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Comunicación: Observatorio bioético de la Comunicación creativa

Cuadernos de Investigación. Cultura de Diseño

ISSN: 2605-3292

Metafísica de la personalitat. Una breu anàlisi crítica


Metaphysics of personality. A brief critical analysis

Anaïs di Martinessa
Germanía sectorial de bioética y diseño social
Grupa Dilluns (UCCbioethicsLAB)
anaisdefrans@gmail.com
Metafísica de la personalidad. Un breve análisis crítico
Metaphysics of personality. A brief critical analysis

RESUMEN:

A partir de un análisis en los dominios del ser y su propósito en la vida material, cuya manifestación
suprema podría circunscribirse a la libertad humana, así como al estado de bienestar que rige la
preconsciencia. Mientras hay estímulos en el cuerpo donde la mente dirige su atención en gerundio, el
proceso intuitivo modula de forma subjuntiva la convivencia de las dos mantras en una entidad que
desborda lo científico. En este estudio, concretamente la unión sustancial y la unión afectiva podrían
hacernos entender la relación esencial entre ellas, si bien nos proponemos profundizar en el carácter
reflexivo de la singularidad personal para enarbolar un precepto creatural del conocimiento.

Una persona se sustantiva por ser sujeto último de sus diferentes significados o predicados, en cuanto
existe por sí y para sí misma, de modo metafísicamente más radical y metamórfico si cabe. Pero en
cambio, entre los tipos de inherencia a las realidades posibles no es una razón en esencia comunicable,
sino como individualidad, ha de integrarse con esa sustancia única y sublime “unitur in esse divino” con la
que hanría plena posesión autónoma del ser. Mas allá de la significación formal de persona, Tomás de
Aquino, un cuerpo mental subsistente tiene una misión funcional de ser operativo, de caer en errores y
vertirlos en fuente actuada, derivada de una primera sustancia en hipóstasis inmateriales, desde lo
particular o auténtico a lo universal o superfcialista.

PALABRAS CLAVE:

sociologia, investigación en comunicación, evaluación de la investigación, metaanálisis.

ABSTRACT:

From an analysis in the domains of being and its purpose in material life, whose supreme manifestation
could be limited to human freedom, as well as the state of well-being that governs preconsciousness.
While there are stimuli in the body where the mind directs its attention in gerund, the intuitive process
subjunctively modulates the coexistence of the two mantras in an entity that goes beyond the scientific. In
this study, specifically the substantial union and the emotional union could make us understand the
essential relationship between them, although we propose to delve deeper into the reflective nature of
personal singularity to uphold a creaturely precept of knowledge.

A person is substantive because he is the ultimate subject of his different meanings or predicates, as he
exists by himself and for himself, in a metaphysically more radical and metamorphic way if possible. But on
the other hand, among the types of inherence to possible realities, it is not an essentially communicable
reason, but as an individuality, it must be integrated with that unique and sublime substance “unitur in esse
divino” with which there would be full autonomous possession of being. Beyond the formal meaning of
person, Thomas Aquinas, a subsistent mental body has a functional mission of being operative, of falling
into errors and pouring them into an acted source, derived from a first substance in immaterial hypostasis,
from the particular or authentic to the universal or superficialist.

KEYWORDS:

sociology, communication research, research evaluation, critical analysis.Esta libertad de juicio aparente
1. Introducción

La capacidad de reflexión ha marcado un hito en la preocupación y la idoneidad del mensaje, dada la


habilidad linguística que impera en el transitar por la cultura de una región o grupo definido por su arraigo
normativo. En este sentido, una manera de difundir contenidos en los medios sociales mediante el empleo
reticular de la información, hasta el punto que ha puesto de manifiesto la dependencia del medio,
justamente enfrente de quienes por creadores independientes se erigen en portavoces unipersonales de
la verdad ética. Asimismo, es necesario subrayar la publicación de contenidos periféricos y sus
limitaciones alternativas, de naturaleza no generalizada y con una métrica acorde a una personalidad que
se abre camino en el día a día. De cualquier forma, el ser para sí mismo tiene su fundamento en su propia
acción y movimiento, sobre lo que hemos de hacer y acerca de su propio arbitrio.

