
o
todo ello suspendido y proyectado hacia las órbitas
de las costillas del cuerpo
o hacia las órbitas de los cuerpos celestes
con la forma de un corazón o de un planeta.

74
ha pasado el tiempo
he inventado miles de historias
cuántas de ellas a decir verdad me han pasado
sin encontrar ciertamente la que me caracterizara
Guillermo Deisler

no hemos de temer las cabezas de trapo


que cuelgan de los árboles
Miguel Morales Fuentes

pero aún tenemos patria y los hombres no lloran


como El Viejo y su compadre Clodomiro Torres
la noche en que perdió Arturo Godoy
Floridor Pérez

he aquí el poema
no tengo qué decir
no queda nada en el vacío tintero del poeta...
todas estas historias mezcladas a mi historia
donde yo que nada tengo que decir
escribo sin saber si existe quien escribe
o son voces extrañas las que roban mi ser
Enrique Valdés

75
Palabras sobre Oscura palabra
Virginia Vidal

La rosa negra de Oscura palabra fue gestada en tiempos de oscuridad, destierro y


desarraigo. Banderas pisoteadas, cuerpos rotos, ideales descoyuntados han sido
su abono. Como los cadáveres en transformación, como la semilla, ha germinado
hasta asomarse al sol. Oscura como las entrañas, las cavidades del corazón o los
túneles de la sangre, la palabra fue un secreto oculto en el torrente creador. Pugnó
durante décadas por zafarse de los velos impenetrables y surgir a la luz. Para el
poeta Oliver Welden, la palabra es la vida:

La vida ya no quema pero es un ansia ardiente,


una rosa negra cultivada en la oscuridad.

Las abismales noches de los océanos están habitadas por serpientes y peces
ciegos. Entre ellos, la palabra navegó por décadas en las profundidades del mar
creador, hasta surgir con misterioso fulgor, hiriendo la vista y la mente y entonces
barrió implacable las celdas de nuestra memoria para impedir el escamoteo de la
infamia y rescatar la grandeza humana. Lo arcaico de nuestra lengua, el anglo–
ladino que hablan los “hispanos” en Estados Unidos, y hasta un collage de voces
recuperadas, constituyen el esqueleto y andamios de Oscura palabra. Con lealtad,
ternura, amor, dolor, sufrimiento intransferible, Welden forma un corro de poetas
traídos a las orillas de un río correntoso. Ha vivido atesorando esas voces, esas
memorias, acunando esas juventudes que no conocerán el envejecimiento de la
carne ni el irreparable olvido. Las sombras se destacan a contraluz y se imprimen
en versos de granito para emocionarnos, pensarnos, sabernos interpretados por
un poeta mayor. Leamos su Itinerario y memoria.

76
Itinerario y memoria
1
“Vivamos para el tiempo que viene, para aquél en que el oro será vencido por el
cordero y el hombre no será propiedad de la muerte”, dijo Andrés Sabella (poeta
del Norte Grande de Chile, Doctor Honoris Causa de la Universidad del Norte de
Antofagasta, Miembro de la Academia Chilena de la Lengua) en su intervención
en un acto público realizado en una plaza de Antofagasta en Chile, el 9 de julio
de 1970. Se le atribuye la creación del nombre Norte Grande con que es conocido
el territorio que comprenden las regiones de Tarapacá, Antofagasta y Atacama.
En marzo de 1980 fue expulsado de la universidad por el rector delegado de la
dictadura militar. Falleció en Iquique el 26 de agosto de 1989.
2
Oscura palabra fue iniciado en 1970, sin el propósito de ser un libro, en “Arica,
la del viento”, en “Antofagasta la morada” y en “Santiago, la gris”, como llamara
Alicia Galaz a estas ciudades en su poema “Juego de envite”, del libro Señas
distantes de lo preferido.
3
Arica: “Allí donde fuiste paradero inglés, espalda chilena para carga inglesa,
testigo de los muchos que cayeron sin guerra verdadera”, escribió Ariel Santibáñez,
poeta del Norte Grande (secuestrado y desaparecido el 13 de noviembre de 1974),
en el poema “La maleta vacía”.
Antofagasta: “Donde grande ruge el ancla pintada en el cerro de Antofagasta
cuando se habla de Norte Grande y grande y terrible es hablar con agallas de
pescado y no ser pescador, como hasta ahora se ha hablado”, escribió Luis Moreno
Pozo, poeta de Tocopilla, en el poema “Nortegrande”.
Santiago: “Yo te canto como si fueras bello, río amargo y bohemio: Mapocho
que saliste de las más suaves brisas”, escribió Miguel Morales Fuentes, el tipógrafo
huraño (oriundo de Capitán Pastene y ahora radicado en Antofagasta), en su
poema “Mapocho”.
Ciudades de Chile, país donde el autor de Oscura palabra enraizó una vez
su vida.

