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Oscura palabra
Poesía 1970-2006
I.S.B.N.: 978-956-00-0211-2
R.P.I.: 189.126
© LOM Ediciones
Primera edición, 2010
I.S.B.N.: 978-956-00-0211-2
R.P.I.: 189.126
Mío Cid
Alonso de Ercilla
con furia y muerte en medio de la nada has llegado a la edad de la razón –me has dicho–
y redimir intentas el ultraje de los años
Alicia Galaz Vivar
no tengo otro negocio que estar aquí diciendo la verdad en mitad de la calle y hacia todos
los vientos
Gonzalo Rojas
y a los autores jóvenes me gustaría gritarles: basta de farsas, ustedes entrarán también
en el negocio porque la literatura es el oficio más blando
Enrique Lihn
y baldíos regresamos tan rendidos y sin logro balbuceando nombres de patrias a las que
nunca arribamos y nos llamaban forasteros y nunca hijos y nunca hijas
Gabriela Mistral
nosotros los muertos somos los que llevamos la voz cantante en esta historia
Fernando Alegría
mucha gente murió de golpe, el miedo creció de golpe, la familia se desparramó de golpe
Virginia Vidal
ahora vivimos en otro lugar como la diosa Pincoya: con los rostros hacia el océano
Sergio Macías
Albert Camus
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Oscura palabra:
el desafío humano a la intemperie
Renard Betancourt
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Esta no es solo poesía que, cual crónica poética, pueda decir: esto ocurrió en
un momento histórico de nuestro país y del mundo, sino además, entrelazada-
mente, se trata de un itinerario poético vital personal, una epopeya individual
de trasfondo. Poesía escrita después de la medianoche y en la lejanía (desde las
montañas de Apalachia en Carolina del Norte, Malmö en Skåne en Suecia, el río
Mississippi en Tennessee, Benalmádena en Andalucía), respecto de los hechos
referidos, pero siempre desventuras y venturas vividas durante la caminata que
dura una parte importante de la vida de quien escribe y dice.
Estamos en presencia de una poesía extraordinaria porque ha sido concebida
desde la pasión más intensa, desgarrada y al mismo tiempo más alejada del lugar
de los hechos y al mismo tiempo más violenta y amorosamente próxima.
Ahora sabemos –aunque ya lo sabíamos con César Vallejo, Gabriela Mistral,
Rainer María Rilke y tantos otros– que en poesía muchas veces la distancia
se revierte en una proximidad intensa e irreversible, a la vez que irreparable.
Irreparable, porque el mundo al cual se canta es un mundo que ha dejado de existir;
irreparable, porque el canto trasciende el pasado arrastrándonos hacia el mañana,
como si el tiempo y el espacio se relativizaran súbita y definitivamente, dejándonos
de cara ante un panorama subatómico donde la única realidad palpable son las
cuerdas de la palabra y ésta es utilizada para llamar a las cosas y a los seres por
su otro nombre: el de la poesía.
En este caso, la mirada ha logrado abarcar la totalidad del bosque y la fisonomía
particular de los árboles, iluminados éstos a veces por el rayo de luz que fulmina
y, por instantes, con sus figuras recortándose contra sombras acechando en la
borrasca.
Pareciera ser que tenían que transcurrir muchos años de intensa existencia y
obstinada meditación poética por parte de Oliver Welden, para conseguir el tono
de voz precisa –entre la exaltación y el susurro– para dar cuenta de una realidad
que aún no acabamos de asimilar en toda la magnitud de sus consecuencias
hasta el presente.
Esta poesía es la historia de un quiebre terrible. Aquí, la oscuridad de la palabra
–oscura de tanto ser clara cruzando un interregno feroz– se inscribe contra un
fondo de pueblo en marcha, multitud humana que había iniciado la epopeya de
cruzar un peligroso puente para ganar la orilla de su destino y de cómo, en medio de
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esa jornada alucinante, el puente es asaltado y cortado brutalmente por los dueños
del poder y la riqueza. Y lo que sigue es el abismo, que hasta hoy se traduce en un
violento y forzoso cambio antropológico y cultural: de los hombres y mujeres que
ayer iban a la búsqueda de soluciones colectivas para los grandes problemas de la
humanidad, al predominio actual de la competencia desembozada, la sociedad del
espectáculo y la humanidad empujada a caminar hacia el precipicio de la barbarie.
Por otra parte, asistimos en medio de este periplo en terreno adverso y
escarpado a la revaloración de una voz poética colectiva, lo contrario de aquello
que aparentemente ha ganado la partida: el individualismo exacerbado y la
voracidad de la competencia. Desde el inicio mismo del texto se nos hace escuchar
las voces poéticas mancomunadas, mediante el recurso de clavar en las páginas
sucesivos epígrafes que absorben nuestra atención por su agudeza y premonición,
partiendo por el autor de La Peste y El Hombre Rebelde –Albert Camus– asegurando
que ya nadie es inocente. Impecable recurso éste para hacernos ver que, en el
fondo, no todo está perdido y ocurre más bien que hasta hoy la verdadera batalla
aún no acaba de consumarse. El enfrentamiento cotidiano se da en las arenas de
nuestra propia conciencia y es aquí, entonces, donde encontramos el corazón
de este libro, su quid poético y político: la inocencia no existe. Y si hubo o hay
tiranías, es porque fuimos y somos débiles o no fuimos ni hemos sabido ser todo
lo enérgicos e inclaudicables como debimos y debemos ser. Enérgicos, para ser
más profundamente demócratas; inclaudicables, en la búsqueda más urgente y
acérrima de formas más avanzadas de civilización, justas, solidarias y fraternas.
Hay que decirlo con insistencia: con este libro se produce el retorno definitivo
de esta voz entre nosotros. Y faltaba la Oscura palabra de este texto entrañable
que, sin ninguna duda, ha sido escrito para el ayer y para el presente, pero
especialmente para el mañana, para las futuras generaciones, para nuestros hijos,
nietos, bisnietos, para los Jonathan de todo el orbe.
No he conocido a Oliver Welden. Sin embargo, sí lo he conocido, y es esta
una singular historia: corría el año 1964 cuando ingresé a un liceo en la ciudad
de Santiago de Chile. Era una escuela inmensa, multitudinaria, donde de alguna
manera se representaba al conjunto de la sociedad de la época, con sus agudas
contradicciones. Yo escribía poesía inconfesadamente. Aún no tenía quince años.