Esta libertad de juicio aparente va anclado a la propiedad estimativa de volver sobre sus propios juicios y
evaluarlos, razonando con ello y por consiguiente, ser libre ante los propios juicios y su poder intelectivo.
Desde luego que hay realidades sobre las que diseñar en sentido estricto, cada efecto de la reditio y
cambio de perspectiva, según la cual se puede discurrir cruzando fronteras y líneas antagónicas, y de
subsistir con la posesión del propio ser. De hecho, el mundo espiritual o inmaterial no necesita de giros
metafóricos al sostener una esencia incondicional, de naturaleza sintiente y recogida sobre sí misma, libre
de corromperse como consecuencia de cierta infinitud tomista. Al cuerpo le queda fractalizar una
perfección total en porciones de dignidad suprema, es decir, en un sentido de infinitud formal o potencial.

El acto material finito se relaciona con la ineteligencia positiva y pasa a percibirse a sí mismo
como primer objeto de conocimiento y en consecuencia, algo transitivo de abrirse infinitamente a todo de
manera inmune. Luego, la personalidad está libre de peaje en tanto oscila como potencia espiritual
mientras que que la mente está vuelta hacia sí misma, en espera de inspirarse en lo que Agustín en su
De Civitate Dei: conocer que somos y amar ese ser conocido. Pensar equivale a una voluntad de ser
conscientes y diligentes con todo aquello que agrupa la memoria sustancial con los actos de intelección,
luego consideramos, sin embargo, una obligación moral el ser fiel a una personalidad indefinida por su
grandeza álmica, de ser siempre amable en acto y recogimiento sustancial.

2. Método

En esta comunicación a la personalidad le es subyacente la mayor parte de las teorías psicológicas,


suponiendo que aquellas empiristas o pragmáticas que influyen de forma directa, se complementan con el
sentido de identidad latente, una mónada de no menor importancia a la fuente cocreadora. El predominio
de un carácter quedaría desprovisto de valor en tanto fluctúa especialmente más allá de la libertad y la
dignidad, dejando como idea básica y no ilustración de lo que verdaderamente argumenta. La forma en
que nos constituimos personalmente es un abstracto acientífico de fuerte consistencia metafísica, por lo
que su análisis funcional se decanta en el plano de la organización de las cualidades dinámicas, que no
en las ciencias propiamente conductuales.

En una dirección semejante analizamos las variables nomotéticas y el enfoque correlacional, a la vista
sugiere hacer hincapié en todo lo que rodea a las características visibles de la personalidad, sin que por
ello se establezcan relaciones evidentes de causa y efecto. En cambio, si percibimos un diseño
longitudinal recalcando los momentos vitales, desde la infancia a la madurez idiográfica, la persona sufre
en toda medida interferencias en tiempo real y sin saber a que se debe tanta alevosía. El crecimiento
como concepto de una persona permite en cierta manera obtener su consistencia interna, pero el patrón
de resultados es susceptible de especulación y, en el caso de identificarse entre distintas variables
personales, no ha lugar a definiciones objetivas. Entonces, por mucho que se quiera extraversionar este
tipo de constructo, la personalidad difumina cualquier investigación científica, salvo que se anexe al
principio de la personalidad una acepción metafísica que incite a la reflexión y no a la práctica
investigativa.

Quiere decirse que entre los aspectos esenciales no caben juicios concluyentes para propiciar verdades,
más allá de posibles opciones para explicar una definición objetiva, sino en todo caso sobre el desarrollo
de lo performativo a modo de complemento o fragmento correspondiente. No obstante, el individuo como
ser aislado y único, inclusive personalista en su proceder dialéctico sería rescatable, cuando menos por
su singular condición inigualable. Una solución distendida pasaría por dejarse llevar, según la obligación
moral implícita en la raíz del desarrollo de la personalidad, de cuya renovación cabe incrementar una
respuesta metafísica a la insatisfacción del presente y su fuerza gravitatoria.

3. Análisis crítico

Entre los atributos de la individualidad hay una confluencia manifiesta de lo congénito respecto del axioma
cultural, de tal manera que toda culpa o sentimiento cruzado siempre se puede derivar hacia un lado u
otro, de persona a personalidad que es y por añadidura se hace. Del yo consciente al yo empírico le
anima una virtualidad revelada como culminación de la personalidad, de modo que en el camino se habría
ido mostrando cuan versátil es lo corpóreo frente a una relación teántrica más elevada, según Le Senne.
En realidad, la responsabilidad inmanente es una cosa y objeto de polémica bioética, mientras que opinar
sobre los valores cardinales y sus contradicciones llevaría a una personalización de juicio moral,
retroalimentada por el influjo de poderes vivientes en una corruptela generalizada, de la que resulta
extraño desasistirse.