77
4
En un comienzo no hubo siquiera el bosquejo de un poema, únicamente ideas,
apuntes, notas, imágenes: salimos a la calle, amigos y desconocidos, del brazo, en
marcha y baile:
el–que–no–salta–es–momio (“Oráculo y collage: la victoria”, en Oscura
palabra), motivados por un acontecimiento histórico en el cual el autor tuvo una
participación activa. Hasta mediados de 1973 otras frases se hicieron concretas,
pero nunca fueron destinadas a ser poemas directamente relacionados con los
hechos del momento. El autor continuaba pronunciándose por textos láricos
y líricos, existenciales, sobre el amor y la muerte, la metafísica y lo anecdótico
minimalista, intra e infra cotidiano.
5
Hasta el día aquél de la realidad brutal: por la razón o la fuerza es ahora
una cuestión de vida y de muerte porque van a morir diez mil y uno (“Mosaico y
escombro: los pálidos muros del palacio”, en Oscura palabra).
6
Por la fuerza: la fuerza mantuvo un poder que surgió de la fuerza. Por la fuerza
llegaron al poder, pues no dieron tiempo a la razón: se cumplió lo irracional del
lema del escudo, pero no se cumplió el himno nacional: o el asilo contra la opresión.
7
Y entonces escribió de corrido, casi sin corrección: a grito pelado lo sacan
veloces (“Cortejo”, en Oscura palabra), refiriéndose a la rápida huida que hicieron
los militares y bomberos con el cadáver del Presidente Allende en una camilla,
cubierto por un poncho o aguayo.
8
La quemazón y entierro de libros, discos, papeles, cartas y documentos en el
patio trasero de la casa en el desierto de Arica para evitar lo que, sin duda, sería
evidencia: evidencia ideológica. A los lectores se les castigó con impuestos a
los libros y se impuso la censura a las editoriales y librerías. “Ha mucho que no
se lee en la ciudad –escribió entonces Omar Lara– y los libros ardieron en piras
fantásticas y ante toda letra escrita los habitantes bajan la vista llenos de confusión
y vergüenza”. Notables versos, alucinantes versos, leídos y releídos hasta la locura,

