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Cuadernos de Investigación: Cultura de Diseño.

Cátedra 2022
Revista de Bioética y Diseño Social, versión On-line ISSN 2605-3292
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SOBRE LA DEVASTACIÓN DEL HUMANISMO ACELERADO Y SU


INACCESIBLE COMPRENSIÓN
On the devastation of accelerated humanism and its inaccessible understanding

Anaïs de frans Martínez Pintor


Germanía bioética & diseño social
frans@uccbioetica.eu

Resumen
El asunto que nos confiere someter en el pensar, parte de un juicio moral sobre la compatibilidad de un
humanismo racionalista, si bien la escolástica renovadora y asentada en los valores más íntegros,
puede llevar a cabo en la medida que, bajo la lógica nos desprendemos de lo práctico y teorizamos
sobre la interpretación del lenguaje ético. El pensar es del ser responsable, no así consciente de lo que
dice o hace, pero permite que algo sea en origen, luego de cubrir una forma retórica de lo
potencialmente posible, en cuanto instrumento de explicación a partir de las causas supremas o
necesarias, lo que significa la apertura de la objetivación incondicionada de todo. La devastación del
sumun o lenguaje científico, en términos humanísticos, es alarmante y causa de un dominio de la
metafísica moderna de la subjetividad, del entramado incluso de la casuística y sus efectos
inaprehensibles para la mayoría o denominador común. Toda determinación humanista se orienta a la
salvación álmica desde la perspectiva de la templanza metafísica y restauradora de la razón y su
espíritu conectado con la esencia universal, que se sabe a sí misma prematura. Aunque se hable de una
sociedad vacía restando las sumas de la fe, a la adoctrinante indiferencia globalizada le queda
desaparecer de la mano de las ciencias inoperativas y fraudulentas.

Palabras clave

Fragmentación de la espiritualidad, humanismo comprensivo, atributo individual, tentativa de lo


inhumano.
Summary
The matter that confers us to submit in thinking starts from a moral judgment on the compatibility of a
rationalist humanism, although the renewing scholasticism and based on the most integral values, can
carry out to the extent that, under the logic we detach ourselves of the practical and we theorize about
the interpretation of ethical language. Thinking is of the responsible being, not so aware of what he
says or does, but allows something to be in origin, after covering a rhetorical form of what is
potentially possible, as an instrument of explanation from the supreme or necessary causes, which
means the opening of the unconditional objectification of everything. The devastation of the sumun or
scientific language, in humanistic terms, is alarming and the cause of a dominance of the modern
metaphysics of subjectivity, of the framework even of casuistry and its inapprehensible effects for the
majority or common denominator. All humanist determination is oriented to soul salvation from the
perspective of metaphysical and restorative temperance of reason and its spirit connected to the
universal essence, which knows itself premature. Although there is talk of an empty society
subtracting the sums of faith, the indoctrinating globalized indifference has yet to disappear at the
hands of inoperative and fraudulent sciences.

Keywords

Fragmentation of spirituality, comprehensive humanism, individual attribute, attempt at the inhuman.

Desarrollo conceptual

El humanismo está limitado por su misma pluralidad y a una dialéctica antropocéntrica, abocado al
drama de su propia libertad y su capacidad de actuar, pero ante esta evidencia los ideales educativos
penden de un hilo quebradizo y relativizado por una maraña de mentalidades anacrónicas o perversas
de toda condición. Ante al fracaso del humanismo y de su tarea de domesticación, deforme de fábrica
por su derivación ontológica pseudo religiosa, al ser sapiens galáctico le espera tener que cercenar a
una saturada información y desparasitarse de la comprensión aristotélica, en medio de un mundo que
prometía impúdicamente casi todo y nunca a cambio de nada. Mientras que la realidad se fabula
virtualmente, en contra de nuestra propia naturaleza, los desarrollos del conocimiento científico-
técnico nos propone volver a repensar o a sucumbir distanciándose de las infructíferas reflexiones del
humanismo. La racionalidad se encuentra ahora en un proceso de éxtasis existencial mediado por los
límites del saber actual, tan ebrio como inconsciente que la condiciona a una configuración artificial y
cosificada o antropotécnica.

Si bien, la cultura se entiende como algo dado y no como un proceso de modificación, la nueva era
juega a una partida equidistante como un acontecimiento único, donde se dota de sentido un salir fuera
para ver con más claridad el horizonte crístico-humanista en su acercamiento presente en los entornos
espaciales. Basta con asomarse a la sociedad en su más amplia extensión y desprenderse de la muralla
comunicativa, representada por científicos oficialistas y las intrusiones políticas, para comprender
cierta opacidad mediante indicadores exorreferenciales, justificando su posible y supuesta utilidad. De
ahí la importancia de la notación fonética sobre la ética y de un valor simbólico que remita a una idea
original, con finalidades muy distintas a la de la mera transmisión de conocimiento. Existen razones
que pertenecen a una neutralidad del mensaje, dada la incompetencia de recursos típicos del texto
científico y que deja posibilidad de emancipar a la inteligencia sobre cualquier tipo de concepción o
manipulación del lenguaje o voz plural.
Por un tiempo hubo entusiasmo por el progreso meramente técnico, bajo un deseo de alcanzar el fin de
todo, como expresa la continua descalificación entre personas, ciegas ante los registros históricos y así
como el auge de prosperidad esotérica, o como la llaman una vaporización del saber con resultado de
anemia crítica y el vaciado de sentido real de las cosas. Muere el mito y la leyenda porque eran
imaginarios y no encajan en una realidad virtual impregnada de frivolidad y efectos espaciales falaces,
lo que escapa a esa corriente de seguir en la línea del espectáculo vertiginoso, ya podrida del todo por
la desinformación. Hay y habrá respuesta milenarista, si bien coincide con civilizaciones de legado
profético en el afán de enmendar la ignominia natural de la especie, pues no se inmuta ni con su propia
suerte apocalíptica. El escenario de juego permite a la antropología prevaricar como único argumento
fáctico, mientras su influjo se difumina con la mentira del fenómeno de masas, tan abundante o escaso
que el hacedor del vaticinio aparece como inusual e inadecuado para una élite ensimismada con la
energía y con el humano residual.