Precisamente la personalidad, en su razón de ser, alcanza a discurrir entre transformaciones que su


cultura adopta en cada etapa, pero es meritorio arriesgarse en ese proceso al contar con una intuitiva
predisposición al ensayo y error como fórmula puramente material. Como bien Carl R. Rogers expresa la
unidad y totalidad de la personalidad global, la toma de conciencia de sí mismo es un proceso sin fin, y
además en el que ser consciente apenas se es de manera parcial. Algunas de estas expresiones no
deben entenderse como personalistas y no requieren el recurrir a explicaciones psicológicas, pero su
saber se resuelve en su construcción moral sin ningún tipo de interpretación científica. Haría falta una
sensibilidad diferenciada y acorde a la convicción de que la realidad es el único camino válido, no un
holograma biológico donde continuamente se extorsiona lo más sagrado del ser.

Ni el saber racional aristotélico acaba elevándose sobre la sensibilidad por mucha contradicción que
desarrolle, ni hay pureza en lo que razona un ser que critica la experiencia metafísica, pues la capacidad
limitada de dicha racionalidad kantiana se rebaja a una excéptica y devaluada naturaleza.
La pregunta trascendental en este tiempo de zozobra binaria radica en la idea de libertad, esa ilusión que
trasciende porque nuestra propia conducta renuncia a buscar inútilmente verdades imposibles. Quiere
decirse que en el mundo de las realidades dejaríamos abierto el campo de la razón práctica a las
condiciones orgánicas afectivas e intelectuales de la personalidad, de toda vida de relación y a veces de
debilitamiento de la voluntad, según Ribot, por el exceso de impulso.
Los sentimientos conducen a un raciocinio de veracidad inclinada a la coherencia vital, tomando
conciencia en lo sucesivo, pudiera afirmar incluso hasta una fluidez continuada o universal, sin embargo
la suficiencia halla su natural acomodo en aquello que remueve lo más profundo del ser, sin
discernimiento alguno de sabiduría. Podría parecer cierto que la imagen del intelecto es lo fundamental
para iniciar un pensamiento y reflexionar, de modo que la forma de pensar sartriana o mundana es un
eslabón con el que anclar conocimientos mas traviesos e insospechados. Aun así, una crítica expone el
resultado de opiniones sobre comprobadas experiencias, y si diferenciamos el pensar del ser, lo increado
se entendería también como algo accidental.

LLegados a un límite de descubrir la esencia de un fenómeno como es el desarrollo de la personalidad, es


menester carecer de indefinición y dirigirlo a su fin, como manifestaba Anaximandro ante la necesidad de
partir de un principio y con inteligencia llegar a la universalidad. Es en tan aguda categoría como se
estructura el poder de la palabra que, esta no se limita al contenido, dejando abierta la escotilla
gnoseológica en conformidad de lumbrera. Cabe descomponer la unidad en proposiciones verídicas y
acoger al devenir de lo buscado con fundamento en la realidad metafísica, o sea, formular una filosofía de
vida asociada a la sabiduría y al buen obrar en condiciones humanamente meritorias. En lo que se refiere
a identificar la importancia de emanaciones más lúcidas que se asemejen a la verdad, cada
persona completa un círculo especulativo inherente a la conquista o derrota moral de una falsa identidad.

4. Conclusiones

En cuanto a la Naturaleza o carácter de la persona, su ascendiente condiciona una parte de conjunción


indebida, pues en esa búsqueda interior se encuentra latente una fundamentación ontológica a modo de
unitotalidad y campo que desborda la finitud humana. Llamado a trascender se arraiga virtuosamente a no
desaparecer en la nada, planteando un cisma singular en si mismo ante la ausencia de límite y suficiencia
de pensamiento, pudiendo nadar a contracorriente desde ese sentimiento lícito de continuidad ideal, sin
necesidad de tomar grandes decisiones. En este sentido, los valores encarnan el impulso vital del sujeto
que posibilita la vinculación humana con las relaciones emocionales y su expansión de ruptura con la
lógica, pero reduciendo la contradicción moral en cada conciencia particular.