78
hasta que ya no bastó que fueran leídos y releídos, sino que se hizo necesario
incorporarlos a la sangre, al nombre propio, a la razón de ser de un chileno que
ya no puede ser chileno porque no lo dejaron ser chileno.
9
La inminente destitución del trabajo. La responsabilidad de mantener unida,
viva, a la familia, ya esparcida por Chile, por motivos de estudio y trabajo. La
certeza de los muertos alrededor. Las calles bloqueadas y los camiones tapados
con lonas verdes, entrando al cementerio con su carga ignorada. Las mujeres
de luto. La imagen, imborrable, de los hombrecitos de bigote y vestidos de gris,
revisando documentos e interrogando, siempre interrogando: nombre, dirección,
estado civil, origen y nacionalidad.
10
El toque de queda al caer la noche. El ra–tá–tá seco, distante y cercano, cercano
y distante, de las ametralladoras en la noche. El chirrido de los frenos de los jeeps
en la noche. El terror a los allanamientos en la noche, bajo la complicidad del
toque de queda y sin testigos. Y la rápida decisión de salir del país. Sin embargo,
los únicos valientes son los que se quedaron, todos esos años: por ello le digo que
yo aquí percibo una equivocación, pues este viaje del que usted me habla no existe
(“Viaje imaginado”, en Oscura palabra).
11
Frases, versos, palabras se escribieron de paso en Lima, La Paz y en Panamá.
Poemas no terminados hubo en Alabama: Birmingham, Tuscaloosa y Gadsden,
donde los tornados y las tormentas se descargaban como el gran guardabajo del
universo y el trabajo en las bodegas de la industria del acero que lo acercaba a
los hombres de verdad de su país que, en la distancia, se deshacía. Siempre hubo
un olor a hemisferio desconocido: no era un aroma, sino un olor a algo que no
le pertenecía.
12
El hijo, su hijo –Jonathan– que nació en tierra extraña y que él, el autor, tomaba
entre sus brazos, hasta que se dio cuenta de que, en realidad, era el niño quien
lo sujetaba. El padre que muere y luego los abuelos maternos –en ese orden– y la
madre viviendo en el olvido de Alzheimer y su hermano y hermanas en alguna
parte, todos tan distantes.
13
En la ciudad de Nueva York y en Ithaca y en Washington, D.C. algo se escribió.
Pero la mayor parte del libro creció y tomó cuerpo en la vieja cabaña de las
montañas azules de Apalachia, en Boone, Carolina del Norte, donde los veranos
eran mágicos y los otoños explotaban sin ruido. Allí, donde en esas antiguas
montañas el tiempo se detenía y el cielo lo cubría todo y las nubes pasaban a
ras de la cabeza. El lugar aquél donde la lluvia caía a hachazos sobre la soledad,
donde la nieve descendía interminablemente y la madera perfumaba las manos.
La cabaña de gallos canoros y faisanes y conejos y silenciosos venados, en lo
profundo del bosque. Allí donde partió el leño y dispuso el fuego para el hogar.
El único tiempo y lugar donde creyó encontrar las esferas rojas de la alegría
(“Éxodo”, en Oscura palabra).
14
Además escribió en otros lugares de la Carolina septentrional: Blowing Rock,
Lenoir, Taylorsville, Hickory, Charlotte, Winston–Salem, Raleigh–Durham,
Greensboro. Y de la Carolina austral: Greenville, Rock Hill y Charleston. Escribió,
en Georgia: Atlanta y Savannah. En Virginia: Charlotesville, Blacksburg y
Richmond. En Illinois: Springfield, Jacksonville y Chicago. En Reno, Nevada. En
Texas: Houston, Austin y San Antonio. En California: Los Angeles, San Francisco,
Yosemite, San Luis Obispo y en la Playa del Capitán, donde el hijo vio el Océano
Pacífico por primera vez, y el autor le contestó que sí, que se parecía al mar de
Valparaíso, pero que no, que no era lo mismo. En Louisiana: Nueva Orleans y
Baton Rouge. En Starkville, Mississippi y en Miami, Florida. En Wichita, Kansas.
En Lincoln y Beatrice, Nebraska. Y en Saint Louis, Missouri.
15
En Tennessee, el libro estaba ya casi terminado: en las montañas azules y
cubiertas de nubes de Johnson City y Knoxville, y en el valle central de Chaanooga
y en el valle de Cumberland de Nashville, y en la ribera este del río Mississippi, en
la ciudad de Memphis y en el pueblo de Martin, donde vivió largos años y hasta