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Un día hubo una gran agitación. Era la mañana, y para nosotros además la
mañana del mundo y de la vida, y las puertas permanecían cerradas: el gobierno
estudiantil había declarado una huelga. Un gran tumulto de alumnos hizo un
corro en torno al murallón en la esquina del edificio. Allí, de pie sobre el muro,
el presidente del centro de estudiantes hizo uso de la palabra para explicar las
razones de la convocatoria a plegarse al movimiento y para arengarnos respecto de
la justeza de la movilización. Ese joven empinado sobre el muro era Oliver Welden.
Un líder. Un poeta. Se le conocían poemas de un libro aún inédito: Anhista (1965)
y se le veía en sus actividades políticas estudiantiles. Entonces Oliver Welden ya
era una leyenda entre nosotros. Hoy es uno de nuestros poetas mayores.
Según recuerdo, el último año de Oliver en el liceo fue 1964, porque había
completado sus estudios secundarios y en 1965 ingresó al Instituto Pedagógico de
la Universidad de Chile. Años después (1968) supe del Premio Nacional Luis Tello
de la Sociedad de Escritores de Chile por su libro Perro del amor y la publicación
del mismo por Guillermo Deisler, en Ediciones Mimbre (1970). Más o menos
simultáneamente ya sabíamos en Santiago de la aparición de la revista Tebaida,
desde Arica (1968); y, después, el golpe de Estado. Y nada más. Años de violencia,
dictadura, muerte, persecuciones, escapadas y ardiente resistencia.
Solo en el año 2005 vuelvo a saber de él gracias a la escritora Virginia Vidal y,
también a través suyo, tomamos contacto directo para iniciar una comunicación
epistolar.
Puedo decir, entonces, no he conocido a Oliver Welden sino fugazmente y, sin
embargo, lo he conocido a través de los años y la distancia, pero especialmente
a través de su palabra poética.
Solo me cabe celebrar con entusiasmo su cuarta publicación poética en
Chile después de un largo tiempo transcurrido. Su reaparición fue con Fábulas
ocultas (Concepción: LAR, 2006), en edición del poeta Omar Lara. Y lo celebro
como un acontecimiento que solo el futuro podrá aquilatar en su verdadera
trascendencia. Y digo el futuro, porque temo que la sociedad en la cual vivimos
está lo suficientemente narcotizada e idiotizada como para permitirse la lucidez
de reparar inmediatamente en la originalidad de esta Oscura palabra. Pero el
mañana será de la poesía, de su lenguaje y de su sueño haciéndose realidad.
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Este libro contiene una mirada aguda y profunda. Mirada poética que nos
lleva a cruzar los hechos narrados, para luego ir dejándonos frente al verdadero
dilema: el alma humana desnuda, expuesta a una intemperie hasta ahora sin final
y en su entera beligerancia pasada y dolorosamente actual.
Este es un libro que han de llevar consigo los futuros resistentes y soñadores
que vivirán la encrucijada de conducir al planeta camino de una nueva edad
terrestre, una era de progreso colectivo, paz y felicidad, seguramente debiendo
atravesar aún por parajes tenebrosos, donde la oscura pero clara palabra será un
señuelo, una pista por donde seguir la senda que lleve al encuentro de “las esferas
rojas de la alegría” y de la poesía llevada más allá del lenguaje, a la simplicidad de
los hechos todavía desconocidos de la potencial fraternidad humana desplegada
en plenitud.
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Oscura palabra
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Septiembre 1970: la Historia
* Ernesto Guevara
** Gonzalo Rojas
Publicado con el título “Es necesario ser consecuente” en Poemas al Che: Antología (Ambrosio
Fornet y Winston Orrillo, editores; Lima, Editorial Causachún, Colección Poesía, 1972).
Oráculo y collage: la victoria
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/domingos:
la convivencia ha sobrepasado el estado de derecho
y no es tiempo de apedrearme como la embajada de otrora.
No podré volar tus besoductos,
tu distribución sectaria me alimentará con burocracia,
el diálogo se irá a la cresta
y el tráfico ilícito de armas saldrá por la culata.
Otro gabinete como el de esta casa y el socialismo aparecerá
/por la vuelta de la esquina
reclamando el derecho de vivir en paz y yo sectario,
/yo dogmático,
yo pequeño burgués e intelectual además, te cablegrafío
/mi adhesión,
te la cablegrafío, te la oficio mediante documento escrito
y adhiero a tu proceso –requisado e intervenido–,
como si algo me dijera que sin embargo tienes la razón.