La experiencia estética prescinde del menor interés teórico, pero no es negada a reflexionar sobre su
significado experiencial, más allá de un alto logro de liberación imprevisible, contra la cual no cabe
recurso de alzada ni granizada mal intencionada. La ciencia trata de sorprender con datos lo que con
nuestros ojos integran en el paradigma de la invención, pero este binomio carece de validez bioética y
de una variada explicación en defensa de ecologizar la belleza. Entre lo sublime y lo salvaje se avanza
una belleza natural de raíces estéticas profundas y corporeizadas en un pensamiento que sobrevive a su
mutilada tecnificación y desarraigo a pie de pasillo y que no acaba aquí ni en su dialéctica desgastada.
Ahora, la visión de la naturaleza es modificada en su ideal totalitario despojando a sus amenazas del
dominio corporal y las posibilidades perdidas, que nunca triunfaron a causa de una dualidad horrible y
mercantilizada de extremo a extremo en sus presupuestos en peligro de olvido.

Al desaparecer las llameantes verdades científicas, sobre la base de las observaciones directas, es
posible momentos de duda poco sustentadas y con el beneplácito de grupos ideológicos más próximos,
y de cualquier extremo estratégico, ha de ser reconocible o no tendrá valor funcional alguno. La
reprobación es un recurso de la lógica y un punto de partida para captar los rasgos usualmente
asignados al concepto, sea por diferenciación o complementación, pero, sobre todo, a raíz de la
defensa del significado, no debe perderse de vista una concepción benévola. Lo importante es destacar
la base real que evidencia los elementos genuinos en el mensaje y no tanto en la forma de exposición,
de acuerdo a cierta consideración a la norma definida de antemano. Por su parte, el carácter
irremediablemente artificial por el cual se define una identidad, se halla en una relación inversa en la
teorización consolidada sobre un objeto de estudio, de manera que este está subordinado a una etiqueta
de reconocimiento o de empobrecimiento susodicho.

Atribuimos a la casi divina humanización, una cualidad consagrada a dominar la naturaleza y por
consiguiente a cometer el mayor de los ridículos históricos, pues si es un hecho que entre especies si
ha habido esta desnaturalización, con la naturaleza no se puede jugar. La ética viene describiendo a la
responsabilidad como única variable certera y por el solo hecho de intoxicar a la materia, el
conocimiento de la verdad trasciende cualquier versión pensante,1 dada su escasa probabilidad de
comprensión en lo sutil o esencial de esta misma naturaleza, si bien hasta podría ser adimensional.
Hablar del no retorno sobre la singularidad tecnológica es argumentar que el tiempo sigue su curso,
razón por la cual la transversalidad del pensamiento se nutre como corolario de objetivos y prioridades
con fecha de caducidad, no de importancia para quien busca o se encuentra perdido en su impropia
realidad.

Nuestra perspectiva del humanismo bioético

1
Este estudio nos lleva a rechazar acríticamente toda tradición, es decir, todo conocimiento que se adquiere por transmisión
de las generaciones pasadas, cuál es el atractivo de la felicidad que se alcanza buscando el bien de los demás, que, como tal,
requiere la manifestación de una vida bien organizada que altera a veces la confianza en el poder de nuestro entendimiento
para conocer la realidad.
La filosofía, de una manera distinta, se encuentra con la verdad libre de carga y por qué no, si el
intelecto cuenta con la evidencia incontrovertible de no saciarse, a qué viene presuponer la cosa
conocida fuera de la mente. He ahí, que la información proviene de todo lo que es perceptible, sea
material o como se pueda ilustrar mediante configuraciones mentales, para tener una verdadera
estimación de la fundamental capacidad del entendimiento. El relativismo en este caso sirve de poco,
al igual que para sentir conformidad o satisfacción con la verdad, es necesario estar salvo o bendecido
por la gracia que entiende como su autenticidad. Esta otra forma de conocimiento entre el sentir y un
pensar subyacente, tener la experiencia suficiente o total se puede entender plenamente la extensión
que alcanza la unidad de los opuestos, en tanto que la unidad de respuesta o dualidad es una tarea vaga
y diletante. Entonces, la materia fenomenológica implica quitarle a la objetividad su papel constructor
de la realidad, simplemente porque no supera su naturaleza de polaridad.

De la misma manera es susceptible el influjo mutuo que opera la razón sobre las emociones y, al
mismo tiempo se quiere relacionarlos en una unidad destructiva de libertad, no admitiendo su
percepción fragmentada como prueba de realidad verificable, sobre todo cuando se presume de estar
bajo un control o simulación que entretiene a nuestras actitudes cotidianas. En la unidad social los
actos y sus consecuencias lo explican todo cuanto aparenta el conocimiento de la realidad, pero
también hay una forma de conocer y es acotando la realidad subjetiva, experimentando la realidad
como un todo. Aunque la falta de planteamiento global alude a la conciencia unitiva, por cuanto la
conciencia separativa y la unitiva aceptan la unión intrínseca de todas las posibles polaridades, que por
su condición llevan a una absorción de la conciencia individual a merced de una sistematización
insaciable, aquella que pende de hilos incomprensibles. No es aventurado afirmar que los maestros
nominalistas y los avatares aprovechan la complejidad y oscuridad para dejar el escepticismo por la
vaciedad y superficialidad de los argumentos.

El alcance humanista es una tentativa que responde al deseo personal innato de conseguir una vida
lograda, sin menospreciar su situación en el mundo, que se vislumbra en el seno del universo
dialogado, persistente y mediático. La nueva posición humanista cree en su capacidad para formar la
condición moral, pero ha perdido mucho terreno por su falta de compromiso, véase a los comités de
ética en su inmensa comodidad laboral y sin la más mínima capacidad crítica. Hoy que se compra con
dinero casi todo, las universidades caen rendidas a la coima de impresentables gobernantes que en el
fondo no ha elegido nadie, sin contenido ni integridad y en una situación de privilegio por razones
impuras. De la inicial preocupación por la moral, asistimos a la caída de la Torá y de los símbolos que
ocultaban la verdad, que no es otra que la afirmación del valor y dignidad primacial en el seno del
universo. Vemos a la Teología afincada en un modelo de conducta materialista y bancaria, invirtiendo
en bienes y no en almas, por lo que el fenómeno de Trump se espera como agua de mayo para limpiar
tanta podredumbre.