80
donde llegaron, intermitentes, la noticias de las muertes de antiguos compañeros:
Andrés Sabella, Guillermo Deisler, Jorge Teillier, Mario Milanca y Gonzalo Millán.
16
Fue en esta ciudad universitaria, Martin, en el Estado de Tennessee, donde
falleció Alicia Galaz Vivar, una tarde de otoño, el sábado 18 de octubre de 2003,
a las siete y veinte, cuando ya apenas quedaba luz del día.
17
Un tiempo después se produjo el reencuentro, luego de una separación de más
de treinta años, con Eugenia, su amor de juventud, y con Hernán, su amigo de la
adolescencia, ambos radicados en Malmö, Suecia, y con su hermano Ian, radicado
en Copenhague, Dinamarca. Abandonó, entonces, los Estados Unidos para vivir
en Malmö, donde continuó escribiendo Oscura palabra y donde conoció Lund,
Torup, Ängelholm, Båstad (el Kaegat y el Skagerrak), Simrishamn y Baskemölla
(en el Mar Báltico).
18
Es en Malmö (en diciembre de 2006) donde presenció por televisión
internacional la cueca de la muerte de José Ramón, conocido en el mundo entero
por sus profesiones de traidor, dictador, asesino y ladrón.
19
Oscura palabra ya era libro en España: en Madrid y Toledo, Ávila y Segovia,
Córdoba y Ronda, Sevilla y Granada, Gijón y Calpe. Y fue en España donde este
libro se terminó de escribir el día de hoy (aunque permanecerá para siempre
inconcluso), en el pueblo de Benalmádena, donde reside el autor, en la costa del
Mar Mediterráneo, en Málaga, Andalucía.
20
Escribió el autor, en febrero de 2009, al cerrar este libro, que ésta bien puede ser
una historia que a pocos interese, pero eso no significa que no tenga importancia.

81
Nomeolvides
es como una flor que no requiere de cuidados especiales:
solamente necesita ser resguardada del olvido por la memoria del pueblo

es mejor quedarse callado y olvidar es lo único que debemos hacer: tenemos que
olvidar
Augusto Pinochet (13 de septiembre de 1995)

no me gusta olvidar; cada olvido es una pequeña muerte y cuando olvidamos


algo,
algo a la vez se muere en nosotros mismos.
Marcos Ana

Martes 11 de Septiembre de 1973


06:00 Efectivos navales ocupan las calles de Valparaíso. 06:30 Se informa
a Allende de situación en Valparaíso. 07:30 Allende llega a La Moneda. 08:00
Allende informa por radio al país del levantamiento. 09:00 Allende: todas las
fuerzas armadas están coludidas. 09:20 Últimas palabras de Allende a través de
Radio Magallanes. 10:00 Tanques disparan intensamente contra La Moneda. 11:00
Allende pide que las mujeres salgan de La Moneda. 12:00 Fuerza Aérea bombardea
La Moneda durante 15 minutos. 12:15 Se suicida el periodista Augusto Olivares.
12:20 Fuerza Aérea bombardea la casa de Allende. 12:30 Decenas de muertos en
universidades, industrias y poblaciones. 12:45 Embajadas se llenan de asilados.
13:30 Allende muere con una metralleta en sus manos después de intensa balacera.
15:00 Bando de la Junta Militar conmina a rendirse a 92 personeros del gobierno.
16:00 Bomberos llegan a sofocar el incendio de La Moneda. 16:20 Cuerpo de
Allende cubierto con choapino boliviano es retirado de La Moneda por efectivos
militares y bomberos. 18:00 Comienza el Toque de Queda en todo el país. 18:20
Detenidos en Santiago llevados al Estadio Chile. 18:30 Detenidos en Concepción
llevados a Isla Quiriquina. 19:00 Toda resistencia ha sido aplastada en Chile. 20:00
Junta de Gobierno controla todo el territorio nacional.