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Mosaico y escombro: los pálidos muros del palacio
I
antes que termine la noche y con gran recaudo soldados
/de la guardia vieja y soldados de la paz
avanzan con marineros en tierra: por la razón o la fuerza
/es ahora una cuestión de vida y de muerte
porque van a morir diez mil y uno
que exién lo veer mugieres e varones burgueses e burguesas
y el presidente ahora a la ventana:
señora dicen que donde mi madre dice dijeron el agua
/y el viento dicen
que vieron bajo su balcón: 16 regimientos de infantería/
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6 de caballería/ 5 de artillería/ 76 tanques sherman M–4/
10 tanques stuart M–3/ 2 submarinos/ 3 cruceros/
4 destructores/ 3 escoltas/ 4 torpederas/ 1 patrullero/
5 naves de desembarco/ 1 alba–atroz HUO16C/
25 C–45 y 30 C–47/ 30 helicópteros/ 4 jets ranger/
1 escuadrón de bombarderos/ 12 invaders B–26/
2 escuadrones de combate/ 18 hunters F–71 y 11 F–80C/
90 transportadores 4 C–118/ 8 DHC–6 twin oers/
9 beechcras 99/ 4 DC–6/ 2 C–130E hércules/
5 twin bonanzas/ 10 cessnas 180 y 4 0–1/
20 T–6 de enlace/ 45 T–34/ 10 T–37B/ 8 T–33A
y 5 vampiros/ 9 bells UH–1D/ 2 sikorskys UH–19/
16 hillers OH–23G/ 90000 uniformados (*)
que se apague la guitarra la tierra se oscurece
II
esta será la últim oportunid en que me pued dirigir
a ustedes la fuerz aére ha bombardead las torres
de radi Por ales y radio Corpora ión llegó volando
el cuervo sobre mi suelo soldados de chile miren
cómo nos hablan de libertad tienen la fuerz podrán
avas llarnos porque hay desventurados que por migajas
qué dirá el santo padre que vive en roma yo no voy
a renuncia pag ré con mi vida durante largos siglos
los yanaconas miren cómo pregonan tranquilidad
–cantemos la gloria del triunfo marcial– trabaj dores
de mi patr el que oficia la muerte como un verdugo
a aquellos que serán perseguidos con esto se pusieron
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la soga al cuello el quinto mandamiento no tiene sello
atentados terroristas volando los puentes de línea
férrea perforando las tierras de la labranza el puebl deb
defenders per n sacrificars entre más injusticia señor
fiscal superarán otros hombres est moment gris y amarg
tantas lanzas premer e alzar tanta adágara foradar
e pasar dond la tr ición pretend imponers tanta loriga
falssar e desmanchar y otros que se solazan entregando
su pueblo a los militares stas son mis ltimas palabras
tantos pendones blancos salir vermejos en sangre
tantos buenos caballos sin sos dueños andar
mi sacr ficio n será en vano qué dirá el santo padre
/que vive en roma
III
Del palacio pálidos los muros son
y albísimos los espectros hoy de la piedra
que ayer no más decías sólida y firme
–ancha para el futuro–
y confiable como la fuerza de gravedad
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Telefonomaquia (*)
(*) Augusto Pinochet dirigió por radio a las tropas golpistas desde el cuartel de Peñalolén. Esta
es una comunicación de radio del 11 de septiembre de 1973, recopilada por Pablo García y
Carolina González, en el video documental Salvador Allende: La caída de un Presidente.
(Compañía de Ramos Generales, Buenos Aires, Argentina). Las palabras de Pinochet están
en cursiva.
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Será cuestión de tres minutos no más: le digo para que
/aguante el ataque.
–Déjense, déjense de labores dilatorias y de mujeres
/y de jeeps:
¡Yo voy a atacar de inmediato! ¡Cambio y terminado!
– ¡Augusto, escuchando! ¡Augusto, escuchando!
–Yo hablé personalmente con él.
Le intimé rendición en nombre de los comandantes en jefe
y contestó con una serie de garabatos, nada más.
O sea, quiere decir que a las 11, cuando lleguen los primeros
/pericos, van a ver lo que va a pasar:
¡A las 11 en punto se bombardea!
– ¡La Moneda está siendo bombardeada!
– ¡La Moneda ha sido bombardeada!
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Cortejo
A grito pelado
lo sacan
veloces
por un costado
del Palacio
cruzando
al trote
la calle
de la Moneda
por la vereda
Este de la Plaza
sobre una camilla
al hombro
y sangoloteado
tapado
con un aguayo
tal vez
debajo
envuelto
en plástico
por lo de la sangre
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por lo de la sangre
y a gritos
a gritos
rápidos
muy rápidos
se abren paso
veloces y violentos
y
de
sa
pa
re
cen
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Tierra del Fuego
Al día siguiente
miércoles 12 de septiembre de 1973
quemábamos libros
en un gran hoyo hecho con pala
y al amanecer del jueves 13
y al mediodía del viernes 14
con cuidado
en el patio trasero
de no levantar una columna de humo
en primavera
que se viera desde los cerros: militares/binoculares
con cuidado de que ya el sol estuviera salido
para que no se viera el fuego
con cuidado de que el sol no se hubiera puesto
para que no se viera el fuego
de los libros quemados
27
Tyrannus
28
Toque de queda en blanco y negro
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Notorio arraigo
soy el astronauta
que regresó de otras ciudades del planeta:
el que todos confunden con un anciano
Javier Campos
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Viaje imaginado
me despido de la ciudad
pido excusas por arrogarme ese derecho
ese derecho me lo da mi nacimiento
ay de quien ose arrebatarlo
que todas mis palabras lo condenen
Walter Hoefler
y bien
te dejo suponer que abandoné mi pueblo
que huí rompiendo el crudo umbral
como un puma aterrado
pero yo te aseguro que no me han quitado nada
puesto que de esa tierra no me podrán apartar
Patricio Manns
lo fusilan y se levanta
se levanta y sube al furgón
se sube al furgón y se va a las torres
se va a las torres y entra al departamento
entra al departamento y se acuesta
se acuesta y mi viejo llora viéndole dormir
Fernando Alegría
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La percepción es más importante que la realidad,
por ello le digo que yo aquí percibo una equivocación,
pues este viaje del que usted me habla no existe:
jamás se hicieron las maletas y si me registra los bolsillos
verá que no tengo billete comprado para bus, tren, barco,
/o avión alguno.
Nadie, vea, ha cruzado la Cordillera de los Andes
hacia ningún país transandino, ni hay visa para Europa.
Consulado de habla inglesa no acepta solicitudes hoy, lea.
Policía Internacional lo necesita en su despacho, ahí.
Money Exchange para cambiar sus pesos, aquí.
Salvoconducto –con sellos– para salir del territorio
/nacional, deme.
Pasaporte colorado, timbrado, revalidado y en orden, tome.
Sertificado de Bacunasión Internacional.
Sertificado de Antesedentes Polítikos.
Sertificado de Situasión Militar.
Sertificado de Nasimiento y de Matrimonio.
Sertificado de Superbibensia.
Yo no viajo ni me he ido: estoy en mi casa, en mi pieza,
/en mi cama, esta es mi almohada.
Rayos X de los pulmones y examen de sangre,
huellas digitales y las rápidas y las lentas pulsaciones
/del alma.
Yo no hablo inglésuecodan ésfrancésital
ianohebreoale mánárabegrieg orusochinoafr icano
y yo no he ido a ninguna parte: tal vez a la playa un verano
/de mi infancia con mi abuelo.
Yo no he estado en ningún consulado.
Firme aquí si usted no es ebrio o adúltero,
aquí si no es felón, criminal o comunista,
aquí si es homo sapiens heterosexual practicante
y jure que jamás ha intentado derrocar
32
derrocarderro
carderrocarde
rrocarderroca
r
o ha criticado a la excelentísima junta del gobierno militar.