La bioética construirá una red espiritual renovada, donde lo social no sea magnetizada ni electrocutada
por la realidad virtual, de modo que la naturaleza volverá a oxigenar una ruptura completa con el
pasado mal considerado bíblico. Se espera la revelación de los nobles de corazón y la exposición de la
cábala corrupta y oscura, en tanto que las conciencias van tomando forma ante la elevación vibratoria
y la recuperación de los valores esenciales. Ya no es tiempo de convencer con la suavidad del diálogo
razonado, ya que la verdad es tan horrenda que dinamita las bases de la sociedad en todas direcciones.
Junto a esto, la finalidad instrumental y la intención moral casan la relación particular en todo el
ambiente paratecnológico, denunciando la carencia de humanidad en cada avance como si fuera puro
armamento de guerra silenciosa para llevar a un nuevo misticismo artificial y absurdo.

Para que la nueva corriente del humanismo asuma los conflictos éticos y etológicos en una relación de
pareja bien avenida, la máquina plantea su contingencia a la vez que reflexionar sobre la forma en que
alteraría el orden natural de las cosas, aunque no convence su aporte artificial en su distopía aberrante.
Se esboza la ética de una civilización en el laboratorio como si no hubiera otro camino que relativizar
las decisiones del individuo devaluando su alcance moral. Parecería una mascota digital que obedece a
un código ético, alrededor de la tecnología como inductora de programaciones inductoras que, de no
ser controlados, la maravillosa existencia podría suponer al mismo tiempo los procesos de
deshumanización. En este sentido, se justifica la idea de la unidad como muro de contención, entre
otras razones porque el juego está apostando por el humanismo como una noción ideal.

El código genético se perpetúa invariablemente y sin discontinuidades mediante la reproducción, pero


en lo que se refiere a la conducta, otra apariencia alcanza la complejidad y entra en conflicto con el
principio de unidad-diversidad, y sin embargo no hay forma de separarlos en la ontogénesis original.
La cultura arranca de unos mismos fundamentos cívicos y deriva en la exogamia espiritual, si se me
permite la posible escisión álmica. De cualquier manera, un ego-alter constituye la propia realización
de la unidad/diversidad en el sentido de acoger en su seno una singularidad, ciertamente importante si
se quiere revelar y despertar lo mejor de la mentalidad, entendiendo que realmente hay fisuras del
intelecto sin necesidad de analizar, ya que desaparecería su capacidad o fermento femenino.

Si nos enfrentamos a una despersonalización, no tanto irreductible a cualquier violencia totalitaria, el


orden entre la esencia y la existencia han de recurrir al fuego como energía poderosa del alma.
Nuestros creadores tuvieron la idea de hacer las mismas cosas que la raza andrógina, espiritualmente
poderosa y motivo de inspiración a la hora de configurar los valores esenciales en este nuevo siglo.
Debido a la función de intelectuales colgando del vacío, según Karl Mannheim (1936) y que el
verdadero autoconocimiento está hecho de autocrítica, la relevancia del Humanismo persigue el anhelo
de la famosa sentencia «Nada humano me es ajeno». Aunque para poder seguir las corrientes del
acomodamiento que ha ido asentándose en los pupitres de decanatos y otras ínfulas académicas, la
utilidad del propio Humanismo se reduce a una estructura teórica y generalista.

En definitiva, hay que apostar por culturas e identidades independientes, soberanas en cuanto que
mediante el estudio animan a replantear múltiples cuestiones del orden prioritario, más que universal.
Contra la barbarie Edward W. Said proponía edificar una ética humanista como último bastión, y en
eso estamos quienes participamos de rehacer un mundo ilustrado y más etocrático, donde la ceguera
mental y moral no tengan acceso a puestos de responsabilidad. Al igual que la pedagogía debe ser
entendida como acción política liberadora, la ética supone convivir con una vida de paradoja y
contradicción, salvando lo que somos desde el valor y decisión de servirse de ella. El análisis a otras
formas de pensar y sus capacidades creadoras, fuera de toda constricción y de toda autoridad hacen de
contrapunto del orbe ejemplar como ideal y modelo de la educación del ser completo, haciendo al
alma ciudadana ideal de un mun-do en que el espíritu se expresa plena-mente a sí mismo.2

Alfabetización humanista como hipótesis de trabajo

Es ya un imperativo girar hacia formas de pensamiento poéticas, frente a una servidumbre permanente
en las formas de interpretar el mundo, en tanto que la percepción temporal de la subjetividad ha sido
demasiado distractiva y poco eficiente y en consecuencia ha errado en su larga estela como substancia
metafísica. Un lenguaje que no sufra peaje en su inteligibilidad puede alcanzar cotas increíbles, habida
cuenta, da respuesta a un centro gravitante y liberado, pujante y ofensivo en cuanto denuncia la
hipocresía y la doble cara a la hora de discutir la orientación teleológica. En esta nueva era tan atrasada
y enajenada o alicatada por el fracaso como proyecto, la superficialidad ha de ser inadecuada y
desterrada de la movilización humana hacia un fin único que es el de la eficiencia moral. Para llevar a
cabo una racionalidad lógica en consonancia con la verdad del ser, las aspiraciones han de contemplar
también llegar a valores que puedan ponerse en acción en contextos específicos.

2
Eugenio Garin sobre los “studia humanitatis” en Géneros literarios, por Reseñas de Enciclopedias, 2021
De ser una competencia formativa, no tecnológica, la conciencia humanitaria contempla considerar un
conjunto de destrezas, conocimientos, actitudes y valores expresivos, que sean perceptibles y
comulgantes en torno a la manipulación del conocimiento. La cultura mediática solo ha servido de
código técnico o informativo que, para bien o para mal, ha desembocado en una sociedad tan estúpida
como consumista de bienes precederos y nada reconfortantes en su condición ética. Si bien, se sigue
amontonando una mayoría en esa masa adoctrinada y sin rumbo iluminado, la semilla resistente a la
tormenta es la que puede incidir en la comunidad consciente y preparada para evolucionar en el
mejoramiento de la calidad de vida, tanto material como psicogenética. Reaparece una conciencia
crítica no resuelta, pero que transfiere significados con la misma facilidad que pensamos con fluidez,
pues la escritura es posterior a la idealización en su inautenticidad, y es que la información se adapta a
una nueva visión académica transversal.