82
Oscura palabra de Oliver Welden
Carlos Amador Marchant

Oscura palabra, de Oliver Welden, nos presenta una retrospectiva que cala hondo,
aun luego de haber pasado más de tres décadas de esos acontecimientos negros
en la historia de Chile: el golpe de Estado y la dictadura militar. Es la visión de un
poeta que vive y narra momentos trágicos de su exilio.
Con estos poemas, el autor logra posesionarnos de una realidad que, por más
que quisiéramos olvidar, está viva, y más aún cuando la entrega de esa manera
profunda, áspera y terriblemente conmovedora.
Mientras en distintos medios de comunicación se seguía hablando del
legendario poemario Perro del amor, del cual Oliver se expresa que “éste ya no
es un perro, sino un quiltro”, por el paso de los años, nosotros nos asombramos
por esta buena nueva que da paso a releer a este autor que nunca dejó de escribir
y que hoy sale de nuevo a la luz, para el deleite de sus seguidores.
En Oscura palabra, Welden nos transporta a sus calles, a ese mundo que
tejió en la lejanía, a ese mundo que contrajo y apretujó en su mente. Primero, nos
prepara, nos lleva a compartir con él una serie de reflexiones, donde no están
ausentes citas de Alicia Galaz Vivar, Gonzalo Millán, Enrique Lihn, la Mistral,
Winnet de Rokha, entre otros. Y, luego, de pronto, nos invita a pasear por esa
etapa de la Unidad Popular en Chile, simbolizada en el poema “Oráculo y collage:
la victoria”, y la tétrica irrupción de la dictadura.
La extraordinaria capacidad artística del autor nos permite entrar y ser parte
de esas escenas vivas. Un ejemplo es Allende en el balcón de La Moneda, con
cantos y vítores, lanzando su primer discurso después del triunfo presidencial.
Welden nos proporciona la posibilidad de revivir esos momentos, pero al mismo
tiempo está agazapado, pareciera sentado en un rincón de su pieza, en la soledad
de ese exilio en Estados Unidos.

83
Pero acá hay que detenerse un poco. Todo verdadero artista está capacitado
para hacernos vibrar, introducirnos en su obra, llorar si es posible, y este poeta
puede hacer todo eso y lo logra de una manera natural, que fluye más allá de toda
formulación empírica. Estoy escribiendo de un verdadero artista, de un hombre
que ha guardado silencio y hoy sale a reencontrarse con nosotros –enhorabuena–,
cuando necesitamos de la buena poesía.
En su retrospectiva temática, y que al mismo tiempo es presente vivo, mientras
escuchamos (porque es como escucharlo) el discurso inicial de Allende, Welden va
incorporando una lista de consignas, llamados, cantos, frases, que va incluyendo
en su camino al pasado. Es pues, este libro, una tarea realizada en el fragor de los
golpes de Vallejo, un quehacer de la lejanía, una obra sacada de ese espejo negro
que nos dejó la dictadura. Y, luego, el terror de esos días, el informe de 1973 del
Instituto de Estudios Estratégicos de Londres, noventa mil uniformados y la
artillería pesada, el discurso final del Presidente mártir y su cuerpo sacado fuera
de La Moneda. La mancha negra se pasea por las páginas de esta obra. Welden
la ve y los que vivimos esa época también la vemos.
La riqueza expresiva de este poeta está en cada rincón de sus versos. Se trata de
un escritor que sabe de su oficio, que da a cada sílaba el significado de lo profundo
de sus sentimientos. Vemos en él al hombre que se alejó de su tierra con un deseo
imperecedero de volcarse a narrar el quiebre de sus días –su quiebre generacional–,
un poeta capaz de sentirlo todo y de entregarlo todo y que hace de sus días una
constelación que ha de llevar eterna.
El tema es ¿dónde quedamos nosotros?, ¿en qué sitio?, ¿en qué recoveco
social?, cuando se nos ha cortado una parte de nuestra vida, cuando te han cortado
las alas y mueres a pausas, con la memoria de una tiranía que te azotó la mente
y que te la golpeará por el resto de los días.
La poesía de Oliver Welden, como la que nos dejó hace treinta años, está
más vigente hoy que ayer. Su nueva aparición por escenarios de la poesía dice,
precisamente, que no son los años, ni las carreras locas por lograr el estrellato,
los que hacen a un verdadero artista. Estamos hablando de un poeta mayor que
deberá ser reubicado en el sitio que le corresponde.