Yo no he ido a lugar alguno, siempre he estado aquí,
y cierro los ojos y bebo un vino y al atardecer escucho
/los zorzales
y como un pedazo de pan y leo un libro y el sol tibio
/de Chile me toca las manos
y nadie ha muerto, nadie ha muerto en realidad y nadie
/ha sido detenido.
El río corre oscuro sin cadáveres y las mujeres no visten
/de luto.
Todos los niños ven volver a sus padres del trabajo.
La policía dirige el tráfico y los militares patrullan
/las fronteras.
A ningún Presidente le volaron la cabeza
levolaronlacab
ezalevolaronla
cabezalevolaro
nlacabezala
cab
eza
y nunca una mujer fue violada.
Todos los obreros están vivos.
Yo no pienso en el Océano Pacífico en la costa Atlántica.
Esta maleta no existe: este viaje no se ha hecho nunca.
33
Éxodo
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Por las ventanas de la casa entrarán las campanadas
/de la iglesia blanca,
las aves, las nubes, el aire, y todo el sol. Mañana domingo
/irán al mercado,
contarán las monedas, Julián comerá manzanas, Justina
/uvas transparentes
y Jonás beberá un vaso de vino áspero y grueso.
Verán el parque, los carruseles, el prado verde y otra vez
/el sol.
Julián tendrá un globo, Justina una flor y Jonás un brillo
/en los ojos.
Al atardecer cerrarán los postigos, el cerrojo, las aldabas.
Habrá un leño en el fuego, una colcha sobre el sillón.
Y cuando caiga la noche mañana domingo,
la casa ascenderá hacia los cielos,
se elevará sobre los árboles y sobre las nubes
y se irá haciendo pequeña
y
cada
vez
más
distante,
hasta desaparecer de la memoria
de los hombres
y de la tierra.
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Otoño en Alabama
36
Ezra cantó una mañana de domingo
37
Lluvia de verano
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Transeúnte
39
Latitud norte
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Pergamino
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Funerales
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El extranjero
* Hello. How are you? My name is Roberto and I am very pleased to meet you./ I come from
Chile and I am very happy to be here./ I have a job in a chicken farm for three dollars and
thirty cents an hour./ I come to this country in a ship to New Orleans, where my sponsor
lives./ I have twenty eight year. This is my son Carlos and he have six year old. [Hola. ¿Cómo
está usted? Me llamo Roberto y tengo mucho gusto en conocerlo./ Vengo de Chile y estoy
muy contento de estar aquí./ Tengo un trabajo en una granja avícola por tres dólares y treinta
centavos la hora./ Vine a este país en un barco a Nueva Orleans./ Tengo veintiocho años. Este
es mi hijo Carlos y él tiene seis años.]
** ¡Hola, papá! ¿Puedo ir a jugar a la casa de Marcos?/ Su mamá le compró un juego nuevo, ¡es
fenómeno!/ ¿Puedo, papá? ¿Puedo? ¿Puedo? ¿Por favorcito por favor?
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Where’s Mommy?***
–Tu madre trabaja en el restorán esta noche y va a llegar tarde:
/prefiero que te quedes en casa.
–Darn, Daddy! I can’t belieeeve my parents are aliens!****
Juén mi an mái guáif jab ináf móni
meibí gui guil góu bac tu Valparaíso
an carlos guíl espíc espánich.
Meibí chi can góu bac guís jim ónli
bicós ái cant góu bac llet.
Guél it guás náis tu toc tu llu.
Ai jab tu góu náu: jab e náis déi.*****
*** ¡Pero yo no quiero hablar en castellano, papá!/ Todos mis amigos se burlan de mí. ¿Dónde
está la mamá?
**** ¡Puchas, papá! ¡No puedo creer que mis padres sean extranjeros!
***** When me and my wife have enough money maybe we will go back to Valparaíso and Carlos
will speak Spanish./ Maybe she can go back with him only because I can’t go back yet./ Well,
it was nice to talk to you. I have to go now: have a nice day. [Cuando yo y mi esposa tengamos
suficiente dinero quizás volvamos a Valparaíso y Carlos podrá hablar castellano./ Quizás ella
pueda volver con él solamente porque yo todavía no puedo ir./ Bueno, tuve mucho gusto en
hablar con usted. Debo irme ahora: que tenga un buen día.]
44
Genealogía
45
cuando tú en la Schwarzwald fuiste prisionero inglés
/en cárcel alemana.
Que qué puede hacer por ellos, sus hoy pequeños y queridos
/muertos
si el único tiempo que importa es el tiempo que estuvieron
/vivos.
Las cosas que acumularon durante la vida dicen ahora
/lo que fueron:
–Y es que nunca fueron míos ni de nadie, oh pertenecientes
/a sí mismos.
–Todo lo que fueron es en exactitud lo que fueron
–Pero si eran tan fuertes ¿por qué tenían miedo?
Y él se queda sin abrazar hombre, ni padre ni abuelo.
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Visitante
llegará siempre
llegará
siempre llega
puntual
Oscar Hahn
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Cuando la nieve se derrite, dónde se va lo blanco
48
Los hombres de verdad
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Barretero de la calichera
50
Ronda
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Noche del miércoles 5 de octubre de 1988
52
Salutación
53
Cosas que nunca veré
54
Oda a mis libros
55
Ánimas
Primera ánima
pero a nosotros nunca nos hallarán
porque nuestro amor está pegado a las rocas
al mar y a las montañas
pegado
pegado a las rocas
al mar
y a las montañas
Raúl Zurita
56
porque las estaciones del año caben todas en un abrazo
en una respiración muy honda,
en la cordillera de la imaginación,
porque los niños siempre fueron más cerca de la tierra:
los niños caben en los ojos de los que pueden ver a través
/de la piel
el lugar donde el jazmín del alma se enrolla al corazón
y la tierra ya no huele igual y el amor no está en todas
/partes
y nunca hubo siquiera el tiempo para un beso.
Segunda ánima
la tierra que cubrió a los míos con su polvo y su silencio
y es toda una memoria muerta
Alicia Galaz Vivar
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terrón de tierra
tierranada
tierraoscura
tierra de nacimiento
tierra de sepultura
la purificación por la tierra:
la más perversa pasión
y en su pérdida fuiste efímero,
criatura pasajera, espíritu mortal.