Consecuentemente con esto, las dimensiones sociales no ejercitan la comprensión de textos


relativamente complejos, con lo que eso significa hacia la actividad de leer, comprender y meditar en
forma más precisa, en la medida que tengan significación dentro de esta realidad. A veces, diera la
sensación de estar en un proceso de acumulación irrelevante, mareando palabras con la elegancia de su
prosa y sin fundamento, pero creyendo estar respaldados por un poder inconmensurable y la
posibilidad de encarnar alguna vez siendo poderosos o especiales. La raza humana estándar define a la
ética como el estudio de la conducta deseable y convencional, por lo que se han desarrollado normas
sociales que han encadenado al pensamiento bajo el engaño de ser erigida en ley universal. La cosa es
conjugar grandes palabras y símbolos con los que empequeñecer al ser humano y convertirlo en
dependiente de doctrinas elitistas, no culturales, pues la naturaleza conceptual de valor moral debe de
romper con ese poder interdimensional de quienes mantienen este holograma a cualquier precio.

La ética real solo obedece a una energía positiva, hasta ahora reprimida por ese holograma biológico,
no virtual, ante todo para lograr otros fines y avatares urdidos bajo una escenografía de fisicalidad y
denigración, desde cuatro plantillas energéticas selladas y sus actores alienígenas e hiperreales. Siendo
así, lo ético sería mantenerse en una línea atemporal, libres de toda dualidad y perturbación
psicológica, pues la mayoría tiene doble personalidad, si en su ámbito familiar son el polo opuesto de
lo que representan ser en el ámbito social. Quiere decirse que debemos recuperar ese hipotético
metafórico gen lumínico, cumpliendo distintas funciones y programas de vida, consciente o
inconscientemente, a medida que surjan de manera incremental, opciones meritorias que todos
merecemos vivir. El cuerpo causal encarnado como fractal de la parte espiritual o átmica, puede
armonizar su estructura interna, que de seguro no faltará ocasión para zambullirse en la odisea de
tentar a ese átomo del espacio absoluto abstracto, del que nada se puede esperar en lo cotidiano y por
ello la esperanza continua en esos cuatro átomos simientes, físico, Astral, Mental y Causal.

De acuerdo con la unidad originaria, si somos fractales procedentes de una mónada bajada de la
antimateria, el movernos espiritualiza cada actividad encarnacional, por lo que no es menester
aprender lo que ya viene de fábrica en ese envase de electrones que contienen la información de la
fuente, del Uno o del Todo, según sea la ambición de cada facilitador de conciencia. Cabe señalar la
rareza y la complejidad de las funciones que se encomiendan en una existencia de conflicto
permanente, desconocida y siempre incognoscible en su esencia, pero que, por medio de la más
elevada intuición espiritual, encarnamos desde la singularidad. Aun así, tendríamos la opción de
nuestra consciencia basada en una base radical del Ser y el no Ser como absoluta seidad, donde la
objetividad y subjetividad no forman parte de ninguna dualidad. Entonces de que estamos escarbando
que no sea una quimera sofista con aspecto de ultérrima realidad pseudo hiponcondríaca, de por sí
impotente y reaccionaria para poder crear o emanar lo relativo, lo individual y lo aparentemente
maravilloso, por ejemplo, como puro espíritu.

Aquello de lo cual todo dimana presupone alguna conciencia de existencia, aunque pareciera forzar o
conceptuar sobre ella una explicación perfecta sobre lo Incognoscible, lo que no deja de ser una falacia
esotérica y una bonita cápsula de oxígeno contra el sufrimiento intelectual al que atribuirse una
individualidad, limitada y desgraciadamente condicionada. Un hijo puede asumir el derecho a la vida
desde una unidad familiar, cósmica o entidad colectiva, pero también puede exigir una inmortalidad
increada, razón por la cual no hay ninguna imagen anterior ni alteridad que sirva como referencia. Ello
significa no ser caído de ninguna parte, en todo caso proyectados desde sí mismos, al margen de
cualquier matrix o maldito experimento genético de laboratorio. Solo así, ciertamente no acabaremos
perturbados, maniatados ni arrastrados por la serenidad sintetizada en la creencia del sentido de lo
eterno.

No necesitamos sarcasmos, ni educadores de memoria ni controles mentales, no somos animales


adiestrados maldecidos por unas mediocres deidades, sedientas de pureza y corrompidas en su miseria
logística y satanizadas almas. Amamos la vida sin su presencia y su estulticia galáctica, quienes
amamos el sentir o aseidad de la estética y la belleza del alma de las cosas, de toda grandeza o ipseidad
frente a la mismidad de la cualidad humana como soledad. Desde la libertad de toda sensibilidad, la
raíz de toda existencia ha de ser alimentada antes de ser revelada en forma adecuada, no limitada ni
fragmentada y, por consiguiente, comprendiendo que a la complejidad del universo le sobra toda
dimensión ideadora e inherente a esta Realidad. De igual forma, a la conciencia le sobran atributos y
calificaciones en torno a que lo objetivo y lo subjetivo tienen una misma naturaleza, o es que no
vemos la trampa de mecanismos por medio de los cuales adquirir la autoconciencia.

Resonancias trinarias de un caos ordenado

Los procesos mentales circulan como sistemas dinámicos y en un continuo sobre elecciones cuánticas,
por cierto, no programables por sistemas informáticos, de manera que nuestro holograma biológico
suele adoptar una posición intermedia, y no siendo correctos los fundamentos, la resolución de un
módulo cognitivo hace el resto para mantener una ambigüedad que se asemeja a la superposición de
estados posibles. A la par se considera que la vida es impredecible y la teoría del caos un fallo enorme,
ya que el cambio se convierte en fuente de condiciones subyacentes. Imaginemos a la inteligencia
artificial en la suplantación de la identidad de otra persona, una manera descafeinada de insinuar que la
realidad es poco creíble, en tanto que concibe aquello que detectamos como sospechoso, incluso como
un bien necesario. Y en esta falsedad se enarbola una cosmovisión donde la variable ética no encuentra
ecuación para mantener su verdad como evidencia. Es importante tener en cuenta otra serie de formas
o de innovaciones con el objetivo de anticiparse a los problemas, de por sí no predeterminada y
debidamente oportuna, para denunciar la polarización del mundo y su arrogancia caótica, incapaz de
predecir la longitud de su ridícula sombra y sobre todo de alguna prueba de dignidad.