84
Índice

Oscura palabra: el desafío humano a la intemperie


Renard Betancourt 9
Oscura palabra 14
Septiembre 1970: la Historia 15
Oráculo y collage: la victoria 16
De la manera en que la revolución chilena
y la contrarrevolución se manifestaron también
como lucha de clases en la aparentemente ajena
e inocente actividad del amor 18
Mosaico y escombro: los pálidos muros del palacio 20
Telefonomaquia 23
Cortejo 25
Tierra del Fuego 27
Tyrannus 28
Toque de queda en blanco y negro 29
Notorio arraigo 30
Viaje imaginado 31
Éxodo 34
Otoño en Alabama 36
Ezra cantó una mañana de domingo 37
Lluvia de verano 38
Transeúnte 39
Latitud norte 40
Pergamino 41
Funerales 42
El extranjero 43
Genealogía 45
Visitante 47
Cuando la nieve se derrite, dónde se va lo blanco 48
Los hombres de verdad 49
Barretero de la calichera 50
Ronda 51
Noche del miércoles 5 de octubre de 1988 52
Salutación 53
Cosas que nunca veré 54
Oda a mis libros 55
Ánimas 56
La carta de agua 62
Tierra natal – Dios nativo 64
Aparecido 65
Mapa para viajar de regreso
a lugares que ya no existen 66
Augustus 2006 67
La edad de hielo 68
De profundis 69
El fin del mundo 70
Las entrañas de un lugar de nacimiento 71
Palabras sobre Oscura palabra 76
Itinerario y memoria 77
Nomeolvides 82
Martes 11 de Septiembre de 1973 82
Oscura palabra de Oliver Welden 83
Este libro ha sido posible
por el trabajo de
Comité Editorial Silvia Aguilera, Mauricio Ahumada, Mario Garcés, Luis Alberto Mansilla, Tomás Moulian,
Naín Nómez, Jorge Guzmán, Julio Pinto, Paulo Slachevsky, Hernán Soto, José Leandro Urbina, Verónica Zondek,
Ximena Valdés, Paulina Gutiérrez Secretaria Editorial Sylvia Morales Responsable de Edición Florencia
Velasco Prensa Irma Palominos Producción Editorial David Bustos Proyectos Ignacio Aguilera Diseño y
Diagramación Editorial Alejandro Millapan, Manuel Pinto Corrección de Pruebas Raúl Cáceres Dirección
de Distribución Nikos Matsiordas Página web Leonardo Flores Comunidad de Lectores Olga Herrera,
Francisco Miranda Ventas Elba Blamey, Luis Fre, Marcelo Melo Almacenamiento Francisco Cerda, Rodrigo
Retamal Librerías Nora Carreño, Ernesto Córdova, Mauricio Burgueño Secretaria Gráfica LOM Tatiana
Ugarte Comercial Gráfica LOM Juan Aguilera, Danilo Ramírez, Inés Altamirano Servicio al Cliente Elizardo
Aguilera, José Lizana, Guillermo Bustamante Diseño y Diagramación Computacional Claudio Mateos, Nacor
Quiñones, Luis Ugalde, Luis Gálvez, Jessica Ibaceta Coordinador de Diagramación Ingrid Rivas Producción
Imprenta Gabriel Muñoz, Héctor Apud Secretaria Imprenta Jasmín Alfaro Impresión Digital Carlos Aguilera,
Efraín Maturana, William Tobar, Marcelo Briones Preprensa Digital Daniel Véjar, Felipe González Impresión
Offset Eduardo Cartagena, Freddy Pérez, Rodrigo Véliz, Francisco Villaseca, Raúl Martínez Corte Eugenio
Espíndola, Juan Leyton, Sandro Robles, Alejandro Silva Encuadernación Ana Escudero, Alexis Ibaceta, Rodrigo
Carrasco, Sergio Fuentes, Pedro González, Rubén Obreque, Carlos Muñoz, Edith Zapata, Juan Ovalle, Braulio
Corales, Pedro Villagra Despachos Miguel Altamirano, Pedro Morales, Pablo Acevedo Mantención Jaime Arel,
Elizabeth Rojas Administración Mirtha Ávila, Alejandra Bustos, Andrea Veas, César Delgado, Soledad Toledo.
L O M E D I C I O N E S

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