Tercera ánima
un hombre herido mortalmente cae
y se desentiende de su tiempo
queda pendiente la tarea
de introducir ese cuerpo despaturrado
en el espacio que le asigna la historia
Hernán Miranda
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y larga y angosta la tierra se hace profunda,
ancha faja y honda de inmóviles secretos:
Pisagua, Mamiña, Iquique:
–Les saqué la venda para mirarles la pupila
–orquídea de la bala– y después los ensacaron.
Señor, mi Dios, a ti me acojo,
sálvame de cuantos me persiguen.
Tocopilla, Calama, Cerro Topater:
Pater noster misericordioso,
¿por qué me desamparas?
–Hay rumores que dicen –cristal del aire–
que podrían estar vivos.
Antofagasta, Quebrada del Way:
Es el Señor quien juzga a los pueblos.
Copiapó, La Serena:
–Nunca supimos –abanico de la piedra– por qué.
Colina, Peldehue:
Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos.
Santiago: Corpus Cristi, Christie eleison, Kyrie eleison.
–De aquí, de Santiago –Sancte Iacobe– fueron a matar.
Cuesta Barriga, La Florida:
Que acabe de una vez la malicia del impío.
Lonquén, Isla de Maipo:
–Los sacaban a hacer fosas –cárcavas del viento–
y eran para ellos mismos.
El que cava y ahonda la cisterna
caerá en la fosa que él mismo hizo.
San Bernardo, 24 de Abril, El Escorial:
Una turba feroz busca mi alma.
El Patagual, Nuevo Sendero, Campo Lindo:
–Es que esos niños –el siete camisas rojo, lun y bollén–
/quedaron solos.
–Por mi culpa, por mi culpa, por mi gravísima culpa.
Huticalán, Paine, Cuesta de Chada:
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Dios justo, escudriñador del corazón y los riñones.
Huelquén, Cauquenes:
Vuélvete, Dios, a nosotros y danos vida.
Concepción, Lota:
–Nunca más –cisne de cuello negro– supe de ellos.
Recaerá sobre su cabeza su maldad
y su crimen sobre su misma frente.
San Rosendo, Laja, Río Laja:
Yo pecador me confieso.
–De eso me acuerdo –del alerce y la araucaria–
la noche en que se lo llevaron.
Los Ángeles, Antuco, Mulchén: Apiádate de mí.
Valdivia, Isla Teja: Salva, Señor, a tu pueblo.
Panguipulli, Neltume, Río Pichoy:
–¿Dónde estás? ¿Dónde estás? –Cruz del Sur–
Te hemos buscado tanto.
De muerte repentina e imprevista, libera nos Dómine,
tú, que quitas el pecado del mundo.
Liquiñe, Coñaripe, Río Toltén:
Brille para ellos la luz perpetua.
Futrono, Chihuío:
–¡Topé algo duro con la pala!
–Constelación de la Hidra–
–¡Todo ese bajo está lleno de gente!
¡Tapa! ¡Tapa!
Señor, dales el descanso eterno.
–Aunque tengamos que escarbar la tierra
–pámpanos de uva negra–
con nuestras propias manos.
Los Barros, El Abanico, Rayenco, Canelos, Rapel:
–Yo iré contigo
–sandillón de la camanchaca–
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por todos los caminos.
Espero la resurrección de los muertos y la vida eterna.
61
La carta de agua
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que brillan en las bocas de los peces.
En su cama hay arena.
Su almohada está manchada de salmuera.
Tuvo una vez una tierra que llamó país:
lejos, lejos estaba.
No preguntaba por ella sino que la reclamaba:
ah, lejos, lejos, tú.
63
Tierra natal – Dios nativo
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Aparecido
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Mapa para viajar de regreso
a lugares que ya no existen
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Augustus 2006
67
La edad de hielo
68
De profundis
69
El fin del mundo
70
Las entrañas de un lugar de nacimiento
1
Majestuosa es la gruesa maraña de tu corazón
a través de la cual surge el peso del pasado
con los recuerdos de las otras vidas vividas por ti
en esa tierra que se te dio por herencia
y que tal vez, tan solo apenas, casi quizá,
imperceptiblemente, por azar, acaso recuerdes.
Es un lar marino del que te habla el océano
acerca de los murmullos de la creación
y que te proyecta al embrión que una vez fuiste,
con la promesa que en el futuro
serías transparente y molecular.
2
Tu corazón es un órgano de cuatro cámaras
y tu país es una larga y angosta faja de tierra
con la forma y el tamaño de un puño cerrado
que limita al Norte con una línea de ochenta hitos
y una extensión de ciento sesenta y dos kilómetros.
Yace en el mediastino justo detrás de la estructura
/del esternón, con la Antártica al Sur,
entre los puntos de conexión de la segunda
/hasta la sexta costillas
y la Cordillera de los Andes al Este.
Aproximadamente dos tercios de su masa se inclina
/hacia la izquierda
–el Océano Pacífico al Oeste–,
y solamente un tercio se inclina hacia la derecha,
/hacia el Polo Sur.
71
Posteriormente, descansa en la quinta a octava vértebras
/torácicas
–sobre la Discontinuidad de Mohorovičić–,
en el sima basáltico continuo que no vemos
y el sial granítico discontinuo sobre el cual nos movemos.
Debido a su ubicación, entre el esternón por delante
y las vértebras torácicas por detrás,
tiene una extensión predominantemente en sentido
/Norte-Sur
y puede ser comprimido mediante la aplicación
/de presión
sobre la porción inferior de la estructura del esternón,
hasta el extremo meridional de las islas a 56° 30’ S
–e inclusive a veces en los Antartandes–
con la base de la palma de la mano de dios
en rítmica compresión de fuerza orogénica,
produciendo rupturas y grandes fallas litosféricas,
/como las de 1960.
El borde inferior –o Tierra del Fuego–
forma una punta llamada ápice sobre el diafragma
–o Cabo de Hornos– que según la posición anatómica
–Punta Dungeness al Norte y las Islas Diego Ramírez al Sur–
/también se inclina hacia la izquierda.
Los latidos apicales pueden contarse auscultando
/directamente sobre el ápice
–Tratado de 1881,
Laudo de 1902,
Fallo de 1966,
Dictamen de 1977,
Tratado de Paz y Amistad de 1984–
entre la quinta y sexta costillas –o quinto espacio
/intercostal–,
es decir, los espacios marítimos de las islas australes
72
/y el Estrecho de Magallanes,
en una línea con el punto medio de la clavícula izquierda.