Simulemos no saber nada, reflejados en esa cuarta pared del domo de las vergüenzas colectivas, pero
sin rencor, ávidos de vías de desarrollo bajo un caos trinario, de destrucción de toda la inocencia y
ventanas abiertas a un cosmos que nadie conoce y aun menos reconoce ni de lejos. Pero en un instante,
la figuración sufre un infortunio a tres bandas, es más, el poder de dominar y corromper sale de su
auto engaño totalmente desmerecido y desconocedor de su eterna agonía. Es ahí, donde a través de un
espejo se aprecia el cero absoluto de Miguel Muñoz y el orden de lo mundano, en una nada o
primeridad desafiante, allí donde las ideas o pensamientos son mónadas o cualidades determinadas por
un primer modo de conciencia. Las emanaciones cualitativas de la conciencia, sea caótica y
desordenada o pusilánime en el marco de lo empírico, operan deliberadamente en nuestros procesos
mentales contra otras cualidades de resistencia. De tal conexión liberticida va a ser tomada una
sumatoria de impulsos subsecuentes que, sin duda, resultan tan atractivos como la naturaleza
contenida de la locura en su enconado frenesí.

La felicidad suena fantástica como concepto medio apocalíptico, pero como ocurre con casi todas esas
brillantes ocurrencias, la realidad humanista nunca es ajena a la decadente mentalidad materialista, si
atendemos a sus pulsiones románticas y el intento a toda costa de disimular una cultura delicuescente,
sumida en la podredumbre y la miseria espiritual, hastiados hasta de su origen. La sociedad de
consumo ya avisaba de soles oblicuos y la carencia de valores morales, de quienes se esperaba algo
más que una sociedad que se enfrenta a su declive, privada de esperanza en el futuro. Entre la
inteligencia artificial y un pretencioso espíritu ácrata, una lucha de contrarios ha dado pie a los
aspectos negativos del progreso, en tiempos de descreimiento sobre la responsabilidad, cuya frontera
requiere por nuestra parte una mirada alerta bajo esta apariencia equilibrada, que cubre un imaginario
sociopolítico en su manifiesta distorsión no humana o casi onírica.

La feliz idea subjetiva es el lugar del desorden por excelencia, representada mediante aquellas diosas
decadentes de un deseo que busca ser cumplido, en tanto sería deconstruir y desmitificar enunciados
que se suponen incuestionables, si bien es cierto, la verdad no es un reflejo de la realidad precisamente.
El desarrollo de esta idea general sobre la reformulación de la lógica resulta ser un fracaso con los
últimos logros de la ciencia, por llamarla menos de lo que representa ya en su ignorancia e
irrespetuosidad descarada. La noluntad científica ha sido su arma para enfrentar el absurdo que
exponen los acontecimientos y llevarlos a una realidad paralela, maniquea y del todo secularizada. El
estilo de vida tecnológico es claro, alerta de que el deseo siempre conlleva sufrimiento, pero el engaño
icónico acompaña los problemas fundamentales de la ética e implica un renunciamiento a la vida
misma. Esta carga se ha mantenido al margen de una vivencia mística secularizada, pero encorsetada
en una máquina suspendida en cuerdas de vacío y donde lo mental se ha confundido con la
inconciencia para soportar o aislarse de esta densidad.

Para Nietzsche, lo más importante era el individuo y la vida en la tierra, no fuera de ella, es decir, no
aceptaba nada que fuera en contra de los intereses del propio individuo, y eso resuena en aquella
embriaguez bíblica del uno todo. De ahí a su eterno retorno, apenas la rebelión de los esclavos en la
moral. Hay que atreverse a rebatir o mejor exponer, antes que censurar por cobardía, lo que como
norma supone a sí mismo sus propios valores, pues todo cumple una función ética. No tiene sentido
una asunción de los propios actos, sino que asumiendo el mundo ideal se deja de ser un ser inacabado,
más allá del conocimiento y como condición de libertad. Por donde quiera que ande el anhelado
despertar, la totalidad del cuerpo y mente se entiende como primogénita plenitud, pues separada la
mitad andrógina, esta añora la unión y la cópula simbólica o secare, dentro de una unión espiritual si
fuese tan clara como el principio trinario o andrógino que ama por exaltación del otro cuando pide
recibir su esencia y facultades para que yo sea tú.

A la dualidad se le acaba su materialidad en forma contestataria, a través de ideas y el lenguaje de los


sentidos, de manera que el nuevo ser ha de postular una función demiúrgica trinaria, donde lo visible y
lo imperceptible se ha solapado en el arte, dando cuenta de esa fusión profunda y mediación crítica,
bajo un aspecto más sensual y sin límites. Ahora bien, este sentimentalismo nos hace estar festoneados
como madrastras de nuestro destino, y si el Nuevo Testamento sugiere una pluralidad en Dios,
comprendida en referencia a una eternalidad de una comunidad intra-personal, la consubstancialidad
que emana de la existencia monista se queda corta y resulta aberrante en su extensión, pues resulta
poco convincente que tres personas en una sola persona sea comprendida al margen de sus creencias.
Actualmente, no puede sustentarse la dualidad universal ni la patente de la flora trinitaria wittrockiana,
de lo que percibimos como floración en el sentido de retirar las hojas marchitas antes de perder su
esencia.

Las ideas pertenecientes a un sistema múltiple orbitan entre sí, es decir, identidades únicas de la
libertad divina que configuran la unidad en el origen o filiación ontológica trinaria. En base a ese
poder creador trinario, ciertamente que se ama un existir acomodado a un guion estéril del que solo se
tiene una imagen en la memoria, programada para funcionar, conocer y aceptar lo que aquí abajo no
haríamos. Al igual que el número tres representa el poder multiplicador, cualquier cosa podría
defender lo mismo, y de cuyo silogismo cabe extraer la fuerza centrífuga y expansiva o dualidad, parte
de una maestría tripartita fundamentada en contemplar, ver y discernir. A esta iniciación en bruto de la
conciencia, simbolizada con frecuencia como triangulación o equilátero y hasta como libertad,
igualdad y fraternidad, se le debería corregir en todo caso, que lo único válido es actuar construyendo
verdades, no sustantivaciones familiares.