En cuanto a la personalidad, la realización tiende a una comunión de origen o sujeto y la comparecencia


ordinaria casi como objeto social. Y es que ante la diversidad de lo real pueden ser advertidas, tanto la
adecuación primigenia como la contradicción relativa o termodinámica, y habidas algunas carencias
apremiantes, la individuación acaba siendo un resultado mas bien, no previsible. Queda en la intimidad de
su conciencia abordar nuevas mediaciones antropológicas como punto de partida, donde la experiencia
total es una prueba dialéctica, por una parte siendo agente y por otra sujeto espiritual presente ante sí.

Es por ello que al temperamento se le puede tildar de complemento en la personalidad como conjunto de
cualidades, unidas a la deformación de estrategias o fluctuaciones con las que mantener una conciencia
cubista, tal que los cambios se superponen de manera introspectiva para no perder el control de su centro
existencial. Pero por mucho que se inscribe la realidad interior en su reconocimiento final, la individualidad
pierde su hegemonía en favor de un vacío moral y existencial cuando percibe el mundo que le rodea,
proscrito y putrefacto en su éxtasis antiespiritual actual. Una desnaturalizada sociedad ha descendido a
infiernos de envilecimiento comunitario que, de no remediarlo supondría la aniquilación del yo, donde la
conciencia parece distendida ante lo absurdo de una democracia que se presenta en forma obscena.
Respecto a la idiosincrasia, el pragmático humanoide de talante deshabitado carece de claridad espiritual
suficiente, cuyo destino ciego se cierne en soledad porque viene de la oscuridad, de la nada, y vuelve
finalmente a ella. Alberti lo termina de ubicar como objeto de moral cosificadora, presa de fuerzas
incontroladas y autodestructivas ante las que solo puede discernir su autoridad desde su esencia misma.
No parece que se prolongue esta poética de la crueldad en lo que se avecina como redención ética, fruto
de la catarsis del simbolismo sobre una divinidad humana degradada y en alerta inquietante, pero
esperanzada en busca de una solución personalizada. La reivindicación de libertad absoluta se bifurca en
en la sinrazón frente a la transformación del ser cristalino alejando al nihilismo en favor de la intervención
de lo divino. Toca volver a casa y beber de la fuente universal de lo humano.

En definitiva, el modo de ser representa en tiempo y forma a una personalidad distraída, más que
comprometida evolutivamente, en tanto ejercita más allá del conflicto individual toda clase de estéticas y
acciones aleatorias. Este ideario supone trascender sus limites, siempre que abandone la dimensión
social que se manifiesta como ideología y no como sapiencia. En su haber se evidencia este espíritu de
renovación que fue concebido sobre la posibilidad de liberar al individuo de los poderes morales y
políticos, pero sobre todo de sí mismo. Asumida la materialidad encarnada y el carácter inmanente de la
verdad, lo empírico se resuelve en favor de una salida del domo y en su defecto, de las aguas profundas
que inundan el abismo interno.

Bibliografía

— (2015) «Resolución de 26 de noviembre de 2015, de la Comisión Nacional Evaluadora de la Actividad


Investigadora, por la que se publican los criterios específicos aprobados para cada uno de los campos de
evaluación». Boletín Oficial del Estado, núm. 286 (30 noviembre)
— Salas, G,. Pioneros de la Psicología Francesa Contemporánea: Theodule Ribot y el método patológico.
Universidad Central de Chile.

— Mendez, D. D., & Latorre, J. M. (2020). Psicología Médica 2º ed. Barcelona, España: ELSEVIER.

— Ferrer, G,. En la genesis de la metafisica, Pontificia Universidad Católica de Argentina, 1983.

— Gómez, A., La metafísica del vacío: EL teatro mental de Rafael Alberti (el hombre deshabitado)

— Sifuentes, B,. Personalidad: Un análisis experimental, Liberabit.

— R. Marrast, Aspects du théâtre de Rafael Alberti, Paris, Société d’Édition d’Enseignement Supérieur,
1967, p. 25.

— S. Salaün, «Las vanguardias políticas: La cuestión estética», loc. cit., p. 214.


CIF * G73925539

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