El borde superior comprende las regiones de Tarapacá,
/Antofagasta y Atacama,
justo debajo de la segunda costilla, con Perú al Norte,
Bolivia y Argentina al Este,
el Océano Pacífico al Oeste
y al Sur el Río Elqui.
Es obvio que los límites dictan su tamaño
y el tamaño tiene considerable importancia:
una marcada expansión –como la obtenida con el
/Tratado de Ancón (1883),
el Pacto de Tregua (1884),
el Tratado de Límites (1866),
el Tratado Definitivo de Paz (1904)
y el de Lima (1929)–,
conlleva ciertos peligros: el derramamiento de sangre
/y la pérdida de vida.
Toda demarcación de límites no es sino una ilusión óptica,
pues tú y todos los hombres no son sino un momento
/en el tiempo,
transeúntes de una generación,
esporas que erigen fronteras a lo largo del suelo
y que ignoran su verdadero destino de excremento
/sobre la tierra
y de muerte para ti y para todos.
73
3
Longitud: doce centímetros o cuatro mil setecientos kilómetr
os continentales americanos. Anchura: nueve centímetros
o trescientos sesenta kilómetros en Mejillones, nove
nta kilómetros en Illapel, ciento sesenta y siet
e kilómetros de término medio. Profundidad:
seis centímetros u ocho a setenta kilóme
tros de corteza sólida pero frágil
dos mil novecientos kilómetros
de manto sólido y tres mil
cuatrocientos setent
a kilómetros de
núcleo esféri
co: líquido
el extern
o y sól
ido
el
i
n
t
e
r
n
o
todo ello suspendido y proyectado hacia las órbitas
de las costillas del cuerpo
o hacia las órbitas de los cuerpos celestes
con la forma de un corazón o de un planeta.
74
ha pasado el tiempo
he inventado miles de historias
cuántas de ellas a decir verdad me han pasado
sin encontrar ciertamente la que me caracterizara
Guillermo Deisler
he aquí el poema
no tengo qué decir
no queda nada en el vacío tintero del poeta...
todas estas historias mezcladas a mi historia
donde yo que nada tengo que decir
escribo sin saber si existe quien escribe
o son voces extrañas las que roban mi ser
Enrique Valdés
75
Palabras sobre Oscura palabra
Virginia Vidal
Las abismales noches de los océanos están habitadas por serpientes y peces
ciegos. Entre ellos, la palabra navegó por décadas en las profundidades del mar
creador, hasta surgir con misterioso fulgor, hiriendo la vista y la mente y entonces
barrió implacable las celdas de nuestra memoria para impedir el escamoteo de la
infamia y rescatar la grandeza humana. Lo arcaico de nuestra lengua, el anglo–
ladino que hablan los “hispanos” en Estados Unidos, y hasta un collage de voces
recuperadas, constituyen el esqueleto y andamios de Oscura palabra. Con lealtad,
ternura, amor, dolor, sufrimiento intransferible, Welden forma un corro de poetas
traídos a las orillas de un río correntoso. Ha vivido atesorando esas voces, esas
memorias, acunando esas juventudes que no conocerán el envejecimiento de la
carne ni el irreparable olvido. Las sombras se destacan a contraluz y se imprimen
en versos de granito para emocionarnos, pensarnos, sabernos interpretados por
un poeta mayor. Leamos su Itinerario y memoria.
76
Itinerario y memoria
1
“Vivamos para el tiempo que viene, para aquél en que el oro será vencido por el
cordero y el hombre no será propiedad de la muerte”, dijo Andrés Sabella (poeta
del Norte Grande de Chile, Doctor Honoris Causa de la Universidad del Norte de
Antofagasta, Miembro de la Academia Chilena de la Lengua) en su intervención
en un acto público realizado en una plaza de Antofagasta en Chile, el 9 de julio
de 1970. Se le atribuye la creación del nombre Norte Grande con que es conocido
el territorio que comprenden las regiones de Tarapacá, Antofagasta y Atacama.
En marzo de 1980 fue expulsado de la universidad por el rector delegado de la
dictadura militar. Falleció en Iquique el 26 de agosto de 1989.
2
Oscura palabra fue iniciado en 1970, sin el propósito de ser un libro, en “Arica,
la del viento”, en “Antofagasta la morada” y en “Santiago, la gris”, como llamara
Alicia Galaz a estas ciudades en su poema “Juego de envite”, del libro Señas
distantes de lo preferido.
3
Arica: “Allí donde fuiste paradero inglés, espalda chilena para carga inglesa,
testigo de los muchos que cayeron sin guerra verdadera”, escribió Ariel Santibáñez,
poeta del Norte Grande (secuestrado y desaparecido el 13 de noviembre de 1974),
en el poema “La maleta vacía”.
Antofagasta: “Donde grande ruge el ancla pintada en el cerro de Antofagasta
cuando se habla de Norte Grande y grande y terrible es hablar con agallas de
pescado y no ser pescador, como hasta ahora se ha hablado”, escribió Luis Moreno
Pozo, poeta de Tocopilla, en el poema “Nortegrande”.
Santiago: “Yo te canto como si fueras bello, río amargo y bohemio: Mapocho
que saliste de las más suaves brisas”, escribió Miguel Morales Fuentes, el tipógrafo
huraño (oriundo de Capitán Pastene y ahora radicado en Antofagasta), en su
poema “Mapocho”.
Ciudades de Chile, país donde el autor de Oscura palabra enraizó una vez
su vida.
77
4
En un comienzo no hubo siquiera el bosquejo de un poema, únicamente ideas,
apuntes, notas, imágenes: salimos a la calle, amigos y desconocidos, del brazo, en
marcha y baile:
el–que–no–salta–es–momio (“Oráculo y collage: la victoria”, en Oscura
palabra), motivados por un acontecimiento histórico en el cual el autor tuvo una
participación activa. Hasta mediados de 1973 otras frases se hicieron concretas,
pero nunca fueron destinadas a ser poemas directamente relacionados con los
hechos del momento. El autor continuaba pronunciándose por textos láricos
y líricos, existenciales, sobre el amor y la muerte, la metafísica y lo anecdótico
minimalista, intra e infra cotidiano.