Marcamos una resistencia inducida por un ambiente de tensión y degradación permanente, ante una
pasividad escalofriante, hasta el punto de justificar su propio pecar y sin prescripciones de
modelización y de conocimiento, pero como línea normalizada de defensa. La bioética es una línea de
resistencia crítica, sin capas ni estresores, mientras es posible actuar en consecuencia maximizando el
sentimiento de seguridad, si bien en realidad, la identificación moral da lugar a modificaciones de la
representación del Yo, por una relación lógica de semejanza o como un rasgo regresivo y paliativo
respecto a la pérdida. La identificación proyectiva sostiene percepciones y emociones por retaliación,
que se instauran en el mundo representacional interno, en tanto que una parte de su personalidad se
abstrae de manera inteligente, pues sabe que compartir su totalidad sería una renuncia altruista y
disociada del objeto como una respuesta contra transferencial. Al ser continentes de la prohibición
dentro de un orden, la auto imposición se reduce a esta proposición indefinida de defenderse a sí
mismo, no se sabe bien de qué, pero que entronca en amparo de la comunidad y al amparo del tirano
de turno con título legítimo.

La información no dialogada para un final de vida

A medida que las conclusiones abordan el viciado propósito de convencer en forma desprejuiciada, la
razón alfa, por llamarla instintivamente, parece derivarse como producto cultural, cuando en realidad
ha de surgir con identidad afectiva, implicada de lleno en los comportamientos humanos. El sueño de
la razón representa entonces el extremo más oriental de algunos intelectuales, que descuelgan un
presente de desastre a modo de hipótesis. Por otro lado, en la mesa redonda van y vienen las
necesidades materiales embarazadas de las sempiternas coartadas ideales, a la falta de una estética de
las formas de vida próximas a la ética. La contracultura y el capitalismo creativo han terminado siendo
una falacia fordista que recurren a drogas y estrategias poco creativas y reductible a un efímero
simulacro, con su patética democracia de cortina o un fermento típico de residuales convicciones.

El ser humano ha desertado de serlo al permitir que en su cuerpo le introduzcan todo tipo de venenos,
química y experimentos oscuros a punta de jeringuilla, y aún persiste en su estúpida ignorancia no
dialogada y del todo perversa. Esa masa no crítica, masoquista y mezquina estaría condenada a una
pobreza intelectual crónica, y ojo, en ambos bandos se discute su valía social con lo que eso significa.
La realidad está interpuesta y no tienen relación lógica o espiritual, pero distrae a la mente con
cualquier fetiche o palabrería malsonante. Un periodo que no se reconoce como algo específico, no
significa nada en la práctica y, al contrario, se quiere recuperar el valor humano sin trampas
semánticas, sobre el rechazo a la imposición de roles y estereotipos sociales sin alternativa.

La cultura siempre revaloriza este poder de influencia para una revolución combativa y por el cambio
estructural que impone una alternativa viable, que por sentido de responsabilidad acabará siendo un
conglomerado humano con identidad propia, o sea, carente de propiedad. Estamos involucrados en un
prenacimiento que implica, no solo el proceso natural en el seno materno, lo define una expresividad
mayor incoativa en favor de la verdad o de la interseccionalidad del mundo del arte. Por ejemplo,
aquellos grupos sociales, poco alternativos al no contener poder, quieren ocupar un vacío que es en el
que están, que es como decir que pretenden llevar a ese vacío a los demás, sobre todo al contrario y a
su disidente o afín al sistema en su pluralidad utópica y salvaje. El dinamismo cultural entretiene más
a los antropólogos que siguen de espaldas a la realidad, pero que simulan conocer las claves y
orientaciones preliminares a un inexistente evolucionismo unilineal, cuando no comparten el modo de
vida de los que son menos etnocéntricos que ellos.
En principio, funciona mejor la no mezcla entre culturas para no perder el sentido positivo de
mantener y conservar los valores que conllevan el enriquecimiento natural, en vez de un aprendizaje
de lo que no somos en la sociedad. La contracultura seguiría siendo la transgresión con lo que,
naturalmente, no se estaba nunca de acuerdo, de una parte, hacía referencia al rechazo de los valores
dominantes, como también de que existen otras formas de conciencia distintas, pero no catalogables
bajo normas de control. Los precursores de la revolución contracultural, pero no pasaron de hacer
ruido y machacarse con las drogas psicodélicas, al igual que hoy se refuerza la inconformidad con la
realidad, ya con la realidad virtual acabarán asumiendo el metaverso como su nueva religión, cuyo
futuro sería como una examinación instrumental o bíblica muy directa de cada problema.

La moral es un proceso mediante el cual podemos aceptar una variedad de cosas, imaginarlas y
ensanchar nuestra visión en una realidad, ya antes de que se han descrito y se han sistematizado. Una
de las grandes ventajas de las redes sociales sería que tiene que ver con el fortalecimiento de la
identidad colectiva como fundamento para el mejoramiento y la proyección social. Pero sus logros y
su cultura pueden hacernos creer que ser ético es solo una mera contribución a la forma de convivir,
evitando problemas en un momento de la historia que, de ser menos orgánica, nos veríamos frente a
verdades verídicas que son la quintaesencia de la sociabilidad humana organizada, manipulada y
torturada de alguna manera. El liberar a las acciones deshonestas pervierten los sistemas de
convivencia, y se requiere asumir que tiene la misma complejidad y final, pues fortalece el
entendimiento colectivo y la búsqueda de la trascendencia personal como forma de aportar al bien
colectivo.

Ciertamente, la esperanza radica en construir poderosas burbujas de humanidad consciente y


practicante de los principios y valores, a ser posible ajenas a la corruptela política, judicial y de todo
tipo, es decir, hay que recuperar la ley natural que se revela en nuestra lacerante identidad. Pronto será
liberada ante los ojos la certeza de que es posible encontrar las mejores opciones que contribuyan en la
búsqueda de una supervivencia digna, formando parte de un escenario de vida que los hará
copartícipes de esa realidad. Valga una reflexión inicial con la que encuadramos nuestros ideales
etocráticos, del ejercicio concreto de su libre albedrío y el rescate de su quintaesencia en forma de
sabiduría espontánea y colectiva. Pero, sobre todo, para que mantengamos diálogos más o menos
lúcidos, demostremos que estamos informados y preparados sobre este fundamental aspecto, pues ahí
se plantearían preguntas y propondrían respuestas que deberían ser la base de toda planificación y
acción ética.

Todo este panorama, a veces sombrío o artificialmente camuflado con detalles o libertades
condicionales, exalta distintas formas de enfrentarse a las diversas normas de comportamiento, como
una suerte de gran objetivo, si es que se puede elegir en este simulador que nos envuelve y que
contraviene nuestra hipotética esencia divina. Es justo y necesario que nos indignemos, cuando en el
fondo lo único que estamos haciendo es confundir una respuesta, por muy bien que sea formulada la
pregunta, de modo que, si la coherencia nos lleva a una respuesta única, a partir de las mejores
observaciones, el criterio decisivo para determinar cuál principio es el correcto ha de ampararse
únicamente en la verdad, le pese a quien le pese. Lo que si es una obviedad bivalente es que esta
opción es unitaria si demuestra tener relaciones internas de apoyo mutuo, o sea, de presión y de no de
completitud.

Tanto en ciencias puramente observacionales, como en ciencias basadas en enunciados prescriptivos,


la coherencia parece una elegía que ilumina al neófito y prende como orquídea perenne en el ser
poético, porque algo le duele. Y pareciera que se oye a lo lejos otra palabra exagerada, cubierta de
razones y de ciertas incoherencias con capacidad de percibir lo oculto de los casos, será porque trata
con verdadera minuciosidad la idea que subyace y, a lo que por cierto los jueces no tienen que dar
razones. En cambio, la mala praxis continuada ha llevado a que se seudonimiza la verdad, en particular
mediante un identificador en línea, por lo que después de tantos siglos de mentiras oficiales estamos
en disposición de afirmar que toda la información ha sido sesgada y representa un gran peligro para la
salud de la población.

Una explicación respecto a su valor esperado

Al examinar los principales desafíos humanistas se entiende que la forma más humanizada de asumir
las tareas de la modernidad, en primer lugar, están siendo socavadas por la desigualdad creciente y
alarmante, pero es importante que sea abordada la cuestión como una inversión social en capacidades
humanas, toda vez que aparten a los corruptos de los poderes fácticos y el conocimiento acabe con
tanto inepto en sus privilegios. Esta prioridad es central en un escenario caótico, en proceso de
transformación completa en todos los campos productivos y sociales, lo que significa invertir el
camino y destino de una historia vergonzante y tan culpable como descortés consigo misma. Tras el
colapso de todo el sistema financiero, los derechos civiles básicos serán aplicados de forma equitativa,
en tanto que, la libertad de expresión y de asociación hace posible una gobernabilidad bastante estable,
con muy pocas amenazas de intervención corporativa de ningún tipo. Entramos a una época de
verdadero calado revolucionario, anti ideológico y libre de manipulaciones mafiosas, por lo que
veremos caer los más altos edificios de la corrupción y llevarse por delante a tanto estúpido servil
maloliente y escurridizo.

Frente a los desafíos de la razón no hay camino largo que impida alcanzar la ansiada rendición del mal
y de la explotación humana, animal y de toda forma viviente, pero es más contundente sobre la
conciencia de sentirse vanguardia, no solo porque abogue por un enfoque revitalizado de democracia o
república, es que partimos de un proceso creativo constituyente de experimentación e innovación sin
igual. Hasta qué punto la alternativa a este sistema corrupto imperante en el mundo, puede cumplir con
los desafíos de la gobernabilidad cuántica, si reconocemos una significación global, donde tienen
prioridad los valores comunitarios y el respeto natural, ya no mercantil. El fin de la nueva cosmovisión
no sólo rearticula las antiguas prácticas indígenas, ancestrales y ocultas desde tiempos remotos, en
cierta medida puede estructurar contradicciones ante la radical indeterminación del futuro, que no es
tanta sino desconocida por la mayoría de las personas en extremos diferentes.

Cuando se asume la construcción de una narrativa en una nueva dimensión de reflexividad, en la que
lo sensible adquiere literalmente mirarse a sí mismo, y por ende puede volver sobre la presentación
dialogada, debemos alejarnos aún más del contexto bienpensante para llegar a comprender algo que
está más allá de nuestro entender. Desde un paradigma tecnológico que está en proceso de
transformación, la actividad cerebral nutre al ser con la palabra o la malgasta si no hay un monocultivo
del intelecto, una de las más importantes razones por las cuales la objetividad encarnada es sopesada
por cada espectro de contingencias
y de emociones contradictorias. Es por eso por lo que nos reunimos a compartir ideas y
preocupaciones, también evidenciando las múltiples dimensiones que tiene el territorio en su
pensamiento, se trataría también de abrir las posibilidades del sentido mediante el intervalo reflexivo
en el que uno mismo duda y pierde su seguridad. Es así que propiciar este intervalo responde a una a
sola obra, pero expresada con dos lenguajes diferentes, la hipérbole popular que discrimina lo que no
sabe con respecto a los demás o, por el contrario, un caos luminoso sin ningún sentido ni forma.

Resulta que se está barajando la idea de que el cerebro es una entidad holográfica que interpreta un
universo holográfico, en tal bio resonancia con el campo energético que, para tener un mejor
autoconocimiento, ha de ser una unidad actuante en el universo. Además, la vibración está manifiesta
en las diferencias entre manifestaciones diferentes de materia, energía y mente, e incluso
espiritualmente resultan de frecuencias de vibración variables, claro que, si eres dueño de la causa,
posees también sus efectos, y al poseerlos a ambos, posees también la llave del autocontrol de tu vida.
Aun en el caso de admitir esta singularidad como un holograma, lo que encontramos es un caos que ni
la ciencia imitando a la mística entendería podría explicar, pues se le escapa que un holograma
biológico sería el fundamento de la aparición en el mundo de la vida de dominios de realidad
claramente emergentes, como formas de conducta complejas y fenómenos, naturalmente mentales.3