5
Hasta el día aquél de la realidad brutal: por la razón o la fuerza es ahora
una cuestión de vida y de muerte porque van a morir diez mil y uno (“Mosaico y
escombro: los pálidos muros del palacio”, en Oscura palabra).
6
Por la fuerza: la fuerza mantuvo un poder que surgió de la fuerza. Por la fuerza
llegaron al poder, pues no dieron tiempo a la razón: se cumplió lo irracional del
lema del escudo, pero no se cumplió el himno nacional: o el asilo contra la opresión.
7
Y entonces escribió de corrido, casi sin corrección: a grito pelado lo sacan
veloces (“Cortejo”, en Oscura palabra), refiriéndose a la rápida huida que hicieron
los militares y bomberos con el cadáver del Presidente Allende en una camilla,
cubierto por un poncho o aguayo.
8
La quemazón y entierro de libros, discos, papeles, cartas y documentos en el
patio trasero de la casa en el desierto de Arica para evitar lo que, sin duda, sería
evidencia: evidencia ideológica. A los lectores se les castigó con impuestos a
los libros y se impuso la censura a las editoriales y librerías. “Ha mucho que no
se lee en la ciudad –escribió entonces Omar Lara– y los libros ardieron en piras
fantásticas y ante toda letra escrita los habitantes bajan la vista llenos de confusión
y vergüenza”. Notables versos, alucinantes versos, leídos y releídos hasta la locura,
78
hasta que ya no bastó que fueran leídos y releídos, sino que se hizo necesario
incorporarlos a la sangre, al nombre propio, a la razón de ser de un chileno que
ya no puede ser chileno porque no lo dejaron ser chileno.
9
La inminente destitución del trabajo. La responsabilidad de mantener unida,
viva, a la familia, ya esparcida por Chile, por motivos de estudio y trabajo. La
certeza de los muertos alrededor. Las calles bloqueadas y los camiones tapados
con lonas verdes, entrando al cementerio con su carga ignorada. Las mujeres
de luto. La imagen, imborrable, de los hombrecitos de bigote y vestidos de gris,
revisando documentos e interrogando, siempre interrogando: nombre, dirección,
estado civil, origen y nacionalidad.
10
El toque de queda al caer la noche. El ra–tá–tá seco, distante y cercano, cercano
y distante, de las ametralladoras en la noche. El chirrido de los frenos de los jeeps
en la noche. El terror a los allanamientos en la noche, bajo la complicidad del
toque de queda y sin testigos. Y la rápida decisión de salir del país. Sin embargo,
los únicos valientes son los que se quedaron, todos esos años: por ello le digo que
yo aquí percibo una equivocación, pues este viaje del que usted me habla no existe
(“Viaje imaginado”, en Oscura palabra).
11
Frases, versos, palabras se escribieron de paso en Lima, La Paz y en Panamá.
Poemas no terminados hubo en Alabama: Birmingham, Tuscaloosa y Gadsden,
donde los tornados y las tormentas se descargaban como el gran guardabajo del
universo y el trabajo en las bodegas de la industria del acero que lo acercaba a
los hombres de verdad de su país que, en la distancia, se deshacía. Siempre hubo
un olor a hemisferio desconocido: no era un aroma, sino un olor a algo que no
le pertenecía.
12
El hijo, su hijo –Jonathan– que nació en tierra extraña y que él, el autor, tomaba
entre sus brazos, hasta que se dio cuenta de que, en realidad, era el niño quien
lo sujetaba. El padre que muere y luego los abuelos maternos –en ese orden– y la
madre viviendo en el olvido de Alzheimer y su hermano y hermanas en alguna
parte, todos tan distantes.
13
En la ciudad de Nueva York y en Ithaca y en Washington, D.C. algo se escribió.
Pero la mayor parte del libro creció y tomó cuerpo en la vieja cabaña de las
montañas azules de Apalachia, en Boone, Carolina del Norte, donde los veranos
eran mágicos y los otoños explotaban sin ruido. Allí, donde en esas antiguas
montañas el tiempo se detenía y el cielo lo cubría todo y las nubes pasaban a
ras de la cabeza. El lugar aquél donde la lluvia caía a hachazos sobre la soledad,
donde la nieve descendía interminablemente y la madera perfumaba las manos.
La cabaña de gallos canoros y faisanes y conejos y silenciosos venados, en lo
profundo del bosque. Allí donde partió el leño y dispuso el fuego para el hogar.
El único tiempo y lugar donde creyó encontrar las esferas rojas de la alegría
(“Éxodo”, en Oscura palabra).
14
Además escribió en otros lugares de la Carolina septentrional: Blowing Rock,
Lenoir, Taylorsville, Hickory, Charlotte, Winston–Salem, Raleigh–Durham,
Greensboro. Y de la Carolina austral: Greenville, Rock Hill y Charleston. Escribió,
en Georgia: Atlanta y Savannah. En Virginia: Charlotesville, Blacksburg y
Richmond. En Illinois: Springfield, Jacksonville y Chicago. En Reno, Nevada. En
Texas: Houston, Austin y San Antonio. En California: Los Angeles, San Francisco,
Yosemite, San Luis Obispo y en la Playa del Capitán, donde el hijo vio el Océano
Pacífico por primera vez, y el autor le contestó que sí, que se parecía al mar de
Valparaíso, pero que no, que no era lo mismo. En Louisiana: Nueva Orleans y
Baton Rouge. En Starkville, Mississippi y en Miami, Florida. En Wichita, Kansas.
En Lincoln y Beatrice, Nebraska. Y en Saint Louis, Missouri.
15
En Tennessee, el libro estaba ya casi terminado: en las montañas azules y
cubiertas de nubes de Johnson City y Knoxville, y en el valle central de Chaanooga
y en el valle de Cumberland de Nashville, y en la ribera este del río Mississippi, en
la ciudad de Memphis y en el pueblo de Martin, donde vivió largos años y hasta
80
donde llegaron, intermitentes, la noticias de las muertes de antiguos compañeros:
Andrés Sabella, Guillermo Deisler, Jorge Teillier, Mario Milanca y Gonzalo Millán.
16
Fue en esta ciudad universitaria, Martin, en el Estado de Tennessee, donde
falleció Alicia Galaz Vivar, una tarde de otoño, el sábado 18 de octubre de 2003,
a las siete y veinte, cuando ya apenas quedaba luz del día.
17
Un tiempo después se produjo el reencuentro, luego de una separación de más
de treinta años, con Eugenia, su amor de juventud, y con Hernán, su amigo de la
adolescencia, ambos radicados en Malmö, Suecia, y con su hermano Ian, radicado
en Copenhague, Dinamarca. Abandonó, entonces, los Estados Unidos para vivir
en Malmö, donde continuó escribiendo Oscura palabra y donde conoció Lund,
Torup, Ängelholm, Båstad (el Kaegat y el Skagerrak), Simrishamn y Baskemölla
(en el Mar Báltico).
18
Es en Malmö (en diciembre de 2006) donde presenció por televisión
internacional la cueca de la muerte de José Ramón, conocido en el mundo entero
por sus profesiones de traidor, dictador, asesino y ladrón.
19
Oscura palabra ya era libro en España: en Madrid y Toledo, Ávila y Segovia,
Córdoba y Ronda, Sevilla y Granada, Gijón y Calpe. Y fue en España donde este
libro se terminó de escribir el día de hoy (aunque permanecerá para siempre
inconcluso), en el pueblo de Benalmádena, donde reside el autor, en la costa del
Mar Mediterráneo, en Málaga, Andalucía.
20
Escribió el autor, en febrero de 2009, al cerrar este libro, que ésta bien puede ser
una historia que a pocos interese, pero eso no significa que no tenga importancia.
81
Nomeolvides
es como una flor que no requiere de cuidados especiales:
solamente necesita ser resguardada del olvido por la memoria del pueblo
es mejor quedarse callado y olvidar es lo único que debemos hacer: tenemos que
olvidar
Augusto Pinochet (13 de septiembre de 1995)
82
Oscura palabra de Oliver Welden
Carlos Amador Marchant
Oscura palabra, de Oliver Welden, nos presenta una retrospectiva que cala hondo,
aun luego de haber pasado más de tres décadas de esos acontecimientos negros
en la historia de Chile: el golpe de Estado y la dictadura militar. Es la visión de un
poeta que vive y narra momentos trágicos de su exilio.
Con estos poemas, el autor logra posesionarnos de una realidad que, por más
que quisiéramos olvidar, está viva, y más aún cuando la entrega de esa manera
profunda, áspera y terriblemente conmovedora.
Mientras en distintos medios de comunicación se seguía hablando del
legendario poemario Perro del amor, del cual Oliver se expresa que “éste ya no
es un perro, sino un quiltro”, por el paso de los años, nosotros nos asombramos
por esta buena nueva que da paso a releer a este autor que nunca dejó de escribir
y que hoy sale de nuevo a la luz, para el deleite de sus seguidores.
En Oscura palabra, Welden nos transporta a sus calles, a ese mundo que
tejió en la lejanía, a ese mundo que contrajo y apretujó en su mente. Primero, nos
prepara, nos lleva a compartir con él una serie de reflexiones, donde no están
ausentes citas de Alicia Galaz Vivar, Gonzalo Millán, Enrique Lihn, la Mistral,
Winnet de Rokha, entre otros. Y, luego, de pronto, nos invita a pasear por esa
etapa de la Unidad Popular en Chile, simbolizada en el poema “Oráculo y collage:
la victoria”, y la tétrica irrupción de la dictadura.
La extraordinaria capacidad artística del autor nos permite entrar y ser parte
de esas escenas vivas. Un ejemplo es Allende en el balcón de La Moneda, con
cantos y vítores, lanzando su primer discurso después del triunfo presidencial.
Welden nos proporciona la posibilidad de revivir esos momentos, pero al mismo
tiempo está agazapado, pareciera sentado en un rincón de su pieza, en la soledad
de ese exilio en Estados Unidos.
83
Pero acá hay que detenerse un poco. Todo verdadero artista está capacitado
para hacernos vibrar, introducirnos en su obra, llorar si es posible, y este poeta
puede hacer todo eso y lo logra de una manera natural, que fluye más allá de toda
formulación empírica. Estoy escribiendo de un verdadero artista, de un hombre
que ha guardado silencio y hoy sale a reencontrarse con nosotros –enhorabuena–,
cuando necesitamos de la buena poesía.
En su retrospectiva temática, y que al mismo tiempo es presente vivo, mientras
escuchamos (porque es como escucharlo) el discurso inicial de Allende, Welden va
incorporando una lista de consignas, llamados, cantos, frases, que va incluyendo
en su camino al pasado. Es pues, este libro, una tarea realizada en el fragor de los
golpes de Vallejo, un quehacer de la lejanía, una obra sacada de ese espejo negro
que nos dejó la dictadura. Y, luego, el terror de esos días, el informe de 1973 del
Instituto de Estudios Estratégicos de Londres, noventa mil uniformados y la
artillería pesada, el discurso final del Presidente mártir y su cuerpo sacado fuera
de La Moneda. La mancha negra se pasea por las páginas de esta obra. Welden
la ve y los que vivimos esa época también la vemos.
La riqueza expresiva de este poeta está en cada rincón de sus versos. Se trata de
un escritor que sabe de su oficio, que da a cada sílaba el significado de lo profundo
de sus sentimientos. Vemos en él al hombre que se alejó de su tierra con un deseo
imperecedero de volcarse a narrar el quiebre de sus días –su quiebre generacional–,
un poeta capaz de sentirlo todo y de entregarlo todo y que hace de sus días una
constelación que ha de llevar eterna.
El tema es ¿dónde quedamos nosotros?, ¿en qué sitio?, ¿en qué recoveco
social?, cuando se nos ha cortado una parte de nuestra vida, cuando te han cortado
las alas y mueres a pausas, con la memoria de una tiranía que te azotó la mente
y que te la golpeará por el resto de los días.
La poesía de Oliver Welden, como la que nos dejó hace treinta años, está
más vigente hoy que ayer. Su nueva aparición por escenarios de la poesía dice,
precisamente, que no son los años, ni las carreras locas por lograr el estrellato,
los que hacen a un verdadero artista. Estamos hablando de un poeta mayor que
deberá ser reubicado en el sitio que le corresponde.
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Índice