En realidad, no hay un todo social, sino tantas versiones del mismo como sujetos individuales lo que a
fin de cuentas es su producto emergente, no un orden social como un postulado de nuestra libertad,
libre de reproducir reflexivamente las conciencias ajenas. En un holograma cada parte o región del
mismo, contiene información sobre la totalidad del correspondiente objeto, por lo que la relación entre
las partes permite reconstruir visualmente ese objeto con claridad. Entre los dos niveles de realidad: un
nivel subyacente, generativo, "genotípico", y un nivel emergente, "fenotípico", producido a partir del
anterior, cabe diseñar entre las partes y el todo, lo que sería su riqueza morfogenética4 como una
relación de mímesis, a partir de ese mecanismo de sociabilidad reflexivamente holográfico. De este
modo, la realidad que conocemos y comprendemos no es otra que aquella forma, esquema y concepto,
nuestra idea de realidad, pero no parece independiente de su propia construcción subjetiva. Es así
como en todas sus interacciones bióticas, sensoriales e imaginativas, el ser humanoide circunscribe las
particularidades de la compleja realidad en interacción interdependiente.

Cuando se alude a la vida que descubrimos en su plurirrealidad, no hallamos certezas en su origen y su


destino, sin embargo, se permite la inconciencia con todo derecho, de una dialéctica de complejidad
organizativa no lineal, que por muy caótica que resultara, la realidad humana conforma una unidad
dinámica con su entorno autopoiético. La cognición, por el contrario, es una experiencia arraigada en
el cuerpo sensible y deseante, la cual aparece llena de irregularidades, a las que la vida como proyecto
de realidad nos lleva a cada uno a ser en la acción, la experiencia de apertura ante el mundo malamente
reconocible. De tal suerte, nunca dejamos de percibirlo encerrado en sí mismo, tal que en este domo de
plasma somos inseparables de un cuerpo real o simulado; al fin y al cabo, lo que ocurre en nosotros y
la autopoiesis, permítanme validarlo como una ilusión a medida y sin revisar el fundamento de
nuestras capacidades cognoscitivas.5 El verdadero conocimiento, por cierto, ni requiere los caracteres
de universalidad ni la sola experiencia de concebir al sujeto o juicios sintéticos a priori, en general
abandonados a la oscura interioridad de lo posible.

Si se presta atención a las plataformas en mayor medida, debido a la intencionalidad persuasiva y que
puede también considerarse limitante, podría servir de ayuda a la conectividad con la nueva conciencia,
que funciona como una mediación entre la realidad y la posibilidad de capturarla. Es así que tanto una
mera proyección de nuestro actuar es tanto más reconocible si asume una postura individual donde se
ajusta a realidades de quien le observa. La masividad digital nos reclama detenernos y mirar más allá
de nuestras superficialidades, cuando llevamos a cabo juicios evaluativos acerca de nosotros mismos y,
en consecuencia, las discrepancias pueden fortalecer, así como debilitar el proceso de identidad
personal. Este interés supone elementos socio cognitivos, aún sin expresarlo abiertamente, señalando
los aspectos más destacables en la evolución de su interioridad. No obstante, sus preferencias con
respeto a rasgos y características emocionales, constituyen una expresión del desarrollo cognitivo en
respuesta a las peguntas formuladas por el experimentador.

Por otro lado, el desarrollo de la identidad endogrupal encuentra mayores dificultades expresadas en
algunas formas de rechazo de las propias características o en la valoración de las ajenas, por lo que al
ser capaz de realizar operaciones cognitivas de mayor complejidad le permitan diferenciar, relacionar
y todo tipo de elucubraciones. Sin embargo, al investigar a profundidad nos damos cuenta que la
forma de procesar con el intelecto estaba incompleta, siendo un camino largo por recorrer,
factorizando el pensamiento y viendo la forma de feminizar la transición arcaica-formativa, sin la cual
una Naturaleza esencialista abandonaría el orden simbólico ilustrado de lo biológico como expresión

3
Pablo Navarro en La metáfora del "Holograma social". Universidad de Oviedo.
4
Navarro, P., 1996, "Hacia una teoría de la morfogénesis social", en Pérez-Agote Poveda, A. y Sánchez de la Yncera, I. (eds.)
Complejidad y Teoría Social, Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, pp. 436-465.
5
Maturana, H. (2001) Emociones y lenguaje en educación y política. Santiago de Chile: Ed. Dolme, 2001: 30.
de la Fuente. Sobre la base de las relaciones estructurales la organización social contribuye al
entendimiento de la valoración que ciertos colectivos poseen de algunos trabajos de investigación, en
tanto podríamos definir como construcción cultural de la identidad biopsicosexual a una agenda
política insertada en un adn bajo sospecha.

Considerando la alta diversidad en el control social, se ha revelado ante la naturaleza del tiempo un
presente equivalente a la voluntad creadora, una visión en la cual no hay una gran diferencia con lo
anterior, si bien la existencia tiene que volver a ser eternamente acción y sin reseñar la culpa. En esto
que aparece una tecnología impuesta con el ánimo de reivindicación utópica, pero que no es otra cosa
que una barrera de control y poco bienaventurado, orientada hacia un futuro en el que la humanidad
cederá su libertad a cambio de casi nada.

La lectura hedonista exclama la finitud propia de la condición humana, todo a cambio de poco, de
intuir por medio del pensamiento que el sueño se hace realidad por un instante y que la razón es otra,
menos cohibida e imposible de superar, ya que sus posibilidades abismales se vuelven el eje central
del sujeto. Esta realidad de funcionamiento, de oposición a todo y de totalidad converge en el devenir
de un simbolismo de imbricación con la máquina, sin alma y carente de escrúpulos, más allá de su
propuesta pragmática. La intensidad que emerge de la realidad social robotiza esta nueva realidad, que
construye su identidad en clave cibernética, no de resistencia, con lo que compromete su propio
bienestar en medio de una catarsis colectiva y próxima a lo abyecto, por no decir abiertamente a lo
siniestro. Desde esta perspectiva, vivimos una época de tránsito y de integrar fragmentos de lo real
hacia la irracionalidad, de descentramiento de los sujetos que no logran trascender más allá de la
inmediatez.
Revista de Bioética y Diseño Social
versión On-line ISSN 2605-3292

Epub 17-Septiembre-2022

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